Rostros de Santa Marta

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Annabell Manjarrés Freyle
La mujer hecha poesía

Por: Luz Myriam Mendoza Quintero y Lina Johani Reyes Cardona

Programa de Medicina

“Mis poemas me reflejan a mí y a mis circunstancias. Reflejan mis obsesiones, mis miedos, mis pasiones y, sin duda, algunas lecturas que me han marcado”.

Nació en Gaira, Colombia, 1985. Es periodista y comunicadora social; desempeña esta labor de forma independiente. Poeta y narradora. Recibió un reconocimiento otorgado por el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo en su aniversario número XXIX en 2015, por la contribución de su labor periodística a la cultura del departamento.

Es autora de los poemarios inéditos: Espejo Lunar Blanco (2010), Óleo de mujer acosada por el tiempo (2013), Una ciudad como Saturna (2016) y Animales invertebrados (2017). Dichos poemas han sido traducidos a una gran variedad de idiomas como: inglés, catalán, francés, italiano, turco, rumano, albanés, y figuran en diversas antologías nacionales e internacionales. Tiene un libro inédito cuentos. Trabaja en su primera novela.

La gobernación del Magdalena le concedió el primer lugar en poesía por su poemario Óleo de mujer acosada por el tiempo. Su cuento La calle de las guacamayas ocupó el segundo lugar en el Concurso de Poesía y Cuento Joven del 2013.

Obtuvo el Premio Nacional de Cuento Bueno y Breve de la revista El Túnel, de Montería, 2015, con el texto El hombre en su jaula.

En 2016 fue invitada al Festival Internacional de Poesía de Medellín y en 2017 al Festival Internacional de Poesía Nazim Hikmet, en Estambul, Turquía.

Al momento de realizar esta entrevista, se desempeña como docente de Procesos Lectores y Escriturales en la Universidad del Magdalena. Es periodista independiente.

Luz Myriam Mendoza Quintero: ¿Cómo vivió su infancia y qué aspectos de ella la motivaron a ser lo que es hoy en día?

Annabell Manjarrés: Mi infancia transcurrió feliz en la casa de mi abuela. Desde que ella murió, viví en el barrio La Ciudadela 29 de julio, en Santa Marta, hasta hace pocos años. El patio de la casa de mi abuela, lleno de árboles frutales, crotos y begonias, siempre ha estado presente en mi poética; porque en ese patio, cuando no estaba jugando con mis primos, compartía el día a día con mi abuela o sola. Fue en esos momentos a solas en los que empezó a volar mi imaginación.

Lina Johani Reyes Cardona: ¿En algún momento, debido a la situación del país y el papel que desempeña la mujer en su juventud, sintió que no era posible ser poeta o periodista?

Annabell: Nunca lo sentí imposible, pero sí difícil. Todo un reto. Ser poeta surgió de forma espontánea mientras estudiaba mi carrera en la Universidad Sergio Arboleda. El choque que tuve con el mundo masculino y falocéntrico fue desde muy temprana edad. Crecí con dos hermanos mayores y una madre machista. Sabía que el mundo que me esperaba era reflejo de esa cotidianidad, que había que abrirse paso a pesar de las turbulencias del mundo, del qué dirán y de las acusaciones. El sistema ha incorporado espacios para las mujeres en todos los ámbitos: culturales, laborales, literarios… pero a nuestra sociedad, sobre todo la nuestra en la Costa Caribe colombiana, le hace falta esa ruptura con la tradición que tanto daño ha hecho a las mujeres.

Luz Myriam: ¿Por qué eligió ser poeta y periodista?

Annabell: Yo elegí ser periodista por intuición. Esa intuición se desarrolló también por aquellos días en que pensaba con seriedad cambiarme de carrera. Estudiaba Derecho en la Universidad Libre de Barranquilla. Vivir en esa ciudad y sentirme sola me ayudó a conocerme más y tener en cuenta mis necesidades. En Barranquilla me acerqué al mundo bohemio y empecé a leer con juicio algunas revistas. Vi que no era necesario cambiarme de ciudad para estudiar una carrera afín a mis talentos; además, la sede de la Sergio estaba cerca de mi casa. Andaba con poco dinero en Barranquilla, así que por esa y por muchas otras razones más fue como decidí ser periodista.

Lina Johani: ¿Qué tan difícil fue para usted desempeñarse en este campo siendo mujer?

Annabell: Aún es muy difícil. En Santa Marta hay dos universidades que gradúan todos los años a más de cien comunicadores sociales, pero no hay ofertas laborales en los que estos puedan ganarse la vida. Tampoco hay competencia que obligue a los nuevos comunicadores sociales a ser mejores en su desempeño. Esto ocurre tanto para los hombres como para las mujeres. Además, creo que las mujeres deben pellizcarse. En mi experiencia como docente de alumnos de periodismo, noté que la mayoría de las chicas no tienen aspiraciones intelectuales, pero sí están más esperanzadas en el mundo del espectáculo. No está mal, pero tampoco lo es todo, y lo cierto es que la realidad del país no admite a una presentadora más, ni en un canal de YouTube.

Luz Myriam: A lo largo de su trayectoria como poeta y periodista, ¿cree que su departamento o el país le han brindado las oportunidades necesarias?

Annabell: La respuesta es un contundente no. Mis logros han sido por mérito propio. He porfiado bastante. Es lamentable que las administraciones no reconozcan que los talentos literarios también son dignos de apoyo. Para quienes están en los cargos de las oficinas de cultura, siempre creerán que la cultura solo llega hasta las manifestaciones folclóricas.

Lina Johani: ¿Qué reflejan para usted sus poemas?

Annabell: Mis poemas me reflejan a mí y a mis circunstancias. Reflejan mis obsesiones, mis miedos, mis pasiones y, sin duda, algunas lecturas que me han marcado.

Luz Myriam: ¿Cuáles son los poemas más significativos para usted y por qué?

Annabell: Yo no me siento a escribir poemas automáticamente. Cada poema que he escrito ha nacido por necesidad, por algo que llevo moliendo internamente por cierto tiempo. Por eso amo cada uno de mis poemas, le guste o no a la gente que los lee.

Lina Johani: ¿Cuáles son los aspectos o situaciones más transcendentales en su carrera como periodista?

Annabell: He tenido momentos en mi carrera que han afianzado mi confianza como profesional y como artista: los viajes, los premios, los reconocimientos; sin embargo, no podría hablar aún de casos transcendentales.

Luz Myriam: ¿En qué punto se relacionan sus trabajos periodísticos con sus poemas?, ¿o los maneja de forma independiente?

Annabell: Los géneros periodísticos y los literarios se distinguen porque los primeros son de no ficción y los segundos, sí. Es bueno tener eso claro en la labor periodística. No se puede “ficcionar” o poetizar demasiado en un reportaje, por ejemplo. Sin embargo, los géneros (crónica, reportaje, cuento, poesía…) convergen en la forma de presentar un texto periodístico, en su estructura. Grandes periodistas como Gay Talase y Tom Wolfe han utilizado las técnicas novelísticas para contar historias de personas y hechos reales.

Lina Johani: ¿En algún momento de su carrera profesional se sintió estigmatizada o afectada por su lugar de origen y su nacionalidad?

Annabell: No, eso no me ha sucedido aún.

Luz Myriam: ¿Por qué y cómo surgió la idea de involucrarse en la docencia?

Annabell: He tenido la fortuna de ir logrando sueños que engendré en mi época universitaria. Con mucha tranquilidad asumí que algún día sería docente en una universidad. Tres años después de graduarme como periodista, me especialicé en investigación y docencia universitaria, motivada por ese deseo, pero también por requisito para ser auxiliar de investigación de un proyecto en el que estuve vinculada. Al año siguiente trabajé como docente en la CUN; después entré a la Universidad del Magdalena. Ahí voy.

Lina Johani: ¿Qué aspectos de su vida personal intervinieron en su carrera profesional transcendentalmente?

Annabell: Mi deseo por conocer otros lugares y países. Ese anhelo mío por conocer qué hay más allá del Morro de Santa Marta fue lo que me llevó a estudiar una carrera que yo pueda ejercer en cualquier parte.

Luz Myriam: ¿Qué consejo les daría a los futuros poetas del Caribe y de Colombia?

Annabell: Que la constancia es la que hace el camino.

Muestra de su mundo poético:

Selva y origen

Estoy sola en mi selva de mujer

tratando de ahogar

el símbolo

en mi selva inconquistable.

Poblada de bestias vírgenes

y espíritus indomables,

poblada de olores a lluvia

(barro en el aire)

y olores a tigres acechando

a mis hembras celosas.

Dejo crecer mi pelo en silencio

para encontrar quietud, perdón, y brisa

sobre el follaje muerto

de las palabras.

Desde esta jungla de deseos

desemboco mis ríos

de sangre

y grito

para ahogar todos los símbolos,

para volver a mí

siempre volver.

Manjarrés

Fundaste el óvulo

de mi eterna feminidad

y luego te fuiste

dejándome el vacío de los abrazos

y ese reflejo de tu rostro en el mío

que aún no he aceptado.

Tienen algo de ti

todos los hombres que he amado

porque después del delirio

solo queda el poema.

Fuimos un solo cuerpo

mi madre y yo

 

en aquel tiempo

en el que tú perseguías el aroma sexual

de una adolescente

de pocas aspiraciones.

Pero hoy, en el umbral de tu ancianidad

he venido a recordarte

que soy tu única hija,

a la que nunca reemplazarás

en los brazos de ninguna otra.

Himno a Santa Marta

Nadie ha venido a salvar a la ciudad dos veces santa.

Los idiotizó el azul.

Se quedaron sentados en los parques

surfeando los maremotos.

Están cansados de las mismas caras en los cafés,

pero se convierten en lluvia

cuando fingen asombro.

Se tragaron el mar y lo vomitaron.

Heredaron la ciudad de las ventanas.

Y la ciudad de las ventanas

tiene un fondo dibujado:

aves que deambulan como bolsas de rayas azules,

y una marina que les cicatrizó mal el rostro.

Nadie respondió por la ciudad dos veces mártir.

Ya no le hacen el amor después del lucero.

Lleva el pelo marginado hasta las rodillas.

Abrió sus piernas al pirata europeo.

Deberías volverte isla, Santa Marta,

desprenderte de este país sin recuerdos,

y elevarte.

¡Allá va un planetoide despoblado!

¡Se arrancaron las raíces de sus árboles agónicos!

Desde las fronteras se observa

una pequeña estrella indefinida

girando

quién sabe,

alrededor de otro fuego.

Mi voz en un laberinto.


Angélica Hoyos Guzmán
Qué suerte ser Angélica

Por: Lesly Carolina Pérez Usta y Yaideth Patricia Olivares

Programa de Medicina

“Qué suerte contar soledades en las gotas de la lluvia.

Qué suerte ser otro humano, con eso es suficiente.

Soy Angélica Hoyos Guzmán”.

Mujer barranquillera nacida en el Caribe colombiano en 1982. Es una mujer emprendedora con un Magíster en Lingüística Española del Instituto Caro y Cuervo y una Maestría en Literaturas Colombiana y Latinoamericana realizada en la Universidad del Valle. Tiene varias publicaciones académicas en humanidades. Actualmente es candidata a doctora en Literatura Latinoamericana en la Universidad Andina Simón Bolívar (Quito, Ecuador) donde realiza una investigación sobre poesía testimonial y estética de la sobrevivencia en Colombia (1980-2018).

Participó en varios encuentros de poesía y fue finalista del premio de ensayo Carlos Pereyra 2016 de la revista Nexos con su ensayo titulado El bramido del monstruo: cuerpos extraños de la memoria en la poesía colombiana. Sus creaciones literarias han sido difundidas a través de diversos medios y publicaciones en Colombia, Argentina, Perú, Chile, Ecuador, México y España.

Es una mujer inquieta que participa activamente de actividades culturales en Colombia. Su primer libro de poemas, Hilos sueltos, se editó en Madrid en 2014. Prepara su segundo poemario para el 2020, que lleva por título Este permanecer en la tierra.

Actualmente, Angélica trabaja como profesora del programa de Antropología enseñando Lingüística General y Antropología Lingüística, también enseña un taller de lectura y escritura de textos académicos. Es investigadora del Grupo Oraloteca, donde se encarga de la Línea de investigación en Oralidades, lenguas y literaturas diversas; a través de ella se propone la revitalización, valoración y difusión de textos y oralidades de las lenguas indígenas del Caribe, así como el estudio de las literaturas populares y al margen de los cánones de estudio, lo cual es su más profundo interés de investigación. Con diez años de experiencia en docencia, investigación universitaria, funciones profesionales, asesorías e implementación de proyectos educativos para poblaciones vulnerables y en condiciones de desplazamiento, se desempeña como docente del módulo de escrituras creativas para el diplomado en Interculturalidad, promovido por el CINEP en La Guajira y Cartagena.

Qué suerte ser Angélica: planta medicinal afrodisíaca.

Qué suerte no ser Cortázar: víctima de alguna caja china.

Qué suerte no ser Gates: icono económico de una ventana repetida.

Qué suerte no ser Dalí: en la realidad de los ojos cortados por navajas.

Qué suerte no ser Chomsky: y esa competencia sumergida en el mundo.

Qué suerte ser Angélica,

y caminar por mis calles silentes

arrastrando la música de una lata vacía.

Qué suerte ser Angélica

y vivir suspendida en el abismo minúsculo de este nombre.

Qué suerte sentir los golpes, ver los moretones y la brisa que los toca.

Qué suerte morir para renacer en las palabras no dichas.

Qué suerte contar soledades en las gotas de la lluvia.

Qué suerte ser otro humano,

con eso es suficiente. Soy Angélica Hoyos Guzmán.

Lesly Carolina Pérez Usta: Sabemos que mientras estudiaba en esta universidad, usted estuvo relacionada con la literatura, especialmente, la poesía. ¿Cómo las define?

Angélica Hoyos Guzmán: Yo estudiaba en el pregrado Lenguas Modernas y estaba en el taller literario que en su momento dirigía el profesor Martiniano Acosta, el taller se llamaba El Cuartico de la Palabra. Digamos que ese fue uno de los contactos que yo tenía con la literatura y con la poesía. Pero antes de eso y desde mis tiempos de colegio, siempre estuve en ejercicio o manifestaba esa atracción por las palabras. Con el tiempo, la definición de poesía se ha hecho más cierta para mí porque antes no sabía qué era; tenía gusto por la palabra, por la poesía, pero no sabía exactamente de qué se trataba.

Cuando empecé a estudiar lingüística, cuando empecé ya en el posgrado a investigar lo que escribían otros poetas sobre los movimientos literarios en la historia, sobre literatura universal, literatura latinoamericana, literatura colombiana y también haciendo parte de otros talleres de poesía, principalmente el taller de poesía Los Impresentables de Bogotá, empecé a hacer mi propia noción de lo que era la poesía. Entonces, para mí es un estado de atención ante el mundo, de atención ante cualquier imagen, cualquiera cosa que ves o escuchas… Si estás en este estado de atención, te lleva y te dice otras cosas.

Yaideth Patricia Olivares: ¿Cree usted que para escribir poesía se necesita leer?

Angélica: Claro que sí, digamos que este estado de ejercicio de atención no se necesitaría más que para estar contemplando el mundo, que es una tarea que ya no nos podemos dar el lujo de hacer. Por ejemplo, en el siglo XIX, las personas salían y caminaban; actualmente, con la aparición de la modernidad, ya la gente no ve los paisajes; existe otra relación de las personas con el mundo. Por eso, considero que la lectura te permite contemplación, te permite silencio. Mi hijo, de solo 5 años, me dice que él no lee mentalmente, sino que lee en secreto y eso es muy cierto: cuando tú estás leyendo, estás en secreto contigo mismo, estás en silencio total. Entonces, yo sí creo que ese momento, esa intensidad que te permite la poesía de capturar los momentos, es una habilidad que se desarrolla cuando tú también estás acostumbrado a leer porque leer activa ese silencio y tú estás imaginando y las palabras te están diciendo cosas. Entre más lees, más estás en ejercicio de atención cuando lo vives, cuando vas caminando y escuchas algo que captura tú atención y tú sientes que hay algo porque lo has leído, porque lo puedes imaginar.

Lesly Carolina: ¿A quién considera usted el poeta más influyente en su poesía?

Angélica: Esta pregunta es difícil. Yo no tengo un solo poeta influyente en mi poesía… yo creo que tengo muchos amores en la poesía. Cuando era adolescente, me enamoré perdidamente de Neruda, y ahora ya no me gusta porque, leyendo las memorias de Neruda, Confieso que he vivido, encontré unas confesiones de violación que ya no hacen parte de mi visión del mundo, no las acepto, no las tolero por mi propia formación, por mi propia forma de estar en el mundo. Entonces, en aquel momento fue Neruda, y después pasaron por mi vida múltiples poetas; sin embargo, siempre vuelvo en esencia a Cartas de un joven poeta de Rainer María Rilke porque quizás encuentro en el existencialismo la mayor influencia que tengo para mi propio descubrir consciente de la poesía.

Antes de eso, yo leía un montón de autores sueltos, pero cuando leí a Rilke, asumí una personalidad y una manera de estar en la poesía. Desde entonces siento que, cuando leo un poeta, lo hago a partir de esa manera de estar en el mundo. También debo resaltar que admiro mucho a los poetas ingleses.

Yaideth Patricia: ¿Cómo nació el amor por la poesía, por la lectura, por la escritura?

Angélica: Yo no sé si eso nació. Mi papá dice que, cuando estaba en segundo de primaria —nosotros vivíamos en Soacha, Bogotá—, él encontró unos cuadernos en donde yo decía que cuando grande quería ser poeta, pero yo no recuerdo eso. Él dice que los cuadernos se perdieron, por lo tanto, yo creo que, si no hay evidencia, tampoco credibilidad (risas). Pero sí sé que desde niña he tenido una cercanía con las palabras y que eso ha sido inusual. Curiosamente lo que recuerdo de la primaria era que tenía una profesora que hizo aprenderme los poemas de Rafael Pombo y que perdí Español porque el día que me tocó recitarlos en público no fui capaz.

Lesly Carolina: ¿Cuáles fueron sus primeras lecturas poéticas?

Angélica: En la infancia, Rafael Pombo indudablemente, pero ya en la adolescencia, Neruda y Silva. En mi casa, donde vivía con mis abuelos aquí en Santa Marta, y resalto que mis abuelos son campesinos, pero tienen el mérito de haber aprendido a leer por su cuenta, había una gran biblioteca. Entonces, más que un poema, yo tenía una fascinación por las palabras. Y en esa biblioteca había muchas enciclopedias. Mi actividad favorita era leerlas solo por placer. Entre todas esas lecturas había un texto que aún conservo y quiero mucho que se llama Joya de la literatura de Silva y empecé a acercarme a la poesía y a darme cuenta de que había algo allí que me gustaba.

Yaideth Patricia: ¿Ha estado en el exterior? ¿Le ha servido como experiencia para investigar y para escribir?

Angélica: Indudablemente. Salir de Santa Marta hace que uno tenga otra visión más amplia de lo que puede pasar fuera de esta ciudad. Yo creo que nosotros tenemos todavía una cultura muy provincial, muy pequeñita, muy local. La primera vez que yo fui al extranjero por la poesía, para mí fue una sensación muy grata porque llevé los poemas que tenía guardados hacía cinco años y por primera vez alguien me dijo que eso servía, que podía leerse en público, y ese alguien fue el poeta Emilio Fuego, que en paz descanse. Él hacía un festival, Mujeres Poetas a través de las Nubes, y la primera vez que yo fui a ese evento, en el 2009, conocí muchas mujeres de todo el mundo; además, la gente que iba a escucharnos en los parques eran mujeres indígenas, niños y adolescentes que estaban interesados por la poesía. Uno siente el recibimiento cuando te escuchan y se interesan por lo que estás haciendo, y esa recepción es una de las cosas más bonitas del ser humano.

Lesly Carolina: ¿Cuál es la mejor forma de terminar un poema?

Angélica: Si hablan de forma, es técnica. Pensando en la técnica, se debe trabajar en la forma y luego conectar las ideas. En la técnica yo he aprendido que los poemas deben cerrarse, no deben quedar abiertos. Pareciera que sí, que hay un suspenso, pero se empieza un poema con un verso y tienes que cerrar el sentido de lo que estás diciendo. Sin embargo, en la práctica hay poemas que te salen a ti y en un momento empiezas a escribirlos y no sabes cómo van a terminar hasta que terminan y es algo que parece caprichoso. Y con Rilke aprendí, además, que uno no empieza un poema hasta que no se entienden interiormente, y solo a medida que estás claro contigo mismo, puedes hacer mejor poesía de comienzo a fin.

Yaideth Patricia: ¿Cómo combina el trabajo académico, el de directivo, en estos momentos, y el del hogar con el oficio de escribir?

Angélica: El mundo no está hecho para las mujeres y eso es algo que he vivido y que noto con mis congéneres, a nosotras nos ha tocado conquistar espacios que históricamente nos han sido negados y nos ha tocado, además, convivir con el hecho de que todavía no están del todo conquistados. Digamos que, en este espacio histórico, uno busca su propia manera de reivindicación individual y la mía particularmente siempre ha sido muy salvaje, es decir, nunca ha estado dentro de las normas establecidas. Yo crecí dentro de una familia supremamente patriarcal con mis abuelos, pero nunca fui la niña modelo, entonces, ya en la adolescencia, obviamente uno se acentúa, y cuando crece y está viendo hacia atrás, se da cuenta de dónde viene todo eso y para dónde va.

 

Lo que hago académicamente es el resultado de una resistencia a simplemente quedarme en la casa y colgar los títulos, porque soy una persona pensante, estudio porque me gusta estudiar una cosa que puede parecer exótica y que no da plata, pero esta es la manera en que yo me reivindico y defiendo mi derecho de ser una mujer pensante. No por el hecho de la maternidad me voy a quedar en la casa solo haciendo cosas de mamás. Sin embargo, hay mujeres que deciden eso para su vida y lo respeto porque no dejo de ser mamá, y en todo mi proceso también tengo días en donde renuncio a lo académico por tiempo de calidad con mi familia.

Lesly Carolina: ¿Cuál considera usted que ha sido el hecho más significativo de su vida?

Angélica: La poesía no deja de darme hechos significativos. Si tomo, por ejemplo, a mi último libro con el que vengo trabajando hace cinco años, diría que hay momentos en los que me digo “este libro ya no me gusta”. Lo he mandado a montones de partes y no ha pasado nada con él y luego se lo mando a una amiga que es crítica literaria y ella lo lee y me dice que le gusta y vuelvo a tener fe. Entonces, no puedo vivir sin la poesía, es algo que tengo claro, y el mejor ejemplo de eso es que muchas veces, cuando estoy en las cosas del mundo, en la rutina, tengo que leer un poema para estabilizarme y volver a donde estaba, es mi estado de contemplación. También he sido invitada a muchas partes, he tenido la fortuna de conocer muchas personas, compartir con ellos, y justo ahí es cuando siento que todo lo que vine hacer en el mundo lo he estado logrando en la poesía.

Yaideth Patricia: ¿Qué consejos daría a los jóvenes samarios que están interesados en la poesía?

Angélica: En estos días conocí el caso de Ricardo Pabón, que es un chico que está convencido de que tiene que volver la poesía al soneto y la forma tradicional. Creo que somos pocos, pero esa rareza hace que uno descubra cosas, y si ese muchacho quiere volver al soneto, creo que debe persistir. El consejo es ser determinado; uno no se las sabe todas y todos estamos buscando nuestro propio encuentro personal, pero si nos rendimos, no aprendemos en el error, en la búsqueda y en el ser determinado. Con lo que uno quiere va ganándose a sí mismo y no solo para la poesía, para cualquier cosa que a uno le guste en general siempre debe exigirse determinación, terquedad.

Lesly Carolina: Planes, publicaciones, investigaciones…

Angélica: Tenemos un proyecto familiar. Mi esposo y yo hace unos meses empezamos a organizarnos formalmente como empresa constituida. Tenemos una editorial feminista, en plan tenemos la difusión de esta primera publicación porque para mí es importante posicionar la mujer escritora dentro del mundo editorial.

Una muestra poética:

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