Autorretrato de un idioma

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Autorretrato de un idioma

Crestomatía glotopolítica del español

José del Valle, Daniela Lauria,

Mariela Oroño y Darío Rojas (eds.)

Autorretrato de un idioma

Crestomatía glotopolítica del español

José del Valle, Daniela Lauria,

Mariela Oroño y Darío Rojas (eds.)


Primera edición, marzo de 2021

© de cada texto, sus respectivos autores

© Editorial Lengua de Trapo

Calle Corredera Baja de San Pablo, 39

28004, Madrid

Colección Ensayo

Diseño de colección: Alejandro Cerezo

Directores de colección: Jorge Lago y Manuel Guedán

Diseño de cubierta y maquetación: Alicia Gómez (malisia.net)

Corrección: Natalia Bengochea y María Florencia Sartori

www.lenguadetrapo.com

ldt@lenguadetrapo.com

ISBN: 978-84-8381-261-7

Depósito Legal: M-30757-2020

Impreso por Kadmos

Impreso en España

Texto publicado bajo licencia Creative Commons. Reconocimiento —no comercial—. Sin obra derivada 2.5. Se permite copiar, distribuir y comunicar públicamente por cualquier medio, siempre que sea de forma literal, citando autoría y fuente y sin fines comerciales.

Índice

Acerca de las autoras y los autores

Autorretrato de un idioma: metalenguaje, glotopolítica e historia

José del Valle, Daniela Lauria, Mariela Oroño y Darío Rojas

1. Fragmentos de Espéculo, Estoria de España, General estoria y Libro de la ochava esfera, de Alfonso X (1255-1280)

Comentario de Donald N. Tuten

2. «Prólogo» de la Gramática de la lengua castellana, de Antonio de Nebrija (1492)

Comentario de Vicente Lledó-Guillem

3. Los col·loquis de la insigne ciutat de Tortosa, de Cristòfol Despuig (1557)

Comentario de Vicente Lledó-Guillem

4. Tesoro de la lengua castellana o española, de Sebastián de Covarrubias y Orozco (1611)

Comentario de Soledad Chávez Fajardo

5. Quijote, de Miguel de Cervantes (1615)

Comentario de Miguel Martínez

6. Apología en defensa de la Doctrina Cristiana escrita en Lengua Guaraní, de Antonio Ruiz de Montoya (1651)

Comentario de Mateo Niro

7. «Prólogo» al Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española (1726)

Comentario de Susana Rodríguez Barcia

8. «Para que los Indios aprendan el Castellano», del arzobispo Antonio de Lorenzana y Buitrón (1769)

Comentario de Bárbara Cifuentes

9. FRAGMENTOS DEL CONSEJO DE CASTILLA, DECRETOS DE NUEVA PLANTA Y REALES CÉDULAS (1707-1716 Y 1768-1770)

Comentario de Carla Amorós Negre

10. Fragmentos de textos de martín sarmiento (1732-1776)

Comentario de Henrique Monteagudo

11. Fragmentos varios (1555-1780) sobre los jesuitas y las lenguas generales en el Perú colonial

Comentario de Juan Carlos Godenzzi

12. «Un gaucho de la Guardia del Monte», de Bartolomé Hidalgo (1820)

Comentario de Pablo Rocca

13. «Federación literaria» en La Miscelánea de Bogotá (1825)

Comentario de Daniela Lauria

14. Real Orden (25 de abril de 1844)

Comentario de Laura Villa

15. «Introduccion del adicionador», de Vicente Salvá (1846)

Comentario de Susana Rodríguez Barcia

16. «Prólogo» de la Gramática de la lengua castellana, de Andrés Bello (1847)

Comentario de Carolina Chaves O’Flynn

17. «Formación del Diccionario Hispano-americano», de Ramón Sotomayor Valdés (1866)

Comentario de Darío Rojas

18. «Academias Americanas Correspondientes de la Española», de Fermín de la Puente y Apezechea (1873)

Comentario de Lidia Becker

19. «Debate por la Ley 984 - Reglamentando la libertad de enseñanza», República Argentina (1878)

Comentario de María López García

20. «España en Oriente. Los ĵidiós españoles» (1883)

Comentario de Yvette Bürki

21. «La lengua castellana», de Juan Zorrilla de San Martín (1892)

Comentario de Mariela Oroño

22. «Antecedentes y consiguientes», de Ricardo Palma (1896)

Comentario de José Carlos Huisa Téllez

23. La Guinea Española (1903)

Comentario de Susana Castillo-Rodríguez

24. «Magna Patria», de José Enrique Rodó (1905)

Comentario de Pablo Rocca

25. «Su majestad la Lengua Española», de Miguel de Unamuno (1908)

Comentario de Aurélie Vialette

26. Fragmentos de textos de Rubén Darío (1890-1915)

Comentario de Diego Bentivegna

27. «Formación de una poesía típicamente filipina», de Fernando Ma. Guerrero (1916)

Comentario de Mauro Fernández

28. Observaciones sobre el español en América, de Pedro Henríquez Ureña (1921)

Comentario de Juan R. Valdez

29. El papiamento. La lengua criolla de Curazao. La gramática más sencilla, de Rodolfo Lenz (1926)

Comentario de Juan Antonio Ennis

30. «Elogio del gotán», de Last Reason (1926)

 

Comentario de Oscar Conde

31. Decreto 3.876, Chile (1927)

Comentario de Iván Jaksić

32. «España y el sudoeste de los Estados Unidos», de Federico de Onís (1943)

Comentario de Fernando Degiovanni

33. Fragmentos de textos de Bernardo Houssay y Pío del Río Hortega (1936, 1937 y 1959)

Comentario de Pablo von Stecher

34. Un dilema valenciano, de Lluís V. Aracil (1966)

Comentario de Roberto Bein

35. Constituciones españolas (1931 y 1978)

Comentario de Xoán Carlos Lagares

36. «Botella al mar para el dios de las palabras», de Gabriel García Márquez (1997)

Comentario de Elvira Narvaja de Arnoux

37. «El monstruo bicéfalo», de Fernando Vallejo (1998)

Comentario de Víctor García Ramírez

38. Fragmentos del discurso de Víctor García de la Concha (2001) y de La nueva política lingüística panhispánica (2004)

Comentario de María Florencia Rizzo

39. «Las cifras de las letras», de Juan Ramón Lodares (2004)

Comentario de Vítor Meirinho

40. Documentos sobre las lenguas amazige y árabe ceutí en Melilla y Ceuta, España (2006)

Comentario de Adil Moustaoui Sghir

41. «Manifiesto por la lengua común» (2008)

Comentario de Graciela Barrios

42. «Carta de intenções entre o Instituto Cervantes e o Ministério da Educação da República Federativa do Brasil» (2009)

Comentario de María Teresa Celada

43. «Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer», de Ignacio Bosque (2012)

Comentario de Mercedes Bengoechea

44. «Por una soberanía idiomática» (2013)

Comentario de Pablo Albertoni

Referencias bibliográficas

Acerca de las autoras y los autores

Pablo Albertoni es docente e investigador del Departamento de Psico- y Sociolingüística de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República (Uruguay).

Carla Amorós Negre es profesora e investigadora en el área de Lingüística General del Departamento de Lengua Española de la Universidad de Salamanca.

Elvira Narvaja de Arnoux es profesora emérita de la Universidad de Buenos Aires. Dirige la Maestría en Análisis del Discurso en la Facultad de Filosofía y Letras. Sus áreas de investigación son Glotopolítica, Análisis del Discurso y Pedagogía de la Escritura.

Graciela Barrios es docente libre (exprofesora titular) del Departamento de Psico- y Sociolingüística de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República (Uruguay). También es Investigadora Nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (ANII).

Lidia Becker es docente e investigadora en el área de Lingüística Románica e Hispánica en el Instituto de Estudios Románicos de la Universidad de Hannover.

Roberto Bein es profesor consulto de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Es, además, docente de posgrado e investigador en Políticas Lingüísticas y Traductología en diversas universidades argentinas y en la Universidad de la República (Uruguay).

Mercedes Bengoechea es catedrática de Filología Inglesa en la Universidad de Alcalá de Henares y una de las principales defensoras del lenguaje no sexista en España. Su libro más reciente es Lengua y género (2015).

Diego Bentivegna es docente en las Universidades de Buenos Aires y de Tres de Febrero (Argentina) e investigador del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas).

Yvette Bürki es profesora de Lingüística Hispánica en la Universität Bern (Suiza).

Susana Castillo-Rodríguez es docente e investigadora en el Departamento de Lenguas y Literaturas de la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY) en Geneseo.

María Teresa Celada es docente e investigadora del área de Lengua Española y Literaturas Española e Hispano-americana en la Universidad de São Paulo desde 1992 y actúa en el programa de posgrado homónimo de esa misma institución.

Carolina Chaves O’Flynn es profesora asistente del Departamento de Lenguas y Literaturas Extranjeras en Queensborough Community College de la Universidad Pública de Nueva York (CUNY).

Soledad Chávez Fajardo es profesora de la Universidad de Chile. Forma parte del Departamento de Lingüística y dicta clases en las áreas de Lingüística Histórica y Lexicografía Española.

Bárbara Cifuentes es profesora-investigadora del Posgrado en Lingüística de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (México), donde imparte los cursos Políticas Lingüísticas en México e Historiografía Lingüística.

Oscar Conde es profesor en la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE) y en la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Sus temas de investigación son la cancionística popular argentina, el lunfardo y la literatura lunfardesca.

Fernando Degiovanni es profesor titular de Literaturas y Culturas Latinoamericanas del Centro de Estudios de Posgrado (Graduate Center) de la Universidad Pública de Nueva York (CUNY) y presidente del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana.

José del Valle es docente e investigador en las áreas de Lingüística y Culturas Latinoamericanas, Ibéricas y Latinas del Centro de Estudios de Posgrado (Graduate Center) de la Universidad Pública de Nueva York (CUNY).

Juan Antonio Ennis es investigador del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) con sede de trabajo en el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET) y profesor adjunto de la cátedra de Filología hispánica de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina).

Mauro Fernández es catedrático de Lingüística General de la Universidad de A Coruña, actualmente profesor emérito.

Víctor García Ramírez es candidato doctoral en el programa Latin American, Iberian and Latino Cultures del Graduate Center-CUNY. Ha sido profesor en la Universidad Central de Venezuela y actualmente dicta clases en Hunter College en Nueva York.

Juan Carlos Godenzzi es profesor titular en el programa de Estudios Hispánicos del Departamento de Literaturas y Lenguas del Mundo (DLMO) de la Universidad de Montreal.

José Carlos Huisa Téllez es docente e investigador en las áreas de Español como Lengua Extranjera, y de Lingüística Hispánica y Cultura Latinoamericana en el Seminario de Lenguas Románicas de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia (Alemania).

Iván Jaksić es historiador. Actualmente es director del Programa de la Universidad de Stanford en Chile y miembro de la Academia Chilena de la Lengua.

Xoán Carlos Lagares es profesor e investigador del Departamento de Línguas Estrangeiras Modernas y del Programa de Pós-Graduação em Estudos de Linguagem de la Universidade Federal Fluminense (UFF), en Niterói (Río de Janeiro, Brasil).

Daniela Lauria es investigadora del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) con sede de trabajo en el Instituto de Lingüística de la Universidad de Buenos Aires. Dicta clases en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Pedagógica Nacional.

Vicente Lledó-Guillem es catedrático de Estudios Hispánicos en las áreas de Lingüística Hispánica y de Literatura Ibérica Medieval y de la Primera Edad Moderna en Hofstra University en Nueva York.

María López García es investigadora del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) en el área de Políticas Lingüísticas y docente en la Universidad de Buenos Aires.

Miguel Martínez es profesor e investigador en el Departamento de Lenguas y Literaturas Romances de la Universidad de Chicago.

Vítor Meirinho es profesor de Lengua Castellana y Literatura en el IES José García Nieto de Las Rozas (Madrid).

Henrique Monteagudo es profesor en la Facultad de Filología e investigador en el Instituto da Lingua Galega de la Universidad de Santiago de Compostela en las áreas de Sociolingüística, Política lingüística e Historia Social de la Lengua.

Adil Moustaoui Sghir es profesor titular e investigador en el Departamento de Lingüística, Estudios árabes, Hebreos y de Asia Oriental de la Universidad Complutense de Madrid. Dicta clases en distintos grados y másters de la Facultad de Filología.

Mateo Niro es docente de la Universidad de Buenos Aires y del Instituto «Joaquín V. González» (Argentina). Es director del Instituto de Investigación sobre Conocimiento y Políticas Públicas de la Comisión de Investigaciones Científicas (Provincia de Buenos Aires, Argentina).

Mariela Oroño es profesora adjunta del Departamento de Psico- y Sociolingüística de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República (Uruguay) e investigadora Nivel Iniciación del Sistema Nacional de Investigadores (ANII).

María Florencia Rizzo es investigadora del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) con sede en el Centro de Estudios del Lenguaje en Sociedad (CELES-LICH) de la Universidad Nacional de San Martín, institución donde también se desempeña como docente de grado. Además, dicta clases de posgrado en la Universidad de Buenos Aires.

Pablo Rocca es Profesor titular de Literatura Uruguaya (Departamento de Literaturas Uruguaya y Latinoamericana) en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República (Uruguay), donde enseña, además, Literatura Brasileña y dicta cursos de posgrado.

Susana Rodríguez Barcia es docente e investigadora en las áreas de Lexicografía, Análisis del Discurso y Estudios de género en el Departamento de Lengua Española de la Universidade de Vigo (Galicia, España).

Darío Rojas es académico del Departamento de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.

Donald N. Tuten es profesor de Español y Lingüística en la Universidad Emory en Atlanta (Estados Unidos). Se especializa en la Sociolingüística Histórica del Español, especialmente en su etapa medieval. Autor de Koineization in Medieval Spanish (2003).

 

Juan R. Valdez es investigador independiente en las áreas de Lingüística y Culturas Caribeñas y Latinoamericanas. Dicta clases de español y literatura en Impact Academy en Oakland (California).

Aurélie Vialette es docente e investigadora en Estudios Ibéricos en la Universidad de Stony Brook en Nueva York.

Laura Villa es profesora de Español y Lingüística en Queens College de la Universidad Pública de Nueva York (CUNY).

Pablo von Stecher es investigador del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) con sede de trabajo en el Instituto de Lingüística de la Universidad de Buenos Aires. Dicta clases en la Universidad de Buenos Aires.

Autorretrato de un idioma: metalenguaje, glotopolítica e historia

José del Valle, Daniela Lauria, Mariela Oroño y Darío Rojas

El metalenguaje

La teoría estructuralista del lenguaje se sostiene sobre la premisa de que la función primaria de las lenguas es la comunicativa. Desde tal perspectiva, la comunicación verbal es posible porque el sistema gramatical y el repertorio léxico de un idioma son herramientas con las que los seres humanos representan la realidad y sus experiencias individuales. Es la aplicación de esta propiedad instrumental de las lenguas en la vida social lo que da lugar a la emergencia y mantenimiento de patrones estructurales y signos compartidos (i.e. de una lengua), y por ende la transmisión intersubjetiva de ideas. Dicho de manera concisa, esta versión de la lingüística se propone explicar el cumplimiento de la función comunicativa, y lo hace a partir de la teorización de la lengua como código integrado por un sistema gramatical y un léxico.

La visión del lenguaje y las lenguas que adoptamos al concebir este proyecto es, sin embargo, otra. Aunque la expondremos brevemente en la siguiente sección, adelantaremos, por ahora, que desde el propio marco estructuralista se ha reconocido que las prácticas verbales responden, más allá de su utilidad comunicativo-referencial, a una multiplicidad de necesidades. Roman Jakobson, por ejemplo, les atribuyó funciones adicionales tales como expresar nuestro estado de ánimo (función emotiva o expresiva), llamar la atención de quienes participan en el acto comunicativo (función conativa o apelativa), definir el marco y condiciones de la interacción (función fática) o suscitar reacciones emocionales (función poética o estética).

La función que resulta central para el abordaje histórico de la lengua española que hacemos en este libro es la que se denomina metalingüística, es decir, la capacidad del lenguaje para proyectar sobre sí mismo su poder referencial. Es evidente que no solo hablamos, escribimos y señamos, sino que lo hacemos con frecuencia sobre el mismo hablar, escribir y señar.1 Quienes somos lingüistas hacemos de ello nuestro trabajo y creamos con tal motivo una terminología especializada (e.g. sustantivo, sintagma, cláusula, ergatividad, claves de contextualización, inferencia, diglosia, ideologías lingüísticas). Pero también activan el metalenguaje, pongamos por caso, quienes corrigen y editan textos para una editorial; quienes postean en las redes sociales juicios sobre lo bien o lo mal que habla un político; los padres y madres que velan por que sus descendientes aprendan a hablar «bien»; quienes debaten si las nuevas tecnologías de la comunicación limitan o no el poder de las lenguas; y quienes discuten (con mucha intensidad, por cierto, en el tiempo en que se redactan estas líneas) la conveniencia de introducir normativas feministas y no binarias en la estandarización de las lenguas. En todos estos ejemplos, alguien usa el lenguaje para referirse al lenguaje.

La centralidad del metalenguaje queda al descubierto al constatar que, en toda comunidad humana, a distintas formas lingüísticas (ya sean conceptualizadas como lenguas, dialectos, sociolectos, acentos, registros, palabras o entonaciones) se les atribuyen valores diferentes y son consideradas mejores o peores, más propias o impropias, más elegantes o groseras, etcétera, según la situación y el contexto de uso e incluso según el tipo de relación que exista entre los interlocutores. Es decir, el funcionamiento de una determinada forma lingüística está sujeto no solo a su relación con otras formas (gramaticalidad) y su capacidad para remitir a hechos y experiencias sociales (referencialidad), sino también a la valoración que de ella hagan quienes participan en los actos de interacción verbal concretos en que hace su aparición. Esta dinámica glotosocial y la operación conjunta del metalenguaje y de la llamada indicialización (palabra ligada a «índice» e «indicio») o indexicalización (adaptación de «indexicalization») dan lugar al establecimiento de patrones de asociación entre formas lingüísticas y categorías sociales. Ya definimos el metalenguaje como la propiedad que le permite proyectar sobre sí mismo su poder referencial. La indicialización, por su parte, es el proceso en virtud del cual, aprovechando el metalenguaje, se establecen vínculos entre formas lingüísticas y categorías nacionales, regionales, sociales, psicológicas, étnicas, de género, de educación, de inteligencia, etcétera. Estas asociaciones llegan a automatizarse hasta el punto de ser consideradas naturales. Pero el hecho es que no lo son, sino que se negocian, se fijan y se disputan precisamente en la vida social y por medio de constantes acciones y microacciones metalingüísticas en las que se afirma, por ejemplo, que hablar así es de «gente de campo», escribir así es de «ignorantes», hablar de la otra manera es «afeminado», escribir de tal forma es de «pedantes». En suma, entender el funcionamiento del lenguaje pasa por el análisis de los contextos en los que se forja la relación entre formas lingüísticas, experiencias y categorías sociales; y el metalenguaje resulta central para llevar a cabo tal análisis.2

La glotopolítica

Habrá quedado claro hasta aquí que nuestra concepción de la lingüística prioriza la explicación de la interacción verbal (en contraste con la preferencia estructuralista por la comunicación) y lo hace a partir de una teorización dialógica del lenguaje (contraria al aislamiento del sistema gramatical con respecto a las prácticas lingüísticas, propio también de la corriente hegemónica de la lingüística moderna). Ya adelantamos el valor de los conceptos de metalenguaje e indicialización para entender que las formas lingüísticas se constituyen siempre e inevitablemente en relación con prácticas y categorías sociales. Desde esta concepción mutuamente constitutiva de la interacción verbal y las prácticas sociales, resulta evidente que, cuando los seres humanos hablan, insertan sus enunciados en un universo social y obtienen respuestas o reacciones en función no solo del valor referencial de lo dicho, sino también de su valor indicial. El sentido depende, en definitiva, del enunciado mismo tanto como de las respuestas y reacciones a que dé lugar en cada situación y contexto. Por tanto, durante la interacción, cada hablante orienta su producción en función de las respuestas o reacciones que imagina que puede obtener. La direccionalidad de la enunciación (consecuencia necesaria del dialogismo) y la expectativa de que se reproduzcan ciertos patrones (derivada del carácter social de la interacción) nos llevan a concluir que el lenguaje es inestable y por lo mismo normativo ab initio.3

No se debe confundir la normatividad a que aquí aludimos con el prescriptivismo. Este último es una práctica metalingüística que de manera explícita pretende imponer ciertos usos frente a otros; y es solo una de las múltiples formas en que se puede manifestar la normatividad. Porque, cuando hablamos, somos sensibles a regularidades, patrones o normas que naturalizan la aparición de ciertos usos y hacen que otros resulten, de alguna manera, anómalos. Somos sensibles al hecho de que ciertas formas se asocian con ciertas categorías sociales, y nuestros enunciados se orientan en función de nuestra familiaridad, ignorancia, complacencia o discordancia con la vigencia de tales asociaciones en cada acto concreto de interacción verbal. Hablaremos de una manera u otra (eso sí, con mayor o menor grado de intencionalidad) de acuerdo con el deseo de que nuestra voz se vincule o no a ciertas categorías sociales.

La explicitación de estas asociaciones —surgidas y sostenidas, no lo olvidemos, por medio del metalenguaje y la indicialización— da lugar al establecimiento de regímenes de normatividad. Al invocar este concepto no nos referimos a la existencia e imposición de una norma concreta de referencia (como podría ser en el ámbito hispánico-latinoamericano la de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española); sino que pretendemos conceptualizar al conjunto —heterogéneo e incluso atravesado por contradicciones internas— de asociaciones entre formas lingüísticas y categorías sociales que confieren sentido a las prácticas lingüísticas en una situación, contexto o comunidad dada. Hablamos de «régimen» y no simplemente de «norma» o «normas» porque nuestro abordaje pretende hacer visible la participación de tales normas en la organización política de una comunidad o colectivo humano; tanto en la organización literal de su institucionalidad como en la conformación de las subjetividades políticas toleradas y la exclusión de las intolerables. Ponemos el énfasis en la condición glotopolítica de estos patrones precisamente porque, a través de procedimientos ideologizantes, suelen aparecer no solo normalizados, sino también naturalizados.

En esto consiste adoptar una perspectiva glotopolítica: en centrar la mirada en objetos y experiencias en los que la inseparabilidad entre el lenguaje y lo político es clave para entender su manifestación y funcionamiento; en desnaturalizar la constitución de las asociaciones entre formas lingüísticas y categorías sociales haciendo visibles las condiciones materiales de su producción, reproducción y cuestionamiento, así como su participación en procesos en los que está en juego el acceso a los recursos y, en definitiva, al poder.4

La historia

Es harto probable que quienes se hayan animado a abrir este libro (sean o no lingüistas) tengan una idea relativamente clara de lo que es la historia de una lengua: una suerte de relato que, organizado a lo largo de una serie de hitos geopolíticos, nacionales y culturales, nos cuenta el nacimiento de sus formas lingüísticas características, su evolución posterior sometida a presiones internas y externas y su madurez al ser fijada en el canon escriturario de una alta cultura. ¿Por qué la palabra latina OCULUM se refleja en el español moderno como «ojo»? ¿Y por qué existen «ocular» u «oculista»? Si el español viene del latín y en este no existen palabras equivalentes a «canoa» o «chocolate», ¿cómo es que estas forman parte del idioma moderno? Este es el tipo de pregunta que encontraría respuesta en el modelo clásico de historia de la lengua española.5

Hay otros modelos para la historificación de las lenguas, por supuesto. Un texto de éxito notable entre el público lector, Gente de Cervantes: Historia humana del idioma español (2001) de Juan Ramón Lodares, anuncia desde el mismo subtítulo su compromiso con hacer una historia que no escinda las formas de la lengua de las vidas de quienes la hablan y la escriben. Lo mismo ocurre con la algo más académica Historia social de las lenguas de España (2005) de Francisco Moreno Fernández, que recorre el valor relativo que las relaciones y conflictos sociales le confirieron al conjunto de idiomas de este país ibérico a lo largo de la historia. Más sutil y más ortodoxamente anclado en la investigación universitaria es Lengua medieval y tradiciones discursivas en la Península Ibérica (2005), editado por Daniel Jacob y Johannes Kabatek, que se centra en la escritura de la historia idiomática a través de las transformaciones de las tradiciones discursivas y géneros textuales. Los volúmenes dedicados a la Historia sociolingüística de México (2010, 2014) dirigidos por Rebeca Barriga Villanueva y Pedro Martín Butragueño cubren un amplio espectro de hechos lingüísticos pertinentes no solo en tanto que lingüísticos, sino en función de su aportación a la historia del país. La Historia mínima de la lengua española (2013) de Luis Fernando Lara resalta el papel de los pueblos en la formación y evolución del español.

Un elemento que une a estos trabajos histórico-lingüísticos es el importante rol que juega el metalenguaje no solo como el medio a partir del que se realiza la historificación, sino también como su propio objeto. Se escribe la historia del español y de otras lenguas echando mano de las herramientas metalingüísticas que nos proporciona la lingüística, pero además se toma el metalenguaje como objeto que ha de ser historificado, como eje vertebrador del relato en tanto que componente central de la lengua misma. Qué piensa o siente la gente de la lengua, de las variedades y de los géneros discursivos es, en estos estudios, parte más central de la historia que las gramáticas destiladas de los usos por la acción evaporadora de la lingüística formal.

En la Historia política del español: la creación de una lengua (2013, 2015), José del Valle se sitúa en esta misma línea en tanto que, apoyándose en el trabajo del medievalista Roger Wright, identifica el nacimiento de las lenguas como sucesos metalingüísticos.6 El español nace cuando se lo identifica cultural y políticamente como tal, y evoluciona de la mano de los metalenguajes que van valorando el idioma y sus variedades en situaciones y contextos sociopolíticos concretos. La presencia o ausencia de una forma lingüística, la opción por una u otra variante resulta inseparable de las identidades sociales asociadas a cada alternativa y de los procesos de subjetivación de los que forman parte. En este sentido, la historicidad no es la simple evolución de un objeto a lo largo de un cronograma vacío decorado con un telón de fondo que exhibe los hitos políticos del desarrollo de una comunidad (la mayoría de las veces nacional). Desde nuestro enfoque, el contexto no es un simple telón de fondo. Y la historicidad se figura como la relación dinámica y coconstitutiva entre la interacción verbal y la dimensión sociopolítica de las comunidades humanas. La aproximación glotopolítica a la historia de una lengua aborda el estudio de las condiciones de su emergencia y persistencia como objeto de un metalenguaje examinando su participación en la constitución de subjetividades políticas de toda índole (subjetividades tales como la nacional, colonial, étnica o de género y su posible movilización en procesos tales como la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo, la subalternización o la emancipación).