Czytaj książkę: «La Tarea del Pastor»
LA TAREA DEL PASTOR
William Still
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
Publicado por:
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
ISBN 978-1-629462-24-0
Agradecemos el permiso y la ayuda brindada por Christian Focus Publications Ltd, Geanies House, Fearn, Ross-shire, IV20 1TW, Scotland, para traducir e imprimir este libro al español, The Work of the Pastor, by William Still.
© Trustees of the Estate of William Still and F. Lyall 2010
Published in English by Christian Focus Publications Ltd,
Geanies House, Fearn, Ross-shire
IV20 1TW, Scotland
All Rights Reserved.
© 2014 Todos los Derechos Reservados
Publicaciones Faro de Gracia
Traducción por Scott W Moore y Juan Ramón Martínez Gómez
Redacción por Carlos Roberto Peña Barrera
Diseño de la portada por Small Reflections, artista Greg Warner
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, por ningún medio, sin el consentimiento escrito de la casa publicadora, excepto por citas breves usadas para revisión en una revista o periódico.
© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Contenido
Prólogo
Prefacio del Autor
Introducción
Capítulo Uno: “Apacienta Mis Ovejas”
Capítulo Dos: El Pastor Fuera del Púlpito
Capítulo Tres: Completo y Contemporáneo
Capítulo Cuatro: Comisionado por Dios
Capítulo Cinco: Caminar por la Cuerda Floja
Prólogo
William Still fue ministro de la Iglesia de Gilcomston South, en Aberdeen, Escocia, por más de cincuenta años, desde 1945 hasta poco antes de su fallecimiento, en 1997. La tarea central de su vida, a la que se entregó con toda energía, fue pastorear su iglesia, a lo que llamó “una serie de ministerios”. Su cuidado para su congregación quedó muy evidente en su predicación, oración pública, diligencia en la visitación privada con sus miembros y en el tiempo que les dedicó cuando iban a verlo para que les ayudara con sus problemas. Tal vez su compasión haya sido más claramente vista en las muy tiernas notas que hizo publicar en los obituarios del Gilcomston Monthly Record, cuando fallecieron los miembros de su congregación. En ese mismo periódico se hallaban sus Bible Study Notes, que escribió fielmente por años para su congregación. Siguió las pisadas del Buen Pastor que conoció a sus ovejas y las cuidó.
Por su influencia sobre muchos estudiantes del ministerio pastoral, sus frecuentes conferencias a grupos estudiantiles, y tal vez especialmente por la manera silenciosa que entrenó a sus miembros con su ejemplo y su estímulo a orar por la tarea de los muchos pastores por todo el mundo, William Still también llegó a ser un pastor pastorum o pastor de otros pastores. Él mantuvo una muy extensa correspondencia nacional e internacional con personas que le pidieron consejo, estímulo o tan solo tuvieron que abrir sus corazones a alguien. Todo esto lo llevó al punto en el que virtualmente sacaba dos días de trabajo de cada uno durante sus años de ministerio. Su primer día comenzó alrededor de las seis de la mañana y duró hasta la una de la tarde. Luego pasó a la hora de la comida, que solía compartir con su hermana. Después, convencido de la idea de que fuimos creados, a lo que él llamó “ritmos de descanso y trabajo”, tomaba un tiempo de descanso extendido (casi siempre entre las dos a las cuatro de la tarde). Desde esa hora, hasta cerca de la medianoche, vivía un “segundo día”, en el que nuevamente se ponía activo. Así logró mantener su productividad, y una impresionante frescura de espíritu a lo largo de su carrera.
Varias características se destacan en la vida y ministerio del Pastor Still. Tuvo una profunda conciencia de su llamado al ministerio de la Palabra, y una intensa convicción que dicho ministerio fue la clave para todo en la vida de la iglesia. Tuvo cargas muy particulares que procuró desempeñar en términos de los énfasis de su ministerio. Fue profundamente comprometido a edificar el carácter cristiano en su rebaño y creyó que eso era imprescindible si Cristo y su gracia salvadora fuesen evidentes en el mundo. Quedó convencido de que lo mejor para la vida de una iglesia era un calendario relativamente despejado. Para efectuar esto, fue radicalmente comprometido al principio apostólico: “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hechos 6:4), lo cual encarnó de manera diaria.
Aunque hay mucha sabiduría práctica en estas páginas, La Tarea del Pastor no es un libro de consulta para aprender los elementos básicos de “cómo ser un ministro”. Otros finos libros juegan ese papel de manera admirable. Antes bien, es un libro en donde hay más inspiración que instrucción. Late con una pasión de mantener las cosas fundamentales justo en el centro. Nos lleva al latido del ministerio y no a las acciones de mano de la vida pastoral. Pertenece a esa categoría limitada de libros sobre el ministerio que agita los afectos, desafía las motivaciones, y produce un cambio en los valores.
Como muchos otros, tengo una deuda incalculable con William Still por la manera en que se invertía en mí desde mi primer encuentro con él en mis primeros días como universitario hasta su muerte, en 1997. Conversaciones particulares con él se ponen en mi memoria mientras reflexiono sobre su vida. Y con respecto a la tarea del pastor, ninguna más clara que la ocasión en la que me dijo en voz baja: “Yo nunca predico ahora sin confiar que algo se hará, que durará para la eternidad”. Con cierto conocimiento del grado de efecto que ha tenido su ministerio en mi vida, me acuerdo que pensaba: “Esa es la medida de fe que necesito tener”. Esas palabras han permanecido conmigo por cuatro décadas y me han servido de recordatorio continuo del comentario sabio de Robert Murray M’Cheyne, que no son “muchas palabras” sino “palabras habladas en fe” las que Dios bendice.
Desde su primera publicación, La tarea del pastor ha servido como una fuente de inspiración y estímulo a varias generaciones más jóvenes de pastores. Que siga siéndola para nuevas generaciones entrantes de pastores, a fin de desafiarlas a servir al Señor con lo mejor de su energía. Y que algunos ya más grandes de edad, que tal vez están cansados, sean refrescados y animados a avivar “el fuego del don de Dios” que está en sus vidas.
Sinclair B. Ferguson Pastor principal, La Primera Iglesia Presbiteriana Columbia, Carolina del Sur, EE.UU. Profesor de teología sistemática, Seminario Teológico “Redeemer” Dallas, Texas, EE.UU.
Prefacio del Autor
Estas cinco conferencias fueron entregadas así: dos en la Inter-Varsity Theological Students’ Conference en Swanwick, Inglaterra, en diciembre de 1964, y luego tres, derivadas de las dos primeras, en la Inter-Varsity Theological Students’ Conference, en Irlanda del Norte, en diciembre de 1965, bajo el título “El Ministerio en 1966”.
La conexión entre los dos juegos de conferencias es que algunos de los estudiantes irlandeses de teología presentes en la conferencia en Swanwick en 1964, invitaron al conferencista a Larne para el año siguiente a repetir estas conferencias; pero el título que le asignaron hizo necesario que uno le añadiera nuevo material.
Algunos pueden pensar que las conferencias irlandesas apenas tratan con el lado pastoral del ministerio, pero todo gira en torno a lo que uno quiere decir con la expresión “ministerio pastoral”. La tesis es que el pastor, siendo el pastor del rebaño, lo apaciente con la Palabra de Dios. La mayoría de la tarea pastoral es por lo tanto, por el ministerio de la Palabra. Entonces, tan solo el residuo de problemas y dificultades restan para ser tratados posteriormente.
Estas cinco conferencias sobre la tarea del pastor han estado en circulación por mucho tiempo. El libro ha pasado por varias ediciones y también ha sido reproducido en diferentes publicaciones, y creo que todavía así se valora. Supe que cuando estas conferencias me fueron dadas por el Espíritu Santo, contenían algunos de los pensamientos más penetrantes con los que el Señor me ha dotado, y me alegro que su mensaje permanezca relevante a la más grande tarea jamás asignada al hombre: la tarea del pastor.
William Still Aberden
Introducción
El 7 de junio del 1945, William Still fue instalado como pastor de la Iglesia de Gilcomston South, Aberdeen, Escocia. El comienzo de cincuenta y dos años de ministerio en esa misma congregación fue de inmenso impacto en la iglesia de Escocia y más allá. Se jubiló en mayo de 1997, a la edad de ochenta y seis, y falleció dos meses más tarde. Muchos ministros deben mucho a su consejo y a su ejemplo. Muchos “laicos” fueron fundamentados en la fe por su ministerio, y muchos alrededor del mundo mantienen su vinculación con “Gilc”, que se había establecido durante su tiempo en Aberdeen.
El hijo de un mercader de pescado, que luego entró a las filas del Ejército de la Salvación, William Still, entró al ministerio en la iglesia de Escocia después de prepararse en la Universidad de Aberdeen en donde, durante los años tempranos de la guerra, tuvo tiempo para servir anualmente como director musical de Students Show, y así también participar en varios recitales musicales en la ciudad. Bajo las normas de la universidad, él no fue permitido a graduarse. Sin embargo, salió con calificaciones suficientes para trabajar en la iglesia. Después de un año como auxiliar de William Fitch, en Springburnhill, Glasgow, aceptó el llamado a Gilcomston South. La congregación estuvo en una situación económica y espiritual tan complicada, que el presbiterio intentó cerrarla. Un ministro de ese tiempo había comentado que ni siquiera el apóstol Pablo hubiera sido capaz de mejorar su pésima condición. Años después, el Pastor Still recordó haber pensado que “tal vez uno menor que Pablo pueda servir”.
Un estudio bíblico entre semana y una reunión de oración por la tarde los sábados fueron introducidos muy pronto, y han continuado sin interrupción desde entonces. En los primeros meses de su ministerio, William Still fue ferozmente evangelístico. Billy Graham hizo parte de un equipo de cuatro evangelistas para desempeñar una serie de campañas en 1946. Sin embargo, al año siguiente, comenzó un ministerio expositivo que llevó a la congregación y a él mismo por la Biblia, libro por libro, capítulo por capítulo y versículo por versículo. El avance por los libros no fue lineal, pero usualmente cada uno de los cultos dominicales de la mañana y de la tarde trataba de un libro o del Nuevo o del Antiguo Testamento, respectivamente. El estudio bíblico entre semana se concentraba en otro libro bíblico. Esa cobertura sistemática de toda la Biblia, versículo por versículo y capítulo por capítulo, fue una novedad en la iglesia de Escocia de ese tiempo y se convirtió en una pauta muy fructífera que muchos otros siguieron después. Aunado a esto, escribió Notas Bíblicas Diarias para el Gilcomston Congregational Record (órgano de publicaciones de la congregación) en las que cubrió toda la Biblia, y unos libros de esta, varias veces.
Gilcomston South se desarrolló de varias maneras, pero en los primeros años, no sin dolor. Su amistad con los pastores James Philip y su hermano George, y con los oficiales fieles como William Leslie, John Smith y John Hardie, le sostuvieron en tiempos difíciles. Convencido que el corazón de la iglesia debe ser la adoración, la oración y la predicación de la Palabra, el Pastor Still buscó la simplificación de las estructuras de la iglesia. Creyó apasionadamente que la congregación debe adorar como una familia, y aborreció la manera en la que muchos grupos pequeños llegaban a ser nada más que unos clubes sociales. Por lo tanto, muchas actividades tradicionales cesaron en Gilcomston: la sociedad femenina, la brigada infantil, la convivencia juvenil, y hasta la escuela dominical para los mayores de siete años. Tal concentración en los elementos básicos de la vida de la iglesia se volvió una gran atracción para muchos. Estos se pueden clasificar en dos grupos: los miembros de largo tiempo de Gilcomston, que se hicieron cargo de administrar la función de la iglesia; y otros que, viviendo en Aberdeen por un periodo corto, muchas veces en la universidad y más tarde los de la industria petrolera, asistían durante unos años antes de salir a asumir otras responsabilidades por toda Escocia y, de hecho, por todo el mundo. Muchos de este segundo grupo todavía se mantienen en contacto con Gilcomston. El primer grupo aprendió a trabajar como una familia en vez de parte de una organización. El Pastor Still no podía soportar lo tedioso de juntas y agendas, y se dio cuenta de lo mismo, por lo que mantuvo al mínimo la formalidad. Por lo tanto, aunque fue malentendido por unos en el momento, fue de bendición porque en varias ocasiones rehusó ser nombrado como Presidente del Presbiterio de Aberdeen.
Para el Pastor Still, el asunto principal era que muchos se convirtieran. Muchos ministros le deben sus llamados, o su renovación al llamado, al Pastor Still. En la década de 1970, inició una convivencia de ministros para discutir los problemas comunes del ministerio y compartir soluciones. Esto creció hasta formarse en el Crieff Fellowship que todavía se reúne tres veces al año, y sus miembros son varones y mujeres de muchas denominaciones en el Reino Unido y más allá. Rutherford House, establecido como una organización benéfica en Edinburgh, surge en parte de la necesidad (percibida por la Crieff Fellowship) de proveer un recurso por medio de grupos de discusión, publicaciones y conferencias, para así difundir un punto de vista evangélico de manera correcta en Escocia. Por supuesto, esto fue visto como algo alarmante por algunos en la Kirk (o “iglesia” como se dice en Escocia), que temían un “partido evangélico”, pero sus temores fueron desatinados. William Still fue fiel a la Kirk, se opuso al cismo, y se esforzó a mantener la unidad, y seguramente no puede ser culpado por pararse firmemente sobre las creencias básicas de la Kirk.
Antes que la vejez le sobreviniera en sus años posteriores, hubo muchas peticiones para el Pastor Still como conferencista por todo el Reino Unido. Muchas de estas, además de sermones, notas de estudio bíblico, y grabaciones de cartas pastorales han sido editadas y transcritas como publicaciones. De hecho, a veces un texto del Pastor Still puede ser mejorado al entregarlo (“entregarlo” no tan solo “leerlo”) en voz alta. La Tarea del Pastor recae en ese grupo. Grabaciones de sus sermones están disponibles en varias bibliotecas en el Reino Unido y los Estados Unidos. No obstante, esta repetición de hechos y sucesos casi tapa el elemento más importante de su ministerio. Viviendo una vida de oración cerca de Cristo, el Pastor Still fue un amigo de gran empatía, un oidor y guía de muchos. Su correspondencia es inmensa. Raras veces fallo en recordar, incluso, breves encuentros con él, y su preocupación por cada uno. Sin ser superficial en su consejo, resultó que su amistad la busqué más cuando entró en su último periodo de enfermedad. La tarea del pastor refleja mucha experiencia práctica.
Cuando el ministerio de William Still comenzó en los meses finales de la guerra, hubo muy pocos ministros evangélicos y todavía menos reuniones de oración en la iglesia de Escocia. Ahora, que la situación sea muy diferente, es en gran medida por el resultado de una vida rica en espiritualidad y en devoción a su Señor.
F. Lyall Profesor emérito de derecho público Universidad de Aberdeen, Escocia
Capítulo Uno: “Apacienta Mis Ovejas”
El Pastor
Antes de examinar la tarea del pastor, tenemos que mirarlo. Él, por definición, es pastor de la grey de Dios. Su tarea principal es alimentar la grey para guiarla a los pastos delicados. También tiene que cuidar las ovejas cuando están enfermas o lesionadas, y buscarlas cuando se descarrilan. La importancia del pastor depende del valor de las ovejas.
Nos adentraremos un poco más en la metáfora pastoral: las ovejas de Israel fueron criadas, alimentadas, atendidas, rescatadas, sanadas y restauradas, todo esto por su uso como sacrificios en el altar de Dios. La finalidad de toda la tarea pastoral nunca debe de olvidarse: su meta final es la de guiar al pueblo de Dios a ofrecerse a Él en devoción total de adoración y servicio.
Muchos de los que se consideran pastores (habiendo perdido de vista la meta correcta o nunca habiéndola comprendido) se vuelven mercaderes de varios tipos de mercancías, por lo cual engañan al pueblo y lo conducen bajo su propio poder. Y cuando estos carezcan de una clientela para su propia marca de mercancía, se dan a la fuga, porque no tienen un interés genuino por la grey de Dios; tan solo se aprovechaban de ella como medio de enriquecimiento, para inflar su propio ego y disfrutar de su propia lujuria de poder. “Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas” (Juan 10:13). Se dedica a esta tarea únicamente por lo que puede sacar de ello. Mientras que el Buen Pastor tiene el cuidado de las ovejas (hasta la muerte) y, por tanto, procura cuidar de la grey, de tal modo que puede presentarla sin mancha a Dios en el día final.
Sin embargo, hay diferentes tipos de greyes, tanto de cabras como de ovejas. Un pastor puede encontrarse en medio de una membresía de una iglesia nominal. ¿Cómo convertirá un rebaño de cabras en uno de ovejas? Porque ovejas deben de ser. Para citar a James Packer:
“La suposición implicada y muchas veces implícita en el manejo de Calvino sobre el tema de la vida cristiana es que únicamente los cristianos se encuentran en posición de vivirla. La vida del cristiano tan solo es para los cristianos. Parece obvio tan pronto se dice, pero tenemos que enfatizarlo, no tan solo porque es fundamental en todo lo que sigue, sino porque sería imprudente asumir, sin la debida evaluación, que la mayoría de los líderes eclesiásticos del siglo veinte están de acuerdo con lo que afirma Calvino frente a lo que es un cristiano. Para Calvino, el cristiano es completamente diferente de todas las demás personas”.
Y si puedo añadir algo a ese extracto del doctor Packer, es que los cristianos son diferentes de los demás, particularmente en creer que haya un destino alternativo para la humanidad. ¡De manera que el pastor, llamado a apacentar a las ovejas, puede hallar que su primer llamado es el de evangelizar a las cabras!
El Pastor como Evangelista
Los evangelistas constituyen un oficio particular en la Iglesia, diferente al de los pastores y maestros, colocados entre apóstoles y profetas por un lado, y los pastores y maestros por el otro. Los evangelistas ni siquiera son mencionados en la lista de ministerios de 1 Corintios 12:1-18, pero el pastor tiene que ser un evangelista en todo momento, pues todos son evangelistas en el sentido de poner en alto a Cristo (cf. Mateo 5:16). Y tan pronto tiene un manojo de miembros convertidos, aun cuando sea tan solo uno, tiene que pastorear; es decir, apacentarlo. Y uno no apacienta la grey de Dios con solo los llamados “sermones evangelísticos”. Pablo instó a Timoteo: “que prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (2 Timoteo 4:2-5). Esta es la combinación de la tarea de pastor, maestro y evangelista.
En un estudio bíblico sobre evangelismo y enseñanza en el ministerio del apóstol Pablo, John Duncan, profesor de matemáticas, afirmó:
“No hay una distinción clara en el libro de Hechos entre lo que puede llamarse el ministerio evangélico de Pablo y su ministerio de enseñanza. En ambos lo encontramos exponiendo las Escrituras y escribiendo nuevas. Cuando sus oyentes consistían principalmente de gente inconversa, podemos llamar dicho ministerio como evangelístico o kerigmático (por ejemplo, en Listra, Atenas, y también el Apóstol Pedro en casa de Cornelio); y cuando su auditorio fue principalmente de cristianos, podemos considerar su ministerio como de enseñanza o didáctico. Sin embargo, hay un rango muy amplio de estas situaciones, y a veces el evangelismo de Pablo involucra grandes cantidades de la exposición del Antiguo Testamento.
El Dr. C. H. Dodd mantiene muy clara la distinción entre kerigma y didache en Hechos. “Demasiado clara,” dice F. F. Bruce. “Por varios motivos es una distinción muy conveniente, pero las dos cosas coinciden muchas veces en el Nuevo Testamento”.
James Philip de la Abadía “Holyrood” de Edinburgo, Escocia, al contemplar la relación entre kerigma y didache (predicación y enseñanza) y al observar lo que Locke, en el International Critical Commentary, interpreta de 2 Timoteo 4:5 (“Haz la obra de uno que tenga un evangelio a predicar”), mantiene que el énfasis se concentra en euangelion (el evangelio), en vez del euangelistes (el evangelista). Él continúa:
Sea esta interpretación verdadera o no, sirve para subrayar el hecho de que es un error identificar “predicar el evangelio” con simplemente “predicar un mensaje evangelístico”. Toda la evidencia del Nuevo Testamento se presta para comprobar que el evangelismo de los apóstoles fue un evangelismo didáctico. Todos los mensajes característicos en el libro de Hechos tienen el kerigma en su corazón; pero en todo momento fue predicación doctrinal, basada en las Escrituras, que las expone e interpreta. “Y Pablo, como acostumbraba … discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras” (Hechos 17:2-3). Correctamente entendido, evangelismo apostólico no es un asunto de exhortar e instar a los hombres a ir a Cristo, hasta que haya sido una proclamación de los hechos potentes de Dios en Cristo Jesús en la reconciliación y la redención y, sobre esta base, la oferta gratuita de su gracia se hace a todos aquellos que lo recibieran.
Se sigue, por tanto, que el evangelismo de la Iglesia debe ser uno en el cual todo el consejo de Dios se da a conocer a los hombres. Requerimos de un rescate de confianza en el poder convertidor y santificador de la Palabra viviente de Dios en el púlpito, y en la capacidad que tiene de transformar las vidas de la gente y producir en ellas los lineamientos y frutos del carácter cristiano maduro.
Maestro y Predicador
Todo esto sugiere que si uno declara todo el consejo de la Palabra de Dios contenido en la Biblia, el que lo hace tiene que estar tanto enseñando como predicando. Les aseguro que un ministerio tan radical y completo es tan poco conocido el día de hoy, que la mayoría de personas, incluso en la Iglesia, no tiene la menor idea de sus efectos ni frutos. Porque en donde quiera que este ministerio total sea energizado por las oraciones de los santos que están en serio con Dios, el efecto sobre los inconversos, en medio de tal comunión, será como Pablo describe cuando afirma: “si entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros” (1 Corintios 14:24-25).
Claro, el sentido de la presencia de Dios y lo cortante y lo filoso de su Palabra pueden inquietar al inconverso, de modo que se salga azotando recio la puerta y los entregue a las autoridades. Tal resultado también debe de esperarse cuando el poder asombroso de Dios se desata. Usted no debe esperar tener uno sin el otro, pero muchos hoy cuelgan su fe para evangelismo fructífero en tan solo unos textos bíblicos aislados del amplio y pleno contexto de toda la Palabra.
Estábamos reflexionando sobre este tema en nuestra congregación a propósito de un programa llamado “Salvación Instantánea”, auspiciado por la radio BBC, cuando Francis Lyall, un anciano gobernante de la iglesia y también abogado, que había vivido un año en Canadá y los Estados Unidos, comentó que mensajes evangelísticos son emitidos por los medios masivos las veinticuatro horas, todos los domingos en aquellos países y, de veras, hay muy pocos que quedan en ignorancia de tales mensajes. “Sin embargo,” agregó, “hubo muy poca evidencia de que tales mensajes emitidos a través de los medios masivos haya tenido mucho efecto en despejar la ignorancia o en el aumento de un carácter cristiano vigoroso entre ese pueblo”. Hemos tenido en nuestra congregación la experiencia curiosa de la llegada de un buen número de evangélicos académicos de distintas denominaciones, y se quejan de que no podrían llevar a sus amigos inconversos a un ministerio de enseñanza sistemática y continua de la Palabra de Dios. ¿Por qué no? Algunas de las personas más concienzudamente convertidas que conozco lo fueron por medio de un ministerio de enseñanza sistemática continua de la Palabra de Dios. Una de ellas, convertida en nuestro santuario, llegó a ser presidente de la Cambridge Inter-Collegiate Student Union.
Apacentar la Grey
Seguramente no debemos cometer el error desastroso de seguir predicando lo que se llama el “evangelio sencillo”, compuesto de solo unos cuantos textos bíblicos, “el plan de salvación”, hasta que la última persona haya sido convertida. ¿Qué harán todas las ovejas hambrientas hasta ese momento? Jesús le dirá qué hacer con ellas, pero no con palabras sino con hechos. Cuando los galileos dejaron en claro que solo querían el fruto del reino de Cristo en sanidad para sus cuerpos, pero no su enseñanza acerca de la naturaleza del reino, les dio la espalda y partió para una montaña, para enseñar y apacentar a sus discípulos. Porque nuestro Señor vino para hacer tres cosas, en una escala ascendiente de importancia: para mostrar el poder de su reino al sanar enfermos, para enseñar al pequeño núcleo de aquellos que lo escucharían y que había de ser la esperanza de la Iglesia después de su ascensión, y para morir (su razón más grande al venir). Luego de esto (su muerte y resurrección que dieron autoridad y poder a todo lo demás), Él enseñaría una serie de leyes de su reino, de modo que les predicó el Sermón del Monte. Tal enseñanza es alimento esencial para las ovejas.
Y es para alimentar a las ovejas con tales verdades que unos son llamados a iglesias y congregaciones; sea cual sea que puedan pensar acerca de su vocación. Si piensa que fue llamado a atender una empresa esencialmente comerciante, incorrectamente considerada una iglesia, con dosis infinitesimales de drogas o estimulantes subcristianos, la única ayuda que le puedo dar es la de instarle a abandonar la esperanza de servir en el ministerio y salir y convertirse en un barrendero, una vocación mucho más sana y piadosa, pues mantendrá las calles limpias, en vez de ensuciar la iglesia con un montón de basuras mundanas bajo la ilusión de que está sirviendo a Dios. El pastor es llamado a apacentar a las ovejas, incluso si las ovejas no quieren ser alimentadas. Seguramente no somos llamados a volvernos unos entretenedores de cabras. Sin lugar a dudas, no convertirá cabras en ovejas al apelar y saciar sus deseos que tienen como cabras. ¿De veras creemos que la Palabra de Dios, por su Espíritu, transforma y enfurece a los hombres? Si lo creemos, para ser evangelistas y pastores, los que apacentamos ovejas tenemos que ser hombres de la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios
Ahora bien, considere lo que esto significa. La Palabra de Dios, la ley de Dios, “la ley real”, conforme a la Escritura, “la perfecta ley, la de la libertad”, es un tipo de expresión racional y verbal, por escrito, o molde descriptivo del carácter de Dios, que se encarnó en Cristo. “El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma [matriz, sello, grabado] de la persona o sustancia de Dios” (Hebreos 1:3, é.a). Esta Palabra escrita, resumida en la Palabra encarnada, no solo se asemeja a Dios sino que es y se vuelve por la operación del Espíritu de Dios en el nutriente por el cual nos conformamos también a Él. Para ser pastor de ovejas que las alimenta con la Palabra, tiene que ser alimentado también con la misma.
Ninguno puede hacer que la Biblia se vuelva la Palabra de Dios para hoy (sé que es la Palabra de Dios, pues no quiero venderle lo peor de Karl Barth), a fin de alimentar a la grey de Dios, solo con transmitir lo que dice. Un alimento tiene que ser asimilado por digestión. Un ateo podría “enseñar” la Biblia, y algunos lo intentan en nuestras escuelas, pero eso no se vale. Porque aquel Verbo fue hecho carne, y tiene que volverse carne en usted; debe ser el carácter piadoso del pastor genuino, o bien, la base de él. A veces decimos que nuestras palabras no se podían oír porque lo que Él era y hacía hablaba con demasiado volumen. Ahora bien, se requiere de toda la Palabra de Dios imparcialmente recibida y bien usada para producir un carácter de talla completa que todo pastor dentro de sus limitaciones establecidas por Dios tiene que ser. “Hermanos,” dice el apóstol, “no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia [sencillos como palomas, sin parte ni suerte con la malicia, para que, a distancia de ella, pueda verla cómo es, en contraste con lo santo y bueno], pero maduros [teleioi, perfectos, completos] en el modo de pensar” (1 Corintios 14:20, é.a). Para ser pastores genuinos, toda nuestra vida la tenemos que invertir en conocer la verdad de esta Palabra, no tan solo verbal, proposicional o teológicamente, sino religiosamente; es decir, devocional y moralmente, a fin de adorar a Aquel que se revela en ella, y obedecer personalmente a Aquel cuyos mandamientos ella contiene en toda la gracia prometida y advertida de dichos mandamientos. Para ser pastores, tenemos que ser “hombres alimentados” no tan solo de conocimiento, sino en sabiduría, gracia, humildad, valentía, temor de Dios, y sin temor a los hombres.
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