Walter Benjamin: de la diosa Niké al Ángel de la Historia

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Z serii: La balsa de la Medusa #226
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Walter Benjamin: de la diosa Niké al Ángel de la Historia
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Walter Benjamin: de la diosa Niké al Ángel de la Historia

Ensayos de iconografía política


www.machadolibros.com

Del mismo autor

en A. Machado Libros:

La máquina burocrática

(La balsa de la Medusa, 29)

La mirada de la Justicia

(La balsa de la Medusa, 209)

La diosa Fortuna

(Teoría y Crítica, 18)

José M. González García

Walter Benjamin: de la diosa Niké al Ángel de la Historia

Ensayos de iconografía política


La balsa de la Medusa, 226

Colección dirigida por

Valeriano Bozal

© José M. González García

© de la presente edición, Machado Grupo de Distribución, S.L.

C/ Labradores, 5. Parque Empresarial Prado del Espino

28660 Boadilla del Monte (Madrid)

editorial@machadolibros.com

ISBN: 978-84-9114-338-3

Índice

Introducción

Capítulo I. De la diosa Fortuna al ángel de la Victoria en la ciudad de Berlín

Capítulo II. «Flanear» por Berlín con Walter Benjamin en busca del ángel perdido

Capítulo III. Walter Benjamin: Ángel de la Victoria y Ángel de la Historia

Capítulo IV. Ángeles de la Victoria en la iconografía política de las calles de París

Capítulo V. El ángel de la Mercancía en los Pasajes comerciales de París

Capítulo VI. Los ángeles de Franz Kafka en Walter Benjamin

Capítulo VII. El vuelo del Ángel a Iberoamérica

A Stella Wittenberg,

siempre en busca de ángeles perdidos

para darles nueva vida en su pintura.


Stella Wittenberg: Retrato de Walter Benjamin.

Introducción


Paul Klee, «Angelus Novus», 1920. The Israel Museum, Jerusalén. Wikimedia Commons.

El presente libro tiene tres niveles de lectura, diferentes aunque relacionados entre sí, en los que la interpretación de las imágenes políticas es una clave fundamental. En primer lugar, se trata de un libro de Iconografía política en el que analizo la personificación de la idea de Victoria como una mujer dentro del panteón griego, la conocida diosa Niké que jugaba ya un papel fundamental en la Acrópolis de Atenas, donde a mediados del siglo VI antes de Cristo existía un templo consagrado al culto de Atenea Niké o Atenea victoriosa. La Victoria romana fue más tarde la transposición de esta diosa al mundo latino. Aunque haré alguna referencia a los siglos XVII y XVIII, mi investigación se ha centrado de manera especial en los siglos XIX y XX en Alemania y Francia, época en que la diosa Niké aparece con profusión en los espacios públicos de Berlín y de París, ejerciendo un papel esencialmente militar y político. En este sentido, el libro cierra una trilogía sobre personificaciones de conceptos e imágenes políticas que inicié con La diosa Fortuna y proseguí con La mirada de la Justicia, ambos publicados en la editorial Antonio Machado Libros en 2006 y 2016, respectivamente1. Fortuna, Justicia y Victoria son tres figuras femeninas, pues mujeres son la gran mayoría de las representaciones visuales o artísticas de los conceptos políticos, y de los conceptos en general. Cabe decir que personificar los conceptos significa también feminizarlos, es decir, imaginarlos como género femenino y representarlos plásticamente como figuras de mujer en dibujos, grabados, pinturas o esculturas.

El segundo nivel de lectura del presente libro reside en un análisis de la obra de Walter Benjamin desde la perspectiva de las relaciones entre sus textos escritos y la iconografía política. Precisamente esta conjunción entre texto e imagen es central para comprender a Benjamin y esto es algo que ha pasado desapercibido para muchos de sus exegetas, centrados solamente en la hermenéutica de los textos. Pienso que muchos escritos de Benjamin no pueden entenderse sin ver al mismo tiempo las imágenes sobre las que se fundamentan o a las que se refieren. Con razón, a mediados de la década de 1930, Benjamin decidió incluir imágenes en lo que iba a ser su obra fundamental, que nunca llegó a terminar: Passagen-Werk, la Obra de los Pasajes o, también, el Libro de los Pasajes, pues de ambas maneras ha sido traducido el título al castellano. Mi investigación se sitúa en el camino abierto por cuatro especialistas, dos mujeres y dos hombres: en primer lugar, Susan Buck-Morss2, en un estudio ya clásico cuyo original inglés se remonta a 1989, planteó el análisis de la dialéctica de la mirada de Benjamin en su proyecto del Libro de los Pasajes, compaginando el análisis de los textos con el estudio de las imágenes. En segundo lugar, Sigrid Weigel3 ha hecho hincapié en el análisis de la importancia de las artes visuales para la epistemología de Benjamin, en las relaciones de este con los planteamientos de la Escuela de Aby Warburg, y ha insistido en la figura del ángel como punto de encuentro entre religión, arte y ciencia en la dialéctica de la secularización, escribiendo también sobre la importancia de las imágenes de los ángeles de Benjamin. Heinz Brüggemann4 ha publicado un hermoso y erudito libro sobre el juego, el color y la fantasía en Walter Benjamin y, finalmente, es de señalar el enorme esfuerzo de Steffen Haug5 en su labor detectivesca de investigar una a una todas las referencias de la Obra de los Pasajes de Benjamin a imágenes, cuadros o fotografías.

Mi análisis de la obra de Walter Benjamin se centra en la figura del ángel, poniendo en relación su interpretación del Angelus Novus de Paul Klee con la iconografía política de la diosa Niké, transmutada en la mentalidad popular en un ángel cristiano de la Victoria, según veremos más adelante. Mi hipótesis fundamental es que Walter Benjamin fue educado en los valores autoritarios del Segundo Reich alemán, basados en una idea de la Historia como relato de los vencedores y realiza un giro radical en su pensamiento hacia una Historia de los derrotados, los vencidos y las víctimas. Me parece importante destacar que la trayectoria vital de Walter Benjamin se mueve desde la imagen de la diosa o ángel de la Victoria a la imagen del Angelus Novus, es decir, desde la idea de la historia de los vencedores a la idea de la historia como memoria de los vencidos y de las víctimas. Es muy claro que su educación en la Alemania Guillermina estuvo impregnada por los valores militaristas de la época, cimentados en una idea de la Historia como victoria permanente sobre los enemigos de la patria, así como en la idea del progreso constante de la nación y de la sociedad alemana. En realidad, la diosa Victoria es el símbolo político más importante no solo de Alemania, sino también de todos los nacionalismos europeos y americanos durante los siglos XIX y XX.

En tercer lugar, este libro encierra elementos importantes para una filosofía política de la ciudad como espacio de expresión de valores y símbolos del poder. Precisamente en sus textos sobre las ciudades, Walter Benjamin nos ha enseñado a comprenderlas de manera diferente. Aunque también escribió sobre Moscú, Marsella o Nápoles, las ciudades que marcaron su vida y su pensamiento fueron dos: Berlín, la metrópoli que imprimió en él las primeras vivencias, y París, «la capital del siglo XIX» sobre la que recogió miles de materiales durante muchos años de trabajo para redactar su monumental e inacabada Passagen-Werk. A estas dos ciudades me voy a referir brevemente a continuación. Berlín es la «ciudad vivida» por Benjamin y así la retrata en sus recuerdos de infancia y adolescencia, en libros como Infancia en Berlín en torno a 1900, en Crónicas berlinesas o en sus programas para la radio. Por otro lado, Benjamin era un profundo conocedor de la obra de Marcel Proust, no solo por su tarea de traductor de varios volúmenes de En busca del tiempo perdido, sino también por los artículos que escribió sobre él. Cabe sugerir un paralelismo entre la evocación del recuerdo en Proust, su búsqueda del tiempo perdido, por un lado, y la exploración que Benjamin hace de la infancia irremediablemente ida, por otro. Su infancia transcurrió en el patrimonio cultural de Berlín, de manera que la ciudad marcó indeleblemente la construcción de su identidad y la de todos sus compañeros de generación. En mi libro intentaré rescatar parte del patrimonio perdido de Berlín, «flaneando» con Benjamin a la búsqueda de los ángeles de la Victoria, que fueron los símbolos –inmortalizados en estatuas– del nacionalismo alemán y de otros nacionalismos europeos a lo largo del siglo XIX y comienzos del XX. Mi tesis básica es que el famoso Angelus Novus de Paul Klee, que Benjamin transformará en su Ángel de la Historia, es el contrapeso iconográfico de las imágenes de las diosas Nikés (reinterpretadas popularmente como «Ángeles de la Victoria») erigidas en Berlín desde el final de las guerras napoleónicas en 1815 hasta la conclusión de la Primera Guerra Mundial. Esta reinterpretación tiene su origen en que los atributos simbólicos de la diosa Niké y del ángel victorioso sobre el Mal son los mismos: las alas, la corona de laurel en una mano y la palma de la victoria en la otra. Berlín fue a lo largo del siglo XIX (en realidad desde 1815 hasta 1914) la ciudad de los triunfos militares y estos se celebraban con la instalación de numerosas estatuas de la diosa Victoria en los espacios públicos, diosas que eran vistas como ángeles por la mayor parte de la población. A modo de eslogan publicitario podríamos decir que durante todo un siglo Berlín fue la «ciudad de los ángeles». En este punto es importante la iconografía política como estudio de las estatuas que decoran los espacios públicos de la ciudad y transmiten mensajes ideológicos determinados. Dichas estatuas transmitieron en Berlín durante todo el siglo XIX una concepción de la Historia como historia de los vencedores y una filosofía política que legitimaba el autoritarismo prusiano y el origen divino de la autoridad de los monarcas.

 

En cuanto a París, solo quiero recordar aquí que Benjamin resume las intenciones de su Obra de los pasajes conectando seis nombres de personas con seis transformaciones arquitectónicas, urbanísticas o de interpretación de la llamada «ciudad de la luz»: 1) Fourier o los pasajes comerciales. (El Fourier utópico y la arquitectura de hierro y cristal de la época.) 2) Daguerre o los panoramas. (Benjamin es uno de los primeros historiadores y teóricos de la fotografía.) 3) Grandville o las exposiciones universales (como lugar de peregrinación hacia el fetiche llamado mercancía). 4) Luis Felipe o el interior. (El hombre particular entra en el escenario histórico con la ampliación del sistema electoral.) 5) Baudelaire o las calles de París. (Reflexiones sobre el flâneur.) 6) Haussmann o las barricadas. (El embellecimiento estratégico de París como escenario de la lucha de clases y como modelo de renovación urbana de otras ciudades europeas.) Estos seis elementos son el núcleo de la reflexión de Benjamin sobre París como capital del siglo XIX. Por otro lado, desde el punto de vista de la iconografía política, París es la ciudad de las derrotas desde el fracaso final de Napoleón en Waterloo hasta la Primera Guerra Mundial. Y sin embargo, los ángeles de la Victoria siguieron presentes en las calles de París y de otras ciudades francesas como símbolo del nacionalismo francés y, además, se erigieron nuevas estatuas de la Victoria. Por ejemplo, en el año 1873, poco después de la derrota francesa en la guerra franco- prusiana de 1870-71, el escultor francés Antonio Mercier presentó el grupo «Gloria Victis», creado en memoria de un amigo suyo, caído en los últimos días de la contienda militar. Una Victoria alada, en actitud de vuelo y elevándose del pedestal, se mueve hacia adelante llevando en sus brazos a un joven desnudo y muerto, con una espada rota, símbolo de la juventud francesa masacrada en los campos de batalla. Se trata de una Niké de los vencidos, de un ángel de la Victoria de las víctimas de la guerra. Además, otras diosas Nikés francesas celebraban los éxitos de la nación en la ampliación de mercados a través del colonialismo y los éxitos económicos en lo que he dado en llamar más adelante el «Ángel de la Victoria de las mercancías».

Estos tres elementos –iconografía política, análisis de la obra de Walter Benjamin y estudio del espacio público y simbólico de la ciudad– aparecen profundamente imbricados en las páginas de este libro, cuyos capítulos procedo a resumir en breves palabras. El primer capítulo, «De la diosa Fortuna al ángel de la Victoria en la ciudad de Berlín», trata de ver cómo en la iconografía política de la capital prusiana, dominada simbólicamente durante el Barroco y parte del siglo XVIII por la Fortuna (el mejor ejemplo es la estatua de la Fortuna como una veleta sobre la cúpula del palacio de Charlottenburg), se da el paso a otra imagen muy potente que impregna toda la vida política en el siglo XIX: la diosa Niké o diosa de la Victoria. La transición entre las dos imágenes implica una transformación mental desde una concepción de la política en la que las circunstancias externas imponen los cambios hacia una perspectiva de completa seguridad en las propias fuerzas de la nación que, ligadas al progreso de la economía, de la industrialización y de la organización burocrática del ejército y de la sociedad, impulsarán la marcha de la historia hacia adelante en una victoria permanente sobre otros pueblos y, especialmente, sobre Francia. Transformación, pues, de la inestabilidad del poder y del cambio repentino e incontrolado en manos de la diosa Fortuna a una situación de progreso permanente en la que el futuro asegura la supremacía de la sociedad alemana, representada por la diosa Niké o diosa de la Victoria. Además, explico cómo esta diosa de la Victoria se transforma en un ángel de cuño cristiano ya que en la mentalidad popular el concepto de diosa Niké permanece extraño.

El segundo capítulo, «Flanear por Berlín con Walter Benjamin en busca del ángel perdido», describe tres paseos hipotéticos acompañando a Benjamin a través del Berlín de su infancia, cuya huella impregna sus recuerdos infantiles de la vivencia de la gran ciudad. El primer paseo recorre el trayecto desde su casa natal al Tiergarten, el parque de su niñez. El segundo paseo comienza en el parque de la Victoria (Viktoria Park), con el monumento a las victorias prusianas sobre los ejércitos napoleónicos, y se dirige hacia la plaza de la Belle Alliance, presidida por una columna sobre la que se encuentra una estatua de la Victoria realizada por el gran escultor Christian Daniel Rauch. El escenario del tercer paseo es la famosa avenida Unter den Linden, el eje representativo, militar y triunfal de la ciudad, la Via triumphalis por la que desfilaban los ejércitos victoriosos y que también fue testigo del deambular de Benjamin durante los años de su etapa de estudiante en la Universidad de Berlín (hoy llamada Humboldt Universität) y en los años de su juventud y madurez. Los tres espacios de nuestro «flanear» con Benjamin fueron profundamente impregnados a lo largo del siglo XIX por el espíritu de las victorias en las guerras de liberación nacional frente a Napoleón y los ejércitos franceses. Debo recalcar que se trata de paseos imaginarios por los espacios que Benjamin recorrió una y otra vez, escenarios sobre los que habla en sus recuerdos de infancia, pero que nunca describió como tales paseos de manera sistemática.

El tercer capítulo, «Walter Benjamin: Ángel de la Victoria y Ángel de la Historia», analiza la Columna de la Victoria (Siegessäule) de Berlín como eje de la memoria de Benjamin sobre su infancia y que juega un papel similar a la famosa magdalena de Proust para abrir «el inmenso edificio del recuerdo». Trato las evocaciones de Walter Benjamin sobre su educación autoritaria y militarista en la Alemania Guillermina y me detengo especialmente en un capítulo de Infancia en Berlín en torno a 1900, en el que Benjamin describe sus impresiones de una visita escolar a la Columna de la Victoria, en la que sus profesores le explicaron los símbolos políticos y militares de este monumento. A continuación realizo una comparación sistemática entre esta figura de la Victoria (que representa a la Historia escrita por los vencedores) y la figura del Angelus Novus de Klee interpretado por Benjamin como el Ángel de la Historia. Y finalmente analizo la evolución de los símbolos políticos de la Columna de la Victoria desde finales del siglo XIX hasta la actualidad para poner en cuestión la frase de Benjamin según la cual «la Columna de la Victoria debió ser destruida con la celebración del último día de Sedán», es decir, con la última rememoración festiva de la victoria prusiana sobre Francia en la guerra de 1870-71. Hoy la misma Columna tiene significados muy diferentes, como puede verse, por ejemplo, en las películas de Wim Wenders El cielo sobre Berlín y Tan lejos, tan cerca, así como en las diversas reinterpretaciones del monumento realizadas por la propaganda política de diversos partidos o movimientos sociales, por la propaganda comercial o por su conversión en símbolo festivo de las celebraciones populares de las fiestas de fin de año, de la Love Parade, o de la convivencia entre las diversas culturas del mundo representadas en la ciudad de Berlín. El símbolo de la victoria germana sobre los ejércitos de otras naciones ha sido reconvertido en un símbolo de convivencia y en un lugar de reunión de manifestaciones pacíficas y democráticas de las masas populares. Hoy representa más la alegría ciudadana de vivir que las victorias del pasado sobre otras naciones.

Los dos capítulos siguientes tratan de los ángeles en la ciudad de París, la ciudad del exilio de Benjamin, en la que pasó la mayor parte del tiempo entre 1933 y 1940 trabajando en su libro inacabado Passagen-Werk. El capítulo cuarto, «Ángeles de la Victoria en la iconografía política de las calles de París», plantea en primer lugar la especificidad de la iconografía francesa en representar a la Historia como una mujer con alas o como un ángel. A continuación analizo las diosas Niké del Antiguo Régimen, los ángeles de la Revolución y la representación de las Victorias de Napoleón en el espacio público de París. El emperador intenta hacer de esta ciudad una nueva Roma con nuevos arcos de triunfo y ampliando la gran Via triumphalis para el desfile glorioso de las tropas de sus ejércitos tras cada triunfo militar en Europa. Finalmente examino cómo las derrotas militares francesas en 1815 y, especialmente, en 1870-71 también se representaron con ángeles, los ángeles de los vencidos. Tanto victorias como derrotas acaban produciendo ángeles en el espacio público de París y de otras ciudades francesas. El capítulo quinto, «El Ángel de la Mercancía en los Pasajes comerciales de París», descubre en algunos pasajes como la Galería Vivienne (ubicada precisamente detrás de la Biblioteca Nacional de Francia, en la que investigaba Benjamin) una decoración basada en la repetición de coronas de la Victoria y en ángeles de la Victoria, a los que yo denomino «Ángeles de la Victoria de las Mercancías». A continuación, me refiero a la transición de los pasajes comerciales a los grandes almacenes de novedades y analizo también la aparición de ángeles en los edificios de las sucesivas exposiciones universales de París. Finalmente, dedico un apartado a los ángeles y demonios en la obra poética de Charles Baudelaire, sobre quien investigó y escribió Walter Benjamin durante muchos años y fue uno de los autores centrales para su comprensión de la ciudad de París transformada en literatura.

El capítulo sexto, «Los ángeles de Kafka en Benjamin», cambia de escenario y se dirige a Praga. Benjamin fue un ávido lector e intérprete de la literatura de Franz Kafka durante toda su vida. Siempre me ha llamado la atención su frase sobre «el mundo de Kafka, tantas veces alegre y lleno de ángeles». Pero ¿dónde están los ángeles de Kafka? Intento responder en tres direcciones: en primer lugar, Amschel es el nombre hebreo oculto de Kafka; en segundo lugar, los ángeles de Kafka están en su ciudad, en Praga, donde curiosamente aparecen las mismas esculturas de la Victoria de Christian Daniel Rauch que Benjamin podía contemplar en Berlín. De hecho, una de las Victorias de Rauch fue famosa en toda Europa y apareció en muchas ciudades de diversas naciones para celebrar triunfos militares o para ensalzar el nacionalismo del lugar. En tercer lugar, investigo los diversos ángeles que emergen en los propios textos de Kafka, unas veces de manera directa y otras ocultos bajo los ropajes de algunos personajes de sus relatos, narraciones, diarios y novelas.

Finalmente, el capítulo séptimo, «El Ángel de la Historia vuela a Iberoamérica», analiza primero lo que podemos llamar la «conexión española» de Walter Benjamin, para centrarse después en cómo el ángel de la Victoria aparece en el siglo XX en América Latina, desde México hasta Chile y Argentina, metamorfoseado en el ángel de la Libertad o en el ángel de la Independencia. Estas figuras especiales de la Victoria surgen en el contexto de la celebración del primer Centenario de las Independencias en los distintos países iberoamericanos. Analizo algunas de ellas como el «Ángel» de Ciudad de México, el cual repite la historia de la transformación de una diosa Niké en un ángel cristiano, y me centro después de manera especial en la escultura pública de Santiago de Chile. Ciertamente Benjamin nunca estuvo en América, pero también allí aparecieron figuras del ángel de la Victoria, si bien con un siglo de retraso respecto a Europa. Además, en las últimas décadas destaca la gran influencia de la reflexión benjaminiana sobre el Ángel de la Historia en todo el continente americano.

 

* * *

El Angelus Novus de Paul Klee es una imagen que sirve como hilo conductor del pensamiento de Walter Benjamin desde 1921 hasta 1940, es decir, desde que la adquirió en Múnich hasta su muerte. En 1920, Benjamin había recibido como regalo de su mujer Dora una acuarela de Paul Klee titulada «Presentación del milagro» («Vorführung des Wunders»). A finales de mayo o comienzos de junio de 1921, durante una visita a su amigo Gershom Scholem, compró Benjamin en la Galería Hans Golz de Múnich la obra de Klee Angelus Novus, una pequeña acuarela de 31,8 por 24,2 centímetros. Durante unos meses, Scholem tuvo en préstamo el cuadro hasta que en noviembre del mismo año Benjamin le solicitó que se lo enviara a Berlín, donde estuvo colgado en un lugar principal en las diferentes viviendas por las que fue pasando. Esta imagen del Angelus Novus se convirtió para Benjamin en su tesoro más preciado, y consiguió que una amiga se lo trasladara a París en 1935, donde él llevaba ya dos años de exilio. Al abandonar París precipitadamente en 1940 por el avance de las tropas alemanas, Benjamin introdujo el Angelus Novus en una de las dos maletas de las que se hizo cargo su amigo Georges Bataille en la Biblioteca Nacional de Francia. Benjamin intentó escapar atravesando los Pirineos para cruzar España y llegar a Lisboa para tomar un barco hacia Nueva York, donde le esperaba Theodor W. Adorno. Pero la huida tuvo un trágico final en la frontera española, en Port Bou, donde Benjamin se suicidó al ser retenido por la Guardia Civil y ante la amenaza de ser entregado a la Gestapo. Después de la Segunda Guerra Mundial, el cuadro llegó a manos de Adorno en Estados Unidos, quien más tarde lo llevó a Frankfurt y se lo dio a Scholem, siguiendo la voluntad expresada por el propio Benjamin en un testamento escrito muchos años antes. Finalmente, fue donado por Scholem al Museo de Jerusalén, donde se encuentra en la actualidad.

Varios de los biógrafos de Benjamin han insistido en la identificación de este autor con el ángel. Así, Tila Rudel, titula su biografía Walter Benjamin, l’ange assassiné6. Bruno Tackels escribe, a modo de prólogo de su libro, una carta a Walter Benjamin en la que se refiere a él como el «ángel nuevo»7. Además recuerda Bruno Tackels las relaciones entre Benjamin y el College de Sociologie en París entre 1937 y 1939, así como la opinión de Klossowski compartida por Bataille de que Benjamin escondía bajo apariencias fijas, rígidas y autoritarias un «alma de ángel», pues era verdaderamente un individuo angelical, como un niño al que le hubieran pegado unos bigotes, decía también Bataille8. Por otra parte, Lorenz Jäger9 señala el hecho curioso de que Benjamin fuera enterrado en la zona católica del cementerio de Port Bou, a pesar de su condición de judío y de suicida. Además, constata que en el ceremonial hubo una misa católica y que en el entierro de Benjamin apareció un coro de frailes dominicos cantando el ritual de la liturgia católica de difuntos:

Al paraíso te lleven los ángeles,

a tu llegada te reciban los mártires

y te introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén.

El coro de los ángeles te reciba

y junto con Lázaro, pobre en esta vida,

tengas descanso eterno.

Finalmente, dos poemas de Heiner Müller describen a Benjamin como Glückloser Engel (Ángel sin Fortuna o Ángel sin Felicidad), en una expresión parecida a la usada por Scholem en su poema al Angelus Novus como falto de Fortuna o Felicidad, precisamente en la estrofa que Benjamin eligió como introducción a su Tesis IX de Sobre el concepto de historia. La recopilación de poemas realizada por Erdmut Wizisla y Michael Opitz en honor a Benjamin incluye los poemas de Heiner Müller y lleva precisamente también ese título: Glücksloser Engel. Dichtungen zu Walter Benjamin 10. En cierta manera, el Angelus Novus se transforma también en un «Ángel sin Fortuna/Felicidad».

La imagen del Angelus Novus de Paul Klee se convirtió en una referencia constante en la relación entre Benjamin y Scholem. Los dos amigos compartían una fascinación por los ángeles. La correspondencia entre ambos giraba frecuentemente sobre los ángeles, sobre una angelología especial, llena de humor e ironía, en la que bromeaban acerca de la organización imaginaria de una nueva universidad. Ya más en serio, Scholem escribió un poema a la acuarela de Paul Klee titulado «Saludo del ángel», una de cuyas estrofas fue incluida por Benjamin en 1940 al comienzo de la famosa tesis IX de su último escrito Sobre el concepto de historia. El icono del Angelus Novus es para Benjamin una «imagen dialéctica», formadora de conceptos, y su Denkbild («imagen- pensamiento») más importante, si bien no el único, pues también lo es la Siegessäule o Columna de la Victoria del Berlín de su infancia. Y en plural, Denkbilder («imágenes que piensan») es el título que los editores alemanes de Benjamin dieron a una serie de textos entre los que destacan sus análisis de ciudades como Nápoles, Moscú, Marsella, Weimar, San Giminiano o «París, la ciudad en el espejo». Creo que tiene razón Scholem cuando afirma que la imagen de los «ángeles nuevos» del Talmud unifica los escritos de Benjamin a partir de 1922 hasta 1940:

La imagen talmúdica de los ángeles que son creados nuevamente a cada instante en multitudes innumerables, para luego ser destruidos y volver a la nada, una vez que han alzado su voz ante Dios, unifica sus escritos tempranos y tardíos: los encontramos tanto hacia 1922, en el final del anuncio de la revista que nunca llegó a publicar, Angelus Novus, concebida en el apogeo de su período teológico, como en el último tramo de aquel ensayo aparentemente materialista sobre Karl Kraus en 1931, donde su producción tardía es introducida con un toque de diana marxista. Pero estos ángeles siempre nuevos, uno de los cuales Benjamin reencontró en el Angelus Novus de Paul Klee, un cuadro que amó infinitamente, tienen a la vez el aspecto de los ángeles del juicio y la destrucción. Su «voz que se pierde rápidamente en las alturas» (II, 367) es la anunciación del Apocalipsis en lo histórico, y eso es lo que más le interesa11.

Además, Scholem también reproduce el complejo y hermético texto de las dos versiones de Agesilaus Santander, escritas por su amigo Benjamin en Ibiza los días 12 y 13 de agosto de 1933, y en las que aparecen de nuevo las explicaciones del «Ángel Nuevo» de la tradición de la Cábala hebrea12.

Finalmente, el Angelus Novus de Paul Klee interpretado por Benjamin como el Ángel de la Historia aparece en 1940 en la Tesis IX de Sobre el concepto de historia, a la que me referiré en el capítulo III. No quiero entrar en este libro en una descripción de las innumerables interpretaciones del Angelus Novus13 porque mi intención es centrarme en una nueva vía de exégesis desde la iconografía política. Lo cierto es que Benjamin realiza una interpretación muy personal, se apropia de la imagen como una alegoría que le sirve a sus propios intereses teóricos, y no se plantea el significado que el autor, Paul Klee, pudiera haberle dado a su obra. Es claro que Klee y Benjamin comparten la tradición hebrea de los «ángeles nuevos» y también es evidente que el tema del ángel es una constante en la obra pictórica de Klee14. Pero no sabemos lo que pudiera haber dicho Klee acerca de la interpretación benjaminiana de su Angelus Novus, pues murió también en 1940, antes de la publicación de las Tesis de Benjamin Sobre el concepto de historia.

Por otro lado, importa destacar que el Angelus Novus no es el único ángel de Benjamin, sino que más bien parece que su mundo mental está lleno de estos seres alados e igualmente los podía encontrar en sus paseos cotidianos por la ciudad de su infancia, tal como podemos leer en las pequeñas escenas de los recuerdos de su Infancia en Berlín hacia 1900. Aquí aparecen referencias de Benjamin a los ángeles del hogar que presiden con otras figuras las entradas a muchas casas de la burguesía berlinesa, evoca al Ángel de la Muerte al pasar por el Hospital de Santa Isabel en la calle de Lützow cerca de su casa natal, el Ángel de la Navidad de su hogar familiar, el Ángel del Amor transforma su primer impulso sexual en una referencia a la figura alada de Psyche y, sobre todo, el ángel de la Victoria que corona la Siegessäule o Columna de la Victoria se convierte en la imagen central que abre el edificio de sus recuerdos, como veremos en el capítulo III del presente libro.