Czytaj książkę: «Detective Zack»

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Detective Zack

Peligro en el campamento de dinosaurios

Jerry D. Thomas


Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

Índice de contenido

Tapa

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Detective Zack

Peligro en el campamento de dinosaurios

Jerry D. Thomas

Título del original en inglés: Danger at Dinosaur Camp. Detective Zack, Pacific Press Publishing Association, Nampa, Idaho, E.U.A., 1995.

Dirección: Stella M. Romero

Traducción: Doris Samojluk

Diseño de tapa: Andrea Olmedo Nissen

Diseño del interior: Marcelo Benítez

Ilustración de tapa: Sandra Kevorkian, Shutterstock (Banco de imágenes)

Libro de edición argentina

IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina

Primera edición, e - Book

MMXX

Es propiedad. Copyright de la edición en inglés © 1995 Pacific Press® Publishing Association, Nampa, Idaho, USA. Esta edición en castellano se publica con permiso de los dueños del copyright. Todos los derechos reservados.

© 2014, 2020 Asociación Casa Editora Sudamericana.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-798-303-6


Thomas, Jerry D.Detective Zack : Peligro en el campamento de dinosaurios / Jerry D. Thomas / Dirigido por Romero, Stella M. / Ilustrado por Sandra Kevorkian. - 1ª ed . - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2020.Libro digital, EPUBArchivo digital: OnlineTraducción de: Doris Samojluk.ISBN 978-987-798-303-61. Vida cristiana. 2. Dinosaurios. 3. Paleontología. I. Romero, Stella M., dir. II. Kevorkian, Sandra, ilus. III. Samojluk, Doris, trad. IV. Título.CDD 248.4

Publicado el 12 de noviembre de 2020 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

E-mail: ventasweb@aces.com.ar

Web site: editorialaces.com

(texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Capítulo 1


De nuevo en una carpa
Monumento Nacional Dinosaurio

Es difícil escribir a la luz de la fogata del campamento. ¡Ay! Especialmente cuando los mosquitos te tratan como si fueras un alfiletero. Yo estaba escribiendo dentro de mi carpa, pero había un mosquito. Lo busqué y lo aplasté... con mi linterna. Por supuesto, ahora mi linterna no funciona.

¿Será que los mosquitos picaron a los dinosaurios? Tendré que preguntarle al profesor Huesos.

¡Ay! Si estos mosquitos estaban cuando vivían los dinosaurios, no es extraño que todos los dinosaurios se hayan muerto. Probablemente se quedaron sin sangre.

Con excepción de los mosquitos, me gusta este lugar para campamentos. Los muros son altos de un lado y el río está tan cerca que puedo escucharlo todo el tiempo. Salvo el rumor del río, está muy tranquilo aquí, no como hoy a la tarde cuando llegamos.

Había personas gritando, volaba polvo, las luces del auto del policía se prendían y apagaban intermitentemente. ¡Era divertido mirar eso!

–Robaron nuestra radio –estaba diciendo un hombre detrás de un remolque de viaje color marrón–. Era una radio costosa. Señor policía, espero que la encuentre.

Una mujer con el uniforme del parque nacional levantó la mano.

–Lo siento, señor Gorriti –dijo–. Odio tener que hacerlo venir hasta aquí, pero parece que tenemos un ladrón en el campamento.

–Yo andaba por la zona de todos modos, guardabosques Martínez. Ahora, lo más probable es que quien sea que la haya tomado esté aquí en el campamento. Así que si alguien de aquí, como por ejemplo alguno de ustedes, chicos, ha hecho algo que ya está lamentando, ¿qué les parece devolverlo y todos podremos continuar con nuestras vacaciones?

El policía se volvió lentamente y miró a cada uno de los chicos parados a su alrededor. Cuando su mirada se posó en mi hermana y en mí, yo levanté las manos.

–Eh, no me mire a mí. Yo acabo de llegar.

El policía Gorriti levantó una ceja y casi sonrió.

–Gente, vigilen a sus chicos. Guardabosques Martínez, hablemos en la estación de los guardabosques.

–¿Qué está pasando? –preguntó mi hermana Keyla a un chico que estaba parado cerca. Luego me enteré de que su nombre era Luis.

Él se encogió de hombros.

–Con mi familia llegamos hace apenas unas horas. Todo lo que sé es que dos o tres personas dijeron que les habían robado cosas de sus carpas o remolques.

–¿Falta algo en tu campamento? –le pregunté.

Luis sacudió la cabeza.

–Me temo que el guardabosque piense que yo soy el ladrón, porque las cosas empezaron a desaparecer enseguida después que llegamos.

Pensé por un momento.

–¿Las cosas desaparecieron en ese momento o en ese momento la gente se empezó a dar cuenta de que le faltaban cosas?

Luis chasqueó sus dedos.

–Eh, tienes razón. Esas personas estuvieron escalando toda la mañana fuera del campamento. Regresaron más o menos al mismo tiempo que nosotros llegamos. Y allí fue cuando se dieron cuenta de que les faltaban cosas.

–O sea que el ladrón pudo haber robado las cosas en cualquier momento mientras ellos no estaban –concluí–. Ves, yo sabía que no habías sido tú.

–Gracias –dijo Luis–. Ahora todo lo que tengo que hacer es convencer al guardabosque.

Señaló a otro lugar del campamento, del otro lado del camino.

–Creo que ellos lo hicieron.

Keyla y yo miramos al lugar del campamento donde miraba Luis.

Luis continuó.

–Esas carpas están repletas de adolescentes que hablan en voz alta y molestan. Ya los escuché desde acá gritándose entre ellos. Y esta tarde el guardabosque tuvo que decirles que bajaran el volumen de la música.

Mientras estábamos mirando, un muchacho de pelo negro desgreñado, con sus auriculares conectados a la radio en su cintura, salió de su carpa y se fue caminando moviendo su cadera en dirección al río. Keyla sacudió su cabeza.

–¿Por qué la gente hace eso? ¿Por qué hacen todo un viaje para estar en una zona desierta y luego escuchan lo mismo que escuchan en sus casas?

Yo estaba de acuerdo con Luis. Los adolescentes estaban primero en mi lista de sospechosos.

–¿Van a hacer balsismo, chicos?

***

Balsismo y rafting tienen significados equivalentes: actividad deportiva y recreativa que consiste en recorrer el cauce de ríos en la dirección de la corriente, por lo general sobre algún tipo de embarcación o balsa.

***

Un hombre sostenía unos papeles enfrente de la insignia de balsismo de su camisa. El nombre “Bernardo” estaba cosido en el otro lado de su camisa. Dijo:

–No dejen de hacer un viaje en el Río Balsa Roja, mientras estén aquí. No se pierdan la oportunidad de navegar los saltos Manantial Cálido.

–Gracias –le dije mientras todos tomábamos una publicidad del lugar–. Haremos balsismo en algún momento esta semana.

–Espero que sea con nosotros –dijo Bernardo mientras se alejaba.

–Yo también planeo hacer balsismo –dijo Luis.

Resultó que la familia de Luis está aquí por la misma razón que está la mía. Sus carpas rojas y azules están solo a unos pasos de las nuestras.

Entonces, ¿por qué estoy luchando contra los mosquitos en la tierra de los dinosaurios? Es una larga historia. Como el viento está trayendo el humo de la fogata sobre mí, voy a contener la respiración y escribir lo más rápido que pueda. (¡Eh, por lo menos el humo mantiene alejados a los mosquitos!)

Este año, en la escuela, parecía que todos estaban hablando sobre los dinosaurios. También yo: me gustan los dinosaurios. Creo que el Tyrannosaurus rex era asombroso. Pero, mi favorito es el Brachiosaurus. Eran muy grandes y tenían cuellos largos, sacaban sus cabezas por arriba de los árboles como un submarino saca su periscopio.

Fabián y yo, junto con Tomás, un chico que se había mudado hacía poco al vecindario, jugábamos mucho a los dinosaurios en los bosques. Pero, cada vez que hablábamos de dinosaurios había una discusión.

–Me hubiera gustado vivir cuando estaban los dinosaurios –dije un día.

–¡Ja! –se rio Tomás–. Eso es una locura. Todos saben que los dinosaurios vivieron millones de años antes de que hubiera personas.

–Solo es un deseo –contesté–. Además, la Biblia dice que Dios creó todas las cosas en seis días. Así que, las personas y los dinosaurios estuvieron vivos al mismo tiempo.

–Mira –dijo Tomás–, los científicos pueden probar que los dinosaurios vivieron millones de años antes de que hubiera personas.

Yo sabía que la palabra correcta para nombrar a un científico que estudia huesos y fósiles es un paleontólogo. Pero, no dije nada.

Tomás continuó:

–Por lo tanto la Biblia no puede estar en lo cierto. Pero a quién le importa... juguemos antes de que tenga que irme.

Bueno, a mí me importaba. Y luego de que Tomás se fue, me enteré de que a Fabián también le importaba.

–Zack, ¿piensas que Tomás tiene razón respecto a los dinosaurios? ¿Crees que la Biblia está equivocada?

Antes, Fabián creía que las historias de la Biblia eran cuentos irreales y que los científicos podían probarlo. Pero luego que le mostré evidencias científicas que apoyan la historia del diluvio, comprendió que posiblemente la Biblia tenía razón.

Me encogí de hombros.

–Creo que la Biblia tiene razón, pero no creo que diga nada sobre los dinosaurios. No sé cómo explican los dinosaurios los paleontólogos que creen en la Biblia. Me gustaría descubrirlo.

–Sí –estuvo de acuerdo Fabián–, no hay dinosaurios por aquí para estudiarlos. ¿Y cuánto se puede aprender de un montón de huesos y fósiles? Creo que nunca lo sabremos con seguridad.

Pensé que Fabián tenía razón sobre los dinosaurios. Resulta que quizás ambos estemos equivocados.

¡Ay! Ni bien se disipó el humo lo suficiente como para poder respirar, otro mosquito me picó. Todavía no he explicado dónde estamos o porqué estoy escribiendo en mi cuaderno en este momento, pero eso tendrá que esperar. Me vuelvo a la carpa.

Pistas de dinosaurios

Si los dinosaurios realmente vivieron hace millones de años, ¿cómo puede ser cierta la historia bíblica de la creación?

Si la historia de la Biblia es cierta, entonces los dinosaurios y las personas vivieron al mismo tiempo.

Palabras para recordar

Paleontólogo: un científico que estudia huesos y fósiles para aprender sobre animales o plantas que vivieron hace mucho tiempo.

Capítulo 2


El campamento de los dinosaurios

Algo me despertó de un sueño profundo. Espié a través de mis pestañas solo lo necesario para darme cuenta de que estaba empezando a clarear. Como no escuché nada más que el río, casi me vuelvo a quedar dormido.

Luego volví a escucharlo. Alguien estaba gritando. Y cada vez más cerca. Esta vez, me senté y me acerqué al cierre de la carpa.

–¿Qué sucede? –preguntó Keyla mientras pasaba a su lado arrastrándome.

–No lo sé. Si puedo lograr que este cierre se mueva, quizá nos enteremos.

Ella tiró del otro extremo y finalmente el cierre se abrió. Ambos sacamos nuestras cabezas lo suficiente para ver a un grupo de personas mal vestidas y con cabellos desgreñados.

–¡Yo lo vi aquí! –casi gritaba una mujer. Señaló a un cañón que serpenteaba hacia la cima de la meseta (una montaña con una cima plana).

–¿Qué? –preguntó alguien, tratando de calmarla–. ¿Qué es lo que vio?

–Yo estaba casi en la cima y los primeros rayos del sol estaban iluminando la pared del cañón. Escuché un ruido extraño, como de algo grande que se arrastraba entre las rocas. Luego lo vi: tenía cuello largo como el tronco un árbol y una cabeza pequeña. Sus mandíbulas se abrían y se cerraban.

–Ella debío de estar sonámbula –susurró Keyla.

La amiga de la mujer trataba de calmarla otra vez.

–¿Estás segura? Quizá solo era un árbol moviéndose con el viento.

–¿Realmente lo vio? –preguntó otra persona.

–No realmente –admitió la mujer–, solo vi su sombra contra la pared del cañón. ¡Pero luego comenzó a perseguirme! Escuché pisadas que retumbaban sobre mí. ¡Sonaban como una manada entera de ellos! Así que corrí.

Todos se quedaron inmóviles por un minuto. Finalmente alguien hizo la pregunta que yo tenía en mente.

–¿Una manada entera de qué?

La mujer se cubrió la cara.

–Ustedes van a pensar que estoy loca, pero era... ¡un dinosaurio!

La mayoría de las personas trataron de disimular sus sonrisas. Pero Keyla no. Se rio fuerte.

–¡Ja, ja, ja! Ahora estoy segura de que estaba dormida, ¡y soñando!

–No estoy loca –le dijo la mujer a sus amigos–. Era uno de esos dinosaurios con cuellos largos.

–Bien –dijo su amiga–. Vamos a preparar el desayuno.

–¡No, mejor voy a hacer mi bolso! –dijo la mujer–. Mi familia no se quedará aquí ni un minuto más con una manada de dinosaurios asesinos sueltos, dando vueltas por aquí.

Luego de eso, todos se fueron. Keyla y yo nos acomodamos nuevamente en nuestras bolsas de dormir.

–¿Qué piensas que vio ella? –pregunté.

–¿Quién sabe? Quizás el sol le estaba dando directamente en los ojos o algo así. Es imposible que algún dinosaurio esté dando vueltas por aquí, ¿verdad?

Luis tenía la misma pregunta cuando lo vimos más tarde.

–Esa mujer se habrá confundido –dijo Luis.

Keyla y yo lo miramos.

–¿Qué?

Luis sonrió.

–¡Por supuesto! No hay dinosaurios reales por aquí, ¿verdad?

–No es verdad.

Todos giramos para ver quién estaba hablando. Era el guardabosque Martínez, que montaba un caballo.

–Se encontraron por aquí cientos de dinosaurios reales –dijo–. Fósiles de dinosaurios reales, mejor dicho. Estos dinosaurios son reales, pero han muerto hace mucho tiempo. Muchos científicos piensan que hace cincuenta o sesenta millones de años.

–Guardabosque Martínez –preguntó Keyla–, ¿qué piensa que vio esa mujer esta mañana?

El guardabosques sonrió.

–Como le he estado diciendo a la gente toda la mañana: no hay dinosaurios vivos aquí y tampoco en ningún otro lugar de la Tierra. Tenemos linces, coyotes y a veces también lobos y pumas, pero no dinosaurios. No sé qué es lo que vio ella, pero debió de haberse confundido con la luz del amanecer.

–¿Nunca nadie dijo haber visto algo así? –pregunté.

Él se encogió de hombros.

–La gente ha estado viendo cosas extrañas aquí desde que esta tierra se convirtió en parque nacional. Creo que quieren que sea espeluznante por todos los huesos de dinosaurios. Creo que disfrutan de un buen susto. Pero, todavía no hemos perdido a ningún niño por culpa de los dinosaurios y tampoco sucederá este verano. Que tengan un día divertido.

Se alejó con su caballo hacia otro lugar del campamento, posiblemente para contestar algunas preguntas.

–¿Lo ven? Yo tenía razón –dijo Keyla.

–Yo escuché lo que dijo el guardabosques –estuve de acuerdo–. ¿Escucharon lo que nos dijo?

Keyla puso sus brazos en la cintura como si fueran las asas de una jarra.

–¿Cómo podríamos escuchar algo si él no lo dijo?

–Sí –estuvo de acuerdo Luis–. ¿De qué hablas?

Levanté mis manos.

–Yo le pregunté si alguien más dijo alguna vez haber visto algo como lo que vio la mujer esta mañana. Y el guardabosques Martínez no dijo que no.

Ambos lo pensaron.

–Pero él... –comenzó a decir Keyla, y luego se detuvo.

–Él dijo que la gente había visto un montón de cosas extrañas –recordó Luis.

–Creo que debemos hacer planes para explorar ese cañón –les dije–. Y pronto, antes de que se borren las huellas.

Luis estuvo de acuerdo en reunirse con nosotros después del almuerzo.

Mientras estaba bombeando agua para cocinar el almuerzo, recordé lo otro que dijo el guardabosques Martínez y que no me gustaba. Dijo que los dinosaurios habían estado muertos por cincuenta o sesenta millones de años.

Me hizo acordar a Tomás en mi casa.

Necesito terminar de explicar qué estamos haciendo aquí. Después de que Fabián y yo hablamos sobre los dinosaurios y la Biblia, esperé hasta la cena para hablar del tema con mi papá y mi mamá.

Esperé hasta que papá tomó un bocado de puré de papas.

–¿Por qué la Biblia miente sobre los dinosaurios? –pregunté.

Papá casi se atragantó. Mamá casi tiró su tenedor.

–Bueno, no creo que mienta realmente –dije rápidamente antes de que pudieran contestar–. No dice nada sobre ellos. ¿Por qué Dios no nos dice nada sobre los dinosaurios?

Papá finalmente tragó su comida.

–Bueno, Zack, esa es una muy buena pregunta, especialmente porque la Biblia nos enseña que el mundo fue creado hace solo algunos miles de años. Descubrimos algo sobre los dinosaurios la última vez que fuimos a acampar, pero no demasiado.

–Yo pensaba que todos los dinosaurios murieron en el diluvio –dijo mi hermanito Alejandro.

–Eso es también lo que yo pensaba –dije–. Pero, Tomás se rio de mí. Dice que los científicos pueden probar que los dinosaurios vivieron millones de años antes de que hubiera personas. ¿Pueden probar eso los científicos?

Papá tomó otro bocado mientras mamá contestaba.

–Fabián también pensaba que los científicos podían probar que el diluvio nunca ocurrió. Sin embargo, descubrimos algo diferente.

La señalé con mi tenedor.

–Pero ¿cómo podemos saber? ¿A dónde podemos ir? No podemos ir a un zoológico de dinosaurios y verlos nosotros mismos.

–Eh, quiero ir al zoológico de dinosaurios –dijo Alejandro–. ¿Podemos, mami, podemos?

Keyla revoleó los ojos.

–Alejandro, no existe un zoológico así. Los dinosaurios están todos muertos.

–Entonces, pueden estar en un zoológico, en un zoológico muerto –argumentó.

–Alejandro tiene razón –lo interrumpí–. Hay dinosaurios en zoológicos muertos. Se llaman museos.

Alejandro le sacó la lengua a Keyla.

–¿Ves? Podemos ir también. ¿Podemos, mami?

Mamá suspiró.

–No, Alejandro. Si vas a pelear con tu hermana, no te llevaré a ningún lado.

–Lo siento –murmuró.

Papá se sentó mejor, enderezando su espalda.

–Veré qué puedo encontrar sobre los dinosaurios, Zack. Quizás haya un libro que podamos leer o algo.

Unas semanas más tarde, papá tenía un anuncio para hacer.

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81 str. 19 ilustracje
ISBN:
9789877983036
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