Viraje hacia la vida

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Hasta ahora han predominado en los modos de significación de nuestros mundos de vida, modos de comprensión alejados de la ciencia termodinámica; como ha afirmado George Steiner, es paradójico, por decir lo menos, que después de dos siglos de que fuera formulada la ley de la entropía, apenas estemos tomando nota de que es una condición de la vida y de la existencia humana. Pero lo que tenemos que comprender e incorporar cuanto antes a nuestras prácticas de vida es su complemento: la verdad incontrovertible de que la vida es la organización neguentrópica de la materia y de la energía del Universo; es eso lo que tenemos que aprender a mantener y a magnificar para sustentar la vida en la vida misma. De esa comprensión emerge un giro en los destinos de la vida en el planeta: un cambio de dirección del “progreso” y el “crecimiento” dentro del régimen ontológico de la tecnoeconomía que avanza destruyendo la vida, hacia la construcción de sociedades neguentrópicas, fundadas en la creatividad y en las condiciones de sustentabilidad de la vida. Y si nos cuesta a los ciudadanos comunes abrir nuestra comprensión del mundo a la vida, no están exentos de ello los científicos que se enfrentan a los obstáculos epistemológicos, a los intereses disciplinarios y las resistencias paradigmáticas que han invisibilizado las condiciones de la vida. En cambio, para los Pueblos de la Tierra resulta en un proceso de reconstitución de sus saberes que es connatural con su cultura.

Más allá de construir un nuevo paradigma sobre la sustentabilidad de la vida, la Racionalidad Ambiental abre el pensamiento del Logos y la razón para acoger la diversidad de nuevos paradigmas, de nuevos enfoques, de nuevos modos de comprensión de lo Real y de las cosas del mundo para la reconstrucción de la vida. La Racionalidad Ambiental está alimentada y sustentada, sobre todo, en los saberes de los Pueblos de la Tierra. La ciencia biotermodinámica avanza desde el reconocimiento de la propiedad neguentrópica del planeta; desde esa comprensión podemos construir una bioeconomía y una economía ecológica fundadas en los procesos de autoorganización de la vida y en el potencial productivo de los ecosistemas; incluso ha emergido una sociología ambiental y una ecología política que analizan los conflictos socioambientales fundadas en el reconocimiento de la ley de la entropía y de la potencia neguentrópica del planeta. Pero son los Pueblos de la Tierra quienes están llamados a refundar sus territorios de vida; no solo por su capacidad de resistencia y de resiliencia ante los embates del capital, sino por su capacidad de reexistencia, por la habilidad para reconstituir sus identidades tradicionales, en su apertura para comprender la crisis ambiental, en su disposición para renovar los modos de habitar sus territorios y reconstruir sus mundos de vida. Pues ciertamente nuestras universidades y la economía son infinitamente más resistentes a abrirse a esa recomprensión del mundo que los Pueblos de la Tierra, quienes han mostrado ser más lúcidos y estar más abiertos a comprender lo que está en juego; pues lo que está en riesgo, más allá de la vida misma, es la existencia de los pueblos, que hoy reclaman el derecho de ser como un derecho inalienable, reinventando sus identidades, sus modos de producción y sus modos de vida.

Un ejemplo emblemático son los seringueiros de Brasil; ellos no son pueblos originarios del territorio que habitan; son gente que vino de diversos lugares de Brasil, se instauraron en el Estado de Acre, trabajaron en la industria del caucho desde finales del siglo XIX, y desde sus luchas sindicales y orientados más tarde por Chico Méndes, fueron comprendiendo la crisis ambiental. Pero la comprendieron con una profundidad tal que decidieron transformar sus modos de vida y reapropiarse de sus espacios de vida desde sus derechos territoriales y existenciales inventando un modo neguentrópico de producción, sus reservas extractivistas, partiendo de la extracción del látex y su transformación en una serie de bienes de consumo local, regional e internacional, basados en las condiciones de productividad ecosistémica de su territorio de vida y no en la maximización de la ganancia económica. Ese es un giro en su modo de producción, en el modo de relacionarse con la naturaleza y de inscribirse en el metabolismo de la vida, en las condiciones de productividad termodinámica y ecológica de su territorio, reinventando sus identidades; autodenominándose seringueiros, como el nombre del árbol de donde derivan sus medios de vida, instituyendo su mundo de vida en las condiciones del territorio que habitan.

La Racionalidad Ambiental se sostiene en un conjunto de paradigmas ecologizados que buscan trascender el orden objetivador del mundo que fundan las ciencias en el orden de la racionalidad científica dominante, de la “ciencia normal”; pero la Racionalidad Ambiental trasciende el orden de la cientificidad del conocimiento objetivo, comprobable, verídico y falsable –como diría Popper– y se abre a un diálogo de saberes. La Racionalidad Ambiental acoge la diversidad de los modos culturales de comprensión de la vida, porque es ahí donde se abre la esperanza y porque es ahí donde emerge la riqueza de modos alternativos de comprensión que no parten del a priori de la razón, sino de las condiciones de la vida. Esos saberes parten de los imaginarios que sustentan la vida de los Pueblos de la Tierra. En este sentido, habrá que indagar ¿de qué manera se han infiltrado las condiciones de la vida en la historia y en las prácticas de los pueblos?; ¿De qué manera se ha configurado la diferencia entre cultura y naturaleza? Pues si de alguna manera ha tenido alguna fuerza determinante la condición propia de la vida en la configuración de sus imaginarios traducidos en sus prácticas de vida, habremos de preguntarnos ¿cómo se configuran los modos de significación, de selección y de distinción de la naturaleza en el lenguaje, los imaginarios y las prácticas de los pueblos? ¿Por qué ciertas culturas valorizan el uso de ciertas plantas útiles y otras no aprecian y no se apropian otras de donde se derivan muchos componentes utilizables? Hay algo en el orden de la cultura que discrimina lo que reconoce y se apropia de la naturaleza a partir del orden simbólico que distingue y selecciona no solamente a través de la experiencia de haber utilizado y transformado su ecosistema, sino que se configura en el orden simbólico que imprime a sus imaginarios un proceso de distinción, como diría Bourdieu.

La Racionalidad Ambiental orienta la deconstrucción del mundo que ha sido guiada por la voluntad de dominio de la naturaleza por la racionalidad tecnoeconómica, por la voluntad de unificación del logos y la unidad de la ciencia, hacia un mundo fundado en la ontología de la vida, es decir, en la fuerza emergencial que lleva a la diferenciación y a la diversidad biológica. Para ello habremos de aprender a vivir y a convivir en un mundo de diversidad cultural. El gran desafío de la humanidad en esta transición histórica es el de aprender a construir sociedades neguentrópicas en un mundo de diversidad biocultural, donde la Racionalidad Ambiental podrá ser la categoría filosófica que ofrezca un punto de vigilancia epistemológica para orientar los procesos de la vida. Para ello hemos de reconocer que en el fondo de todos estos procesos está la voluntad de poder como una condición humana; para traducir la voluntad de dominio en una voluntad de poder querer la vida; para acoger y habitar la vida en la inmanencia y en los sentidos de la vida. Esos son los giros que se subsumen en la categoría de Racionalidad Ambiental que como toda categoría filosófica, antes que un Universal y un a priori de la razón, es un llamado a pensar lo por pensar. La Racionalidad Ambiental no es un paradigma, sino un enigma.

Todo lo anterior nos llama a cuestionar nuestros modos de pensar; a deconstruir nuestros paradigmas científicos, a modificar nuestros modos de actuar en el mundo para abrirnos a reconstruir nuestros mundos de vida. Ese es el sentido de reaprender a vivir la vida en las condiciones de la vida. La vida no es sin condiciones. Tendremos que comprender y hacernos cargo de nuestra condición entrópica y neguentrópica; de nuestra condición simbólica, inconsciente y cultural. Pues antes que venir del ser, el ser humano adviene al mundo desde “una falta en ser” como dijo Lacan. Y esa falta en ser impulsa una voluntad de dominio que debemos reconocer; que hay que saber refrenar, alterar y reconducir en los sentidos de la vida. Tendremos que reaprender a entender cómo se configura el orden simbólico del cual deriva el sentido existencial y las condiciones de sustentabilidad de nuestras vidas.

Eso nos lleva a romper el cerco de la modernidad reflexiva que no piensa más allá de los reflejos y retroacciones que le ofrecen sus ejes constitutivos de racionalidad; que piensa que el mundo ha llegado al fin de la historia y no piensa que hay otros modos de comprender la vida, desde donde se encausan los movimientos sociales por la reapropiación de la naturaleza y la “empropiación” de la vida desde los modos de existencia de los Pueblos de la Tierra. Pues solo si logramos reencausar la vida podremos aspirar a un futuro sustentable y con sentido; aspirar a una vida fundada en la diversidad de la vida.

La Racionalidad Ambiental nos lleva a pensar cómo influye el pensamiento en el curso de la historia. Pues si en la historia se decantan los modos de pensar el mundo, si la crisis civilizatoria es producida por la cristalización del modo hegemónico de pensar el mundo, de la racionalidad económica globalizada, debemos pensar la influencia del Logos Humano en las ideas, en las teorías, en los discursos, en los imaginarios, en el curso de la historia, y sus efectos en los flujos y los influjos de la vida.

El pensamiento metafísico se instauró en el mundo como mecanismo que traza los caminos del progreso, que impulsa las inercias que mueven al mundo hacia un futuro ya predestinado, predeterminado por la racionalidad instaurada en el mundo. Ante la crisis ambiental como crisis del pensamiento, surge la pregunta, ¿cómo deconstruir el pensamiento que ha conducido al mundo hacia la crisis ambiental? Pero sobre todo, ¿cómo deconstruir las estructuras armadas por el pensamiento, instituidas e institucionalizadas por la racionalidad que gobierna el mundo? Más allá del método hermenéutico y deconstruccionista que abre el entendimiento a la manera como se fue forjando el Logos Humano, y desde allí los regímenes ontológicos que gobiernan al mundo, a los mundos de la vida que impactan y orientan la evolución creativa de la vida, la gran pregunta es la que busca saber si aún puede, y ¿cómo podría el pensamiento reconducir los destinos de la humanidad?

 

El pensamiento de la posmodernidad no anuncia el futuro. El deconstruccionismo desentraña la parte oculta del no saber del saber de la modernidad; revive el pensamiento estoico y barroco para dilucidar otras raíces de la diversidad ontológica del mundo. Pero no conduce la reconstrucción del mundo desde una ontología de la vida. Por otra parte, todo pensamiento que intenta dar fundamentos para abrir los cursos de la historia y para “dejar ser” a otros mundos posibles, aparece como ideal anacrónico o extemporáneo, fuera del tiempo posible, como señales del off-side y el time-out de la teoría. Suele decirse que los pensamientos premonitorios se adelantan a su tiempo. La humanidad ha dedicado grandes esfuerzos para desentrañar las raíces de pensamientos precursores de nuevas teorías, que anunciaban otros devenires: desde el estoicismo de Zenón de Citio, 300 años a.C., cuya doctrina filosófica buscaba el control de los hechos que dominan y perturban la vida, hasta las mónadas de Leibniz, el vitalismo de Bergson fundado en una ontología de la vida, o la otredad de Lévinas, de la vida humana orientada por una relación ética más allá y “de otro modo que ser”, o del “vivir bien” de los Pueblos de la Tierra; de todos esos pensamientos e imaginariois que han quedado sepultados y olvidados, despreciados y subordinados por el pensamiento cartesiano y la racionalidad dominante.

La Racionalidad Ambiental que emerge de la crítica de la racionalidad tecnoeconómica, ¿surge a tiempo para abrir otros mundos posibles? Sin duda la Racionalidad Ambiental es un pensamiento de su tiempo, es lo por-pensar de lo no-pensado que como falla del pensamiento que desencadenó la crisis ambiental; es lo por-pensar para reconducir los destinos de la humanidad y de la vida en el planeta. Pero, ¿es un pensar a des-tiempo? ¿Está ese pensamiento a tiempo de cambiar los tiempos desencadenados por la racionalidad tecnoeconómica en la entropización del planeta? Algunos dirán que es una utopía, que está fuera de lugar y tiempo, que es un imposible. Y en efecto, en el tiempo necesario para pensar la deconstrucción de la racionalidad imperante y la construcción de otra racionalidad posible, avanzan los procesos destructores de la naturaleza, generadores de entropía, que erosionan las condiciones en las que pudiera construirse otra racionalidad, una Racionalidad Ambiental. Al tiempo que se piensa un modo de producción fundado en la productividad neguentrópica de la biosfera, avanzan los procesos de homogeneización de cultivos, de desestructuración de los ecosistemas: de entropización de sus condiciones de resiliencia y productividad de la biosfera. La teoría de lo posible pierde su posibilidad en la medida en que avanza la destrucción de las condiciones materiales y simbólicas, naturales y culturales desde las cuales lo imposible sería posible. Tal es la paradoja de los contratiempos del pensamiento en el transcurrir de la historia. Las razones del progreso tecnológico se han convertido en razones de fuerza mayor, como dijera Eduardo Nicol.

Surge así la pregunta más enigmática sobre el acontecimiento de la vida en el curso de la historia. No solo para ver cómo se inscribe y se adapta la vida a una historia cuyas determinaciones fundamentales han sido trazadas por la destinación del ser. Empero, la vida resiste y reexiste en otros mundos de la vida; la vida anida en seres individuales y colectivos cuyos modos de ser dan un sentido diferente a la historia. Como en el reclamo del “vivir bien” de los pueblos de la Tierra, que desde sus mundos oprimidos expresan el espíritu emancipatorio donde florece el campo de cultivo de la vida. Desde allí se escucha el canto de la Tierra agradeciendo la vida.

El ambiente en la discusión de la paz 1

JULIO CARRIZOSA UMAÑA2

Principalmente quiero felicitar a la Universidad Autónoma de Occidente por la creación del Instituto de Estudios para la Sostenibilidad (IEPS) y agradecer por la invitación. Desde hace muchos años conozco el trabajo de la Universidad y considero que la labor desarrollada sobre el ambiente y la sostenibilidad es importante.

Esta conferencia está titulada igual que uno de mis libros llamado “El ambiente en la discusión de la paz”, el cual está fundamentado en dos o tres libros anteriores, pero contiene mis últimos escritos de los anteriores diez años, periodo en el que se ha construido la paz en Colombia, sí es que está construida.

Igualmente contiene todas las columnas que he escrito para el periódico El Espectador sobre el tema. Primero, quiero recordar cuáles son los fundamentos del libro y luego describir los capítulos de una forma muy sencilla, igualmente les voy a leer un documento que he escrito desde la Universidad Nacional de Colombia, que resume mi pensamiento sobre las ideas que se han desarrollado durante estos años sobre la cuestión ambiental en Colombia.

Esta publicación está complementada con el libro ¿Qué es ambientalismo? El cual fue elaborado en el Instituto de Estudios Ambientales (IDEA). Este libro plantea que los llamados ambientalistas nos caracterizamos en nuestro pensamiento por cinco formas de ver el tema. Vivo en América Latina porque hay una forma diferente de ver al ambiente, siguiendo unas líneas de pensamiento francés donde el ambiente es prosperidad.

El medio ambiente, según el punto de vista de la teoría de los sistemas, está relacionado con el sistema donde vivimos y con nuestro propio sistema personal. Esta visión considera el ambiente como una totalidad. Esto implica una dificultad metodológica: estudiar el ambiente como una totalidad que nos rodea genera la necesidad de tener en cuenta diversas disciplinas que tratan de explicar el mundo. No podemos únicamente discutir sobre el ambiente desde el punto de vista de la ecología o desde la ingeniería ambiental, también debemos tener en cuenta pensamientos que han tratado de explicarla desde la economía, las ciencias políticas, la sociología, la antropología, etc. Desde el pensamiento complejo ¿cómo nos podemos aproximar al estudio de los problemas ambientales?

Hay varias líneas de conocimiento, como la representada en Estados Unidos por el Instituto de Estudios Santa Fe, donde buscan estudiar la complejidad desde las matemáticas y esto ha tenido un gran avance. Otra línea está en Francia representada por el profesor Edgar Morín que estudia la complejidad desde la filosofía, la cual me ha interesado y he tratado de desarrollar en Colombia. El profesor Morín parte de identificar la diferencia entre el pensamiento complejo y el pensamiento simple, él dice “vivimos en el paradigma de la simplicidad” que se caracteriza por la dominancia de tres procesos en el pensamiento: el proceso de la reducción, el proceso de la disyunción y el proceso de la abstracción. Hemos llegado a un paradigma que trata de simplificarlo todo y eso implica, naturalmente, cometer errores, los economistas clásicos lo dicen claramente “hacemos caso omiso de las variables”. Se hace caso omiso a las externalidades de su modelo, es decir, se reconoce la simplificación de la realidad. Sin embargo, hay varias aproximaciones cognitivas que no reconocen que se están simplificando las ideas, o por lo menos, no son tan explícitas como los economistas.

Esto puede generar problemas políticos porque conforme los modelos que vienen de las ciencias políticas y ciencias económicas van tomando el poder y dominando el pensamiento, se van olvidando cuáles son sus externalidades, se olvidan también de los elementos que se deben tener en cuenta, y esto se produce tanto en la izquierda como en la derecha, tanto en el marxismo como en el neoliberalismo. Por eso, así como otros se olvidan de la totalidad, los ambientalistas que debemos ver la totalidad también podemos omitir esas simplicidades.

En el IDEA realizamos varios experimentos en grupo, investigando qué nos une como ambientalistas, por qué nos llamamos ambientalistas y qué es lo que llamamos realidad y eso lo conseguimos condensar en el libro ¿Qué es ambientalismo? tratando de caracterizar la manera de ver el mundo que nos lleva a estas posiciones ambientalistas que a veces son llamadas sistemas, y llegamos a la conclusión de que teníamos en común no solo la forma de ver el mundo holísticamente, sino verlo de una manera amplia y profunda, siendo esto lo que principalmente nos unía. Algunos ingenieros se preocupaban por el detalle de los procesos de contaminación de las aguas, mientras que otros se preocupaban por el quién o qué sistema socialmente conducía la contaminación de las aguas.

Ver el mundo amplia y profundamente no es solo lo que nos diferencia, también observar las interrelaciones. Esto que viene tanto de la ecología como de otras ciencias nos ha inducido a no preocuparnos solamente por los elementos, también por lo que une a los elementos. Otro aspecto es ver la realidad dinámicamente, preocuparnos por el pasado, por el presente y por el futuro. Otro punto importante es ver la realidad desde el deber ser, con la intención de tratar de modificarlo para hacer algo diferente de la realidad. El método científico nos dice que se debe mantener un equilibrio y no interrumpir la misión científica con la visión de un deber ser y eso nos adentra en un conflicto con la ciencia más ortodoxa.

Esta construcción del deber ser es diferente en cada persona. Hay un concepto de modelo mental que utilizan los psicólogos cognitivos el cual menciona que cada uno de nosotros a lo largo de la vida, de acuerdo con nuestras experiencias y estudios, vamos limitando la forma de ver el mundo y confirmando un modelo, lo cual sucede inclusive desde muy jóvenes. Por lo tanto, las personas según su forma de vivir, educación y hasta alimentación, ven el mundo desde puntos de vista diferentes, como desde la economía y la política, que son las dos formas dominantes actualmente.

El ser humano tiene la capacidad de ver el mundo desde otros puntos de vista: desde lo ético, la búsqueda de la bondad; desde lo estético, muchas personas llegan al ambientalismo en la búsqueda de la belleza y la búsqueda del placer; la búsqueda del conocimiento que une a muchos ambientalistas y la maximización del conocimiento.

Teniendo en cuenta esas formas de ver el mundo, nosotros desde el IDEA vemos a Colombia y la otredad con respeto, que para nosotros es la única forma de evitar la disyunción entre buenos y malos, negros y blancos, ver a todos con respeto y pensar en la compañía del otro, ver las especies y lo inanimado con respeto, teniendo en cuenta las diferentes ideologías. Esto tuvo como resultado el texto Colombia compleja que trata de equilibrar las diferentes formas de ver a Colombia, el cual pueden encontrar gratuitamente en línea.

Entonces, estos dos libros, Qué es ambientalismo y Colombia compleja, son el fundamento para este tercer libro El ambiente en la discusión de la paz que se interesó en los procesos de paz de Pastrana y de Santos y en abordar cómo podemos contribuir a la construcción de la paz. Vimos que una forma de aportar era profundizar y aclarar la discusión sobre la paz, con ocho capítulos que contiene el libro que son:

• El poblamiento

• El desarrollo del buen vivir

• La educación ambiental

• La vida silvestre

• La ciudad

• La minería

• La paz

• Hacia una cultura del reencuentro

“El poblamiento”, es el primer capítulo porque sustenta una teoría sobre los conflictos ambientales en Colombia, que surgen de dos conflictos iniciales. Uno de ellos fue la llegada de los primeros humanos a nuestro territorio, hace 10 mil o 30 mil años según diferentes estudios, cuando estos humanos de África y Asia migraron y llegaron relativamente tarde a nuestro continente. Aunque es muy poco, lo que se ha investigado sobre esos años es claro que su penetración origino el conflicto inicial entre ellos y el resto de la naturaleza y que la desaparición de algunas de las primeras especies fue el resultado de estre contacto. Se conoce que antes de la conquista había más de ochenta grupos indígenas diferentes en nuestro territorio colombiano y el segundo conflicto se generó por la conquista y la posterior colonización, este conflicto se dio entre humanos, pero con una gran influencia de las características de la naturaleza. Esta historia se conoce desde el punto de vista de los ganadores, puesto que fueron pocos o ninguno los sobrevivientes debido a la destrucción de los grupos y razas indígenas.

 

Estos dos conflictos influyen actualmente pues gran parte de la violencia en Colombia es el resultado de ese conflicto principal entre los europeos y americanos; además, la naturaleza europea intervino fuertemente con un conjunto de parásitos, enfermedades y diferentes animales que derrotaron a los indígenas. Las batallas a menudo eran simbólicas, los indígenas lograban retirarse a tiempo, su cultura de guerra era diferente y rápidamente reconocieron las armas de los españoles.

En pocos años la biodiversidad europea se apropió y acabó con el 70 % de la población indígena y los pocos sobrevivientes fueron transformados por los españoles en obreros mineros, convirtiendo a Colombia en un país minero hasta la actualidad. Los españoles llegaron sin mano de obra, sin poder moverse por el territorio y apelaron a la esclavitud que ya se estaba desarrollando en Europa e importaron esclavos africanos. Según el estudio de Alberto Pardo Pardo, durante la Colonia habían viajado a nuestro territorio unos pocos más de 100.000 españoles y 80.000 africanos. Al finalizar la llegada se hizo un censo donde encontraron alrededor de 300.000 indígenas y en la Colonia encontraron alrededor un millón de habitantes. Dichos conflictos influyen en nuestros puntos de vista y deberían ser estudiados a fondo.

El segundo capítulo se llama el “Desarrollo del buen vivir” porque considero que seguimos teniendo un problema fundamental que afecta a todos y es no tener claro hacia dónde vamos, esto está afectando sobre todo por el éxito que ha tenido en Colombia el concepto de desarrollo. Este concepto de desarrollo que se tenía en el año 1952 era reciente, pues hacía poco se estaba conformando la teoría del desarrollo desde el punto de vista neoliberal aquí en Colombia, que curiosamente fue el primer país latino donde se introdujo ese pensamiento. El Banco Mundial que fue constituido después de la Segunda Guerra Mundial, desarrolló un plan de desarrollo para Colombia aproximadamente en 1948, es decir, que este concepto en el país tiene aproximadamente 70 años, sin siquiera reflexionar qué significa desarrollarnos.

En este segundo capítulo se detalla qué es el concepto de desarrollo y su historia. En el diccionario de la Real Academia Española de 1914 se dice que el desarrollo significa desenrollar un rollo. ¿Cómo es posible que nosotros nos hayamos dedicado 70 años a desenrollar un rollo? Muchas personas ya se han dado cuenta del fracaso de los planes de desarrollo, sobre todo actualmente cuando vivimos más a fondo este fracaso. Estamos viendo las migraciones masivas de asiáticos y africanos a Europa, eso significa un fracaso del desarrollo tanto desde el marxismo como del neoliberalismo, pues ninguno logró realizarlo en esas distintas poblaciones y, paradójicamente, no se ha logrado tampoco en los países importantes. Según el New York Times de las últimas semanas, es una vergüenza lo que sucede en Los Ángeles, California, pues allí hay que alimentar cada día a 300.000 personas porque no hay empleo suficiente y con fotografías se sustentaba lo que significa conseguir los alimentos.

Hago mención también en ese Capítulo del concepto del “buen vivir” el cual tiene dos ventajas. Primero es un concepto latinoamericano introducido en las constituciones de varios países y segundo en el primer punto del acuerdo que se hizo con las FARC, se establecen como objetivos de la reforma rural el bienestar y el buen vivir.

Tenemos una base para reflexionar sobre el buen vivir, que ahora es posible en condiciones de pobreza. En Colombia tenemos experiencias de comunidades pobres que están felices a pesar de todo lo que ha sucedido, es decir, hay un buen vivir que nace de la capacidad que tiene nuestro cerebro y de esas diferencias que tiene la construcción del deber ser de cada cerebro. Los universitarios nos dicen que su deber ser es conocer más, hay gente que vive feliz en el mundo artístico porque su deber ser es buscar el placer. Entonces tengamos en cuenta el “buen vivir” y devolvamos a los economistas el desarrollo.

El tercer capítulo, “La educación ambiental completa”, hace una síntesis de cómo se podría enseñar a ver el mundo como lo hacemos los ambientalistas. Eso es eso posible y no es muy difícil. Verlo amplia y profundamente, ver sus interrelaciones, verlo dinamicamente, pasado, presente y posibilidades futuras, mirar con un deber ser en la mente, ver la otredad con respeto; eso se puede enseñar y podría hacerse desde la primaria hasta la universidad, especialmente en este momento de Colombia en el que el deber ser es uno de los puntos importantes.

En el cuarto capítulo hablo de “La vida silvestre”, especialmente de por qué no se defienden los suelos buenos en Colombia, no se considera la vida silvestre en la política del suelo actual. Los suelos son microecosistemas en donde interactúan microfauna y microflora, y con los elementos orgánicos y del clima, estos suelos son fundamentales para el futuro del país. En los últimos años se han destruido más de 40 mil hectáreas de suelos fundamentados en cenizas volcánicas, así que también la naturaleza juega un papel como víctima del conflicto, como en la nueva norma que afirma que los ríos Atrato y Amazonas son sujetos que merecen protección, al igual que los parques nacionales que enfrentan amenazas.

El siguiente capítulo es “La ciudad”. He notado cómo ha evolucionado Bogotá, que inició con tan solo 350 mil habitantes y ahora son 11 millones. Ha sido una gran experiencia, pero esto me ha llevado a la necesidad de revisar el proceso de paz con las FARC y el estado de poblamiento en Colombia, sobre todo la situación en las ciudades, porque han crecido a fuerza de la guerra y de la situación económica generada; miles de personas huyeron de la violencia y la pobreza. En el caso de Bogotá su crecimiento extraordinario, causado por la guerra, condujo a la destrucción de decenas de miles de suelos agropecuarios: En las otras ciudades grandes también se han degradado los ecosistemas y la calidad de vida no es suficientemente alta y ahora que gran parte del territorio no esta tan inseguro pienso que hay pequeñas y medianas ciudades que deberían ser tan atractivas como las capitales y que es necesario identificar aquellas que por su situación ecologica y económica y su historia podrían crecer con mas sostenibilidad ambiental si se estableciera una política socioecológica de poblamiento disminuyendo asi la presión poblacional sobre ciudades que ya estan cerca de ser insostenibles.

Según los resultados del censo, la población no está creciendo de la forma que debería y el hecho de que no esté creciendo tan rápidamente como pensaba el DANE no ha sido estudiado suficientemente. Se sabe que esto pasa en otras ciudades del mundo debido a que los adultos mayores viven más, pero también se da porque no se tienen hijos. Por lo tanto, no se puede ver solamente de forma positiva que los adultos mayores vivan más, sino desde el punto de vista negativo porque hay menos niños y jóvenes, de lo cual culpo a la teoría económica porque las familias están preocupadas por ese tema, entonces no quieren casarse y no quieren tener hijos. Por lo tanto, el desarrollo social ha llevado a la falta de jóvenes y niños propiciado por el miedo y por el desarrollo de la tecnología y de los grandes avances. Se debe reflexionar sobre esta situación.

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