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La ilustración 5 muestra que los campesinos como concepto y actores no se encuentran al margen de la historia del lugar en que se analizan. Al respecto, De la Luz (2007:11) señala que la evolución de la categoría teórica de campesino ha sido influida por distintos paradigmas y momentos específicos en la historia política de cada país. En el caso de México, la autora identifica tres momentos clave en la construcción del concepto. En el primero, de 1950 a 1970, incluye a los enfoques modernizador, estructuralista y de dependencia. Durante este periodo el campesino es conceptualizado como productor de materias primas sin tecnología y con acceso limitado al mercado. El segundo periodo, de 1980 a 1990, tiene que ver con la aplicación de las políticas neoliberales en el país y con la visión que se construye del campesinado visto como una amenaza social más que como productor de alimentos. En esta etapa empiezan a surgir los enfoques de nueva ruralidad y desagrarización. Finalmente, en el último periodo se conceptualiza al campesino como productor agropecuario con escasas posibilidades de éxito. En el nivel de investigación científica se le incluye en los estudios de pobreza y exclusión social.

ILUSTRACIÓN 5

ELEMENTOS A DEBATIR RESPECTO A LOS CONCEPTOS DE CAMPESINO Y ECONOMÍA CAMPESINA


FUENTE: elaboración propia.

En esta misma dirección, Giménez (1996) señala que la determinación del nivel socioeconómico del campesino depende del nivel de análisis en que se sitúe el observador. De acuerdo con el autor, en el nivel microsocial el “campesino pueblerino tradicional” es definido a través del modo de producción campesino que incluye la herencia histórica que perdura y resiste en la articulación con el modo de producción capitalista. En cambio, cuando el análisis se hace en el ámbito macrosocial se parte del proceso actual de acumulación capitalista en el plano nacional e internacional. En este último nivel, las unidades campesinas más que presentarse como un modo de producción diferente al capitalista pero articulado a éste, aparecen como un elemento de valorización del capital global.

ILUSTRACIÓN 6

¿CAMPESINOS?


FUENTE: elaboración propia.

Por su cuenta, José Luis Calva (1988) presenta un diagrama representando la diversidad del campesino en la historia universal. La clasificación hecha por el autor asume como principio divisiones en la naturaleza de la producción campesina y del carácter de sus relaciones sociales de producción. Las especies que surgen de su clasificación a partir de sus atributos económico-políticos especificantes son las siguientes: protocampesinos, campesinos tribales, campesinos tributarios, campesinos patriarcales antiguos, campesinos siervos, campesinos patriarcales premodernos, campesinos mercantiles parcelarios y cooperativistas.7 A través de la anterior clasificación, José Luis Calva hace un recorrido histórico por distintas sociedades consideradas como campesinas y aclara que más importante que la definición abstracta del campesino es el desarrollo de tipologías de los grupos socioeconómicos rurales. Por último, Rafael Domínguez propone definir al campesinado de la siguiente manera:

[…] grupo social, caracterizado por su modo de vida rural, organizado familiar y comunalmente, estratificado internamente, pero subordinado en su conjunto a poderes externos al grupo y a las fuerzas del mercado, y que obtienen sus medios de subsistencia de la producción agropecuaria y de otras actividades desempeñadas por la unidad familiar de rentas mixtas, a partir de una estrategia multiuso en su relación con el ecosistema, que tiene como correlato la pluriactividad en su relación con el medio económico (Domínguez, 1993:122).

Coherentemente con la propuesta de Domínguez mencionaremos que la economía campesina mexicana ha dejado de tener como principal actividad a la agricultura y lo que se observa hoy en día en el campo es la diversificación de actividades en el sector rural.

¿SOCIEDAD CAMPESINA Y/O CULTURA CAMPESINA?

Otra de las expresiones que aparecen en el debate científico sobre los campesinos es la de sociedad campesina. En la literatura se discute la pertinencia del uso de este término al considerarlo motivo de serias confusiones, debido a que hablar de una “sociedad campesina” conduce a ignorar la presencia de otro(s) modo(s) de producción en una misma sociedad. Autores como Wolf,8 Redfield,9 Foster y Warman10 usaron este término para referirse a cierto segmento de la sociedad. Calva (1988) argumenta que existen fuertes incongruencias en las ideas de Foster, Warman y Redfield entre el uso indiscriminado de los términos de campesino y sociedad campesina, debido a que tiende a homogeneizarlos en una sociedad.

Al igual que el término “sociedad campesina” es común encontrar la expresión de “cultura campesina”. Este término alude a cierta forma homogénea de pensar y actuar de los campesinos. Dicha expresión genera debate al considerar que su uso engloba y homogeniza a todos los campesinos a partir de suponer valores de apego a la tierra y de solidaridad para todos los miembros de la comunidad. Calva argumenta que la expresión cultura campesina es un término que carece de validez y más si se entiende como una especie de ordenamiento de la humanidad, estableciendo semejanzas para todo el mundo (Calva, 1988:234).

EL CAPITALISMO Y LOS CAMPESINOS

La tesis de la permanencia del campesinado a pesar de la expansión del capitalismo ha sido tratada por distintos autores y desde varias disciplinas. La antropología y la sociología han abordado la cuestión a través de la articulación del capitalismo con otros sectores precapitalistas y/o subcapitalistas. A partir de este enfoque se han explicado distintos mecanismos de dominación y subordinación del grupo hegemónico sobre el resto de la población. En la década de 1970, el estructuralismo marxista francés analizó la coexistencia de distintos modos de producción contradiciendo la hipótesis de la absorción del campesinado por el capitalismo a través de la categoría teórica de modo de producción. Rey (1973) y Meillassoux (1975) examinaron tanto la articulación del campesinado con el modo de producción capitalista como la tendencia del capitalismo a sustituir las relaciones sociales de producción preexistentes por las suyas propias (Molina y Valenzuela, 2006:78).

El esfuerzo de distintos autores por explicar la articulación del capitalismo con otros modos de producción parte de establecer la coexistencia de distintos modos de producción y en advertir relaciones funcionales para cada sociedad, principalmente para la expansión del capital. Kostlin y Diez (2009) sostienen que desde la perspectiva marxista el desarrollo del capitalismo implica la subordinación de diferentes modos de producción. En esta dirección, Palerm (1976a) señala que las sociedades campesinas no capitalistas presentan condiciones de subordinación, producción y consumo necesarias para reproducir el capital (Palerm, 1976a:22) Por otra parte, Rosas y Barkin (2009) indican que las sociedades campesinas conviven con el sistema capitalista, manteniendo estructuras sociales y económicas no capitalistas a pesar de encontrarse en una constante relación de subordinación con el sistema dominante. La idea central es dar cuenta de cómo el capitalismo se nutre de otros modos de producción no capitalistas y de cómo interviene en su destrucción y supervivencia de acuerdo con sus intereses.

Por otro lado, Valenzuela indica que en la actualidad la supervivencia del campesinado en países emergentes es interpretada como símbolo de retraso o freno de desarrollo económico (Valenzuela, 2006:47). En la literatura también se advierte este hecho al englobar los problemas del campesinado en estudios de pobreza y marginación sin entrar a detalle con respecto a si se trata de modos de producción distintos al capitalista. Tal es el caso del estudio La pobreza rural en México realizado por el Banco Mundial (2007) en el que se sostiene que la pobreza extrema11 es un problema focalizado principalmente en el sector rural del país y que, por lo tanto, la solución debe centrase en políticas económicas que mejoren los ingresos de los campesinos. Sin embargo, Palerm señala que la permanencia del campesinado y su fuerte gravitación no estaba reducida al mundo del subdesarrollo, ya que también en los países altamente industrializados existía la articulación de modos de producción y del sistema económico mundial (Palerm, 1976c:167).

Sobre la cuestión de la absorción del campesinado por el capitalismo existe una vasta e importante literatura en la que se discute la permanencia o la inevitable disolución de los campesinos en la economía dominante. La mayoría de estos estudios parten de las ideas de Marx, a pesar de que el estudio del campesinado en los escritos marxistas12 no sean una cuestión explícita y central. De acuerdo con Palerm (1976c), Marx nunca se dedicó a estudiar el modo de producción campesino ni su articulación con el sistema capitalista. Sin embargo, a través de la interpretación de las ideas de Marx hecha por Engels,13 se han desarrollado diferentes tesis sobre la penetración del capitalismo en sociedades tradicionales. Las principales ideas de estos dos autores se encuentran en El capital (1867), en la sección dedicada a la acumulación originaria. En este apartado se analiza el despojo de los medios de producción al que los campesinos fueron sometidos por el capitalismo, principalmente de la tierra,14 y se observa el proceso a lo largo del cual los productores campesinos se convirtieron en proletarios.

A pesar de que Marx no desarrolló un análisis profundo sobre el campesinado sí se interesó en la cuestión agraria, concretamente en la renta de la tierra, criticando las ideas de Ricardo15 (1815) sobre la renta diferencial. De acuerdo con Marx (1859a, 1859b), el desarrollo de la agricultura moderna sigue las mismas leyes de la expansión de la industria. Dicho de otro modo: la renta absoluta del suelo es determinada por la operación del valor-trabajo y no como suponía Ricardo. Finalmente, Palerm (1976a) señala que la ausencia del campesinado en El capital se explica por razones metodológicas. Es decir, se puede entender como la consecuencia de un modelo estructural puro que excluye, por principio, a los campesinos y a sus formas de producción.

A pesar de que en la obra escrita por Marx no se analiza con detenimiento la cuestión campesina sí se cuestiona el carácter revolucionario de los campesinos. Se establece una relación de antagonismo entre proletarios y campesinos, suponiendo que la expansión del capitalismo dependía de desposeer y proletarizar al campesinado.16 En la correspondencia que Marx sostuvo con Kovalevski y Zasúlich se plantea el potencial revolucionario del campesinado y el papel de la comunidad aldeana en la lucha socialista. Asimismo, en la carta que Marx escribe a Vera Zasúlich el 16 de febrero de 1881, asegura que él no sostiene la idea de una historia al estilo hegeliano. En otras palabras, rechaza la idea de un desarrollo unilineal de la historia aplicable a todas las sociedades.

[…] lo que le resta hacer a un socialista es buscar instrumentos de medida bien fundados para determinar aproximadamente en cuántas décadas pasará la tierra de los campesinos rusos a manos de la burguesía y cuántas centenas de años transcurrirán antes que el capitalismo alcance en Rusia el mismo nivel de desarrollo que en Europa occidental. En ese caso, los socialistas tendrán que hacer propaganda solamente entre los obreros de las ciudades que estarán diluidos dentro de la masa de campesinos arrojados a las calles de las grandes ciudades, en busca de un salario, conducidos hasta allí a causa de la desintegración de la comuna aldeana […] (carta de Vera Zasúlich a Marx, el 16 de febrero de 1881, en Ascher, 1972:222).

El antagonismo entre campesinos y proletarios fue retomado en El desarrollo del capitalismo en Rusia, de Lenin (1899), y en La cuestión agraria, de Kautsky (1899). En ambos textos se presagia el futuro de los campesinos con el impacto del capitalismo. Lenin sostiene la idea de que el capitalismo, como modo de producción dominante, terminaría por absorber a todos los demás modos de producción precapitalistas, incluyendo al campesinado. Lenin auguró la inevitable desaparición de los campesinos a través de su transformación en empresarios burgueses agrícolas y en proletarios urbanos y/o rurales. Es decir, presagió la expansión de la agricultura capitalista sobre la agricultura de subsistencia. Por su parte, Kautsky analizó la cuestión agraria en los países capitalistas más avanzados; reconociendo que las nuevas estructuras capitalistas de la agricultura y en particular sus necesidades de fuerza de trabajo creaban situaciones que permitían y exigían la persistencia de formas domésticas de producción en el campo. Es decir, Kautsky mantuvo la tesis central de la desaparición del campesinado, aunque aplazándola hasta el momento en que se resolvieran ciertos problemas de la producción agroganadera. Desde luego, es importante mencionar que tanto las ideas de Lenin como las de Kautsky se vieron influidas por el entorno social y político de la época.17

¿CÓMO ESTUDIAR A LAS ECONOMÍAS CAMPESINAS?

Además del debate acerca de las definiciones de campesino y economía campesina hay también una intensa polémica sobre cuál es el método apropiado para el análisis de las economías campesinas. Los clásicos plantearon esta cuestión a partir de la definición de campesino18 y el uso apropiado de los conceptos y leyes de la economía política y/o de la teoría neoclásica. En esta línea, Chayanov (1974) indicó que a las sociedades campesinas (precapitalistas) no se les podía estudiar a través de las categorías teóricas del sistema capitalista, debido a que se trataba de dos racionalidades distintas. Años más tarde, Stavenhagen señaló que considerar que ninguno de los conceptos de la economía convencional es aplicable a las sociedades tradicionales, porque funcionan en el marco de una lógica propia en la que se entremezclan los factores sociales y económicos. Desde su perspectiva, se trata una postura extrema e inadecuada que frena el análisis (Stavenhagen, 1976:98).

Actualmente, desde la teoría económica existen dos posturas al respecto: la corriente ortodoxa y la heterodoxa (Rosas y Barkin, 2009:73-76). En la primera se justifica el uso del instrumental de la teoría neoclásica estableciendo que los campesinos actúan como cualquier otro agente económico en constante búsqueda por maximizar sus incentivos en el mercado. En esta corriente se alude a que la racionalidad de la economía de prestigio de las comunidades campesinas es determinada por factores puramente económicos, como los niveles de productividad y de utilidad marginal. De acuerdo con Calva, esta vertiente deriva del universalismo19 neoclásico de la escuela austriaca propuesto por Menger, Wieser, Bawerk (Calva, 1988: 9). Desde la segunda postura, planteada por la corriente heterodoxa, se argumenta que los campesinos poseen una racionalidad distinta a la que impera en el modo de producción capitalista y que, por lo tanto, el uso de conceptos como ganancia, ahorro, capital, inversión, renta, tasa de interés y precios carecen de validez social en los estudios del campesinado. Estas corrientes provenientes del pensamiento crítico cuestionan la existencia de una racionalidad económica única y sostienen que el campesinado responde a incentivos sociales-colectivos y no únicamente individuales, como presupone la teoría económica neoclásica. En esta línea de análisis se suscriben las teorías campesinistas y descampesinistas.

Según Rosas y Barkin (2009), existen estudios de economistas neoinstitucionales20 que insisten en considerar que el uso indiscriminado de categorías propias de la economía neoclásica puede conducir a serios errores en la interpretación del comportamiento de los campesinos. Argumentan que la dinámica campesina está determinada por ceremonias religiosas, rituales y fiestas que no son explicables desde la óptica neoclásica y que, sin embargo, resultan ser elementos estructurales en las relaciones sociales de producción del campesinado. La economía neoinstitucional ha aportado elementos en la discusión sobre la existencia de una sola racionalidad económica: la del homo economicus (Rosas y Barkin, 2009:93).

Finalmente, Rosas y Barkin (2009) llegan a la conclusión de que no existe una teoría que explique de manera integral la dinámica y lógica de las comunidades campesinas y que a la vez permita analizar el papel que juegan los campesinos contemporáneos en la dinámica mundial. En este sentido, se sostiene que no existe una teoría general de la economía campesina que trascienda en el tiempo y el espacio, debido a que la unidad de producción campesina no funciona independiente al sistema global. De acuerdo con Rosas y Barkin (2009), Castaingts (2012), Appendini (2010), entre otros, hoy la realidad campesina es todavía más compleja que la de hace tres décadas al involucrar en el análisis el impacto del traslado de la lógica capitalista al medio rural, la emigración, la feminización de las actividades productivas rurales, la sustentabilidad, la relación entre sector urbano y rural. De ahí la necesidad por no caer en extremos teóricos que conduzcan a limitar la investigación.

INDÍGENAS Y CAMPESINOS

En México los campesinos no son forzosamente indígenas, ni los indígenas forzosamente campesinos. Aunque la gran mayoría de los indígenas viven de la tierra, existe cierto número de ellos que se dedican a otras actividades productivas y/o que saltan de una actividad productiva a otra. De acuerdo con los datos del Censo de Población y Vivienda 2010, en México 13.4% de la población de 12 años y más se ocupa en actividades del sector agropecuario. También se señala que 6.8% de esta población pertenece a algún grupo indígena. Por esta razón, en esta sección se abordan algunas consideraciones teóricas sobre el estudio de las comunidades indígenas campesinas, considerando la idea de Calva (1988) acerca de la construcción de un marco teórico adecuado a la unidad de análisis que considere procesos históricos.

Stavenhagen (1976) propone un esquema teórico que permite analizar las transformaciones de las economías indígenas campesinas a partir del desarrollo del sistema económico nacional. En este esquema, el autor señala que mediante el sistema de dominación colonial y de estratificación étnica se aisló a las comunidades indígenas del plan de desarrollo económico; generando vínculos de subordinación expresados en relaciones de clase de los campesinos indígenas con otros campesinos y empresas agrícolas. Asimismo, indica que durante la fase de expansión de la economía capitalista, a finales del siglo XIX, las comunidades indígenas fueron integradas a la economía monetaria mediante el trabajo asalariado y el control de sus tierras, trastocando su organización interna y acentuando los mecanismos de subordinación. Durante la etapa de industrialización se incrementaron las tendencias monopólicas en la producción de la agricultura y un número importante de indígenas se convirtió en campesinos dependientes y/o proletarios rurales.21

En resumen, lo que nos ofrece Stavenhagen (1976) es un examen histórico, desde la Colonia hasta la etapa de expansión capitalista, de los procesos que explican la incorporación de las zonas indígenas a la economía global mediante el consumo y la producción. Además de hacer evidente que la división étnica fue un factor de índole conservador que frenó el desarrollo de las comunidades campesinas indígenas.

Por su cuenta, Aguirre Beltrán advirtió dos visiones en el estudio de los grupos indígenas en México. La primera, la visión culturalista que asigna gran valor a las cuestiones de parentesco, religión y política. La segunda, de tendencia economicista, que minimiza las cuestiones culturales. De acuerdo con Aguirre Beltrán (1967), la articulación entre el sector indio y el mestizo nacional se debe plantear a través de la relación simbiótica en la que se complementan económicamente ambos grupos. El proceso dominical, definido por el autor, se materializa en los vínculos de dominación ejercidos por los mestizos hacia los indígenas y es justificado por la aceptación de la superioridad innata del ladino sobre el indio (Aguirre Beltrán, 1967: 239). Al igual que Stavenhagen, Aguirre Beltrán recurre a la historia para explicar los procesos de incorporación de las comunidades indígenas campesinas a la economía nacional; centrando su atención en la política segregacionista dictada por el Estado.

Díaz Polanco (1988, 2010) relaciona el análisis del campesinado con la cuestión étnica, vinculando los movimientos indígenas con los problemas del campesinado mexicano, principalmente con el levantamiento armado del EZLN. De la misma manera, Bartra y Otero (2008) señalan que en el análisis del movimiento campesino indígena es necesario prestar atención a la relación dada por las demandas materiales y de identidad de las economías campesinas recurriendo a la historia como principal instrumento de análisis. Por su cuenta, Palerm plantea dos cuestiones que resultan ser de vital importancia en el tratamiento de las economías campesinas indígenas. La primera, el papel del campesino indígena como productor directo y como fuerza de trabajo en el proceso de acumulación de capital. Y la segunda, de orden teórico y empírico, relacionada con la persistencia histórica de los modos de producción no capitalistas en un sistema dominado por el capitalismo (Palerm, 1976c:200). Finalmente, el autor señala que a partir de la Revolución mexicana, y de los distintos movimientos campesinos, la antropología empezó a abordar la cuestión indígena mexicana como parte de la cuestión campesina y no en forma meramente etnográfica (Palerm, 1976c:171).

LA CARGA DE SER INDIO EN LA ECONOMÍA GLOBAL

Este apartado está dedicado a revisar diferentes tesis que explican la carga social, económica y política de ser campesino e indígena en la economía nacional.

Arizpe (1976) analiza, en su trabajo titulado La ideología del indio y la economía campesina, el impacto que causa ser clasificado como indígena en el desarrollo económico de las actividades productivas de los campesinos. En su análisis, la autora considera al indio y al mestizo ya no como representantes de dos universos culturales distintos, sino más bien como actores dentro de un complejo sistema de relaciones de dominación económica y de sometimiento político. Muestra cómo una práctica ideológica refuerza y racionaliza la posición de subordinación económica y política del campesino indígena. Asimismo, plantea tres preguntas fundamentales: ¿qué es el concepto de indio?, ¿qué significa el ser clasificado socialmente como indio? y ¿qué repercusiones tiene ser clasificado como indio en el modo de vida y, en especial en su acceso a los recursos económicos? A partir de estas cuestiones, Arizpe explica que para la población mestiza, en las zonas urbanas y rurales, el atraso económico de los indígenas es consecuencia directa de sus rasgos culturales y de su personalidad. “Los indios no tienen voluntad de superación, están en el atraso social y económico gracias a sus costumbres aberrantes […] son flojos, borrachos o tontos”.22Asimismo, retoma la idea de que para la política económica los indios y sus prácticas culturales son un obstáculo para el crecimiento económico del país, debido a que contradicen el principio de racionalidad económica al no invertir y no buscar la maximización de la utilidad.

Por otro lado, señala la pérdida constante de capital y/o de mano de obra de las comunidades indígenas al ser insertadas en el mercado capitalista con fuertes desventajas basadas en un proceso de estigmatización étnica. Arizpe advierte que desde la época colonial se ha considerado a los indios una raza con atributos inferiores a los del hombre “blanco”, justificando la presencia de cacicazgos inducidos por el Estado en las comunidades indígenas. El estigma de ser indio en México se materializa en una manipulación ideológica que incide en el reducido acceso a los recursos económicos por los campesinos indígenas. Ser clasificado como indígena constituye un estigma que cierra el paso al ascenso social, lo que significa ser excluido del medio donde se reparten las posiciones económicas y políticas más ventajosas. Por regla general, los mestizos son los comerciantes y agricultores a gran escala y los intermediarios de los servicios y la producción. Los indígenas se ocupan de la producción a pequeña escala, en el minifundio (Arizpe, 1976:117-128).

En resumen, Arizpe llega a las siguientes consideraciones en su explicación acerca de los efectos de la penetración de la economía capitalista moderna en la economía campesina indígena. La primera va en dirección a explicar cómo el avance del capitalismo ha hecho que desaparezca un gran número de ocupaciones tradicionales y que se establezcan nuevas actividades productivas, afectando gravemente la dinámica de las comunidades indígenas. En la segunda consideración, señala que la penetración del neoliberalismo y el incremento de la población rural en el campo mexicano han resultado en la acentuación de minifundios, afectando los niveles de productividad de los campesinos.

Por otra parte, Díaz Polanco (2010) señala que el desarrollo del capitalismo en el campo mexicano ha tenido un doble y contradictorio efecto sobre la economía indígena campesina, debido a que por una parte contribuye a su desintegración de acuerdo con el modelo clásico de crecimiento y, al mismo tiempo, incorpora la producción campesina al proceso de acumulación de capital. Armando Bartra y Gerardo Otero (2008) mencionan que la causa principal de los movimientos campesinos indígenas en México responde a la demanda constante de tierra. Además, apuntan que los indios han sido reproducidos bajo un esquema de subordinación con grupos y dirigentes externos a la comunidad campesina. Finalmente, González Casanova (1965) considera que la comunidad indígena tiene las características de una sociedad colonizada en la que el indio es indio y el ladino es autoridad. Es decir, los campesinos indígenas se encuentran subordinados a la economía dominante.

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