El pequeño doctor

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Gripe

Si bien, desde hace unas décadas, las epidemias de gripe que con cierta frecuencia aparecen en Europa no causan tantas víctimas mortales como en tiempos pasados, tampoco hay que considerar la gripe como una enfermedad banal, ya que sus secuelas o repercusiones posteriores pueden ser graves y sumamente incómodas. Estas pueden afectar a los pulmones (neumonía) o agudizar lesiones o trastornos crónicos de hígado, riñones, páncreas o de los órganos del bajo vientre. También puede verse afectada la estimulación del músculo cardíaco, o pueden producirse afecciones cutáneas (eczemas). A veces incluso pueden presentarse manifestaciones de tipo reumático como consecuencia de una gripe mal curada o mal tratada. Estas complicaciones podrían evitarse con un tratamiento cuidadoso y a fondo de la gripe.

Puntos importantes en el tratamiento de la gripe

Para conseguir buenos resultados en el tratamiento de la gripe, debemos tomar en consideración cuatro puntos importantes:

1. Hay que activar la eliminación de las sustancias nocivas producidas durante la enfermedad mediante terapias físicas. Se controlará el estado del corazón, algo a tener siempre en cuenta en las curas sudoríficas. Produciremos la sudoración necesaria mediante la aplicación de envolturas o baños sudoríficos.

2. Emplearemos remedios a base de plantas medicinales, como gotas para los riñones y el hígado, para conseguir una mayor eliminación a través de los riñones y del hígado. Para impedir la aparición de irritaciones o inflamaciones, tomaremos un extracto de equinácea.

3. Como en toda enfermedad, la alimentación es siempre importante. Mientras dure la fiebre, el paciente no debe recibir alimento proteico ni grasa alguna. Da muy buenos resultados someterse a una dieta de zumos de uno o dos días. Resultan especialmente beneficiosos los zumos de pomelo15, arándano diluido y grosella negra, con los que vamos alternando zumo de remolacha, también diluido. El paciente deberá tomar bastante más cantidad de líquido de la que suele beber normalmente.

4. Después de la remisión de la enfermedad deberemos dirigir nuestra atención hacia el periodo de convalecencia con un tratamiento adecuado, cuya duración no deberá ser demasiado corta. Aunque hayan desaparecido las manifestaciones agudas de la enfermedad, deberemos seguir, pues, con una terapia física. Aunque no haya fiebre no conviene suspender la toma de remedios diuréticos, así podremos eliminar las toxinas acumuladas y evitar que se produzcan secuelas o complicaciones pasajeras o permanentes.

En toda gripe es aconsejable seguir un tratamiento concienzudo, como en toda enfermedad infecciosa, hasta la curación completa de la enfermedad. Solo así podremos evitar la aparición de complicaciones, muchas veces más problemáticas de lo que uno pueda pensar.

Nuestro cerebro

El cerebro no solo es una estructura maravillosa, sino también un extraordinario regalo del Creador para los seres humanos. Sin él no podríamos ni planear ni poner en práctica ni terminar nada, por lo que deberíamos estar muy agradecidos. Cuando una persona ayuna voluntariamente o pasa hambre sin desearlo y pierde buena parte de su peso corporal, la médula espinal y el cerebro apenas se ven afectados por pérdida de peso alguna. El hecho de que nuestro organismo se vaya desintegrando poco a poco, antes que el cerebro, nos muestra su importancia como punto de partida de la mayoría de los impulsos vitales.

Un buen modelo comparativo con el cerebro humano lo constituyen las nueces. Su dura cáscara externa se puede comparar con el cráneo. La parte carnosa del fruto semeja al cerebro, mientras que la fina piel interna que se puede quitar en las nueces recién recolectadas tiene un cierto parecido con las meninges. Entre el cerebro y la médula espinal se encuentra el cerebelo, cuyo tamaño aproximado es el de una pelota de tenis. Las funciones que realiza el cerebro son equivalentes a las que se pueden observar en una sala de mandos de una central energética, de un transatlántico o de un moderno avión transoceánico. Nos asombran y producen admiración los múltiples instrumentos y conmutadores. Estas salas de mandos son, en cierto modo, como el cerebro de los barcos y aviones. Todo lo referente al viaje, cualquier cambio de curso, todas las estructuras de defensa en la lucha contra los elementos, en resumen, todos los impulsos directores proceden de la sala de mandos, es decir, del cerebro. El organismo le suministra la energía que necesita. La producción de energía que hace funcionar todo procede de las dinamos que producen corrientes de fuerza y luz. Si la producción de corriente no funciona bien o se estropea, la sala de mandos también se verá afectada, fallará o funcionará mal, a pesar de lo maravillosamente construidos que estén sus aparatos e instalaciones.

De la ilustración a la realidad

El aporte de energía para nuestro cerebro proviene de la sangre. Si esta lleva todas las sustancias nutritivas, vitaminas y sales minerales que precisan las células cerebrales y están bien abastecidas, todo funcionará a la perfección. Cada una de los millones de células que hay en el cerebro no desempeñan exclusivamente una función. Nuestro cerebro está dividido en grupos de trabajo denominados centros nerviosos, de los que se conocen más de una veintena. Cuando acontece un ataque de apoplejía, alguno de estos centros puede quedar desconectado. En estos casos, suele verse afectada la parte interna del cerebro, mientras que la parte externa, es decir, la corteza cerebral, no suele verse directamente dañada. Si, por ejemplo, se afecta un vaso sanguíneo de la parte interna derecha del cerebro se puede interrumpir el riego sanguíneo de su parte externa, manifestándose las consecuencias en la mitad izquierda del cuerpo. Este cambio de lateralidad se debe a que una parte importante de las vías nerviosas se cruza en el interior del sistema nervioso central. Así pues, lo que se manifiesta en el lado derecho del cuerpo se debe a trastornos circulatorios en la mitad izquierda del cerebro y viceversa. Si el cuerpo puede reparar las lesiones, desaparecerá la parálisis ocasionada y podrá restablecerse de nuevo el habla. Si se altera el centro nervioso del habla, mientras sigue funcionando bien la composición de las ideas y las interrelaciones entre el medio ambiente interno y externo del paciente, se produce la penosa situación de que el paciente no puede expresar correctamente de palabra lo que piensa, es decir, con la voz, aunque podrá hacerlo mediante la escritura.

Repercusiones desfavorables

Tanto la hipertensión como la hipotensión arterial influyen desfavorablemente sobre el funcionamiento del cerebro. Una presión arterial demasiado elevada o excesivamente baja puede producir, por ejemplo, mareos y ausencias. A pesar de que un órgano tan importante como el cerebro se halle tan bien situado y protegido por los huesos del cráneo puede verse dañado por accidentes y conmociones. ¡Pensemos, por un momento, en las múltiples caídas que ocurren al esquiar o al practicar otro tipo de deporte! Cuán a menudo se produce una fuerte conmoción cerebral sin que, aparentemente, se aprecie cambio externo alguno18. Por una fuerte caída se puede producir una rotura o rasgado de las meninges con salida del líquido cefalorraquídeo protector del cerebro. Se producen, entonces, diversas presiones sobre diferentes centros nerviosos. La persona afectada comienza a encontrarse mal, se altera el centro del metabolismo, y se pueden producir vómitos e incluso diarreas. El enfermo debe estar echado en la cama y quieto para que se pueda reparar sin impedimentos la rotura o rasgadura de las meninges y el cerebro pueda «flotar» de nuevo en el líquido cefalorraquídeo, como un barco dentro del agua.

También las bebidas alcohólicas y diversos medicamentos pueden influir sobre las funciones cerebrales, inhibiendo unos centros cerebrales mientras que otros pueden verse hiperexcitados, con lo que pueden verse afectadas ciertas inhibiciones del comportamiento y actuar de forma pasajera como no lo harían habitualmente. Por ingesta de metales tóxicos como arsénico y mercurio, entre otros, se pueden producir lesiones persistentes en forma de reblandecimiento cerebral con pérdida de vitalidad e incluso posibilidad de parálisis. Algunas funciones del cerebro y del sistema nervioso central pueden verse alteradas de forma parecida a como sucede en las etapas avanzadas de la sífilis. Los metales tóxicos pueden permanecer inactivos en nuestro organismo durante decenios, y pueden hacerse trágicamente ostensibles al llegar a la vejez.

Es muy importante protegernos de la meningitis, ya que tras su padecimiento pueden quedar graves secuelas. Para ello, es importante mantener una buena circulación sanguínea. Si, por las circunstancias que fueren, aparece una meningitis bacteriana, hay que actuar lo más rápidamente posible en su contra. Un buen remedio en estos casos es la equinácea. Si la meningitis19 no se trata adecuadamente puede dejar tras de sí parálisis parciales y otras lesiones persistentes, razón suficiente para no tomar el tratamiento a la ligera y ofrecerle gran dedicación e interés. En estos casos el paciente no soporta los ruidos ni la luz, por lo que necesita disponer de mucha tranquilidad en una habitación silenciosa y oscura. Las meningitis resultan siempre peligrosas, no solo por las lesiones o secuelas que pueden dejar tras de sí, sino porque incluso pueden llegar a ser mortales.

 

Actitud preventiva

Durante la juventud y en los años de mayor actividad y plenitud de la vida se suele pensar poco en que el sistema nervioso central y, con él, el cerebro, deberán proporcionarnos también un buen servicio en la etapa «otoñal» de nuestra existencia. Si queremos permanecer activos y con una buena vitalidad durante la vejez, con un buen mantenimiento de las funciones corporales y mentales, deberemos procurar que «la sala de mandos» que constituye nuestro cerebro esté mejor cuidada de lo que hoy es habitual. ¡Cuántas personas merman o acortan la maravillosa vitalidad y capacidad de recarga que posee el cerebro si no duermen regularmente lo suficiente! Si, excepcionalmente, esto no sucede, es posible recuperarse, pero una actitud errónea persistente nos va a llevar, con el paso del tiempo, a un agotamiento o fatiga, con la mengua de nuestra vitalidad y rendimiento funcional. Se puede conseguir dormir bien por medio de una alimentación sana y lo más natural posible, conseguir un buen estado físico y mental mediante la práctica de ejercicio en nuestro tiempo libre y evitar las diversas posibilidades de intoxicación a las que podemos vernos sometidos. De esta manera no solo nos procuraremos un buen estado de salud general, sino también un excelente servicio para nuestro cerebro.

Glándula pituitaria (hipófisis)

Nuestro cuerpo dispone de una pequeña glándula del tamaño de una alubia llamada hipófisis, que actúa como si fuera un pequeño general que mandase sobre un gran ejército o como el director de la torre de control de un aeropuerto internacional con todos sus vuelos alrededor. Con tan solo unos gramos de peso, antiguamente se consideraba esta minúscula glándula como un órgano atrofiado del organismo. El descubrimiento de su verdadera importancia y de sus hormonas, segregadas por sus lóbulos anterior y posterior, causó un verdadero asombro: ¡qué una glándula tan pequeña se ocupara de tantas funciones vitales del organismo!

Un influyente campo de acción

La hipófisis guía y regula, en cierta medida, el funcionamiento de la tiroides, glándulas suprarrenales y glándulas sexuales. Ocupa un papel determinante entre las glándulas de secreción interna. Su conexión directa con el sistema nervioso central y su vecindad con importantes centros nerviosos de la base del cerebro, que constituyen el llamado complejo diencéfalo-hipofisario, son objeto de frecuentes investigaciones por su influencia directa e indirecta sobre todos los procesos vitales del organismo. Parece ser que, junto con el timo, condiciona nuestro crecimiento corporal. El desarrollo de las glándulas sexuales y la formación de los órganos sexuales están regulados y dirigidos por la hipófisis, por lo que los casos de hermafroditismo habría que atribuirlos a un insuficiente desarrollo o mal funcionamiento de esta glándula. Sin su participación no es posible el transcurso normal del embarazo. La diabetes no solo se atribuye a una insuficiente producción de insulina por parte de los islotes de Langerhans del páncreas, sino que también se puede deber a un trastorno funcional del lóbulo anterior de la hipófisis. Del buen funcionamiento del lóbulo anterior de la hipófisis y las hormonas que segrega dependen una presión arterial equilibrada, una eliminación aumentada o reducida de agua e incluso las contracciones de la matriz durante el parto.

En el ámbito científico todavía no se conoce con detalle toda la complejidad hormonal de esta pequeña e interesante glándula, motivo por el que no se han podido sintetizar artificialmente estas hormonas, y resulta arriesgado recetar preparados hipofisarios. En cualquier caso, se recurre a administrarlos en pequeñas dosis (como si fueran dosis homeopáticas), ya que, dependiendo de la sensibilidad de algunos pacientes, pueden presentarse reacciones desfavorables.

Cuidados y atenciones de esta pequeña y maravillosa glándula

Debemos cuidar atentamente esta pequeña glándula por su importante papel como central de mando de nuestro organismo. Su localización en la base del cerebro la hace difícilmente accesible, por lo que solo podemos influir sobre ella mediante un buen cuidado general de nuestra salud. Por ello, es muy importante seguir una alimentación sana, dormir bien y lo suficiente, y practicar ejercicio físico y una buena gimnasia respiratoria. Aunque se han descubierto algunos detalles sobre esta pequeña glándula, todavía falta descubrir el secreto que este aparato en miniatura alberga.

Para el profano, la visión de los instrumentos de la cabina de cualquier avión de nuestros días produce una verdadera sensación de asombro ante tanta maravilla tecnológica. Lo mismo podemos decir del receptor de radio introducido en el interior del armazón de un reloj. Pues bien, todo lo que contiene y es capaz de realizar la glándula pituitaria, a pesar de que no supera el tamaño de una alubia, es más de mil veces superior a lo creado por la mente humana. Por todo ello, debemos prestar una mayor atención a nuestro cuerpo y no perjudicar su salud. Esta atención respetuosa queda reflejada en el salmo: «Te alabo porque estoy hecho de forma maravillosa, impresionante. Tus obras son maravillosas, y eso lo sé muy bien».

Causas y remedios contra el dolor de cabeza

No debemos querer combatir el dolor de cabeza con analgésicos. Más bien, es necesario investigar cuáles son sus causas e intentar combatirlas con procedimientos naturales. Con frecuencia, el dolor de cabeza tiene su origen en trastornos intestinales. Los procesos de putrefacción intestinal generan gases nocivos que llegan al hígado a través del sistema de la vena porta y, de ahí, vuelven otra vez al torrente circulatorio sanguíneo. Con frecuencia estas toxinas dan lugar a dolores de cabeza, ya que afectan a las células nerviosas (neuronas), especialmente a las del cerebro.

Así mismo, las dolencias y molestias del bajo vientre pueden producir dolores de cabeza.

En muchos casos, un exceso de trabajo origina un agotamiento nervioso que puede traducirse en dolor de cabeza.

Otras causas posibles pueden ser las desviaciones o desplazamientos de la columna vertebral producidos por algún tipo de sobrecarga, en cuyo caso las manipulaciones de quiropráctica pueden resultar eficaces para librarnos de este tipo de dolores. Una presión arterial demasiado elevada o demasiado baja, algunas enfermedades de la sangre o las inflamaciones de los riñones pueden también causar dolor de cabeza.

En todo caso, el dolor de cabeza no debe ser considerado como una enfermedad, sino como un síntoma o exteriorización manifiesta de una enfermedad. Hay que buscar cuál o cuáles son sus causas y combatirlas o tratar de eliminarlas sin recurrir a la toma de analgésicos u otras sustancias tóxicas.

De todos modos, podemos aliviar un dolor de cabeza, o incluso llegar a suprimirlo, mediante ciertas sales empleadas en bioquímica (terapia basada en las llamadas «sales del doctor Schüssler», a la que se le ha dedicado un apartado en este libro). También existen remedios homeopáticos especialmente efectivos en casos de jaquecas o migrañas, como la sanguinaria. Estas sales biológicas, junto con la sanguinaria y otros remedios homeopáticos, suelen actuar de forma excelente frente a los dolores de cabeza. Un remedio fitoterápico efectivo, sencillo y no tóxico es la planta medicinal llamada sombrerera o petasita (Petasites officinalis)20. Un déficit de la irrigación sanguínea cerebral puede también ocasionar dolor de cabeza. En estos casos, junto con la petasita recomendamos el Ginkgo biloba21, conocido también como árbol de los templos. Sus hojas contienen unas sustancias que mejoran la irrigación sanguínea cerebral.

Otros procedimientos útiles contra los dolores de cabeza son las terapias físicas, por su acción derivativa. Es el caso de las aplicaciones de duchas calientes en la nuca y en la columna vertebral o bien la práctica de masajes con aceites esenciales. La práctica de duchas calientes en el bajo vientre resulta útil cuando el dolor de cabeza tiene su origen en los órganos digestivos.

Así mismo, las aplicaciones de cebolla, rábano picante u hojas de col en la nuca pueden combatir con éxito los dolores de cabeza. En todo caso, siempre es preferible y más útil aplicar cualquiera de estos métodos naturales que la ingestión de productos químicos que tratan simplemente de anestesiar el dolor de cabeza.

En resumen, ante todo dolor de cabeza es fundamental un tratamiento causal que averigüe y corrija su origen.

La lengua

Como cualquier otro órgano de nuestro cuerpo, también la lengua es un sorprendente prodigio de la creación. La particular disposición y estructura de este órgano muscular le permiten un grado de movilidad del que carecen los demás órganos del cuerpo. Sin grandes dificultades, la lengua puede adoptar una forma plana, ensanchada, delgada o gruesa, pues sus fibras musculares obedecen como caballos de circo amaestrados. Sin embargo, lo más interesante de la lengua es su superficie que, vista ampliada, parece un paisaje lunar. Todas sus elevaciones y pequeños cráteres están dotados de finos receptores a los que debemos la captación de los distintos sabores cuando comemos y bebemos. En estas cavidades gustativas se hallan unas glándulas mucosas que se ocupan de que la lengua siempre esté húmeda, ya que solamente las sustancias alimenticias disueltas en líquido son capaces de desencadenar sensaciones gustativas.

Las sensaciones gustativas

Las células nerviosas que perciben las sensaciones gustativas y las transmiten al cerebro se agrupan en formaciones bulbosas. Las vías nerviosas conductoras de las sensaciones gustativas parecen unas finísimas raicillas con dispositivos (receptores gustativos) que se encargan de percibir, clasificar y amplificar tales sensaciones. Las papilas gustativas tienen aspecto de minúsculas yemas o brotes y en su fondo se hallan los receptores nerviosos en forma de bulbos con sus terminaciones nerviosas que captan los diversos sabores; cada persona adulta posee aproximadamente unas 3000. De todos modos, los seres humanos no captamos tantas sensaciones gustativas como, por ejemplo, las distintas especies de antílopes, cuyas lenguas poseen unas quince veces más papilas gustativas que la lengua humana. Quizá, si poseyéramos tantas papilas gustativas como estos animales, nos sería más fácil discernir lo que es sano y lo que no es adecuado para nuestro organismo. Los animales distinguen mejor que los humanos qué clase de alimentos les son apropiados y cuáles no.

Las papilas gustativas se encuentran en diversas zonas gustativas de la lengua, según el tipo de sabor que detectan. En la punta de la lengua percibimos los sabores dulces, como cuando la ponemos en contacto con un poco de miel. El sabor salado lo notamos un poco por detrás, en los lados laterales de la lengua, y algo más atrás captamos el sabor ácido, mientras que en el fondo de la lengua, en sentido transversal, encontramos la zona gustativa que capta el sabor amargo. Por su parte, la parte central de la lengua es totalmente neutra, en el sentido de que no percibe sensación gustativa alguna. La información gustativa que transmite la lengua resulta más fiable que cualquier otro método basado en reacciones químicas de laboratorio. Por ello, las bodegas dedicadas a la producción vitivinícola o las de aceite de oliva prestan más atención y se fían más de un catador experimentado que del químico del laboratorio de la empresa.

¿Cómo cambiaría nuestra vida si nuestra lengua no dispusiera de los miles de papilas gustativas que desencadenan sensaciones placenteras al comer ciertos alimentos y al beber distintos tipos de bebidas? Cualquier persona que se haya visto forzada a comer sin apetito se lo puede quizá imaginar. Cocineras y amas de casa en general no verían recompensado su esfuerzo en preparar comidas apetitosas si estas no se percibieran agradables y no hubiera muestras de agradecimiento por parte de comensales satisfechos. A pesar de su pequeño tamaño, la lengua desempeña importantes funciones, algunas de las cuales están relacionas con un cierto grado de satisfacción.