Miradas contemporáneas de política pública

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Las preguntas centrales que subyacen en este análisis son: ¿qué tipo de políticas son las adecuadas para promover el desarrollo? y ¿cuál es el papel de los partidos políticos como actores en la formulación de dichas políticas? Las opciones podrían contemplar acciones de tipo unilateral sobre el tipo de políticas más idóneas, coordinación jerárquica o negociaciones, pero es importante identificar que cada una de ellas acarrea posibilidades y límites con ciertos resultados (ibídem: 195-197).

Al identificar que los partidos políticos son un actor, entre muchos otros, en el proceso de formulación de políticas, la negociación con otros actores, de manera simplista, podría asumirse como el tipo ideal para lograr construir acuerdos sobre políticas públicas que impulsen el desarrollo; sin embargo, esto no necesariamente es así, dado que “el marco de análisis de institucionalismo centrado en los actores enfatiza la influencia de las instituciones en las percepciones, preferencias y capacidades de actores individuales y corporativos en los modos de su interacción” (ibídem: 38).

De acuerdo con Scharpf (1997: 43), la utilidad del enfoque de institucionalismo centrado en los actores podría ayudar a moldear o modificar el diseño de las instituciones para lograr que las políticas públicas que se decidan cuenten con la información y el conocimiento necesario para orientarlas hacia beneficiar el interés público.

El proceso detrás de la formulación de políticas importa y en democracia resulta aún más importante conocer si dicha formulación se lleva a cabo a través de un proceso democrático (Scartascini y Tommasi, 2010: 5). Las respuestas que ayuden a conocer cómo se deciden las políticas para el desarrollo subyacen en el proceso de formulación de las políticas, en donde interactúan los actores, acuerdan y deciden la orientación de tales políticas y definen a sus posibles ganadores, en el análisis de políticas públicas enfocado en el proceso “las políticas son vistas como el resultado de la interacción de una variedad de actores políticos” (ibídem, 2010: 6).

El marco analítico propuesto por Scharpf (1997) para analizar el diseño de políticas públicas contempla el esquema de la figura1, en el que se muestra la relación entre el diseño o configuración institucional, los problemas, los actores, las constelaciones de actores y los modos de interacción, que al final producen cierto tipo de políticas con resultados específicos y que interactúan a su vez en un ambiente de políticas que provoca nuevos o los mismos problemas, una especie de ciclo o proceso que tiene como variables dependientes más importante a la configuración institucional y los actores.


Figura 1. El dominio de la investigación de políticas orientadas a la interacción

Fuente: traducida de F. Scharpf (1997), Games Real Actors Play, Actor Centered Institutionalism in Policy Research. West Vier Press, pp. 44.

Los conceptos del marco analítico

Dado que al centro de este análisis se encuentran los actores, en particular los partidos políticos y la configuración institucional en y desde la que interactúan, es necesario precisar cada uno de los conceptos propuestos por Scharpf (1997).

La importancia de los actores en la formulación de políticas públicas se demuestra al entender que las políticas “son acciones intencionadas por actores que están interesados en alcanzar determinados resultados” (ibídem: 36).

El análisis de actores, sus intereses, discursos, motivaciones, limitaciones y alcances es necesario, ya que detrás de eso se encuentra la posibilidad de generar las coaliciones a favor de políticas públicas que promuevan el desarrollo de manera exitosa. Sin embargo, los actores no son la única variable a considerar en el análisis de formulación de políticas, además no hablamos de un solo actor, sino de un conjunto de actores, interactuando y acordando de distintas formas de acuerdo con el problema que se encuentre al centro del debate: “la compleja interacción entre actores y por ende los resultados de políticas, está influenciada por un amplio rango de factores políticos e institucionales” (Scartascini y Tommasi, 2010: 2).

Las instituciones y los actores tienen un impacto importante en el proceso de formulación de políticas, debido a que imprimen características particulares a las políticas que pueden variar cuando los actores que participan son distintos o entran nuevos actores a la discusión, o cuando la configuración institucional se modifica; esto no sólo en el caso de un contexto específico, sino que también da distintos resultados cuando cambia el ambiente o realidad. La evidencia demuestra que:

[…] configuraciones institucionales diferentes afectan distintas características de las políticas como estabilidad (la habilidad de los países de sostener políticas en el tiempo), adaptabilidad […] y consideración pública (la habilidad de los países de que las políticas abarquen diferentes grupos en la sociedad en lugar de reducidos grupos de interés (ibídem, 2010: 6).

Los actores

Existe una gran variedad de actores que podrían formar parte del proceso de formulación de políticas públicas, dado que el número y tipo de actores en la sociedad y a nivel internacional es amplio. Sin embargo, los actores que más podrían tener una mayor influencia en la hechura de políticas son aquellos cercanos a ese proceso, como los funcionarios públicos, los políticos, miembros de la sociedad civil organizada que participa pública y políticamente y los medios de comunicación (ibídem, 2010:1). Los lugares o espacios en el que estos actores interactúan y tienen la posibilidad de incidir en el proceso de formulación de políticas e influir a través de sus intereses y agendas son las distintas arenas tanto formales como informales, espacios tradicionales como oficinas públicas, congresos, etc. y espacios menos convencionales como cafés, reuniones u otros (ibídem, 2010: 1-2).

La principal razón de analizar a los actores de manera individual y agregada radica en que cada actor reacciona de manera diferente tanto al contexto como a los incentivos para involucrarse en los procesos de formulación de políticas, reacciones que se traducen en opiniones, posturas o percepciones están muy influenciadas por la configuración institucional en y desde la cual actúan o definen tales percepciones u opiniones (Schaprf, 1997: 36-37).

A pesar de que queda clara la importancia del análisis de actores, éste se enfrenta a un reto mayor: la información y los datos para el análisis, dado que las orientaciones de los actores son subjetivas (ídem) y si bien están influenciadas por la configuración institucional, es difícil evidenciar todos los elementos de tal subjetividad, por ende, la forma más efectiva de conocer sus posiciones, opiniones y motivaciones reside principalmente en la configuración institucional.

Diversos actores como los partidos políticos, los funcionarios, los políticos electos, las organizaciones no gubernamentales, los sindicatos e incluso los organismos internacionales actúan y existen con una configuración institucional particular, que les impone reglas, límites y orienta su ideología (ibídem: 39), y su actuar cobra sentido cuando se ajustan a dicha configuración.

El marco de análisis institucional centrado en actores permite enmarcar la acción de los actores, sus preferencias, orientaciones, capacidades y opiniones en la configuración institucional (ibídem: 43), aunque se reconoce que dicha configuración no es lo único que moldea las acciones y actitudes de los actores.

Cualquiera que sea la orientación que tomen los actores, su interacción con otros actores y las políticas que emanan de tales posturas han logrado mantenerse a través del tiempo en las democracias modernas, es decir, los típicos actores que participan en el proceso de formulación de políticas públicas lo han hecho de modos que les han resultado efectivos a través del tiempo, pero que en definitiva no han logrado resolver algunos de los problemas más graves en las sociedades actuales.

Scharpf (1997) identifica que, en las democracias modernas, se han obtenido resultados de políticas a partir de acciones unilaterales de los actores, dejando de lado las negociaciones u otros modos de coordinación, dado que tales acciones resultan menos costosas y aparentemente más efectivas (Scharpf, 1997: 197), aunque tal efectividad podría sustentarse sólo en la definición de las políticas, pero no necesariamente en los resultados obtenidos a través de la implementación de tales políticas.

Las instituciones

Para los propósitos del marco de análisis institucional centrado en actores, las instituciones se entienden como “sistemas de reglas que estructuran los cursos de acción que un grupo de actores puede escoger” (ibídem: 38). Se entiende aquí por instituciones más como el motor que impulse y dirige a los actores a tomar ciertas posturas y decisiones y no en una perspectiva de tipo organizacional, es decir, instituciones como actores en sí mismos.

Las constelaciones de actores

Cuando analizamos los actores de manera individual ponemos, de acuerdo con el marco de análisis, sus orientaciones, opiniones, posturas, las reglas con las que actúan, pero es cuando se pone a interactuar al actor con otros cuando se descubren sus modos de acuerdo o negociación, el grado de influencia de su configuración institucional y podría ser posible determinar su impacto o influencia en la formulación de políticas públicas.

La propuesta de Scharpf (1997) para analizar las interacciones se encuentra en las constelaciones de actores, que describen a los jugadores involucrados, sus opciones de estrategia, los resultados derivados de la implementación de tales estrategias y se muestran las preferencias de los actores y su posición acerca de los resultados (ibídem: 44).

 

Modos de interacción

Las constelaciones de actores nos permiten visualizar el juego de interacción entre los actores, sus estrategias y resultados, pero además de eso se revelan los modos de interacción, que se reducen a acuerdo y negociación, sino que abarcan una serie de opciones para los jugadores, no cooperar, cooperar, votar u optar por las opciones unilaterales de tipo jerárquico (ibídem: 45).

Los partidos políticos como actores en el diseño de políticas públicas de desarrollo

Con la premisa de que se necesitan políticas públicas que impulsen el desarrollo en los países y que un enfoque de tipo político para abordar el análisis de la formulación de políticas puede contemplar una exploración de los actores (su influencia en las políticas, sus orientaciones, sus opiniones y posturas ante las acciones que puedan o no resolver los problemas públicos de los países) y de la configuración institucional en y desde la cual éstos actores actúan, es pertinente analizar a los partidos políticos como actores en el juego del diseño y formulación de políticas públicas para el desarrollo.

Históricamente los partidos políticos de las naciones democráticas han representado la forma tradicional de acceder al poder político y dirigir el destino de una nación a través de la formación de gobiernos. Los partidos políticos acceden al poder político para proveer bienes y servicios públicos en forma de políticas públicas (Colomer, 2009: 229).

Existen distintas razones por las que los partidos políticos se forman, pero la principal es para competir en elecciones que les permitan ocupar el gobierno y plantear las políticas públicas, legislación, proyectos y programas necesarios, que por un lado les permitan cumplir sus compromisos con el electorado y por otro con su agenda ideológica. Algunas de las tareas básicas de los partidos políticos son proponer políticas públicas innovadoras, desarrollar la acción colectiva mediante el liderazgo y ejercer poder en las asambleas y gobiernos (ibídem: 231).

Los partidos políticos como actores en la arena pública poseen una característica que los distingue del resto de los otros tipos de grupos sociales o políticos, dado que los partidos políticos nominan a sus miembros ante los votantes y el resto de los grupos políticos o sociales de presión como cámaras, asociaciones, sindicatos, en teoría no lo hacen (Goldman).

El papel de los partidos políticos en la formulación de políticas es importante, dado que sus intereses, discursos, racionalidades y posiciones entran en el juego en las negociaciones para decidir las políticas públicas idóneas o erróneas para impulsar el desarrollo de las naciones. Los aportes que los partidos políticos sean capaces de contribuir en la formulación de políticas, sus limitaciones y alcances son dignos de una discusión más elaborada que la aquí se pretende, pero al menos se intenta iniciar un análisis que vincule a los partidos políticos y su configuración institucional con la formulación de políticas.

La orientación que tomen los partidos políticos en la formulación de políticas estará determinada en gran medida por la configuración institucional a la que deben su existencia y con las normas institucionales que orientan su criterio para actuar (Scharpf, 2000).

Cómo o hacia dónde inclinarán sus preferencias los partidos políticos, es decir, su orientación, es sólo una parte que constituye sus decisiones y posible cooperación en la formulación de políticas; sin embargo, además de esto existen una serie de incentivos que los inclinan a colaborar en sistemas multi-actor, dado que los partidos políticos no son los únicos actores en el juego del proceso de hechura de las políticas. De acuerdo con Scharpf (2000), esos incentivos serán más fuertes en gobiernos de un solo partido o unitarios del modelo Westminster (modelo de democracia mayoritario2), a pesar de la existencia de facciones o grupos dentro del partido, dado que se enfrentan a las elecciones de manera conjunta sus incentivos para promover políticas públicas exitosas (Scharpf, 2000).

Por otro lado, en constelaciones de gobierno dividido, donde la existencia de dos partidos o más tiene presencia en el gobierno, los incentivos para participar no son altos, por lo que se favorece el conflicto y la oposición, eso además incentiva a los partidos de oposición a mantenerse en contra de las iniciativas del partido en el poder para satisfacer a su electorado (Scharpf, 2000).

La capacidad de los partidos políticos de incidir y formular políticas públicas que sean exitosas o promuevan el desarrollo depende en gran medida del sistema político y de partidos en el que se encuentren y, sobre todo, en la configuración institucional de las reglas para aprobar dichas iniciativas. La no aprobación de políticas que pudieran resultar exitosas en el mediano y largo plazo no sólo daña la imagen del partido en el poder con su electorado, sino del sistema político y de partidos en su conjunto para ofrecer políticas públicas exitosas a la población.

En el orden de los partidos políticos y el sistema de partidos Scartascini (2010) refiere que existen al menos cuatro características que afectan el proceso de hechura de políticas públicas en América Latina: “la institucionalización de los partidos políticos y el sistema de partidos, la nacionalización de los partidos políticos y el sistema de partidos, la fragmentación y el apoyo presidencial legislativo y la importancia de políticos programáticos contra políticos clientelares para el funcionamiento del sistema político” (pp. 19-20).

En cuanto a los partidos políticos no sólo es relevante su configuración institucional, sino también la configuración del sistema de partidos que sienta las reglas del juego en la que participan y colaboran los distintos partidos entre sí y con otros actores que se involucran en la formulación de políticas.

El grado de institucionalización de un partido político incide en la consistencia del tipo de políticas que presenta y respalda en el tiempo, le otorga al electorado cierta confianza en cuanto a mantenerse en una línea ideológica que le permite confiar en él. Además, en cuanto más esté institucionalizado un sistema de partidos los partidos tenderán a ser más programáticos, esto a su vez permite que sus orientaciones sean más estables no sólo a través del tiempo sino ante su electorado (Scartascini, 2010: 20).

Además de que la institucionalización de los partidos permite que los políticos ofrezcan políticas públicas consistentes, facilita que los partidos se organicen de tal manera que puedan los líderes de los partidos puedan disciplinar a aquellos que se montan en los beneficios de los partidos sin responsabilidad y que los miembros de los partidos puedan disciplinar a los líderes al desviarse de políticas que promuevan los intereses y creencias de los partidos (Keefer, 2011: 19).

Por otro lado, siguiendo con Scartascini (2010), en sistemas de partidos débilmente institucionalizados se da el caso de partidos políticos que surgen y no duran mucho en el sistema, además de que sus posiciones acerca de los diferentes temas o problemas públicos tienden a moldearse constantemente (Scartascini, 2010: 21), o políticos que requieren sólo apoyo de un grupo pequeño de ciudadanos para acceder al poder, lo que resulta en políticos que tienen poco o nulo interés en proveer bienes públicos que beneficien a la mayoría (Keefer, 2011: 19).

En términos democráticos el que aparezcan nuevos partidos que ofrezcan alternativas a los electores podría considerarse positivo, pero cuando dichos partidos no logran traducir tales opciones en políticas públicas eficaces y dadas sus posturas maleables, podrían no contribuir de manera tan positiva a la democracia, al sistema de partidos, la gobernabilidad y el consenso para políticas que verdaderamente impulsen el desarrollo.

Además de que los sistemas de partidos débilmente institucionalizados permiten el surgimiento de partidos efímeros con ideologías y posturas que se adaptan al contexto o el público, ese tipo de sistemas propician también la aparición de una política antisistema, que pueden tener forma de partidos políticos que se manifiestan en contra del sistema establecido y su objetivo es proponer un gobierno muy distinto al imperante con propuestas de políticas completamente opuestas a las existentes (Scartascini, 2010: 21), grupos políticos o personajes que ofrecen una ruptura con el sistema actual, lo cual por un lado podría ser el shock que se necesita en un determinado contexto, pero acarrearía también una serie de riesgos y problemas al permitir el ascenso al poder de grupos oportunistas, populistas o hasta dictatoriales y, por ende, debilitar la democracia.

Los partidos políticos cumplen su propósito cuando logran representar y concretar las demandas ciudadanas de los electores que los colocaron en el poder. El poder político que adquieren los partidos y se ejerce a través de los políticos y del gobierno, debe resultar en políticas públicas, iniciativas, proyectos y programas exitosos acordes con tales demandas o compromisos.

En un sistema de partidos institucionalizado los partidos políticos deben demostrar que son útiles y que su existencia se justifica debido a que son capaces de ofrecer las políticas adecuadas o efectivas, deben ser vistos como instituciones vitales para el funcionamiento de la democracia. Por el contrario, en un sistema de partidos débil, en términos institucionales, los partidos corren el riesgo de no tener sentido para los ciudadanos, al no satisfacer sus demandas ni ser capaces de diseñar e implementar políticas eficaces, lo que conduciría a una pérdida de legitimación y duda por parte de los ciudadanos de su utilidad o necesidad de existencia (Scartascini, 2010: 24).

La institucionalización de los partidos políticos y del sistema de partidos son vitales para que los partidos incidan efectivamente en la formulación de políticas públicas para el desarrollo, pero además de esto, dado que los partidos operan en estados nación, el grado de nacionalización del sistema y los partidos es otro factor a considerar en el análisis del tipo de políticas que promueven esos actores.

El impulso y adopción de políticas nacionales puede ayudar a mantener una cohesión nacional y una visión de nación, que a su vez puede contribuir en la democracia a nivel país, característica de los sistemas políticos nacionalizados. En los países con sistemas de partidos altamente nacionalizados, los factores nacionales pueden contribuir a estrechar los lazos entre los partidos y los electores; en el caso contrario, sistemas poco nacionalizados pueden permitir que los factores subnacionales sean más relevantes (ibídem, 2010: 26).

El grado de nacionalización de los partidos no sólo incide en los lazos que pueden forjarse entre el electorado y los partidos, sino también en el tipo de políticas que se prioricen en la agenda de los mismos partidos y las relaciones entre los distintos órdenes de gobierno, que se pudiera traducir en un dominio de la agenda nacional sobre la local o una supeditación de los órdenes de gobierno subnacionales a la agenda nacional (ibídem, 2010: 26).

Un sistema de partidos muy nacionalizado puede tener sentido para generar, como se ha mencionado, cohesión nacional; sin embargo, puede presentar efectos adversos en países extensos y heterogéneos, en los que los problemas de las regiones son diferentes entre sí y existe más que una gran prioridad nacional, sino distintos contextos que requieren políticas formuladas con características específicas que atiendan los problemas de esas realidades.

Las políticas nacionales podrían convertirse en centralistas, promoviendo el desarrollo desigual entre las regiones de una misma nación, propiciando el estancamiento en ciertas zonas y el desarrollo en otras. Un fenómeno similar al que se da entre los países desarrollados y los subdesarrollados, los países más avanzados promueven una agenda de políticas entre las regiones a nivel global subdesarrolladas, obviando las particularidades de cada uno de los países hacia tales regiones, lo que se traduce en que en cada país dichas políticas generan resultados distintos. Al respecto, Scartascini (2010) señala:

Bajo sistemas de partidos institucionalizados las políticas públicas es más probable que estén orientadas a trabajar por el bien común nacional, ceteris paribus, en contraste, en un sistema de partidos débilmente nacionalizado, las políticas públicas pueden tender a estar más dirigidas a la satisfacción de intereses particulares locales, regularmente en detrimento del bien común nacional (p. 27).

 

¿Qué otros factores inciden en la capacidad de los partidos para ofrecer políticas públicas efectivas orientadas a resolver los problemas públicos y las demandas ciudadanas? De acuerdo con Scartascini (2010), el tipo de relación que los partidos establecen con los electores es fundamental. Esto se refleja en lo que los partidos ofrecen a los ciudadanos a cambio de su voto y apoyo. Por un lado, podrían ser políticas públicas (exitosas o fracasos), y por otro, la relación que los mantiene en el poder o los quita se basa en una serie de incentivos de tipo clientelar (ibídem: 40-44).

En los sistemas políticos en los que prevalece el clientelismo, sucede, sobre todo, por la ausencia de partidos políticos programáticos que ofrezcan políticas coherentes al electorado, por lo que el intercambio y relación con los votantes se reduce a los incentivos entregados con distintas formas, que puede ser atribuido también en parte a altos índices de corrupción (Scartascini, 2010: 44) y que mantienen dicho sistema por encima de uno basado en políticas y la posibilidad de castigo por su ineficacia.

Respecto a los factores expuestos hasta el momento que influyen para que los partidos políticos ofrezcan políticas eficaces, las características institucionales, de nacionalización y forma de relación con el electorado del sistema político y de los partidos políticos determinan las posibilidades del mismo sistema de formular políticas orientadas al bien común, que además incide en la estabilidad política y la posibilidad de adaptar las políticas públicas existentes ante shocks externos (ibídem: 46).

Además de la propuesta de Scartascini (2010) para analizar el papel de los partidos políticos y el sistema de partidos en la formulación de políticas en un sistema democrático y algunas de las consecuencias que se generan dada la configuración institucional y otras variables, otros expertos han indagado sobre la relación entre los partidos y las políticas, planteándose si en realidad los partidos importan e inciden en las políticas.

En Do political parties matter to public policies? Evidence from Select European Countries M. L. Verma (2000) plantea que los partidos políticos son la estructura central intermediaria entre la sociedad y el gobierno, por lo que representan las opiniones y preferencias de la sociedad (p. 229).

La ideología es la variable más importante en el estudio de Verma (2000). Más allá de las configuraciones institucionales del sistema, la ideología reside hasta cierto punto en las configuraciones institucionales de cada partido, dado que son las reglas formales o no, que orientan las posturas y creencias de los partidos antes los distintos problemas públicos. Una ideología es una dimensión que engloba las preferencias, económicas, éticas y morales, entre otras, de un partido (Colomer, 2009: 257). La ideología es también una marca, una simplificación que etiquetamos como liberalismo, conservadurismo, nacionalismo, socialismo, etc., que a su vez se acompañan de valores como justicia, paz, equidad, igualdad, entre otros (Colomer, 2009: 258). Los votantes o electores se identifican con las ideologías de los partidos políticos y generan la expectativa de que las políticas propuestas por tales partidos sean coherentes en el sentido ideológico y de valores.

Verma (2000) refiere que estudios como el de Hibbs (1997: 230) demuestran que partidos con ideologías distintas generan políticas particulares. Por ejemplo, los gobiernos social-demócratas empujan políticas de pleno empleo contrario a otros partidos de otras ideologías y gobiernos identificados como de izquierda o derecha se inclinan por políticas económicas que responden a su electorado.

Acerca de la importancia o el peso de los partidos políticos en la formulación de políticas públicas existen dos posturas: los que afirman que no importan los partidos y los que sí. Los que argumentan en contra se sustentan en ideologías marxistas y la hipótesis del “fin de la ideología” (Verma, 2000: 232).

Las hipótesis de Verma (2000) sugieren que los partidos políticos buscan o intentan producir políticas basadas en la ideología; sin embargo, una vez que acceden al poder distintos factores restringen esto y disminuyen las posibilidades: factores externos, problemas políticos domésticos, etc., a pesar de ellos existe un margen en el cual los partidos pueden tratar de impulsar políticas acordes con su ideología y la de su electorado que les brindó el apoyo para acceder al poder. Además de eso apunta a que la influencia del gobierno (partidos políticos) se refleja más claramente en la discusión acerca del bienestar y las políticas de bienestar, dado que es el tema en el que hay menores restricciones impuestas por el contexto o externas (pp. 233-240).

La posibilidad de que los partidos políticos impulsen políticas para el desarrollo, que promuevan el bienestar de la gente, se da ante la existencia de partidos políticos institucionalizados, ya que éstos además facilitan la acción colectiva de los ciudadanos (Keefer, 2011: 21).

Dado que los países se encuentran cada vez más integrados en la economía global, las restricciones que eso impone a nivel de los países para dirigir la política económica limitan la posibilidad de los gobiernos de proponer políticas o cambios radicales en ese rubro. Ante esta situación los gobiernos nacionales toman un rol más activo y de decisión sobre el gasto en bienestar, esto a pesar de su orientación ideológica (Verma, 2000: 244). Esto podría reducirse de manera simplista a que el margen de maniobra para los partidos se encuentra en la agenda y políticas públicas del bienestar, que para el caso de algunos países equivale a la política social, lo cual orientaría a los partidos a ofrecer opciones de políticas que resuelvan los problemas de pobreza, desempleo, desigualdad, entre otros; sin embargo, pudiendo caer los partidos en alguno de los dos escenarios propuestos por Scartascini (2010), partidos programáticos o partidos clientelares.

La política y los partidos políticos sí importan e inciden en las políticas públicas, pero además de su configuración institucional o su ideología, las arenas políticas son fundamentales, ya que definen los límites que tienen los partidos para definir políticas en rubros específicos como el desarrollo.

De acuerdo con Keefer (2011), el grado en el que los partidos políticos permiten la acción colectiva determina la orientación de las políticas públicas hacia el interés general, como elevar el nivel de escolaridad, promover la inversión privada, disminuir la corrupción y mejorar la calidad de la burocracia (p. 21); sin embargo, la capacidad de los partidos para lograr eso está fuertemente determinada por el hecho de que los miembros de un partido sean capaces de elegir candidatos que se inclinen por políticas coherentes en el marco de la ideología del partido (p. 22). Eso está directamente relacionado con la democratización de los procesos internos de los partidos políticos, es decir, si los miembros de un partido pueden elegir o no libremente a sus candidatos o si incluso su elección se abre a una votación más amplia.

Lo anterior tiene un impacto en el tipo de políticas que proponen los políticos que emanan de los partidos políticos y que logran el acceso al poder político en el gobierno. Los partidos con procesos internos y prácticas democráticas, que además promuevan la acción colectiva, exhiben mejores resultados de políticas que impulsan el desarrollo económico (ibídem: 30).

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