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¿Quién debe tomar la iniciativa, ellas, ellos?

Cualquiera de los dos puede tener la iniciativa para iniciar la relación coital, pero es importante reconocer que cada quien es responsable de su propio placer, no del placer de su pareja. Cada uno debe conocerse a sí mismo, ser capaz de identificar qué le gusta y cómo le gusta. Se trata de que ambos puedan disfrutar en igual medida el encuentro.

Preguntémonos: ¿qué tanto conocemos nuestro cuerpo?, ¿qué tanto conocemos lo que nos gusta para poder decirle a nuestra pareja dónde y cómo tocarnos?, ¿reconocemos nuestras sensaciones?, ¿somos capaces de comunicar lo que queremos? Que hombres y mujeres no se limiten a hablar del tema, que puedan hacerlo de manera mutua, fortalecerá el vínculo y mejorará la relación sexual.

La gratificación sexual egoísta es común en la relación de pareja

La sexología actual acepta este término y lo relaciona con la educación sexual y el contexto cultural de los hombres y mujeres. Se hace evidente cuando el primero no da los suficientes estímulos sexuales efectivos a su pareja, como caricias o besos en juegos previos que le permitan a su pareja mujer responder de una manera adecuada a la relación sexual, es decir, que se encuentre en un estado emocional propicio para alcanzar la excitación y lubricación suficientes para disfrutar del sexo.

A la necesidad de la mujer de sentirse amada y deseada para mantener una relación sexual, se suman las actitudes masculinas que se inclinan por una preocupación por liberar su tensión, una relación sexual rápida y eyacular sin preocuparse por el placer de su pareja. No se niega que en ocasiones estos encuentros, llamados comúnmente como “rapidín”, puedan ser satisfactorios para las mujeres, pero tomando en cuenta los tiempos de su respuesta sexual, no es lo ideal para ellas.

Así, la gratificación sexual egoísta de la pareja es cuando, en lugar de preocuparse por el placer del otro en la misma medida que del propio, uno de los dos se concentra sólo en su placer.


La respuesta sexual no siempre es perfecta

En cada una de sus fases puede haber alguna disfunción. Por ejemplo en la fase del deseo es posible toparse con la principal de ellas, el deseo sexual hipoactivo, o la falta de interés en la actividad sexual. En la fase de excitación puede presentarse en los hombres alguna disfunción eréctil y en las mujeres la disfunción lubricativa o sequedad vaginal. En la fase del orgasmo ellos pueden sufrir eyaculación precoz y ellas anorgasmia, que se refiere al retraso o ausencia del orgasmo.

Un síntoma primordial para asistir a consulta, pero que suele ser desestimado es la falta de deseo sexual o baja libido, que en ocasiones se debe a que las personas están en la etapa de climaterio, por lo que hay una baja considerable de estrógenos o testosterona y entonces el origen de esta disfunción es psicogénico. En otros casos es orgánico, por ejemplo en hombres que viven con diabetes suelen tener disfunción eréctil y no reconocen el problema, en su lugar lo niegan y culpan a su pareja de su dificultad para sostener la erección, argumentando que ya no los excita o no es deseable como antes. En consecuencia la mujer puede desarrollar una falta de deseo.

Con el tiempo la respuesta sexual cambia de ritmo

La capacidad y efectividad de la respuesta sexual femenina no se limita por la menopausia, pero si condicionada por los factores biológicos que suceden con ella. Entre los 45 y 60 años termina la vida reproductiva de la mujer. Los cambios que sucedan de ahora en adelante dependerán del estilo de vida que haya llevado con anterioridad y de su estado de salud actual.

Con el término de la función reproductiva se disminuyen algunas hormonas femeninas, como los estrógenos, hecho que se hará evidente en ciertos cambios anatómicos, cambios genitourinarios y la presencia de síntomas como bochornos, sudoración nocturna, cambios en el estado de ánimo, fatiga general y alteraciones del sueño. Es importante señalar que la mayoría de los síntomas de la menopausia pueden ser atendidos y la sexualidad puede ser ampliamente disfrutada.

En el varón no existe una decaimiento de su función reproductiva como sucede en las mujeres durante la menopausia. Pero sí hay un deterioro paulatino en la producción de espermas, que si bien se mantiene hasta edades avanzadas, no presenta los mismos niveles de testosterona y con ello aumenta la posibilidad de que se presenten algunas disfunciones como el deseo hipoactivo o el trastorno eréctil.

Así que pese a todo es posible disfrutar en este momento de la vida el placer de la sexualidad en pareja, y será labor de ambos para que así suceda. Desde luego influirá la actitud del compañero sexual pero también la auto-percepción positiva de las mujeres en esta etapa.

Es innegable que con el tiempo se presenta una disminución de la intensidad de las reacciones fisiológicas y un enlentecimiento de la duración de la respuesta sexual, anatómicamente hablando, que va incrementándose con los años, pero eso no significa que la vida sexual de la pareja se vuelva menos interesante o satisfactoria.

Si aquello que interrumpe la respuesta sexual personal en una relación de pareja no es atendido, todo puede desencadenar en una ruptura, pues lo que afecta a uno, inevitablemente afectará a los dos.



Aunque el pene es símbolo de masculinidad, de fertilidad y de fuerza, es un órgano muy vulnerable a sufrir accidentes o a desarrollar enfermedades. Poco se habla de ello porque a los hombres les parece incómodo o motivo de vergüenza hacerlo. Hay pudor y cierto recelo a acudir con el médico, como si eso pusiera en entredicho su virilidad. Este es el principal problema que afecta la salud del pene: no asistir oportunamente a consulta. En cualquiera de los casos, los hombres son superados por el pudor y la negativa a buscar ayuda, pese a que las revisiones médicas sean sencillas, sin molestias y no haya nada de qué preocuparse.

A las mujeres también les incumbe este tema: su pareja, su padre, su hijo o su amigo tienen pene y este tampoco deberá de ser un tema lleno de escrúpulos en las conversaciones de pareja.

La salud del pene es un tema para damas y caballeros.

Su tamaño, curvatura y forma son las principales preocupaciones masculinas

El tamaño del pene está determinado genéticamente por los niveles de testosterona: entre más altos sean el tamaño del pene también es mayor. Y aunque un pene grande pueda ser símbolo de gran potencia erótica y sexual, en realidad corre más riesgos de presentar problemas de próstata más severos debido a los altos niveles de testosterona. Es común que algunos hombres, sobre todo aquellos que sufren de sobrepeso, acudan a consulta preocupados por el tamaño de su miembro y soliciten su alargamiento. Ojo, en casos como estos es importante notar que la grasa abdominal afecta la percepción de su dimensión real. Basta una dieta baja en grasas, ejercicio y recortar un poco el vello púbico para notar un cambio significativo en su tamaño.

La curvatura del pene durante su erección no interfiere su rendimiento sexual y reproductivo, pero sí puede causar problemas por los cúmulos de calcio que se forman en los cilindros de erección que por obvias razones no están rectos. Si esto sucede habrá dolor y será necesaria una consulta con el urólogo de confianza.

El pene es realmente un tejido muy elástico y con una gran capacidad de lubricación asegurada por unas glándulas sebáceas que mantienen su lubricidad para estirarse durante la erección. De hecho muchas veces los varones no conocen su miembro e ignoran la utilidad de estas glándulas volviéndose un tema de consulta urgente innecesaria.

Cualquier intento de elongación o enderezamiento del miembro va a interrumpir su funcionamiento natural a veces con consecuencias irreversibles, pues se interviene en los tejidos que lo sostienen y lo mantienen erecto. Tal vez se logre extender su tamaño o enderezar un poco su curvatura, pero no se podrá asegurar una función fisiológica normal.

Hombres y mujeres debemos reconocer que la valoración del pene muchas veces es el resultado de la comparación con otros hombres o de percepciones equivocadas. Pero ya sabemos el dicho: el tamaño no importa, lo que importa es...

La erección es el barómetro de la salud masculina

Si algo no funciona bien en el organismo masculino, en cuestiones neurológicas y sobre todo circulatorias, los primeros síntomas se manifiestan en el pene: la calidad de su erección refleja el funcionamiento efectivo de los cilindros sanguíneos que la permiten. En este sentido las erecciones matutinas, que no necesariamente son producto de un estímulo sexual, son indicadores tangibles: si disminuyen, entonces habrá que indagar en su disfunción y la relación de esta con las alteraciones en el metabolismo, el aumento de peso, los niveles de colesterol y triglicéridos o de algunos padecimientos como la diabetes o la hipertensión. De igual manera hay que vigilar los efectos secundarios de ciertos medicamentos y del tabaquismo, que tiene un gran impacto en la salud de los órganos genitales masculinos y en el llenado de los cilindros de erección.

 

En todo esto hay una situación normal: que durante la relación sexual el pene pueda perder cierta firmeza, y es que en el cambio de postura hay un desbalance en la compensación de sus presiones arteriales y entonces puede ocurrir que el flujo de la sangre al pene ya no sea tan intenso y la erección ceda.

Salvo casos verdaderamente extraños, el cáncer testicular es unilateral, afecta a uno de los testículos y, dentro de los procesos quirúrgicos ordinarios, se retira. Un hombre con un solo testículo funciona al 100% respecto a sus funciones de erección, hormonales y de fertilidad.


No es necesario untarle nada, agua y jabón es suficiente

La piel del prepucio y del glande es muy parecida a la piel del párpado: sensible y delicada. Evitemos tratar las molestias de la zona con agua caliente, agua oxigenada u otros antisépticos como merthiolate o isodine, basta con mantenerlo limpio a base de agua y jabón. Por ejemplo, después de cada relación sexual y al tiempo que se considere prudente, asear el área con sumo cuidado pues hay personas que se tallan muy enérgicamente y por esa razón eliminan las barreras bacterianas que protegen el área genital. Entre levantarse y lavar el pene no tomará más de dos minutos pero se tendrá mayor posibilidad de reducir irritaciones y molestias.

A mayor azúcar menor erección

Un síntoma de que están a la alza los niveles de azúcar en el organismo, con un probable desarrollo de diabetes, son las irritaciones en el prepucio y la pérdida de firmeza en la erección. Sucede que nuestro hígado no está capacitado para movilizar grandes excedentes de glucosa, por lo que se formarán depósitos de grasa y azúcar que dificultarán los procesos de circulación en regiones como la retina y los cilindros de erección. Diversas sociedades de endocrinología lo tienen claro: a más abdomen mayores problemas metabólicos. Para contrarrestar estos efectos hay que realizar por lo menos 22 minutos de actividad física vigorosa, este tiempo será suficiente para notar un avance. Hay que intentarlo y poco a poco el esfuerzo se reflejará en las tallas y en la calidad de la erección.

El paciente que vive con diabetes tiene más predisposición para sufrir molestias en la zona genital. Los tratamientos tópicos solamente son suficientes para atacar el síntoma externo, digamos, la capa superior de la piel: hay que medicarse para acabar con los hongos y las bacterias que ahí pueden alojarse y atacarlos desde el interior con medicamento adecuado, por ello es imprescindible visitar al médico.

Circuncisión sí o no

La circuncisión suele ser un asunto de estética. Algunos hombres la practican porque prefieren tener su pene sin prepucio, sin embargo hay ocasiones en se presenta fimosis, es decir, el tejido está tan cerrado que no puede retraerse y no hay manera de descubrir el glande. Si esto sucede la posibilidad de infección es muy alta y el riesgo para los tejidos es mayor cuando ya se padece una infección o hay contaminación del virus del papiloma, por ejemplo. En estos casos la circuncisión es una recomendación médica.

Es conveniente que en hombres no circuncidados, sobre todo en niños, se realicen ciertos ejercicios para bajar el prepucio. Lo ideal es retraer el pene gentilmente, en la regadera, hasta donde la piel lo permita, hacerlo poco a poco y cada día hasta que el prepucio vaya cediendo, si definitivamente no hay manera de deslizarlo entonces sí se recomienda acudir al especialista y realizar la circuncisión. Vale la pena mencionar que este procedimiento no tiene efectos secundarios para niños o adultos, así que no perderán sensibilidad y no tendrán problemas de eyaculación temprana ni dolor.

Los hombres no circuncidados tienen mayores probabilidades de acumular secreciones o fluidos. En este caso se recomienda bajar el prepucio o capuchón y lavarlo. Y muy importante: después de tener actividad sexual hay que lavar el pene pues si la pareja es femenina se pueden transmitir algunos hongos, si es masculina algunas bacterias. Ambas en todo caso pueden acarrear molestias y complicaciones.

Eyacular es cuestión de salud

Hay algunas prácticas, como el sexo tántrico, en las que se evita la eyaculación, con el fin de no perder energía sexual. Ojo: no eyacular puede acarrear consecuencias. Si hay un estímulo sexual y el hombre no eyacula, lo más probable es que se inflame la próstata, cuya función es hacer compresión para la expulsión vigorosa del semen, pero si este se queda en los cilindros de producción del líquido prostático, habrá una congestión en la zona y será más probable que se desarrolle una prostatitis. Cuando el semen no es expulsado suelen presentarse eyaculaciones nocturnas o un tipo de reflujo hacia el testículo que genera dolor.

La recomendación médica es que en la primera oportunidad prudente se dé salida al semen, independientemente de nuestras creencias y condiciones personales, por autoestimulación o masturbación a fin de no interrumpir su proceso de producción y expulsión.

La fractura y curvatura del pene

Lo que en realidad se fractura son los cilindros que atraen y retienen la sangre para lograr una erección firme. La fractura de pene, técnicamente llamada Fascia de Buck, suele suceder cuando en la relación sexual el pene erecto se dobla hacia abajo con fuerza. Por ejemplo, cuando la pareja femenina se encuentra sobre el hombre o ella está sentada sobre alguna superficie y el pene topa con esta. Aunque parezca ser algo muy aparatoso en realidad no es una lesión tan grave. Si este accidente llega a ocurrir, hay que acudir al médico lo antes posible.

Una considerable cantidad de hombres tiene una erección inclinada hacia abajo, a la izquierda o a la derecha. A esta condición se le llama curvatura peneana congénita y es visible sólo durante la relación sexual cuando el pene se erecta. Es posible corregir esta situación cuando realmente molesta para tener un encuentro sexual satisfactorio. La intervención consiste en engrapar el pene en sentido contrario a la curvatura, lo que hace que se acorte un poco. Por esta razón no se recomienda intervenir si es sólo por fines estéticos.




Hay una pequeña región de la anatomía femenina que sigue siendo un tema tabú, del que no se habla porque da vergüenza, como si efectivamente las mujeres escondieran en su entrepierna pecados o culpas. El clítoris es en algunas culturas mutilado físicamente y en lo cotidiano verbalmente, pues no se le nombra. Incluso algunas mujeres desconocen esta pequeña gran parte de su cuerpo, no lo tocan y además se les dificulta llegar al orgasmo.

Mujeres: conocer nuestros genitales no sólo tiene beneficios para nuestra vida sexual, sino para nuestra salud en general.

Hombres: el clítoris es muy, muy importante.

Una pequeña gran montaña

El término clítoris viene del griego κλειτορίς (kleitorís) que significa montaña, y eso es: una montaña. Sin embargo, imaginemos que es la punta de un iceberg, porque así se descubrió, como algo externo y diminuto, pero con grandes ramificaciones nerviosas. Podría decirse que es igual al pene en estructura, pero no en dimensiones. En la etapa embrionaria hay un momento crítico cuando se desarrollan los órganos sexuales de hombre o mujer: el pene crece hacia afuera y el clítoris hacia adentro, lo único que queda afuera es el glande, o la punta del iceberg o de una montaña por decirlo así.


El clítoris y el pene son distintos pero iguales

Así como sucede con el pene ocurre con el clítoris: hay más chicos, más grandes, más gruesos o más delgados, incluso es tejido eréctil, por lo que también experimenta erecciones y al llenarse de sangre aumenta su sensibilidad. También tiene su prepucio que lo cubre o descubre en ciertos momentos de la relación sexual. La sensibilidad de la zona pélvica proviene de dos cuerpos esponjosos que se ubican prácticamente abajo de la piel de los labios menores. La parte más sensible es el glande o la cabeza del clítoris, porque está descubierto. Suele medir entre 12 y 16 centímetros de largo y de ninguna manera esta medida se asocia a la capacidad de las mujeres para conseguir un orgasmo.

El clítoris tiene una única función: proporcionar placer

Mientras el pene tiene 4,000 terminales nerviosas sensitivas al placer, el clítoris tiene más de 8,000. Está ahí por una sola razón: el placer.

Con el placer se liberan endorfinas, neurotransmisores y hormonas que previenen la depresión y aumentan la sensación de sentirse bien, de tener salud. Pero gran parte de la sociedad lo relaciona con la culpa: primero el deber, y después, si queda tiempo, el placer. Y sobre éste último se puede decir que nos han inculcado a dosificarlo o a negarlo de tal manera que incluso en algunas culturas se practica la clitoridectomía es decir, se corta el clítoris justo antes de que las niñas lleguen a pubertad, bajo la excusa de “ayudar” a las mujeres a ser decentes, a evitar las relaciones sexuales y preservar la virginidad para su futuro esposo.

Sin embargo, cuando negamos la sexualidad femenina o la matizamos con la culpa o el pecado, cuando no hablamos de la estimulación del clítoris o de los beneficios del placer que provoca, de alguna manera, con nuestro silencio, también lo mutilamos.

Asumamos la palabra clítoris

Otra vez: clítoris, digámosla con la misma naturalidad con la que decimos dedo, mano u ombligo. Digamos clítoris como lo que es: una parte más del cuerpo. Clítoris. Pero ¿cuándo se debe empezar a nombrar? Un buen momento es cuando se enseña a las niñas a cuidar su higiene personal, desde chiquitas, desde que mamá está cambiando el pañal a su bebé: “Te voy a limpiar el clítoris”. Aunque la niña no entienda claramente a qué parte de su cuerpo se refiere, estará escuchando tal palabra y se familiarizará con ella. Posteriormente hay que enseñarle hábitos de higiene, que explore los recovecos de su cuerpo, los nombre y sepa cómo mantenerlos limpios.

Ese gozo que da la comezón

La estimulación en pareja es como pedirle a alguien que nos rasque un piquete de zancudo en la espalda: hay que guiar al otro para encontrar ese lugar donde anida la comezón: “más para arriba, más para abajo, ahí… espérate… toca más fuerte… más suavecito”.

Cada mujer tiene que encontrar la técnica que le sienta mejor para obtener placer. Para estimular el clítoris hay diferentes caminos: puede ser frotación circular, en forma de estrella o de arriba hacia abajo o combinar este movimiento con la presión de los propios dedos o con la ayuda de algún juguete sexual. Nuestra pareja también puede estimularnos con su mano, además de hacerlo con sexo oral o penetración.

Para lograr una estimulación más efectiva también tiene mucho que ver el momento. Por ejemplo, si se quiere tener una excitación más intensa, tal vez sea necesario aumentar la velocidad y la presión de los movimientos. Pero también hay momentos de extrema sensibilidad cercana al dolor: casi para alcanzar el orgasmo, el prepucio o piel que cubre el clítoris, está erecto, por lo que se descubre el glande y si éste es estimulado directamente, puede provocar cierta incomodidad. En ese caso se tendría que estimular al clítoris por encima de la piel, aunque si la mujer dice algo así como “a mí me gusta y no me duele”, perfecto, continúa. En una relación, lo ideal sería que cada quien descubriera por sí mismo cómo le gusta recibir el placer y cómo funciona su cuerpo para luego compartir esta información con su pareja a sabiendas de lo que esta quiere y necesita, sin quedarnos mudos o no ser claros con lo que decimos: “ráscame, quítame la comezón, pero adivina dónde ha picado el zancudo”.

 

Cada quien tiene explorar con qué ritmo, con cuánta presión y qué forma es mejor que la otra para recibir y dar placer.


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