Exoplaneta Y5

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Exoplaneta Y5
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Exoplaneta Y5

Francisco Carrizo


Primera edición. Enero 2021

© Francisco Carrizo

© Editorial Esqueleto Negro

esqueletonegro.es

info@esqueletonegro.es

esqueletonegro@outlook.com

ISBN 978-84-123251-0-2

Queda terminantemente prohibido, salvo las excepciones previstas en las leyes, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y cualquier transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de propiedad intelectual.

La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual según el Código Penal.

Indice

SUPERGIGANTE 5

uno 5

dos 12

tres 21

cuatro 32

cinco 44

seis 50

siete 58

EVOLUCIÓN 62

uno 62

dos 72

tres 80

cuatro 86

cinco 97

seis 102

METEORITO 108

uno 108

dos 114

tres 118

cuatro 123

cinco 125

seis 128

siete 135

PLANETAS HABITABLES 142

uno 142

dos 146

tres 153

cuatro 156

cinco 160

seis 165

siete 169

ocho 171

nueve 175

diez 179

once 183

“Tiene que haber algo muy especial acerca de los límites del universo. ¿Y qué es más especial que el hecho de que no haya límites? Y no debe haber límites en el empeño humano. Todos somos diferentes. No importa lo difícil que pueda parecer la vida. Siempre hay algo que puedes hacer y tener éxito. Mientras haya vida, habrá esperanza.”

Stephen Hawking

SUPERGIGANTE

uno

Año 2116. “Vida T” empieza a perder velocidad. Después de cinco años desde que abandonase el Sistema Solar, no ha dejado de devorar kilómetros propulsada por sus motores nucleares desarrollados a propósito de su misión; los mejores astrofísicos e ingenieros aeronáuticos de la Tierra, con los mayores recursos jamás empleados a lo largo de la historia en tal objetivo y partiendo del primitivo proyecto NERVA y sus posteriores desarrollos hacia la mitad del siglo XXI, consiguieron crear unos motores híbridos, los más perfectos propulsores fabricados nunca por el hombre, de manera que unos cohetes convencionales de última generación, llevarían a la “Vida T” más allá de la órbita de Marte, donde ya lejos de posibles daños de las radiaciones para los seres humanos, se pondría en marcha el motor nuclear RV70-77 que llevaría a la sonda y a su tripulación a través del espacio a una velocidad hasta entonces desconocida por el hombre cercana al 60 por ciento la velocidad de la luz.

El fin de su viaje, sin embargo, está ahora cercano.

La sonda “Vida T” es la nave espacial más sofisticada jamás construida por el hombre y la primera en traspasar los confines del Sistema Solar con tripulación humana a bordo.

La nave está bajo la dirección del AEDM, ministerio científico de la ONU, y su objetivo es puramente pacifico, como todo en la Tierra durante las últimas décadas, sin duda, la época más gloriosa y placentera del planeta azul.

Un siglo antes, por fin, el empeño conjunto de los distintos líderes europeos, americanos y asiáticos por conseguir la paz, supuso la semilla para crear un mundo mejor; gracias al esfuerzo de todos ellos, en los siguientes años se firmaron numerosos acuerdos de desarme y muchos países árabes, por fin, vieron como las raíces de sus democracias crecían ya sin ningún obstáculo, lo que ayudó a que se fundarán las bases de un tratado de paz, por fin solidas, entre Israel y el mundo islámico.

Pero sin duda, el hecho más importante y significativo, fue el aumento de peso de la ONU como organismo pacificador del mundo.

Ya nada podía parar la paz. En el año 2040, el mundo comenzaba a ser un lugar maravilloso. En esa década se erradican, prácticamente, las armas nucleares, aunque la energía nuclear se continua utilizando en una medida importante para fines pacíficos y casi exclusivamente científicos (y principalmente aeroespaciales); se desarrollan de manera prodigiosa las energías alternativas y naturales, por lo que se deja de contaminar y de poner en peligro la atmósfera del planeta; se abren fronteras, caen los últimos dictadores en África y Asia y se consolidan sedes de la ONU por todos los continentes, pasando a convertirse en la década de los años cincuenta en un auténtico órgano de gobierno. Se unifican fuerzas para luchar contra el cambio climático y la Tierra consigue recuperar gran parte de su salud perdida, la pobreza desaparece casi a la mínima expresión y las guerras pasan a ser un desagradable recuerdo.

La gran utopía del ser humano parecía dejar de ser una fantasía ante los atónitos ojos de los libros de historia.

Los humanos tuvieron tiempo, incluso, para mirar al resto de especies del planeta como auténticos compañeros de hábitat. Se erradicó la caza de animales por puro placer, como los osos, tigres, elefantes. Se crearon o se rehabilitaron numerosos y amplísimos terrenos donde los animales eran auténticamente libres, y se terminaron con antiquísimas y violentas costumbres o tradiciones, como peleas de animales, caza del zorro y corridas de toros, sin que se creasen grandes traumas en sus más radicales seguidores, que perplejos ante la avalancha de un mundo en paz, asumían sin ningún tipo de objeción que esa violencia gratuita era inadecuada, aun en contradicción con sus más profundas convicciones.

En un mundo así, el único problema que se planteaba para la humanidad, era el aumento de la población, una población sana y feliz que no paraba de crecer y que exigía que se continuasen satisfaciendo sus necesidades de bienestar; para eso, los gobiernos de los países, ya casi coordinados en su totalidad por la ONU, debían de crear grandiosos planes de redistribución, tratar el espacio disponible con mucho mimo y tacto, y distribuirlo entre todas las especies de la Tierra, compartirlo entre todos con sumo respecto, como sucedía en una antigua película de principios del siglo XXI.

Sin duda, se trataba de una laboriosa misión, ya que el espacio disponible dentro del planeta azul empezaba a quedarse pequeño.

Se empezó a mirar entonces con una rigurosa seriedad, al espacio exterior, creando un gran número de investigaciones en torno a la conquista de los astros más cercanos, la Luna y Marte, todas ellas dirigidas por la ONU. Se crea el AEDM como sucesor de la NASA, la Agencia Espacial Europea, la Agencia Rusa y la Agencia China, todos unidos en una misma inquietud.

En pocos años, el AEDM se convierte en uno de los órganos más poderosos en el nuevo orden de la Tierra.

Para conseguir tales objetivos de expansión, se empieza dando un tremendo impulso a la Estación Espacial Internacional y se crea la nueva estación, PAZ, que pronto hará sombra a la mismísima Luna. Se inician los primeros viajes tripulados a Marte, y en medio de ese impresionante deseo de expansión, un astrónomo español, Alberto Barbado, después de que ya se tuviesen localizados numerosos exoplanetas similares a la Tierra donde teóricamente podría haberse desarrollado la vida y hacia donde se dirigen un sinfín de mensajes de paz, tiene el primer contacto real con vida extraterrestre, un claro mensaje de datos y símbolos, un inequívoco saludo interestelar procedente de otro lugar del universo distinto al Sistema Solar.

 

Todo sucedía cuando la Tierra avanzaba a pasos agigantados hacia la plenitud de su bienestar, cuando el planeta era un inmenso caldo de cultivo para las mentes más prodigiosas e inquietas y los científicos lograban las más grandes metas jamás alcanzadas por la humanidad; los físicos y astrónomos predominaban impulsados por el cada vez más poderoso AEDM, que invertía inmensas cantidades de dinero sin ningún tipo de obstáculo en el estudio del espacio exterior y la búsqueda de otros mundos, especialmente habitables, impulsados por la imperiosa necesidad de expansión de la civilización terrestre.

En ese inmejorable contexto para los científicos, el investigador español no tuvo problemas en desarrollar sus múltiples investigaciones sobre “ondas de radio y microondas como vía de comunicación y diálogos interplanetarios”, estudio basado en los generadores de haces de partículas súper veloces, como los neutrinos y otras partículas de energía aún más pequeñas descubiertas posteriormente, capaces de viajar a la velocidad de la luz y de transportar mensajes a otros mundos. La señal del espacio exterior captada por el equipo del investigador español devolvía múltiple información mandada desde la Tierra en los primeros años del SETI, y al parecer, los receptores habían sido capaces de descifrar, en cierta manera, los signos terrícolas y devolverlos como invitación al dialogo. Barbado y su equipo enseguida enfocaron todos sus esfuerzos en identificar la procedencia de la señal, del mensaje; pero ninguna estrella, planeta o satélite conocidos eran la fuente de dicho mensaje para mayor incertidumbre e inquietud de los científicos. La señal parecía nacer en un punto indeterminado a una distancia aproximada de siete años luz.

Los nuevos amigos parecían estar relativamente cerca de la Tierra, pero por el contrario, no podían ser localizados con exactitud.

Por supuesto, las autoridades del AEDM enseguida tuvieron noticias del hallazgo y el mismo Ministerio se encargó de hacer pública la noticia con una agresiva delicadeza, consiguiendo que la opinión pública, a pesar del incuestionable alcance de la noticia, guardase la calma y entendiese que el contacto con una civilización fuera del Sistema Solar era un proceso sumamente lento; las autoridades explicaron que se contestaría al mensaje con una nueva señal desde la Tierra y se esperaría una nueva respuesta. Nadie podía predecir los años que tardaría ese proceso, por lo que la gente continuó con sus vidas felices dejando la gran noticia apartada.

Pero no así los científicos. El astrónomo español pidió cierta autonomía para continuar con su investigación que finalmente le fue concedida a regañadientes por la parte más conservadora del ministerio científico. Barbado no veía con buenos ojos algunas decisiones de los mandatarios de la ONU representados por el AEDM, aunque su verdadera inquietud era la desconfianza que este organismo despertaba en él; el español pensaba, o más bien tenía el temor, que la raza humana, libre de los mayores males que le habían acuciado durante su existencia, estaba creando un monstruo en sus propias instituciones, una temible e invisible bestia que crecía sin ningún tipo de control para en cualquier momento, saltar sobre ellos y devorarlos sin piedad, y el AEDM, era el más grande de aquellos monstruos. Esa era la teoría de Barbado, que a pesar de todo, contó con su pequeña independencia para seguir con la conversación interplanetaria.

Pero solo durante un tiempo, porque unos años después, en la década del 2070 y después de que el equipo de Barbado hubiese recibido nuevos mensajes procedentes del mismo punto del espacio y de haberlos contestado posteriormente, el AEDM le retiró de la conversación interestelar pasando a ser acusado de alta traición por ocultar investigaciones de suma importancia que podían afectar a la seguridad de la Tierra. Sancionado y juzgado, fue apartado de toda vida pública en uno de los juicios más oscuros ocurridos en la nueva etapa de la humanidad. Murió pocos años más tarde, según algunas malas lenguas, envuelto en la más absoluta locura. Su muerte fue uno de los hechos más misterioso y confuso acaecido en el nuevo orden del mundo.

La investigación, encabezada por un notable astrofísico norteamericano, continuó su curso. Se creó un código de intercambio con la civilización extraterrestre y pronto se abrió un camino de información mutua, mensajes que iban y venían entre los dos planetas en intervalos irregulares de tiempo que podían durar entre cinco y ocho años. Y5, como se bautizó al planeta amigo, resultó estar a 7,5 años luz según las informaciones que llegaban a los terrícolas, orbitando alrededor de una pequeña enana roja que por algún desconcertante motivo había pasado desapercibida a los mayores telescopios del hombre, estrella similar a Lalande 21185 descubierta muchas décadas antes. La civilización que poblaba Y5 parecía un poco más avanzada que la terrícola, casi similar, y se dieron a conocer a los humanos como los zibots.

Y en un momento dado, hacia finales del siglo XXI, la Tierra recibió una invitación.

Y5 deseaba la visita de un grupo de humanos a su planeta.

En la Tierra todo fueron sorpresas y nervios. Y muchas dudas. El avance científico ya permitía crear enormes transbordadores que transportaban personas y materiales hasta Marte, donde se había empezado a crear una mini ciudad, pero de ahí a realizar un viaje tripulado fuera del Sistema Solar, aún quedaba un abismo.

Pero aun así, era una oportunidad única para la posible y ansiada expansión terrestre. Sin pérdida de tiempo, el AEDM creó el programa “Magallanes” en cooperación con el mismísimo planeta Y5 de donde continuaba llegando importante información que aportaba datos sobre nuevas tecnologías, especialmente en materia de viajes interestelares; parecía como si el planeta amigo tuviese cierta premura porqué se celebrase el encuentro; se empezó a construir, entonces, la sonda “Vida T” que llevaría a un reducido grupo de terrícolas fuera del Sistema Solar, donde, según las instrucciones recibidas, serían recogidos por una expedición de Y5, ya que por algunos motivos que no quedaban demasiado claros, como otros muchos aspectos de la misión, ellos no podían llegar más allá de cierto punto.

Pero a pesar de las numerosas dudas e incertidumbres, la misión continuó adelante.

dos

El programa de navegación que gobernaba la sonda, comenzó con su fase más severa de desaceleración. Pronto, “Vida T” quedaría parada en medio del espacio, sin ninguna fuerza que actuase sobre ella. En medio de la nada. La energía atómica que la había propulsado durante millones de kilómetros se agotaba, y si, como en el primer acuerdo interplanetario firmado con el planeta Y5, éstos no les recogían y les conducían a su planeta, los terrestres morirían en pocos días irremisiblemente.

El proceso de deshibernación de sus siete tripulantes comenzó en el acto. En 24 horas terrícolas, las siete personas, cuatro hombres y tres mujeres, estarían totalmente despiertas. Las técnicas en hibernación, experimentadas hasta la extenuación en los últimos veinte años bajo la dirección del AEDM, habían pasado de utilizar materiales fluidos que podían producir peligrosos efectos secundarios en los organismos hibernados, a emplear sofisticadas técnicas basadas en la creación de una atmósfera gaseosa, mezclando en calculadas dosis, helio, amoníaco y oxigeno, que conseguían mantener los organismos durante un largo periodo de tiempo como si realmente estuviesen dormidos.

La temperatura y las condiciones vitales fueron recuperando los niveles normales y en los dos pequeños habitáculos, los cuatro hombres y las tres mujeres por separado, se despertaron.

Tras unas largas horas de transición, sus organismos empezaron a salir del trance y sus constantes vitales comenzaron a ser nuevamente normales.

Los siete se reunieron en el compartimento central y más grande de la “Vida T”, y el responsable de la nave, el coronel israelí, Josué, un experimentado militar con experiencia en viajes a Marte, después de cerciorarse de que todos estaban bien, informó de la situación.

La misión, ya de por sí, era un riesgo incalculable por lo desconocido de sus “amigos” interestelares. El acuerdo con Y5 había llegado a pesar de que a los dos planetas les separaba una enorme distancia, y nadie podía asegurar con certeza a los terrícolas que a billones de kilómetros de la Tierra, se cumpliesen los tratados, porque la realidad era que los habitantes de aquel lejano planeta, los zibots, como se habían dado a conocer y aunque no se quisiese reconocer abiertamente en el todopoderoso AEDM, eran, en un gran porcentaje, unos seres “fantasmas”.

Por eso, todos los tripulantes de la sonda habían sido voluntarios, escogidos entre un reducido y selecto grupo de personas extremadamente preparadas. El coronel y su ayudante, el teniente norteamericano Perry, como representantes militares; dos expertos científicos, un físico sirio también experto en cibernética y robótica de poco mas de 40 años, trabajador y absolutamente dedicado al proyecto y acérrimo partidario de los que habían considerado al astrónomo español que comenzó con las comunicaciones como un autentico traidor por haber ocultado información, y Pauline, una astrobióloga francesa extremadamente inteligente y destacada en todos los campos que investigaban la posible vida fuera de la Tierra, pero igualmente coqueta y tímida, y que había continuado, en parte, con las investigaciones del español de una manera entusiasta y “clandestina”, en contradicción con su colega sirio; completaban el grupo un alto directivo del AEDM, también norteamericano, hombre tremendamente carismático, representante de la ONU y coordinador de la misión en todos sus aspectos, y Salima, una cyber-robot de la serie más avanzada de su categoría, una robot humanoide casi humana, que debía su nombre a la científica rusa que hacia el año 2094, desarrolló con notable éxito ese tipo de robots.

Por último estaba Sandra, que junto con Salima, era la única tripulante no voluntaria y que había viajado por expreso deseo del máximo órgano de Y5 en las relaciones con la Tierra. La muchacha se había vuelto abocada a aquella situación en contra de su voluntad y después de que una interminable cascada de importantes personajes y políticos hubiesen intentado explicarla, con eternos e injustificables discursos, que no estaba allí “secuestrada”, sino porqué su abuelo había cometido ciertos e importantes errores en el pasado y se necesitaba de su imperiosa presencia para subsanar aquellos errores; finalmente había terminado metida de lleno en aquella misión; la joven había terminado asimilando su “secuestro” y su falta de libertad, pero aborrecía a cualquier persona que se dirigiese a ella.

Sandra no era otra que la nieta del científico español Barbado, el astrónomo que había detectado el primer mensaje proveniente de Y5.

La joven española hizo un gesto de indiferencia hacia el coronel y terminó de abrocharse su mono rojo ante la inevitable mirada de alguno de los hombres, que no pudieron evitar observar como la joven y bella morena terminaba de cubrirse las atractivas líneas de su delgado y estilizado cuerpo que había evolucionado muy sensualmente en los cinco años de hibernación.

Pero Sandra hizo caso omiso de las miradas. Hasta sus 17 años, edad a la que embarcó en “Vida T” rumbo a lo desconocido, había prestado demasiada poca atención a los chicos, pasando de sus miradas y de sus gestos de admiración hacia su singular belleza, siempre había tratado a los hombres, ya fuesen jóvenes de su edad o más maduros, como de iguales, y si alguna vez se enamoró, ya no quedaba ningún rastro de recuerdo en su corazón. El hombre en sí, para ella, era una persona más. Y eso que en la Tierra, acabadas la guerras y la inmensa mayoría de los crímenes, el delito sexual y el de género, se habían convertido en unos de los más importantes, sobre todo por parte de varones de determinadas religiones, que en el nuevo orden dirigido por gobiernos democráticos, muchos no terminaban de asimilar la plena igualdad de la mujer en sus países, y sobre todo, en sus vidas.

 

El coronel relató lo que ya más o menos toda la tripulación preveía y de lo que todos más o menos fueron informados cuando decidieron tomar parte en la misión. La sonda “Vida T” se quedaba sin combustible, sus propulsores atómicos expiraban a millones de kilómetros de la Tierra y el regreso, en ese punto, era ya imposible por sus propios medios. Como todos sabían, en aquel mismo momento quedaban a expensas de Y5 y del tratado firmado con la ONU y dicho planeta.

El profesor sirio rozó a Sandra con una desbordante sonrisa implantada en su bello y exótico rostro.

—Cinco años no pasan en balde, es usted muy guapa.

Sandra le devolvió una sonrisa obligada y se dirigió al ventanal frontal de la Sonda, dejando plantado al sirio y al coronel impartiendo sus informaciones. En la ahora lejana Tierra, nunca había mirado al cielo con ojos científicos, más bien soñadores o pensativos en momentos en los que las dudas atormentaban a su inquieta mente, pero en aquel instante, la vista era impresionante, la ultima y pronunciada curvatura del brazo de la Vía Láctea donde se encontraban, se dibujaba con una nítida claridad. Una singular oscuridad envolvía un sin fin de puntos luminosos de diferentes tamaños y tonalidades. Todo parecía majestuosamente quieto. O no. El eterno movimiento de la materia parecía percibirse si se observaba con detenimiento.

En el otro extremo de la sonda, el delegado del AEDM y el coronel mandaron el último mensaje a la Tierra, comunicando que ya habían llegado al punto de encuentro, todos estaban bien y en espera de que se produjese el contacto con Y5, cuando esto sucediese, la comunicación con la Tierra quedaría en manos de los habitantes del exoplaneta.

El grupo fue rodeando a la española y todos disfrutaron, durante unos mágicos minutos, de la majestuosidad del universo, observando estrellas que nunca antes habían visto los ojos de ningún ser humano.

Todos lo vieron. Una porción de oscuridad pareció materializarse ante ellos produciendo unos imperceptibles temblores en el espacio, hasta que una masa, probablemente 50 veces más grande que la pequeña sonda terrestre, adquirió luminosidad, una luminosidad opaca, como si a una bombilla de baja potencia la envolviesen con un trapo húmedo, haciendo que la debilitada luz temblase a través del agua.

Parecía una montaña viva, una enorme mole compuesta de hielo y agua. Sandra dio un grito. Todos tuvieron la sensación de que la pequeña sonda era tragada por la inmensa masa de hielo.

Después, todo se convirtió en un frío brutal y en un oscuro silencio. Una insoportable humedad lo envolvió todo.

—Debemos de salir de la sonda —anunció el coronel con un filo de tensión en el tono de su voz—. Todos debemos de mantener la calma, para eso hemos llegado hasta aquí.

El interior de la sonda, en pocos segundos, alcanzó una temperatura de 30 grados bajo cero. El frío se convirtió en insoportable a pesar de los monos térmicos y aislantes que todos llevaban puestos. El ayudante del coronel, Perry, repartió rápidamente unos gruesos anorak y ropa de abrigo del ejército, para todos, menos para Salima, a la que el frío afectaba en mucha menor medida y solo se mantuvo con su mono.

El coronel abrió la puerta con todos sus músculos casi entumecidos. Al instante, se creó una ligera corriente entre la sonda y la nave alienígena que hizo subir la temperatura al menos treinta grados. Todos salieron de la sonda encabezados por Salima que llevaba un haz de luz incorporado en su mono. El grupo se vio inmerso en un angosto y oscuro túnel. Los rayos de luz de la robot dejaban entrever una superficie que parecía agua oscura, o más bien hielo, que recorría en infinitas cascadas el túnel, sin ruido.

—No toquen nada aún —ordenó el militar israelí a sabiendas que llevaba tras de sí a un grupo de científicos ansiosos de explorar todo lo que se interpusiese en su camino.

—¿Es agua?

—Probablemente —contestó la melodiosa y tímida voz de Pauline—. El hidrogeno es un elemento común en todo el universo y para cualquier especie que se haya desarrollado en los medios que ofrece el universo, el hidrogeno, componente del agua, ha de ser uno de los elementos principales.

Caminaron inquietos y expectantes por el pasillo, alguien se lamentó de no llevar armas.

—Fue una decisión unánime —objetó el delegado de la ONU mirando instintivamente a la androide que tenía delante de sí en un acto reflejo que nadie captó en la oscuridad—, tal vez nos daría más seguridad tener en nuestras manos algún fusil, pero todos sabemos que en caso de peligro no nos serviría de mucha defensa, y sobre todo, tenemos que tener en cuenta que esta es una misión pacifica.

El pasillo desembocó en una estancia de paredes rectangulares, a primera vista de igual composición que el pasillo pero mucho más amplia, inmensa, como si de una enorme gruta se tratase incrustada en la gran pared de hielo; una pantalla se dibujó en una de las paredes emitiendo señales silenciosas y signos en 3D. A ninguno de los terrestres se le escapó la presencia de una serie de figuras colocadas a ambos laterales de la estancia, inmóviles y que representaban unos extraños bichos de al menos tres metros de altura nunca antes vistos por ninguno de los humanos.

Todos avanzaron en grupo, inquietos, en alerta. En la pantalla parpadeaban colores pálidos como el rosa y el azul celeste, intercalados con signos desconocidos para los humanos, pero ni rastro de tripulantes. Parecía como si la nave fuese dirigida por algún control remoto. No parecía haber tripulantes si no fuese por las estatuas inertes que parecían observarles.

El coronel miró de reojo las enormes figuras que se acoplaban en las sombras del inmenso habitáculo.

—Bienvenidos, terrícolas —dijo de improvisto una ronca y mecanizada voz en un inglés bastante entendible proveniente de la pantalla y acompañada de destellos luminosos. A nadie le sorprendió que el ordenador alienígena se expresase en ingles, pues había sido el idioma elegido para comunicarse con Y5 después de retirar al científico español Barbado—. Os encontráis a salvo, en la nave de transporte de la Fuerza de Defensa de Y5 que os conducirá sanos y salvos a nuestro planeta.

—Hola... Señores —dijo adelantándose al grupo el representante del AEDM, hablando clara y pausadamente—. Encantado, y hablo en representación de toda la Tierra, de pisar su nave, pero..., comprenderán que nos gustaría ver o contactar con algún… —el político hizo una dubitativa y meditada pausa—, representante de la comisión BERN.

Dicha comisión había sido la encargada de llevar a cabo las conversaciones entre los dos mundos. Se denominó así después de que el AEDM apartara al español y a su equipo y solicitase la creación de una comisión permanente dirigida por el científico norteamericano que se puso al mando. Desde ese momento, la comunicación se hizo más fluida, mucho más técnica y eficiente, como si los emisores, allá en Y5, de repente hubiesen evolucionado décadas en sus técnicas de emisión de mensajes, sin que la mayoría de los habitantes en la Tierra tuviese conocimiento de ese hecho. Nunca se volvió a preguntar por parte de Y5 porqué fue apartado su primer interlocutor. Por eso, la sorpresa fue mayúscula entre los representantes terrícolas, cuando Y5 exigió que Sandra fuese miembro de la delegación que visitaría su planeta, porque para todos, el científico español ya fallecido y su familia, estaban olvidados.

La respuesta a la consideración del delegado del AEDM deseando hablar con algún representante de Y5, fue el silencio. El directivo pareció que iba a volver a contraatacar, cuando el grito sobresaltó a todo el grupo.

—¡Aah! —la francesa parecía alterada realmente, miraba y señalaba a una de las grandes figuras—. ¡Se ha movido!

Todos dirigieron sus miradas hacia donde indicaba la mujer, algunos demasiados inquietos; se encontraban en un medio totalmente desconocido para ellos, del cual se podía esperar cualquier cosa.

El coronel rodeó a la doctora con su brazo y le habló en un suave tono de voz acompañado de una tranquilizadora sonrisa. Más bien se dirigió a todo el grupo.

—Tranquila señorita, esas figuras son seres vivos, sin duda, pero no creo que estén aquí para hacernos daño, usted sabe también como yo que los contactos con esta especie fueron siempre pacíficos, tranquilícese por favor.

El ordenador emitió un estridente pitido que hizo llevarse las manos a los oídos a todos los terrícolas. Como si les llamasen al orden. Después, volvió a emitir palabras en un tono mucho más severo que no daba lugar a la réplica.

—El viaje a Y5 durará seis meses en su escala de tiempo, nuestra nave es bastante más rápida que su pequeña sonda —el delegado dejó caer sus brazos en un claro gesto de resignación, como si ya estuviese todo dicho—. Ese conducto —prosiguió la voz de la pantalla del ordenador—, les guiará a una estancia preparada especialmente para ustedes donde podrán estar cómodos durante todo ese tiempo.

Se abrió una puerta simulada en una de las paredes de la gruta, deslizándose en absoluto silencio. El grupo, sin rechistar, se adentró por el nuevo conducto de idénticas características por el que habían pasado a la nave extraterrestre y que les condujo a otra gran estancia con diversos compartimentos, habitaciones y aseos en los que había unos artilugios parecidos a las antiquísimas placas turcas, también había alimentos en polvo y grano envasados en unos tubos transparentes.

Todo parecía perfectamente preparado para los invitados humanos.

tres

Los primeros meses pasaron con rapidez y parecieron dividir y desmoralizar en buena medida al grupo. Los únicos que aparentaban ser felices eran los científicos, que parecían querer estudiar cualquier pequeño y diferente detalle de la astronave y del universo que dejaba entrever su negrura y luminosidad a través de los pequeños ventanucos dispuestos a lo largo de la estancia.