Formación en psicología

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Formación de psicólogos en Iberoamérica: una aproximación a su estado del arte

DOI: https://doi.org/10.17230/9789587206821ch3


María del Pilar Murcia y Johnny Orejuela

Universidad de San Buenaventura y Universidad EAFIT

Abordar los aspectos implicados en los procesos de formación de psicólogos en Iberoamérica implica primero aproximarse al estado de la cuestión respecto a lo que ello articula en sí mismo. Cuando nos referimos a Iberoamérica se hace alusión a aquellos países de América con lenguas iberorromances colonizados por España y Portugal. Se trata de una de las regiones más grandes y culturalmente más cohesionadas del mundo; aspecto que permite considerar que nos referimos a un escenario amplio que abarca aspectos importantes en los ámbitos sociocultural, sociopolítico y geopolítico, y, por ende, un escenario de gran carácter cultural e histórico que hace comunes, y a la vez diversos y particulares, a cada uno de sus territorios.

Partiendo de esta contextualización, convocamos por medio del presente estado del arte a reconocer y comprender, como lo plantea Galindo (2016), el nacimiento de la psicología en los contextos iberoamericanos como respuesta a transformaciones económicas, sociales y políticas. Para lograr este cometido de marco contextual, a continuación se presenta un documento que expone, en primer lugar, el surgimiento de la psicología; en segundo y tercer lugar, los programas de psicología en pregrado y posgrado, respectivamente; en cuarto lugar, la experiencia de los estudiantes de psicología sobre su formación profesional; y en quinto y último lugar, la formación investigativa en este campo del conocimiento y el desarrollo profesional. Lo anterior, como se había mencionado, en el marco de los países de Iberoamérica.

Surgimiento de la psicología en los contextos iberoamericanos

Son múltiples los factores involucrados en el surgimiento de la psicología en los países iberoamericanos, entre ellos encontramos la Guerra Civil Española de 1936 como uno de los eventos que motiva el nacimiento de la psicología como respuesta a sus consecuencias. De este modo, la disciplina psicológica emerge, en primer lugar, para propiciar la producción de conocimiento y, en segundo lugar, para transferir el mismo. El auge de la psicología en estos escenarios, tal como lo plantea López (2014), es una respuesta a determinadas transformaciones económicas y sociales, así como a cambios estructurales socioeconómicos, sociopolíticos, sociojurídicos, socioambientales y psicosociales, que implican necesariamente reformas en los sistemas de formación, promoción y producción de conocimiento desde el saber psicológico.

Dado que los países iberoamericanos son aquellos que tienen en común haber sido en el pasado colonias de España y Portugal, se considera que los autores españoles cumplen un papel muy importante en el desarrollo de la psicología en estos países, en tanto sus intereses y perspectivas contribuyen de manera significativa en este proceso. Incluso, se ha llegado a afirmar que existe una estrecha relación entre la psicología, como disciplina, y la política, lo cual se presenta en la década de los setenta, cuando el desarrollo de nuestra ciencia alcanza un cierto grado de madurez con la fundación de las primeras facultades de psicología en el país. Aún más, en 1987 se consolida la psicología política, año en que se realiza el Primer Congreso Nacional de Psicología en este campo.

Esta psicología política desarrollada en los países iberoamericanos surge de la psicología social, la cual se interesa, por una parte, por los hechos políticos como objeto de estudio y, por otra, se cuestiona a sí misma, a su rol social y a su capacidad y modo de incidencia en la sociedad. Al respecto, se considera que, entre otros aspectos, toda psicología social es una psicología política, afirmación que, si bien responde a una consideración de principio y a la inevitable repercusión que la aplicación de la primera tiene sobre la esfera política y viceversa, no define el área de estudio. Según Montero (1991), cuando se descubre un nexo entre la esfera de lo político y la dimensión psicosocial de un fenómeno no necesariamente se está haciendo psicología política en estricto sentido; aunque para la autora delimitar el campo no es tarea fácil. Por su parte, Fernández (1987) refiere que la “psicología política es un término genérico, que designa un ilimitable espectro de teorías, métodos y prácticas, cuyo único denominador es que establecen una relación difusa entre una psicología imprecisa y una política indefinida” (p. 75). Para este autor, la psicología política es un momento de la psicología social y solo puede desarrollarse en la medida en que responde a una realidad propia de un lugar concreto y sus singularidades, en este caso particular, de los países iberoamericanos.

La psicología, al igual que otras disciplinas, recobra importancia cuando en un espacio sociogeográfico se constituye como un escenario de producción y de transferencia de conocimiento, tal como se había mencionado antes.

Respecto a la aparición y la formación en psicología en los países de Iberoamérica, es importante destacar la influencia de modelos que la han antecedido y que provienen de otros países, los cuales han aportado a la consolidación de las pautas para la formación psicológica en Latinoamérica. Un ejemplo de lo anterior es la Conferencia Boulder organizada en 1949, la cual estableció el modelo americano científico-profesional de la psicología, referido a los requisitos necesarios para la formación universitaria y para el entrenamiento clínico en lo concerniente al diagnóstico y terapia; de este modo, como lo señalan Ferrero y De Andrea (2008), se dio relevancia tanto a la investigación como a la práctica.

A partir de ese momento, se piensa en el establecimiento de unos criterios para los programas académicos de psicología en cuanto a la formación de sus profesionales. Se desarrolló, según lo relacionan Ferrero y De Andrea (2008), el modelo latinoamericano o modelo Bogotá, gracias a la Primera Conferencia Latinoamericana sobre Entrenamiento en Psicología, realizada en Bogotá durante la década de los setenta.

El modelo Bogotá concibe a la psicología como bifronte; esto es, reconoce dos aspectos: científica y profesional (igual que la declaración del modelo americano). Estas dos características definieron para la formación en psicología los siguientes puntos:

•No debe ser menor a cinco años.

•Debe capacitar en forma generalista a los futuros profesionales para que puedan desempeñarse en las distintas áreas de la disciplina.

•Debe contar con un perfeccionamiento en algún área al final de la carrera.

•Debe incluir trabajo de tesis y prácticas institucionales.

•Debe verificar que dichas prácticas sean supervisadas por los profesionales a cargo.

 

La formación de psicólogos en los países iberoamericanos comenzó a estructurarse a mediados del siglo XX, cuando se crearon los primeros programas de formación en las diferentes universidades. Berra y Gallegos (2014) plantean que entre los países más representativos como cuna de estos primeros pasos formativos en el saber psicológico se encuentran Chile en 1946, Colombia en 1947, Argentina y Perú en 1955, México y Venezuela en 1956, entre otros. A partir de estos años se iniciaron actividades institucionales orientadas a mejorar, organizar y fortalecer la formación universitaria de psicología en la región.

Colombia es el tercer país de Iberoamérica con más revistas en las bases de datos internacionales, después de España y Brasil. Este espacio ha permitido el desarrollo, transferencia y dialogicidad regional del conocimiento relacionado con el saber psicológico. Llegar a este punto implica, como lo plantean Salazar, Lucio, López y Aguado (2013), invertir en la formación de investigadores, el soporte económico a la producción, la transferencia de conocimiento, la generación de redes de cooperación, los convenios interinstitucionales y la visibilidad del conocimiento que se produce, a partir de la publicación, en especial en revistas.

Brasil ha destinado una alta inversión a investigación, a formación doctoral y a publicaciones, y es hoy uno de los mayores contribuyentes de artículos en el mundo en psicología. Colotla y Gallegos (1978) mencionan que los programas de formación en psicología en los contextos iberoamericanos tienen aproximadamente sesenta años de existencia; sin embargo, en México, para el año 1937, ya se encontraban funcionando programas de psicología, tanto en la modalidad de pregrado como de posgrado. Por su parte, Colombia y Chile fueron de los primeros países iberoamericanos en ofrecer desde 1947 programas de formación universitarios en psicología.

Poco tiempo después de haberse fundado en 1947 la primera institución universitaria de psicología en el Instituto de Psicología Aplicada en la Universidad Nacional de Colombia, sus estudiantes organizaron una Federación Universitaria de Psicología. Luego de sumar el interés y el soporte de los jóvenes profesionales, se dio paso a la creación en 1955 de la Federación Colombiana de Psicología, tal como lo relaciona Gallegos (2008). El mismo autor advierte que los programas de psicología se originaron en su gran mayoría en el seno de las facultades de filosofía, letras, educación o humanidades, con base en los institutos de psicología preexistentes. Entre los años cincuenta y setenta comenzaron a esbozarse las primeras iniciativas y gestiones tendientes a favorecer la difusión del conocimiento psicológico que se venía forjando en diferentes países.

En lo que respecta a la formación de psicólogas y psicólogos en Colombia, es importante hacer una reflexión frente a este proceso. Según Londoño y Flórez (2010), la Asociación Colombiana de Facultades de Psicología (Ascofapsi) hace más de una década ha adelantado a través de muchos espacios la discusión, y el Colegio Colombiano de Psicólogos, en un desarrollo no tan reciente y mediante las divisiones académico-científicas y profesionales creadas, empieza a contribuir a la reflexión.

Londoño, Flórez y Lavallé (2010) se proponen describir en su investigación las acciones de formación en psicología de la salud en las facultades de psicología en Colombia entre octubre de 2007 y enero de 2008, a partir de un estudio descriptivo y utilizando una ficha de registro. En esta ficha se recoge información relacionada con institución, región de ubicación, niveles de formación ofrecidos, actividades académicas vinculadas al campo de la psicología de la salud, denominación de los programas de posgrado, objetivos y líneas de formación propuestos de 107 programas de psicología –de 140 programas existentes–, 7 públicas y 100 privadas, ubicadas en diversas regiones de Colombia.

Esta investigación concluye que la mayor parte de las facultades de psicología no ofrece actividad alguna de formación en el campo aplicado de psicología de la salud, aunque al menos el 47% ofrece diversas actividades académicas de formación, como asignaturas obligatorias (36%), cursos de interés especial en temas de psicología de la salud –no como actividad permanente, sino dependiente de la demanda (inscripciones)– y el 10% ofrece una electiva relacionada con la psicología de la salud. El 15% de los programas de psicología tiene un grupo de investigación en psicología de la salud que aborda diversos temas y el 13% de ellos incluye líneas de investigación en psicología clínica o limitan su estudio a la compresión de la salud mental. En el nivel de posgrados, se encuentran 8 programas de especialización en temas relacionados y solo 3 programas específicos de especialización en psicología de la salud; los restantes abordan temas en psicología clínica o se reducen a estudiar temáticas relacionadas con salud mental.

Por otro lado, Gallegos (2016) aduce que en otros países iberoamericanos, como Argentina y Brasil, se evidencia una importante cantidad de material escrito sobre la historia de la psicología. Además, en ambos lugares se registra una virtuosa tradición historiográfica, con grupos de historiadores, producción de tesis históricas, eventos especializados y varias producciones representativas de la historia de la psicología en cada comunidad local. Uno de los países que ha logrado un importante desarrollo en los últimos años es Perú.

García (2012) realiza una investigación de corte descriptivo cuyo propósito central es profundizar y documentar los cruces producidos entre la Sociedad Interamericana de Psicología (SIP), como entidad científica y profesional, y la psicología en Paraguay. Este autor concluye que la SIP tuvo siempre como una de sus ventajas reunir a los exponentes más calificados de las ciencias del comportamiento en las américas, cuyos intereses en los intercambios científicos y en la promoción del diálogo entre distintos referentes institucionales o teóricos es uno de sus factores distintivos. Hoy la vinculación de los psicólogos paraguayos con las tendencias predominantes en las ciencias del comportamiento resulta débil y su participación en las sociedades internacionales más importantes es mínima, cuando no nula.

García (2012) también plantea a través de una revisión bibliográfica y un análisis de documentos y escritos, que el panorama que ofrecen las investigaciones sobre las condiciones de estudio, docencia y ejercicio de la psicología no deja mucho margen para el optimismo. Pero permite generar una visión de conjunto del problema y comprender que no se trata de circunstancias coyunturales, sino de condiciones muy instaladas y de dificultades estructurales.

González (2009) desarrolla una investigación documental a partir de la cual intenta una aproximación a la historia de la psicología en América Latina siguiendo una vía diferente. Realiza un estudio en profundidad de dos de los movimientos: uno, el abordaje teórico-metodológico desarrollado por Pichón-Rivière y Bleger en Argentina; otro, el movimiento crítico en la psicología social, que tuvo lugar desde finales de los años setenta y los años ochenta del siglo XX e integró psicólogos de diferentes países latinoamericanos. Entre otras conclusiones, el autor afirma que en América Latina se da hoy una contradicción entre los procesos de desarrollo de la institucionalidad científica y la necesidad de mayor intercambio entre los países del continente, que nos permite la integración de grupos interdisciplinarios orientados al desarrollo de temas cruciales. Igualmente refiere que la mayoría de los proyectos que integran universidades latinoamericanas responden más a intereses de organizaciones internacionales de los países desarrollados y a universidades de esos países. A pesar de las buenas intenciones de muchos de sus protagonistas, responden a los intereses de quienes los financian y desarrollan.

La aparición de diversas instituciones nacionales y regionales destinadas a orientar, supervisar y consensuar criterios acerca de la formación en psicología ha dinamizado la producción de estudios sobre el estado de la psicología, donde la referencia a la historia se encuentra presente. Entre las instituciones nacionales es posible referir la constitución del Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación en Psicología (México, 1971), la Asociación Colombiana de Facultades de Psicología (Colombia, 1986), la Asociación de Unidades Académicas de Psicología (Argentina, 1991), la Red Nacional de Unidades Académicas de la Psicología Chilena (Chile, 1994), la Associação Brasileira de Ensino de Psicología (Brasil, 1998) y la reciente Red Académica de Psicología (Ecuador, 2014).

Sobre el tema, Navarrete, Fernández, López, Quevedo y Buela (2010) realizan un estudio descriptivo mediante análisis de documentos, a partir de 470 revistas y un total de 108.741 documentos, de los cuales 103.552 son artículos originales y 5.186 son de revisión, mediante índices bibliométricos cuantitativos. El fin era obtener un mapa geográfico de la producción científica de las revistas de psicología mediante el análisis de los artículos incluidos en las categorías relacionadas con la psicología, publicados en la base de datos Web of Science. Los autores finalmente reportan que Europa (55%) y Norteamérica (33%) conjuntamente contribuyeron con el 90% de la productividad científica en psicología total mundial. Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Alemania y Australia fueron los cinco países con mayor producción científica en psicología. En tanto, España se situó en el noveno puesto en el ámbito mundial y en el quinto en el ámbito europeo. En Latinoamérica, Vera, López, Lillo y Silva (2011) analizan la productividad de artículos científicos entre 1996 y 2008 en las bases Scopus y Web of Science. Concluyen que los países con mayor índice actualmente son Brasil, México y Colombia.

Los programas de psicología en pregrado y posgrado en los países iberoamericanos

El posicionamiento y valor de la psicología como disciplina científica e investigativa y como profesión ha sido un proceso permanente y dinámico que obedece, por un lado, a los cambios que experimentaa las sociedad y a las nuevas problemáticas, demandas y desafíos que de ellos emergen; y, por otro, a la efectividad y claridad con que la ciencia exige y la profesión responde por medio de la formación del profesional (Moyano y Juliá, 2013).

Los procesos actuales de formación en psicología en Iberoamérica exigen a los profesionales y académicos tener un rol activo y decisivo en la producción de conocimientos. En este sentido, el valor del aprendizaje activo es enfatizado, según Beard (2010) y Bixio (2004), por la literatura científica, en la cual se reconocen las temáticas y campos de acción, así como los avances y proyectos que permiten hacer de la misma una disciplina que constantemente está en formación. Como respuesta a esta situación, Patry (2010) propone el fomento de metodologías de aprendizaje activas certificadas y de alta calidad.

De esta manera, propiciar y difundir conocimientos en psicología –como disciplina científica– depende de los mismos psicólogos, en sus diferentes ámbitos de desempeño y organizaciones. Una de estas organizaciones son las facultades o unidades académicas que forman licenciados y profesionales psicólogos, y en las que mayoritariamente (al menos en Latinoamérica), según Urzúa (2008), se realiza la investigación y difusión científica de más alto nivel en la disciplina. Para hacerlo se requiere, tal como lo refieren González, González y Vicen (2014), de una permanente reflexión sobre los diferentes desafíos que emergen desde la sociedad y aquellos que surgen desde la propia praxis.

 

Los programas de psicología proponen currículos que ofrecen una multiplicidad de alternativas temáticas, las cuales se subdividen principalmente en las áreas clínica, organizacional, social, educativa, entre otras. Ello establece no solo una plataforma variada para los profesionales, sino además para la proliferación de áreas temáticas que van creando fuertes diálogos y diferencias entre los enfoques, contribuyendo a distintos sectores de la psicología a establecer relaciones entre ellos (Puche, 2008).

Si bien se trata de un análisis descriptivo, las características que definen los resultados obtenidos ofrecen no solo un panorama del estado de los programas de psicología, sino que además permiten vislumbrar los resultados de las políticas y lineamientos en materia de educación de los últimos años. También dejan ver las reformas curriculares y ajustes en metodologías y avances de los distintos campos de aplicación y ejes de profundización, así como los desafíos a los que se enfrenta la psicología como disciplina, relacionados particularmente con el aseguramiento de la calidad de los programas de formación.

Con base en lo anterior, varios países iberoamericanos han pensado la posibilidad de instaurar un marco común para la formación en psicología, dado que varios lugares de la región presentan desafíos y problemáticas comunes, aunque afectan particularmente a cada nación. De este modo, se conformó el Comité Coordinador de los Psicólogos, denominado Mercado Común del Sur (Mercosur), como consecuencia de la integración de algunos países latinoamericanos en materia de economía y, en este caso, la formación universitaria. De allí la iniciativa de este comité que se instituyó después de varios encuentros entre representantes de entidades profesionales nacionales de psicología en el año 1994, pertenecientes a Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.

De acuerdo con los trabajos desarrollados por algunos autores como Ferrero y De Andrea (2008), y Penna, De Andrea y Ballari (2008), el Comité Coordinador reconoció la necesidad de estipular estándares curriculares mínimos comunes para todos los países de la región y crear regulaciones éticas comunes para el ejercicio profesional de la psicología. Estos criterios tuvieron en cuenta la importancia de establecer un currículo general para la formación básica común en psicología en todos los países de la región, con unos contenidos mínimos garantes del pluralismo teórico y metodológico de la formación científicoprofesional. Asimismo, se consideró relevante la formación interdisciplinaria y la aplicación del conocimiento de la ciencia psicológica, con integración de teoría y práctica a lo largo del desarrollo curricular.

Respecto a la ciencia psicológica y al componente de medición y evaluación en los programas de psicología en pregrado, Rodríguez y Rosero (2014) realizan una investigación de análisis descriptivo con siete profesores de psicometría de universidades que cuentan con acreditación institucional y mayor trabajo en el área. Se recolectaron los datos mediante una ficha de identificación que incluyó información del programa referida al número de asignaturas y los créditos o intensidad horaria de las mismas. Acerca del programa de psicometría se incluyó información sobre contenidos, estrategias pedagógicas, autores de referencia y software de mayor uso. Esta información se complementó con una entrevista estructurada.

Se concluye que en la formación curricular se enfatizan los cursos referidos a los aspectos metodológicos (en promedio, cuatro cursos), seguido de la formación en análisis de datos (estadística descriptiva e inferencial; en promedio, dos cursos), matemáticas y psicometría (con un promedio de un curso) y la formación en evaluación (aplicación de instrumentos psicométricos en contextos específicos; con un promedio de dos cursos). Los temas de validez y confiabilidad se imparten en diecisiete de las veintidós instituciones de educación superior, seguido por la clasificación de los test, la historia de la medición y la construcción de instrumentos, y, en menor número, los modelos alternativos y técnicas de muestreo. En relación con las estrategias pedagógicas, los profesores que imparten los cursos de psicometría usan con mayor frecuencia la clase magistral.

Siguiendo a Ferrero y De Andrea (2008), la psicología en Argentina se ha preocupado especialmente por la manera como se construyen sus programas de pregrado, así como la influencia que ha tenido Mercosur al establecer criterios de integración respecto de la formación. Por consiguiente, conformó la Asociación de Unidades Académicas de Psicología (AUAPsi), con el fin de remarcar las habilidades indispensables para la formación en psicología. Entre ellas se destaca, además de los contenidos teóricos vistos a comienzos de la carrera, las prácticas preprofesionales, las cuales preparan al estudiante para desempeñarse en un campo de acción de la psicología por medio de la adquisición de competencias específicas.

De acuerdo con la AUAPsi, las prácticas preprofesionales han de realizarse bajo dos modalidades secuenciales. La primera se desarrolla en el transcurso de la formación básica y está destinada a la adquisición de habilidades y conocimientos metodológicos y de dispositivos de evaluación e intervención psicológicas, de modo que se garantiza el aprendizaje necesario para la comprensión, aplicación, adaptación y construcción de diferentes metodologías, procedimientos, técnicas e instrumentos psicológicos pertinentes a las diferentes áreas de competencia de la disciplina. La segunda modalidad tiene lugar durante la formación profesional (finalizando la carrera) y consiste en prácticas psicológicas supervisadas en los distintos campos de acción profesional. En esta etapa predomina el desarrollo de competencias específicas y preparatorios para las actividades reservadas al título profesional. El objetivo es la vinculación del mundo académico con el mundo del trabajo mediante la integración de conocimientos teórico-prácticos que aseguren el aprendizaje de las competencias, el saber hacer.

Teniendo en cuenta lo anterior, puede afirmarse que la psicología en Argentina, y en general en los países latinoamericanos, se ha preocupado por incluir el componente práctico entre las instancias de aprendizaje en el nivel de educación superior, con el fin de preparar al estudiante para su futuro profesional.

El énfasis en la adquisición de competencias para el desempeño profesional no es un tema en el que solo se ha centrado la psicología argentina. Un estudio descriptivo realizado en Colombia por Ruiz, Jaraba y Romero (2011) a un grupo de sesenta egresados de Psicología de una universidad privada y empleando cuestionario con escala tipo Likert, revela que el desarrollo de habilidades para el ejercicio de la profesión es una demanda del ámbito laboral. Por tanto, se convierte en una tendencia creciente que genera la necesidad de fundamentar la educación, entrenamiento y acreditación de los programas de psicología en el concepto de competencia profesional. La educación de psicólogos basada en competencias implica, según los autores, tres aspectos relacionados: conocimiento de principios psicológicos fundamentales, habilidades obligatorias y límites éticos y legales. Dichas competencias son requeridas y planteadas por la sociedad globalizada, lo que conduce a las instituciones, organizaciones, profesionales, profesores y estudiantes a seguir avanzando de forma conjunta en el diseño de mecanismos de definición y reconocimiento de los perfiles de competencias del psicólogo (Gutiérrez, citado por Ruiz, Jaraba y Romero, 2011). En este camino se debe tener presente que las competencias demandadas no son abstractas, sino que provienen, tal como lo plantean Gallart y Jacinto (citados por Ruiz, Jaraba y Romero, 2011), de una reflexión acerca de la realidad del mundo del trabajo.

Alzate (2008) presenta, a propósito de los asuntos relacionados con las acreditaciones institucionales, una investigación de tipo descriptivo cuyo propósito es establecer los efectos de la acreditación en el mejoramiento de la calidad de los programas de psicología. Para este estudio, la autora toma un total de once programas de Psicología en Colombia y concluye que existe una relación entre la acreditación y aspectos tales como la formación de los docentes, el número de docentes de planta, la deserción estudiantil y la fortaleza de la investigación. Se presentan también elementos teóricos para la discusión sobre el tema de calidad de la educación y se sugieren nuevas direcciones de investigación.

De esa manera, se afirma que la adquisición de competencias no se evidencia en la acumulación de contenidos teóricos, sino en la demostración de una capacidad de desempeño en situaciones problemáticas específicas. En esta misma línea, Zanatta y Camarena (2012) sostienen que un grupo de psicólogos con representantes de las instituciones formadoras de la profesión elaboró en México un modelo de competencias para el desarrollo de indicadores que certifican la psicología profesional con base en siete habilidades, a saber: conceptual, técnica, adaptativa, metodológica, contextual, ética e integrativa. Tales competencias operan como directrices del desarrollo curricular en los aspectos sustantivos de la organización del currículo. La determinación de las mismas se fundamentó en el enfoque holístico, de modo que se consideraron competencias polivalentes, competencias clave y metacompetencias para el modelo de formación.