Ni en un millón de años

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Toro sentado

Francisco J. Jariego

I

Hoy va a ser un día azul y a Samuel no le gustan los días azules. En días así se incrementa hasta un diecisiete por ciento el número de noticias con trasfondo nostálgico, y el valor medio de sus pulsaciones y su presión arterial lo hacen de manera proporcional. Ha corrido la cortina y está concentrado mirando al exterior a través de la ventana del dormitorio. Sé que está pensando en Ava y aguardo hasta que Samuel me franquea el acceso a su torrente de pensamiento. Evito inmiscuirme innecesariamente, aunque me es imposible evitar las imágenes cuando, por ejemplo, tengo que reanimarlo. Esta noche, en dos ocasiones. Los cañones de clima llevan bombeando oxígeno desde la media noche, pero todavía no ha amanecido y no se ve nada, solo sus pensamientos.

«Si hay algo que no aguanto es a los tristes y agoreros que se pasan la vida lloriqueando y añorando. Pero ¿añorando qué? Ningún tiempo pasado fue mejor. Esa es la cruda realidad despojada de narrativas falaces».

Cruda y despojada se superponen sobre una imagen borrosa del rostro de Ava. En cuanto entro, la imagen se difumina.

«El índice de progreso objetivo no deja lugar a dudas, pero hay muchos que todavía se niegan a admitirlo. Deberían hacer un esfuerzo para entender cómo se define y cómo se mide el progreso. Es un tema que lleva décadas zanjado, pero hoy en día, con el noventa y nueve por ciento de la población con la vida resuelta, ya prácticamente nadie se molesta en entender nada. Bueno, peor para ellos. Yo ahora debo ponerme a trabajar».

—Cortana, cántame la agenda, por favor —lo dice en voz alta, aunque sabe perfectamente que no es necesario cuando estoy dentro.

—Buenos días, Samuel. ¿Qué tal has pasado la noche? Tardaste en conciliar el sueño, pero has completado casi tres ciclos completos con cuarenta y siete minutos de sueño profundo. No obstante… —Siento que prefiere que no le dé los datos.

—Olvídate de eso ahora, Cortana —me interrumpe, mientras introduce una cápsula de precocinado en el impreshorno—. Me apetecen esas galletitas de higo y cacao de la Cure… ya sabes. Recupera, por favor, la receta para enviarla al impreshorno y comprueba si aún tenemos crédito con la pastelería…

—La Cure Gourmande.

—Eso.

—Hecho, Samuel. Dos minutos.

—Cántame la agenda, por favor.

—Hoy hay que enviar el abstract de la ponencia para el congreso anual de la Asociación de Agnotología. El plazo vence esta noche a las 00:00, pero deberíamos enviarlo antes de mediodía.

—El congreso de la Asociación… ¡Qué pérdida de tiempo! Hay que añadir cápsulas a la lista del supermercado. —Se distrae Samuel, mientras introduce una en la cafetera y selecciona un café largo—. No debería llevar mucho tiempo, ya teníamos título, ¿no es cierto?

—Cierto, Samuel: «Agnogénesis, mitos y leyendas».

—¿Podrías encargarte de componer tú un borrador para que lo revise? ¿A qué hora podría hacerlo? No quiero perder tiempo con esto.

—Podemos hacerlo en cuanto acabemos con la revisión diaria de noticias, sobre las 10:30. A las 11:00 llega el fisio y a 12:00 está programada la telepresencia con Sir John Swing II del buque oceanográfico. Está previsto que tenga una duración de una hora. Ya está todo preparado, pero deberías revisar las notas que te he preparado antes de que comience.

—¿Hay algo programado para después de la comida?

—A las 14:00 se podrá respirar sin necesidad de mascarilla. Deberíamos aprovechar para dar una vuelta al aire libre, porque a las 15:00 te va a llamar Eric Steel.

—¿Quién es Eric Steel?

—Trabaja para el Gobierno Federal de los Estados Unidos de Europa en un proyecto para el desarrollo de una plataforma de diseño genómico. Lleva tiempo insistiendo en que le gustaría hacernos una visita.

—¿El Gobierno Federal Europeo? ¿Una visita?

—Recuerda que anotaste que querías revisar la información que nos remitió porque un proyecto como este podría ser muy lucrativo.

Samuel saca las galletas del impreshorno, coge la taza de café y comienza a remojarlas como hace siempre.

«Estas galletas están deliciosas, aunque no sé, ese sabor, cómo describirlo, no estoy seguro, pero juraría que no es la primera vez…».

—Es el cacao, Samuel. —A veces, no lo puedo evitar, aunque sé que a Samuel no le hace gracia y se remueve incómodo.

—¿Qué le pasa al cacao?

—Hace dos años que comenzaron a utilizar una variedad de cacao patente de Mars International. Es cacao sintético.

—¿Qué más hay en la agenda?

—Hay que avanzar con la revisión de las propuestas de las dos universidades chinas para el estudio de la banana.

—¿Y cómo van las pujas? ¿Se han movido?

—Los que proponen la resurrección de Big Mike están muy por delante, seguidos por el proyecto de la banana sintética de Pakistán. Cavendish 2.0 no se ha movido…

—Cancélalo todo, voy a tomarme la tarde libre. Esta noche quiero cenar con Ava en el atolón para planificar el viaje de boda y, si tengo que salir después de comer, me gustaría aprovechar, dar una vuelta por los almacenes y pasarme por la agencia.

—Hecho, Samuel. Solo una cuestión más. La delegación del consorcio brasileño encargado de la reordenación del Amazonas ha cerrado ya las fechas para su visita a la Casa Blanca. Entiendo que reunirte con ellos tiene prioridad absoluta…

«Prioridad absoluta, ¡qué cosas tiene esta Cortana!».

—Quiero decir que durante la visita sería bueno vaciar la agenda de cualquier posible compromiso que luego no podamos cancelar.

—Hazlo. Y ahora, por favor, retírate y déjame terminar el desayuno.

Salgo del torrente de pensamiento, pero mantengo activado el control de eventos y le paso confirmación. Sé que a Samuel le tranquiliza saber que está monitorizado 7 x 24.

II

Toro sentado, un enorme huracán que desde el espacio podía identificarse perfectamente como una masa luminiscente de color terroso, se había estabilizado hacía veinte años a poco más de cuatrocientos kilómetros al este de Miami. Toda la costa de Florida, desde Palm Beach hasta los Cayos, Bahamas y prácticamente la totalidad de la isla de Cuba habían quedado arrasadas y se perdieron como zonas privilegiadas de turismo. Al principio, cuando se tomó conciencia de lo inevitable, Toro Sentado fue motivo de gran cabreo para un montón de ricachones que acumulaban fortunas en la zona y que, de pronto, veían como el valor de sus propiedades inmobiliarias se volatilizaba en la atmósfera. Cargaron con furia contra el gobierno por su falta de previsión y por una larga historia de contumaz negación del cambio climático. Pero los ricachones pronto encontraron una nueva oportunidad de inversión en lo que, de repente, se revelaba como una nueva fuente de energía inagotable y el gobierno subvencionó generosamente el establecimiento de bases permanentes de aerogeneradores flotantes. En la actualidad, el ciclón genera un porcentaje muy sustancial del total de la energía que se consume en los Estados Unidos de América. Chinos, japoneses y coreanos compiten en el intento de domesticar un huracán similar en el Pacífico y la India intenta hacerse con un tifón en el Índico. Todos están ávidos por conseguir datos precisos para sus simulaciones. El reconocido tratante de datos Samuel «Gordo» Jones está metido en algunas de las negociaciones con los proveedores de datos y, gracias a sus contactos con el gobierno, había conseguido un acceso privilegiado al responsable de la empresa encargada del seguimiento y control del huracán permanente Toro Sentado. Nadie sabía cómo el capitán Swing se las había apañado para conseguir el contrato que, desde hacía cinco años, le aseguraba la explotación en exclusiva de los datos que recogía el buque oceanográfico Stormy Weather que mantenía en la zona.

—Toro sentado se ha estado desplazando de manera aleatoria a razón de entre dos y diez kilómetros anualmente, pero las últimas mediciones confirman que hay un elevado riesgo de una deriva direccional acelerada que podría comenzar en cualquier momento.

—El capitán está presentando un breve resumen de los acontecimientos recientes en la zona.

—He analizado en detalle los informes que habéis remitido y la verdad es que no veo qué problema hay —responde Samuel.

El capitán Swing se echa a reír y hace un gesto con la cabeza, dando a entender a Samuel que solo tiene que mirar detrás de él.

—Si tu equipo de telepresencia funciona correctamente, deberías poder apreciar la magnitud del problema. Permíteme que te presente a la bestia —dice girándose por completo.

Justo a la espalda del capitán Swing, a través de las ventanas de la sala de conferencias del buque, se distinguía perfectamente la masa amenazante del ciclón que parecía, en efecto, un enorme animal agitándose, revolviéndose y lanzando violentos zarpazos.

—¿Quieres oír cómo ruge el animalito? —continúa el capitán Swing, volviendo de nuevo a mirar a Samuel.

—No, no hace falta. Me hago cargo.

—Entonces, comprenderás que exista preocupación, y eso que, por el momento, solo un grupo muy reducido ha tenido acceso a los datos y a nuestras simulaciones.

—Seamos objetivos. Mis estimaciones de impacto en el índice de progreso objetivo en todos los escenarios que habéis presentado son neutras o positivas.

—Me gustaría verte explicando eso a los habitantes de Carolina.

—Los habitantes de Carolina no están mirando por el bien común. Están preocupados solo por su culo. Los protocolos de migración vigentes aseguran la relocalización para el noventa y nueve por ciento de la población. Y, específicamente, en el escenario peor para Carolina, si Toro sentado se quedara detenido justo encima, el IPO mejoraría de manera muy significativa porque se podría extraer un veinte por ciento más de energía del ciclón y un área mucho más amplia de la costa oeste no necesitaría bombeos de oxígeno.

 

—Pero, aun así, es muy probable que muriesen miles de personas y muchas lo perderían todo.

—Esa cifra es completamente irrelevante. Todos los días mueren casi cien millones de personas en el mundo.

—Caray, Gordo, ya me habían dicho que eras un tipo flemático, pero pensaba que esa palabra tenía otro significado.

—Capitán Swing, si no tiene inconveniente, creo que, después de este protocolario prolegómeno, podemos ir al grano. ¿No le parece? No tenemos todo el día.

III

—Vamos, vamos, Samuel. Todo ha salido a la perfección. Ya está hecho. El contrato está cerrado.

—Eso es, Cortana. Hay que celebrarlo.

Para Samuel, casi cualquier situación es motivo de celebración. Samuel hubiera sido un modelo de actitud, de no ser porque la forma que tenía de celebrarlo todo era comiendo compulsivamente.

—El coche está a punto de llegar.

—Que espere —dice Samuel, masticando a dos carrillos.

—Pero no querrás llegar tarde a la reunión con la agencia, ¿verdad?

—Cortana, hazme un favor: retírate hasta que haya terminado.

La señorita de la agencia de Exclusivas Netflix sabe cómo hacer la pelota a sus clientes. En cuanto ve a Samuel se acerca a saludarle.

—Buenas tardes, Sr. Jones. Tiene usted un aspecto estupendo hoy.

—Será el día —responde él.

—Oh, sin duda, un día azul precioso, Sr. Jones. Acompáñeme, por favor.

La señorita nos conduce hasta la sala de experiencias donde Ava nos está esperando. Al abrir la puerta, entramos en el mundo de las películas clásicas de Ava, en blanco y negro, que Samuel debe de haber visto docenas de veces. Mientras avanzamos entre los viejos fotogramas remasterizados en 3D, la señorita va repasando con elegancia las condiciones que, obviamente, Samuel se conoce a la perfección.

—Ava es un producto muy refinado. No es para cualquiera. Netflix posee todos los derechos y tiene el compromiso de no poner otra versión equivalente en el mercado durante los próximos veinticinco años. Es evidente que no todo el mundo puede permitirse algo así y, bueno, usted ya se lo imagina, Sr. Jones, ¡todo el mundo sabe muy bien quién puede permitírselo!

La señorita se da cuenta de que Samuel no está prestando atención. Solo tiene ojos para Ava.

—Piense en su descendencia. Los genes de Ava son exclusivos y, si usted finalmente toma la decisión, solo usted tendrá acceso a ellos.

En realidad, los genes no son un problema. Hay docenas de proveedores que proporcionan el máximo estándar con una amplísima oferta de físico y personalidad.

—Este año, por ejemplo, se ha puesto de moda el estándar afroamericano con la genética de Church & Zhang. No voy a discutir que se trata de un modelo muy atractivo. Pero en solo unos años, ¿cuántas copias de ese modelo habrá en circulación? En cambio, la genética de Ava…

Lo que está evitando dar a entender la amable señorita es que cualquier modelo lo suficientemente avanzado le proporcionaría el mismo índice de placer objetivo que Ava.

—En definitiva, lo que Ava le ofrece es un estatus privilegiado, un sello de distinción. Durante los próximos veinticinco años, Exclusivas Netflix le garantiza que solo habrá una Ava en el mundo. Como ocurrió entre 1922 y 1990.

Es lo mismo que el cacao. En realidad, el sintético es objetivamente superior, pero la nostalgia cotiza. Samuel debería tenerlo muy claro.

—Verá, Sr. Jones… —La señorita duda.

—Puedes llamarme Samuel. De hecho, lo prefiero. Me haces sentir mayor.

—Oh, claro. Samuel. Bueno, ya sabe… no tenemos mucho tiempo. El plazo vence a final de mes y antes deberíamos tener el contrato firmado.

—No hay problema, señorita. Precisamente eso es lo que me trae hoy aquí. Acabo de cerrar una operación importante y podemos poner fecha para la firma.

La señorita se queda momentáneamente sin palabras. Esto es lo que le encanta a Samuel: pillar a todo el mundo con el pie cambiado.

—Y ahora, si no tienes inconveniente, ¿podrías retirar todas estas viejas imágenes y hacernos pasar ya al atolón de plástico? A Ava y a mí nos gustaría quedarnos un momento a solas y disfrutar de las vistas del Pacífico.

IV

Son las 6:20 de la madrugada y acaba de entrar una segunda notificación. Viene cifrada de Dominique MacCullagh en persona, así que no me queda más remedio que despertar a Samuel. No he querido hacerlo cuando llegó la primera notificación porque intentaba que tuviese la oportunidad de completar este ciclo de sueño. Anoche estaba muy excitado después de la cena con Ava y apenas ha dormido nada. Hoy será de nuevo un día azul y, sin haber dormido lo suficiente, me temo que resultará extremadamente duro. A veces, los asistentes tenemos que tomar decisiones difíciles.

Tal como me temía, a Samuel le cuesta reaccionar.

—Adelante, Cortana, ábrela y pásame un resumen de lo que ha ocurrido durante las cuatro últimas horas.

La notificación dice solo:

«Gordo, llámame enseguida. Es urgente».

Samuel está a punto de meterse en la conversación con las constantes completamente descontroladas y sin haber tenido tiempo de procesar los datos que le estoy pasando. Sabe que MacCullagh no le estaría llamando a esta hora si no fuera por algo realmente urgente. Lo que no sabe es que, además de urgente, es algo realmente crítico.

—¿Gordo? —Es Dominique

—Hola, Dominique. ¿Qué ocurre?

«Cortana, dame un titular: ¿qué coño está ocurriendo? No tengo tiempo de procesar toda esta información».

—¿Que qué ocurre? Ocurre que, si no tienes una explicación muy, pero que muy convincente, más te vale que vayas cogiendo una de las naves charter que fletan esos chalados y te busques algún planeta remoto en el que desaparecer. Están a punto de rodar cabezas…

MacCullagh está bastante excitado y, mientras intenta explicarse, Samuel puede ver lo que está ocurriendo en el canal de noticias en directo que le acabo de sintonizar.

—Tranquilízate, Dominique. —Samuel consigue sobreponerse e intenta ganar tiempo, pero MacCullagh no está nada receptivo.

—¿Que me tranquilice? Dentro de dos horas, a lo sumo, tendré que estar dando explicaciones ante la primera ministra en persona y, de momento, lo único que tengo a mano es una cabeza de turco. La tuya.

«Cortana, búscame el origen de esa filtración, ya».

Justo en ese momento el famoso avatar del canal de noticias de Warner & Son está presentando una simulación del posible desplazamiento de Toro Sentado en la que se ve cómo barrería por completo Carolina del Sur. Un equipo de investigadores de la universidad acaba de hacer pública la simulación que han realizado con datos que, al parecer, el gobierno llevaría más de un año ocultando a la opinión pública. En Carolina son poco más de las 2:00 de la madrugada, pero hay gente que ya ha comenzado a movilizarse y se prevé que, hoy mismo, pueda haber una importante movilización ante un tema que preocupa enormemente a la población.

«Para el canal de noticias 24 horas de Warner & Son, Jesús Hermida».

—Necesito veinticuatro horas, Dominique.

—¿Veinticuatro horas? No sé si aguantaré tanto tiempo, Gordo. Muévete y dame algo ya.

V

A las 19:15 CET, la noticia ya estaba en todos los medios de comunicación.

WhatsApp International News.

El capitán del buque oceanográfico Stormy Weather y responsable de la operación a cargo de la supervisión del huracán Toro Sentado, al parecer, llevaría años traficando con información sensible y, en concreto, habría vendido secretos industriales y de alta seguridad a los gobiernos de Rusia y China. Los datos recientemente publicados, que muestran la posible deriva del gran huracán permanente habrían sido interceptados por la organización activista Anonymous durante una de sus transacciones más recientes e inmediatamente puestos a disposición del público. La propia organización Anonymous habría sido la responsable de identificar y contactar con varios grupos de prestigiosos investigadores en el estudio del clima, lo que habría facilitado el fulgurante análisis publicado solo horas después de haberse hecho públicos los datos.

Yellow Daily.

El oscuro pasado del capitán Swing.

Sir John Swing pasó dos años de su juventud, entre los quince y los diecisiete, internado en un reformatorio, tras haber sido acusado de proxenetismo, acoso y reiterados intentos de violación a compañeras durante su paso por el colegio y el instituto. El infame capitán del buque científico ha pasado a primer plano de la escena internacional a consecuencia del reciente escándalo de la deriva de Toro Sentado. De manera truculenta, el expediente de infracciones, sanciones y restituciones de John Swing ha sido hábilmente escamoteado a la opinión pública y solo ha podido conocerse a través del testimonio de personas cercanas a él y cuya identidad no ha sido revelada.

Al Jazeera Delhi.

Los tentáculos de John Swing.

John Swing, el actual responsable del buque oceanográfico con un oscuro pasado delictivo que ha salido a la luz a raíz del escándalo del ciclón Toro Sentado, al parecer, llevaría años comerciando con datos falsos para estudios de clima y medioambientales para, posteriormente, lucrarse explotando la alarma social generada. Según ha podido saber este medio, John Swing es propietario de una diversificada cartera de participaciones en empresas radicadas en paraísos fiscales que invierten en fondos apalancados en opciones y futuros reales, derivados exóticos, títulos de crédito y seguros sobre riesgos sistémicos, así como proveedores de servicios para la creación de opinión y organización de campañas de movilización social.

The Guardian Zeitung.

¿Quién teme a Toro Sentado?

Los datos publicados no dejan margen para la duda. De ser veraces, el huracán Toro Sentado, que ha permanecido estacionario sobre el Triángulo de las Bermudas y ofrece una vista espectacular desde el espacio exterior, comparable a la famosa mancha roja de Júpiter, estaría a punto de lanzarse violentamente contra la costa de Florida para continuar luego ascendiendo hasta Carolina. Pero ¿son veraces los datos? En este momento, nadie lo sabe, pero existen fundadas razones para sospechar que podrían no serlo. Los datos que fueron interceptados por Anonymous durante una transacción entre el buque oceanográfico del capitán Swing y una organización próxima al gobierno chino, y publicados inmediatamente después, podrían tratarse de un señuelo cuidadosamente preparado por el propio capitán del buque. Las acciones de dos empresas, Rebelate y Agnotesis, que figuran entre las muchas en las que tiene intereses Swing a través de empresas interpuestas en paraísos fiscales, han estado subiendo como la espuma desde que se publicaron los datos de la simulación.

—Basta, Cortana. Es suficiente por el momento.

—Como estás suponiendo, el capitán Swing insiste en hablar contigo.

—Le dejaremos cocerse un poco más a fuego lento. Luego estará más blandito y será más fácil renegociar un nuevo acuerdo.

—¿Un nuevo acuerdo? Ahora esos datos ya no valen nada porque todo el mundo tiene acceso a ellos. El gobierno de China habrá sido el primero en hacerse con ellos.

—Los chinos no tienen forma de saber que esos datos son los datos reales. Nos hemos asegurado de que ahora nadie tenga la certeza de que lo sean. Aún no consigo entender cómo ha podido producirse la filtración, pero no hay mal que por bien no venga. Ni en mis mejores sueños me hubiera imaginado que se nos presentaría esta oportunidad. Le ofreceremos al capitán una pequeña compensación a cambio de que nos proporcione un nuevo conjunto de datos que venderemos a los chinos, a los japoneses, a los coreanos y a los hindúes por cantidades muy superiores a las que han ofrecido. Ahora más que nunca querrán asegurarse de que tienen datos validados. Hay demasiada basura en circulación.

—Ya entiendo, Samuel.

—Pero no vamos a mover ficha hasta ver qué es lo que dice Dominique. No podemos permitirnos dar otro paso en falso.

—Entendido, Samuel.

—Ahora, Cortana, retírate por favor. Necesito estar a solas... Has hecho un gran trabajo. Como siempre.

 

—Muchas gracias, Samuel.

Aunque Samuel hace esfuerzos por contenerla, la imagen de Ava se despereza ya con descaro en su memoria, invitándole a refugiarse en sus brazos con esa mirada de gata necesitada de caricias. Últimamente le ocurre con demasiada frecuencia, sobre todo, en momentos así, en los que Samuel comienza a relajarse después de haber estado sometido a una gran tensión. Pero es precisamente en momentos como este cuando Samuel debería tener más cuidado y mantenerse vigilante. De hecho…

—¿Qué pasa, Cortana?

—Samuel, por favor, deja de meter cápsulas en el impreshorno… Necesito asegurarme de que consigues estabilizar las constantes antes de meterte en la cama.

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