El valor histórico-arqueológico del mar

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Anexos



1.En el caso de las escribanías de Sanlúcar y Motril no poseemos los protocolos notariales debido al incendio de ambos Archivos Municipales. Con respecto a Segura de la Sierra, Algeciras y Granada están en proceso de inventariado de los mismos.



2.Los datos correspondientes a los protocolos notariales de ambas escribanías han sido facilitados por el Archivo Histórico Municipal de Ayamonte y por el Archivo Histórico de Protocolos de Sevilla. En este último caso, solo dispone de los nombres de los escribanos y sus años de ejercicio, debido a que el fondo está en proceso de inventariado.



3.Los datos correspondientes a los protocolos notariales de ambas escribanías han sido facilitados por el Archivo Histórico Provincial de Málaga y el Histórico Provincial de Almería.

Referencias bibliográficas

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Archivos

Archivo Histórico Provincial de Cádiz.

Archivo Histórico Provincial de Huelva.

Archivo Histórico Provincial de Sevilla.

Archivo Histórico Provincial de Málaga.

Archivo Histórico Provincial de Granada.

Archivo Histórico Provincial de Almería.

Archivo Histórico Provincial de Jaén.

Archivo Municipal de Ayamonte

Archivo Municipal de Motril.

Archivo Municipal de Jerez de la Frontera.

Archivo Municipal de Algeciras.

Archivo Municipal de Segura de la Sierra.

Normativa

Ordenanza del 4 de julio de 1718 para el establecimiento e instrucción de Intendentes de Provincias, y Exercitos. Madrid. Imprenta de Juan de Ariztia. 1718.

Ordenanzas e Instrucciones Generales, formadas de Real Orden, de lo que se debe observar por los intendentes y demás ministros de marina, y dependientes del Ministerio de ella, según lo respectivo al empleo, y encargo de cada uno para la mejor administración Real Hacienda, y cuenta, y razón de ella. Cádiz. Imprenta de Gerónymo de Peralta, Impresor Mayor, en la Calle Ancha. 1736.

Repositorio Tecnológico de Monterrey. Patrimonio Cultural. Colección Ignacio Bernal. “Ordenanzas de su Magestad para el Gobierno Militar, Político y Económico de su Armada Naval. Parte Primera. Que contiene los Asuntos pertenecientes al Cuerpo General de la Armada (1748)”.

Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Cédulas y Pragmáticas. Caja 0026.0040. “Tratado X. Título III. De los Ministros destinados en las provincias para exercer en ellas la jurisdicción de Marina (1751)”.

Ordenanzas de 13 de octubre de 1749 para el restablecimiento e instrucción de Intendentes de Provincias y Exerctios. Madrid. Imprenta de Manuel Fernández. 1749.

Real Despacho, Concordia y Ordenanzas de el Número de Escribanos de la ciudad de Cádiz. Cádiz. Imprenta de Manuel Ximénez Carreño. 1785.

Colección Legislativa de España. Segundo cuatrimestre de 1847. Tomo XLU. Madrid. Imprenta Nacional. 1849.

Ley del Notariado, de 28 de mayo 1862, en su Título III, art. 17. Recogido en la Gaceta núm. 80 de 29 de mayo de 1862.

Legislación Marítima de España 1862 Y 1876. Biblioteca Museo Naval de San Fernando.

Estado General de la Armada (1786-1820). Biblioteca Virtual de Defensa.

Cartas que unen océanos: la comunicación postal marítima entre la Península y América en el siglo XVIII

Rocío Moreno Cabanillas

Universidad Pablo de Olavide

Introducción

Este trabajo forma parte de la realización de nuestra tesis doctoral denominada Comunicación e Imperio: la Reforma del Correo en Cartagena de Indias, 1713 – 1777 ¿Hacia un nuevo modelo de soberanía?17, que tiene como objetivo principal analizar el papel de las comunicaciones en los Estados imperiales y su relación con las distintas esferas del poder dentro de ellos. Esto se realiza a través del estudio del correo en el siglo XVIII como vía fundamental de conexión entre las metrópolis europeas y sus dominios americanos y de la observación de los planes de transformación postal que pretendían instaurar un nuevo modelo de soberanía en la Monarquía Hispánica. Hemos fijado las preocupaciones de la perspectiva global sobre el terreno empírico a través del análisis de la Administración de Correos de Cartagena de Indias, que era un núcleo colonial fundamental para la Corona donde confluían los intereses de los distintos poderes (militares, marina, comerciantes, etc.) y donde se reflejaba la dificultad de dominio del imperio hispánico a través de los impedimentos que le surgían para controlar tales obstáculos como el comercio ilegal, las resistencias, etc. Esto nos ayuda a entender la compleja estructura de la monarquía hispánica policéntrica que se extiende hacia la historia global.

El análisis subraya la relevancia de la correspondencia postal marítima para el gobierno de los imperios ultramarinos, donde estableceremos un diálogo entre distintos estados imperiales (británico, hispánico y portugués) que en el siglo XVIII impulsaron medidas reformadoras de sus sistemas postales entre las metrópolis y sus colonias, haciendo hincapié en el imperio hispánico bajo el gobierno de la monarquía borbónica. Además, en él se reflejan los obstáculos y oposiciones a los que se tuvieron que enfrentar dichos proyectos de reforma postal en la Península y en América.

Los sistemas postales, estructuras por donde circulaba la información, eran clave para el gobierno de cualquier imperio. La red postal tenía un papel fundamental en la administración gubernativa que intentó hacerse con el mando de la misma para procurar controlar los distintos espacios del Imperio. Situación todavía más evidente en el caso de los imperios ultramarinos que concedieron al correo un espacio muy relevante de su autoridad como medio para aspirar a un gobierno más directo y efectivo de sus colonias americanas. En nuestra investigación hay un continuo diálogo entre el imperio hispánico y los imperios británico y portugués con el objetivo de detectar las semejanzas y diferencias, pero también para advertir el funcionamiento, canales y modelos que surgían y desaparecían en un contexto mundial entre los diferentes modelos de soberanía.

El modo y el alcance de la transmisión de la información en los imperios ultramarinos ha sido objeto de estudio por algunos autores que han tratado, por ejemplo, el caso de los imperios portugués y británico. Estos resaltan la relevancia que tenían los servicios postales para la gestión y dirección del Estado y destacan la necesidad que tenían estos imperios en tener una comunicación organizada, rápida y eficaz para el dominio de sus territorios y para ampliar su ambición de situarse en una posición estratégica frente a los demás Estados (Zilliacus, 1964; Steele, 1986; Kielbowicz, 1989; Lagecardoso, 1999; Sobral Neto, 2005; Dierks, 2009; O’neill, 2014; Le Roux, 2014; Dubcovsky, 2016; Raymond et al., 2016; Guapindaia, 2017; Salvino, 2018). La historiografía que se centra en las comunicaciones postales del imperio hispánico se focaliza más en el estudio del aparato administrativo y en el análisis de los reglamentos e instrucciones que derivaban desde la Metrópoli hacia las colonias, lo que posibilita un conocimiento mayor de la historia institucional en relación a los sistemas postales (Alcázar Molina, 1920; Garay Unibaso, 1987; López Bernal, 2011; Vallejo García-Hevia, 2015). Esto supone una ventaja porque sienta las bases para la realización de un estudio más profundo de la práctica que se ejecutaba en el correo, los problemas y resistencias a los que se enfrentaban en su manejo y la realidad económica, política y social que lo envolvía. Algunos de estos aspectos están siendo tratados últimamente por distintos investigadores (Lamikiz, 2010; Brendecke, 2012; Sellers-García, 2013; Castillo Gómezy Sierra Blas, 2014; Araneda Riquelme, 2017; González Martínez, 2017; Moreno Cabanillas, 2017).

 

Uno de los momentos clave donde se plasmó este interés fue durante el siglo XVIII, cuando las monarquías europeas comenzaron a ser conscientes de la necesidad de centralización para ejercer un gobierno más directo y efectivo sobre sus dominios. Esto se produjo en el imperio hispánico bajo el contexto de las reformas borbónicas cuando la monarquía trató de organizar y centralizar el correo ultramarino mediante planes y proyectos con el fin de dominar la información para implantar un nuevo modelo de gobierno más ejecutivo y con mayor supervisión desde la Metrópoli (Paquette, 2008; Kuethey Andrien, 2014; Gelman, Llopis y Marichal, 2014; McFarlane, 2014; Pearce, 2014; Astigarraga, 2015; Eissa-Barroso, 2017). A partir de entonces se abrió un camino de numerosos proyectos reformistas en el territorio peninsular y en el americano bajo el gobierno borbónico que, no obstante, fueron discontinuos e ineficaces en su mayoría y con diferentes grados de intensidad y de éxito. Además, estos pretendidos cambios se encontraron con fuertes reacciones locales que actuaban como determinantes en el diseño, la modificación y la aplicación de las medidas. Estas resistencias y oposiciones derivaban generalmente de intereses particulares de los agentes en conflicto (comerciantes, militares, etc.) y de una constante pugna entre poder central y local que se manifestó principalmente en los territorios americanos. Esto es algo que también ocurría en los otros imperios donde también existía una gran diferencia entre la norma y la práctica reflejada en obstáculos ,tales como: los constantes fraudes, el contrabando y el choque entre las distintas redes sociales que pretendían sacar el máximo beneficio conforme sus intereses. Estos Estados mantenían su poder a través de un proceso de negociación y conflicto entre los distintos interesados y la ruptura de este equilibro, debido en gran parte al afán de control del gobierno, lo que conllevó la decadencia de los imperios ultramarinos.

Comunicación marítima en los imperios ultramarinos

La circulación de la información es un elemento clave para establecer conexiones globales y el correo un medio esencial para conectar lugaresy contextos geográficos alejados por las vastas distancias, como es el caso de los imperios europeos y sus colonias ultramarinas.

Estas interacciones tenían lugar en zonas marítimas donde el inmenso espacio del mar y sus orillas poseían un valor estratégico muy importante para los Estados imperiales (Martínez Shaw, 2010). En nuestra investigación se focalizan en el espacio Atlántico donde se sucedieron una gran cantidad de conexiones ultramarinas que no solo eran unidireccionales, es decir, que no solo se dirigían de las metrópolis a las colonias, sino que eran multidireccionales, pues se produjeron también entre distintas zonas ya fueran intercoloniales, extraimperiales, etc. (Gruzinski, 2010). En este contexto ultramarino, los puertos marítimos constituían una parte esencial para el desarrollo de dichas conexiones, como es el caso de Cartagena de Indias, ámbito espacial de nuestra investigación, debido a que constituía uno de los principales puertos fortificados en el siglo XVIII del imperio hispánico en América y una zona de entrada y salida no solo del comercio, sino también de la comunicación hispanoamericana. Por eso, Cartagena era un punto esencial en las relaciones con la Metrópoli, con otros espacios del Virreinato de Nueva Granada y también con otras potencias extranjeras que acechaban a la región del Caribe, zona crucial de conexiones globales y atlánticas (Brown, 2015).

Al ser una ciudad portuaria, Cartagena de Indias requería de infraestructura defensiva y económica importante, y por ella, circulaban una gran cantidad de gente, ideas, mercancías, navíos, etc. que constituía la base de la vida de la ciudad y su puerto. Esto le hacía ser articuladora de redes internacionales, protagonista en la formación de la economía mundial y adelantada de los cambios espaciales, políticos, económicos, sociales y culturales (Martínez Shaw, 1997).

La ciudad cartagenera era un ámbito enredado e inestable donde confluían distintas fuerzas estatales y locales, donde las redes transatlánticas formaban complejas relaciones de poder, donde se articulaba el mundo marítimo y terrestre, y las comunicaciones postales hacían posible todo ello. De forma que nuestro trabajo parte de una historia local, centrada en el estudio de la Administración de Correos de Cartagena de Indias, hacia una historia global, donde se examinan las comunicaciones postales en los imperios coloniales. Esto brinda un atractivo diálogo político, social, económico y cultural entre los distintos lugares a través del análisis de los sistemas postales, y refleja el efecto de lo global mediante lo local (Brown, 2015). Este juego de escalas permite comprender los fenómenos y las prácticas de comunicación postal intensas y diversas tanto a nivel global como a nivel local.

Los rasgos comerciales y defensivos, junto con su excelente ubicación, convirtieron a la urbe cartagenera en un lugar clave de comunicación no solo del interior con la Costa, sino también con otros territorios americanos, la Península y las distintas potencias extranjeras. Por eso, Cartagena de Indias llegó a ocupar un lugar de preferencia en el sistema de comunicaciones imperial desde los inicios del período colonial, lo que influyó en la decisión de situar allí una de las administraciones de correos principales de la monarquía hispánica con la reforma del correo ya en la segunda mitad del siglo XVIII.

Nuestro estudio sobre los servicios postales en los imperios ultramarinos se centra en ese mismo siglo. En este periodo de fuerte competencia imperial había una gran circulación de información a través de los giros postales que circularon globalmente por los distintos espacios. Además, se originaron una serie de proyectos de reforma postal en los imperios británico, hispánico y portugués que tenían la necesidad de crear una institución que soportara la circulación de la información por los diferentes territorios de sus Estados. Estos pretendían que el gobierno ejerciera un rol de mayor intervención en el servicio postal a través de la instauración de una comunicación organizada, rápida y eficaz para consolidar el control y dominio sobre sus posesiones. Para este propósito, era primordial que tuvieran una eficaz infraestructura de correos entre las metrópolis y las colonias con el fin de entablar una comunicación más fluida para recopilar conocimiento de estos lugares con el objetivo de aumentar la accesibilidad territorial, tomar decisiones sobre ellos, fomentar el cumplimiento de órdenes y alcanzar la prosperidad comercial, puesto que el correo era la base del intercambio comercial. De esta manera, el sistema postal se convirtió en una vía para conseguir los propósitos comerciales y políticos para los distintos actores sociales de los imperios.

Por esta razón, desde finales del siglo XVII en el caso británico y ya en el siglo XVIII en el caso hispánico y portugués, se inició el interés de los gobiernos estatales por incorporar la gestión y la administración del correo bajo su mando, ya que hasta entonces pertenecía al ámbito privado ya fuera por medio de los Correos Mayores en Iberoamérica o a través de los comerciantes que transportaban sus cartas entre ambas orillas atlánticas con sus navíos mercantes (en el caso británico los denominados advicesboatso shipletters (Steele, 1986) y el hispánico donde los navíos de aviso eran despachados por el Consulado de Cargadores a Indias (Heredia Herrera, 1994).

El imperio británico fue el primero que intentó adherir a su mando el gobierno postal entre finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII (1660-1711), y sirvió de ejemplo a los demás, no solo por su temprana incorporación de los correos a la Corona, sino por su regularidad, puesto que en la segunda mitad del siglo XVIII ya tenía establecido un correo ordinario semanal con cuatro paquebotes que traían y llevaban la correspondencia de Inglaterra a sus posesiones americanas (Garay Unibaso, 1987). Esto hizo que la monarquía borbónica tomara de modelo a los ingleses, tal y como lo ilustra un informe del conde de Campomanes, en 1762, que impulsaba la Reforma Postal en España, donde afirmaba lo siguiente:

El gobierno británico se halla con puntualísimas noticias de cuanto ocurre en aquellos parajes y mira unos y otros con un dominio continuado. El ejemplo de esta nación comerciante sería suficiente para que la nuestra pensase en un igual establecimiento tanto más necesario18.

No obstante, tuvo que superar numerosos obstáculos y fracasos ilustrados en los intentos fallidos de personajes como Thomas Neale y Andrew Hamilton en el caso del servicio postal en el interior de América, quienes tuvieron que enfrentarse sin éxito a las autoridades locales; y Edmund Dummer y William Warren en el caso del servicio de paquebotes entre Gran Bretaña y América, quienes encontraron circunstancias no apoyadas por el gobierno británico como el gran desembolso de capital en la adquisición de barcos, o incidentes como el naufragio o captura de los navíos.

Tras numerosos intentos fallidos y medidas temporales, en 1711 se incorporaron las colonias americanas al sistema postal imperial británico, a través de la publicación de The Post Office Act19.En él estaban Inglaterra, Irlanda y Escocia con un suficiente nivel de estabilidad. Aunque el correo intercolonial no tuvo su expansión hasta 1750 cuando se multiplicaron las oficinas postales, los caminos, etc. y el sistema de paquebotes continuó entre Inglaterra y Europa, no cruzó el Atlántico para transportar el correo de forma regular a las colonias hasta 1755 (Dierks, 2009). Eso debido a que esta infraestructura de comunicaciones imperiales requirió de experimentación, problemas y enfrentamientos, pero hizo que en el siglo XVIII ampliara la ambición del imperio británico en el marco global.

Al británico, le siguió el imperio hispánico que, bajo el marco de las Reformas Borbónicas, impulsó la creación de los Correos Marítimos de España a sus Indias Occidentales en 1764 con el que Carlos III aspiraba a inaugurar un nuevo mecanismo de correspondencia ultramarina bajo el poder de la Corona.Y, más tarde, el portugués cuya renovación postal se reflejó en la creación de los correos marítimos para Brasil que se realizó en 179820, que tomó el patrón delos imperios británico e hispánico (Guapindaia, 2013) que pretendía instaurar un paquebote cada dos meses desde Portugal, concretamente Lisboa a Brasil, que se apoyara en navíos mercantes regulados por la Corona, así como el manejo de los correos interiores en Brasil.

Esta transformación del sistema postal tuvo lugar gracias al empeño personal de Rodrigo de Sousa Coutinho que era Ministro y Secretario de Estado de la Marina y los Dominios Ultramarinos que, además, impulsó la abolición del oficio de Correo Mayor (“Correio-Mor”) del Reino y la incorporación del correo a manos de la Corona portuguesa (Machado, 2002). Su objetivo era reformar para aumentar la prosperidad económica del Reino y construir un fuerte y poderoso imperio a través de establecer una comunicación regular entre Portugal y sus colonias, para mejorar las transacciones económicas, pero también, para intentar controlar el vasto imperio. Sin embargo, esta instauración encontró muchas resistencias entre los individuos que hasta ahora administraban el correo americano, dificultades en algunas zonas debido a la oposición de los poderes locales, así como a las vastas distancias del territorio americano que imposibilitaban la presentación de los administradores de correos en diversos sitios (Guapindaia, 2013).

 

Es evidente que estos imperios ultramarinos ansiaban la institucionalización del correo que se impulsó a través de experimentos tentativos que tuvieron un éxito incierto. Esto nos hace ver que, aunque fueran distintos modelos de soberanía —monarquía absoluta en el caso de las monarquías de España y Portugal o parlamentarismo en el de la monarquía británica— sus esfuerzos políticos y administrativos se dirigían a establecer un monopolio postal gubernamental eficaz (Zilliacus, 1964).

A ello, se le unía la idea de centralización que poseían estos gobiernos absolutistas que pretendían llevar a cabo proyectos de reorganización política, económica y social con el objetivo de afianzar un aparato burocrático sólido y centralizado en sus Estados, donde el correo constituía una herramienta fundamental. Estos imperios ambicionaban que las relaciones entre saber y dominio estuvieran bajo las condiciones impuestas por el dominio colonial. Pero estas medidas se modificaron en cada lugar particular y se vieron obligadas a adaptarse a las circunstancias e intereses locales,lo que mermaba el control de los estados imperiales y cuestionaba los ansiados procesos de centralización política, pues, no solían coincidir en un aumento lineal y progresivo del poder en el centro, sino que ampliaron los márgenes de acción local debido en mayor medida a las enormes distancias que le daban al gobierno de ultramar un carácter indirecto, incompleto, ineficaz y lento (Brendecke, 2012).

Junto a este problema de la lejanía de los territorios ultramarinos se hallaban las fuertes tensiones entre poderes centrales y locales que hacían muy complicado consolidar un firme dominio imperial en los territorios americanos y sostener una eficaz infraestructura comunicativa que además se veía teñida también de los conflictos internacionales entre las distintas potencias europeas. Esto quiere decir que el pretendido buen funcionamiento por parte de los gobiernos del correo marítimo se veía profundamente afectado por distintas causas, como eran también los obstáculos geográficos y climáticos, los continuos fraudes y contrabandos, las resistencias y oposiciones a los planes reformistas, la incertidumbre de los transportes, las interminables demoras, las cartas extraviadas, etc. Estos factores disminuían la velocidad de la circulación del correo y aminoraban la vigilancia del poder.

Además, en las colonias americanas operaban dos sistemas de comunicación de forma paralela. Por una parte, los servicios postales oficiales auspiciados por los gobiernos; y, por otra, los sistemas de comunicación informales que operaban en innumerables redes de conexión a lo largo de las costas, el interior y alrededor del Atlántico (Adelman, 2010). De esa forma, los sistemas postales de los imperios ultramarinos estaban teñidos de tensiones perpetuas entre ambiciones imperiales y arreglos locales, de vínculos desiguales que ayudaron a estructurar el panorama social y político, y de coexistentes articulaciones de poder paralelas que permearon todos estos territorios (Dubcovsky, 2016).