Czytaj książkę: «De la imaginación a las palabras»
De la imaginación a las palabras
© 2016, Rosita Jaramillo
© 2016, Intermedio Editores S.A.S.
Edición, diseño y diagramación
Equipo editorial Intermedio Editores
Diseño de portada
Alexander Cuéllar Burgos
Imagen de portada
Shutterstock
Intermedio Editores S.A.S.
Avenida Calle 26 No. 68B-70
Bogotá, Colombia
Primera edición, febrero de 2016
Este libro no podrá ser reproducido
sin permiso escrito del editor.
ISBN: 978-958-757-550-7
Impresión y encuadernación:
A B C D E F G H I J
Diseño epub: Hipertexto – Netizen Digital Solutions
Contenido
Prólogo a la segunda edición
Introducción
1. La fuente de la inspiración
2. El desaliento de la página en blanco
3. La nueva comunicación
4. La escritura espontánea
5. Leer, leer, leer, un camino inevitable
6. La imaginación es el punto de partida
7. La primera impresión cuenta
8. El personaje multidimensional
9. La materia prima en la memoria personal
10. La verdad no libera
11. Emociones, sentimientos y sensaciones
12. Los pies sobre la tierra
13. Los tiempos del relato
14. ¿El lugar común o el pensamiento disruptivo?
15. Más allá de lo evidente
16. La vida es cotidiana
17. Los puntos de vista
18. El juego de las pistas
19. El final
20. Juego de postas: el relato colectivo
Agradecimientos muy especiales
Bibliografía
Prólogo a la segunda edición
Hace cinco años nació la necesidad de escribir sobre la escritura creativa desde la lectora que me habita y la observadora de la lógica de una narración. Me animaba el sueño de llegar a los lectores con algunas herramientas útiles y amigables para vivir la escritura con goce y curiosidad. Desde esa perspectiva, nació la primera edición de De la imaginación a las palabras. Un libro escrito para quienes desean explorarse como narradores de historias.
En la segunda edición, con un capítulo nuevo sobre la escritura intuitiva, hay una invitación a visitar, identificar y poner al servicio de la palabra el potencial que se aloja en la “mente salvaje” de la que habla Natalie Goldberg en su libro The True Secret of Writing, la fuerza vibrante que se aloja bajo el territorio ruidoso del pensamiento.
En las aguas profundas de nuestro mundo interior hay una fuente de inspiración ilimitada.
Me anima el sueño de acompañar a los lectores en el reconocimiento e identificación de la materia prima de su mundo interior, allí donde la razón y el pensamiento dejan de ser los actores principales. Y llevarla a su máxima expresión en la palabra escrita libre de censura.
Introducción
He encontrado, a lo largo de los años, que cuando las personas convierten la escritura en una actividad cotidiana se ven más cómodas consigo mismas. Para mí, ha sido maravilloso asistir a esa especie de rito iniciático de quienes se han acercado al taller de escritura que dirijo desde hace varios años y ser testigo de su evolución como personas y como comunicadores de ideas.
Este libro es, en primer lugar, una mirada consciente a mi propio proceso en el descubrimiento de la literatura como un estilo de vida. En él hablo de lo que veo, hablo de lo que intuyo, comparto la forma en que mi sensibilidad se ha visto tocada por la palabra y lo que encuentro en esa habitación íntima en el altillo de mi alma donde mente y espíritu se convierten en uno solo.
En una instancia más amplia, con este libro sueño que el taller trascienda los límites de la experiencia presencial y llegue a muchas personas que quieren ejercitarse de manera guiada en la creación literaria y abrir la puerta de ese maravilloso mundo paralelo de la palabra escrita.
Desde que me encontré con ese desconocido que en el imaginario de los arquetipos mentales debe tener una tiza en la mano, unos anteojos descolgados sobre la punta de la nariz y un libro debajo del brazo e inicié el taller de escritura, lo recibí como un mandato que me venía desde dentro, entendí lo que es asumir un reto con el respeto con el que se asume una misión de vida.
Soy una observadora analítica que quiere contagiar la pasión por la literatura, por la escritura precisa y agradable y por la lectura consciente. El propósito del taller de escritura, más que enseñar, es ofrecer la oportunidad de explorar los terrenos de la creación literaria y de la precisión en la comunicación.
Cada persona se toma su tiempo y le da a su experiencia el alcance de sus propias expectativas. En los procesos creativos, el aprendizaje es un ejercicio que hace cada uno de nosotros con nuestras propias realidades interiores. Revela el mucho o poco conocimiento que tenemos de nosotros mismos y la libertad con la que somos capaces de despojarnos de nuestras máscaras.
Se ha discutido mucho si a escribir se aprende o si los talleres de escritura son una pérdida de tiempo. Por supuesto que no son varitas mágicas, pero son un pretexto para obligarse a escribir, así sea por el compromiso de entregar una tarea semanal; la disciplina y la constancia que exige la asistencia al taller, ellas sí, obran milagros en la formación de un escritor.
Este libro no respeta un orden predecible. Está organizado de una manera bastante arbitraria; responde a una mirada introspectiva hacia el camino que yo misma he recorrido y que recorro cada día, gracias a cada página que leo, a cada autor que me lleva a desentrañar un poco más el secreto del pensamiento creativo.
El ejercicio permanente de escribir y leer nos conduce a expresarnos con mayor libertad, a despojarnos de tabúes y censuras, a ampliar nuestra mente en el día a día, en la realización de las tareas cotidianas. Esto sucede porque la visión se amplía de manera sorprendente cuando las historias y los personajes nos plantean retos que son afines a los que enfrentamos diariamente y conectan con nuestro discernimiento: sin darnos cuenta, encontramos la solución para nuestros trancones íntimos gracias a que tomamos una distancia que resulta, muchas veces, terapéutica y sanadora.
A lo largo de este libro, propongo ejercicios que ayudarán al lector a descubrir habilidades nuevas, a ejercitarse en el contenido de cada capítulo y a sacar el mejor partido de sus recursos creativos. La práctica de la escritura, a través de los ejercicios que contiene este libro, llevará al escritor juicioso a desarrollar la sensibilidad y la capacidad de observación, esa que puede compararse con una suerte de armonía interior.
Con el transcurso de los años, en la tarea de encontrar ejercicios divertidos y estimulantes, he contraído una deuda enorme con la que llamamos realidad, la que reseñan los periódicos, los noticieros y las revistas. Qué material tan útil traen estos. Es ideal tener al alcance de la prensa diaria unas tijeras y una carpeta destinada a guardar las noticias que despiertan nuestro interés, las que contienen un elemento paradójico o, simplemente, esas cuyo contenido emocional y humano nos inquieta. Los titulares de las noticias son como la punta del iceberg, el pequeño trozo visible que sobresale de las profundidades de una historia que merece ser revelada. Lo ideal es ver en ellos una fuente de inspiración para imaginar lo que subyace bajo, o se esconde detrás, de una noticia de prensa y dar vida a otra verdad: la del relato.
Gracias también a las nubes que toman formas, a las ramas de los árboles que parecen barbados personajes de mi historia personal, a los portarretratos vacíos que me hablan desde su misteriosa oquedad, a la música y al arte que, de pronto, me inspiran un ejercicio.
Así como no hay una lógica en la organización de los distintos temas de este libro, como no sea mi orden personal e indefendible, tampoco hay un método de utilización del mismo. Quizá la manera más provechosa de hacerlo es, justamente, en desorden: obedecer a un impulso, abrir al azar una página, caer en la tentación de explorar.
Soy una defensora del desorden, siempre y cuando no lo acompañe la mala memoria y la ausencia de propósito. Me gusta el desorden creativo, permisivo, lúdico, armonioso de una manera cercana a la libertad. Ese desorden que no nos ata sino que nos hace libres de inventar el mundo de acuerdo con nuestra sensibilidad.
1
La fuente de la inspiración
La escritura intuitiva me lleva al reconocimiento de mi mundo íntimo, me permite ponerle nombre a eso que vive en mí y vivir la creatividad en todas las expresiones de mi vida, mucho más allá de la creación literaria.
Imagino que soy una casa y en esa casa hay una habitación que contiene todo lo que constituye mi ser esencial, lo que soy, lo que he sido y el potencial de lo que seré. Mi biografía emocional e intelectual viven ahí, en esa habitación que me lleva a recordar la habitación propia de la que habla Virginia Woolf. Está llena de cuadernos y de plumas de colores. Tiene un gran espejo de cuerpo entero en el que me puedo ver en toda mi realidad. No hay juicio, no hay censura. Esa soy yo: un ser humano que le da nombre a lo que lo contiene y se apropia de quien es.
Cuando hago el ejercicio de apropiación, en modo neutro, sin juicio de valor, todo lo que soy pierde su carga condicionante. Es un viaje, como yo lo veo, a la fuente de la inspiración. Me convierto yo misma en un libro limpio y en una pluma de color. El texto soy yo. La intuición es mi maestra y la palabra es mi expresión.
En alguna parte leí que lo que define a una persona creativa es que, a través de su obra, se perciba a un ser humano más que a un fabricante de historias. El gran aporte de la escritura intuitiva es justamente tallar al ser humano para que las personas que se aproximan a su obra lo encuentren en ella.
Para Natalie Goldberg la intuición es el reino de la mente salvaje. Me encanta esta visión. La condición de salvaje me trae la imagen de algo que no ha pasado por el proceso de domesticación y adaptación que ha sufrido nuestra mente consciente, nuestra mente racional socializada. El terreno de la mente salvaje es el terreno de ver, sentir o pensar como realmente lo hacemos, no como deberíamos hacerlo. El juicio de la mente consciente no tiene cabida ahí, donde nos encontramos con quienes somos antes de ser, donde la libertad se siente en casa.
Puede acabar escribiendo sobre la tostada del desayuno, sobre su dolor de garganta o sobre las uñas de sus dedos. Lo importante es que las palabras serán vivas, reales.
Natalie Goldberg
The True Secret of Writing
La escritura es la gran protagonista de este viaje y la hoja de ruta comienza por adquirir el hábito de escribir sin pensar en por qué o para qué lo hacemos. Desde hace un tiempo sigo el método que propone Julia Cameron en su libro El camino del artista. Recomienda escribir tres páginas cada día, en el momento de despertar, en ese espacio de tiempo en que la consciencia hace el tránsito entre el sueño y la vigilia. Sin parar, sin levantar el bolígrafo del papel; mantener la mano en movimiento es la clave, el secreto para poner el pensamiento racional por fuera del juego y abrirme paso hacia el terreno de la mente intuitiva.
Cuando la gente me pregunta “¿Por qué hay que escribir las páginas matutinas?” yo bromeo: “Para llegar al otro lado”… sobre todo nos alejan de nuestro Censor.
Julia Cameron
El camino del artista
María Sánchez, en su curso Escribir por pura intuición propone practicar durante unos minutos una actividad creativa que no sea la escritura, con el propósito de ambientar el acercamiento a la palabra, Luego, sin transición, escribir durante veinte minutos sin levantar la mano del papel. Al final, cada persona crea su propio método o sus propios métodos para poder encontrarse con la mente salvaje.
El resultado es un texto tan íntimo como un diario. Contiene mis luces y mis sombras, lo gordo y lo delgado, lo salvaje y lo suave, mi claridad y mi confusión, mis dudas y mis certezas. ¿Cómo excluir algo que es tan yo misma como lo otro? Presto atención especial a lo que dice mi cuerpo mientras escribo y tomo nota de las sensaciones que experimento. No acostumbro releer lo escrito, tengo claro que este no es un ejercicio literario, es un ejercicio que más que tener un significado, me significa, me recompone, pone en orden las piezas que me constituyen.
¿Para qué escribe uno si no es para juntar sus pedazos?
Eduardo Galeano
¿Cómo me afecta un tema en particular, qué significado tiene para mí, cómo me mueve, con qué concepto lo relaciono? Todo esto tiene que ver con la aventura de reconocer, identificar, significar y nombrar lo que se agita en nuestra habitación propia. Aunque llegar sin propósito, dispuestos a recibir y transcribir la información que nos llega en el silencio es la práctica en su sentido más puro, aproximarme con un tema en mente me resulta también muy esclarecedor en el proceso de entender y ordenar mis pedazos. A manera de guía, propongo algunos ejercicios que seguro van a ser de utilidad.
Ejercicios
• Comience la práctica con esta pregunta flotando en su mente y permita que la respuesta llegue sola, sin el filtro del pensamiento: si tuviera la oportunidad de volver a vivir la vida con el conocimiento que tiene hoy, ¿cuáles aspectos de ella se sentiría inclinado a borrar y a cuál de ellos le pondría el reflector para sacarlos del anonimato?
• Permita que todo el reino animal juegue en su mente salvaje y respóndase: ¿con qué animal relaciona la libertad? Después escriba sobre esto libremente. Con seguridad esto le aportará un enorme conocimiento sobre usted mismo.
• Cierre los ojos e imagine que usted es un gran samán de enormes raíces bien plantadas en la tierra. Utilice esta imagen para preguntarse cómo se relaciona con sus raíces, qué tanto se siente comprometido con sus ancestros.
• Traiga a la memoria el olor o sabor que lo lleva a su infancia y escriba libremente sobre esto.
• Entre a la experiencia de la escritura intuitiva teniendo en mente los patrones que se repiten en su vida y escriba sobre ellos.
• Cierre los ojos e imagine que es un artista o conferencista y se encuentra en un escenario, frente a un público numeroso. ¿En qué parte de su cuerpo siente la expectativa del momento? Viva la sensación en toda su intensidad y escriba sobre esto.
• Explore en el ejercicio de la escritura intuitiva eso que alguna vez ha querido hacer y no se ha atrevido por alguna razón. Escríbalo sin parar y viva la sensación de transgredir.
• Observe con toda su atención el vuelo de una mariposa. Observe también sus alas y su color: observe sin pensar. Y luego vaya a su cuaderno y escriba lo que se ha despertado en usted.
2
El desaliento de la página en blanco
Me encanta la palabra «desaliento», me resulta tan vaga y sutil como el desaliento: no dice nada y al mismo tiempo dice mucho. Se presenta en esos momentos en que escribir la primera línea, incluso tomar la decisión de sentarnos frente al computador, nos produce una especie de vacío bajo el esternón. Recordamos de repente que es hora del cafecito de media mañana o que tenemos que levantarnos para estirar las piernas, no sea que el síndrome de la clase económica nos ataque de manera fulminante; o se nos ocurre hacer la lista de invitados de nuestro próximo cumpleaños para el cual faltan aún once meses. Cualquier pretexto es válido con tal de no comenzar.
Comenzar es difícil y esta dificultad es connatural a todas las actividades, las creativas entre ellas. Algunas ideas que nos han gustado en frío pierden repentinamente su encanto cuando, dispuestos a ponerlas sobre el papel, no encontramos otras ideas con las cuales amistarlas. De repente hemos perdido el contexto y ahora no sabemos qué hacer con ellas. Escribir en frío –mientras caminamos por una calle o hacemos las compras de la semana– está muy bien, pero la única manera de tomar control sobre la página en blanco es, justamente, sentarse y comenzar.
No obstante, cabe la posibilidad de que cuando menos piensa, y esto es precisamente cuando está más lejos de la mesa de trabajo, aparecen brillantes destellos de inspiración capaces de quitar el aliento. No lo deje pasar ni confíe en la memoria, no espere a que la idea se opaque y su raciocinio autocrítico se empodere y le haga desistir. Crea en su intuición, no desestime la fuerza del destello y tome nota. Ahí mismo donde lo ataca la inspiración, tome nota. Acostúmbrese a llevar una libreta o una pequeña grabadora y registre las idea, la metáfora, la expresión original que le llega de alguna parte, el refrán memorable que lo hace reír o reflexionar, el chisme o la noticia que le despiertan la curiosidad. Luego, deje que su mente se pueble de pequeños espermatozoides creativos que nadan en la corriente hasta que, en una experiencia natural, encuentren el óvulo dispuesto a ser fecundado.
En la literatura, el chisme es una virtud. El chisme hace que los pequeños y grandes pecados de la humanidad sean concretos: adoptan un nombre y un apellido y a veces hasta un domicilio conocido. El chisme es, generalmente, un evento que se sale de lo común, de lo que vale la pena hablar, algo que despierta la curiosidad y de lo que queremos saber un poco más. Así mismo es la literatura: se nutre de lo exótico, de lo que se sale de la rutina y resulta sorprendente o inquietante y no podemos evitar salir a contarlo.
En «Esa catedral llamada Mario Vargas Llosa», la entrevista que Vargas Llosa le concedió a Sergio Vilela, aparecida en El Tiempo del 15 de septiembre de 2013, el escritor habla de la inspiración y se refiere al chisme como una «muy rica fuente de material para un escritor»:
S.V: Lo he escuchado decir que uno de los materiales más útiles, mientras está investigando para una novela, es la chismografía, ¿cómo funciona su cabeza mientras está en etapa de creación?
V.Ll: La chismografía es una fuente muy rica de material para un escritor, es cierto. Cuando estoy escribiendo, en un momento determinado, me convierto en una especie de esponja que absorbo todo lo que oigo, veo, hago, leo, por si me puede servir para lo que estoy haciendo. De pronto, una palabra, una expresión, un dicho, una anécdota, una cara, el tic de alguna persona, si me sirve, inmediatamente me lo apropio. Es un mecanismo casi automático de la propia memoria, que va vigilando todo. Sigo viviendo, pero al mismo tiempo alguien está allí adentro mío vigilante, viendo qué cosa puede servir. Pasa sobre todo cuando ya tengo clara la historia, cuando estoy corrigiendo. Es entonces cuando tengo la sensación de que vivo enteramente para la obra que estoy escribiendo y que todo lo que veo u oigo me sirve.
Yo recibo con un gusto enorme esta indulgencia plenaria para ese pecadillo que gusta tanto a todos y sirve tanto a quien se encuentra en estado permanente de alerta amarilla creativa: el chismorreo inocente. Si el protagonista del chisme se ve retratado en la historia, algo ha fallado en el relato, o mejor, en el relator. Lo digo con un símil sencillo: el pan no puede saber a harina a pesar de que esta sea su componente primordial. En el camuflaje del material original –en este caso el chisme–, radica la habilidad del buen contador de historias.
Así como en el proceso mágico de la creación de la vida, en un ejercicio sano de creación literaria solo sobreviven los espermatozoides más aptos, los capaces de batirse a duelo con los obstáculos que nos desvelan a diario y que son muchos. Uno de los más temibles y devastadores es la autocrítica, que viene a ser lo más cercano a un miedo paralizante a la crítica de los otros. Así pues que aunque el acto de escribir requiere que del otro lado del espejo haya un lector ilusionado, la manera más eficaz de conquistar a ese lector es, aunque suena paradójico, ignorarlo. No en un arrebato de prepotencia o desprecio por el otro sino en un ejercicio superior de respeto por uno mismo. Lo dice Rilke en sus Cartas a un joven poeta cuando este le pide un concepto sobre la calidad de sus versos:
Usted mira hacia afuera, y eso, ante todo, es lo que no debería hacer ahora. Nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. Solo hay un único recurso. Entre en usted mismo. Explore la causa de su deseo de escribir; pruebe si ella extiende sus raíces en lo más profundo de su corazón, admita si usted moriría si se le prohibiera escribir…
Luego intente, como un primer hombre, contar lo que ve y presencia, ama y pierde.
Rainer María Rilke
Cartas a un joven poeta
Uno escribe para que lo lean, decía un antiguo maestro mío; sin duda así es, pero cuando ponemos en la primera fila al lector e ignoramos nuestra motivación íntima, las palabras pierden nuestro aroma personal, el que sacará sonrisas y lágrimas y llevará al lector a conectar con su vida interior y a gozar la lectura.
Esto cuenta María Paulina Ortiz en «Álvaro Mutis: el poeta de la vida intensa cumple noventa años», un perfil del escritor publicado en El Tiempo del 25 de agosto de 2013 sobre el momento en que Álvaro Mutis reconoció su propia voz en un verso, después de haber tirado a la basura cientos de páginas en las cuales le costaba leerse a sí mismo:
Cuando Mutis completó este poema y lo tituló «El miedo», sintió que había logrado algo que ya no era de Baudelaire ni de Rimbaud ni de Saint-John Perse ni de tantos otros poetas que había leído y eran sus maestros tutelares. Sintió su voz. Esquivó sus temores y se lanzó a publicar.
Un Dios olvidado mira crecer la hierba
El sentido de algunos recuerdos que me invaden se me escapa dolorosamente:
Playas de tibia ceniza, vastos aeródromos a la madrugada, despedidas interminables.
La sombra levanta ebrias columnas de pavor.
Mi madre solía decir que «en el comer y en el rascar, el trabajo es comenzar», para referirse al despertar de sentidos ocultos que producen unas manos con largas uñas que se deslizan a lo largo de la espalda o al apetito que nos ataca de repente cuando probamos un bocado delicioso. A rascar y comer, yo le agrego la acción de escribir. Alguien me dijo hace unos días: «Tengo muchas historias para contar pero no sé cómo comenzar». Yo le respondí: «La fórmula mágica para comenzar es comenzar».
Ahora bien, hay trucos que funcionan casi siempre en el trance de dar el salto entre la página en blanco y una cuartilla llena de ideas coherentes. En esta sección propongo ejercicios a los que es útil acudir cuantas veces crea necesario invocar a la musa de la disciplina, que no es otra que la musa de la inspiración. Es tomar la decisión de sentarse y empezar a hilar o a deshilar, a guardar o a botar. Olvide el resultado. Alguien, o algo, esa vocecita interior que le habla desde su fuero interno, le dirá cuándo le ha salido bien. Estará bien cuando lo cobije una sensación de satisfacción íntima, de desahogo, liviandad y orgullo.
Darmowy fragment się skończył.