Sobre sueños y teosofía

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Sobre sueños y teosofía


Sueños esotéricos H. P. Blavatsky

D. R. © Editorial Lectorum, S. A. de C. V., 2021

Batalla de Casa Blanca Manzana 147-A, Lote 1621

Col. Leyes de Reforma, 3a. Sección

C. P. 09310, Ciudad de México

Tel. 5581 3202

www.lectorum.com.mx

ventas@lectorum.com.mx

Primera edición: abril 2021

ISBN: en trámite.

D. R. © Portada: Ange?lica Carmona Bistráin

D. R. © Fotografía de portada: Shutterstock®

D. R. © Traducción: Benito Romero

Características tipográficas aseguradas conforme a la ley.

Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización escrita del editor.

Índice

1  .

2  El país de los sueños y el sonambulismo

3  ¿Son los sueños solo visiones inútiles?

4  Los sueños según la filosofía esotérica

5  .

6  ¿Qué es la Teosofía?

7  ¿Qué son los teósofos?

8  La sociedad teosófica: su misión y su futuro

9  ¿Es la teosofía una religión?

10  La teosofía y el Buddhismo

11  La teosofía y las iglesias carta al arzobispo de Canterbury

.

Sobre los sueños

El país de los sueños y el sonambulismo

Nuestros sentidos son las vías por medio de las cuales el espíritu astral o "lo que llevamos en el interior", es guiado, por contacto, en el mundo exterior para el conocimiento de lo real; mientras que los sentidos espirituales del interior astral, son los intermediarios, por medio de los cuales se comunica con sus principios superiores, y obtiene las facultades de clara percepción y de visión en los reinos del mundo astral. El filósofo buddhista mantiene que por la práctica de la meditación, uno puede llegar a tener “la mente iluminada, que se manifiesta por el reconocimiento de la verdad sagrada, de tal manera que, con simplemente abrir las Escrituras, su verdadero significado resplandece en el corazón”. Al soñar, o durante el sonambulismo, sólo ciertas partes del cerebro están apagadas, y puede empezar a actuar por la mediación de los sentidos externos, debido a alguna causa peculiar como puede ser: una palabra, un pensamiento, o una imagen incompleta, retenida en una de las células de la memoria, despertada por un ruido repentino, como puede ser la caída de una piedra, que sugiere instantáneamente a la fantasía inconsiente del durmiente, algún derrumbe, un cimiento abandonado, etcétera. Cuando uno se asusta repentinamente mientras duerme, sin llegar a estar plenamente despierto, el sueño no comienza, ni termina con el simple ruido que parcialmente lo despertó, sino que, frecuentemente, experimenta en su sueño una sucesión de acontecimientos, que suceden en el espacio de tiempo que ocupa el sonido, y que se atribuyen solamente a ese sonido. Generalmente, los sueños son inducidos por las asociaciones que preceden cuando uno está despierto. Algunas de ellas producen tal impresión, que la más pequeña idea relacionada con algún tema asociado con un sueño particular, puede traer su recurrencia años después. Tartini, el famoso violinista italiano, compuso su Sonata del Diablo bajo la inspiración de un sueño. Un día, soñó que el Diablo se le aparecía y lo retaba a un duelo de habilidades usando un instrumento que le había sido traído de las regiones infernales. Tartini aceptó el reto, y cuando despertó, la melodía estaba tan vívidamente impresa en su mente, que pudo anotarla en el momento; pero al llegar casi al final, todo recuerdo se le borró súbitamente, teniendo que guardar la pieza de música inconclusa. Dos años después, volvió a soñar con este duelo y trató, en su sueño, de recordar el final al despertar. El recuerdo de este sueño se activo por la música de un violinista que tocaba afuera de su casa . Coleridge, de misma manera, escribió en un sueño, su poema Kublai Khan, el cual, al despertar, lo encontró tan fresco en su cabeza, que escribió las famosas líneas que hasta la fecha podemos repetir. El sueño se hizo porque el poeta cayó dormido después de estar leyendo en la Peregrinación de Purcha las siguientes palabras: “Y aquí, el Khan Kublai ordenó que se construyera un palacio, rodeado por una muralla”.

La creencia popular que, de algunos sueños sin sentido, hay algunos en los que frecuentemente se dan visiones de acontecimientos por venir, es compartida por muchas personas bien informadas, pero nunca por la ciencia. Sin embargo, hay innumerables ejemplos de sueños que han sido confirmados por acontecimientos subsecuentes, y los cuales, por lo tanto, pueden ser denominados “proféticos”. Los clásicos griegos y latinos rebosan de registros de sueños extraordinarios, algunos de los cuales han llegado a ser históricos. La fe en la naturaleza espiritual del sueño estaba tan diseminada entre los filósofos paganos como entre los padres de la iglesia Cristiana; y la creencia en la adivinación e interpretaciones de los sueños (la oneiromancia) tampoco se limitó a las naciones paganas de Asia, puesto que la Biblia está llena de ellas. Esto es lo que Eliphas Levi, el gran Kabalista moderno, dice de las adivinaciones, visiones y sueños proféticos: “El sonambulismo, las premoniciones, el conocimiento del futuro, son sólo una disposición, ya sea accidental o habitual, para soñar, despierto, o durante un sueño voluntario, autoinducido, o hasta natural, para percibir (y suponer por intuición) los reflejos analógicos de la luz astral. Los adornos, atavíos e instrumentos de adivinación son simples medios para la comunicación (magnética) entre el adivinador y aquél que lo consulta; ellos sirven para fijar y concentrar dos voluntades (que se inclinan en la misma dirección) sobre el mismo signo u objeto; recogiendo los reflejos del fluido astral, con la ayuda de esas figuras extrañas y complicadas. Es así como uno es capaz de ver, a veces, en los restos de una taza de café, o en las nubes, formas fantásticas que sólo tienen su existencia, en la imaginación del quien lo ve. El tener visiones en el agua es producido por la fatiga del ojo deslumbrado, el cual termina por ceder sus funciones a lo translúcido, evocando una ilusión cerebral, haciendo como verdaderos, los simples reflejos de la luz astral. Es así, que las personas que sirven para esta clase de adivinación, son aquellas de temperamento nervioso cuya vista es débil y su imaginación vívida; como pueden ser los niños. Pero que nadie malinterprete la naturaleza de la función atribuida por nosotros a la imaginación en el arte de la adivinación. Indudablemente vemos a través de nuestra imaginación, y ese es el aspecto natural del milagro; pero nosotros vemos cosas reales y verdaderas, y es en esto en donde reside la maravilla del fenómeno natural. Apelamos para corroborar lo que decimos al testimonio de todos los adeptos”.

¿Son los sueños solo visiones inútiles?

La naturaleza humana es una incógnita que la psicología, y la ciencia en general, han investigado muy poco. Nunca están más perplejos los eminientes personajes de las sociedades científicas, que cuando son llevados, cara a cara, con ese misterio que parece difícil de resolver, la naturaleza interior del hombre. Sin embargo, la clave está en que el hombre es un ser dual. Clave que ellos rehúsan a aceptar, conscientes de que una vez se acepte esta verdad que no es ciencia, ellos estarán forzados a dejar caer, una a una, sus acariciadas teorías y conclusiones finales; habiéndose probado, más de una vez, que no habían sido nada mejor que falsos pasatiempos, como todo lo construido sobre premisas falsas e incompletas. Si debemos quedarnos satisfechos con las cuasi explicaciones que la psicología tiene para los sueños sin sentido, ¿cómo explicar los numerosos sueños que después se han cumplido? El decir que el hombre es un ser dual, que en él existen, para usar las palabras de Pablo: “Un cuerpo natural, y un cuerpo espiritual” y que, por lo tanto, debe, por necesidad, tener un doble conjunto de sentidos.

El hombre está dotado de un doble conjunto: con sentidos naturales o físicos, y que dejamos bajo la protección de la fisiología para que los estudie; y, con sentidos subnaturales o espirituales, los cuales pertenecen enteramente al dominio de la ciencia psicológica. Que quede bien entendido, que la palabra latina sub, se usa aquí en el sentido diametralmente opuesto al que, por ejemplo, se le da en química. En nuestro caso no es una preposición, sino un prefijo como en subatómico. En efecto, así como se ha demostrado que el sonido agregado de la naturaleza es un sólo tono definido, una nota tónica que vibra desde, y a través, de la eternidad; y que tiene, per se, una existencia inegable, aunque posea un tono que sólo puede ser apreciado por el oído refinadamente agudo; de misma manera, la precisa armonía o disonancia de la naturaleza externa del hombre es vista por el observador, que depende enteramente del carácter y de la nota tónica tocada para el hombre exterior por el interior. Es el EGO espiritual o Centro de conciencia espiritual el que sirve como base fundamental, determinando el tono de toda la vida del hombre; ese instrumento, el más caprichoso, incierto y variable de todos, y el cual, más que ningún otro, necesita de una afinación constante; es solamente su voz, la cual como los registros graves del pedal de un órgano está por debajo de la melodía de toda su vida; ya sea que sus tonos sean dulces o desagradables, armónicos o desenfrenados legato o pizzicato.

 

Por lo tanto, nosotros decimos, que el hombre, además del cerebro físico, tiene también un cerebro espiritual. Sí el grado de receptividad del primero depende totalmente de su propia estructura física y desarrollo, por otro lado, está completamente subordinado al segundo, en tanto que es sólo el Ego Espiritual el que puede impresionar más o menos vívidamente al cerebro exterior, con la percepción de las cosas puramente espirituales o inmateriales, ya sea que el Ego se incline más hacia sus dos principios más elevados, o hacia su exterior física. De aquí que dependa de la agudeza de los sentimientos mentales del Ego interior, del grado de espiritualidad de sus facultades, el que pueda transferir la impresión de las escenas que percibe su cerebro semimaterial, las palabras que escucha y lo que siente, al cerebro del hombre exterior. Mientras más fuerte sea la espiritualidad de las facultades del cerebro semiespiritual, lo más fácil será para el Ego el despertar los hemisferios dormidos, mover a la actividad a los ganglios sensores y al cerebelo, y grabar en el cerebro físico, —siempre en completa inactividad y descanso durante el sueño profundo del hombre— la vívida imagen del asunto transferido. En un hombre sensual, no espiritual, en uno cuyo modo de vida, propensiones y pasiones animales, han desconectado completamente su Ego animal, astral de su “Alma Espiritual” superior; lo mismo que en aquél cuya dura labor física ha desgastado de tal manera al cuerpo material, haciéndolo temporalmente insensible a la voz y al tacto del Alma Astral —durante el sueño los cerebros de ambos hombres permanecen en un estado completo de anemia o completa inactividad. Tales personas rara vez, o quizás jamás en su vida, tendrán algún sueño, y menos aún “visiones que lleguen a ocurrir”. En el primer caso, al acercarse el tiempo para despertar, y el sueño se hace más ligero, comienzan a ocurrir cambios mentales, que constituyen los sueños en los cuales la inteligencia no jugará parte alguna; su cerebro semidespierto sólo sugerirá imágenes que únicamente serán grotescas reproducciones borrosas de sus hábitos desenfrenados de vida; mientras que en el segundo caso, a menos que esté fuertemente preocupado con algún pensamiento excepcional, su instinto siempre presente de hábitos activos lo despertará al instante a la completa vigilia, sin ningún interludio, y sin permitirle permanecer en ese estado semidormido, durante el cual, al comenzar a regresar la conciencia, vemos sueños de varias clases. Por otro lado, mientras más espiritual sea un hombre, lo más activa será su fantasía, y tendrá mayores probabilidades de recibir en visión, las correctas impresiones que le sean comunicadas por su Ego, que todo lo ve y que siempre se encuentra despierto. Los sentidos espirituales de éste último al no estar impedidos por la interferencia de los sentidos físicos, están en intimidad directa con su principio espiritual supremo; y éste último, aunque sea una parte casi inconsciente de lo completamente inconsciente, debido a que es totalmente lo Absoluto inmaterial, tiene, sin embargo, en sí mismo, capacidades inherentes de omnisciencia, omnipresencia y omnipotencia las cuales, tan pronto como la esencia pura llega en contacto con la materia pura sublimada, y (para nosotros) imponderable, imparte, hasta cierto punto, estos atributos al Ego Astral en la medida de su pureza. De aquí que las personas altamente espirituales verán visiones y sueños cuando están durmiendo y aún en sus horas de vigilia; esos son los sensitivos, los videntes nacidos naturalmente, ahora vagamente denominados mediums espirituales, sin que se haga ninguna distinción entre un vidente subjetivo, un sujeto, y un adepto, alguien que se ha hecho independiente de sus idiosincrasias fisiológicas y que ha sojuzgado enteramente al hombre exterior por medio del interior. Aquellos espiritualmente menos dotados, verán tales sueños pero a muy contados intervalos, dependiendo la precisión de esos últimos, de la intensidad de su sentimiento en relación al objeto percibido.

Es así como, en este tema de la verificación de los sueños, así como en muchos otros, la ciencia se encuentra ante un problema no resuelto, cuya naturaleza insoluble ha sido creada por su propia terquedad materialista, y su sistema rutinario acariciado por largo tiempo. Porque, o bien, el hombre es un ser dual, con un Ego interior en él, siendo este Ego el “hombre real”, distinto de, e independiente del hombre exterior en proporción a la preponderancia o debilidad del cuerpo material; un Ego que el alcance de sus sentidos se extiende mucho más allá del límite otorgado a los sentidos físicos del hombre; un Ego que sobrevive al deterioro de su cubierta exterior, al menos por un tiempo, aún cuando un mal rumbo de vida lo haya hecho fracasar en lograr una unión perfecta con su Centro Superior de Conciencia espiritual, esto es el unir su individualidad con Âtma, (en cada caso desvaneciéndose la personalidad); o bien, el testimonio de millones de hombres abarcando varios miles de años; la evidencia proporcionada en nuestro propio siglo por cientos de los hombres más educados, frecuentemente por las luminarias más grandes de la ciencia, toda esta evidencia, decimos, no valdría nada. Con la excepción de un puñado de autoridades científicas, rodeadas por una ansiosa multitud de escépticos y semisabios con conocimientos superficiales que nunca han visto algo, y por lo tanto demandan el derecho a negar todo, ¡el mundo se encuentra condenado como si fuese un gigantesco manicomio! Tiene, sin embargo, un departamento especial, y está reservado para aquellos, que, habiendo probado estar en su cabal juicio, por necesidad, deben ser considerados como impostores y mentirosos. ¿Pero, es que el fenómeno de los sueños ha sido entonces estudiado tan a fondo por la ciencia materialista, que ella ya no tiene nada más que aprender, dado que habla en tonos tan autoritarios sobre esta materia? Nosotros decimos que de ninguna manera. Los fenómenos de la sensación y la volición, del intelecto y del instinto, se manifiestan todos ellos, desde luego, a través de los canales de los centros nerviosos, siendo el cerebro el más importante de ellos. Respecto a la peculiar substancia a través de la cual tienen lugar estas acciones, una substancia cuyas dos formas son la vesicular y la fibrosa, se considera que ésta última es simplemente el propagador de las impresiones enviadas hacia y desde la materia vesicular. Sin embargo aunque la ciencia distingue esta función fisiológica, o es dividida en tres clases —la motora, sensoria y conectora— la misteriosa operación del intelecto permanece tan misteriosa e incomprensible para los grandes fisiólogos como lo era en los días de Hipócrates. La sugerencia científica de que podría haber una cuarta serie asociada con las operaciones del pensamiento no ha ayudado a solucionar el problema, ha fracasado en arrojar el más mínimo rayo de luz sobre el insondable misterio. Ni jamás lo podrán sondear, al menos que nuestros hombres de ciencia acepten la hipótesis del hombre dual.

Los sueños según la filosofía esotérica

¿Cuáles son los “elementos” que están activos durante el sueño?

El “elemento” (o escencia original) activo durante el sueño ordinario, el cual debe distinguirse del verdadero sueño, y al cual se le llama “sueño frívolo”, es “Kama”, el asiento del Ego personal y del deseo, despertado a la actividad caótica por las adormecidas reminiscencias del Manas inferior.

¿Qué es el “Manas inferior”?

Generalmente se le llama alma animal. Es el rayo que emana del Manas superior o Ego permanente, y ese “elemento” es el que forma la mente humana y, en los animales, el instinto, porque los animales también sueñan. La acción combinada de “kama” y del “alma animal” es, sin embargo, meramente mecánica. Es el instinto, no la razón, lo que está activo en ellos. Durante el sueño, el cuerpo recibe y envía automáticamente descargas eléctricas hacia, y desde, diversos centros nerviosos. El cerebro es apenas impresionado por ellas, y la memoria las almacena, naturalmente, sin orden ni secuencia. Al despertar, estas impresiones se borran gradualmente, como ocurre con cualquier sombra fugaz que no tiene ninguna base real o sustancia que la respalde. La facultad retentiva del cerebro, sin embargo, sólo podrá registrarlas y conservarlas siempre y cuando hayan sido fuertemente impresas. Pero, por regla general, nuestra memoria registra solamente las impresiones fugaces y deformadas que recibe el cerebro al momento de despertar. Este aspecto de los sueños, sin embargo, ha sido suficientemente observado, y suficientemente descrito en las modernas obras de fisiología y biología, dado que tales sueños humanos no difieren mucho de los sueños de los animales. Lo que es enteramente ignorado por la ciencia, son los verdaderos sueños y experiencias del Ego superior, a los que también se les ha denominado sueños; aunque no debería ser así, o se debería cambiar el nombre de las otras “visiones” del sueño.

¿En qué difieren éstas?

La naturaleza y funciones de los sueños verdaderos, no pueden ser comprendidos a menos que admitamos la existencia de un Ego inmortal en el hombre mortal, independiente del cuerpo físico, pues el asunto se vuelve totalmente incomprensible a menos que creamos, lo cual es un hecho, que durante el sueño queda solamente una animada forma de arcilla, cuyos poderes de pensar independientemente están enteramente paralizados. Pero si admitimos la existencia de un Ego superior, o permanente en nosotros, (el cual no debe ser confundido con lo que llamamos “Yo superior”) podemos comprender que aquello que a menudo consideramos como sueños, generalmente aceptados como frívolas fantasías, son, en verdad, páginas sueltas, arrancadas de la vida y experiencias del hombre interno, cuyo confuso recuerdo ha sido deformado más o menos por nuestra memoria física, al momento de despertar. Esta última capta, mecánicamente, unas pocas impresiones de los pensamientos, de los hechos presenciados, y de los actos realizados por el hombre interno durante sus horas de completa libertad. Porque nuestro Ego vive su propia vida independiente dentro de su prisión de arcilla todas las veces que se libera de los estorbos de la materia, como ser: durante el sueño del hombre físico. Es este Ego el actor, el hombre real, el verdadero ser humano. Pero el hombre físico no puede sentir ni ser consciente durante los sueños; porque la personalidad, el hombre externo, con su cerebro y aparato pensante, está, hasta cierto punto, paralizado.

Podríamos muy bien comparar al Ego real, con un prisionero, y a la personalidad física, con el carcelero de su prisión. Si el carcelero se duerme, el prisionero escapa, o, por lo menos, traspone las paredes de su prisión. El carcelero está semidormido y mira todo el tiempo fuera de la ventana, a través de la cual sólo puede captar vislumbres ocasionales de su prisionero, como si se tratara de una vaga sombra que se estuviera moviendo enfrente de él. Pero, ¿qué puede percibir, o qué puede conocer él, de las verdaderas acciones, y especialmente de los pensamientos, de aquél a quien custodia?

Los pensamientos del uno ¿no se quedan sobre el otro?

No, por lo menos no durante el sueño; porque el Ego real no piensa del mismo modo que su efímera y transitoria personalidad. Durante las horas de vigilia, los pensamientos y la voz del Ego superior llegan, o no llegan, hasta el hombre físico, pues ellos constituyen la voz de la conciencia; pero durante su sueño, ellos son la voz en el desierto. En los pensamientos del hombre verdadero, o del individuo inmortal, las imágenes y visiones del pasado y del futuro están como un presente; y sus pensamientos no son como los nuestros, imágenes subjetivas en nuestra cerebro, sino actos y hechos vivientes, realidades del tiempo presente. Son realidades, así como lo eran cuando el habla, sólo expresada en sonidos, no existía; cuando los pensamientos eran cosas y los hombres no necesitaban expresarlos en palabras; porque instantáneamente ellos mismos se resolvían en acciones mediante el poder de Kriya–Sakti, ese poder misterioso que instantáneamente transforma las ideas en formas visibles, y éstas eran tan objetivas para el “hombre” de la primitiva tercera raza como los objetos visibles lo son ahora para nosotros.

 

¿Cómo explica, entonces, la Filosofía Esotérica, la transmisión de algunos fragmentos, aunque sean pocos, de esos pensamientos del Ego a nuestra memoria física, la cual, a veces, los retiene?

Todos ellos se reflejan en el cerebro de la persona que duerme, así como las sombras se proyectan sobre las paredes de lona de una tienda de campaña, las cuales el ocupante ve al despertar. Entonces, el hombre piensa que ha soñado todo eso, y lo siente como si lo hubiera vivido por conducto de algo, mientras que en realidad son los pensamientos–acciones del verdadero Ego lo que él ha percibido vagamente. A medida que va despertando plenamente, sus recuerdos se vuelven, a cada minuto, más deformes, y se mezclan con las imágenes proyectadas por el cerebro físico, bajo la acción del estímulo que obliga a despertar al que duerme. Estos recuerdos, por el poder de asociación, ponen en movimiento diferentes tipos de ideas.

Es difícil comprender cómo el Ego puede actuar durante la noche en sucesos que han ocurrido hace tiempo. ¿No quedó establecido que los sueños no son subjetivos?

¿Cómo podrían ser subjetivos cuando el estado de sueño, es él también, para nosotros, y en nuestro plano, de todos modos, algo subjetivo? Para el que sueña (en este caso, el Ego), en su propio plano, las cosas de ese plano son tan objetivas para él, como nuestros propios actos lo son para nosotros.

¿Cuáles son los sentidos que actúan en los sueños?

Los sentidos del que duerme reciben choques ocasionales, y son despertados por la acción mecánica; lo que oye y ve es, como se ha dicho, un reflejo deformado de los pensamientos del Ego. Este último es altamente espiritual y está ligado muy estrechamente con los principios superiores: Buddhi y Âtmâ. Estos elevados principios están inactivos por completo en nuestro plano, y el mismo Ego superior (Manas) está más o menos inactivo durante el estado de vigilia del hombre físico. Este es, particularmente, el caso de las personas con mente muy materialista. Están inactivas las facultades espirituales porque el Ego está tan impedido por la materia, que apenas puede prestar toda su atención a las acciones del hombre, aun cuando el último cometa pecados por los cuales ese Ego, cuando se reúna con su Manas inferior, tenga que sufrir, de mancomún, en el futuro. Son, como he dicho, las impresiones proyectadas en el hombre físico por este Ego, lo que constituye eso que denominamos “conciencia”; y en la proporción en que la personalidad, el alma inferior (o Manas), se una a su conciencia más elevada o Ego, es que la acción del último sobre la vida del hombre mortal se caracteriza más.

¿Este Ego, entonces, es el “Ego superior”?

Sí; es el Manas superior iluminado por Buddhi; el principio de la autoconciencia, el “Yo soy yo”, en síntesis. Es el Kârâna–Sarîra, el hombre inmortal que pasa de una encarnación a otra.

¿Es el “registro” o “tabulario de la memoria”, en el verdadero estado de sueño, diferente al del estado de vigilia?

Puesto que los sueños son, en realidad, las acciones del Ego durante el sueño físico, ellos naturalmente, están registrados en su propio plano y producen sus pertinentes efectos sobre éste. Pero, debe recordarse siempre, los sueños son, en general, tales como los conocemos: simplemente nuestros recuerdos brumosos de esos hechos, en el estado de vigilia. Indudablemente ocurre con frecuencia, que no recordamos haber soñado nada, pero más tarde, en el transcurso del día, la reminiscencia del sueño surge en nosotros. Acerca de esto existen varias causas. Se asemeja a lo que algunas veces nos ocurre: frecuentemente una sensación, un olor, hasta un ruido casual, o un sonido, nos traen a la mente sucesos durante mucho tiempo olvidados, escenas y personas. Algo de lo que ha sido visto, hecho, o pensado por el “actor nocturno”, el Ego, se imprimió en aquel momento en el cerebro físico, pero no fue llevado a la consciente y alerta memoria, debido a alguna circunstancia u obstáculo físico. Esta impresión se registra en el cerebro, en su correspondiente célula o centro nervioso, pero, debido a alguna circunstancia accidental, no se hace presente hasta que algo le da el impulso necesario. Entonces, el cerebro la introduce inmediatamente dentro de la memoria consciente del hombre despierto; pues, tan pronto como las condiciones requeridas le han sido proporcionadas, ese particular centro entra en actividad y realiza el trabajo que tenía que cumplir pero que, en aquel momento, no había podido completar.

¿Cómo se realiza este proceso?

Existe una especie de comunicación consciente “telegráfica” que actúa incesantemente, día y noche, entre el cerebro físico y el hombre interno. El cerebro es algo tan complejo, tanto física como metafísicamente, que puede compararse a un árbol cuya corteza se puede quitar, capa tras capa, siendo cada capa diferente de todas las demás, y teniendo cada una su su función, y sus propiedades.

¿Qué es lo que distingue a los estados de la memoria e imaginación “que sueñan”, de aquellos de la conciencia despierta?

Durante el sueño, la memoria física y la imaginación son, naturalmente pasivas, porque la persona que sueña está dormida: su cerebro está dormido, su memoria está dormida, todas sus funciones se encuentran durmiendo y en reposo. Solamente cuando se las estimula, despiertan. De este modo, la conciencia no está activa, sino pasiva. El hombre interno, sin embargo, el verdadero Ego, actúa independientemente durante el sueño del cuerpo; pero es dudoso que cualquiera de nosotros, a menos que estémos inmersos con la fisiología del ocultismo, pueda comprender la naturaleza de su acción.

¿Qué relación tienen la Luz Astral, el Akâsa con la memoria?

La primera es el “tabulario de la memoria” del hombre animal; la última, la del Ego espiritual. Los sueños del Ego, lo mismo que los actos del hombre físico, están todos registrados, desde que ambos son acciones basadas en causas que producen sus efectos. Nuestros sueños, siendo simplemente el estado de vigilia y las acciones del verdadero Yo, deben, naturalmente, estar registrados en alguna parte.

¿Qué es, en realidad, la Luz Astral?

Como la Filosofía Esotérica nos lo enseña, la Luz Astral es simplemente la escoria del Âkâsa o ideación universal, en su sentido metafísico. Aunque es invisible, no obstante, la radiación fosforescente de la última, y el intermediario entre ella y las facultades pensantes del hombre. Son estas últimas las que mancillan la Luz Astral y la hacen lo que es: el almacenamiento de todas las iniquidades humanas, y de modo especial, de las psíquicas. En su formación primordial, la Luz Astral, como radiación, es completamente pura aunque, cuanto más hacia abajo desciende, y se aproxima a nuestra esfera terrestre, más se diferencia, convirtiéndose, como consecuencia de ello, en impura en su mismísima constitución. Pero el hombre contribuye de modo considerable a esta corrupción y restituye su esencia mucho peor de lo que la recibió.

¿Podría explicarnos de qué modo se relaciona ella con el hombre, y cuál es su acción en la vida de sueño?

La diferenciación en el mundo físico es infinita. La ideación universal (o Mahat), envía su radiación homogénea al mundo heterogéneo, y éste alcanza a las mentes humanas o personales por medio de la Luz Astral.

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