Czytaj książkę: «Repensar la universidad»

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Coronado Padilla, Fabio Humberto

Repensar la universidad : en tanto universidad, católica y lasallista / Fabio Humberto Coronado Padilla. -- Bogotá : Ediciones Unisalle, 2013.

632 p. ; 16 × 24 cm.

Incluye bibliografía e índice.

ISBN 978-958-8844-03-9

1. Universidad de La Salle (Bogotá, Colombia) - Proyecto Educativo 2. Educación superior - Innovaciones educativas 3. Desarrollo humano integral 4. Pensamiento crítico I. Tít.

378.01 cd 21 ed.

A1423609

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

ISBN: 978-958-8844-03-9

Primera edición: Bogotá D. C., septiembre de 2013

© Derechos reservados, Universidad de La Salle

Edición

Oficina de Publicaciones

Cra. 5 No. 59A-44, Edificio Administrativo, 3er piso

PBX (57-1) 348 8000, extensión 1224

publicaciones@lasalle.edu.co

Hermano Fabio Humberto Coronado Padilla, Fsc.

Autor

Dirección editorial

Guillermo Alberto González Triana

Coordinación editorial

Marcela Garzón Gualteros

Revisión de textos

Alexander Diazgranados Mendieta

Diseño y diagramación

Martha Cadena

Diseño portada

Ediciones Unisalle

Impresión

Editorial Kimpres Ltda.

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro sin el permiso previo por escrito.

Presentación

Testimonio de una época

Grandes y maravillosas son tus obras,

Señor, Dios omnipotente,

justos y verdaderos tus caminos,

¡oh Rey de los siglos!

(Ap 15, 3)

En cierta ocasión conversando informalmente con el doctor Luis Enrique Ruiz López, conocedor como pocos de la historia y el trajinar de la Universidad de La Salle, me decía que esta había tenido tres momentos fundantes de creación y transformación profundas. El primero, el de los acontecimientos en torno a 1964 correspondientes a su nacimiento y puesta en marcha. El segundo, el del inicio en 1984 del rectorado del hermano Juan Vargas Muñoz con su particular impronta de planeación y prospectiva visionaria. El tercero, los dinamismos desencadenados a partir del Proyecto Educativo Universitario Lasallista peul de 2007.

En otra conversación, varios años después, y esta vez con el doctor Fernando Vásquez Rodríguez, él explicaba que las múltiples dificultades, problemáticas, crisis, resistencias y conflictos por los cuales atravesábamos como universidad, eran propias de quienes nos correspondía vivir tiempos fundacionales de las instituciones. Sin saberlo, coincidía con la apreciación del doctor Ruiz. Nos encontrábamos inmersos en un momento singular de cambio de la Universidad.

Estos dos diálogos de pasillo acompañados de un delicioso café —no existían aún los oma de las sedes de Chapinero y la Candelaria—, fueron reveladores para comprender el aquí y ahora de la Universidad. Así fue como se me ocurrió que lo mejor era dejar constancia escrita de lo más significativo que ocurriera año tras año. De ahí mi insistencia a todos los actores comprometidos con estos procesos innovadores, para que escribieran y publicaran plegables, folletos, revistas, librillos, libros y demás. Posteriormente, cuando entró con fuerza la internet y lo digital, seguimos con la cantaleta que a lo impreso juntáramos lo electrónico; que tanto lo uno como lo otro, no importara el formato, fueran a parar a los archivos correspondientes. Con el correr de los lustros se convertirían en fuentes primarias valiosísimas para los historiadores del futuro.

Dentro de ese contexto nace la idea de este libro que hoy llega a sus manos. Recopila una diversidad de textos ya publicados de forma dispersa, que organizados y presentados secuencialmente en un solo volumen, permiten la lectura de conjunto y la visualización de los acontecimientos que ya son memoria del pasado, ya sea para la crítica juiciosa o la hermenéutica que interpretará lo sucedido. En estas páginas queda retratada la mirada de los acontecimientos del lapso de tiempo en el que me correspondió ejercer el rol de vicerrector académico. No es sino la mirada de uno de sus protagonistas. Hay muchas otras, la de todos los que construyeron la vida universitaria durante el sexenio 2008-2013. Oportunamente sabrán ellos dejar su testimonio.

Para el autor de este escrito cada capítulo es una manera distinta de narrar la misma historia. Sea desde la modalidad de una conferencia, una ponencia, un prólogo, un discurso, un editorial o una memoria de gestión, en todas ellas, a su manera, se pintan las ideas detrás de los hechos, las realizaciones detrás de los proyectos, lo que nunca fue y quedó inconcluso aunque se soñó. Con otras palabras, los idearios y las pensadurías, las memorias y las habladurías. En unos y en otros, independientemente del formato discursivo utilizado, aparecen las preocupaciones, los énfasis, las tendencias, lo que pasó y que denota los cambios ocurridos.

Como bien lo escribió Hubert Nyssen en su libro La sabiduría del editor (2006) “No simplemente la publicación, sino también una complicidad a la par que una atención analítica que permite al autor descubrir y medir la distancia entre lo que cree haber escrito y lo que en realidad escribió, entre sus ambiciones y sus realizaciones”. En consecuencia, es hora de poner punto final. El libro ha salido de la imprenta, se ha enviado a las bibliotecas, ha llegado a los potenciales lectores. El autor desaparece de esta historia e ingresa en los meandros recónditos del tiempo. Quedan los legados. Los historiadores del futuro tienen la palabra.

El autor



Comprometida con los más pobres del país 1

Porque pobres tendréis siempre con vosotros

y podréis hacerles bien cuando queráis;

pero a mí no me tendréis siempre

(Mc 14, 7)

Durante las tres últimas décadas las Universidades Lasallistas, principalmente las latinoamericanas,2 han iniciado un camino de reflexión y de reformulación de los grandes temas del Lasallismo en perspectiva de Educación Superior. Tradicionalmente dicho ejercicio académico se circunscribió prácticamente de manera exclusiva a teorizar sobre la inspiración lasallista de las escuelas y los colegios. Hoy por hoy los lasallistas comprometidos con las universidades tematizan de manera nueva sobre el sentido y misión de la educación universitaria desde las tradiciones pedagógicas de los Hermanos.

Nuestra Universidad no ha sido ajena a este movimiento reflexivo, y desde el inicio de los Cursos de Pedagogía y Lasallismo (cpl)3 sus espacios y ambientes de formación continuada de los profesores de la Universidad, se han visto enriquecidos con relecturas sucesivas del carisma y la espiritualidad lasallistas. Hoy, después de 24 años de historia de los cpl —los cuales llegan a su fin para dar paso a procesos nuevos— se sigue proponiendo a la comunidad universitaria los temas prioritarios para la comprensión lasallista de la Universidad.

Una posible agenda temática lasallista para el próximo lustro estaría integrada entre otros temas por los siguientes: Opción por los más pobres, Rol del intelectual católico, Confesionalidad de la misión universitaria lasallista, Evangelización de la cultura y pastoral de la inteligencia, Globalización de la solidaridad y de la esperanza, Juntos y por asociación, Prácticas pedagógicas universitarias y Vida espiritual y trabajo científico universitario. Cada uno de estos temas podría constituirse en eje de reflexión, trabajo y compromiso para todos los integrantes de la comunidad universitaria lasallista en el inmediato futuro.

Iniciamos con este artículo una serie de textos que presentarán algunos desarrollos de estos grandes temas. No espere el lector encontrar en ellos novedad, expresamente no es su intencionalidad. Solamente se tratará de síntesis reelaboradas de los “Apuntes de Conferencias” propuestos al pensamiento y debate de nuestra comunidad universitaria lasallista. Las ideas en ellas expuestas son prestadas de los diversos autores que al final presentamos en la bibliografía, y a los cuales remitimos para quien quiera ampliar y profundizar los conocimientos. No pretenden ser más que una iniciación a los temas lasallistas propios del mundo universitario.

OPCIÓN LASALLISTA POR LOS MÁS POBRES

Si hay un rasgo distintivo esencial dentro del lasallismo ese es el de la opción por los más pobres. La historia lasallista comenzó a existir a partir de un núcleo o motivación que se mantiene sin cambios: dar respuesta a las necesidades educativas de los niños y jóvenes más pobres.

San Juan Bautista De La Salle impresionado por la realidad de su tiempo, se dejó guiar por el Espíritu de tal manera que un compromiso lo llevaba a otro y así respondió creativamente a las necesidades de los más pobres.

Habiendo nacido como un Instituto para el servicio educativo de los más pobres, una de las reocupaciones permanentes de nuestras universidades debe ser el estar abiertas a su servicio.

Por tanto partamos de una pregunta fundamental: ¿De qué maneras nuestra universidad concretiza la “Opción por los más pobres” y el “Juntos y por asociación al servicio educativo de los más pobres”? Se trata entonces de comprender que toda práctica de investigación, docencia o extensión universitarias inspiradas en el lasallismo encuentran su razón de ser y su finalidad última en un compromiso a favor de los más empobrecidos de nuestro país.

Para los lasallistas la opción por los más pobres no es una moda como sí lo fue en teología durante los años setenta y ochenta del siglo pasado y que hoy atraviesa por lo que algunos teólogos denominan “la noche oscura de la indiferencia o del escepticismo de la opción por los pobres” (Madera, 2004, p. 2). Para el lasallismo la opción por lo más pobres es cuestión de principios esenciales y de actualidad permanente.

La Universidad de La Salle es más lasallista en cuanto logre hacer vida el fin de nuestro Instituto: “El fin de este Instituto es procurar educación humana y cristiana a los jóvenes, especialmente a los pobres, según el ministerio que la Iglesia le confía” (R 3 del Capítulo 1 Fin y Espíritu del Instituto). ¿Cuál ministerio? El ministerio apostólico de la educación.

La “Opción preferencial por los pobres” es una de los compromisos institucionales básicos del Proyecto Educativo Universitario Lasallista (peul) “[…] determinan un compromiso preferencial con los más pobres y desvalidos de la sociedad, en cuanto destinatarios directos del servicio educativo y sociocultural, y en cuanto sesgo formativo y académico de la Universidad”.

En síntesis, una de las características esenciales como Universidad lasallista es la de optar por los más desheredados de la fortuna. Se trata, pues, de comprender mejor sus implicaciones e imaginarios para que cada uno desde su unidad académica y con fidelidad creativa la concretice a nivel micro, meso y macro de su trabajo universitario.

Pero ¿cómo escribir sobre la opción por los más pobres al mundo de la academia y la inteligencia de nuestra universidad, si estamos alejados de ese mundo? Si nuestra Universidad no se encontrara fuera, alejada o de espaldas al mundo de los pobres, no habría motivo para plantearse el problema de la opción por los más pobres. He ahí el desafío. El Evangelio nos dice que estas cosas son reveladas solo a los sencillos: “En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido su beneplácito” (Mt 11, 25-26).

¿QUIÉNES SON LOS POBRES?

Es casi cínico preguntarnos quiénes son los pobres cuando las estadísticas señalan que el 56,6 % y otras que el 66 % del total de la población colombiana son pobres, y cuando diariamente ellos tocan a las puertas de nuestras sedes universitarias y en los más diversos rincones de la patria por donde deambulamos nos salen al paso con un grito silencioso pero ensordecedor, clamoroso y creciente.

Mas es propio de la rigurosidad científica de la cultura universitaria inquirir a fondo por los significados, los alcances, las causas y las consecuencias. Desde este punto de vista la semántica de la expresión “pobre” es muy rica y plural. La perspectiva compleja y amplia acerca del pobre y de la pobreza no resisten ser definidas por una sola variable, es un concepto muy rico en significados, a manera de ejemplo podríamos citar:

 • En sentido económico, pobre es el carente de recursos monetarios.

 • En sentido cultural, pobre es el subyugado por modalidades de vida y de expresión ajenos a los suyos.

 • En sentido político, pobre es el violentado y oprimido por el poder abusivo.

 • En sentido clínico, pobre es el enfermo.

 • En sentido sicológico, pobre es el enajenado, el extrañado de sí mismo.

 • En sentido educativo, pobre es el iletrado.

 • En sentido étnico, pobre es el negro, el indígena, el latino, la minoría.

 • En sentido sexual, pobre es el “anormal”.

 • En sentido epidemiológico, pobre es el infectado.

 • En sentido moral, pobre es el descarriado.

 • En sentido familiar, pobre es el solo, el triste, el huérfano, la aban­donada, la viuda.

 • En sentido genérico, pobre es la mujer victimizada.

 • En sentido de derecho, pobre es el excluido y pisoteado, sin acceso a la protesta, al diálogo, a la democracia, a la representación.

 • En sentido de necesidades básicas insatisfechas, pobre es el que no puede acceder a comida, techo, salud, educación.

 • En sentido de desarrollo, pobre es el condenado a no ver actuadas nunca sus potencialidades físicas, espirituales y sociales.

 • En sentido ecológico, pobre es aquel a quien se le destruye su hábitat, su medio ambiente y sus recursos de aire, de suelos, de flora, de fauna.

 • En sentido teologal, pobre es el que se cierra a la misericordia y al amor.

 • En sentido religioso, pobre es aquel que es violentado en su conciencia y a quien se le niega o se le impide buscar y hallar la razón de su sentido histórico y de su último sentido.

 • En sentido espiritual, pobre es el incapaz de reconocer el sentido de la dignidad y la trascendencia.

Pero más allá de este caleidoscopio de posibles comprensiones, los pobres de los que se habla en la opción son, antes que nada y en directo, aquellos seres humanos para quienes el hecho básico de sobrevivir es una dura carga, para quienes dominar la vida a sus más elementales niveles de alimentación, salud, vivienda, etc., es una dura tarea y la tarea cotidiana que emprenden en medio de una radical incertidumbre, impotencia e inseguridad.

Pobres son aquellos encorvados, doblegados, humillados por la vida misma, automáticamente ignorados y despreciados por la sociedad. Estos son los pobres tal como de ellos se habla en los profetas y en Jesús. Anawin “pobres de Yahvé”, es decir, aquellos a quienes la propia indigencia lleva a poner toda su esperanza en el Señor.

En lenguaje actual, “pobres” son en primer lugar los socioeconómicamente pobres, los carentes de recursos y los excluidos, lenguaje que no debiera sorprender ni ser tachado de ideologizado, pues lo que está detrás de lo socioeconómico es el oikos, el hogar, y el socium, el compañero; es decir, las dos realidades fundamentales para todo ser humano: la vida y la fraternidad.

Junto a esta pobreza existe también la sociocultural, que hace que la vida sea dura carga. Existe la opresión y discriminación racial, étnica y sexual. Muy frecuente, por el mero hecho de ser negro, indígena o mujer, la dificultad de la vida se agrava. Esta dificultad añadida es teóricamente independiente de la realidad socioeconómica, pero con gran frecuencia, al menos en Colombia, acaece dentro de la pobreza socioeconómica, con la cual estos seres humanos son doblemente pobres.

El común denominador de estos pobres y de estas pobrezas es la “carencia real”. Ante ellos, por ellos, a favor de ellos, con ellos y haciéndose para ellos, urge hoy más que nunca la única postura ética posible para nuestra universidad: la opción por los más pobres y la búsqueda de la justicia, las cuales son parte constitutiva del testimonio responsable de la fe que anunciamos.

Mas examinado el asunto desde otro ángulo, pobreza no es mera carencia, no es mera dificultad de dominar la vida, sino dificultad de vivir causada por otros e ignominia añadida por otros. Hay pobres porque hay empobrecedores, y estructuras que perpetúan históricamente las desigualdades.

La pobreza de estas personas por las que Dios opta no es —teológicamente considerada— simple pobreza, sino injusticia. Lo que hace relevante a los pobres a los ojos de Dios no es una pobreza, material o espiritual, sino una pobreza que es fruto de la injusticia. Los “pobres” de la opción por los más pobres por los que Dios y nosotros optamos son los “injusticiados” (injusticiado es el que es tratado con injusticia, por el sistema que fabrica a los pobres). La opción por los más pobres, más exactamente, es “opción por la justicia”. Lo que la habita y sustenta por debajo es el Amor-Justicia que Dios mismo es, y del que nosotros queremos participar.

La riqueza es un instrumento útil si de ella se usa justamente y se pone al servicio de la justicia. Si de ella se hace un uso injusto, se la pone al servicio de la injusticia. Toda acumulación de riquezas estará inevitablemente implicada con alguna forma de injusticia. Es prácticamente imposible acumular mucho para sí sin privar a otros de lo que debieran disfrutar. Lo que hay que destruir no son las riquezas, sino las pasiones del alma que no permiten hacer el mejor uso de ellas, y desde esta perspectiva luchar denodadamente por la generación de riquezas y por la distribución equitativa de las mismas.

¿QUÉ ES OPCIÓN POR LOS MÁS POBRES?

La opción por los más pobres es, antes que nada, una opción con la que se confronta todo ser humano por el simple hecho de serlo:

 • Es una forma de ver la realidad.

 • Reaccionar ante ella.

 • Encarnarse en ella.

 • Y vivir como ser humano.

Opción por los más pobres es, entonces, reaccionar con ultimidad a la miseria y reaccionar por la única razón de que ésta se ha hecho presente ante uno. No es un mandamiento, algo que hay que hacer porque está mandado, ni algo que se hace evidentemente sobre la base de otra realidad exterior a la miseria misma. Es, más bien, una forma primaria de reaccionar ante la realidad.

La opción por los más pobres en su más honda esencia no es estratégica, ni pastoral, ni mediacional, sino teológica. La opción por los pobres es un principio que ya tenemos claro que pertenece esencialmente a lo más hondo del cristianismo porque pertenece a lo más hondo del ser de Dios.

Dios es el Dios de todos, pero no de la misma manera:

 • Es en directo el Dios de los pobres.

 • Es también el Dios de los empobrecedores en cuanto les exige una radical conversión.

 • Y es el Dios de los no-pobres en cuanto exige que estos se pongan al servicio de los pobres.

De estas diversas formas Dios se muestra como el Dios salvador de todos. Por eso hacemos como cristianos una opción preferencial por los pobres.

El adjetivo preferencial no quiere excluir a nadie —a los empobrecedores, a los no pobres— de la salvación ni de la predicación del evangelio o la atención pastoral. No es excluyente de personas, sino de actitudes pecaminosas y de proyectos excluyentes. El evangelio es para todos —personas— pero desde la solidaridad con los más pobres.

El manantial de la opción por el más pobre es una honda experiencia de fe y contemplación espiritual. Esta experiencia nos lanza a amar a cada persona y de manera especial al pobre y al excluido, así como Jesús.


Debemos pues distinguir:

a) La pobreza como carencia de los bienes de este mundo: en sí misma es un mal, es una pobreza no deseada por Dios. Los profetas la denuncian como contraria a la voluntad del Señor y la mayoría de las veces como fruto de la injusticia y el pecado de las personas.

b) La pobreza espiritual: es la actitud de apertura a Dios en tanto disponibilidad a la voluntad del Señor, la disponibilidad de quien todo lo espera del Señor. Aunque valoriza los bienes de este mundo no se apega a ellos y reconoce el valor superior de los bienes del Reino.

c) La pobreza como compromiso y solidaridad con los más pobres, que asume, voluntariamente y por amor, la condición de los necesitados de este mundo para testimoniar el mal que ella representa y la libertad espiritual frente a los bienes, sigue en esto el ejemplo de Cristo que hizo suyas todas las consecuencias de la condición pecadora de los hombres y que “siendo rico se hizo pobre”, para salvarnos.

Las actitudes de las personas sin duda impactan el mejoramiento o el empeoramiento de las condiciones de pobreza e injusticia social, pero las estructuras sociales las perpetúan o las transforman. De ahí que el cristiano tiene que asumir una posición crítica y proactiva frente a los modelos económicos, los planes de desarrollo y las políticas sociales. De lo anterior se derivan tres dimensiones del compromiso cristiano con los más pobres tanto de manera individual como colectiva:

a) Lucha por la superación de las injustas condiciones de pobreza y despojo a nivel económico, político, social y cultural.

b) Despojo del egoísmo para confiar solo en el Señor, actitud esta que la teología espiritual llama: “pobreza espiritual evangélica” o “infancia espiritual”.

c) Buscar compartir en la vida cotidiana las condiciones de despojo material que deben soportar los pobres. Una opción consciente y voluntaria por el lugar social de los pobres, para ubicarse en él, con un deseo de identificación con los pobres. Ir a su encuentro y a su mundo. La cercanía es necesaria para conocer la realidad de los pobres.


Finalmente, debemos ser conscientes que la opción por los más pobres trae sus consecuencias:

a) La asunción consciente y activa de la causa de los más pobres, implica una opción política de solidaridad activa con sus luchas, mediante una praxis histórica de transformación social que utilice las mediaciones sociopolíticas necesarias en cada caso.

b) La asunción del compromiso con los más pobres, puede conllevar desde un simple desprestigio, hasta la muerte, pasando por el despojo de privilegios, la persecución y el martirio, como castigos infligidos por haberse encarnado en el mundo y en los intereses de los pobres y haber asumido la defensa activa de su causa y de sus intereses.

c) La pobreza espiritual o infancia espiritual implica la confianza total del creyente en el Señor, en la fuerza plenificante de su amor, que nos lanza a amar al desvalido, a la opción por el más pobre, a la disponibilidad para compartir con los otros, con sentido de justicia y de hambre del Reino de Dios. La práctica de la pobreza espiritual conlleva una actitud de libertad frente a las riquezas de este mundo, compartiéndolas con todos y en especial con los más necesitados, y utilizándolas con sencillez y sobriedad. Implica tener los bienes y las riquezas de este mundo no como un absoluto sino solo como un medio, como un regalo del Señor a todos para su plena realización; estos bienes deben ser compartidos de manera equitativa y solidaria.

NIVELES DE LA OPCIÓN POR LOS MÁS POBRES

Uno es el nivel de los principios y otro es el nivel de sus mediaciones. Es importante saber distinguir tanto el uno como el otro. Los principios, los imperativos éticos y teológicos, están en un plano; y en otro están sus mediaciones, es decir, las estrategias, las tácticas, las fórmulas ideológicas que pueden concretar históricamente aquellos grandes principios en cada hora, las posibilidades fácticas que cada coyuntura ofrece o prohíbe.

Habrá que cambiar de mediaciones e inventar nuevas fórmulas, porque todas ellas son relativas y accidentales, pero seguiría siendo esencial lo que es esencial y absoluto: la opción por los más pobres como dimensión que es del Reino de Dios.

Todo esto no impide que en una hora histórica concreta una determinada forma de poner en práctica esa opción por los más pobres pierda vigencia. La opción por los más pobres está más allá y más adentro de sus mediaciones, debe llegar a ser solidaridad efectiva y real.

El signo particular y distintivo del cristiano desde las primeras comunidades de los Hechos de los Apóstoles es la solidaridad efectiva y real con el necesitado. Los cristianos son signos de crédito porque entre ellos se da una solidaridad que no se da en ninguna otra parte.

Veámos algunos principios básicos de solidaridad cristiana que nos regalan los padres de la época subapostólica y que son inspiradores para nuestra Universidad:

a) Didajé 4, 5: “No rechazarás al necesitado, sino que comunicarás en todo con tu hermano, y de nada dirás que es tuyo propio. Pues si os comunicáis en los bienes inmortales ¿cuánto más en los mortales?”

b) Carta de Bernabé, 19, 8: “Comunicarás en todas las cosas con tu prójimo, y no dirás que las cosas son tuyas propias, pues si en lo imperecedero sois partícipes ¿cuánto más en lo perecedero?”

c) Didajé 1, 5: “Da a todo el que te pide, y no lo rechaces: porque a todos quiere el Padre que se dé de sus dones”.

d) Doctrina de los xii Apóstoles: “No vuelvas tu espalda al necesitado, antes bien comunica todas las cosas con tus hermanos, ni digas que son tuyas: porque si somos socios en las cosas inmortales, cuánto más debemos dar entrada a partir de estas. Porque el Señor quiere que se dé a todos de sus dones”.

e) Constituciones Apostólicas vii, 12, 5: “Comunicarás todas las cosas con tu hermano, y no dirás que son tuyas propias: porque Dios dispuso la participación común para todos los seres humanos”.

f) Hermas, Mand. 2, 4: “Del fruto que Dios te da de tus trabajos da con sinceridad a todos los necesitados, sin andar vacilante sobre a quién darás y a quién no, pues a todos quiere el Señor que se dé de sus propios dones”.

AMOR OPERATIVO EN Y DESDE LA UNIVERSIDAD

Los principios permanecen a través del tiempo, las mediaciones van cambiando pero en el fondo ambos buscarán siempre hacer operativo el evangélico: amor a Dios y amor al prójimo. Al respecto la primera encíclica del Papa Benedicto xvi “Dios es amor”, que se presenta como una especie de encíclica programática para el actuar de los cristianos en los próximos años, nos ofrece valiosas orientaciones a la hora de aterrizar la opción por los más pobres, principalmente en lo relacionado con el binomio justicia y caridad.4

Las mediaciones de la opción por los más pobres serían las que concretizan y harán operativo ese amor a Dios y al prójimo al interior de nuestra Universidad y en su ideal de llegar a ser una institución inserta y al servicio de los más pobres de Colombia. Podríamos lograrlo si pasamos del “blablismo” o del blablablá (conversación ininterrumpida e insustancial) sobre los más pobres al compromiso real de nuestra Universidad con ellos. Tres lineamientos para lograrlo podrían ser los siguientes:

PRIMER LINEAMIENTO

Se trata de organizar la vida universitaria alrededor de nosotros mismos u organizarla alrededor del Otro.

 • Organizar la vida alrededor de sí mismo: de su grupo, proyecto, programa, unidad académica, es una concepción egocéntrica de la vida. En últimas es preocuparse por la propia salvación, por las propias necesidades.

 • Organizar la vida alrededor del Otro: es descentrarse, optar por el necesitado.

Como Universidad tendríamos que descentrarnos de las prioridades que consideramos importantes para hacer de la opción por los más pobres nuestra máxima urgencia y prioridad absoluta. Descentrarse mirando la realidad empobrecida, aprender de ella en ella y buscar transformarla, enriqueciéndola. Cuestionémonos: ¿En nuestras reuniones, decisiones y proyectos colocamos a “los más pobres de primero”? ¿Los más pobres son prioridad en nuestras agendas de trabajo? ¿En nuestros criterios prácticos las necesidades de los más pobres son atendidas? ¿Los más pobres son el criterio por excelencia que guía cualquier actuación?

SEGUNDO LINEAMIENTO

Frente al empobrecimiento de grandes sectores populares, especialmente en las zonas abandonadas y periféricas de las metrópolis y en los ambientes rurales olvidados, es válida para el mundo universitario la estrategia de la vida consagrada de las últimas décadas.

Su programa se resume en:

 • Optar “todos por los pobres”

 • Estar “muchos con los pobres”

 • Ser “algunos como los pobres”

Optar todos por los pobres: es el nivel ideológico y de las convicciones. Desde esta perspectiva todos los integrantes de la comunidad universitaria lasallista tendrían internalizada como orientación en todos sus actos una perspectiva desde y para los pobres de nuestro país. Permanentemente habría seminarios, congresos, investigaciones que ayudarían a comprender desde cada disciplina la realidad de los pobres y la pobreza y propondría alternativas de solución. Las distintas cátedras y espacios académicos se constituirían en foros en los cuales, sin dejar de lado la enseñanza-aprendizaje de los saberes particulares, se confrontaría a los estudiantes con el análisis de los contextos y problemáticas de la pobreza en Colombia. Como cuerpo académico seríamos interlocutores en todos los escenarios que tengan que ver con estas realidades, con una actitud pensante y propositiva, creativa y comprometida.