El enigma del código de las favas

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- ¿Él le salvó la vida? – Indagué.

- Si, así es. Respondió… y continuó,

- Yo nací en Rumania, y cuando muere mi madre yo tenía 12 años, entonces mi padre, que era inglés, decide retornar a Inglaterra llevándome con él.

En Londres, seguí los pasos de mi padre, completé mis estudios y me gradué en Historia, Arqueología y Antropología.

Tenía algo más de veinticinco años cuando ingresé al Ejército Británico, aún en plena Guerra Mundial, pero, por mi formación, fui designado oficial tras una corta preparación militar, y luego, me destinaron a una tarea administrativa en el Servicio de Inteligencia del Ejército.

En ese entonces, las tropas alemanas en el Norte de África estaban siendo derrotadas por nuestro ejército y ya habíamos tomado varias posiciones enemigas. En uno de los puestos alemanes conquistados, al ser vencidos y aniquilados los soldados alemanes que defendían esa posición, el oficial inglés que estaba al mando, descubre algo insólito, un depósito repleto de antiguas reliquias que estos alemanes pretendían llevar para Berlín.

El alto mando británico, al ser informado de esto, me designó a mí para ir a evaluar y traer el material, por lo que yo debería prepararlo, y protegerlo de cualquier daño, hasta transportarlo para Londres.

Siendo estos objetos de mucha antigüedad, y siendo yo arqueólogo, el mando británico consideró que sabría cómo manejar el asunto para evitar daños mayores y traer a salvo ese tesoro arqueológico.

Así fue que, con un pequeño grupo de apoyo, éramos seis en total, fuimos transportados por avión al Norte de África, el avión en el que nos llevaron era un Liberator, un bombardero que nos debería dejar en el lugar.

En vuelo, ya sobre las costas de África, tuvimos que desviarnos de la ruta, porque existían en esa área escuadras de cazas alemanes, pero al desviarnos, fuimos atacados desde tierra por artillería antiaérea enemiga, la que nos provocó serias averías, haciéndonos caer muy lejos de nuestras líneas de apoyo.

Con parte del avión en llamas, el piloto lo consiguió mantener en vuelo hasta poder colocarlo en tierra en un lugar del desierto cerca de una pequeña montaña de rocas, pero sin saberlo, este era un paraje donde existían grupos rebeldes que apoyaban a los alemanes.

Con algunos muertos y otros heridos, hicimos un aterrizaje de emergencia, el avión quedó todo destruido, así que lo abandonamos de inmediato y nos dirigimos hacia la montaña con lo poco que podíamos cargar, algo de agua y varias armas.

Estábamos ya cerca de la base de la montaña, cuando observamos en el horizonte, a una columna de rebeldes que se aproximaba rápidamente a caballo por las arenas del desierto, así fue que corrimos desesperadamente hasta las rocas, a fin de intentar subir y defendernos desde la altura, pero ellos comenzaron a dispararnos antes de que nosotros consiguiéramos alcanzar una posición más segura.

Empezamos a trepar por medio de las rocas, y luego, en cuanto intentábamos desesperadamente subir para protegernos, vi caer a algunos de mis compañeros, cuando de pronto, siento que algo me golpea fuertemente en el hombro, por la espalda, haciéndome perder el equilibrio y caer para atrás – eso es todo lo que recuerdo.

- No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, parece que varios días - continúa Malden – pero, de pronto, siento que empiezo a despertar de un sueño, y al abrir lentamente los ojos, solo percibo que estoy acostado en una cama de paja seca, con una vieja manta sobre mí, en una rústica habitación de piedra que tenía un trapo colgado como cortina en la puerta, y una pequeña abertura cuadrada como ventana por donde entraba el sol.

Mi hombro estaba vendado, y yo apenas observaba el entorno, porque mi cabeza no estaba en condiciones de pensar en nada, sentía como un vacío mental. Así fue que permanecí inmóvil, hasta que algo irrumpe la calma, eran fuertes pisadas que se aproximaban, y repentinamente, aparece por la puerta aquella figura extraña, este gigante negro que me mira, se sonríe, y me dice: ¡Hasta que al fin decidiste despertar amigo!

¿Quién es usted?, ¿Dónde estoy?, ¿Qué sucedió?, fueron las primeras palabras que pronuncié – dice Malden, y sigue – ¡no me puedo mover!

¡Claro que no! - dijo el hombre, ¡tendrás que comer algo primero para recuperar tus fuerzas, perdiste mucha sangre, luego hablaremos!

Reposé – dice Malden – hasta que este hombre me trajo una pequeña vasija de barro con algo dentro que era una especie de sopa caliente con no se lo qué, pero yo no quise preguntar.

Comí, en cuanto este hombre me colocaba la pequeña vasija en la boca para alimentarme y me observaba sonriente, hasta que me dijo; ¡Yo soy Ali!, Te encontré hace cinco días al pie de la montaña. Tus compañeros estaban todos muertos, y tú, recibiste una bala en el hombro, la que te hizo caer y golpear la cabeza. ¡Debe ser muy cabeza dura amigo! Porque con ese golpe cualquiera habría muerto. Pero ya estás bien, la bala entró y salió, así que luego podrás mover bien el brazo.

Gracias Ali, le dije, te debo la vida, mi nombre es…

Si ya lo sé… eres Malden, vi tus documentos en la cartera, aquí estarás a salvo, los rebeldes jamás te encontrarán.

Bien, si tú lo dices… confío en tu palabra, pero, ¿qué haces aquí? – tú hablas perfecto mi idioma.

Ahhh… es una larga historia mi amigo…, yo fui criado y educado por un sultán, a quien serví como consejero y asistente personal, hasta que emboscaron a nuestra caravana y los eliminaron a todos, yo también fui el único a quedar con vida.

Aquí, Malden se detiene, y hace una pequeña observación:

- Ali, habla siete idiomas, varios dialectos, es un genio en las matemáticas, sabe mucho de historia, y, además, es un explorador y cazador excelente.

Entonces Malden continúa:

Pasaron algunos días, cuando, ya recuperado y con fuerzas para caminar, decidimos que yo debería reunirme con mis tropas para cumplir con mi misión y regresar a Londres, para lo cual, Ali se dispuso a acompañarme, diciéndome, bueno, ahora yo tendré que ir contigo, porque aquí, ¡tu solo, no llegarás muy lejos!

Así fue que le expliqué mis órdenes, y le dije: Tienes razón, yo aquí no sabría para donde ir, así que vamos a preparamos.

Entonces salimos a enfrentar el desierto, avanzamos durante varios días. Al segundo día, cerca de unos médanos de arena, Ali me dice ¡Alto! y arrastrándose lentamente sobre la arena hasta la cima, observa, y luego regresa, diciéndome que existía un grupo rebelde acampado del otro lado, a unos quinientos metros. Ya era casi al fin de la tarde, así que esperamos al caer de la noche para continuar avanzando y evitar ser vistos.

Continuamos adelante durante la noche, y otros dos días más tarde, finalmente, pudimos observar una columna militar que avanzaba a cierta distancia, y por el tipo de transportes, pude determinar que eran británicos, así fue que corrimos haciendo señales con los brazos en alto. Al divisarnos, la columna se detuvo y mandaron una patrulla que avanzó hacia nosotros.

Cuando se aproximaron, deje caer la túnica blanca que Ali me había dado para protegerme del sol y el frío de la noche, dejando ver mi maltrecho uniforme británico. Me identifiqué al sargento que estaba al mando de la patrulla, y de esta forma, fuimos conducidos, hasta la columna donde me presenté al oficial en comando, y también presenté a Ali como nuestro aliado.

Así que llegamos al puesto de Mando Avanzado, nos dieron comida y alojamiento, en cuanto el comandante hizo que se reportara a Londres mi presencia con vida, ya que, a esta altura, me habían considerado una baja en combate.

Efectué el informe correspondiente de todo lo sucedido, y solicité órdenes para poder cumplir con mi misión con el apoyo de Ali como civil incorporado, ya que mi grupo de apoyo había sido totalmente exterminado.

De esta forma, con la aprobación del Alto Mando, conseguí llevar a cabo la misión juntamente con Ali, recuperando, clasificando, y empacando todo el material que había venido a buscar para transportarlo a Londres.

Ya de regreso a casa, conseguí que se le concediera a Ali la ciudadanía británica, y que ocupara un cargo de Asistente Especial bajo mi responsabilidad.

Una vez que termina la guerra, ambos fuimos dispensados del servicio militar con los respectivos reconocimientos por nuestra tarea.

La hermandad creada entre Ali y yo, nos llevó a trabajar desde entonces en equipo, hombro a hombro, incluso, en mi primer empleo civil en la Universidad, en cuanto completé otros estudios sobre lenguas antiguas.

A todo esto, ya estábamos en la posguerra, y mi padre, como profesor, me indicó que, en mi país natal, Rumania, entre las más de tres mil bibliotecas que allí existían, muchas de ellas poseían gran cantidad de documentación antigua sin descifrar. La guerra, no les había permitido desarrollar especialistas en la materia, y en los años inmediatos, la dominación comunista, no tenía capacidad para evaluar la importancia y el estudio de estos documentos.

Con gran dificultad, conseguí realizar algunos contactos con amigos de mi padre en Rumania, donde finalmente, gracias al director de un museo, conseguí que se me diera una oportunidad para realizar un trabajo en una de esas bibliotecas que tenían un vasto archivo de documentación sin descifrar.

Pero eso ahí, ya es otra historia – me dice Malden.

- Realmente, es una increíble historia, sería digna de escribir un libro - Afirmé.

- Si, seguramente que sí, pero, cuando hablo mucho, se me seca la garganta Alexis, ¿aceptas saborear un excelente Whisky Escocés?

Sí, ¡por supuesto! – exclamé

En cuanto disfrutamos del whisky, que por cierto era excelente, Malden, que también era fumador, me convidó con un “puro” importado, algo que hacía mucho tiempo que yo no experimentaba.

 

Luego, continuamos charlando sobre otros asuntos en general mientras disfrutamos saboreando el puro y el whisky, y dialogamos bastante más sobre otros asuntos al margen de su historia personal, ya que había surgido el tema de la guerra, y esto condujo a mi preparación inicial en la Fuerza Aérea y sobre mis actividades profesionales, por lo que Malden me hizo muchas preguntas acerca de lo que yo hacía y estudiaba, cuestión en la que parecía estar muy interesado. En definitiva, fue una conversación amistosa, y también muy enriquecedora, porque este hombre sabía perfectamente cómo mantener un dialogo inteligente.

Se hacía tarde, así que agradecí por la invitación y Malden se dispuso a llevarme de vuelta a buscar mi coche, al tiempo que me propuso volver en otra oportunidad, cuando podríamos seguir charlando más sobre el asunto, “te va a interesar” me dijo...

La conversación fue sumamente interesante, y yo no oculté mi satisfacción por su emocionante relato, pero, algo aún me quedaba en la duda… Se trataba de un veterano, que le gustaba contar sus experiencias para pasar el tiempo, ¿o Malden intentaba decirme algo más que yo todavía no tenía en claro?

Me llamó mucho la atención, el hecho de que, al despedirnos, le dije que era un honor para mí conocer a alguien con una historia tan interesante, por lo que Malden agradeció, pero me hizo una sugerencia, que fue la siguiente:

- Esta, es una historia que pocos conocen, considérelo algo así como algo reservado… “una especie de secreto entre amigos.”

Ciertamente concordé, pero, no dejé de pensar que, aparentemente, un secreto entre amigos, es algo que no se debe divulgar, ¿por qué?

La realidad aún no la sabía, así que decidí continuar con el juego para ver hasta donde llegaba y qué había detrás de esto, si es que algo había.

Lo único que yo tenía en claro, es que, al subir a mi auto para volver a casa, tenía aún mayor inquietud que cuando llegué, pero también, sentía que había ganado la confianza de alguien que podría ser, tal vez un gran maestro.

CAPITULO 3.

La revelación de las investigaciones

Pasaron varios días desde aquel encuentro con Malden, y decidí seguir adelante porque además de haberme caído muy bien como persona, era para mí también un buen contacto, es decir, alguien de buen nivel que siempre es conveniente tener en la agenda de los amigos cuando se vive en el mundo de los negocios. En consecuencia, cierta tarde le llamé por teléfono para saludarle, y, de hecho, fue el propio Malden quien atendió la llamada y hablamos varios minutos manteniendo una conversación que fue muy amigable, como si fuéramos viejos conocidos.

Malden me dijo que le gustaría mucho reunirse nuevamente conmigo, le respondí que sí, pues tendría que ir al litoral en los próximos días, y me parecía excelente ya que quería saber la otra parte de la historia que me había dejado pendiente, entonces, marcamos otra visita que, como buen y metódico británico, sería igual que la primera vez, a la misma hora y lugar.

Llegado el día y a la hora marcada, allí estaba yo nuevamente donde repetimos el mismo procedimiento de la vez anterior, es decir, dejé mi auto y abordamos la camioneta para ir a su casa. En esta oportunidad, salió el tema de la crisis política que se vivía en ese momento en Brasil, con la inflación económica, y temas relacionados a política nacional hasta que llegamos a su casa.

Una vez que llegamos, la ama de llaves abre aquella lujosa puerta en cuanto se acerca Alí, a quien de inmediato le saludé como si fuéramos ya buenos amigos, dado que esa era la sensación que ese inmenso hombre negro transmitía con su sincera sonrisa, propia de un hombre honesto y natural que denota extrema confiabilidad y que obviamente, por ello era el mejor amigo de Malden.

Nuevamente instalados en aquella confortable sala, ya café en mano, dejé entrever que tenía ansiedad por escuchar la otra parte de la historia que había quedado pendiente... Malden, entonces, me dice que hay cosas que solo se le revelan a dos tipos de personas, a buenos amigos o a caballeros, es decir, a hombres de palabra. A seguir, me recuerda lo mismo que me afirmara al despedirse en la última reunión, que hay cosas que son delicadas y muy personales, por lo tanto, restrictas a nuestro círculo dijo, es decir, a él mismo, Ali, y yo. Esto, de cierta forma, afirmaba más aún mis sospechas de que, algo, tal vez importante, me habría de ser confiado de manera muy sigilosa.

Estimado Alexis – comenzó diciendo Malden – ¿Cómo van tus estudios? - me indaga, y a seguir trató de ponerse más a la par sobre todas mis actividades, tanto sobre lo que yo estaba haciendo, en el área de los negocios, y también a lo que apuntaba por medio de mis estudios paralelos, especialmente, hizo mucho hincapié en lo relativo a todos los conceptos en el campo de la Psico-Tecnología. Esto, es un asunto muy profundo, por lo que filosofamos bastante sobre ciertos puntos de vista. De hecho, me quedó presente que él tenía conceptos bastante claros por el tipo de preguntas que me hacía y que, además, captaba perfectamente mis puntos de vista donde yo triangulaba los principios de la psicología humana con la ciencia y la tecnología, en función de mi profesión como Proyectista en Ingeniería.

Bien, yo sabía que estaba delante de un profesor, por lo tanto, no me extrañaba que Malden me interrogara como tal, algo así como si estuviera haciendo la evaluación de un estudiante, por lo que yo realmente me sentía como que estaba siendo examinado. Esto no me incomodó, porque en definitiva yo era un individuo relativamente joven, y estaba frente a un señor mayor, no solo en edad sino también en conocimientos superiores, y por otra parte, yo tenía mucha confianza sobre mis conocimientos, por lo que la conversación se tornó deliciosa.

Finalmente, Malden con mucha habilidad, me cambia la línea de la conversación, por lo que, de cierta forma da como por terminado el examen, y aún sin decirlo, fue como recibir una aprobación tácita a mi personalidad, reconociendo mi idoneidad y los principios que yo aplicaba en mi conducta.

De esta forma, con gran diplomacia para encajar una conversación con otra, decide continuar con su relato que había permanecido pendiente, es decir, la otra parte de la historia.

De inmediato, comienza diciendo; Como ya te había contado, luego de la guerra solicité una oportunidad en Rumania para realizar algunos trabajos en una biblioteca, donde sabía por mi padre que existían centenas de documentos sin descifrar, y apelando a mi nacionalidad rumana, conseguí con mucho trabajo obtener una proposición para ocupar un cargo en Bucarest con la participación de Ali como mi asistente.

Finalmente, por medio de viejos amigos de mi padre, conseguí concretar ese acuerdo de trabajo, entonces, junto con Ali, hicimos las maletas y nos dirigimos a Rumania.

Tras el largo viaje, luego de llegar a Bucarest, mi ciudad natal, nos instalarnos en un hotel, desde donde marqué una reunión personal con el director de la Biblioteca para formalizar el inicio de nuestras tareas.

Después de tantos años lejos de esta ciudad, las cosas no parecían haber cambiado mucho, según lo que yo recordaba de mi niñez, y los vestigios de la guerra, aún estaban presentes en muchos lugares. El régimen comunista, había impuesto una norma de conducta donde todos tenían miedo de hablar, y la gente se veía entre temerosa y desconfiada.

Nos dirigimos con Ali a la Biblioteca, que yo ya la conocía por haber acompañado a mi padre en diversas oportunidades cuando niño, y una vez allí, nos atendió con cierta amabilidad la recepcionista que nos pido aguardar por el director, el que no demoró mucho en hacernos pasar a su despacho.

Siendo bien recibidos por el director en su sala, un hombre muy amable, quien recordaba con mucho respeto a mi padre, nos reveló que, por órdenes superiores, hubo un cambio en los planes, por lo que el destino de la tarea que yo debería realizar no sería aquí, es decir, que ya no trabajaría específicamente en Bucarest, sino, en una pequeña ciudad más al norte, en la región de Transilvania, donde existía una antigua iglesia gótica del siglo XIV, con una gran biblioteca y un museo. Esta ciudad, había sido fundada por los romanos, y allí, aparentemente, existía un voluminoso e indescifrado material muy antiguo.

Bien, la propuesta en términos económicos, realmente era pésima, pero en lo profesional, parecía ser un excitante desafío, así fue que aceptamos el cargo, nos despedimos del director, y de regreso al hotel, recogimos nuestras cosas, y partimos ahora hacia nuestro nuevo destino.

Arribando a esta pequeña ciudad, nuevamente buscamos alojamiento, nos instalamos, y luego, nos dirigimos a la biblioteca.

Estando todo bajo un sistema político basado en el modelo soviético, lo habitual es que nadie sonría ni confíe en nadie, es decir, todo parece ser sospechoso. Aquí, si bien la ciudad no era grande, el ambiente ya no era para nada cordial, especialmente con quienes vinieran de afuera, pero, yo sentía que la experiencia podría luego ser reaprovechada con mejores resultados cuando volviera a Londres.

Nos dirigimos a la Biblioteca, donde nos recibe la secretaria, una mujer del Partido, nada bonita y con cara de muy pocos amigos, la cual nos observa de pies a cabeza y con tono bastante antipático nos dice... ¡Esperen ahí!

Aguardamos casi una hora hasta que el director de esta Biblioteca, nos hace pasar a su sala. Este también era un hombre bien diferente al de Bucarest, un tipo tosco, nada simpático, que entre otras cosas, tampoco era un hombre de carrera, era un burócrata político al servicio del Partido Comunista.

Una vez que nos indicó lo que debíamos realizar, nos dijo que nos podíamos retirar, se dio media vuelta y no nos devolvió el saludo.

Al otro día, nos presentamos para iniciar nuestro trabajo. La misma antipática secretaria nos condujo por medio de unos estrechos pasajes a una sala bastante oscura, iluminada con una miserable lámpara de luz, donde existían estanterías con decenas de cajas, todas cargadas de antiguos manuscritos, libros, escritos en pergaminos, en fin, documentación que databa de varios siglos, aquello era un inmenso tesoro cultural.

Así que la secretaria nos acompañó a la sala y nos mostró el material, también sin muchas palabras, se retiró y cerró la puerta.

Como primera medida, tuvimos que providenciar una iluminación más adecuada, así que nos dispusimos a instalar algunas lámparas extra, para poder trabajar en mejores condiciones, y acomodar las mesas disponibles para ir abriendo el material.

Concluida nuestra preparación del lugar de trabajo, comenzamos a separar las cajas por fechas, si bien muchas de ellas no tenían registros de su origen, o no se sabía de donde provenían ni cuánto tiempo hacía que estaban ahí o cuando habían sido elaborados.

El trabajo era interesante, y el contacto con el personal de la biblioteca lo reducimos al mínimo indispensable, y a medida que pasaban los días, fuimos dejando todo bastante ordenado.

Ali se dedicó a hacer una clasificación de los documentos, en cuanto yo comencé con mi tarea de traducir algunos contenidos, por lo menos, de los que eran más descifrables, ya que muchos, estaban escritos en un dialecto arcaico, del que no se tenían registros previos, otros, estaban en latín, griego, etc. etc.

Luego de varios meses de trabajo, encontramos mucha información interesante, pero hubo una de ellas en especial, en unos manuscritos que eran de la iglesia que habían sido enviados desde Roma, y había una referencia sobre algo que no estaba suficientemente claro, pero, parecía decir que “alguna cosa se debería ocultar para siempre”, y para ello, nombraba a un Monasterio, cuya identificación no estaba clara, pero parecía ser algo así como el “Manto Negro”, y que, por las descripciones, parecería estar en Transilvania.

Este territorio, es un gran valle rodeado de montañas, y era una región rica en oro y plata, que perteneció a diversos grupos, entre ellos los romanos antes de ser integrada a Hungría. Varios siglos después, fue conquistada por los turcos, luego vuelve a manos de Hungría, hasta que finalmente después de muchas disputas, termina siendo parte de Rumania.

Bien, yo había hecho una lista de las principales referencias que existían en aquella vasta zona, y entre ello, tenía una lista de varios monasterios, pero no había ninguno con ese nombre. Sin mayores informaciones, dejé pendiente el asunto para otra oportunidad y continué adelante.

 

El material que teníamos para estudiar era muchísimo, y las condiciones no eran las más apropiadas para trabajar con escrituras y documentos antiguos, ya que había papiros, y pergaminos cuya manipulación debía ser extremadamente cuidadosa.

Las traducciones también debían ser efectuadas con mucho criterio, ya que había documentación escrita en dialectos provinciales que algunos habían caído en desuso hacía ya muchos siglos.

Transcurrido ya algún tiempo, encuentro otro manuscrito más antiguo, proveniente de Roma, donde se ordenaba la construcción en secreto de un monasterio en un determinado lugar. Si bien el texto no era muy específico, y tan solo se refería a un paraje que tenía ciertas características, indicaba que ese monasterio debería llevar un nombre, y ese nombre era Manto Negro, exactamente aquel que yo había detectado varios meses antes, y era el que debería ocultar alguna cosa para siempre.

Efectivamente esto me demostraba que fue dada la orden de construcción, y que el mismo fue construido, aparentemente en forma sigilosa, y posiblemente, luego, algo secreto se ocultó en él, pero aún no sabía dónde se localizaba ni que era lo que se habría ocultado.

La información era interesante, pero insuficiente para providenciar alguna acción al respecto, así que el asunto lo dejamos en reserva hasta saber que hacer.

El trabajo continuó, y por varios meses, seguimos clasificando y traduciendo documentos, libros, y mapas. Si bien tuvimos que poner dinero de nuestro bolsillo, por falta de apoyo, habíamos conseguido mejorar muchísimo las condiciones del lugar de trabajo, e incorporamos implementos adecuados para poder estudiar mejor el material que teníamos en manos.

Cada pocos días, se encontraban cosas interesantes, hasta que, en la catalogación de las fechas, Ali encuentra un mapa, muy precario, presumiblemente del siglo XII, donde mostraba una región, con un punto indicando apenas un nombre, Manto Negro, y era precisamente el nombre de nuestro monasterio perdido, el que debería ocultar un secreto para siempre.

En realidad, aún no sabíamos si esto era el nombre de un monasterio, o simplemente un antiguo nombre de esa región.

Consideré que podría tratarse de algo importante, por lo tanto, bastante entusiasmado, llamé al Director de la biblioteca para mostrarle las referencias que había encontrado acerca de algo oculto por la iglesia, según estos documentos, y para indicarle que se debería realizar una investigación a efectos de localizar aquel lugar, ya que podría ser algo históricamente importante, y deberíamos ver de qué se trataba.

El Director, como todo burócrata político, no quiso saber de nada, le restó importancia al asunto, y dijo que él no quería complicaciones en su trabajo, que además, no había dinero suficiente para gastar en tonterías o especulaciones de viejos papeles.

Bien, esto no nos dejaba mucha esperanza de poder obtener un apoyo oficial para efectuar una investigación, por lo tanto, habría que olvidar el asunto, lo cual no era una opción fácil de aceptar para un investigador, a no ser, que apelásemos a una segunda alternativa, que era la única que nos quedaba, y ella sería, la de efectuar nosotros mismos la investigación. Pero, un problema no menor, era que deberíamos tener tiempo y dinero para financiar por medios propios la tarea y hacerla de forma no solo individual, sino también sigilosa.

Ese era, en definitiva, el otro problema que se nos presentaba, era que no sabíamos cuál podría ser la posición del Estado, en el caso de tomar conocimiento de una iniciativa de investigación privada, efectuada a partir de documentos antiguos que ahora pertenecían al Estado, ya que el gobierno controlaba todo, sin permitir que algo se le escapara de las manos, en otras palabras, no hacía ni dejaba hacer.

La situación debería ser muy bien pensada, y en cuestión, una noche, mientras recapacitábamos sobre lo más seguro que se lograría hacer, decidimos que podríamos utilizar parte del dinero que habíamos ahorrado para nuestro posterior regreso a Londres e intentar encontrar alguna respuesta, porque de no ser así, nadie jamás lo volvería a hacer, y para ello, podríamos de disponer del tiempo suficiente, solo si solicitábamos una licencia especial para descanso ya que hasta ahora no la habíamos solicitado en casi dos años.

Bien, en primer lugar, había que determinar más fehacientemente la posición indicada en el viejo mapa, que era muy poco claro. Por lo tanto, comenzamos a trazar coordenadas y a buscar referencias en otros documentos antiguos, que nos pudieran brindar una base más sólida sobre la localización del antiguo monasterio.

Continuando con la búsqueda de mayor información, hallé otras referencias en documentos de la iglesia, que también hacían mención sobre algo que, de la forma en que estaba escrito, parecía indicar un secreto que no se debería revelar.

Estas escrituras, de alguna manera, mencionaban a los “magiares”, una antigua sociedad pagana compuesta por diversos grupos o tribus, que existían en la región de Matra, en Hungría, y que parte de ellos, se habían desplazado hacia el sur, a la región de Transilvania.

Luego, comparando otros mapas antiguos con el de referencia, donde se mencionaba el nombre Manto Negro, pude apreciar una ligera similitud con algunos puntos geográficos, los cuales, verificados con mapas actuales, bien podían ser una definición más o menos aproximada de lo que estábamos buscando.

Si bien, no teníamos ninguna certeza, aunque nos tomó algún tiempo, nos fuimos preparando para hacer la exploración, y así fue que adquirimos paulatinamente, para no despertar sospechas, algunos materiales y pertrechos adecuados que nos habrían de ser necesarios.

Entre otras cosas, habíamos adquirido para esto una vieja camioneta pesada que era del tiempo de la guerra y había pertenecido al ejército, y si bien, su carrocería no estaba en muy buenas condiciones, su parte mecánica, estaba si en perfecto estado, y eso era lo realmente importante, para que no nos fallara y dejara a pie, y a su vez, resultaba ser suficientemente fuerte como para ingresar a lugares difíciles con todos los implementos necesarios.

Entre todo esto, ya habían pasado algunos meses, cuando al fin conseguimos una licencia especial con el pretexto de tomar unas merecidas vacaciones, lo cual, no pareció nada extraño y se nos concedió sin mayores dificultades.

Llegado el día esperado, teniendo todo pronto, partimos hacia el norte, hasta llegar a un poblado cerca de la zona predeterminada, desde donde comenzaríamos nuestra búsqueda.

Allí, nos detuvimos en una posada, donde recopilamos mayores informaciones locales, presentándonos como botánicos que estudiábamos la flora silvestre autóctona del lugar. Los pobladores, no sospecharon nada y nos mencionaron lugares que aparentemente eran de bastante difícil acceso para ingresar con vehículo, por lo cual, decidimos dejar la camioneta en la posada en la cual arrendamos un cuarto, y luego conseguimos un par de caballos junto con dos mulas para cargar los implementos e iniciar así la búsqueda del lugar.

Así fue que seguimos a caballo, y nos fuimos introduciendo por lugares donde no había caminos, hasta llegar a un sitio ideal para acampar.

Levantamos el campamento, y preparamos algo para comer, ya que la noche se aproximaba y nada más podríamos hacer.

Al otro día, salimos a explorar el territorio buscando algún indicio que nos condujera a alguna ruina, pero, nada nos revelaba estar en la posición correcta. Entonces, después de dos días, levantamos el campamento y seguimos adelante buscando otro punto que coincidiera con una localización más precisa.