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LA IMPOSTURA DE LA NUEVA ERA
Sobre el autor
Sebastián Vázquez ha estado vinculado al mundo del libro durante más de treinta años. Fue editor durante veinte años y director de Arca de Sabiduría, colección especializada en textos clásicos de las religiones y filosofías de Oriente. Ha colaborado en distintos medios de comunicación y actualmente imparte cursos y seminarios sobre el pensamiento heterodoxo y religiones, especialmente la egipcia.
Es autor de El Tarot y los dioses egipcios; Enseñanzas de la Tradición Original; GuíaBurros: La salud emocional en tu empresa; GuíaBurros: Cómo perjudicarse a uno mismo; GuíaBurros: Budismo; GuíaBurros: Cuentos de Oriente para Occidente; GuíaBurros: La sabiduría de las grandes religiones; GuíaBurros: Espiritualidad y autoayuda y GuíaBurros: El Camino de Santiago y el juego de la oca. Es coautor junto a Ramiro Calle de Los 120 mejores cuentos de la tradición espiritual de Oriente y Los mejores cuentos de las tradiciones de Oriente y, junto a Esther de Aragón de Rutas Sagradas y GuíaBurros: Rutas por lugares míticos y sagrados de España. Es autor de las novelas Por qué en tu nombre y El karma del inspector González.
Desde hace algunos años organiza viajes por España y otros países como parte integrante de los cursos que imparte, especialmente a Egipto para profundizar en su religión y enseñanzas desde la perspectiva de la tradición espiritual y del pensamiento esotérico. Su blog es: Tradicionoriginal.com
Agradecimientos
A los que aman la Verdad, especialmente a mis Amigos por saber discernir, aplicar la inteligencia y compartir.
A mi familia que son mi Verdad.
Introducción
Cuando se deja de creer en Dios, en seguida se empieza a creer en cualquier cosa.
Chesterton
El propósito de este libro es el de clarificar ideas y conceptos en torno a la espiritualidad y el esoterismo, ideas que en la actualidad han perdido el significado que tuvieron dentro de las tradiciones religiosas y sus enseñanzas. Esta pérdida de significados y la mezcla de conceptos absolutamente alejados de las fuentes tradicionales es lo que ha abastecido el ideario popular del llamado movimiento new age.
Se entiende comúnmente como new age la unión de una serie de postulados que se refieren a un cúmulo de creencias que, sin estar plenamente unificadas, sí comparten ciertas doctrinas y planteamientos filosóficos que supuestamente tienen sus bases en el esoterismo y las religiones especialmente en las de Oriente. Y si esto alguna vez fue verdad, poco a poco esos orígenes se perdieron siendo sustituidos por una falsa espiritualidad carente de profundidad y grandeza.
El término nueva era fue tomado de la astrología al suponer que el paso de la era de Piscis a la de Acuario transcurriría en algún momento del siglo XX y llevaría aparejado unos cambios sociales vinculados a las características propias del signo acuariano. Su contexto social podemos rastrearlo en Estados Unidos durante el período de la guerra de Vietnam. La respuesta de una parte de la juventud estadounidense a este conflicto trajo vientos de libertad y de contestación a una sociedad puritana, hipócrita, clasista y belicosa. Así nació una contracultura originalmente libertaria y pacifista, la hippie. Esta cultura que prefirió el sexo a las armas y las flores a la guerra, tomó algo del existencialismo de sus predecesores, los beatniks, pero cambiaron su visión pesimista y cínica de la vida por otra más relajada.
Comenzó el interés por todo lo que venía de Oriente como el yoga o la meditación y esto se sumó al hecho de que ya muchos habían experimentado en sus propias carnes que el coste de alcanzar estados alterados de conciencia por medio del LSD y otras drogas salía muy caro en términos de salud y de cordura. A la vez y, poco a poco, se popularizó un tipo de esoterismo muy superficial que tuvo su puerta de entrada a través del tarot, el I ching o la astrología que quedaron reducidas a una suerte de pequeñas mancias de sencillo uso aplicables sobre todo al campo de la psicología. Y así se creó un caldo de cultivo hasta que se le introdujo el ingrediente principal que lo cambió todo y que venía de un pasado no muy lejano: el mediumnísmo. Eso sí, se le puso el nombre nuevo de “canalización” y así toda espiritualidad y esoterismo quedaron vinculados a este fenómeno.
Esóteros y espiritualidad
El término esóteros proviene de la escuela pitagórica y esta, a su vez, lo toma del antiguo Egipto. El esoterismo lleva una potente carga filosófica y de espiritualidad aparejadas. Este término que significa “reservado” se refiere a dos características que le eran propias: la primera es que el candidato debía expresamente solicitar la enseñanza y el segundo es que debía de guardar reserva sobre lo enseñado. Así mismo esa enseñanza era principalmente oral. Este tipo de enseñanzas reservadas fue propia también de los cultos mistéricos, desde los osiríacos y isíacos egipcios, hasta los cultos de Cibeles, Mitra o los órficos.
Este esoterismo se filtra desde Egipto como origen y, a través de Grecia y Roma se extiende por Occidente. A su vez, se impregna y mezcla con las corrientes más gnósticas de las religiones del Libro. Estas enseñanzas y su ideario toman impulso en determinadas épocas y aparece en movimientos como el hermetismo alejandrino, la astrología y alquimia árabes, la cábala hebrea, etc. En tanto las viejas religiones mistéricas desaparecen, dejan su legado en Occidente dentro de otros movimientos que se estructuraron en forma de órdenes tales como las más conocidas masonería o rosacruz. La hegemonía doctrinal, social y política del cristianismo en Europa, hace que estos movimientos preferentemente se oculten en los países cristianos, si bien también toman otra forma en los islámicos, o entre los judíos como es el caso del sufismo o de la cábala.
Pero los posos de ese conocimiento y, esto es muy importante, están en las propias bases de las religiones del Libro, independientemente de las manipulaciones que sufrieron en aras de las servidumbres políticas con las que se adaptaron en cada época. En ellas se podía, y se puede encontrar, una enseñanza espiritual de enorme profundidad.
Sin embargo, es sobre todo a partir del siglo XVIII cuando el esoterismo clásico entra en el olvido ante la aparición de elementos nuevos que modifican esencialmente el ideario tradicional. Así mismo, la decadencia moral del cristianismo en términos políticos y sobre todo sociales —no olvidemos que la Iglesia católica era y es también un estado—, hace que su espiritualidad quede en un segundo plano y relegada. Y la misma suerte corrieron todas las otras religiones tanto de Oriente como de Occidente en un lento proceso que alcanzó su cénit con el nacimiento y desarrollo de la neo religión que dio origen a la nueva era.
Los principales motivos de esta sustitución del esoterismo clásico y de la espiritualidad de las religiones tradicionales por la nueva era fueron:
1 La aparición y aceptación de la mediumnidad.
2 La puesta en valor del psiquismo y los “poderes”.
3 La adulteración y mezcla de diferentes ideas de distintas religiones.
4 El añadido de diversas mentiras, engaños, manipulaciones y fantasías.
El resultado fue que para la nueva era la espiritualidad y el esoterismo pasaron a ser cosas muy diferentes a lo que tradicionalmente habían sido.
Es decir, una impostura.
Así, el origen de la NE nace sobre estas bases, si bien el momento determinante se produjo con la aparición de ciertas escuelas como la Teosófica o la Arcana cuyas enseñanzas parten de comunicaciones telepáticas con “maestros”, es decir, otra forma del fenómeno mediúmnico. Las doctrinas de estas escuelas son en la actualidad el principal andamiaje de la NE y las más importantes sobre todo por la extensión y difusión de su producción literaria.
Sus idearios están formados por mezclas del hinduismo y del budismo con el espiritismo y el cristianismo, a lo que se le añadieron sus propios “descubrimientos psíquicos” junto a las doctrinas que comunicaban telepáticamente los maestros.
De este modo toda la enseñanza de estas escuelas quedó condicionada al fenómeno espiritista o a la canalización de seres “invisibles” ya fueran fallecidos, seres de otras dimensiones, maestros ocultos, etc.
Es así como prácticamente todo el andamiaje de la nueva era descansa en la credibilidad que se le otorgue al propio fenómeno mediúmnico y, a su vez, a la credibilidad que se le conceda a los sucesivos médiums o canalizadores.
El resultado fue un movimiento que deja de lado todo el conocimiento de las tradiciones clásicas y que, a partir de manipulaciones de sus enseñanzas junto a la recepción y aceptación de enormes cantidades de textos “canalizados” o mediúmnicos crea un sucedáneo, en ocasiones patético, de las enseñanzas tradicionales que quedan sepultadas por el peso de esta neo religión. Conocido el resultado, comencemos con la crónica de cómo se sucedieron algunos acontecimientos.
La Sociedad Teosófica: el origen de la new age
“Cuando comparas un jade con un guijarro, el guijarro pierde”.
Proverbio taoísta
La Sociedad Teosófica fue fundada en Nueva York en 1875 por Helena P. Blavatsky, el coronel Henry Olcott y William Judge. En su origen estaba el estudio de la mediumnidad, del espiritismo y de otras fenomenologías ocultas. Pero su objetivo principal fue poner las bases de una nueva religión que unificase a todas y la preparación de la venida de Maitreya, la próxima encarnación de Buda que, como un nuevo mesías, cumpliría la función de “Instructor del mundo” y marcaría el inicio de una nueva era. Para ello contaban con la guía y asesoramiento de los maestros o mahatmas de la Logia o Hermandad Blanca residentes en los Himalayas con los que Blavatsky se comunicaba por medios mediúmnicos o telepáticos.
A estos fundadores, les siguieron dos importantes personajes dentro de la Sociedad como la señora Besant, que fue la presidenta sucesora de Olcott o el clérigo Leadbeater poseedor de prácticamente todos los poderes ocultos imaginables. Blavatsky fue expulsada por Olcott de la ST en 1887 y ella fundó en Londres una nueva sociedad esotérica. Dos años después se conocieron Blavatsky y Besant y esta ejerció de asistente suya y la ayudó a redactar algunas de sus obras. En 1891 muere Blavatsky. Es en 1895 cuando Besant y Leadbeater se asocian. Ambos se habían conocido en 1894 en Londres en una sesión espiritista de la logia masónica de la que era secretario Leadbeater y este la acerca a la masonería en donde se inicia en una logia mixta en 1902. Ella queda impactada por los poderes psíquicos que el clérigo afirma tener y Besant lo toma como su instructor místico. Al poco tiempo después de que conociese a Blavatsky en 1884, Leadbeater ya recibía una gran cantidad de “cartas de los mahatmas”.
En 1907 Besant es elegida presidenta de la ST, pues Leadbeater era visto con suspicacia por muchos miembros antiguos de la ST. En 1906 fue acusado de pederastia y ese escándalo hizo que más de setecientos miembros de la ST se dieran de baja a pesar de que el clérigo fue expulsado de la sociedad. Esta sucesión no fue fácil, antes de la muerte de Blavatsky y de Olcott ya hubo acusaciones cruzadas entre ellos de inventarse cartas de los mahatmas y de charlatanería que también recaían en Leadbeater. Cuando Besant accedió al cargo de presidenta, aceptó de nuevo a Ledabeater en la ST.
Sin embargo, el mediumnismo y los poderes de la principal fundadora, la señora Blavastky, junto a su extensa producción literaria, fue continuada con igual o mayor dedicación por la señora Besant y por Leadbeater que mostraron poseer más poderes aún y no se quedaron atrás a la hora de ofrecer nuevos libros a sus entusiastas seguidores como fruto de sus contactos con los maestros u obtenidos por medio de sus capacidades psíquicas. Todo esto lo mezclaron con doctrinas sacadas del budismo y el hinduismo que interpretaron libremente y que sumaron a sus propias creencias protestantes.
Muchos conceptos filosóficos y teológicos de la ST son tomados del hinduismo y del budismo y fueron difundidos en Occidente de su mano. Pero sin duda el hecho más importante y singular de la historia de esta sociedad fue el de la elección de Krishnamurti como nuevo mesías, caso que veremos más adelante. Como hemos dicho esta sociedad aspiró a crear una nueva religión asentada en la figura de un mesías que creyó encontrar en la persona de Krishnamurti quien, años después, dejó la teosofía mostrando patentemente que no creía ni en la existencia del contacto de los mandatarios con los llamados maestros, ni en su ideario. Pero a pesar de este fracaso, la teosofía sí dotó a su nueva religión de unas creencias que calaron profundamente en el futuro movimiento new age a través de una producción literaria abundantísima que sirvió de fuente a toda la enorme cantidad de libros similares que llegaron después.
Prácticamente todo el ideario más popular de la new age se asienta en los textos fundacionales de los teósofos y su influencia actual es tan evidente como vigente. Valgan unos ejemplos: Los chakras de Leadbeater; Los siete rayos de Wodd; Los maestros y el sendero de Leadbeater; Cartas de los Maestros de Sinnett; El hombre y sus cuerpos de Besant; El plano astral, el aura humana y los registros akashicos de Leadbeater; La reencarnación de Besant; Karma de Besant; El cuerpo astral y El doble etérico de Powell. A estos textos habría que añadir la extensa obra de la fundadora Blavatsky o la no menos extensa producción de la médium inglesa Alice Bailey que se separó de los teósofos y afirmaba también que su obra le fue dictada por un maestro “oculto” tibetano de nombre Djwal Khul. Como vemos en los títulos de estas obras redactadas en muy poco espacio de tiempo, los temas que abordan son los pilares constitutivos del ideario de la nueva era: chakras, cuerpo astral, los maestros invisibles, los registros akashicos, la reencarnación, el karma…
Esa sustitución de un conocimiento esotérico tradicional por las propuestas emanadas de los teósofos se debieron a factores como:
La aparición del espiritismo y su popularización. Con él, se abre la posibilidad de comunicación con todo tipo de seres. Al principio esa comunicación eran con fallecidos, pero se amplió rápidamente a espíritus del pasado y a maestros invisibles y, más modernamente, a extraterrestres e incluso a habitantes de otras dimensiones. Estos seres son poseedores de grandes conocimientos y los transmiten a través de sus médiums o canales a los que privilegian con ese don.
El interés por los poderes y por las facultades paranormales. Esto deriva en la aparición de personas con poderes especiales, además del mencionado poder de mediumnidad o canalización. Estos poderes divulgados y popularizados por los teósofos son: hacer viajes astrales; tener capacidad telepática; acceder al conocimiento de vidas pasadas propias y ajenas; ver auras y chakras; tener dominio de las energías y, en muchos casos, disponer de capacidades curativas.
Al disponer de esas capacidades superiores al resto de seres humanos, se entendió que estas personas estaban facultadas y avaladas para difundir esos conocimientos a los que accedían por dos vías: la canalización y el uso de sus poderes. Obviamente, la validación de las propuestas de la Sociedad Teosófica y de la NE descansa sobre dos supuestos:
1 Aceptar la realidad y veracidad de los poderes psíquicos de todos los autores mencionados capaces de ver auras, conocer vidas pasadas, ser telépatas, hacer viajes astrales, conectar con seres invisibles bien fallecidos, bien residentes en otras dimensiones o planetas, acceder a registros akashicos, ver auras, abrir e utilizar los chakras, saber lo que ocurre después de la muerte, etc., etc.
2 Una vez aceptada la premisa de que tales individuos poseían esos poderes, dar también credibilidad a sus transmisiones de las enseñanzas de esos maestros invisibles a los que solo ellos tenían acceso.
La difusión de estas doctrinas entre ciertos sectores decepcionados y hartos de un cristianismo asfixiante, bien entre las clases más altas, bien entre grupos sociales de menor cultura, llevó rápidamente a la validación de todas sus afirmaciones, por muy descabelladas que fueran. De este modo pasaron rápidamente a ser consideradas como realidades sin haberlas sometido a un mínimo análisis crítico. Esa validación permitió que las generaciones siguientes supusieran que había algún tipo de autoridad que respaldase todas esas afirmaciones y así, poco a poco, se creó un ideario vigente hasta hoy. Ni que decir tiene que, en todos los postulados de la neo religión teosófica, Dios o no aparece o, cuando su presencia se hace inevitable en la confección de su ideario, lo relegan a un discreto segundo plano.
La manipulación de un ideario
El resultado fue el nacimiento de una doctrina que fundió algunas ideas, alteró otras y creó otras nuevas de modo que salvo para una persona muy versada en el estudio de las religiones, se hacía difícil distinguir entre las auténticas emanadas del hinduismo y budismo, de las manipuladas, de las inventadas o de las dictadas por los maestros. Muchas doctrinas propias del hinduismo o el budismo, fueron “traducidas”, “adaptadas” y mezcladas con ideas cristianas por la Sociedad Teosófica y, así, llegaron deterioradas a Occidente que, sin embargo, las acepto sin más debate ni reflexión. Dos de ellas, importantísimas y asociadas entre sí, fueron el concepto de karma y el de reencarnación, ideas que incluso impregnaron a nuevas órdenes ocultistas que seguían naciendo en Occidente y que se declaraban cristianas.
Valga el ejemplo de la Fraternidad Rosacruz fundada por Max Heindel en 1910 en donde habla de “trece Hermanos Mayores que permanecen ocultos” y en sus enseñanzas se incluyen las creencias en la reencarnación y el karma tal y como las popularizaron los teósofos. Sin embargo, cualquiera que lea los textos fundacionales de la Rosacruz original del siglo XVII, no encontrará ni rastro de estas creencias orientales.
Veamos un ejemplo de adaptación. Si por ejemplo tomamos el concepto de karma, la teosofía, como hemos dicho integrada principalmente por individuos muy marcados por el protestantismo, le da un contenido expiatorio asociado al pecado y a la culpa adquirida que va acompañado de un castigo. Es decir, lo dota con un fuerte ingrediente cristiano. Este reduccionismo poco tiene que ver con la profundidad y complejidad de este concepto hinduista que no puede disociarse del de maya o ilusión.
Cualquier lectura de textos de la ortodoxia hinduista tradicional como por ejemplo uno de los textos fundamentales del advaita vedanta, el Vivekakudamani o La joya suprema del discernimiento obra de, aproximadamente, el siglo VIII atribuida al sabio Shankara, nos habla del karma y su lectura muestra las grandes diferencias filosóficas respecto a este concepto entre la tradición hinduista clásica y lo que la ST preconiza.
Para evidenciar que dentro de la tradición hinduista el karma carece de connotaciones negativas, baste recordar que la práctica del Karma yoga es una de las más elevadas. Se le ha definido como el “yoga de acción desinteresada”, aunque más preciso sería definirlo como el “yoga de la acción libre de objetivos”. A estos actos se les conoce como karma marga.
Según el advaita es el “yo” exclusivamente el que genera karma. Dado que el “yo” es ilusorio —solo existe lo real o atman— el karma también lo es y no pertenecen a lo Real. A esa ilusión del “yo”se la denomina maya.
Respecto a la reencarnación, hay que destacar que entre el budismo y el hinduismo hay diferencias sustanciales respecto a esta idea y lo que en el hinduismo es reencarnación, en el budismo es más propio definirla como renacimiento. El hinduismo aboga por la idea de un ente permanente que nace una y otra vez en un cuerpo físico hasta alcanzar la liberación. Encarna sucesivamente mientras tiene karma. Esta idea es la que triunfa entre los teósofos pues ese ente permanente se identifica con la creencia cristiana de un alma inmortal. Pero el budismo no acepta la idea de un ente permanente. Se considera que en la vida física de un ser se obtiene un nuevo “fruto” que no es el mismo ser que el anterior, por tanto no hay nada eterno e inmutable que reencarne sino que lo que encarna es cada vez un ser diferente.
Hay que recordar que esta idea de reencarnación no era en absoluto desconocida en Occidente ni tampoco exclusiva de la India, ya los griegos hablaban de una idea muy similar llamada metempsicosis o, por ejemplo, también estaba presente en el ideario de la religión maniquea o de diversos credos gnósticos. Sin embargo es en la India y en el entorno del hinduismo en donde esta creencia se instaló de modo más inamovible y dogmático y es la que una vez adaptada y modificada por los teósofos, se instala en Occidente.
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