Czytaj książkę: «Las zonas oscuras de la democracia»

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Simonetti, Jorge Eduardo

Las zonas oscuras de la democracia / Jorge Eduardo Simonetti. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-87-0547-7

1. Ensayo Político. I. Título.

CDD 320

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

CONTRAFIGURA:

RAÚL RICARDO ALFONSIN

Un líder democrático que iluminó

el amanecer de la última república

EN SU HOMENAJE

Índice

Prólogo

Introducción

CAPÍTULO I . La democracia en los tiempos

DEMOCRACIA, ¿QUÉ DEMOCRACIA?

PREGUNTAS DE LA DEMOCRACIA

LA PRÁCTICA DEMOCRÁTICA EN LA HISTORIA

Desde Atenas a nuestros días

Las formas prehistóricas

La Grecia clásica y la ciudad-estado

La Republica Romana

La Repúblicas Oligárquicas de la baja Edad Media

HACIA LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA

Europa continental

Inglaterra

Estados Unidos

La rápida expansión en los siglos XIX y XX

CAPÍTULO II . La democracia en la doctrina filosófica y política

De Pericles a Rawls

I. Los detractores

II. Pericles (c. 495 a. C.- 429 a. C.).

III. Platón (427-347 a.C.)

IV. Aristóteles (384-322 a.C.)

V. Nicolás Maquiavelo (1469-1527)

VI. John Locke (1632-1704)

VII. Montesquieu (1689-1755)

VIII. David Hume (1711-1776)

IX. Juan Jacobo Rousseau (1712-1778)

X. John Stuart Mill (1806-1873)

XI. Jhon Dewey (1859-1952)

XIII. John Rawls (1921-2002)

¿POR QUÉ LA DEMOCRACIA ES MEJOR?

CAPÍTULO III . La democracia contemporánea

Los temores en los albores del sistema representativo

Condiciones que debe cumplir la democracia en el siglo XXI

Tipologías democráticas en la actualidad

Sistemas Parlamentario y Presidencialista.

Presidencialismo

Sistema semipresidencial o semiparlamentario.

Sistema del presidencialismo alternativo

CAPÍTULO IV . La democracia argentina

Breve historia antes de 1983

La reinstauración democrática con Raúl Alfonsín

Cierres de campaña y elecciones

Nunca más

La casa está en orden

Síganme, no los voy a defraudar

Indultos

El uno a uno y las privatizaciones

Dicen que soy aburrido

Que se vayan todos

El que depositó dólares, recibirá dólares

No voy a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada

La primera presidenta

Voto no positivo

Clarín miente

Reelección de Cristina

“Democratización de la justicia”, la gran batalla perdida por Cristina

Macri al gobierno

El traspaso del mando

Macri en la presidencia

Fortalezas y debilidades

CAPÍTULO V . Los niveles democráticos

Concepto

¿Qué es un país democrático?

Tipos de democracia y sistemas electorales

Democracia mayoritaria y democracia de consenso

CAPÍTULO VI . Crisis de la democracia

Encuadramiento del tema

Posdemocracia

El malestar de la democracia

La democracia incompetente

Las promesas incumplidas

La contrademocracia

La organización de la desconfianza

La democracia líquida

Otras formas de pensar la democracia:

CAPÍTULO VII . El deterioro de la representatividad tradicional

El conflicto como dato central de la política, la política como dato central de la democracia

Las instituciones, componentes esenciales de la democracia

Hacia una nueva representación

Los espacios de la representatividad democrática

CAPÍTULO VIII . Las zonas oscuras de la democracia (1)

GENERALIDADES

EJECUTIVO, EL PODER EXPANSIVO

Cesarismo democrático

Decisionismo

Liderazgo de popularidad y poder encarnado

“El poder no se mancha”

Exceptocracia y decisionismo en la Argentina

Leyes Tácitas (DNU)

Superpoderes permanentes

Democracia delegativa

CAPÍTULO IX . Las zonas oscuras de la democracia (2)

LEGISLATIVO, EL PODER ADAPTATIVO

Escribanía

“Congreso lavador y la república diezmada”

Ajenidad

“Sin debate no hay república”

JUDICIAL, EL PODER ESTRATÉGICO

“La justicia: el poder “contrapoder”

“Política de estado u oportunismo”

“El poder de las mil caras”

“Los jueces del oportunismo”

“Corte a la carta”

LA DEMOCRACIA SIN CONTROL

“La corrupción culposa”

“Los cascos de la corrupción”

CAPÍTULO X . Las zonas oscuras de la democracia (3)

REPUBLICANISMO VERTICAL O FEDERALISMO CLIENTELAR

Reparto de amigos

Laboratorios de autoritarismo

Sobrerepresentación parlamentaria y negociación barata

De la sumisión unitaria al reclamo federal

DESPARTIDIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA

NORMAS ELECTORALES A MEDIDA

CAPÍTULO XI . Las zonas oscuras de la democracia (4)

EL ESPÍRITU SOCIAL

RADICALIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA

CLIENTELISMO POLÍTICO

SINDICATOS

MANIPULACIÓN TECNOLÓGICA Y “FAKE NEWS”

GLOBALIZACIÓN

Epílogo

Bibliografía

Sobre el autor

Otras obras de lautor

Prólogo

Con enorme placer acepto el honor que me concediera el Dr. Jorge Eduardo Simonetti para prologar una obra magnifica, que resulta imposible de encasillar sencillamente porque las cosas muy buenas – como fenómeno que nos dejan absortos y consternados- no tienen una explicación fácil y menos resulta sencilla una definición o descripción.

Además de la erudición, el apego al estudio y la observación analítico-científica como cultor de las ciencias del derecho que desde siempre tuvo el autor, esta vez, ya con la experiencia de la síntesis de su paso por el periodismo, nos regala su mejor versión.

Nos ofrece una obra con cuidado rigor científico cuando aborda la democracia como sistema político, aquélla que desde sus albores -como dijera Tucídices- combina la “isegoria, isonomia e isocracia” como la igualdad en el marco de la libertad de los hombres, para conformar la igualdad ante las cargas públicas, la igualdad ante la ley y en el acceso a los cargos. Por eso analiza desde la antigua Grecia hasta nuestros días, con un enfoque científico, crítico y con precisión de los más sensibles cultores de la ciencia política. Los dos primeros capítulos dan cuenta de ello.

En el repaso de la evolución del sistema de relaciones humanas propias de las organizaciones sociales, el autor advierte que la política fue el vínculo en la etapa antigua, luego el derecho, más tarde la ideología, todo con una perspectiva que hunde sus raíces en las variadas manifestaciones que la filosofía política, a través de los autores, enriqueció la vida en muchas latitudes. Precisión, síntesis y un lenguaje ameno invitan a una lectura que apasiona.

La mirada sistémica puesta en el comportamiento del sistema, recibiendo las tensiones de una sociedad que en determinadas épocas fue escenario de convulsiones, tiene el rigor científico y analítico que se transporta en una observación empírica y desapasionada en la observación de nuestro país.

El observador no pierde el rigor científico, pero nos deja también la impresión de su compromiso: se advierte en esto, los valores del Dr. Simonetti por la dignidad humana, por la libertad y la justicia, que son el puñado de principios que ofician como motor para despertar tan noble inquietud.

La sola lectura del capítulo I al IV de esta imperdible obra es una muestra de lo que sintetizo con admiración.

El rigor analítico – propio de un sociólogo- se advierte en el capítulo V cuando aborda el tema de los niveles democráticos, puesto que – como dijera Burdeau- siempre pretendemos que la democracia sea una democracia gobernante y no una democracia gobernada, y de allí el enfoque en la intensidad de la democracia, cuando en su nombre no se satisfacen los derechos que son consustanciales al sistema mismo. Lejos de ser un desencanto, es una invitación a la reflexión para la asunción de los deberes que cada uno tiene como ciudadano. La prosa del autor aclara a la vez que estimula.

Por ello el diagnóstico que analiza seguidamente, expresa las distintas formas del desencanto con la democracia y con precisión quirúrgica apunta a la causa de estos males que tienen que ver con las formas y modos con que la representación deteriora el sistema que tanta vida, sangre y esfuerzo nos costara conseguir.

En los capítulos VI, VII y VIII el autor apunta a demostrar de que manera la representación, en distintas formas, modos y lugares, lejos de tomar las mejores enseñanzas de Rousseau en cuanto a los derechos del hombre, la forma de urdir el contrato social y la representación debida del funcionario -como enseñaba Sieyes- fue minando el sistema, degradando su comportamiento, utilizando la ley y distorsionando la verdad.

Allí demuestra el funcionamiento “anómico” de una sociedad permisiva, con una tolerancia que permite excesos que muchas veces provocan tensiones sobre el sistema, y apunta con claridad a los representantes, aquellos ocupantes provisorios de los poderes constituidos, que muchas veces no cumplen cabalmente el mandato popular, provocan decepción y generan frustraciones colectivas.

Cuando define con nitidez esta esfera del comportamiento y expresa con minucioso detalle lo que llama “las zonas oscuras de la democracia”, apunta a los representantes que, en diversas latitudes, abusando del poder, generan una situación propia de un modelo que degrada de la democracia representativa: “el neo absolutismo”. Los representantes, al sortear la ley, evadir los controles y defraudar las expectativas colectivas, se arropan ilegal e ilegítimamente de las prerrogativas propias de un régimen monárquico alejándose del modelo republico que exige el control y escrutinio de los actos de los gobernantes.

El conjunto de actitudes abusivas del poder, ejercitado casi de manera despótica y despiadada con carácter “hobbesiano” (con la licencia lingüística del término), es observado por el autor en las formas distorsivas que tiene el ejercicio de ese poder desbocado, que a menudo sortea los controles. De allí, entonces, el cesarismo plesbicitario, la democracia delegativa, el decisionismo, el liderazgo de popularidad, el poder encarnado, y las monarquías republicanas y repúblicas monárquicas, que son las disfuncionalidades del sistema, descriptas con precisión. El remate llega cuando dice que “el poder no se mancha”, puesto que los ciudadanos no tienen que soportar los excesos y las falencias de una clase política que no satisface las expectativas colectivas.

El autor por ello, dentro del siguiente capítulo de las zonas oscuras de la democracia, se detiene con claridad conceptual y vocación docente para desentrañar las formas y modos con que se manifiesta una crisis de representación, que desdibuja el comportamiento institucional, sea en el parlamento o en el poder judicial, donde el control (jurisdiccional o institucional), como el alfa y omega del sistema republicano, declinó notablemente, dejando una república diezmada como apunta con juicio certero. También pone foco en el cáncer del sistema democrático, la corrupción, que está presente aun cuando a veces se oculta entre los pliegues de los acontecimientos cotidianos.

Lejos de ser un “raconto” de malas noticias descriptas con maestría, cada tema nos invita a tomar partido por la defensa del sistema republicano, por la democracia como forma de vida, y la realización de la dignidad del hombre, por ello es que para el autor la lucha contra la corrupción es vital.

Esta inquietud se manifiesta en el capítulo siguiente, cuando se enfoca en la llamada corrupción política. Le pone detalles, ya que en “republicanismo vertical o federalismo clientelar”, es la corrupción del sistema del más fuerte sobre las provincias, que se manifiesta en el reparto de cargos a personas carentes de idoneidad, las formas de obtener el concurso sin consenso y carente de dialogo, se menoscaba la participación de los partidos políticos y cada sector busca que las leyes electorales sean a medida, olvidándose de lo que Bobbio nos enseñaba “reglas de juego” para la competencia -las que aportan claridad, transparencia y certeza- y “reglas de estrategia”, aquellas que permiten a un sector ganar, pero siempre respetando las reglas del juego.

El autor, por ello, rechaza toda forma de distorsión y corrupción. que colocan en peligro al sistema democrático. Advierte que existen dos fenómenos que lo agravan, como la manipulación tecnológica y las “fake news” en el marco de la globalización, sencillamente porque la democracia no debe realizarse al margen de la verdad, que debe ser cultora de los mejores ideales y más nobles propósitos y –sobre todo- el ámbito seguro de la realización de los valores que el hombre tiene en el obligado camino para alcanzar la dignidad individual y colectiva.

Casi como un devoto del sistema, nos indica que hay que recuperar una ética social – propia de la república-, que se pueden extender y profundizar los derechos cuidando el desarrollo colectivo, que siempre caminará de la mano de los mejores valores, nos indica, que sólo se logrará mediante hombres justos.

En el epílogo el autor, a modo de obligado inventario, vuelca toda su esperanza, expresa sus anhelos y pone sus mejores intenciones en esta realización colectiva que, como nos enseña, tiene una “permanente reconfiguración por la tensión entre la libertad y el poder”, pero donde tiene que salir ganando, siempre, el ciudadano.

Por último, Jorge, el querido y admirado amigo, me confirió este honor, leer su libro y prologarlo, fue ameno y fácil, es como si Jorge hablara, siempre con la ductilidad del aporte científico que mezcla lo constitucional, la ciencia política y los aportes de la sociología, solo que la grata sorpresa está en la claridad y precisión de sus aportes. No podría estar más agradecido, porque esta obra sin dudas va a contribuir a mejorar la calidad institucional, convencido que con ello se mejora la vida de carne y hueso de cada compatriota.

Armando Rafael Aquino Britos

Introducción

Democracia:

Cuántas cosas hemos hecho los hombres invocando tu nombre.

Recordarte en la ausencia nos consoló en momentos que la niebla autoritaria lo oscurecía todo y los derechos debían arrancarse a tirones, y supimos apreciar tu presencia como abanderada en las transiciones pacíficas que tus tiempos, hoy ya largos, establecen en el mando social.

Nos hemos servido de tu esencia para promover el bien, la libertad, la dignidad humana, la tolerancia, el diálogo, la visión plural, para luchar contra el autoritarismo, la injusticia, la desigualdad, también contra el flagelo del hambre y de la pobreza extrema. Lo hicimos con suerte desigual, pero siempre con la posibilidad que tu generosidad nos regala, de poder corregir nuestros errores, aprender de las caídas, emprender otros rumbos, rescatar nuevas ilusiones.

Magnánima, le pusiste el cuerpo a las inconsistencias humanas, a las que en tu nombre generaron verdaderas autocracias, a quienes, derrotados en su política incompatible con la condición humana, osaron resurgir bajo el engañoso paraguas de la radicalización democrática, a quienes pretendieron utilizarte meramente desde el discurso político y no desde los hechos concretos, a quienes no entendieron que tus males su curan con más y no con menos de tu genética pluralista.

En las buenas estuviste para brindarnos tu impronta, tu organización, tus objetivos; en las malas para iluminar las noches oscuras con tus valores.

Y yo puedo decirte, con una mano en el corazón, que comí de tu mano, curé mis heridas en tu regazo y me eduqué en los pliegues de tu infinita sabiduría. Yo supe que era verdad aquello que me decía uno de tus sacerdotes más queridos: “con la democracia se come, se cura y se educa”, ¡sí que lo supe!

También me enseñaste a identificar el engaño, la apariencia, la falsa sonrisa, el mensaje artificioso. No les creí cuando difundían la consigna de “democratización de la justicia”, querían utilizar tu buen nombre para terminar con tu hija predilecta, la república.

En tus aulas aprendí a diferenciar la autoridad del autoritarismo, el pensamiento plural de la uniformidad alienante, entendí que la solidaridad humana sólo tiene valor cuando compartimos lo que es propio, que no es con monedas de libertad que debemos pagar a los poderosos de turno el precio de la propia dignidad, que el trabajo y no la dádiva nos confiere la ciudadanía completa en tus dominios.

La democracia nace de la voluntad de la ley, se consolida con el cumplimiento de los estándares republicanos y se prolonga en el tiempo a través de la práctica social. Necesita de líderes democráticos, los autócratas sólo pueden generar seguidores, nunca ciudadanos.

En definitiva, querida democracia, no nos debes nada, somos nosotros tus eternos deudores, porque no hemos sabido completar con energía los amplios espacios que nos entregaste para que los administráramos con sabiduría, para en cambio malversar tus principios con propósitos egoístas, declinaciones éticas e inconsistencias fácticas.

Somos los hombres los que debemos defender la democracia, aunque a veces pareciera que es ella la que debe defenderse de nosotros. Diré, entonces, parafraseando a un conocido demócrata: “no preguntes que puede hacer la democracia por ti, pregúntate que puedes hacer tú por ella”.

Sé que la lucha para iluminar tus zonas oscuras nunca termina, está en permanente reconfiguración, precisa de hombres libres, libres de sus temores, de sus fragilidades, de sus egoísmos, dispuestos a no hacerles fácil a los autoritarios, a los que utilizan tu buen nombre para sus propios fines, a los que medran con el esfuerzo ajeno.

En definitiva, quiero seguir contigo, recogiendo tus girones, desplegando tus banderas, defendiendo tus propósitos, porque si te vas, si nos abandonas definitivamente, si piensas que no tenemos remedio, se habrá instalado en la república, definitivamente, la espesa niebla de la autocracia o de la anarquía.

El autor

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