Río de silencios

Comunión por la palabra.

En este libro, pleno de vivencias pasadas y presentes, Juana Soria emprende un camino lírico que no solo le permite unir tiempos y distancias, sino conciliar —y diría que gracias a ello transformar— entrañables ausencias y sentimientos. «Estoy/ en un nuevo amanecer/ donde el viento peina/ el paisaje serrano» nos advierte, dándonos pistas sobre el proceso de vida que decidió emprender en esta nueva geografía cordobesa, tan distante de aquel Sur argentino de mar y mesetas, que está en los orígenes, no solamente de sus primeros días, sino de los de mayor felicidad.

Pero su esperanza y consolación por la poesía no se encierra en la esfera de la intimidad. Quienes conocemos desde años a Juana sabemos de su vocación pedagógica y humanista. Yo la conocí hace tiempo, cuando como docente de la escuela «Carlos N. Paz» les enseñaba a apreciar la poesía a sus alumnos, preocupada por hacer visible las cosas esenciales para un ser humano (y como lo dice en uno de sus versos: «Todo está a la vista/ y nadie lo ve»).

Con lenguaje llano y sincero, su poesía apunta a la sensibilidad más que a la intelectualidad; y aunque centrada en lo confesional, no se desentiende de lo que ocurre en el momento y nos preocupa a todos: «Andaba por el mundo/ desorientada/ buscaba un no sé qué/ volando de aquí para allá/ La pandemia/ llegó en la televisión/ y nos gritó su alarma»

Este es un libro de reflexiones, confesiones, y principalmente comuniones; donde la madurez humana de su autora no solamente brinda y comparte con generosidad la experiencia de una vida vivida en profundidad, sino que eso mismo le permite lo que solo la poesía hace posible: poder vivirlo todo nuevamente. Y poder volver a sentirlo intensamente.

Aldo Parfeniuk