La compasión en la antropología teológica.

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La compasión en la antropología teológica.
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Mejía Correa, Iván Fernando

La compasión en la antropología teológica. Una lectura desde la obra de Jesús Espeja Pardo / Iván Fernando Mejía Correa, Bogotá: Universidad Santo Tomás, 2019.

266 páginas;

Incluye referencias bibliográficas (páginas 251-266)

ISBN: 978-958-782-254-0

E-ISBN: 978-958-782-255-7

1. Civilización del amor - Fundamentación teológica. 2. Antropología 3. Hombre – Dignidad 4. Compasión y misericordia 5. Espiritualidad 6. Creación 7. Pecado 8. I. Universidad Santo Tomás (Colombia).


CDD 233.1 CO-BoUST


© Iván Fernando Mejía Correa, O. P., 2019

© Universidad Santo Tomás, 2019

Ediciones USTA

Bogotá, D. C., Colombia

Carrera 9 n.° 51-11

Teléfono: (+571) 587 8797, ext. 2991

editorial@usantotomas.edu.co

http://ediciones.usta.edu.co

Corrección de estilo: Ludwing Cepeda Aparicio

Diagramación: Myriam Enciso Fonseca

Diseño de carátula: Juliana Pardo Torres

Impresión: DGP editores S.A.S.

Hecho el depósito que establece la ley

ISBN: 978-958-782-254-0

E-ISBN: 978-958-782-255-7

Primera edición, 2019

Conversión a ePub

Mákina Editorial

https://makinaeditorial.com/

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, sin la autorización expresa del titular de los derechos.

A mayor gloria de Dios uni-trino, compasivo y misericordioso, con mi anhelo presbiteral en clave dominicana —como Jesús Espeja—

de irradiar testimonialmente su Misterio…

CONTENIDO

PRÓLOGO
LA COMPASIÓN, UN APORTE CLAVE HOY ENTRE TANTOS CLAMORES DE PAZ

Es para mí motivo de tan inmenso como inmerecido honor plasmar un preludio a este arduo trabajo, ya enaltecido académicamente en 2018. En efecto, he tenido el privilegio de una amistad espiritual con fray Iván Fernando Mejía, de casi veinte años, imitando el precioso ejemplo de los santos padres capadocios Basilio Magno y Gregorio de Nacianzo (“dos cuerpos con un alma en común”, Disertación 43 de este último, Oficio de Lectura del 2 de enero que celebra a los dos amigos), en nuestros tiempos de tantas rivalidades de egos intelectuales. Nos hemos emulado mutuamente en un permanente espíritu investigativo, tratando de seguir las radicales huellas de Santo Tomás: amor al conocimiento para Gloria de Dios, esperando solo su Lumen gloriae…

Recibimos el don de compartir estrechamente nuestras tesis doctorales fray Iván Fernando —la suya de teología y la mía de filosofía—, abonándolas con incesante oración durante un ascético trance paralelo de cuatro años, que muy significativamente culminó con broche de oro —para fray Iván Fernando y yo— en la memoria litúrgica de san Francisco de Asís, que ha iluminado el actual pontificado de un pastor latinoamericano: La sabiduría de un pobre como escribió el franciscano Eloi Leclerc, recientemente fallecido. A todas luces, fue hermosa y muy enriquecedora mi experiencia como revisor de este exhaustivo trabajo sobre la compasión en la magna obra de fray Jesús Espeja, O. P., dirigido por Patricio Merino Beas, Ph. D.

En cuatro capítulos se captan los fundamentos bíblico-teológicos de esta preciosa virtud, deslindándola y desglosándola con respecto a la misericordia (c. 1). Enseguida, a la luz de la Patrística, san Agustín de Hipona nos aporta su mirada interdisciplinaria (filosófico-teológica) sobre la compasión. El tema problémico se actualiza en el siglo XX, desde la óptica de teólogos paradigmáticos —Metz, Schönborn, Rocchetta, González Carvajal, González Faus, Pagola y Calleja—, para luego destacar el reciente Magisterio pontificio de los últimos cinco papas: los canonizados Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, el emérito Benedicto XVI y Francisco. Asimismo, se recalcan los aportes del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-65), el Catecismo católico (1992) y las luces de las cuatro conferencias episcopales latinoamericanas: Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007). El autor justiprecia la profunda teología de la liberación en cabeza de reconocidos teólogos como fray Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino y Leonardo Boff.

En el capítulo 2 irrumpe el protagonista —Espeja— con su copiosa bio-bibliografía (48 títulos de libros y artículos) y sus fuentes referenciales: Santo Domingo de Guzmán y la rica Escuela Dominicana, el Aquinate, la Escuela de Salamanca, la nueva teología y su influjo conciliar, e incluso sesgos de los filósofos de la Sospecha (Nietzsche, Marx y Freud, destacados por Paul Ricœur). Este libro entonces postula la compasión como clave hermenéutica de la teología espejiana, cuyos hilos conductores afloran ricamente, el principal de los cuales es el misterio de la Encarnación, que ilumina y jalona toda su antropología teológica.

Ahora bien, el capítulo 3 presenta la contextualización y sistematización de la categoría de la compasión en clave trinitaria (como prerrogativa por excelencia del Padre Celestial, de Jesucristo-Verbo encarnado y del Espíritu Santo), a su vez exigente atributo de toda la Iglesia, implementado a través de los sacramentos y ejemplificado en la bienaventurada Madre María, por antonomasia “Mujer de la Compasión”. En suma, esta virtud de virtudes emerge como el sello indeleble o impronta de la imagen divina en el ser humano. “Categoría sustancial poliédrica” —con palabras del autor— dentro de una amplia gama de connotaciones: relacional, intersubjetiva, encuentro, experiencia, expresión de koinonía o comunión eclesial, y de alteridad o apertura profunda al otro, denominado rostro por el pensador judío E. Levinas.

De manera que este tema prioritario de la compasión aflora también en términos como la razón cordial entronizada por los filósofos creyentes Adela Cortina y Carlos Díaz Hernández, temática interpretada como donación, acción efectiva y plena solidaridad, con un plus evangélico sobre el simple altruismo o filantropía hoy en boga.

Finalmente, el capítulo 4 nos induce a la implementación antropoteológica de la compasión en el marco de la teológica fundamental como un tópico tan ineludible como primordial de la hermenéutica teológica, en verdad todo un signo de los tiempos y categoría testimonial. Tema primigenio y medular del Evangelio de cara a prioridades pastorales como el diálogo ecuménico, cual criterio moral insoslayable de episodios radicales (parábolas del “Buen Samaritano” y del Juicio Final, Lc 15 y Mt 25). En suma, constituye la cumbre de la misma espiritualidad cristiana, y se proyecta al diálogo interreligioso, dos necesidades urgentes hoy según el papa Francisco. Compasión que debe ser inculturada hoy en todas las latitudes.

Es muy meritorio este libro que abarca cerca de 14 páginas de rica bibliografía, para convertirse en un texto praxeológico (teórico-práctico) que ojalá trascienda en la apremiante formación de laicos y pastores para la construcción del Reino de Dios en la actual coyuntura global, continental, nacional, incluso regional de quienes trabajan por una paz que emane de la justicia, no reductible a pactos convencionales de disuasión sino urgidos de cambios personales, estructurales y sociales de hondo calado. Que ojalá incida e impacte en nuestra Iglesia y su teología, tan necesitada de contemplación y parresía.

Enhorabuena, pues, para este libro que sale a la luz: buen tiempo y buena mar a este proyecto que, sin duda, colma un vacío temático entre tanta literatura de consumo y moda (o simples trabajos academicistas), al reivindicar un teólogo tan comprometido y coherente como fray Jesús Espeja Pardo, a quien yo también admiro profundamente.

SANTIAGO MARÍA BORDA-MALO ECHEVERRI,

Ph. D. en Filosofía USTA-Bogotá

y diácono parresiasta del Movimiento “Diaconía y Parresía”.

Tunja, Domingo de la Ascensión del Señor y recordando

a san Juan XXIII, ‘el papa Bueno Conciliar’,

2-3 de junio de 2019, en camino hacia un Nuevo Pentecostés.

INTRODUCCIÓN

En el presente libro se abordará la categoría compasión a la luz de la teología de Jesús Espeja Pardo, que busca profundizar en la antropología teológica a partir de los conceptos de imagen y semejanza, mostrando cómo este tópico dinamiza estos conceptos y posibilita un diálogo iluminador en el interior del discurso teológico. Seguimos el método genético evolutivo o progresivo, identificando, analizando y sistematizando esta categoría del autor, con miras a encontrar los posibles hilos conductores que ayuden a profundizar la antropología teológica, sabiendo que la compasión se constituye en una realidad sustancial poliédrica que permea toda la teología y de la cual se desprenden implicaciones en todos los ámbitos de la teología.

Generalmente, la categoría compasión ha sido tratada en su plano netamente teológico, es decir, como atributo o prerrogativa divina. Desde allí, se suele dar el salto al ámbito moral, como acciones compasivas. Por mucho tiempo, la compasión fue subestimada, vista solamente en muchas ocasiones como accesoria desde una perspectiva sentimental y piadosa. Al respecto, esta investigación, basándose en la teología de Jesús Espeja Pardo y la tradición dominicana, busca situar la compasión desde la esfera de la antropología teológica y no solamente como virtud sustancial en Dios, sino que también se revela como categoría fundante en el hombre y se muestra además como categoría poliédrica que informa todas las categorías antropológicas que afectan a la teología en sus disciplinas.

 

Esta investigación se enmarca dentro de la tradición de la Orden de Predicadores. Esta es una de las órdenes más importantes y antiguas de la Iglesia. Frailes ilustres componen sus 800 años de historia. Basta dar una mirada al pasado para reconocer que el Espíritu Santo ha derramado sus dones de manera irrestricta en los hijos de Santo Domingo de Guzmán. Uno de sus frutos ha sido una profusa y variada teología, que ha sabido responder a las circunstancias históricas más diversas. Dentro de todas las corrientes y modos en que se ha expresado la teología dominicana, una ha resultado relevante en la experiencia cristiana de fe: la compasión. Se remonta ella a los orígenes de la Orden de Predicadores y no ha dejado de desarrollarse desde entonces. Así aparece como característica de Santo Domingo de Guzmán, es esbozada por Santo Tomás de Aquino, pilar inspirador de la reflexión de la Escuela de Salamanca, que también la desarrolla, y, en los tiempos actuales, es inspiradora de la teología de la liberación.

Uno de los portaestandartes de la categoría compasión en la teología es el dominico español Jesús Espeja Pardo, quien ha sido el responsable de continuar pensando la compasión dentro del amplio horizonte de la espiritualidad dominicana. Pero decir que Espeja es solo un continuador sería no hacer justicia a un don que a toda vista la Providencia le ha otorgado de manera especial, esto es, saber leer los signos de los tiempos y mantener el carácter salvífico del cristianismo ante los más bruscos cambios epocales. Al hacer esto, Espeja ha mostrado la posición fundamental de la compasión que, relegada a un papel secundario y con frecuencia desposeída de su vitalidad divina, ha venido a ser un tema secundario de la reflexión teológica.

Por medio de esta investigación, he tratado de mostrar la riqueza teológica que subyace a la compasión a través de la obra de fray Jesús Espeja Pardo, O. P. Este trabajo se encuentra dividido en cuatro capítulos, a modo de cuatro fases. Estos responden en su conjunto al objetivo general, que se desglosa mediante el desarrollo de los objetivos específicos. En primer lugar, se describen los datos fundamentales de la teología, la filosofía y la Revelación, manifestados en la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia, en relación con la compasión o misericordia. En segundo lugar, se presenta la obra teológica de Jesús Espeja Pardo en relación con la compasión, contexto en donde se descubre a ésta como clave hermenéutica de su lectura teológica. En la tercera parte se profundiza en las relaciones teológicas y las dimensiones consecuentes de la categoría compasión en Jesús Espeja, puntualizando las posibilidades de la compasión en la antropología teológica. Por último, como cuarta parte, se explicitan las implicaciones de la compasión en la antropología teológica y la teología en general.

CAPÍTULO 1
LA COMPASIÓN DESDE SUS FUNDAMENTOS BÍBLICO-TEOLÓGICOS
La compasión en la teología bíblica

¿Misericordia o compasión? (Deslinde y desglose de estos dos términos teológicos afines)

El Señor es compasivo y misericordioso (…)

Su misericordia es eterna.

(Salmos 103, 8; 25, 6)

Una de las constantes del Dios de Jesucristo es que es un Dios misericordioso, tierno, compasivo1. Para muchos tratadistas, estas actitudes son las constantes de Dios y no se pueden separar. Cuando se habla de misericordia, a la vez se está aludiendo a la compasión. Tanto así que en algunas traducciones nos encontramos con que a veces se traduce por compasión o misericordia2. Por ello, un autor como José Manuel Andueza afirma: “De entrada nos encontramos con que en el Antiguo Testamento hay diferentes palabras, pues —tal como nos indica Duerrwell—, para celebrar este cariño misericordioso la Biblia hebrea disponía de una gama de términos, cada uno de los cuales encierra a su vez múltiples armónicos”3. Podemos decir, con Xabier Pikaza y José Antonio Pagola, que la misericordia tiene nombres o notas características.

Es clave hermenéutica entender que la palabra compasión entraña un horizonte semántico amplio, variado, sin que por ello se pierdan sus notas características. Así pues, indican estos autores:

La misericordia es una emoción, y en hebreo se dice rehem / rahamim, nombre vinculado a las entrañas o vísceras del hombre, en especial al útero materno, un sentimiento amoroso y creador que liga a las personas por lazos de sangre, matriz y corazón. Clemencia: Actitud de aquel que no juzga ni castiga con rigor, sino que, moderando la ira o empleándola con un fin medicinal, está siempre pronto al perdón. Compasión: Viene de con-padecer, compartir el sentimiento, solidaridad afectiva. En esa línea avanza el misericordioso, que no sólo se compadece, sino que ofrece un gesto positivo y gratuito de amor. Empatia: Como el término anterior (gr.: pathos, pasión), implica una comunión de sentimientos. La misericordia es empatía, pero implica también una acción puntual de ayuda. Piedad: Sentimiento de pena, dirigido a los que sufren un dolor, con el deseo de ayudarlos. La misericordia es sin duda piedad, pero implica también ayuda a los necesitados. Ternura / dulzura: Actitud cariñosa y protectora, dirigida en especial a los más débiles. La misericordia es ternura entrañable, pero con matices distintos, pues implica también un compromiso activo4.

Sin embargo, detrás de estas palabras subyacen vocablos que proceden del hebreo, tales como hesed, rahamim y hen. Sobre el primero, anota Andueza: “El segundo término hebreo (hesed), traducido ordinariamente en griego por una palabra que también significa misericordia (eleos), designa de suyo la piedad, relación que une a dos seres e implica fidelidad”5.

En segundo lugar, el mismo autor aclara:

El término hebreo rahamim expresa el apego instintivo de un ser a otro. Según los semitas, éste tiene su asiento en el seno materno (1 Re 3,26), en las entrañas; nosotros diríamos: el corazón de un padre (Jer 31,20; Sal 103,13), o de un hermano (Gen 43,30): es el cariño o la ternura; inmediatamente se traduce por actos: en compasión con ocasión de una situación trágica, o en perdón de las ofensas (Dan 9,9)6.

Miguel De Burgos Núñez, por su parte, identifica la misericordia con la compasión:

Sin detenernos mucho en la terminología de la compasión, debemos tener en consideración los siguientes conceptos, que podemos encontrar en cualquier diccionario o concordancia bíblica:

1. La raíz hebrea rhm […] fue usada en el ATspan> para definir desde la imaginación popular uno de los rasgos característicos de Dios. La mayoría de ocasiones en que se utiliza esta raíz verbal aparece aplicada a Yahvé (pueden recorrerse estos textos: Ex 33,19; Dt 13,18; 30,3; Is 30,18; 49,10.13; 54,7-8; Jr 12,15; Os 2,25; Miq 7,19; Sal 116,5… También puede traducirse como amar a Dios ([v. gr. Sal 18,1]).

2. Una de las cualidades esenciales a Yahvé en el AT es su carácter compasivo. De hecho, el adjetivo derivado de la raíz hebrea antes citada es rahum (…), que sólo se emplea asociado a Él (Ex 34,6; Dt 4,31; Jl 2,13; Jon 4,2; Sal 78,38; 86,15; 103,8; 111,4; 112,4; 145,8; Neh 9,17.31; 2 Cr 30,9).

3. La compasión, rahamim […] será considerada en la literatura veterotestamentaria, especialmente en los profetas, como la verdadera identidad de Yahvé (Is 63,7.15; Zac 1,16; Sal 51,3; 69,17; Dn 9,18, Neh 9, 19.27.28. 31…), hasta el punto que Yahvé será reconocido como El Compasivo: “no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el viento ardiente ni el sol; porque los conduce el que los compadece […] y los guía a manantiales de “agua” (Is 49,10). Se usará hasta 40 veces con el sentido de compasión o entrañas de misericordia. Es el término que se refleja claramente en los Evangelios y en la actitud de Jesús con. En el Judaísmo del Talmud se piensa que todos los judíos son ‘rahamim’, en el sentido de un movimiento altruista de aquella persona que da los pasos para hacer un lugar para el otro, por el otro, sobre quien no sabe nada, ni tiene idea de la actitud que esa persona tendrá hacia él; de la misma manera que una mujer que concibe un bebé hace un lugar en ella para un ser que es puro potencial: el embrión, el niño futuro.

4. A la base de todas estas significaciones se debe tener en cuenta el término hebreo rehem […]: que significa útero, entrañas, seno materno, cuya raíz es rhm (compadecerse). Estamos hablando, pues, de algo materno, que es de donde nace el amor y la pasión de una madre por su hijo al que ha engendrado; y eso mismo es lo que debe sentir un padre para ser verdadero padre. Todo ello deriva hacia un concepto teológico: el sentimiento materno de Dios, que es algo que está siendo muy valorado en la actualidad, superando los términos hombre / mujer; que es lo que provoca en muchos teólogos que cuando se hable de Dios como ‘padre’, de la misma manera podemos hablar de Él como ‘madre’, por sus entrañas de misericordia. Ello significa que nos encontramos ante una antigua tradición que conecta muy bien con la cultura religiosa del AT.7

Por último, Domingo Montero explica que la palabra hen,

Procedente del verbo hanan que significa inclinarse, este sustantivo expresa la actitud de una persona, supuestamente mayor y más fuerte, que se inclina con bondad y cariño hacia otra para protegerla y ayudarla (Éx 33, 19; Is 27,11; 30,18; Sal 102,18). Implica un profundo sentido de benevolencia, de amor personal y gratuito, junto a un sincero deseo de prestar ayuda y protección eficaz, al tiempo que sirve para significar, también, la idea de mirar con amor, de ahí que el destinatario de esta acción sienta la sensación de ‘haber hallado gracia ante…’ (cf. Lc 1,30).8

En suma, estas expresiones nos hablan de la misericordia y de la compasión. Por ello mismo, José Manuel Andueza acota:

Las traducciones de las palabras hebreas y griegas oscilan de la misericordia al amor; pasando por la ternura, la piedad o conmiseración, la compasión, la clemencia, la bondad y hasta la gracia (heb. hen), que, sin embargo, tiene una acepción más vasta. A pesar de esta variedad, no es, sin embargo, imposible circunscribir el concepto bíblico de la misericordia. Desde el principio hasta el fin manifiesta Dios su ternura con ocasión de la miseria humana; el hombre, a su vez, debe mostrarse misericordioso con el prójimo a imitación de su Creador9.

Adicionalmente, estos vocablos hebreos (hesed, rahamim, hen) se equiparan a sus correspondientes en griego, sobre lo cual Andueza puntualiza:

En el Nuevo Testamento —que fue escrito en griego— son tres, fundamentalmente, las palabras que nos indican el sentido de misericordia: eleos, oiktirmos y splagchna. Así, eleos (misericordia, piedad; de este término ha tomado la liturgia la invocación Kyrie Eleison, es decir, “Señor, ten piedad”), de ordinario se traduce a hésed, situándose en la esfera psicológica; oiktirmos subraya el aspecto exterior del sentimiento de compasión; de ordinario el término splagchna puede traducirse por entrañas de misericordia, y los Evangelios lo aplican a las acciones de Jesús (cf. Mt 14,4)10.

Ahora bien, en el Nuevo Testamento se observa que Jesús expresa la misericordia11 ejerciendo la compasión, siendo este el comportamiento típico de Jesús ante los pobres y desvalidos12. Recordemos que Él nos muestra con sus acciones y gestos cuál es el Dios en el que cree13. Por eso, con su compasión está mostrando que su Dios manifiesta su omnipotencia cuando ejerce su misericordia- compasiva.

 

En esa medida —como reiteramos—, la compasión es la nota característica de la misericordia. Tanto así que la gran Tradición, tanto oriental como occidental, que ha bebido de las fuentes de la Escritura, ha hablado de la necesidad de la misericordia y, por otra parte, san Agustín y Santo Tomás de Aquino afirmaron que la misericordia se expresa en la compasión. De ahí que muchos teólogos cuando hablan de misericordia se están refiriendo a la compasión de Dios y viceversa14. En consecuencia, aquí se tratarán la compasión y la misericordia como categorías equivalentes, igual como lo realiza Jesús Espeja Pardo, para quien la compasión y la misericordia son los atributos más importantes del Dios de Jesucristo. La misericordia o compasión es una de las categorías más importantes de este teólogo, y constituye la categoría nuclear de este trabajo.

Otros textos importantes que expresan misericordia y compasión en el Antiguo Testamento

Dad gracias a Yahveh porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

(Estribillo de Salmos 118, 1-4; 89, 2; 100, 5; 106, 1; 107, 1; 136, 1-26 —gran Hallel—, repetido por lo menos un centenar de veces en el AT: I Cro 16, 34…)

Fuera de los textos ya mencionados que muestran la equivalencia entre compasión y misericordia destacando sus matices, el Antiguo Testamento es rico en textos que nos hablan de un Dios misericordioso. Es así que el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización nos muestra un elenco de textos que provienen de los salmos15, los cuales evidencian que el Dios de Israel expresa su misericordia en actitudes compasivas y tiernas.

A su vez, Xabier Pikaza y José Antonio Pagola hablan de otros textos del Antiguo Testamento que muestran esa misericordia compasiva: Sab 11, 22-2616; y, más aún, estos autores analizan algunos profetas que ilustran que la misericordia compasiva es un rasgo para identificar la validez del verdadero culto17.

En consecuencia, se observa que la misericordia compasiva de Dios se refleja en el conjunto del AT, sabiendo que los principales momentos afloran en el libro del Éxodo, en la literatura sapiencial y en la tradición profética de Israel, que va a convertirse en un punto referencial de la reflexión de Jesús de Nazaret.

Algunos textos relevantes del Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento llega a su culmen la revelación con el acontecimiento Jesús de Nazaret. Esta, incoada en el Antiguo Testamento, ha venido en progreso continuo, decantando esta revelación cuyo objeto era el advenimiento de Jesús de Nazaret; en consecuencia, el concepto de Dios se fue purificando, tanto así que Jesús mostró el verdadero rostro del Padre18 cuando vivió desde una perspectiva compasiva. De esta manera, se presentó una continuidad de las promesas, pero también una discontinuidad. La promesa de que Dios sigue con el género humano continuará y visibilizará cómo la misericordia de Dios —a pesar de todo— siempre se ha mantenido en el transcurso del tiempo, si bien las figuras que anticipaban a Cristo han pasado.

Lo novedoso es que la misericordia, la compasión, la ternura, han continuado. De ahí que el Nuevo Testamento sea rico en presentar textos antológicos donde se expresa esa acción omnipotente de Dios que se ve reflejada en el actuar de Jesús de Nazaret, y se nos invita a nosotros los hombres a ser perfectos como el Padre. De hecho, cuando miramos los Evangelios sinópticos cada uno con sus matices propios, estos muestran la compasión como elemento dinamizador del actuar de Jesús. Por ejemplo, el Evangelio de Mateo19 presenta las bienaventuranzas como la carta magna de Jesús y allí este elenco resalta la misericordia20 como un eje central en la vivencia del cristiano. Pero también el mismo Mateo muestra la necesidad de la oración, el ayuno y la misericordia (Mt 6,1-18), los ejes centrales de la espiritualidad cristiana que tienen como objeto relacionarse con Dios, los hombres y el resto de las criaturas, pero desde una actitud de apertura.

Asimismo, este evangelista muestra cómo Jesús, siguiendo la Tradición profética, apeló a Os 6,621 para afirmar que el verdadero culto a Dios no se da tanto en los sacrificios sino en la vivencia de la misericordia. Sin embargo, fuera del texto de las bienaventuranzas se encuentra un texto emblemático que es Mt 25, 31-4522. Este es el texto inspirador de las obras de misericordia que nos muestran cómo esta le da sentido a la vida cristiana y es el criterio último de salvación. También el Evangelio de Marcos23, la fuente más primitiva según la crítica, muestra cómo la misericordia-compasión es un elemento fundamental en la praxis de Jesús de Nazaret. El llamado “Evangelio de la Misericordia” es donde se ve con esplendor ese comportamiento de Jesús que muestra quién es el Padre. Presenta varios textos —uno de ellos Lc 6, 36-38— donde se nos invita a la perfección; y los textos por antonomasia del Buen Samaritano24 y el “hijo pródigo” —o mejor del Padre misericordioso—25, que recalcan que la compasión, así como es el comportamiento fundante de Dios, también debe ser el comportamiento de todos los hombres, en especial de los creyentes.

Por otro lado, el apóstol Pablo, al experimentar la experiencia de la salvación, también alude a la misericordia26 de Dios que se ha manifestado en Jesús. Pero no son estos textos sino todo el conjunto de la Palabra de Dios que está inspirada en la misericordia, la compasión, la ternura, etc.

Esto significa que la misericordia, la compasión y la ternura no constituyen una actitud accidental de Dios, sino una característica fundamental de Dios que debe ser una actitud fundamental de todos los hombres. Así lo atestiguan los diferentes textos bíblicos que se han presentado a lo largo de la historia de la salvación.

Finalmente, este breve repaso bíblico presenta que la misericordia-compasión tiene origen en el Dios de Jesucristo. En esa medida, toda la reflexión teológica desde san Juan Pablo II hasta Francisco ha seguido estudiando este atributo divino por excelencia, pero ahora hace falta dilucidar, discernir cómo la compasión también está en el corazón de los hombres, no por virtud de ellos, sino por gracia de Dios, quien quiere que todos los hombres se salven (I Tm 2, 4). De ahí que si la compasión es la principal característica del Dios de Jesucristo, asimismo se convierte en un factor determinante en la vida de los hombres.