Obsesión de un anónimo

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Pasaron las horas y ya no se incorporó a ninguna otra clase. El tiempo de la cita pactada estaba a punto de llegar. Dudaba entre retirarse a casa o ir en busca de Paola tal cual lo acordaron en la mañana. A pesar de su suprimido ánimo de ver nuevamente a Paola, decidió ponerse de pie y, como todo un caballero, fue a cumplir el trato y enfrentar la realidad.

Al llegar a la cafetería, no hubo ninguna complicación en encontrar alguna mesa vacía o disponible para ser ocupada. Se sentó y esperó la llegada de la chica que días después lo ayudaría a quitarse de la mente a la celosa y bipolar mujer que por bastante tiempo lo manipuló.

—Perdón, ¿llegué tarde? —preguntó Paola.

Alan brincó de la silla como si estuviese en un trampolín a punto de lanzarse a la alberca.

—¡Oh, no, para nada! Yo fui el que llegó temprano.

—Seguramente ya se conocen, pero cumplo en presentarlos nuevamente. —Usando sus dos manos, señaló a cada uno de ellos mientras decía sus nombres—. Lizeth, él es Alan, Alan, ella es Lizeth.

A pesar de ya conocerse, por lo menos de vista, se tendieron la mano para saludarse amistosamente. Él no esperaba que Paola llegara con alguna compañía, pero tuvo apertura para platicar con las dos.

—Sé quién eres, pero nunca nos habíamos tratado —agregó Lizeth—. Mucho gusto en conocerte.

—Igual yo, ahora ya sé incluso tu nombre, ya sabré como saludarte. —Ambos sonrieron—. Por favor, tomen asiento. ¿Gustan algo de tomar o comer?

—Mmmm —pensó Paola—, yo sí tengo antojo de algo pero no tengo ni la más mínima idea de lo que venden. Es la primera vez que voy a comprar algo de comida. ¿Qué me recomiendan?

—¡Ya se me ocurrió algo! Espero que les guste, denme un par de minutos, ahora vuelvo. —Alan se alejó de la mesa para ir a comprar alguna sorpresa para ellas.

Al asegurarse de que él ya no pudiera escucharlas, Lizeth miró efusivamente a Paola. Poniendo sus codos y antebrazos sobre la mesa se enderezó hasta casi ponerse a unos centímetros de la cara de Paola que estaba del otro lado de la mesa.

—¿Tienes idea de quién es él?

—Claro, ya te dije su nombre.

—No, lo que te quiero decir es que él es el alumno más deseado por las mujeres de la carrera, incluso de otras carreras de toda la universidad. Es tan atractivo que desde lejos se aprecia su belleza. Muchas quisieran andar con él, pero su novia es tan irritable y problemática que ahuyenta hasta la más guapa de todas. Es preferible evitarte semejantes problemas o atente a las locuras de ella.

Alan era un alumno con una presencia física tan impactante que hacía que las mujeres lo voltearan a ver más de una vez. Sus ojos color azul claro con una mirada tan profunda y seductora hacían que las mujeres se deshicieran por él principalmente al sentir su mirada de ángel. Con unas cejas frondosas y barba tan breve pero tupida que apenas se alcanzaba a ver, le daban ese toque de estética perfecta. La cabellera corta y rebelde le ayudaba a demostrar su juventud e informalidad que a los jóvenes universitarios los caracteriza comúnmente.

—¿Te das cuenta? —continuó Lizeth—. Este es tu segundo día con nosotros y ya estás platicando con él. La verdad me da mucha envidia, pero de la buena.

—Sabes algo, yo no lo busqué, él me buscó por la mañana, precisamente en este mismo lugar mientras ambos coincidimos comprando una bebida.

—Además —prosiguió Lizeth—, no sé qué esté pasando, pero se me hace muy extraño que su agresiva novia no esté con él, no lo deja ni a sol ni sombra. Ella cree que está bajo su dominio y me da mucha lástima por el pobre hombre. Hay tanta mujer hermosa y con buenos modales que podrían hacer una perfecta pareja, pero él no se da la oportunidad de ver más allá del horizonte. ¿O ya lo estará haciendo?

Con su mirada insinuó que probablemente Paola es el gran prospecto que él esté buscando para olvidarse de la fiera aquella.

—No puedo negar que es un hombre guapo, incluso te confieso que es tremendamente atractivo, pero yo no quiero afectar su relación con su novia. Además, yo solo estoy aquí por muy poco tiempo, no puedo tener nada serio. —Apartó su mirada a la nada mientras suspiraba y pensaba por un instante—. Ni para que ilusionarme.

—Después hablamos de eso porque ya viene hacía acá.

En una mano él traía una alargada charola con unas placenteras papas a la francesa preparada con una mezcla de salsa cátsup, mostaza, crema y unos chiles en rodajas que le daban un toque más exquisito. En la otra mano, un portavasos de cartón reciclado con un vaso para cada quien con una fresca agua de sabor de fruta natural. Puso todo sobre la mesa al igual que lo hace un mesero profesional.

—Espero que les guste. —Señalando con sus manos las invitó a que tomaran de lo que justo acaba de traer—. A mí me llegó un hambre insaciable en cuestión de segundos y no pude negarme este capricho que con gusto compartiré con ustedes.

—¡Wow, se ven deliciosas! —intervino Paola—. Necesitaré de tu ayuda para que me des un tour y conocer las cosas más deliciosas que venden aquí.

—¡Claro que sí, cuando gustes lo haré! Ya tengo todo el tiempo del mundo. —Sonrió.

Lizeth frunció el entrecejo y dudó del comentario de él. La inferencia que tuvo acerca de algún problema con su novia Sharon se clarificaba un poco más, sin embargo, decidió quitarse la duda y lo cuestionó.

—Perdón por mi comentario, pero me extraña mucho que tu novia no ande tras de ti como tu guardián. ¿Ha pasado algo malo con ustedes?

—Sí y no —respondió él inmediatamente—. Qué bueno que sacas este tema pues es justo lo que les quiero platicar aunque me hubiera gustado a solas con Paola.

—Lo que tengas que comentarme dilo también frente a ella —dijo Paola—, no habrá ningún problema. Es mi amiga y confío en ella a pesar del poco tiempo que tengo de conocerla.

—Muchas gracias, amiga. —Sonrió Lizeth—. Te quiero mucho, eres genial.

—Ok, no hay problema —continuó Alan—. La gran y buena noticia es que ya abrí muy bien mis ojos y me di cuenta de que mi relación con Sharon me estaba afectando demasiado. Para mi fortuna, ella misma me pidió unos días para estar lejos de ella y pensé que no lo superaría, pero comprobé lo contrario. Ella creyó que regresaría en el momento en que ella así lo desease, pero se equivocó. Agradezco tanto a mis amistades que se interesaran en ayudarme en varios momentos y que yo siempre les negara su apoyo y comentarios. Siento que me quité un gran peso de encima. A pesar de saber de su mala personalidad, nunca quise aceptarlo, me cegué y yo creí que no era real su comportamiento. Ya le dije que no quiero saber nada de ella, le agradecí por todos los momentos que compartimos juntos y experiencias que pasé a su lado, que por cierto les confieso que también hubo muy felices tiempos. Así pues, les digo que ya está todo decidido y la conclusión es que no regresaré con ella. Quise dejar todo en orden y en calma.

Paola no lograba entender cuál era el propósito de su plática, mientras que Lizeth esperaba el momento de las consecuencias, ella tenía más conocimiento de la relación de ese noviazgo y sabía que algo malo sucedió.

—¿Y luego qué más? —Por primera vez Lizeth tomó un bocado del adornado platillo. Con el codo izquierdo sobre la mesa y la mano en la barbilla, sostuvo su cabeza para seguir escuchando a Alan.

—Pues ahora sigue lo malo. —Él suspiró profundamente—. Resulta que el día de hoy Sharon me reclamó amargamente porque me vio platicar contigo —Alan señaló a Paola—, pero yo le puse un alto. Le expliqué que ya no somos novios y tengo el derecho de platicar con quien yo quiera. Se me hizo fácil subir a Facebook la selfie que nos tomamos antes de entrar a la primera clase, ¿recuerdas? Pues quise compartir que ya eras mi amiga. Varios de mis compañeros de grupo hicieron comentarios inmediatamente y Sharon no se quedó atrás escribiendo un comentario amenazante sobre tu persona.

Paola reaccionó tan espantada y quiso hacer un comentario. Sin embargo, sus palabras no pudieron salir con alguna coherencia. Lizeth negó con la cabeza como símbolo de frustración y temor por lo que le esperaba a Paola, tal vez no vaya a ser el caso, así con ella, pero en complicaciones anteriores los escándalos fueron de tamaño monumental.

—Lo más importante que quiero decirte es que no te preocupes por eso, yo me encararé de solucionar el problema, pero te quise prevenir por cualquier escándalo que pudiera hacer; ignórala por favor. Lamento estar hablando de esto contigo en nuestro primer día de habernos conocido.

Paola había comido solo un par de papas a la francesa antes de recibir la angustiosa noticia, pero ahora ya hasta se le había quitado el hambre. Lo menos que ella deseaba era estar en escándalos en una universidad y un país ajeno.

—Perdóname que me entrometa en tu plática, Alan —agregó Lizeth con apariencia molesta—, pero quiero que sepas que yo ya estoy muy harta de que esa poca mujer que tenías como novia esté afectando a las demás personas, principalmente a las menos indicadas.

—Te entiendo y me preocupa, pero esto ya tiene que terminar. Les quiero pedir de su apoyo para que todo esto termine hasta desaparecer el más mínimo recuerdo.

Alan convenció a las dos para que lo apoyaran a terminar con la situación tan estresante que ahora ya hasta Paola estaba involucrada de manera involuntaria. Siguieron platicando por un rato más y al final Paola volvió a comer de lo poco que quedaba en el plato. La plática fue tornando a otros temas más agradables, hablaron de sus gustos, música y deportes favoritos, hobbies y algo más. Posteriormente decidieron retirarse sin antes Alan agradecerles por el apoyo y el tiempo dedicado a él.

 

Los tres caminaron hasta las afueras de la universidad y en el camino se encontraron a Frank. A Lizeth se le hizo muy extraño que él aun estuviera en la universidad, pues lo que más anhelaba era estar lejos de ella. Él siempre esperaba impacientemente a que terminara la última clase para salir casi corriendo. Ella ondeó su mano para expresar un adiós, pero él no le regresó el gesto y la miró con estilo de intriga o reclamo. Lizeth creyó por un momento que le quiso reclamar por el abandono de su amistad a cambio de la nueva amistad de Paola y probablemente por la de Alan también. Sin embargo, ella no tenía intenciones de dejar la amistad y el aprecio por Frank, pero ese no era el momento indicado para darle explicaciones a él.

Una vez estando afuera, se despidieron deseándose mucha suerte y así cada quien se dirigió a su propio destino. Paola se despidió enfatizando que su hogar estaba dentro de la universidad y que ella no tenía razones para salir de ella. Alan infirió que la estancia de Paola era en los departamentos internos de la universidad, pero no comentó nada al respecto. Los tres se retiraron con la mente llena de ideas y preocupaciones. Paola pensaba en la advertencia que Alan le dijo acerca de Sharon; a Lizeth le preocupaba mucho su amiga Paola y ahora también la amistad de Frank por alejarse de “el inseparable” amigo; y a Alan le intranquilizaba la seguridad de Paola, pero a la misma vez se alegraba por sentirse libre del dominio que Sharon tenía sobre él.

9

21 de octubre

Una semana ya había pasado desde que Paola llegó a Aguascalientes, tiempo suficiente para encarrilarse al ritmo de vida como estudiante y sobre todo al drástico cambio de horario que tuvo; su reloj biológico ya se había adaptado a la perfección y ya no sufría de los ataques de sueño que le llegaban de manera sorpresiva durante las clases. En su diario ya había escrito unas cuantas páginas con cientos de palabras que relataban su corta experiencia en la universidad. En él narraba las comidas que había probado y las que más le habían gustado, también los nombres de los nuevos amigos que había conocido y con los que más se juntaba, la gran amistad que forjó con Lizeth y el sorpresivo encuentro con Alan, la penosa amenaza de Sharon y la escasa comunicación con Erik a pesar de que fue su primer camarada. También incluía el agradecimiento hacia el profesor Javier por haberle brindado tanto apoyo y mayormente por el departamento en el que ella se hospedaría durante su estancia. Pareciera que había pasado muchas experiencias, sin embargo, solamente había transcurrido una semana. Ya conocía muy bien los andenes que la llevaban a su departamento y el tiempo que tardaba en trasladarse hasta su aula.

Una vez que salió de los departamentos y que iba caminando con destino a su aula para iniciar la nueva semana, Paola identificó algo nuevo en la universidad en esta segunda semana a comparación del lapso anterior, era inevitable ver tanta publicidad con cartelones y posters por doquier, con colores tan llamativos que hasta la persona más distraída voltearía a verlos. Caminó hasta casi llegar a su salón y no se detuvo a verlos con tranquilidad porque el tiempo lo tenía muy justo para llegar de manera puntual. Al cerciorarse de que el profesor Walter no había llegado al aula, que por cierto ya se estaba haciendo la rutina de llegar tarde tal como la semana anterior, Paola leyó detenidamente el cartelón que estaba pegado en la ventanilla a un costado de la puerta de su salón.

“Celebremos juntos el XXXII aniversario de la tradicional feria universitaria”

En la semana del 28 de octubre al 1 de noviembre podrás disfrutar de los diferentes eventos culturales, artísticos, gastronómicos, deportivos y educativos entre otras cosas más.

Te invitamos a que recorras los pasillos y jardines de la ciudad universitaria para aprovechar de los eventos que estarán disponibles en fechas y horarios programados.

Puedes invitar a tus familiares y amigos.

Es una feria con beneficio a tu educación y al futuro de tu país.

Si deseas participar en los torneos deportivos, estás a tiempo para

registrar a tu equipo en el deporte favorito.

REQUISITOS:

 Los integrantes deberán de ser estudiantes y pertenecer a la misma carrera sin importar el semestre en el que se encuentren.

 No existe un mínimo de integrantes.

 Tener un nombre para el equipo.

 Tener disponibilidad de fechas y horarios para los partidos a disputar.

 Fecha de inscripción: del 21 al 25 de octubre del presente año.

 Habrá oportunidad para la rama femenil y varonil.

Como clausura, te invitamos a la escalofriante noche de disfraces del Día de Muertos

que se llevará a cabo el día sábado 2 de noviembre a partir de las 8pm en el conocido antro “Crepúsculo”.

Regístrate para participar en el concurso de “El disfraz más aterrador”

Se entregarán buenos premios para los cinco mejores lugares.

Paola ingresó al aula y depositó sus pertenencias en su silla. Buscó a Lizeth para saludarla y aclarar algunas dudas.

—¡Hola, amiga, buen día!

—¡Buenos días! —Lizeth respondió con un beso en la mejilla y un cordial abrazo—. ¿Qué tal tu fin de semana?

—Muy tranquilo. Me relajé muchísimo y finalmente pude dormir lo necesario para recuperar las horas que me hacían falta. Además, también pude platicar con mis papás y mi hermano usando la tecnología de las computadoras. Los vi muy alegres al platicar conmigo.

—¡Me da mucho gusto! Me los saludas cuando vuelvas a platicar con ellos, aunque no nos conozcamos, claro.

Paola también saludó a Frank, pero no tan efusivamente como lo hizo con Lizeth, aunque lo hizo como un lindo detalle por su precaria amistad. Él platicaba con Lizeth justo cuando Paola llegó a saludarlos, pero su expresión ya no era tan alegre y amigable como lo expresaba durante el primer día en que la española llegó.

—Sé que no los conoces, Lizeth, pero ellos ya saben de ti, les platiqué quién eres y les dije que tú eres mi mejor amiga. También saben de ti. —Paola miró a Frank—. Les comenté que te he notado un poco triste por mi llegada y por haberte quitado a tu inseparable amiga Lizeth, pero te juro que no es mi intención. A los dos los quiero mucho y los invito a que no se distancien por mi presencia.

—Ya se le pasará —repuso Lizeth—, lo conozco tanto que ya sé que está en sus días de pereza e indiferencia. Todo le da igual y no fluyen ni sus ideas ni sus palabras tan fácilmente.

Frank no supo ni qué agregar a ese comentario, simplemente las miró a ambas y se le complicó iniciar una conversación. Finalmente articuló una corta idea con entonación dubitativa.

—No es eso, lo que pasa es que… —Pensó unos segundos con mirada melancólica.

—¿Te pasa algo, Frank? ¿Tienes algún problema?

—No, Paola, todo está bien. Ya después les contaré en el momento y lugar correcto.

—Eso significa que sí existe un motivo para estar así —dijo Lizeth.

—Es algo muy simple, no vale la pena platicarlo.

—¡Vale pues! Nos cuentas en el momento y lugar correcto, tal como dijiste. –Paola decidió no darle tanto interés a su angustiosa plática para cambiar de tema y olvidarse de la preocupación de Frank.

—¡Claro que sí, Pao!

Siguieron platicando por varios minutos más y el profesor Walter no mostraba ningún rastro de presencia en la universidad. Varios de los compañeros se salieron del salón y se fueron a la cafetería sin importarles si él llegara o no. Paola, Lizeth y Frank salieron al andador para seguir platicando y no estar dentro de las cuatro paredes que tanto los encierran por un largo tiempo; lo que más quieren es estar el menor tiempo entre tanto ladrillo y cemento disfrazado de conocimientos y material pedagógico.

—Oigan, necesito que me expliquen todo el significado del cartelón que está en la ventanilla acerca de la feria universitaria. —Paola señaló y se aproximó a él para analizarlo juntos.

—Es un evento que se realiza cada año —comenzó Frank con la explicación. Las palabras ya surgieron más fluidas y seguras. Indudablemente el cambiar de tema le ayudó a olvidarse de sus penas—. El ambiente se pone muy padre y te diviertes con algo distinto a lo tradicional. Creo que es lo único divertido e interesante que hay en la universidad en todo el año.

—Además —intervino Lizeth—, convives con alumnos y alumnas de otras carreras al participar en los torneos de los diferentes deportes participantes. A mí me encanta participar a pesar de que nunca practico nada de deporte ni hago ejercicio durante todo el año, solamente en esta semana hago deporte, aunque quede muerta del cansancio. Te invito a que participemos, Paola, ¿te late la idea?

—¿Pero en cuál deporte?

—En basquetbol, creo que me habías dicho que ese te gusta mucho, ¿o me equivoco?

—No te equivocas, tienes razón. Te dije que el basquetbol y el tenis son los que más desempeño.

—Entonces serás un buen refuerzo para el equipo de nuestra carrera.

—Espero servir de algo, no soy la octava maravilla del mundo en esto.

—Lo importante es que te diviertas y disfrutes del momento —dijo Frank—, yo participaré en el equipo de fútbol aunque muy apenas sepa patear al balón. —Los tres rieron divertidamente.

Nuevamente Paola tuvo la sensación de que Frank estaba retomando la confianza de la amistad de las dos chicas y ella siguió bromeando para fortalecer la tercia perfecta.

—Tendré que averiguar quién llevará el control y registro del equipo de basquetbol femenil para anotarnos en la lista de las candidatas para jugar. Si aún nadie se está encargando de hacerlo, entonces tendré que tomar las riendas en el asunto para formar el mejor equipo.

—Ya no podrás ser tú quien lleve el registro de las jugadoras —mencionó Frank sabiamente—, yo sí sé quién tomó la batuta para esto.

—¿Quién es?

—Sharon —dijo Frank tajantemente.

Ellas recibieron la información drásticamente como un balde de agua helada sobre la espalda. Las dos, pero principalmente Paola, se quedaron perplejas al escuchar ese nombre. En cuestión de segundos la mente de Paola viajó y se imaginó tantas cosas negativas esperadas de esa mujer a pesar de que no había sucedido nada malo entre ellas, ni siquiera las probables amenazas que Alan pronosticó. El sueño de participar en el equipo de basquetbol se desvaneció inmediatamente, creyendo que Sharon no las anotaría en la lista de las participantes.

—¡Ups! —Fue el único sonido que salió de la boca de Paola, ya no supo qué más decir.

—¿Estás bromeando, verdad?—–Lizeth dio una palmada en el hombro de Frank insinuando que dijera la verdad.

—En serio, es verdad, yo lo escuché directamente cuando Sharon fue a solicitar el permiso al profesor Javier. Tú sabes que únicamente él es quien te puede dar la hoja oficial para registrar a las participantes para evitar tener doble registro o dos equipos en una misma carrera.

—¿Y tú qué estabas haciendo allí con él si nunca te paras en su oficina ni aunque te vaya a pagar un desayuno? —cuestionó Lizeth.

Un pequeño cambio de semblante sufrió su cara al escuchar la pregunta, pero momentos después respondió.

—Yo estaba solicitándole el oficio para registrar al equipo de futbol. Yo seré el encargado de juntar a los jugadores, seré como el director técnico de nuestra selección.

Por primera vez, Frank decidió ser el líder en algo, nunca había tenido las agallas para ser el representante o encargado de algo o de alguien. Su autoestima no era tan elevada para tomar la rienda ni siquiera de su vida o de su futuro. En muchas ocasiones él se cuestionaba su presencia en la universidad, no lograba entender cómo el destino le había ayudado para llegar hasta el nivel en el que se encontraba ni cómo había salido adelante a pesar de su poco interés por ser un profesionista. Ningún integrante de su familia había llegado hasta donde él había llegado. Nunca le inculcaron la importancia de obtener una carrera profesional para tener más oportunidades en su futuro laboral.

—Me sorprendes con tu liderazgo y ganas de formar algo por ti mismo —respondió Lizeth—. Nunca lo haces.

—Es una genial idea, Frank —intervino Paola—, demostremos ser los mejores. Tú encárgate de formar tu equipo de futbol y yo iré en busca de Sharon para que nos inscriba a Lizeth y a mí.

 

Lizeth miró a Paola con mucho respeto por haber motivado a Frank y sobre todo por querer dirigirse con la ex novia de su muy posible pretendiente. Lizeth temía algún escándalo y dudaba en jugar en el mismo equipo de Sharon; sin embargo, moría de ganas por participar en la jornada deportiva.

—¡Súper! Visitaré a los grupos para hacer la invitación a los compañeros. Espero tener buenos interesados y con mucha calidad deportiva —respondió Frank muy ilusionado.

—Manos a la obra, chicos. Venga, Lizeth, que no te detenga una persona para hacer lo que deseas hacer.

Siguieron platicando por unos minutos más acerca del mismo tema. El profesor nunca llegó a clase, ni siquiera se les notificó nada al respecto y decidieron irse a la cafetería, la guarida a la que todo alumno se dirige cuando tiene horas libres entre clase y clase sin importar si van o no a consumir alimentos o algunas bebidas. Propusieron nombres para sus equipos; Paola les compartió las porras que son muy comunes en España. En pocas palabras, los tres estaban muy motivados y entusiasmados por la ceremonia deportiva.

10

No fue el lunes, sino hasta el miércoles 23 de octubre cuando Frank optó por pasar a las aulas a hacer la invitación a todos los hombres a formar parte del equipo de fútbol. Tuvo la creencia de que no obtendría mucha respuesta, pero para su sorpresa, al finalizar la jornada estudiantil de ese día, ya tenía la lista llena de los candidatos para jugar el torneo, incluso había casi el doble de alumnos interesados en participar. De cualquier manera, Frank tomó nota de todos los nombres de ellos para posteriormente ver que se podía lograr con el excedente. Entre los interesados en participar se encontraba Alan; incluso él mismo argumentó ser un buen delantero y les prometió buenos resultados para su equipo. Cada comentario fortalecía más a Frank para seguir con el proyecto, incluso se percató de la importancia de socializar con otras personas. Las amistades que estaba forjando en tan solo unas horas le abrieron los ojos para creer que no solamente Lizeth era la única amiga de la universidad y, así como interactuó con varios hombres, también lo podría lograr con otras mujeres.

Otro de los integrantes para participar era Erik, el primer amigo de Paola. A pesar de su seriedad, el deporte estaba uniendo a muchos compañeros y a nuevas amistades. Erik no prometió tantas cosas como lo hizo Alan y un par más de otros jóvenes, incluso él decidió ser candidato para defender la portería.

César, un muy buen amigo de Alan, no quiso integrarse en la lista de los participantes a pesar de las peticiones de Alan; le insistió un par de veces para que se divirtieran y se acompañaran para olvidarse del estrés del estudio y las pesadas tareas. César era un muy buen amigo de Alan, incluso lo consideraba como un gran hermano por el gran apoyo que ambos se habían brindado desde hace años. Su amistad surgió desde que eran pequeños, los padres de ambos se conocieron por medio del trabajo. Fueron compañeros por muchos años en la misma empresa hasta que finalmente el padre de César decidió independizarse y crear su propia compañía. Sin embargo, la amistad no terminó ahí, sino que siguió por más tiempo. El nuevo dueño y presidente de la empresa, el padre de César, tomó la decisión de invitar al padre de Alan para que formara parte de su personal administrativo. Ahora ya eran dueño y empleado en cuestión laboral, pero por el lado personal seguían siendo muy buenos amigos. Se organizaban constantes reuniones familiares para convivir todos juntos y pasar horas de momentos amenos y diversión en casa de César. Comían, reían, bebían, platicaban. Así fue como la amistad de Alan y César se fortaleció desde la edad de la inocencia, siguiendo el gran ejemplo de amabilidad de sus padres.

La decisión de César estaba tomada y no cambió de opinión. No quiso participar de manera directa, pero sí indirecta. Él les propuso apoyarlos con los uniformes patrocinados por la empresa de su papá. La propuesta fue bien aceptada por los que escucharon en ese momento. Alan se resignó respetando la decisión de César y lo apoyó en su propuesta.

Por otro lado, el equipo femenil de basquetbol todavía era un misterio. No se sabía nada de si realmente se estaba formando el equipo o no. No se sabía si verdaderamente Sharon era la responsable de llevar el registro de las candidatas a participar en el torneo. Lizeth y Paola se esperaron al jueves para ver si había novedades del registro, pero no recibieron ninguna invitación. Ya se empezaron a preocupar y creyeron que todo esto era resultado de la mala obra de Sharon. ¿Acaso se olvidó de invitar a las compañeras de la carrera? ¿No habría tenido el tiempo para pasar a las aulas a hacer la invitación de manera general? ¿Ya no quiso ser la responsable del registro? Muchas dudas surgían en la mente de Paola. A pesar de todo, ella no quiso quedarse con la duda y decidió ir en busca de Sharon para saber la realidad. La creencia que tenía acerca de Sharon era por puros comentarios de otras personas, pero Paola no había tenido la oportunidad de comprobar el tipo de mujer que tanto describían negativamente. Además, Paola no tenía motivos para estarse ocultando de Sharon. Ella no tuvo la culpa ni por lo menos la intensión de que Alan y Sharon terminaran con su relación amorosa. Así que la decisión estaba tomada y hablaría con ella en la primera oportunidad que se presente. Ya no quería dejar pasar un día más. Además, la semana de la carrera ya estaba a tan solo un par de días y todo debería de estar decidido lo más pronto posible.

Los minutos pasaron de ese jueves y la siguiente clase ya había comenzado. Aproximadamente a la mitad de la clase de la materia de Gastronomía Internacional, Paola y todos sus nuevos compañeros estaban muy atentos a la explicación que la pedagoga les daba acerca de algunos de los cortes más finos de carne, unos cuantos de ellos procedentes de las cocinas y restaurantes más exigentes de Argentina. También les daba la razón, explicación y sugerencia de los tipos de cuchillos que se utilizan para hacer los cortes respectivos en cada carne.

Fue en ese preciso momento cuando Sharon pasó caminando de manera pacífica por el andén estudiantil. Cada vez que alguien pasaba caminando era inevitable que la mayoría de los alumnos voltearan a ver a través de los cristales de las ventanas a la persona en movimiento sin perder la atención de la clase, tal vez por reacción natural al detectar movimiento o seguramente por querer enterarse de quién pasaba.

Sin titubear ni un segundo, Paola lanzó su bolígrafo a su mochila abierta sin importarle dónde quedase y cerró su libreta para luego ponerse de pie y dirigirse a la salida del aula sin hacer ningún comentario y tratando de pasar por desapercibida para el resto de los compañeros. Al pasar a un costado del lugar de Lizeth, le susurró lo más discretamente y le dio una palmada en su hombro derecho.

—¡Llegó el momento!

Lizeth ya no pudo responder ni por lo menos con alguna seña, salvo que Paola tuviera ojos en la espalda o se pudieran comunicar por telepatía. Paola abrió la puerta y salió muy sigilosa. Antes de cerrar la puerta miró a Lizeth y le guiñó el ojo. Ese fue el momento oportuno para que Lizeth mostrara el dedo pulgar deseando mucha suerte al enfrentamiento. Cerró la puerta.

Una vez estando fuera del aula, Paola no dudó en su objetivo, afinó su garganta para poder hablar con mayor volumen.

—¡Sharon! —Paola la llamó con voz de nobleza y amabilidad, pero no obtuvo respuesta—. ¡Sharon, espera!

La ex novia de Alan se detuvo y giró sin sospechar la presencia de Paola. Pudo haber imaginado a cualquier otra persona, pero no a Paola.

—¡Qué tal, buen día! —inició Paola con el diálogo—. ¿Cómo estás?

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