Czytaj książkę: «Calígula»
NICOLAS TRAN
CALÍGULA
EDICIONES RIALP
MADRID
© 2021 Presses Universitaires de France / Humensis
© 2021 de la versión española realizada por MIGUEL MARTÍN
by EDICIONES RIALP, S. A.
Manuel Uribe 13-15, 28033 MADRID
Realización ePub: produccioneditorial.com
ISBN (edición impresa): 978-84-321-5422-5
ISBN (edición digital): 978-84-321-5423-2
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ÍNDICE
PORTADA
PORTADA INTERIOR
CRÉDITOS
UN TIRANO Y UN ANTIMODELO
SUETONIO: UN TESTIMONIO BIOGRÁFICO ESENCIAL
LA APORTACIÓN LIMITADA DE LOS HISTORIADORES ANTIGUOS
FLAVIO JOSEFO, SÉNECA Y PLINIO EL VIEJO
LOS DOCUMENTOS MATERIALES
I. LA JUVENTUD DE CALÍGULA
UN LINAJE PRESTIGIOSO: LA CASA DE AUGUSTO
UN DESCENDIENTE DE AUGUSTO Y DE CÉSAR
EL HIJO DE GERMÁNICO
UNA INFANCIA POR LAS RUTAS DEL IMPERIO
LOS MOTINES DE LOS EJÉRCITOS DEL RIN
EL VIAJE A ORIENTE
LA MUERTE DE GERMÁNICO
EL PROCESO DE PISÓN
TENSIONES Y DESGRACIAS EN LA CASA DE AUGUSTO
CALÍGULA SE SALVA
LA SUCESIÓN DE TIBERIO
II. TRAYECTORIA DE UN PRÍNCIPE A MONSTRUO
LA DESIGNACIÓN DE CALÍGULA
EL MEJOR CANDIDATO AL IMPERIO
LA ACOGIDA AL ADVENIMIENTO DE CALÍGULA
EL IMPERIUM
LA POPULARIDAD DE CALÍGULA
DISTENSIÓN POLÍTICA Y FIDELIDAD FAMILIAR
HOMENAJES EN LA CASA DE AUGUSTO
DE PADRE DE LA PATRIA A TIRANO
¿CALÍGULA SE VOLVIÓ LOCO?
CONSPIRACIÓN Y REPRESIÓN
RUPTURA CON LA ALTA ARISTOCRACIA
CONSPIRACIÓN EN EL CÍRCULO FAMILIAR
LA DESMESURA OPUESTA AL MODELO DE AUGUSTO
CONDENA DEL COMPORTAMIENTO SEXUAL DE CALÍGULA
UN GUSTO INMODERADO POR LOS ESPECTÁCULOS
LA CRUELDAD DE CALÍGULA
III. LA MONARQUÍA TOTAL SEGÚN CALÍGULA
LOS AUTORES ANTIGUOS LIGADOS A LA ARISTOCRACIA ROMANA
EL PRINCIPADO DE AUGUSTO
CALÍGULA, UN MONARCA ASUMIDO
LA HISTORIA DE INCITATO: CONFLICTOS ENTRE CALÍGULA Y LOS SENADORES
RUPTURA CON LA ACTITUD RELIGIOSA DE SUS PREDECESORES
EN LA CORTE DE CÉSAR
LA COLINA DEL PALATINO, DISTRITO IMPERIAL
LA DISMINUCIÓN DEL PESO DEL SENADO Y LOS HOMBRES NUEVOS DE CALÍGULA
LOS EXCESOS DE LA VIDA DE CORTE
LA RUPTURA CON EL TRIUNFO
LA POLÍTICA DE CALÍGULA EN ORIENTE
LA POLÍTICA DE CALÍGULA EN MAURITANIA
EL IMPERATOR
CUIDAR SU POPULARIDAD
FAVORECER AL PUEBLO CONTRA LA ARISTOCRACIA SENATORIAL
LA TRADICIÓN DEL VIAJE IMPERIAL
IV. LA MECÁNICA DEL TIRANICIDIO
EL PRIMER EMPERADOR ROMANO ASESINADO
LOS AUTORES DE LA CONSPIRACIÓN
LEGITIMAR EL TIRANICIDIO CONTRA LA LEGITIMIDAD DEL EMPERADOR
EL ORIGEN MILITAR DEL COMPLOT
EL ENCUADRAMIENTO DE LA GUARDIA IMPERIAL
LAS PRÁCTICAS HUMILLANTES DE CALÍGULA
QUEREA Y SUS CÓMPLICES
LA ESCENA DEL CRIMEN
LA EXCLUSIÓN DE CALÍGULA DE LA CASA DE AUGUSTO
LA REACCIÓN DE LOS GUARDIAS DE CORPS GERMANOS
LA SUERTE DE LOS TIRANICIDAS
¿EL REGRESO A LAS LIBERTADES DE LOS ARISTÓCRATAS?
EL FRACASO DE LAS AMBICIONES DEL SENADO
CLAUDIO, UNA SOLUCIÓN A LA VACANTE DEL PODER
¿PARÉNTESIS O CONTINUUM DE LA HISTORIA JULIO-CLAUDIA?
UN EJEMPLO CLÁSICO PARA EL HISTORIADOR
CRONOLOGÍA
AUTOR
COLECCIÓN HISTORIA
UN TIRANO Y UN ANTIMODELO
CALÍGULA ES UN EMPERADOR ROMANO célebre —de cierta manera, tristemente célebre—. Ha encarnado un modelo de tirano, desde la Antigüedad hasta nuestros días, y se puede comenzar por medir esta posteridad tiránica evocando una obra literaria célebre. Pienso en la obra de teatro titulada Calígula, que Albert Camus compuso durante la Segunda Guerra Mundial y que terminó poco después. En esta obra, entre otras reflexiones filosóficas, Calígula se nos presenta como un espejo de las dictaduras del siglo XX. Es el arquetipo del tirano.
Este emperador encarna también una forma de antimodelo, opuesto a los emperadores romanos que supieron gobernar Roma con mesura y razón. Así el Calígula de Camus puede presentarse como la otra cara de las Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar. Adriano reinó sobre el Imperio entre 117 y 138, y le pareció a Marguerite Yourcenar, a comienzos de los años 1950, un modelo de monarca virtuoso opuesto a Hitler y Stalin. Calígula, para la posteridad, es un anti-Adriano y un anti-Augusto. Entre los emperadores que han dirigido Roma comportándose como tiranos, Calígula ha inaugurado tristemente una pequeña galería de monstruos sanguinarios. Una generación después de él llegó Nerón, que reinó entre 54 y 68, luego al final del siglo II Cómodo, y a la vuelta del siglo III, Heliogábalo.
Cronológicamente, Calígula fue el tercer emperador romano después de Augusto y Tiberio. Pertenece, pues, a la primera dinastía imperial romana, que se constituyó en la familia ampliada de Augusto. Este último instauró el régimen imperial en 27 a. C. Transmitió el poder al seno de su familia y su dinastía se mantuvo en el poder hasta la caída de Nerón, en 68.
Desde cierto punto de vista —pues el juicio sobre Tiberio es globalmente negativo—, Calígula fue el primer mal emperador que los romanos pudieron oponer a sus buenos emperadores. Esta oposición se construyó de tal manera que su estudio permite comprender el régimen imperial, puesto en marcha por Augusto entre 30-27 a. C. y su muerte en 14 de nuestra era. A este régimen se le llama el «Principado».
Por su parte, Calígula dirigió el Imperio romano menos de cuatro años, entre 37 y 41. Su corta vida, de su nacimiento en 12 a su asesinato a comienzos del año 41, permite comprender el Imperio romano del primer siglo en sus estructuras fundamentales, en sus evoluciones y también en sus contradicciones.
SUETONIO: UN TESTIMONIO BIOGRÁFICO ESENCIAL
Sin embargo, escribir la historia de Calígula es un reto. ¿Por qué? Porque el historiador encuentra problemas de fuentes de información. Es cierto que los especialistas de la Antigüedad afirman siempre que se enfrentan a «problemas de fuentes», que son a la vez cuantitativos y cualitativos. Pero no hay que quejarse demasiado, pues estas dificultades demandan en definitiva un espíritu crítico y una distancia ante las fuentes que es interesante practicar.
En el caso de Calígula, nuestras fuentes principales son literarias. Las Vidas de doce césares, de Suetonio, y en particular la vida de Calígula, corresponden a las más importantes de ellas. Las Vidas de doce césares comienzan con la biografía de César y siguen con las de emperadores de los primeros siglos, doce vidas. La de Calígula es la cuarta, después de las de César, Augusto y Tiberio. Esa hizo que pasase a la posteridad el retrato de un hombre que tendía a la locura algunos meses después de su advenimiento. Según dice el propio Suetonio, esta vida de Calígula ofrece el retrato de un monstruo, visión unánime puesta en marcha en vida de Calígula y en los años que siguieron: monstruo político, pero también monstruo moral.
Es preciso insistir en que Suetonio escribió esta biografía mucho después de los hechos que relata. Autor de comienzos del siglo II, pues su obra data de comienzos de los años 120, Suetonio era un caballero romano. Veremos que la aristocracia romana estaba compuesta por senadores, que formaban el primer orden del Estado, y justo detrás venían los caballeros. Como caballero, Suetonio ejerció funciones administrativas en Roma; se ocupaba de la correspondencia imperial y, en el marco de sus funciones, tuvo acceso a los archivos que estudió de cerca. La seriedad de su obra no está en cuestión, y en la vida de Calígula se mide esta cualidad a través de algunas preguntas. Por ejemplo, a propósito del lugar de nacimiento de Calígula, Suetonio contesta lo que dicen unos y otros y, tras verificación en los archivos, afirma que Calígula nació en Antium y no en otra parte. Suetonio es un biógrafo honrado, pero es también un hombre del siglo II y escribe con subjetividad.
LA APORTACIÓN LIMITADA DE LOS HISTORIADORES ANTIGUOS
Las Vidas de doce césares fueron redactadas bajo la dinastía de los Antoninos, la tercera dinastía imperial. El poder imperial pensaba entonces encarnar un modelo de buen gobierno, en comparación con lo que Roma había conocido en el siglo anterior. Por eso Suetonio traza un oscuro retrato de los emperadores que sucedieron a Augusto en el primer siglo. Con Calígula, se sumerge al lector en la oscuridad absoluta que participa de este cuadro de conjunto. Y es esta constatación lo que nos incita a la prudencia ante esta primera fuente fundamental.
Suetonio tiene un lugar tanto más grande porque el testimonio del historiador Tácito falta casi por completo. Los Annales de Tácito se publicaron al comenzar el siglo II, y este libro constituía una historia muy precisa de Roma, de 14 a 18, o sea de la muerte de Augusto a la caída de Nerón. Pero desgraciadamente, el relato de los años 37 a 41, que nos interesa especialmente, se ha perdido. Solo subsisten algunas briznas de la visión que Tácito tiene de Calígula.
Esta falta recuerda cómo las fuentes literarias nos han llegado: han salido de una larga tradición manuscrita. Solo algunos textos se copiaron de generación en generación, desde la Antigüedad hasta la invención de la imprenta. En este proceso, los monjes copistas de la Edad Media han tenido un papel crucial. Cada generación ha elegido sus preferencias; lo que significa que aspectos enteros de nuestro conocimiento de la Antigüedad, y los que nos interesan de la biografía de Calígula, han desaparecido de manera irremediable. Esa es una dificultad mayor, que subrayamos desde el principio.
A falta de disponer de la obra de Tácito, tenemos que apoyarnos en un escritor aún más tardío, Dión Casio. E incluso la historia de Dión Casio, publicada en griego a comienzos del siglo III, no se ha conservado completa. El relato del año 40 y el del comienzo del 41 se ha perdido, y también son años capitales para escribir la historia de Calígula. Ante esta pérdida, se está obligado a fiarse del breve resumen bizantino que nos ha llegado de la época medieval. A pesar de todo, es interesante comparar a Suetonio con Dión Casio, porque estos dos autores dan a veces descripciones diferentes de los mismos acontecimientos. Y más de una vez sus palabras son contradictorias. Eso muestra que, en la época de Dión Casio, las fuentes a disposición de los historiadores eran mucho más ricas que hoy. Dión Casio podía leer a Suetonio, pero también otras fuentes. Y, de hecho, ha elegido entre diferentes testimonios para construir su relato.
El otro interés de Dión Casio está en que se sitúa en la tradición de los Annales, que consistía en escribir la historia de manera estrictamente cronológica, de año en año; y eso aporta una perspectiva muy complementaria a la de Suetonio, porque nuestro caballero romano es un biógrafo que pretende trazar un retrato moral y psicológico de un hombre. En consecuencia, su narración está organizada de modo temático. A la inversa, el relato de Dión Casio es cronológico; lo que abre la posibilidad de captar inflexiones en el tiempo —y esa es una parte esencial de nuestro oficio—.
FLAVIO JOSEFO, SÉNECA Y PLINIO EL VIEJO
Otros autores proporcionan luces parciales, pero a veces precisas, sobre el reinado de Calígula. Es el caso de Flavio Josefo, en el libro 19 de sus Antigüedades judías. Esta obra se compuso a finales del primer siglo y describe un poco al azar, pero en detalle, la conspiración que condujo al asesinato de Calígula. Como veremos, la muerte del tirano permitió a los judíos de Judea escapar a una crisis con el poder romano que se anunciaba muy sangrienta. De ahí el interés de Flavio Josefo, escritor judío de lengua griega, por el episodio del asesinato de Calígula.
Se puede también mencionar al filósofo Séneca y al autor de una Historia universal de orientación filosófica, Plinio el Viejo, que ambos tienen fugaces alusiones a Calígula, pero importantes, porque estos dos hombres vivieron en la época julio-claudia en las esferas del poder. Séneca fue próximo a Nerón, fue su preceptor antes de ser impulsado al suicidio por su alumno en 65. Plinio el Viejo vivió un poco más. Murió en 79, en el momento de la erupción del Vesubio. Pero también estuvo cercano al poder: su carrera de administrador ecuestre le puso en relación con la corte imperial. Y estos dos hombres confirman el testimonio de Suetonio: Calígula se comportó de manera tiránica y fue objeto de un fuerte rechazo por parte de la aristocracia.
Eso es importante porque veremos que, en algunos puntos precisos, tendremos que contradecir a Suetonio y criticar su imagen tiránica de Calígula. Con todo, estos testimonios del primer siglo muestran que Suetonio y los hombres del siglo II no inventaron todo lo que dicen del retrato de Calígula, muy al contrario. Durante su vida, Calígula pasó por ser un príncipe muy duro, tiránico.
Por lo demás, un último autor que estuvo cerca de él lo confirma: Filón de Alejandría, un notable de la gran comunidad judía de Alejandría. Los judíos eran muy numerosos allí; sin duda varias decenas de miles de ellos vivían en esta ciudad griega desde hacía largo tiempo. Su comunidad se consideraba injustamente tratada, sobre todo en el aspecto fiscal. La situación se envenenó, hubo incluso pogromos en la época de Calígula y, para terminar, los protagonistas llamaron al emperador. Dos embajadas, una judía y otra griega, acudieron ante Calígula. Filón formó parte de la embajada judía y se reunió personalmente con Calígula. En el relato que hace de esta embajada, da elementos muy precisos sobre las tensas conversaciones que tuvo con el emperador, que se manifestó cortante, si no brutal.
LOS DOCUMENTOS MATERIALES
Algunos documentos materiales completan nuestro conocimiento de este emperador. En primer lugar, las monedas acuñadas entre 37 y 41 transmiten el discurso ideológico que Calígula y su entorno quisieron difundir a través de las inscripciones y la iconografía numismáticas. Se pueden mencionar igualmente las estatuas del emperador, que le muestran tal como él quería aparecer a los ojos de los romanos; por ejemplo, como el jefe supremo de los ejércitos, vestido de general. Se mencionarán también algunos vestigios arqueológicos ligados a las grandes obras emprendidas por Calígula, y finalmente las inscripciones en piedra o bronce que datan de su reinado.
*
En suma, se termina pronto la reseña de las fuentes disponibles para escribir la historia de Calígula. Es imposible escapar a preguntas e incluso a dudas. ¿Se puede realmente componer una biografía de Calígula que proceda de la historia y no de la leyenda negra? ¿No se está condenado a repetir una construcción intelectual en parte independiente de los hechos? Hay que dar pruebas de prudencia, y más precisamente de una especie de pesimismo constructivo que consiste en pensar que se aprende siempre tratando de avanzar paso a paso, y renunciando a querer saberlo todo para no dejarse cegar por lo que se sepa.
En un primer paso, evocaremos la juventud de Calígula, desde su nacimiento en 12 hasta su advenimiento al Imperio en 37; en segundo lugar, examinaremos la trayectoria emprendida por este joven emperador, que de un príncipe hizo de él un monstruo, pues Calígula se considera que fue un buen príncipe durante unos meses, antes de bascular hacia la tiranía. En un tercer momento, veremos cómo Calígula buscó, no solamente conducirse como tirano y dar muestras de su perversidad, sino que trató de asumir una forma de monarquía total, sin complejos en relación con el modelo de Augusto. En un último tiempo, nos interesaremos en su asesinato propiamente dicho, es decir, en lo que se puede llamar «la mecánica del tiranicidio», para comprender los aspectos políticos e institucionales que conducen a la muerte del tirano Calígula.
I.
LA JUVENTUD DE CALÍGULA
UN LINAJE PRESTIGIOSO: LA CASA DE AUGUSTO
Calígula fue asesinado a los veintiocho años, cuatro años después de subir a la función imperial. Hacer su biografía consiste pues, en gran parte, en estudiar la trayectoria de un niño y un muchacho. Tal recorrido se inscribe en el contexto familiar preciso de la casa de Augusto, la domus Augusta, que designa a la familia ampliada del fundador de la monarquía imperial, o Principado. Concretamente, la casa de Augusto reunía a los próximos del primer emperador romano, emparentados con él por la sangre, por la alianza matrimonial o por la adopción.
Esta familia imperial fue primero asociada al ejercicio del poder por Augusto, que encontró entre sus parientes los apoyos en que sostenerse. Y paralelamente, esta casa se convirtió en un lugar de competición, de concurrencia y de intrigas políticas; el marco familiar en el que Calígula pasó sus primeros veinticinco años refleja fielmente las evoluciones políticas de Roma durante el primer siglo del Imperio.
Calígula es un brote de la casa de Augusto. Cuando se le coloca en la genealogía augústea, se constata una cierta complejidad, porque Augusto no tuvo hijo natural a quien confiar el poder. Si los emperadores romanos de primer siglo hubiesen tenido hijos en edad y capacidad de sucederles, las cosas habrían sido mucho más sencillas desde este punto de vista.
Calígula es el bisnieto de Augusto. Nació el 31 de agosto de 12, y sus padres le dieron el nombre de Cayo César Germánico. Son los historiadores modernos y en particular los franceses quienes le llaman con el sobrenombre de Calígula, ya veremos por qué. Vio la luz en Antium, hoy Anzio. Se trataba de una pequeña ciudad a orillas del mar Tirreno, al sudeste de Roma. Muchos aristócratas poseían villas en los alrededores de la capital y en particular en la costa. Las vistas espléndidas sobre el Tirreno les atraían, y muchos se construían o poseían villas marítimas que daban sobre el mar. Hay que imaginar así el lugar de nacimiento de Calígula. El recién nacido era el tercer hijo de Germánico y Agripina, a la que se llamará Agripina la Mayor porque una hermana de Calígula recibió el mismo nombre que su madre.
En el año 12, Roma y su inmenso Imperio eran dirigidos por Augusto, entonces de 75 años de edad, y que ejercía solo el poder desde hacía cuarenta y cinco años. Moriría dos años más tarde, en 14. El territorio se extendía hasta los cuatro rincones del mundo conocido, de Siria al Finisterre español y del mar del Norte a los límites del Sahara.
UN DESCENDIENTE DE AUGUSTO Y DE CÉSAR
El nombre de Cayo César Germánico atestigua la pertenencia de Calígula a la casa de Augusto. En primer lugar, Cayo César evocaba la memoria de Cayo Julio César, al que se llama comúnmente Julio César. Medio siglo antes, el conquistador de las Galias había provocado el cambio de Roma, de la república a una monarquía imperial.
Lo que los historiadores llaman el régimen republicano era entonces un régimen en que la aristocracia romana ejercía colectivamente el poder. Era un régimen tradicional, que se supone se remontaba al 509 a. C., en el seno del cual los aristócratas se repartían el poder siendo elegidos magistrados por el pueblo y obteniendo sede en el Senado, es decir, en el consejo supremo de la ciudad. Este régimen republicano conoció un siglo de crisis, en el primer siglo a. C. Recordemos que César fue asesinado el 15 de marzo de 44 a. C., mientras era dictador perpetuo, y que ya había impuesto una forma de monarquía a Roma. Fue asesinado por los partidarios del régimen republicano.
En 44 a. C., después de la muerte de César, se dio a conocer su testamento, por el cual César adoptaba de manera póstuma a un joven llamado Octavio, que consideró su deber vengar a su padre y tardó aún diez años para imponerse como dueño de Roma, al término de un último ciclo de guerras civiles. Este Octavio, hijo adoptivo de Julio César, venció a su último rival, Marco Antonio, en 30 a. C. Tres años más tarde, en 27 a. C., el Senado confirmó su preeminencia en el Estado y le dio el nombre de Augusto. Así, este joven Octavio, que acabó por imponerse en Roma, devino Augusto como primer emperador romano.
El nombre de Augusto tenía una connotación religiosa. Hasta entonces, no se llamaban augustos, en el sentido de venerables, más que las divinidades y los lugares sagrados. Llamar a Octavio «Augusto» equivalía a reconocerle como una personalidad fuera de lo común. Con todo, Augusto fue con frecuencia llamado por sus contemporáneos «César Augusto» o solamente «César», en memoria de su padre.
Volvamos a Calígula, alias Cayo César Germánico. Al ser llamado Cayo César, era identificable como un descendiente de César y de Augusto. En verdad, una generación antes de él, uno de sus tíos se había llamado ya Cayo César. Por eso le llamamos por comodidad Calígula, para no confundirle con este tío que, como la madre de Calígula, pertenecía a una familia de cinco hermanos, nacidos de la hija única de Augusto, Julia. En suma, la madre de Calígula era nieta de Augusto.
Al adoptar a Cayo César, Augusto le hacía heredero oficial del régimen, pero este tío de Calígula murió prematuramente a comienzos de la era cristiana. Augusto tuvo que revisar sus planes de sucesión. Hizo entonces del padre de Calígula, Germánico, un elemento clave de su dispositivo de sucesión.
En breve, Calígula pertenecía a una línea que, por su abuela materna, llevaba la sangre de Augusto, y esta característica era, más que cualquier otra, portadora de legitimidad política.
EL HIJO DE GERMÁNICO
Vayamos ahora al padre de Calígula, Germánico. Su perfil reforzaba la legitimidad política mencionada. Tras la desaparición de su nieto en 4 de nuestra era, Augusto quiso asegurar la perennidad del Principado, a medio y largo plazo, organizando su sucesión en dos generaciones. Su objetivo era asegurar la subida al trono futura de Germánico. Este Germánico, padre de Calígula, nacido en 15 a. C., era demasiado joven para acceder por entonces al poder. Sin embargo, su personalidad y sus orígenes familiares no dejaban ninguna duda sobre su capacidad para prolongar la obra de Augusto, una vez llegase a la madurez. Por eso, en 4 d. C., Augusto adoptó a su hijastro Tiberio, que a su vez adoptó a Germánico. Fue esa una manera de designar a su sucesor y al sucesor de su sucesor.
Este hijastro Tiberio y Germánico procedían de una misma línea prestigiosa ligada a Augusto, que los historiadores definen como la dinastía de los Julio-Claudios, lo que equivale a describirla como bipartita. Los descendientes directos de Augusto por Julia, su hija, forman la rama juliana, la primera rama de la dinastía. La segunda rama, es llamada claudiana porque sale de un personaje llamado Tiberio Claudio Nerón, primer marido de Livia que fue la esposa de Augusto durante cerca de cincuenta años. Basta retener que Livia y Octavio (el futuro Augusto) se separaron de sus cónyuges para casarse en 38 a. C. Livia había tenido dos hijos de su primer matrimonio, Tiberio y Druso. Tiberio era pues un hijastro de Augusto.
A Tiberio y a su hermano Druso, llegados a la juventud, Augusto les confió mandos militares de importancia mayor. Druso, que es el padre de Germánico y el abuelo paterno de Calígula, destacó como joven general en Germania, conquistando los territorios comprendidos entre el Rin y el Elba a partir de 12 a. C. Este abuelo murió en plena gloria tres años más tarde, en 9 a. C., de una accidentada caída del caballo. Y esta conquista de Germania resultó efímera: la nueva provincia debió ser evacuada de resultas de un levantamiento de los pueblos germanos, al que siguió un espantoso desastre que se saldó por la muerte de decenas de miles de legionarios romanos.
Por contraste, los éxitos pasados de Druso parecieron mucho más notables. Le valieron toda una serie de honores que recayeron sobre sus descendientes, en particular el derecho de llevar y transmitir el título de «Germánico», literalmente: el vencedor de los germanos. Para nuestro Calígula, el nombre de Germánico remitía al prestigio militar de su abuelo Druso, y este nombre lo llevó también su padre, Germánico y él mismo, Cayo César Germánico.
Para resumir, Calígula nació como el tercer hijo de un aristócrata que se prometía destinado al Imperio. Germánico era portador de una herencia familiar que, en el espíritu de los romanos, debía hacer de él un perfecto sucesor de Augusto.
El matrimonio de Germánico y Agripina la Mayor debía sellar la unión entre las dos ramas de la dinastía, la rama claudiana y la juliana. Al nacer su tercer hijo, Germánico tenía veintisiete años y encarnaba un modelo de ímpetu juvenil. Por el contrario, Tiberio podía prevalerse de su experiencia, pero se acercaba a los cincuenta y cinco años. Solo Germánico podía pues encarnar un aire nuevo, al estar en edad de ejercer las más altas funciones.
Calígula nació (en 12) durante el consulado de su padre. Esta magistratura suprema de la República, el consulado, se mantuvo durante el Principado. Eran cónsules los mayores aristócratas que llegaban a la cima de la carrera de las magistraturas romanas. Aunque dirigían el Estado durante la época republicana, ya no fue ese el caso en la época imperial, pero, con todo, gozaban de un reconocido prestigio considerable que les abría el acceso a las más altas funciones.
UNA INFANCIA POR LAS RUTAS DEL IMPERIO
La primera infancia de Calígula transcurrió en gran parte por las rutas de este inmenso Imperio romano. Pero antes de eso, parémonos un instante en la muerte de Augusto.
A la muerte del primer emperador romano, en agosto de 14, todo sucedió según lo previsto. El viejo príncipe recibió un último homenaje en extremo fastuoso, oficialmente divinizado por el Senado, como lo había sido César desde 42 a. C. Esto es importante, porque los descendientes de Augusto, por la sangre, y también por la adopción, podían considerarse descendientes de un verdadero dios.
Por su parte, Tiberio fue aclamado emperador, primero por el ejército, luego recibió del Senado sus poderes oficiales que lo convertían en un nuevo emperador. En adelante, dirigió el Imperio teniendo como adjunto a su hijo adoptivo Germánico, y también a un hijo biológico igualmente llamado Druso, al que se llama Druso el Joven por comodidad.
Tiberio pretendía gobernar desde Roma, mientras que sus hijos intervendrían en la periferia del territorio imperial. Por eso Calígula recorrió el Imperio en compañía de su padre, de su madre y de sus hermanos. Y estos periplos duraron bastante largo tiempo, pues se extendieron desde su segundo hasta su octavo año.
LOS MOTINES DE LOS EJÉRCITOS DEL RIN
Es el ejército del Rin, el que se enfrentaba a Germania, quien dio a Cayo César Germánico el sobrenombre de Calígula. Al día siguiente de la muerte de Augusto, los motines agitaron las legiones estacionadas en el Rin. Estos alborotos no podían tomarse a la ligera. Los amotinados protestaban sobre todo contra la dureza de la condición militar a orillas del Rin. No ponían en cuestión el Principado, ni la legitimidad de Tiberio, pero el asunto era grave.
Desde 13, Germánico era el comandante en jefe de estas legiones. Debió pues restablecer el orden, pero sin demasiadas dificultades, eliminando a los agitadores, apostando también sobre su popularidad entre los soldados, que mucho debía a la gesta de su padre, Druso el Mayor, que había conquistado una gran parte de Germania. Germánico, como general, tenía pues interés a entrar en escena como un prestigioso representante de la casa de Augusto, y lo hizo llamando a su lado a su esposa y sus hijos. Esta familia principesca, donde se contaba con el jovencísimo Calígula, quedó a la vista de los soldados.
Agripina habría puesto a su hijo más joven, Calígula, una vestimenta de legionario que incluía las pequeñas sandalias llamadas caligae. Era el calzado tradicional del soldado romano. Calígula significa pues literalmente «pequeña caliga», sobrenombre que los soldados dieron al joven Cayo para manifestar su afecto a la descendencia de Druso y de Germánico. Esta descendencia portaba en ella la promesa de una continuidad del poder imperial y la promesa de la gloria de los ejércitos romanos.
Para Germánico, enfrentado a los motines, el mejor medio de restablecer la disciplina consistía en implicar a las tropas en operaciones de combate. Esa es en gran parte la razón por la que Germánico emprendió dos campañas al otro lado del Rin, en 15 y en 16, que permitieron a Roma lavar la afrenta de la gran derrota de 9 d. C. y de la masacre de varias decenas de miles de soldados romanos. Estos legionarios caídos en combate recibieron por fin una sepultura decente y el jefe de la revuelta del 9, el germano Arminio, fue vencido. Roma podía considerarse vengada y el poder imperial, por entonces Tiberio, no tenía otro objetivo estratégico. Tiberio no quería someter a los germanos, ni integrarlos en el Imperio, sino solo tenerlos sumisos para asegurar la estabilidad en las fronteras del Imperio.
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