Czytaj książkę: «Pensamientos y afectos en la obra de Elizabeth Jelin»
Edición: Buenos Aires, 1ra. edición marzo de 2022, 200 ejemplares.
ISBN: 978-84-18929-15-1
Depósito legal: M-32388-2021
Código THEMA: NHTB [Social & cultural history]; JHMC [Social & cultural anthropology]
Código BISAC: SOC002010 [Anthropology / Cultural & Social]; SOC008000 [Ethnic Studies / General]
Código WGS: 720 / Social sciences, law, economy / Sociolog; 725 / Social sciences, law, economy / Urban and regional sociology
© 2022, Miño y Dávila srl / Miño y Dávila editores sl
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Índice
1. Introducción, por Sergio Caggiano, Silvina Merenson y Sebastián Pereyra
2. Derechos humanos, memoria y género, por Catalina Smulovitz
—Parte I— Dimensiones entrelazadas de diferencia y desigualdad
3. Género, familia y políticas sociales, por Marcela Cerrutti
4. Un entendimiento de las relaciones sociales despojado de preconceptos apologéticos: CLASPO, o investigar la acción local en un cambio de época, por Carlos Acuña y Gabriel Kessler
5. Acerca de las múltiples temporalidades, del trabajo femenino y de las familias, por Orlandina de Oliveira
—Parte II—
El lugar de los actores sociales en la producción de conocimiento
6. Revisitando “El lugar de los actores sociales en la producción de conocimiento”. ¿Actores sociales o articulaciones identitarias? ¿Solamente la voz, o también los cuerpos? ¿Únicamente sus representaciones, o también sus afectos?, por Pablo Vila
7. La pasión según Elizabeth Jelin. Exploraciones entre la autobiografía, las inquietudes intelectuales y los problemas sociales, por Eleonor Faur
8. Luchas ciudadanas, voces descentradas. Los diálogos de Elizabeth Jelin con el movimiento de derechos humanos de Argentina, por Enrique Salvador Andriotti Romanin
—Parte III—
Temporalidades y escalas: la heterogeneidad de los objetos
9. Jelin y la reapropiación de los estudios sobre nuevos movimientos sociales en América Latina, por Sebastián Pereyra
10. Tiempos de memorias. Aportes, dilemas y reflexiones sobre los pasados que no pasan en la obra de Elizabeth Jelin, por Ludmila da Silva Catela
11. Diálogos compartidos sobre la construcción de memorias, por Susana G. Kaufman
12. ¿Son los historiadores emprendedores de memoria?, por Aldo Marchesi
—Parte IV—
La acción y la norma: ciudadanía y derechos
13. De nociones y paraguas. Apuntes sobre “ciudadanía” en los trabajos de Elizabeth Jelin, por Silvina Merenson
14. Diálogos con Shevy sobre derechos humanos, responsabilidades y ciudadanía, por Kathryn Sikkink
15. Lo académico es político. Un diálogo intergeneracional a partir de la obra de Elizabeth Jelin, por Guido Sciurano y Mario Pecheny
16. Subjetividad, afectos, producción de conocimientos y democracia, por Teresa Valdez
—Parte V—
El fuera de campo: experiencias más acá y más allá de los textos
17. El oficio de la socióloga. Preguntar, escuchar, hacer, por Sergio Caggiano
18. Abrir espacios, generar vínculos, investigar colaborativamente, por Laura Mombello
19. Amistad y carrera. La importancia de Elizabeth Jelin, por Bryan Roberts
20. La otra obra. Formación de nuevas generaciones, construcción de redes e instituciones, por Alejandro Grimson
21. Epílogo, por Elizabeth Jelin
Bibliografía principal de Elizabeth Jelin
1
Introducción
Sergio Caggiano, Silvina Merenson y Sebastián Pereyra
A comienzos de 2018 surgió la idea de imaginar un modo de compartir algunas de las reflexiones, lecturas y experiencias que nos vinculan con Elizabeth Jelin y su obra. Comenzamos a reunirnos e intercambiar ideas con un grupo de colegas que habían sido formadxs por Jelin, que habían compartido proyectos de investigación en distintas épocas o bien que habían sido influenciadxs de distinto modo por sus textos. Esas primeras reuniones estuvieron muy marcadas por una pregunta sobre las características, alcances y el tono que podían tener esas reflexiones compartidas, o más bien colectivas. Este libro recupera el espíritu de esas conversaciones e intercambios e intenta reflejar la manera en que esas preguntas iniciales se convirtieron en una búsqueda. En una indagación sobre el modo de evocar la influencia y la relación dialógica que establecemos con las personas y las obras que son importantes para forjar nuestros modos de pensar y de llevar adelante el trabajo de investigación en ciencias sociales.
Desde el inicio estuvo claro que no buscaríamos reeditar un formato tradicional de homenaje, queríamos evitar ese tipo de solemnidad. Más bien nos interesaba abrir un tiempo y un espacio que nos permitiera pensar junto a ella y a su trabajo. Para nosotrxs, pensar junto a Elizabeth Jelin implica debatir ideas, consideraciones teóricas y metodológicas, escuchar sus recomendaciones y tomar nota de sus señalamientos en un entorno afectuoso, hecho de paseos, caminatas, viajes y comidas compartidas, de momentos más o menos extensos que intersectan biografías y trayectorias académicas. De ese modo resultaba cada vez más claro que nos interesaba proyectar colectivamente y amplificar nuestros modos de relación con Shevy y con su obra. Generar un espacio reflexivo que pudiera reponer y cobijar esos modos de relacionamiento.
Barajamos diversos formatos: desde jornadas académicas tradicionales que nos permitirían reunirnos personalmente para hacer lo que todxs conocemos, hasta innovadoras performances y expresiones artísticas para el desarrollo de las cuales nos confrontamos con nuestras propias limitaciones. Las idas, vueltas y rodeos de este proyecto –que fue cobrando forma en la medida en que fuimos dialogando con las autoras y autores que lo integran– decantaron finalmente en este volumen colectivo. Un libro que incluye una variedad de perspectivas y experiencias como las que suponen los modos de relación con una trayectoria como la de EJ, que a lo largo de seis décadas ha conectado preocupaciones y temas de investigación, colegas e instituciones. Los textos que componen Pensamientos y afectos en la obra de Elizabeth Jelin conforman un ensamble narrativo que se mueve entre tonos más íntimos y personales y apreciaciones sobre los aportes y contribuciones de su obra. Los capítulos se desplazan en el vínculo de uno y otro registro, indicando su continuidad.
En medio de ese proceso, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) tomó la decisión de editar Las tramas del tiempo: Familia, género, memorias, derechos y movimientos sociales, una antología esencial de la obra de Jelin, que contó con la participación de algunxs de quienes formábamos parte de estas conversaciones. Así, de modo involuntario y azaroso quedó conformado un tándem entre las dos publicaciones que resulta fructíferamente complementario. Por un lado, una antología que pone a disposición y organiza los textos más importantes de la obra de Shevy a partir de tres núcleos conceptuales fundamentales y, por otro lado, este volumen colectivo en el que colegas de distintas generaciones y con distintas pertenencias y recorridos académicos e intelectuales podemos restituir nuestros diálogos con la persona y con la obra. Quienes quieran entablar o recuperar una conversación con las contribuciones de EJ a las ciencias sociales pueden visitar la antología. Quienes quieran entender cómo esos aportes se encarnan en intercambios y lecturas de distinto tipo, en condiciones de recepción y también en experiencias vitales variadas, pueden avanzar en el recorrido que las páginas de este libro proponen.
El itinerario que puede encontrarse aquí resulta de la composición de una trama colectiva hecha de ideas, imágenes, palabras y afectos. Fechas, ciudades, generaciones confluyen en referencias y citas de la producción académica de Jelin, influencias en y de sus lecturas en los más diversos campos de investigación, anécdotas y recuerdos que la tienen como protagonista, registros de su tenaz compromiso en la construcción institucional. Como muestran muchos de los textos reunidos aquí, la disección resulta una tarea bastante infructuosa. Los modos de pensar, sentir y hacer de EJ lo resisten.
El proceso de confección de este volumen fue principalmente artesanal, con movimientos un poco deductivos, un poco inductivos. Definimos primero cuatro secciones o ejes principales que, a nuestro juicio, sintetizan bien los distintos modos de hacer investigación de Shevy, de afrontar y configurar sus objetos, de desplegar sus maneras de abordarlos. Una suerte de catálogo del oficio entendido a su modo heterodoxo. Rasgos de la ontología, la epistemología y la metodología que EJ compone en sus diferentes trabajos. Una serie de entradas a los aportes de Shevy a las ciencias sociales y a nuestras lecturas sobre esos aportes. Esos cuatro ejes son, por decirlo de algún modo, transversales a los núcleos temáticos de su producción: (1) dimensiones entrelazadas de diferencia y desigualdad, (2) el lugar de los actores sociales en la producción de conocimiento, (3) temporalidades y escalas: la heterogeneidad de los objetos y (4) la acción y la norma: ciudadanía y derechos. A su vez, a medida que fuimos recibiendo las contribuciones en cada una de esas partes se fue haciendo explícita la ausencia o la omisión de un quinto eje, que finalmente se agregó al índice definitivo: (5) el fuera de campo: experiencias más acá y más allá de los textos. Y es que, efectivamente, tomamos conciencia de que habíamos pensado esos ejes originales exclusivamente en un plano de ideas, de abordajes, de recortes y conceptos. Al hacerlo pudimos identificar claramente otros elementos relacionados con los modos de hacer investigación de EJ que tenían menos que ver con ese plano y más con las interacciones y las relaciones interpersonales. Es decir, que las dimensiones más puramente intelectuales de ese modo tan particular de hacer ciencias sociales no abarcaban de modo completo esos otros aspectos que pudimos reconocer como muy significativos.
Estos ejes que dan forma a la estructura del presente volumen colectivo no son autoevidentes. Requieren alguna presentación y desarrollo para que cumplan su función, como una suerte de hoja de ruta, de mapa del recorrido que estamos proponiendo.
La primera parte del libro se titula “Dimensiones entrelazadas de diferencia y desigualdad” y se concentra en un tema recurrente a lo largo de la obra de EJ, a saber: el modo en que se vinculan e interrelacionan diferentes planos de la desigualdad o diferentes tipos de desigualdades con aspectos que tienen que ver con la diferencia. En los últimos años, la difusión de la perspectiva interseccional, como todo fenómeno de instalación de agenda, ha cobijado una tensión de mostración y veladura. Incitada por esa tensión, EJ recuperó recientemente algunos aportes clave en las ciencias sociales latinoamericanas antes del giro interseccional. Revisó trabajos del siglo XX sobre desigualdades de clase, género, raza y etnia, procurando ver cómo habían abordado los entrelazamientos entre estas dimensiones (ver Jelin, 2021).
Es posible hacer una revisión semejante en su propia trayectoria. El modo en que ha definido sus problemas de investigación empírica conduce a poner en primer plano la interrelación de múltiples dimensiones de diferencia y de desigualdad. El problema de investigación es, desde luego, puesto por delante, y es definido en relación con el modo en que lo definen los actores sociales involucrados. Con preferencias teóricas y políticas, claro está, pero sin que ellas guíen la investigación. Si los movimientos sociales y los sindicatos, las familias, los derechos humanos y ciudadanos o las memorias van siendo lo que distintos actores en pugna hacen con ellos y alrededor de ellos, ¿cómo sería posible indagar cualquiera de estos campos desde una dimensión única? La perspectiva feminista enseñó a EJ que las presuntas obviedades (sindicato = clase social, familia = género, ciudadanía = nacionalidad y otras) no solo eran improductivas, sino un refugio para las relaciones de poder. También le mostró que así como las diferencias engendran desigualdades, las desigualdades producen muchas de las que se presentan como meras diferencias.
En los aportes de Shevy al feminismo y a la consolidación de una perspectiva de género en las ciencias sociales latinoamericanas esta tensión entre desigualdad y diferencia es crucial. En sus trabajos sobre familia y sobre el empleo de las mujeres es sin duda uno de los temas principales. Pero representa también una clave de lectura de todos sus trabajos. ¿Cómo no mirar con ese prisma la decisión de consagrar un estudio específico a los movimientos de mujeres y a las mujeres en movimiento dentro del mapeo de nuevos movimientos sociales en los años ochenta? Shevy tematizó también de modo explícito las tensiones entre desigualdad y diferencia en sus textos sobre ciudadanía, en los cuales propone desandar las certezas de las definiciones generales y abstractas y reconstruir los procesos de lucha y conflicto que no siempre expresan de modo coherente la búsqueda de la igualdad y el reconocimiento de la diferencia. Como dijimos, la producción de ideas y las apuestas institucionales no son aspectos diferenciados en la biografía de Jelin; así, la consolidación de la desigualdad como tema para las ciencias sociales en América Latina se vincula también con el desarrollo de proyectos y redes –muchas de alcance internacional– que la tuvieron como protagonista.
La segunda parte, “El lugar de los actores sociales en la producción de conocimiento”, introduce su preocupación temprana y sistemática por favorecer las perspectivas contemporáneas que destacan el punto de vista de los sujetos en la producción de conocimiento. ¿Cómo pueden ser escuchados lxs subalternxs, excluidxs, oprimidxs, desfavorecidxs? Esta podría ser una pregunta válida. Sin embargo, para EJ el diálogo es más intrincado. El camino al texto sociológico se nos presenta como un firme empedrado, aunque el apisonado esté hecho de cegueras y sorderas. Se trata de producir conocimiento sociológico haciéndose cargo de ello. ¿Reflexividad? Podría ser, como una pequeña parte del trabajo. Pero sin “ombliguismo”, como dice Shevy de entrecasa.
Si bien la reflexividad suele colocar en el centro de la escena la jerarquización de saberes… suele también dejarla intacta. Por eso la tarea es otra. La pregunta, entonces, podría ser: ¿cómo dejan su trazo las palabras de los “actores sociales” en nuestros textos? En algunos pocos pero significativos textos de EJ la cantidad de citas violan las normas de publicación de cualquier revista bien indizada. En los que casi no tienen citas, hay muchas preguntas. No es que haya más inquietudes que respuestas. Hay respuestas que inquietan.
El entrenamiento y el ejercicio se despliegan en varios frentes porque el intrincado diálogo involucra a más interactuantes. ¿Quién escucha y quién es escuchadx, cómo se habla, cómo se registra, quién leerá, dónde circularán las voces que habitan nuestra palabra sociológica? En el norte EJ es una intelectual del sur (del “Sur Global”, como se dice por estos días), y en el sur sabe mostrarse recelosa de las muy pegadizas epistemologías del sur. Esgrime una suerte de “basismo” en los foros de élite y hace años que importuna a sus vecinos colocándolos delante de su propio porteñocentrismo. Y estos no son simples “efectos de campo”. Se trata de una dislocación del “sujeto de conocimiento” que impacta de lleno en cuáles serán las múltiples voces que habiten nuestros textos.
Muchos de los trabajos en este aspecto muestran lo difícil e importante que es evitar que en nuestras investigaciones se pierda la huella de la acción y la palabra de aquellos que finalmente hacen posible nuestro trabajo. Pero se trata no simplemente de incluir sus testimonios, de reemplazar nuestros puntos de vista por el de aquellos a quienes entrevistamos u observamos sino de la compleja tarea de restituir el mundo que habitan, sus contradicciones y conflictos. No transformar nuestros textos en artefactos tan abstractos que pierdan todo contacto con esa vida social que intentan interpretar y descifrar. Sabemos, y las contribuciones de este libro así lo señalan, que Podría ser yo o el texto sobre Eldorado son referencias ineludibles en este aspecto.
La tercera parte del libro, “Temporalidades y escalas: la heterogeneidad de los objetos”, aborda la recurrente preocupación de EJ por la temporalidad. Shevy ha ayudado a sus interlocutores a comprender que el desafío de las temporalidades es más arduo de lo que aparenta.
Tiene al menos dos caras y cada una tiene muchos pliegues. Una cara es la de la heterogeneidad temporal de nuestros problemas. Ante cualquier objeto que tienda a convertirse en un objeto, EJ recuerda y proyecta la cuestión de la temporalidad, porque si nuestros problemas se cristalizan dejan de construir objetos de investigación para producir objetos de confirmación. La otra cara es la de la diversidad temporal de nuestras preguntas. Preguntamos desde coordenadas particulares, y cuando volvemos a preguntar tiempo después, solemos preguntar otra cosa. Nuestras herramientas conceptuales y metodológicas tienen ritmos y plazos, transcurren y se modifican. Se trata de historizar el conocimiento, es decir, indagar las condiciones específicas de producción de nuestros problemas e hipótesis. Pero el reto es también apreciar los múltiples tiempos de que están hechos nuestros problemas, porque las personas, los grupos y las instituciones viven sus vidas a destiempo. La imposición de un único tiempo como vara de medida de los demás no puede ser un supuesto, sino uno de nuestros primeros interrogantes sociológicos.
EJ ha tematizado explícitamente algunas de estas preocupaciones en torno a la ciudadanía y los derechos, y en el campo de la memoria las temporalidades se imponen desde un inicio. Por lo demás, dichas preocupaciones han habitado o alentado muchos de sus otros temas y campos. Cabe plantearse si en este, como en los otros ejes, no hay algo que invita a pensar el anclaje situado del conocimiento. La teoría económica producida desde América Latina en los años sesenta y setenta, como la teoría política un poco más tarde, tras las dictaduras en el Cono Sur, y la teoría sociocultural de los años noventa interpretaron muchos procesos sociales en la región partiendo de la idea de la convivencia de temporalidades diversas. Cabe pensar los aportes de Shevy al respecto como parte de este amplio campo de interlocución.
La contribución de Shevy a la estructuración de un campo de estudio sobre las memorias es crucial en este caso pero allí no se agota la cuestión. Sus textos sobre movimientos sociales, por ejemplo, muestran de modo claro que ese objeto de indagación se empobrece en la medida en que no podemos dar cuenta de su dimensión temporal. Tomarse demasiado seriamente la idea de que un movimiento implica la constitución de un actor colectivo puede inducir a error, considerando que lo propio de esos fenómenos es la dinámica, la transformación y la duración a lo largo del tiempo. Los trabajos de Shevy insisten de modo recurrente también en la historización de los conceptos, en la reivindicación de un pensamiento que incluye las asincronías y la variabilidad de los procesos históricos y que, por tanto, desconfía de los modelos universalistas que tienden a registrar las especificidades locales o las trayectorias alternativas como patológicas.
La cuarta parte se titula “La acción y la norma: ciudadanía y derechos” y atiende el modo en que EJ trabajó la clásica tensión entre el efecto generativo de la acción y su cristalización en órdenes institucionales. ¿Cuál es la relación entre las acciones humanas y las grandes estructuras?, ¿cuál la que se da entre las prácticas ciudadanas y las normativas y legislaciones que las regulan?, ¿cuál la existente entre las vivencias cotidianas y su registro o fijación en archivos, inscripciones y documentos? En las tres preguntas –que podrían extenderse– se abre una distancia común, un espacio que hace posible las preguntas sociológicas.
Shevy pareció eludir los debates teóricos en torno a este espacio y esta distancia, y sus pesados conceptos: sociedad/individuo, estructura/agencia, etc. Comprendió que tales debates teóricos solían sostener, con mayor o menor sofisticación, las dicotomías que buscaban criticar. Los trabajos empíricos que ha llevado y lleva adelante operan en dicha distancia, que es su condición de posibilidad. Por ello avanzan sin la pretensión de resolver la tensión (o sea, había que dar los debates teóricos de otra manera).
Esta posición epistemológica va de la mano de claras decisiones metodológicas: las interacciones y relaciones interpersonales son el punto de partida y no el de llegada. En todo caso, no pueden ser un simple efecto deductivo de la estructura. Las luchas sociales concretas definirán los intereses en juego y el perfil de los contrincantes mismos, no hay derechos si no se ejercen de manera concreta, las memorias no pueden encerrarse en una vitrina o en un cofre. Al mismo tiempo, la definición de aquellos intereses, la plasmación de los derechos en una ley o un protocolo, la construcción y reconocimiento de un documento o un monumento sobre algún fragmento del pasado son precisamente el objetivo de muchas de aquellas contiendas y ejercicios. Sus logros, punto crucial de los procesos hegemónicos, son apenas un momento en la historia, que abrirá paso a nuevas acciones, a ejercicios ciudadanos innovadores, a memorias retrabajadas.
Miradas en perspectiva, muchas de las investigaciones de Jelin dan vida a la tantas veces evocada articulación entre biografía e historia que, según Wright Mills, es constitutiva de la mirada sociológica. Anclar los grandes procesos de transformación social en contextos de vida cotidiana, como también poner en perspectiva los testimonios o los registros de campo son ejercicios que están siempre presentes en los modos de organizar y llevar adelante la investigación. En relación con la cuestión de la ciudadanía, o mejor dicho, de la consagración y garantía de derechos, este tema resulta ineludible. Si pensamos en derechos relacionados con las mujeres o las relaciones de género, derechos humanos, etc., la pregunta por las condiciones de posibilidad para la garantía efectiva de derechos, la pregunta incómoda por las formas de reconocimiento social o de disputa en relación con aquello que está consagrado en la ley son constantes.
Si bien este volumen no intenta realizar un análisis detallado y exhaustivo de la obra de EJ, sí busca evocarla en varias de sus facetas y eso incluye, como dijimos, elementos que tradicionalmente se ubican por fuera de la obra propiamente dicha. Apuestas de construcción institucional, formación, desarrollo de proyectos y armado de ámbitos de intercambio y cruce con pares son todas acciones que recorren la biografía intelectual de Shevy. No como obligaciones y aditamentos que complementan el trabajo intelectual sino como parte crucial del mismo. Hay una genuina concepción colectiva del oficio de investigación que vuelve a esas cuestiones un tema en sí mismo; un tema complicado. Sin instituciones y sin actividades que garanticen la reproducción de esas instituciones no son pensables nuestras trayectorias, nuestros recorridos e itinerarios como investigadorxs. Ahora bien, qué tipo de culturas de trabajo promueven esas instituciones es otra cuestión a la que suele darse menor importancia. ¿Promovemos en nuestras instituciones estilos de trabajo cooperativos o competitivos?, ¿colectivos o individuales? Recurriendo a otra referencia significativa podemos ver que Shevy apuesta por la voz, y no por la lealtad o la salida en relación con las instituciones que estructuran la vida de nuestras ciencias sociales. Reconoce su importancia y, en sus apuestas, les ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo. En ese aspecto Shevy parece apropiarse también de la preocupación de Wright Mills sobre la burocratización de la investigación social ligada a la estandarización de los métodos y a la consolidación académica y universitaria de las disciplinas. Lo hace propio cuando elige presentarse como “investigadora social” antes que como “socióloga”. Pero al mismo tiempo, parece reconocer en su trabajo institucional que ese horizonte es lejano en nuestro medio. Es el eco de una amenaza que se cierne sobre la creatividad y que tiene que ser mantenida a raya pero que, a la vez, no debe llevar a abandonar o desertar un proceso de estructuración de las ciencias sociales que es fundamental también para asegurar condiciones de producción razonables.
Por todo esto la quinta y última parte, titulada “El fuera de campo. Experiencias más acá y más allá de los textos”, hace lugar a su obra no escrita. Conscientes de la inevitable selección que supone delimitar una obra, ¿cómo no incluir, al lado de sus libros y papers, sus esfuerzos para generar condiciones de investigación, tejer vínculos y redes, abrir caminos y orientar recorridos? A propósito de la obra de Nietzsche, por ejemplo, Foucault se preguntaba –solo un poco en broma– sobre “los innumerables cuadernillos en los que se cruzan las anotaciones del lavado de ropa con los proyectos de aforismos”, sobre los esbozos abandonados, las cartas, las notas y las conversaciones. Por su parte, fue la compilación realizada por dos estudiantes de notas y apuntes de un curso dictado por Ferdinand de Saussure lo que permitió la edición de un libro que marcaría las ciencias sociales y humanas del siglo XX, como el Curso de Lingüística General. En el caso de Shevy, innumerables enseñanzas decantan de compartir con ella proyectos y emprendimientos, espacios de clase, discusiones grupales, devoluciones de avances e incluso encuentros fugaces, inspiraciones en medio de una búsqueda a tientas de esas que ella siempre ha estado dispuesta a emprender al hacer frente con otrxs a inquietudes y reflexiones.
En esta quinta sección, entonces, lxs autorxs rememoran e inscriben acciones, palabras habladas y cuerpos en el despliegue de investigaciones. Al hacerlo registran otros aspectos de su estilo de trabajo. Como otrxs autorxs en las otras partes del libro, rememoran caminatas y comidas informales compartidas, espacios donde las analogías pueden ser más osadas, las explicaciones menos acicaladas, los pensamientos abiertamente apasionados y las incertezas bienvenidas. Estas “producciones” no están en el papel. No forman parte de los objetos ni de los resultados de sus investigaciones pero son una clave fundamental de su saber hacer. Fueron y son lecciones que se entrelazan con las palabras habladas y los cuerpos en acción de colegas, estudiantes y tesistas y acaban moldeando prácticas en común.
En su obra no escrita puede apreciarse también hasta qué punto la trayectoria de Shevy es emblemática y paradigmática en relación con el proceso de institucionalización de las ciencias sociales en el país. Su orientación creciente hacia la investigación, el abandono o el distanciamiento de las figuras articuladoras de la cátedra y del intelectual (generalmente hombre), la ampliación y la diversificación de los estilos y modalidades de producción académica. También las interrupciones, los saltos, las incertidumbres. Se trata de la suma acumulativa de vaivenes que dan forma a una relación inescindible entre trabajo intelectual y compromiso político.
Estas páginas iniciales son una invitación a la lectura de los textos que conforman este volumen colectivo. Tienen la pretensión de ser indicaciones preliminares para mostrar la forma que finalmente adquirió la arquitectura de este proyecto. También pretenden hacer presente el material del que está hecho, pues en él está la gratitud. A Shevy, por supuesto, por los modos en que intervino e interviene en nuestras vidas. A las autoras y autores del libro, quienes generosamente contribuyeron con tiempo y esfuerzo a las conversaciones e intercambios que derivaron en sus textos, que han hecho de este libro una realidad más vasta y potente de lo que jamás imaginamos. En particular, queremos agradecer a Catalina Smulovitz por permitirnos publicar como puerta de entrada a esta compilación una versión editada de la maravillosa entrevista que le realizó a Shevy en 2018. También a Gerardo Munck y Martín Tanaka, originales destinatarios del material de la entrevista, quienes autorizaron su publicación. Al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) por su apoyo para la concreción de este proyecto. El CONICET ha sido y es una de las instituciones que funciona como punto de cruce entre nuestras biografías y la Shevy. El Consejo es un organismo muy vital –central– en el impulso a la producción científica en nuestro país. Resulta muy gratificante también mirarlo como un ámbito de encuentro y reconocimiento. Finalmente, un agradecimiento especial a Miño y Dávila por confiar en el proyecto y darle espacio a otro modo –bastante heterodoxo– de hacer público el trabajo de las ciencias sociales.