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Una Iglesia Saludable

Nueve Características

Mark E. Dever

Publicaciones Faro de Gracia P.O. Box 1043Graham, NC 27253USA

Publicado por:

Publicaciones Faro de GraciaP.O. Box 1043 Graham, NC 27253www.farodegracia.org

ISBN 978-1-629462-31-8

Agradecemos el permiso y la ayuda brindada por el Pastor Mark Dever y el ministerio de 9Marks, (9Marks Ministry, 525 A St. N.E.; Washington, D.C.; 20002, USA) para traducir e imprimir este libro, 9 Marks of a Healthy Church, al español.

© 2001 Todos los Derechos Reservados, Mark E. Dever

Traducido por David Rivera

Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida, procesada en algún sistema que la pueda reproducir, o transmitida en alguna forma o por algún medio –electrónico, mecánico, fotocopia, cinta magnetofónica u otro – excepto para breves citas en reseñas, sin el permiso previo de los editores.

© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Contenido

Introducción

Capítulo Uno PREDICACIÓN EXPOSITIVA

Preguntas para la reflexión:

Capítulo Dos TEOLOGÍA BÍBLICA

Preguntas para la reflexión:

Capítulo Tres ENTENDIMIENTO BÍBLICO DE LAS BUENAS NUEVAS DEL EVANGELIO

Preguntas para la reflexión:

Capítulo Cuatro ENTENDIMIENTO BÍBLICO DE LA CONVERSIÓN

Preguntas para la reflexión:

Capítulo Cinco ENTENDIMIENTO BÍBLICO DEL EVANGELISMO

Preguntas para la reflexión:

Capítulo Seis ENTENDIMIENTO BÍBLICO DE LA MEMBRESÍA DE LA IGLESIA

Preguntas para la reflexión:

Capítulo Siete DISCIPLINA BÍBLICA DE LA IGLESIA

Preguntas para la reflexión:

Capítulo Ocho AFAN POR EL DISCIPULADO Y CRECIMIENTO CRISTIANO

Preguntas para la reflexión:

Capítulo Nueve LIDERAZGO BÍBLICO

Preguntas para la reflexión:

Conclusión

APÉNDICE Un Pacto Típico de Una Iglesia Saludable

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Introducción

Dios, en su bondad y amor no nos ha llamado para ser cristianos aislados. Aunque pecamos individualmente, y somos llamados del mundo individualmente, también somos llamados a estar juntos en una Asamblea Local. Esta asamblea es llamada, en el Nuevo Testamento, una Iglesia.

En nuestros días muchos libros que están en el mercado y muchos oradores que andan por ahí, afirman que casi cada atributo concebible, estilo de adoración, programa de computadora, libro, sistema de sonido, seminario, ministerio, educación, programa, grupo, filosofía, metodología, doctrina, virtud, encuentro espiritual, diseño del aparcamiento o estructura administrativa es la clave de una iglesia exitosa. ¿Quién tiene razón? ¿Cómo puedes saber si una iglesia es saludable? ¿Cómo puedes decir si tú iglesia es saludable? ¿Qué puedes hacer para animar un crecimiento bíblico, sostenible y que glorifique a Dios?

Este pequeño libro es una herramienta para cambiar las iglesias. En él sugiero nueve marcas distintivas de una iglesia saludable. Estas no son los únicos atributos de una iglesia saludable. No son todo lo que uno quisiera decir con respecto a una iglesia. No son ni siquiera necesariamente las cosas más importantes acerca de una iglesia. Por ejemplo, el bautismo y la comunión son aspectos esenciales de una iglesia bíblica, pero aquí no son discutidos directamente. Esto es debido a que virtualmente toda iglesia tiene al menos la intención de practicarlos. Los nueve atributos que aquí se discuten son marcas que pueden distinguir a una iglesia sana, saludable y bíblica de muchas de sus hermanas más enfermizas. Las nueve marcas que aquí se discuten se encuentran raramente en nuestros días, y por lo tanto hay una necesidad especial de que llamemos la atención sobre ellas y las cultivemos en nuestras iglesias.

Por supuesto, de la misma manera que no hay cristianos perfectos en esta vida, tampoco hay iglesias perfectas. Incluso las mejores iglesias se quedan cortas con respecto al ideal. Ni una política correcta, ni una predicación valiente, ni unas ofrendas hechas con sacrificio, ni una ortodoxia doctrinal pueden asegurar que una iglesia florezca. No obstante, cualquier iglesia puede ser más saludable de lo que es. En nuestras propias vidas, nunca podemos ver una victoria completa sobre el pecado, pero como verdaderos hijos de Dios no abandonamos la lucha. Las iglesias no deben abandonar tampoco su lucha. Los cristianos, particularmente los pastores y los líderes de la iglesia, desean y trabajan por ver iglesias más saludables. La meta de este librito es animar justamente esa salud. Con ese fin es que escribo, y con ese fin tú lees, y ambos lo hacemos para que Dios sea glorificado en Su pueblo.

Nuestra adicción al pragmatismo, particularmente al éxito evidente, debe ser reemplazada por una dependencia humilde y confiada en la fidelidad de Dios, concretamente al seguir sus mandatos sin tener en cuenta la respuesta inmediata. Debemos tener categorías para reconocer y animar las labores no sólo de quien está implantando una iglesia en alguna área demográficamente creciente, o en el medio de un avivamiento, sino también de pastores fieles en ciudades o áreas rurales demográficamente estables o decadentes. Debemos ser capaces de animar la obra de Dios como se veía en las labores de Guillermo Carey o de Adoniram Judson, no simplemente en campañas o misiones con grandes números de personas que responden inmediatamente.

Una nota de advertencia: al hacer este reemplazo de metas y prácticas en nuestras iglesias, no debemos descansar en seminarios como los agentes del cambio y de la reforma bíblica. Los seminarios (ya sean denominacionales o de otro tipo) son instituciones que tienen sus propias mayordomías de acuerdo a quienes los constituyen, y deben ser fieles a ellos, o perecer. Esto es cómo debería ser. Por lo tanto, nosotros debemos trabajar para un cambio más largo, más lento y más profundo, al tratar de cambiar nuestras iglesias.

Una vez más, incluso las mejores iglesias se quedan cortas con respecto al ideal, pero por ello no debemos dejar de trabajar. Estamos unidos en nuestro deseo de tener iglesias más saludables, donde Dios sea glorificado en su pueblo. Quiera Dios que este libro se ha usado para ese fin.

Capítulo Uno
PREDICACIÓN EXPOSITIVA

1. Definición de la predicación expositiva

2. La predicación expositiva no es fundamentalmente un estilo

3. Sumisión a la Palabra Dios, no al conocimiento propio de un predicador

4. Dios siempre ha creado a su pueblo por su Palabra

5. La centralidad de la Palabra de Dios predicada

Debemos comenzar por donde Dios comenzó con nosotros: con su comunicación a nosotros. Así es como recibimos nuestra salud espiritual, y es así también como vendrá la salud de nuestras iglesias. Especialmente importante para cualquiera que éste en el liderazgo de una iglesia, pero particularmente para el pastor de la iglesia, es un compromiso con la predicación expositiva, uno de los métodos más antiguos de predicación. Esta es una predicación cuyo objeto es exponer lo que se dice en un pasaje particular de la Escritura, explicando cuidadosamente su significado y aplicándolo a la congregación (véase Nehemías 8:8). Por supuesto, hay otros muchos tipos de predicación. Los sermones temáticos, por ejemplo, reúnen toda la enseñanza de la Escritura sobre un asunto concreto, como la oración, o las ofrendas. La predicación biográfica toma la vida de alguien en la Biblia y la describe como una demostración de la gracia de Dios y como un ejemplo de esperanza y fidelidad. Pero la predicación expositiva es otra cosa; una explicación y aplicación de una porción particular de la palabra de Dios.

La predicación expositiva presume una creencia en la autoridad de la Escritura, pero es algo más. Un compromiso con la predicación expositiva es un compromiso a escuchar la Palabra de Dios. De la misma manera que los profetas del Antiguo Testamento y los apóstoles del Nuevo Testamento recibieron no simplemente una comisión para ir y hablar, sino un mensaje particular, así los predicadores cristianos de nuestros días tienen autoridad para hablar de Dios sólo mientras hablen Sus Palabras. De este modo, la autoridad del predicador expositivo comienza y termina con la Escritura. Algunas personas pueden confundir la predicación expositiva con el estilo de un predicador expositivo favorito, pero no es fundamentalmente un asunto de estilo. Como otros han observado, la predicación expositiva no tiene que ver en último término tanto con cómo decimos lo que decimos, sino con cómo decidimos qué decir. No está marcada por una forma particular, sino por un contenido bíblico.

Alguien puede aceptar alegremente la autoridad de la Palabra Dios e incluso profesar creer en la inerrancia de la Biblia; pero si esa persona en la práctica (ya sea intencionadamente o no) no predica expositivamente, nunca predicará más de lo que ya conoce. Un predicador puede tomar una porción de la Escritura y exhortar a la congregación sobre un tema que es importante sin predicar realmente el tema central del pasaje. Cuando eso ocurre, el predicador y la congregación sólo escuchan en la Escritura lo que ya conocen.

En contraste, cuando predicamos un pasaje de la Escritura en su contexto, de manera expositiva, tomando el tema central del pasaje como el tema central del mensaje, escucharemos de Dios cosas que no teníamos la intención de escuchar cuando comenzamos. Desde el llamado inicial al arrepentimiento hasta el área de nuestras vidas sobre la cual el Espíritu nos ha convencido más recientemente, toda nuestra salvación consiste en escuchar a Dios en maneras en las que, antes de escucharle a Él, nunca se nos habrían ocurrido. Esta sumisión tan práctica a la Palabra de Dios debe ser evidente en el ministerio de un predicador. No nos equivoquemos aquí: la responsabilidad final de que esto sea así reposa en la congregación. (Observa la responsabilidad de la congregación que Jesús asume en Mateo 18, o Pablo en 2 Timoteo 4.) Una iglesia nunca debe comisionar con la supervisión espiritual del rebaño a una persona que no muestre en la práctica un compromiso de escuchar y enseñar la Palabra de Dios. Hacerlo es dificultar inevitablemente el crecimiento de la Iglesia, y en la práctica es animar a que crezca sólo al nivel del pastor. En ese caso, la Iglesia se irá conformando lentamente a la mente del pastor, en lugar de hacerlo a la mente de Dios.

El pueblo de Dios siempre ha debido su existencia a la Palabra de Dios. Desde la creación en Génesis 1 al llamamiento de Abram en Génesis 12, desde la visión del valle de los huesos secos en Ezequiel 37 a la venida del Verbo viviente, Dios siempre ha creado a Su pueblo por Su Palabra. Como escribió Pablo a los Romanos, “La fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios” (10:17). O, como escribió Pablo a los corintios: “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.” (1 Corintios 1:21).

La predicación expositiva sana es con frecuencia la fuente del crecimiento en una iglesia. En la experiencia de Martín Lutero, esa cuidadosa atención a la Palabra de Dios fue el principio de la Reforma. Nosotros, también, debemos tener el compromiso de ser iglesias que están siendo reformadas siempre según la Palabra de Dios.

Una vez, mientras estaba dando una conferencia sobre el Puritanismo en una iglesia de Londres, mencioné que los sermones puritanos algunas veces duraban dos horas. En ese momento, una persona preguntó sorprendida: “¿Qué tiempo dejaba eso para la adoración?” Lo que esa persona estaba asumiendo era que el escuchar la Palabra de Dios predicada no constituía un acto de adoración. Yo respondí que muchos cristianos protestantes ingleses habrían considerado el escuchar la Palabra de Dios en su propia lengua y responder a ella en sus vidas como la parte esencial de su adoración. Si les quedaba tiempo para cantar juntos sería un asunto comparativamente de menor importancia.

Nuestras iglesias deben recuperar la centralidad de la Palabra en la adoración. Escuchar la Palabra de Dios y responder a ella puede incluir adoración y acción de gracias, confesión y proclamación, y cualquiera de estas cosas puede ser por medio de cánticos, pero no necesitan serlo. Una iglesia edificada sobre la música, cualquiera que sea su estilo, es una iglesia edificada sobre arenas movedizas. La predicación es el componente fundamental del pastorado. Ora por tu pastor, para que se entregue al estudio de la Escritura con rigurosidad, con cuidado y con fervor, y para que Dios le guíe en su entendimiento de la Palabra, en su aplicación de la misma en su propia vida y en su aplicación de la misma a la Iglesia (véase Lucas 24:27; Hechos 6:4; Efesios 6:19-20). Si tú eres un pastor, pide estas cosas para ti mismo. Ora también por otros que predican y enseñan la Palabra de Dios. Finalmente, ora para que nuestras iglesias estén comprometidas a escuchar la Palabra de Dios predicada de manera expositiva, de tal manera que la agenda de cada Iglesia sea formada cada vez más por la agenda de Dios en la Escritura. El compromiso con la predicación expositiva es una marca de una iglesia saludable.

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60 str.
ISBN:
9781629462318
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