Experiencias y aproximaciones en el territorio

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Ligado a los conceptos de los significados y la identidad del territorio, el capítulo de David Burbano vincula conceptos y criterios que se han expuesto en los tres capítulos previos, al incorporar la reflexión y la discusión en torno al territorio, por un lado, relacionado a su aprovechamiento con actividades y funcionalidades de tipo industrial y, por otro lado, asociado a la identidad y el significado que se le otorga a partir de aquellas formas de uso y aprovechamiento. El texto de Burbano regresa la reflexión al contexto colombiano, donde se analiza el proceso de transformación y reconfiguración de un territorio específico, debido a la instalación y operación de una empresa productora de plátano o banano, la United Fruit Company, de procedencia estadounidense, como respuesta a la expansión industrial característica de las últimas décadas del siglo XIX y principios del siglo XX, la cual incluye como parte determinante la infraestructura ferroviaria y la configuración espacial de las áreas destinadas a usos urbanos, servicios y comercio. Este proceso de invasión de carácter industrial en un territorio y su consecuente alteración implicó, además de la transformación del contexto natural original, la reordenación de las relaciones y estructuras locales, con el fin de integrar nuevas dinámicas de uso y aprovechamiento del espacio.

Este capítulo, por lo tanto, pretende dar cuenta de los valores generados en el sitio a partir de las trasformaciones sufridas en el territorio, generado por un proceso productivo intensivo como lo es la producción de banano o plátano en la región y el proceso de configuración morfológica del territorio a partir de la empresa United Fruit Company. A su vez, esto se relaciona con factores identitarios asociados con su localización geográfica en el Caribe colombiano, los cuales estimularon el surgimiento de manifestaciones artísticas y culturales, como algunas expresiones literarias y musicales reconocidas en el contexto nacional de Colombia. Entre ellas, en lo que respecta a la música, se destacan expresiones de música popular, el vallenato como género musical y algunas formas de danzas y bailes tradicionales. En relación con la literatura, este territorio y sus particularidades protagonizan parte de los relatos y tramas centrales de algunas obras emblemáticas de Gabriel García Márquez y otros autores de la región, quienes, de forma detallada, representan y describen los escenarios del territorio como parte fundamental de sus obras.

Todo lo anterior nos permite comprender diversos procesos de reconfiguración del territorio como espacio de transición, los cuales van de lo tangible a lo intangible y donde las transiciones territoriales manifestadas en el plano tangible —como las transformaciones del contexto natural, cultural, urbano y arquitectónico, etc.— se manifiestan también de diversas formas sobre lo intangible, como la música y la literatura, recuperando ese componente de identidad regional.

En conclusión, los textos aquí contenidos posibilitan analizar diversos procesos de reconfiguración espacial y de resignificación del territorio, derivados de intervenciones puntuales sufridas en los distintos contextos territoriales, tanto colombianos como mexicanos. En todos los casos, se analizan las causas y procesos de intervención y los efectos que estas intervenciones producen en los territorios en la actualidad. Así, estos capítulos hacen énfasis en entender cómo se dan estas transiciones territoriales, como proceso intermedio entre la configuración y reconfiguración de los territorios analizados.

—Referencias

— Becattini, G. (2009). Ritorno al territorio. Bolonia: Il Mulino.

— Couch, C., Fraser, C. y Percy, S. (2008). Urban Regeneration in Europe. Londres: Wiley.

— Dematteis, G. (2006). En la encrucijada de la territorialidad urbana. Bitacora, 10(1), 53-63.

— Di Campli, A. (2019). El territorio visto desde la ciudad: redes, palimpsestos, interfaces. En D. Burbano, A. Di Campli, N. Rodríguez y M. Solórzano (Eds.), Transiciones territoriales: ciudad y campo (pp. 25-59). Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

— Forester, J. (1998). Pianificazione e potere: pratiche e teorie interattive del progetto urbano. Bari: Dedalo.

— García Canclini, N. (1990). Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. Ciudad de México: Grijalbo.

— Gregotti, V. (1966). Il territorio dell’architettura. Milano: Feltrinelli.

— Hardin, G. (1968). The Tragedy of the Commons. Science, (162), 1243-1248.

— Hardt, M. y Negri, A. (2009). Commonwealth. Cambridge: Harvard University Press.

— Harvey, D. (2012). Rebel Cities: From the Right to the City to the Urban Revolution. Londres y Nueva York: Verso.

— Ostrom, E. (1990). Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action. Cambridge: Cambridge University Press.

— Roberts, P. y Sykes, H. (2005). Urban Regeneration: A Handbook. Londres: Sage.

— Secchi, B. (1993). Le trasformazioni dell’habitat urbano in Europa. Alcune ipotesi. Quaderno della ricerca sulle trasformazioni dell’habitat urbano in Europa, (1).

— Solà-Morales, M. (1981). La identidad del territorio. Quaderns d’Arquitectura i Urbanisme, 1, 3.

— Thayer, R. Jr. (2003). LifePlace: Bioregional Thought and Practice. Berkley: California University Press.

— Thayer, R. Jr. (2013). The World Shrinks, the World Expands: Information, Energy, and Relocalization. En E. A. Cook y J. J. Lara (Eds.), Remaking Metropolis. Global Challenges of the Urban Landscape (pp. 39-59). Abingdon: Routledge.

Notas

1- Véase Becattini (2009), Dematteis (2006), García Canclini (1990), Gregotti (1966), Secchi (1993) y Solà-Morales (1981).

2- Véase di Campli (2019).

3- Se trata de la invención de nuevas relaciones entre sociedades y ecologías locales, así como de intercambio social donde imaginar, por ejemplo, empresas económicas aptas para promover sistemas territoriales locales y formas de intercambio solidario, para valorar y gestionar activos territoriales, ambientales y paisajísticos comunes, proponiendo nuevas funciones de gobernanza territorial con la conciencia de que invertir en el territorio, en el medio ambiente y en el paisaje puede producir configuraciones territoriales sustentables y riquezas duraderas, es decir, nuevas formas de ingresos, actividades productivas, ecosistemas y servicios sociales. Sobre le tema de los bienes comunes, véase Hardin (1968), Harvey (2012), Hardt y Negri (2009), Ostrom (1990) y Mattei (2011).

—Campo 1. Diseño territorial, sociedad y ambiente

—Gentrificación rural y turismo residencial: el caso de Vilcabamba

Antonio di Campli

María de los Ángeles Cuenca Rosillo

Holger Patricio Cuadrado Torres


Valle de Vilcabamba

Fuente: María de los Ángeles Cuenca Rosillo, 2018.

—Zona de contacto: lifestyle migrations

Este ensayo revela cómo diversas formas de turismo residencial o de migración de estilo de vida, producidas por sujetos de ciudades y territorios del llamado norte global, han desencadenado complejos procesos de modificación social y espacial en los paisajes y entornos rurales de Vilcabamba, Ecuador, un pequeño pueblo andino de aproximadamente 5000 habitantes, ubicado en la parte sur del cantón de Loja.1

El concepto de turismo residencial ha sido utilizado desde finales de los años setenta (Jurdao, 1979) para analizar, más que cualquier otra cosa, las características espaciales de los procesos de urbanización vinculados a la construcción de segundas residencias para vacaciones, especialmente en entornos marinos. Sin embargo, en los últimos años, este concepto se ha utilizado para referirse a un conjunto complejo de procesos, movimientos migratorios voluntarios y reterritorializaciones producidos por una variedad de temas: expatriados, nómadas globales, marginados de la cultura, profesionales calificados, turistas de fin de semana y retirados; así como por el tipo de experiencias imaginadas y buscadas: estilos de vida bohemios, idilio rural, conjuntos exclusivos o simplemente en busca de un tranquilo “lugar al sol”.2 Lo que mantiene unidos a estos diferentes elementos es la búsqueda de espacios y estilos de vida transnacionales, al implementar múltiples tácticas y formas de vida, los cuales se persiguen de acuerdo con estrategias que pueden ser individualistas (Janoschka y Haas, 2013), comunitarias (Di Campli, 2013) o un híbrido entre estas.3 En este proceso en el que se entrelazan dos formas de movilidad tradicionalmente consideradas como distintas, la relacionada con el turismo y la relacionada con los movimientos migratorios, la figura del migrante se superpone a la del turista.

Los impactos del turismo residencial en los territorios y las sociedades locales identificados en la literatura disciplinaria son diferentes. Este fenómeno se asocia por lo general a los valores negativos, como la pérdida de rasgos sociales y culturales propios de un territorio (Huete y Mantecón, 2011); la activación de los conflictos entre sociedades locales y nuevos habitantes, a través de un acceso diferenciado a los recursos y a la identidad territorial (Banks, 2004; Nogués-Pedregal, 2008); el fortalecimiento de los procesos de dependencia económica entre los territorios de los llamados Sur y Norte globales (Jackiewicz y Craine, 2010); el declive económico y el deterioro de la calidad del nivel de vida en las zonas afectadas por tales procesos (Da Silva y Ferreira, 2011; Zasada et al., 2010; Aledo y Mazón, 2004); y el aumento de los costos por parte de las instituciones locales en la prestación de servicios como agua, electricidad o alcantarillado (Aledo, 2005; García Andreu, 2014). Algunos estudios se han centrado en la relación entre el turismo residencial y la pérdida de dinamismo en el sector agrícola (Aledo, 2008; Cañada, 2013; Fuller, 2010; García Andreu, 2014). Al mismo tiempo, otros autores han mostrado efectos positivos, como aumentos en los niveles de ingresos locales y en las tasas de empleo (Torres Bernier, 2003; Stockdale y MacLeod, 2013). Los efectos de estos factores se examinaron en particular en el área del Mediterráneo, el destino de un gran número de jubilados del norte de Europa; y en Centroamérica, el Caribe y Brasil, destinos preferidos por turistas de Estados Unidos o Canadá (Aledo, Loloum, Ortiz y García-Andreu, 2013; Assis, 2009). Más recientemente, el fenómeno ha sido identificado en el sudeste asiático, el principal destino para japoneses y australianos (Howard, 2008; Jones y Krzyanowsky, 2008; Ono, 2008; Toyota, 2006).

 

En los territorios andinos ecuatorianos, el turismo residencial es un fenómeno que se manifiesta desde principios de la década del 2000, desencadenado en gran parte por la jubilación de la llamada generación del baby boom en los Estados Unidos.4 En particular, la crisis económica que comenzó en 2007 ha dificultado que muchos jubilados norteamericanos mantengan sus niveles de vida anteriores y formulen preguntas sobre la necesidad de definir nuevas estrategias para maximizar sus ingresos de jubilación (Bucks y Bricker, 2013).5 La inseguridad económica siempre ha sido uno de los principales elementos que generan procesos de emigración hacia destinos en los que se persiguen mejores niveles de vida. En este sentido, la migración de América del Norte a los Andes se superpone a los deseos vinculados a la imaginación exótica y la búsqueda de mayores poderes de compra (Hayes, 2013, 2015a, 2015b).

En los Andes ecuatorianos, la velocidad y la fuerza con que estos fenómenos han ocurrido en los últimos años aún no se ha correspondido con un número adecuado de investigaciones, las cuales, en cualquier caso, se han centrado principalmente en el análisis de los cambios en las propiedades de los suelos o los llamados procesos de descampesinización o desagrarización, términos que describen la disminución de los procesos de reproducción de los espacios y las sociedades rurales tradicionales relacionadas con los procesos económicos globales, incluido el turismo residencial, que tienen lugar en esos contextos.6

El turismo residencial en los territorios rurales es un fenómeno que puede investigarse al unir lecturas socioeconómicas y análisis espaciales, con el objetivo de definir los caracteres específicos de los territorios y ambientes afectados por este fenómeno. En el caso de Vilcabamba, las relaciones y los conflictos entre imaginarios, espacios, ecologías y deseos han tomado la forma de un complejo proyecto implícito, un proyecto palimpsesto, entendido como un conjunto de descripciones territoriales, interpretaciones y acciones de transformación, ejercidas por una conspiración compuesta por turistas migrantes, activistas, instituciones ecológicas, escuelas, artesanos, intelectuales y artistas. Sujetos débilmente conectados entre sí, pero que producen acciones que son sustancialmente coherentes entre ellas. A partir de estas consideraciones, son dos las hipótesis principales que se sustentan aquí.

La primera es que en ciertos territorios rurales, como en los espacios andinos que se encuentran alrededor de Vilcabamba, las prácticas del habitar y las economías relacionadas con el turismo residencial han desencadenado procesos por los cuales las zonas rurales han adquirido gradualmente condiciones de perifericidad, en comparación con territorios metropolitanos distantes, en los que estos lugares andinos se reconfiguran como conjuntos de lugares especializados. Se trata de espacios anidados, situaciones que tienen de vez en cuando caracteres de espacios introvertidos, de interiores protegidos ubicados en paisajes coloidales, donde otros materiales urbanos y ecologías socioambientales se mantienen unidos. Una condición que parece ser el resultado de la aplicación de estrategias del urbanismo de interior a la escala territorial. Las relaciones entre estos sistemas de interiores están reguladas por precisos dispositivos espaciales, los cuales, al operar como umbrales entre múltiples entornos, sujetos y economías, permiten su funcionamiento y cohabitación.

La segunda hipótesis es que Vilcabamba y su entorno rural se pueden observar en su totalidad como un todo, como una particular “zona de contacto” donde interactúan diferentes tipos de turistas residenciales y habitantes locales, así como de diferentes economías turísticas. En este caso, la referencia es, por un lado, a las lógicas y discursos del llamado extractive tourism o turismo extractivo, concepto que describe aquellos procesos de “extracción” y conversión de caracteres locales —y de la indigeneidad en particular— en valor de cambio. Por otro lado, las formas del llamado remittance urbanism o urbanismo de remesas, una expresión utilizada para describir esos procesos particulares de transformación espacial activados por sujetos y economías “orbitales”, que ponen en relación un país de origen y uno de llegada, caracterizado por específicos imaginarios e idiomas.

Para enlazar estas hipótesis, los conceptos de zona extractiva y remittance urbanism o urbanismo de remesas, tal como los definieron respectivamente Macarena Gómez-Barris (2017) y Sarah Lynn López (2015), se hacen operativos dentro de las formas de investigación espacial.7 El resultado es la construcción de una representación espacial de las formas en que algunas prácticas específicas del turismo residencial se territorializan, modificando el sentido y el funcionamiento de los espacios rurales.8

—El lugar

Vilcabamba es un pequeño pueblo andino ubicado entre 1400 y 3760 m s. n. m., que abarca aproximadamente 158,1 km2; se encuentra en la parte sureste del cantón de Loja, en el sur de Ecuador. El asentamiento principal consiste en un sistema de manzanas cerradas, con la plaza ubicada en el centro, definidas por la clásica cuadrícula colonial. El centro histórico consiste en un damero de diecinueve cuadras. La ciudad entera se desarrolla en cincuenta manzanas de aproximadamente 60 m en cada lado, con un área total de 33,10 ha.9 Fuera de este espacio caracterizado geométricamente, el área habitada tiene caracteres dispersos, que se extiende en filamentos dispuestos a lo largo de las principales vías de acceso al pueblo o se vuelve a densificar en algunas aglomeraciones más pequeñas, distantes entre ellos unos 10 km, correspondientes a las antiguas haciendas de la época colonial.10

El paisaje rural, en las latitudes más altas, presenta las características de las áreas montañosas andinas, donde conviven bosques de eucaliptos, matorrales y pastos naturales y cultivados. En las áreas de piedemonte, las zonas cultivadas poseen un carácter bastante denso, dado por la superposición de cultivos de árboles (huertos y plátanos) y verduras en el mismo campo. En las áreas del valle prevalecen los campos de caña de azúcar o plátano.11

Los principales procesos en curso muestran una fragmentación progresiva de los sistemas espaciales de las antiguas haciendas. El suelo está conformado por componentes aluviales, depositados por el arrastre de materiales transportados por el agua de lluvia y ríos, o por el levantamiento de rocas ígneas, que aparecen en grandes cantidades. El 40 % del territorio está sujeto a la erosión. En el territorio de Vilcabamba hay 399,4 propiedades agrícolas, con un área entre 0,2 y 1,0 ha; 191,4 propiedades extendidas entre 1,0 y 5,0 ha. Los cultivos más comunes son el maíz y la caña de azúcar, seguidos por la yuca, el plátano, el café, los cítricos, el aguacate, la chirimoya, la papaya y las verduras.12

Como argumentó Pietri-Levy (1993), la altitud de Vilcabamba y la geografía de esta porción de los Andes se caracteriza por un microclima más seco y cálido que otras áreas de la sierra. Sobre este pueblo se habla por primera vez en el mundo en una publicación de National Geographic (Leaf, 1973), la cual desencadenó un primer movimiento turístico desde principios de los años ochenta.13 Algunos de los primeros turistas fueron hippies o exponentes de la llamada contracultura, atraídos por las energías del imponente Mandango, una formación geológica con una forma singular que connota el paisaje de la zona.14 Otros se han sentido atraídos por el estilo de vida supuestamente saludable, el cual permitiría a las personas vivir más tiempo que en otros lugares. Más recientemente, la aldea se ha convertido en un destino para retirados adinerados y ecuatorianos de Quito o Guayaquil que construyen sus segundas residencias allí, lo que ha convertido los paisajes rurales y el pueblo de Vilcabamba en un importante centro turístico y de ocio. De acuerdo con los administradores públicos y los operadores económicos locales, hay tres atracciones principales: el cerro del Mandango; las orillas y las aguas claras del río Yambala; y la Hostería Izhcayluma,15 un hotel rural compuesto por una serie de pequeñas residencias dispersas que también funciona como un lugar de encuentro, especialmente para los europeos, como un mercado de productos artesanales, un centro de bienestar y un espacio de meditación.16

En 2010, Vilcabamba tenía 4700 habitantes; en 2017, llegó a 5200.17 Sin embargo, este crecimiento ha sido acompañado en los últimos siete años por una pérdida de aproximadamente 500 habitantes que han emigrado principalmente a los Estados Unidos o Europa. Junto con estos, hay alrededor de 1200 extranjeros; el 50 % de ellos provienen de los Estados Unidos, el resto de Gran Bretaña, Holanda, Italia y Alemania, y viven principalmente en el campo, en áreas rurales como San José, Mollepamba, Yamburara Alto, Yamburara Bajo, y Cucanamá.18

—Los sujetos

Alrededor del 60 % de los extranjeros que residen en Vilcabamba son jubilados de Estados Unidos o Canadá; de estos, la mayoría se compone de sujetos inactivos que se dedican casi exclusivamente al descanso o actividades recreativas. Una parte más pequeña corresponde a los jubilados que se dedican a actividades como la agricultura orgánica o la jardinería. Algunos se reinventan como empresarios dedicados a la producción de pan de banana, mermeladas, verduras orgánicas y pan fresco.

A los jubilados se les reconoce el papel de promover las economías locales, principalmente relacionadas con el sector de la construcción o los servicios personales, como el mantenimiento del hogar, la atención de la salud y la preparación de comida. El 40 % restante son hippies o, como se los llama localmente, mochileros; casi todos tienen entre 20 y 35 años. Son predominantemente chilenos, argentinos o colombianos, quienes eligen establecerse en Vilcabamba por periodos de tiempo que van desde tres meses hasta 3 o 4 años; en algunos casos, para siempre. Muchos de ellos son artesanos, fabricantes de collares, pulseras u otros tipos de joyas hechas con materiales como piedras, semillas o huesos de animales (El Telégrafo, 2013). Los hippies tienden a frecuentar más las áreas urbanas, organizando un mercado de artesanías de fin de semana que ocupa parte de los portales cerca de la plaza central; ocasionalmente ocupa parte de esta, frente a la iglesia principal.

En términos generales, los jubilados y los hippies se presentan como sujetos extrovertidos, que pueden entrar en conflicto con los lugareños, quienes tienen un carácter más reservado.19 En entrevistas con administradores locales y operadores económicos, hay voces contradictorias con respecto a la presencia de pensionistas. Según algunos, su presencia se considera positiva y las relaciones con los lugareños se declaran casi siempre buenas.20 Algunos habitantes locales, por el contrario, resaltan algunas malas costumbres que caracterizan a los turistas. Algunos luchan contra las adicciones del alcohol y las drogas, son excesivamente extrovertidos, hablan en público en voz alta o desafían la decencia pública con actitudes que molestan a los habitantes y especialmente a los niños locales.21

Expatriados expresivos: los diversos tipos de turistas residenciales establecidos en Vilcabamba comparten algunos rasgos comunes

 

Todos ellos rechazan los estilos de vida y los estilos productivos de sus países de origen, tratando de eludir en particular los regímenes de moralidad, a través de la participación en una cultura cosmopolita marcada por un individualismo expresivo, buscado principalmente mediante prácticas neorurales o meditativas.22 Los jóvenes migrantes o los turistas a largo plazo suelen realizar pequeñas actividades relacionadas con agricultura, permacultura,23 artesanía o yoga. Muchos se convierten en agricultores, otros se reinventan a sí mismos como artesanos, productores de alimentos, jardineros, empresarios new age, comerciantes, músicos, masajistas, curanderos o consumidores de drogas. Algunos, finalmente, están dedicados a la construcción de yurtas de estilo mongol, edificaciones de adobe o caña guadua (una variante local del bambú) o cúpulas inspiradas en los lenguajes de las arquitecturas geodésicas de Buckminster Fuller.24

En Vilcabamba, la prevalencia de actividades relacionadas con la agricultura o el cuidado de la espiritualidad representa una innovación, en comparación con las experiencias contraculturales tradicionales en las que prevalece la dimensión de la artesanía. Estas son actividades a través de las cuales los migrantes intentan ofrecer de sí mismos representaciones muy distintas de las del turista tradicional. La integración del trabajo, el tiempo libre y la espiritualidad toma forma dentro de un enfoque que desarrolla visiones, estilos y prácticas de culturas no occidentales, en particular la local de los indígenas andinos, o al idealizar aquellas de contextos asiáticos distantes, como las de la India.25

Esta búsqueda de estilos de vida contraculturales está dominada por un intenso trabajo sobre sí mismo. En este sentido, es posible referirse a estos sujetos como expatriados expresivos (expressive expatriates), sujetos marcados por precisos deseos de automodelación y búsqueda de una ética del yo, la cual procura oponerse a los regímenes dominantes del biopoder.26

En los contextos del capitalismo flexible, estos expatriados expresivos han aprendido a explorar y colonizar espacios intersticiales, residuales o periféricos, redefiniéndose como trabajadores por cuenta propia, estacionales o de tiempo parcial, hibridando nuevas fuentes de ingresos con aquellos de sus propios países de origen, como pensiones, subsidios de desempleo o herencias. En Vilcabamba, los sitios típicos donde se desarrollan estas economías son los mercadillos hippies y los mercados rurales del fin de semana o ferias libres, los laboratorios agrícolas biodinámicos, los centros meditativos y new age, algunas actividades de venta de comida, venta de artesanías y telas típicas, o instituciones educativas como la escuela primaria La Calandria, a la que asisten niños hijos de extranjeros y ecuatorianos.

“Las ideas fuera de lugar”

El expatriado expresivo es un sujeto que busca evadir los regímenes políticos y económicos dominantes, mediante estrategias de movilidad espacial, manifestaciones de compromiso social y definición del yo, colocándose permanentemente on the road. La mayoría de los expatriados expresivos que viven en Vilcabamba y en su entorno rural viajan de manera más o menos intermitente; así mismo, viven en uno o dos lugares al mismo tiempo, definiendo triangulaciones geográficas a través de Vilcabamba y sus países de origen, ambos considerados como referencia o “amarres” al cual atracar y desacoplar. En su búsqueda de nuevos paisajes, entornos y estilos de vida, el mundo adquiere una visión fragmentada y la movilidad se convierte no solo en un medio para la reproducción de su estilo de vida, sino en una verdadera práctica contrahegemónica.27

Esta investigación sobre el yo, que reúne investigación geográfica, exploración ambiental e introspección mental, es el resultado de la intersección de dos fenómenos aparentemente opuestos, pero simultáneos, que se manifestaron en el mundo occidental ya en el siglo XVIII: el primero es la definición de una estructura de conocimiento del mundo material, del exterior, a través del concepto de paisaje, un concepto en el que el espacio se lee a través de su dimensión sociocultural y ambiental. El segundo es la atención a la exploración y la “definición” de los territorios internos de la psique. Por medio de este complejo entrelazado, los expatriados expresivos, forman su subjetividad.

Prácticas productivas y vida neorural, actividades meditativas, protección ecológica y ambiental. Estas son las principales ideas importadas de la “metrópolis”, que, una vez difundidas en la “periferia”, se convierten en lo que el crítico literario brasileño Roberto Schwarz (1992) ha definido como as idéias fora de lugar, las ideas fuera de lugar. Se trata de una situación cultural que manifiesta caracteres implícitamente neocoloniales, en la que los inmigrantes buscan afirmar el respeto y la importancia de normas generadas en otros lugares que, al menos en principio, los lugareños no pueden permitirse rechazar. En este intercambio, los lugareños se convierten en miembros de segunda clase de un club en el que la membresía no es opcional.

En las historias y entrevistas realizadas a los diversos tipos de turistas que residen en Vilcabamba surge una declinación de la figura del expatriado como un sujeto que ha renunciado casi por completo a la idea, el deseo de inmovilidad, reemplazándola por una identidad hecha de transiciones, movimientos sucesivos y cambios, más o menos planeados. Este ejercicio imaginario utópico es particularmente seductor para las sociedades sedentarias, como lo indican los medios, la publicidad y los espacios de ocio; por lo tanto, surgen dos consecuencias paradójicas de tales procesos de movimiento-colonización.

En la migración a Vilcabamba, las personas que han elegido alejarse y automarginarse de sus países de origen acaban asumiendo un papel central en la vida del pueblo de llegada, lo que proporciona una nueva imagen a un territorio rural que se convierte en destino de intensos flujos de turismo ordinario, en el que la comercialización gradual de espacios, prácticas e imaginarios alternativos y contraculturales cuestiona sus significados y sentidos. A pesar de huir del mainstream, los expatriados expresivos son de hecho pronto seguidos por las élites locales y turistas comunes que desencadenan procesos turísticos más tradicionales. Así, la dialéctica de la liberación y contestación se cuestiona de forma permanente, teniendo que renovarse periódicamente por medio de la búsqueda de espacios, lugares y tiempos diferentes, en una armonía paradójica con la lógica capitalista de consumo y reproducción. Desde otro punto de vista, las contraculturas capturan el sentimiento de alienación y de anomía de la modernidad más indirectamente: sirven el capital.

—Procesos

En los últimos años, con la aparición de las economías turísticas, se ha producido una fragmentación general de las propiedades rurales y una disminución de las actividades relacionadas con la agricultura, como el cierre de fábricas de panela vinculadas con la producción de caña de azúcar o el abandono de cultivos tradicionales como el café o las verduras, que ahora se han trasladado a lugares alejados del centro, como Quinara.28

En general, con la llegada de los turistas, las condiciones de trabajo han cambiado. Los empleos relacionados con el sector de la construcción se han convertido en una de las principales fuentes de ingresos para la mayoría de los trabajadores del área. Estos son a menudo trabajos precarios relacionados con el tiempo de construcción de edificios individuales. Al mismo tiempo, los nuevos empleos respaldados por la industria del turismo generalmente tienen que ver con la provisión de servicios de bajo costo.

El crecimiento del sector de la construcción va acompañado del aumento del valor de las tierras rurales y del declive de las actividades agrícolas tradicionales. Los agricultores locales con frecuencia mantienen la tierra en un estado de abandono, ya que la posesión exclusiva de la tierra se considera más rentable que trabajarla. Los lotes que se estimaban como marginales, ya que están ubicados en pendientes y, por lo tanto, son difíciles de trabajar, valen ahora más que los planos y fértiles. La vista panorámica es ahora la principal cualidad de una tierra rural. En general, el valor de intercambio de los suelos ahora prevalece sobre su valor de uso.