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Son varios los autores que describen el rol mediador del educador de párvulos; uno de ellos es Tébar (2007), quien plantea que el docente mediador debe ser pensador, reflexivo y crítico, configurándose como modelo de referencia, capaz de configurar su acción pedagógica a partir de un paradigma sólido y de base científica, inspirado en valores y en una ética sensible a la diversidad. Por otro lado, para Lo Priore y Rubiano (2005), la educadora mediadora es una estratega, una guía y conductora de procesos de aprendizaje, una investigadora que procesa su propia experiencia y una productora de su propia acción educativa, reflejada en la concreción de los roles anteriormente señalados.

Aquí invitamos a la reflexión sobre el tipo de iniciativas educativas para los párvulos, con la convicción de que no da lo mismo el tipo de propuesta formativa. Ya hemos desarrollado, en forma muy simple, aspectos como el paradigma que sostiene un tipo de educación u otra, el que dependerá además de la idea de niño o niña que sustenta nuestras creencias. En este sentido compartimos nuestra necesidad y urgencia de una pedagogía más sostenible para el presente y futuro, una pedagogía que no separe el juego del aprendizaje, sino que se centre en lo importante, en lo que va a marcar la vida de tantos niños y niñas. De esta forma, estaremos en mejor pie para promover una infancia saludable y feliz que constituya la base de nuestra sociedad.

En esta misma línea, reiteramos la necesidad de que el juego sea el eje central de la pedagogía, ya que es una de las actividades inherentes al ser humano. En múltiples ocasiones se declara que es la principal actividad que caracteriza a la infancia, pues supone una manera espontánea y natural de aproximación a la realidad (Lancy, 2014); en definitiva, un modo de socializar e interactuar con la cultura.

Empatizar con la infancia consistirá entonces en tener la capacidad de jugar, pues el juego permite simbolizar o crear realidades, simular la propia vida. El juego es, por excelencia, un elemento imprescindible en el desarrollo infantil y está comprobado que a través de él se estimula la capacidad de explorar, indagar y descubrir en los niños y las niñas; en definitiva, los pequeños aprenden porque juegan. En las últimas décadas se ha robustecido la investigación acerca de la importancia del juego en el desarrollo integral en la infancia (Linaza, 2013).

El juego da la oportunidad de esforzarse, de inventar, de imaginar, de ensayar y dar solución a diversas situaciones problema de la vida. A través de él, los niños y las niñas conocen en profundidad el entorno que los rodea, adoptan ese entorno y aprenden sus valores. Jugar les facilita el respeto a ciertas normas, a coordinar acciones, a confrontar intereses, formando la base de la convivencia, e incluso una iniciación en los valores de una vida democrática (Jover, Prieto y Sánchez-Serrano, 2017).

Por su presencia en distintos escenarios históricos y culturales, se han realizado diversos estudios que evidencian diferencias y similitudes entre las formas de juego infantil de diversas culturas (Whitebread y Basilio, 2013). Las variaciones en las actitudes hacia el juego existentes entre las culturas y las subculturas se explican en función de los valores culturales sobre la infancia, el género y las relaciones con el mundo (Whitebread, Basilio, Kuvalja y Verma, 2012). Pero, con independencia de la cultura en la que crezcan, resulta indudable que todos los niños y niñas se encuentran involucrados en dinámicas lúdicas. Es un patrón universal.

5. La institucionalidad que sostiene la Educación Parvularia actual

El Sistema de Aseguramiento de la Calidad en Educación Parvularia (SAC EP) se fundamenta en los referentes curriculares del nivel. Estos son: las Bases Curriculares de la Educación Parvularia (BCEP), el Marco para la Buena Enseñanza de la Educación Parvularia (MBE EP) y los Estándares Indicativos de Desempeño de la Educación Parvularia (EID EP).

Las Bases Curriculares de la Educación Parvularia (Chile, 2018) constituyen el referente que define principalmente qué y para qué deben aprender los párvulos desde los primeros meses de vida hasta el ingreso a la educación básica, según requerimientos formativos que emanan de las características de la infancia temprana, contextualizada en nuestra sociedad actual. Incorporan condiciones y requerimientos sociales y culturales que enmarcan y dan sentido al quehacer educativo en esta etapa. Son premisas indiscutibles de su contenido, el reconocimiento de niñas y niños como sujetos de derecho, junto al derecho de la familia de ser la primera educadora de sus hijos e hijas.

El Marco para la Buena Enseñanza de la Educación Parvularia (Chile, 2019), por su parte, busca orientar las prácticas pedagógicas que debe desarrollar cada educador/a de párvulos, para fortalecer su ejercicio ético profesional y generar las mejores oportunidades de aprendizaje de todos los niños y niñas, desde los primeros meses de vida hasta el ingreso a la educación básica, teniendo como fundamento principal las Bases Curriculares de la Educación Parvularia (Chile, 2018).

Los Estándares Indicativos de Desempeño de la Educación Parvularia, a su vez, son un conjunto de referentes que constituyen un marco orientador para la evaluación de los procesos de gestión educacional de los establecimientos y sus sostenedores, buscando apoyar y guiar el proceso de mejora continua.

Estos referentes se sustentan en ciertos enfoques esenciales, basados en los principios que releva la educación parvularia y que están directamente relacionados con la calidad. Entre estos, y como elemento imprescindible para hablar de calidad, está el enfoque de derechos de la Infancia, el cual se desprende de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) y el enfoque de derechos humanos.


Fuente: Elaboración propia.

El Consejo Nacional de Educación (CNED), como institución constituyente del Sistema de Aseguramiento de la Calidad, aprueba los referentes curriculares principales de la Educación Parvularia, en un proceso que ha sido intenso a partir de 2018, creándose y/o actualizándose los siguientes documentos orientadores: Bases Curriculares de la Educación Parvularia, las cuales entraron en vigencia el año 2018; Programas Pedagógicos para Primer y Segundo Nivel de Transición, publicados el año 2019; Marco para la Buena Enseñanza de Educación Parvularia, publicado el año 2019; y los Estándares Indicativos de Desempeño para Establecimientos que Imparten Educación Parvularia y sus Sostenedores, publicados el año 2020.

De esta manera, la educación parvularia se establece con una institucionalidad que sintoniza con la Carrera Docente, que se enmarca en los procesos desarrollados por la Agencia de Calidad para los procesos de seguimiento y evaluación continua de los profesionales a cargo. Paralelamente, existe un resguardo de las condiciones de funcionamiento de los establecimientos que imparten la educación de este nivel, a cargo de la Superintendencia de Educación Parvularia.

Finalmente, la Subsecretaría de Educación Parvularia coordina los procesos de las diferentes entidades, estableciendo alianzas con las universidades y centros de investigación en materias que competen tanto a la investigación como a la política pública de temas referidos a la primera infancia, con un solo propósito: el desarrollo de niños y niñas más saludables y con mejores herramientas para la adaptación a los entornos cambiantes.

6. Algunas estrategias implementadas

Las instituciones que atienden a la primera infancia en nuestro país han desplegado grandes esfuerzos, de manera de mantener el contacto con las familias, sobre todo con aquellas que carecen de acceso a internet, ya sea por no contar con un computador o teléfono inteligente, por problemas de conectividad o por encontrarse en una localidad geográfica de difícil recepción de la señal.

De esta manera, se han realizado actividades educativas presenciales (dependiendo de las condiciones sanitarias del territorio), mixtas con períodos de presencialidad y de educación remota, y presenciales con participación en períodos con horario diferido. La Fundación Integra y la Junta de Jardines Infantiles han utilizado diversos canales de comunicación con las familias, que incluyen envío de material pedagógico, cartillas con orientaciones a las familias y mensajería de wpp.

No obstante, las evaluaciones iniciales realizadas dan cuenta de una situación que se ha tornado sumamente compleja. A nivel nacional, en la encuesta realizada recientemente a niños de la generación 2020, aparecen promedios que van desde los 8,5 puntos y 3,7 de diferencia en el test vocabulario en imágenes peabody (TVIP) comparados con poblaciones infantiles evaluadas en la Encuesta Longitudinal de Primera Infancia (ELPI) (Abufhele & Bravo, 2021). Frente a estos resultados, el investigador Sergio Urzúa (2021) señala que el educar deberá plantearse de manera distinta, con medidas de parte de los docentes que deberán desplegar apoyos extraordinarios a los estudiantes, de manera de compensar la situación, cuyas consecuencias se verán en el mediano y largo plazo.

A nivel internacional, la pobreza ha aumentado y es sabido que los que más sufren las consecuencias son los niños, niñas y jóvenes, ya que los servicios esenciales que aseguran la salud, la educación y la protección de las infancias no están siendo capaces de responder a las necesidades actuales de la población (UNICEF, 2021), aunque la directora ejecutiva de la institución señala que el trabajo conjunto permitirá ir en ayuda de los niños, las niñas y sus familias.

En nuestro país, el estudio realizado por el equipo de investigadoras del Centro de Justicia Educacional, presentado recientemente, da cuenta de un 93,3% de niños que no ha asistido al control de salud infantil, en una muestra de 846 familias de la Región Metropolitana, esto unido a las consecuencias emocionales y afectivas, en donde el 70% de los hogares declara que sus ingresos se han reducido, aunque el aspecto positivo es que declaran que este período les ha permitido estar más tiempo con su hijo/a y verlo crecer (Narea, Abufhele, Telias, Alarcón, & Solari, 2021). Por último, la población con mayores dificultades ha sido la de las mujeres migrantes, quienes al no contar con redes familiares de apoyo, o en algunos casos sin su situación legal en regla, no han podido acceder a los apoyos económicos de los municipios.

7. Próximos desafíos

En primer lugar, debemos reconocer, honesta y humildemente, la complejidad de escribir este capítulo, ya que pareciera que todos los avances realizados en estos dos años no fueron suficientes para afrontar una situación de emergencia sanitaria que nos llevó a cuestionarnos en todos los niveles tanto el sistema escolar como el formativo y profesional, acerca de la factibilidad de mantener un sistema educativo que ha entrado en un proceso de alta dificultad, dados los cambios que desde 2019 estábamos viviendo.

De esta manera, el primer gran desafío fue mantener la conexión y asumir que la tecnología era nuestra única alternativa y es así que, como universidad, hemos seguido otorgando la formación inicial de las educadoras de párvulos que nuestro país necesita. No podemos dejar de hacerlo.

Por una parte, esto ha involucrado capacitar a los docentes en el uso de diversas aplicaciones y software, pero sobre todo en lo que significa la creación de un ambiente digital, que facilite la interacción efectiva con los estudiantes, con desafíos cognitivos que les permitan, en el campo profesional, enfrentar situaciones de alta complejidad.

Asimismo, hemos realizado un acercamiento con las comunidades, tecnología mediante, vinculando a las estudiantes a través del apoyo oportuno y pertinente a los niños, las niñas y sus familias. La metodología de Aprendizaje + Servicio instalada desde hace varios años en nuestro programa de formación ha posibilitado desplegar una estrategia que da cuenta del cuidado de todas las personas.

Además, nuestra labor se ha extendido al apoyo de educadoras en servicio a través de cursos de perfeccionamiento que les permitan contar con herramientas pedagógicas para el trabajo con sus comunidades. En definitiva, hemos trabajado para que nuestra fraternidad se traduzca en acciones de apoyo y cuidado para todos quienes así lo requieran.

Por último, quisiéramos reiterar que las clases virtuales nunca van a reemplazar a las presenciales; se necesita la interacción directa entre pares y/o con los adultos educadores, el vínculo directo con el entorno, el contexto que rodea a los niños, niñas y sus familias. Los afectos y el desarrollo sensorial son esenciales y fundamentales para el desarrollo y aprendizaje de todos los párvulos.

Más aún, en los niveles de transición, hacer tareas con las familias puede resultar muy estresante y frustrante para todos, ya que hay adultos en el núcleo familiar que no tienen la habilidad para enseñar o no disponen de los espacios de tiempo para hacerlo. En este sentido, entonces, cabe preguntarnos, de acuerdo con Urzúa (2021), ¿cómo estamos abordando esta falencia durante la pandemia covid-19 y cómo vamos a retomar los procesos formativos cuando se vuelva a la presencialidad en educación parvularia?

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