Czytaj książkę: «Creatividad para comenzar a escribir»
El sentido de la vida es dar a la vida sentido.
(Proverbio japonés)
Camina erguido como los árboles,
vive con la fuerza de una montaña,
sé suave como el viento primaveral,
guarda el calor del verano en tu corazón
y el Gran Espíritu siempre estará contigo.
(Tradicional navajo)
A mis padres, con profundo respeto y cariño.
De ellos he aprendido el valor del esfuerzo, la integridad de los valores,
la honestidad en el trabajo, la entrega y amor a la familia
y la importancia del servicio a los demás.
Índice
INTRODUCCIÓN
¿CUÁL FUE LA BASE PARA ESTE LIBRO?
¿Qué ocurre cuando queremos comenzar a escribir?
¿Por qué utilizar, entonces, la PNL para comenzar a escribir?
¿Qué es la PNL?
LA CREATIVIDAD: UNA ACTITUD MÁS QUE UNA APTITUD.
¿CÓMO PODEMOS COMENZAR SI AÚN NO TENEMOS UNA IDEA CLARA?
La tormenta de ideas
El mapa mental
PRESUPOSICIONES
1. No hay fallos sino resultados.
2. Obtienes aquello en lo que te concentras.
3. La comuicación es verbal y no verbal, consciente e inconsciente.
UNA BASE IMPRESCINDIBLE A TENER EN CUENTA: EL RAPPORT.
1.- ¿Cómo puedo conocer cómo utilizo el rapport en mi día a día?
2.- ¿Puedo aprender a controlar a qué nivel necesito usar más rapport o no?
3.- ¿Cómo materializamos el rapport en un escrito?
CÓMO FORMULAR Y PLANIFICAR EL ARGUMENTO…
CÓMO SACAR PROVECHO DE NUESTROS SENTIDOS…
¡SÉ AGUA, AMIGO…!
TRÍPODE CREATIVO: INTUICIÓN, CURIOSIDAD E IMAGINACIÓN.
La intuición.
La curiosidad.
La imaginación.
LOS ESTADOS. ¿EN QUE SITUACIÓN EMOCIONAL ESTÁS EN CADA ESCENA?
LOS VALORES… ¿TODOS TIENEN VALORES? ¿INCLUSO «LOS MALOS»…?
PONERTE EN EL LUGAR DEL OTRO…
EL JUEGO SISTÉMICO
LA UTILIDAD DE LOS SISTEMAS REPRESENTATIVOS…
¿CÓMO AMBIENTAMOS Y ESTRUCTURAMOS LAS ESCENAS?
¿CÓMO HACEMOS EVOLUCIONAR A LOS PERSONAJES?
DESCUBRIENDO PUNTOS EN COMÚN…
BASES DEL LENGUAJE EN USO: EL METAMODELO
La omisión.
La generalización.
La distorsión.
COMBINANDO TODO…
TENDER UN PUENTE AL FUTURO PARA VER QUÉ OCURRE…
PALABRAS VIVAS, PALABRAS MÁGICAS…
AGRADECIMIENTOS
BIBLIOGRAFÍA
SOBRE LA ESCUELA INTERNACIONAL DE NUEVOS ESCRITORES
INTRODUCCIÓN
Mi gran sueño era ser escritora; un sueño que, por cierto, como muchas de las cosas que nos ocurren en la vida, tenía muy oculto. Fue mi marido, con una breve pero extraordinaria demostración de su capacidad como coach, quien me formuló una pregunta simple, en el momento oportuno: «¿Qué quieres hacer, realmente?». Una pregunta directa en el momento justo que me hizo responder: «Escribir». Ni siquiera dudé al contestar… Yo misma me sorprendí con mi respuesta: jamás antes había pensado en ser escritora.
Me gusta mucho estudiar, indagar y aprender todo aquello que me reporte una mejora. Soy una ávida glotona de información y aprendizaje; lo que llamo con cariño «una rata de biblioteca». Sin embargo, aunque mi marido llevaba años leyendo y formándose en programación neurolingüística, yo mantenía mis distancias observando desde lejos y —no puedo negarlo—, un poco desconfiada.
Aun así, debo reconocer que haberme decidido a prepararme como coach y a trabajar y aprender programación neurolingüística —o tal como es conocida por sus siglas, la PNL— ha sido lo mejor que he hecho en mi vida. Es una experiencia reveladora capaz de desentrañar las habilidades y potencialidades más escondidas y escurridizas de una persona, a veces tan profundamente guardadas en nuestro subconsciente que permanecen ocultas incluso para ella misma.
Tal como me sucedió a mí.
Conocer algo de la PNL me reafirmó en lograr algunos objetivos que posponía continuamente y me proporcionó nuevas aspiraciones y metas para el porvenir. Me proporcionó, a falta de una definición mejor, «la gran apertura»: una nueva visión del mundo que me rodea, un nuevo proyecto del futuro que deseo y pienso construir y mi propio enriquecimiento personal y social. Este aprendizaje no tiene precio.
La PNL constituye un potente instrumento que nos impulsa a conseguir nuestros proyectos, alcanzar objetivos, lograr hacer realidad nuestras ilusiones y sueños y adquirir los elementos necesarios para una mejor relación social, familiar o laboral. Es un conjunto de herramientas con las que podemos iluminar nuestra mente y que nos ayuda a reorganizar el espacio en ella como si de un gran archivador se tratara.
Imagínense una gran nave industrial —al estilo de Indiana Jones en la película En busca del arca perdida— que, en lugar de estar repleto de cajas, lo está de ficheros y carpetas. Así es como me imagino nuestra maravillosa mente.
Ahora pensemos en un eficiente personaje —nuestro gentil archivador— que, al mando de un buen número de ayudantes —nuestras neuronas—, corre de un fichero a otro repartiendo, colocando y buscando carpetas.
Cuando trabajamos con PNL, nuestros archivos parecen más organizados y mejor distribuidos; además, con la ventaja de tener todas las carpetas más a mano —incluyendo las más olvidadas y polvorientas—. Tras ordenar los ficheros y obtener un índice con el que guiarnos y poder guiar, podemos pedir a nuestro servicial archivero que escoja la carpeta necesaria para cada situación o necesidad.
Sin embargo, uno de los descubrimientos más inesperados para mí durante este proceso de aprendizaje fue ser consciente de que podía escribir mis novelas utilizando los elementos y herramientas que había aprendido con la PNL. Los mismos elementos que me ayudaban a rehacerme como persona libre, segura y confiada en mis capacidades me servían para poner en marcha mi imaginación y despertar mi creatividad. No sólo me resultaba más fácil plasmar con dichas herramientas las escenas que me imaginaba sino que conseguía hacerlo de forma más fluida, sencilla, cercana… y mucho más rápido.
Cuando me propusieron realizar el proyecto de fin de curso, no me lo pensé dos veces: se basaría en cómo usar los conocimientos de la PNL para dar vida a un relato de ficción. Esto me ha sido de gran utilidad, no sólo en mis primeros pasos en la escritura sino también en las clases y cursos que imparto como entrenadora de mentes creativas y nuevos escritores.
A través de esta singular tesis de final de curso, he realizado cursos y seminarios basados en este estudio con muy buena respuesta por parte de los participantes. Hoy en día, y tras varios años de dedicación, el programa de la Escuela Internacional de Nuevos Escritores, mi página web, no sólo proporciona artículos periódicos con sugerencias, claves y ejemplos que a mi me fueron útiles, sino que cuenta también con microcursos online y con un nuevo programa de entrenamiento para nuevos escritores que quieren escribir su libro. Cada uno de ellos trabaja con herramientas de la PNL utilizadas de forma específica para desbloquear las principales limitaciones más recurrentes de quienes comienzan:
La inseguridad, el reencuadre de creencias limitantes, la motivación, la búsqueda y fijación de objetivos.
La necesidad de un proyecto planificado, esquemático, realista y eficiente para realizar el trabajo.
Conocer el lenguaje hipnótico, el uso de las metáforas y una puntuación sencilla y eficiente que nos ayude a enganchar y seducir a nuestro lector.
Lo que más me ilusiona de este proyecto que crece continuamente es observar cómo los alumnos también descubren la ilusión, el placer y la curiosidad por escribir; incluso, en el caso de otras actividades de creación, el cómo comienzan a hacer uso de sus capacidades imaginativas y creativas con confianza y destreza.
La experiencia ha sido tan exquisita que, tras mi formación como coach, decidí repasar y actualizar este libro con la intención de poder seguir ayudando y motivando a quien, como yo, le apetece indagar en este proceso —sea cual sea la propuesta creativa que desee elegir— explorando, experimentando y, sobre todo, divirtiéndose.
El principio se realiza de repente, mientras que las cosas se resuelven gradualmente.
(Proverbio zen)
¿CUÁL FUE LA BASE PARA ESTE LIBRO?
La base…
Sencillamente, que cualquier persona que desee disfrutar de la escritura encuentre una vía fácil, cómoda y divertida para hacerlo.
No todo el mundo quiere escribir para editar. No todos quieren escribir, siquiera, para que otros lo lean. Es el proceso lo que les gusta: plasmar las ideas, centrar sus pensamientos, mejorar su estado de ánimo… Este es el fundamento de este libro: dar un pequeño impulso para que consigan su sueño.
El ser humano es esencialmente comunicativo. El sentido de nuestra existencia sólo tiene sentido con la comunicación. De hecho, necesitamos comunicarnos para sentirnos bien, para sentirnos plenos.
La escritura es una de las formas de comunicación más elementales e importantes del ser humano. De manera muy diferente al habla —en la que existe una retroalimentación—, en este tipo de comunicación no hay una interacción «física» inmediata sino tan sólo expone. Nos expresamos a través de un código de signos que deben representar no sólo información o conocimientos sino incluso emociones, sentimientos y estados de ánimo.
Es decir, escribir es expresar de una forma muy personal e íntima nuestras inquietudes, conocimientos, reflexiones, dudas, emociones y vivencias. Cuando escribimos lo hacemos para comunicar nuestras ideas y pensamientos, para transmitir los más profundos deseos o avivar los más inusitados sueños, y tras esto hacer partícipe de ello a un gran número de personas.
Esta intimidad compartida constituye un proceso de creación que es, en definitiva, una actividad cuyo objetivo es la de crear experiencias sensoriales en la mente de quien nos lee.
Tal vez, los escritores nunca hablaríamos de forma tan directa y espontánea de los temas sobre los que, sin embargo, sí escribimos. Lo expresamos mejor y más apropiadamente a través de la palabra escrita y de los textos, relatos y personajes. Así, el escritor consigue que la otra persona pueda experimentar una determinada sensación o que escuche con voz propia una idea. Esta es la base y es el arte de la escritura creativa.
¿Qué ocurre cuando queremos comenzar a escribir?
La mayoría de las veces pensamos que no tenemos imaginación suficiente para ello. Si habláramos del miedo como si fuera literatura, podríamos decir que este es el best seller de nuestros miedos: «¿Cómo lo hago?» «¿De dónde surgen las ideas?» «¿Soy creativo?» «¿Tendré cabeza e imaginación para hacerlo?»…
Todos podemos escribir. El hecho de escribir no quiere decir que todos nos convirtamos en grandes eminencias o escritores consagrados, no es a eso a lo que se dedica este libro, pero sí podemos —y deberíamos— probar y disfrutar del proceso de la escritura. Es nuestro derecho.
¿De dónde podemos sacar ejemplos o ideas para empezar? Lo tenemos muy fácil: de nuestro propio banco de experiencias. Esta es nuestra fuente de ejemplos: los pensamientos, vivencias, emociones, anhelos, temores, sueños, experiencias… aderezadas con un poco de imaginación y un mínimo de práctica.
Ken Robinson, autor de Encuentra tu elemento, comenta en su libro:
«…La imaginación es la capacidad de representar conceptos que no están en nuestros sentidos. Con ella podemos volver al pasado, simpatizar con la situación o emoción de otras personas y preparar o anticipar cosas futuras».
El acto de escribir —queramos o no, seamos consciente de ello o no— conlleva intrínsecamente nuestros sentimientos, las experiencias vividas en primera persona, las que observamos en personas cercanas y las aprendidas por los medios… La vivencia de estos sentimientos nos ayuda a trabajar coloreándola con nuestra imaginación y esta, a su vez, es quien da origen a la creatividad.
¿Por qué utilizar, entonces, la PNL para comenzar a escribir?
Al igual que actúa de forma personal, la PNL nos ayuda a «lidiar» y esquivar los miedos, las inseguridades y dudas que se presentan al comenzar algo nuevo. Nos ofrece herramientas para romper esa barrera imaginaria de los «No puedo…» «No sé…» y la resistencia a enfrentarnos a lo diferente.
«No soy capaz».
«No sé si podré…»
«¿Sabré escribir bien como para crear una novela?»
«No tengo talento».
«¡Para eso hay que ser muy bueno y estar bien preparado!»
«¡Si a mí no me gustaba en el colegio!»
«¿Y si fracaso?»
«Voy a hacer el ridículo…»
¿Estas preguntas te resultan familiares?
Son algunas de las versiones en las que se enmascara los «no puedo…» Estas dudas constituyen un punto en común entre los escritores noveles. Ahora permite que te plantee otro punto de vista: ¿qué tienen en común los novatos con los escritores ya consagrados, a los que leemos y admiramos? Muy sencillo: en algún momento, ellos también fueron primerizos y dieron un primer paso.
¿Qué es la PNL?
Esta es una pregunta que suelen hacerme con bastante frecuencia. En un mundo invadido cada vez más por las siglas y tecnicismos, no debemos olvidar que la mayoría de las personas aún se pierden en ellas. Resultan demasiadas como para recordar a qué se refiere cada grupo de siglas, excepto para aquellos que pertenecen a un gremio concreto y conviven cotidianamente con la jerga en cuestión. Como mínimo, resultan exasperantes… y lo entiendo.
PNL son las siglas de programación neurolingüística. En este caso, el nombre es compuesto y tan largo que, coloquialmente y para hacerlo más fluido, se suele utilizar su «diminutivo». Sin embargo, ¿a qué se refiere exactamente? ¿De qué trata?
La PNL se fundamenta en que toda forma de comportamiento, acción y reacción humana tiene que ver con procesos neurológicos que terminan transmitiéndose de forma verbal. Es por ese motivo por el que los sistemas sensoriales —ojos, vista, oído, tacto y gusto— juegan un papel importante en las diferentes formas, muy sutiles, de cómo vivimos y sentimos cada situación. Hoy en día, es una de las formas más exitosas en cuanto a comunicación a todos los niveles.
Las siglas vienen determinadas por un nombre compuesto:
Por un lado, programación, en cuanto a que nos relacionamos según lo que hemos vivido y aprendido de nuestros padres, hermanos, profesores o amigos a lo largo de nuestra vida. Todos estos contenidos aprendidos —aquello que vimos, oímos o sentimos— forman en nosotros patrones de aprendizaje y de conducta que, a su vez, nos conforman unas creencias con base en las cuales hablamos y actuamos.
Miguel Ángel León, autor de Coaching de PNL. Zen de PNL dice una frase, referente al término programación, que es impactante por su franca sencillez:
«La diferencia entre “conocimiento” y “conocer” estriba en que conocimiento es lo que un señor nos dice qué es verdad y conocer es lo que nosotros descubrimos por nosotros mismos».
Neurolingüística viene determinada en cuanto a que estos patrones aprendidos desde la infancia y todas esas creencias sobre las que cimentamos nuestra existencia pasan por un proceso neuronal en nosotros y las expresamos a través de nuestro cuerpo, gestos, forma de hablar, de pensar y transmitir nuestras ideas.
La PNL nos permite descubrirnos bajo todo ese sistema complejo que han formado dichos patrones y creencias —la mayoría adoptadas de otros— que forman parte de nuestro carácter y forma de ser. Nos permite llegar a nuestra esencia: originales, puros, íntegros… A su vez, nos ayuda a conocer mejor a los demás pues, al saber cómo son los engranajes de nuestros pensamientos, podemos adaptarnos más fácilmente a los de quienes nos rodean.
¿Qué mejor herramienta para alguien que escribe que conocer cómo piensa su lector?
Toda nuestra existencia está consolidada alrededor de la comunicación. Lo bueno es que todos tenemos elementos comunes a través de la PNL. Este será el punto de conexión con la creatividad literaria en este ensayo. Es lo que vamos a utilizar para mejorar y desarrollar nuestra forma de comunicarnos con la escritura.
En primer lugar: con estos datos, obtendremos una serie de herramientas que ayuden a iluminar nuestra mente y reorganizar el espacio en ella. Ya puestos, imaginemos al gentil archivador de quien hablamos antes brevemente, un personaje imaginario que vive y trabaja en nuestra mente de por vida, diminuto y atento, a quien vamos a facilitar su labor, haciéndolo más eficiente y ligero: ordenaremos los ficheros, obtendremos nuestro índice particular para guiarnos por ellos y, llegado el momento, podremos escoger la carpeta necesaria para cada situación o necesidad sin apenas esfuerzo.
En segundo lugar: con PNL contamos con una serie de elementos comunes importantes a tener en cuenta y que serán nuestra palanca de impulso para lograr captar el interés del lector:
1 Cada persona ya cuenta con la experiencia para escribir de forma eficaz.
2 Al escribir, tratamos de trasladar una estructura profunda —vivencia o experiencia— a otra superficial —formada por palabras, frases—.
3 Nuestros sistemas representativos —gusto, vista, olfato, oído, tacto— facilitan el proceso de escritura creativa.
4 Escribir es como hablar: se trata, básicamente, de comunicarnos con alguien.
Este libro nace de ese descubrimiento: se basa en cómo usar los conocimientos neurolingüísticos para dar vida y enriquecer un relato, el lenguaje o los personajes. Este primer paso hacia la escritura, a través de tu imaginación, te impulsará a motivarte a conseguir proyectos, objetivos y lograr alcanzar tus ilusiones y sueños.
No es un libro para aprender técnicas de escritura ni para conocer todas y cada una de las normas lingüísticas actuales o analizar los diferentes estilos que existen. No encontrarás aquí fórmulas ni estilos para escribir. Si te animas y decides dedicarte más a la escritura, seguro que conseguirás muchos textos, cursos y lecturas, muy variados y enriquecedores, sobre estas particularidades.
Aquí, por ahora, nos centraremos en unos pocos puntos:
Qué podemos utilizar para que nuestra idea se expanda hasta formar un escrito.
Cómo sacar provecho de nuestra curiosidad, observaciones y experiencias.
Reconocer y utilizar nuestras emociones y sentimientos.
Cómo obtener y recuperar habilidades y recursos para conectar con nuestra parte creativa, dejar libre a nuestra imaginación y atender a nuestra intuición. Y la más importante:
Disfrutar de nuestro proyecto, independientemente del resultado.
Romper el miedo.
Dejarnos fluir y
Enriquece nuestra narrativa…
Aquellos que esperan que las cosas les lleguen, es posible que reciban algunas, pero sólo las dejadas por aquellos que salgan a buscarlas.
(Abraham Lincoln)
LA CREATIVIDAD: UNA ACTITUD MÁS QUE UNA APTITUD.
LA MEJOR DEFINICIÓN del término creatividad la encontré en Eric Maisel, coach creativo. Me encantó cómo la valora en su libro Dominar la ansiedad relacionada con la creatividad:
«Con ella describimos el deseo de utilizar nuestros recursos internos, la imaginación, y unir nuestros pensamientos y sentimientos en forma de cosas hermosas».
El ser humano es creativo por naturaleza. Es una característica intrínseca de nuestro ser. Nos expresamos en diferentes disciplinas y niveles pero no dejamos de ser creativos. La diferencia está en el grado de uso que le damos, más o menos frecuente, y la necesidad que tenemos de ella.
Muchas personas afirman «no tener creatividad». Es imposible. Como mucho, no la utilizará habitualmente porque no la necesita en su vivir de cada día; pero seguro que hará muchas pequeñas cosas creativas sin darse cuenta de ello. Se trata sólo de ser consciente de esos detalles.
Existe una serie de cualidades, comunes a cualquier aprendizaje, que nos conviene conocer. En realidad, estas cualidades tan elementales nos proporcionan una actitud curiosa y abierta a recibir novedades frente a cualquier tipo de aprendizaje, situación o enfrentamiento con algo nuevo.
Son tan básicas que, a pesar de ser habituales en muchas situaciones y materias, nos pasan desapercibidas y no actuamos de acuerdo con ellas. Tal vez esto se deba a la costumbre de nuestros hábitos adultos. Una vez las reconocemos, son tan evidentes que hasta podríamos reírnos de no haberlas empleado por nuestro propio conocimiento. Estas cualidades son:
La curiosidad.
Los recursos.
La apertura infantil.
La determinación.
El jugar y divertirte.
Por mi parte, ser consciente de cada una de ellas provocó que las conectara rápidamente con mi trabajo habitual —soy profesora de Lenguaje Musical y Armonía—. Son claramente eficaces, sobre todo cuando añadimos el elemento de la creatividad. Luego, con la práctica, pude extrapolarlo fácilmente a otras enseñanzas distintas, incluyendo los cursos y seminarios de escritura.
Caí en la cuenta de que también son necesarias para cualquier persona que desee comenzar a escribir. Ya por entonces me encontraba trabajando en mi primera novela —aún jugueteando y tanteando con las ideas y las frases—, y casi automáticamente me centré en aplicarlos en ella. El resultado fue parecido a lo que se siente en un trampolín: todo se simplificó, tomó cuerpo y me sentí invadida por una gran ilusión que me empujaba. Se había producido un cambio radical en mi motivación respecto a la escritura: algo que comenzó como un tanteo y un juego se convirtió en una pasión.
Esto me hizo pensar en el cambio de perspectiva que podía producir sólo el aplicar algo de atención a las cinco cualidades y, tras un pequeño recuento retrospectivo sobre ello, extraje algunos beneficios:
El escritor debe sentir curiosidad por su propia historia. En ocasiones, aunque esta se haya planificado inicialmente con un «indice» sobre el que trabajar, puede surgir una idea inesperada que dé un giro al escrito y nos lleve por otros derroteros y aspectos que no nos planteábamos en un principio. Estos elementos —con los que no contábamos y su entrada en juego— hacen el relato más sorprendente y, con ello, dan pie a un nuevo desarrollo rico e imprevisto.
Esto me ha pasado en más de una ocasión y, hoy por hoy, utilizo estos atisbos de nueva perspectiva para sacar más información. Una simple pregunta a las que llamo los «y si…», nos pueden abrir curiosas puertas a un entorno casual o a un hecho fortuito que nos sirva de palanca y proporcione el impulso necesario para desarrollar mejor nuestro argumento.
Imaginemos algunos supuestos…
¿Y si…
…Manuel, asqueado y aburrido, dejara su trabajo y tuviera que enfrentarse a una esposa irascible que no comprende su necesidad de cambio? ¿Y si esta se mostrara inflexible?
…María decidiera que debe dejar todo para perseguir su sueño de ser diseñadora, teniendo que elegir entre ello o seguir las expectativas de sus padres de seguir con los negocios familiares?
…Dolores, cansada de ser el paño de lágrimas de su difícil y complicada familia, decidiera tomar las riendas de su vida y cortar con su dependencia emocional? ¿Cómo empezaría su nueva vida?<7em>
…Un día, una llamada de teléfono te dice que tu pareja ha tenido un grave accidente y te enfrentas a un brusco y frustrante cambio en tu vida?
¿Y si…?
¿Qué pasaría?
Dejar que nuestra imaginación actúe por nosotros y se mueva libremente hace que el autor se mantenga expectante con su obra, otorgándole así vivacidad y frescura. Es verdad que es algo a lo que no estamos acostumbrados y en un principio puede resultarte algo difícil, mas, como en todo, es cuestión de probar y practicar. Si eres persistente y permites que surja la oportunidad de divagar con tu imaginación, poco a poco se convertirá en algo cotidiano y podrás dejar volar tu mente cuando lo necesite, y permitirle que vaya encontrando los puntos, conexiones o probabilidades que precises buscar.
Muchas veces, sobre todo al principio, me apetecía escribir algo y no se me ocurría nada. Tenía el argumento, la trama, a veces los personajes… Mantenidos a la expectativa, esperando a que yo diera el primer paso para moverlos. Sin embargo, no encontraba la punta del hilo.
Reconozco que esto me inquietaba, hasta que comprendí que se puede utilizar… ¡todo!
Estos son nuestros recursos. Desde una sorpresa inesperada hasta una simple discusión. Absolutamente todas nuestras experiencias y emociones o las que observamos en otros —vividas o anheladas, soñadas y deseadas, incluso las que odiamos y rechazamos…—, todas pueden servirnos de base para tomar una idea y desarrollarla.
La materia base para escribir la encontramos en el día a día: en las relaciones con los demás y las propias vivencias. Nuestra vida es un compendio de pequeños fragmentos de historias que son susceptibles de desplegar y desarrollar, cambiar, agravar o modificar. Utilizando los «¿y si…?» como un juego de ideas, podemos imaginarnos varios caminos alternativos y elegir uno que nos atraiga para argumentarla.
Luego, sólo hay que elegir la que más nos guste.
La apertura infantil tiene mucho de la curiosidad. En el caso concreto del escritor, sería el mirar cada vez con ojos nuevos nuestra propia obra. Aunque la leamos cien veces, se trata de hacerlo con la mente abierta a posibles cambios y novedades para el relato.
También resulta útil para verificar que el texto es claro y comprensible para el lector. No olvides que, cuando escribimos, los autores mantenemos todos los datos en la mente, con lo cual nos resulta fácil seguir la trama. No así quien lo lee, que se enfrenta a todas las dudas e interrogantes del tipo «¿y ahora qué?» o «¿y esto por qué?».
Es bueno asegurarnos de que lo que escribimos mantiene un orden y claridad y esté basado en datos sencillos para que al lector le resulte cómodo sentirse inmerso en la lectura.
Muchos de los escritores consagrados aconsejan separarse un poco del escrito y retomar su lectura días más tarde. Llegan incluso a sugerir dejarlo reposar durante algunos meses. Lo he comprobado por mí misma y resulta enriquecedor, tanto para el texto como para ti. Tu mente, fresca y desconectada parcialmente de las emociones que te invaden cuando escribes, percibe mucho más sutilmente lo bueno y lo malo de tu texto. Permites que se despeje de notas y directrices, sin exigencias, y, de esa forma, se abre a nuevas y refrescantes chispas de ideas, correcciones que pueden ser, como mínimo, muy interesantes.
Me viene a la memoria un dato bien conocido por los profesionales de tráfico: cuando un conductor pasa la barrera de los doscientos kilómetros por hora en su vehículo, el enfoque de visión de la vista se reduce a «un túnel», literalmente. La vía tiene el mismo ancho pero el conductor lo percibe como un espacio cerrado y estrecho: un túnel.
Igual nos ocurre cuando nos empecinamos con nuestro relato. Al centrarnos demasiado, nuestra visión se empequeñece, nos bloquea y perdemos perspectiva. Esto puede traer como consecuencia reiterar, repetir, perder frescura, convirtiendo en «soso» y pesado el relato.
Tengo que confesar que soy muy impaciente. No aguanto tanto tiempo en la incertidumbre a no ser que esté muy entretenida con otra cosa. De hecho, cuando guardo un escrito me aseguro de tener otro a medias, de forma que desvío la atención del primero al segundo y, así, no siento el ansia de seguir retocándolo durante un tiempo.
Cuando compruebes el efecto del reposo y más adelante vuelvas a retomar tu escrito, notarás una sensación agradable y extraña a la vez. Es como si lo que lees no lo hubieras escrito tú: Te resultará familiar, aunque no del todo como algo propio. Y esto es genial. Te permitirá verlo casi como si lo observaras entre bastidores. Te volverás crítico de tu propio relato.
En cuanto a la determinación, la sugerencia generalizada por los grandes autores y textos sobre cómo aprender a escribir, es el consejo de la constancia: tomar la decisión de empezar a escribir y perseguirla con confianza. Hay una parte de ellos que comentan la costumbre de buscar un tiempo fijo en el día para sentarse y escribir; otros, sencillamente, te aconsejan que escribas cualquier cosa, aunque no tengas un argumento definido; muchos sugieren que comiences aunque sea redactando un diario.
Julia Cameron, escritora de novelas, relatos, poesías y guiones, propone escribir tres páginas a primera hora de la mañana como ejercicio diario para «conectarnos» con nuestro subconsciente y, de esa forma, no perder la soltura y la fluidez. Según Cameron, es así como se mantienen abiertos, en forma y alerta, los canales de nuestro subconsciente creativo.
Esto es una forma de escritura automática cuya finalidad es la de expresar todo aquello que sale de nuestro subconsciente, sin críticas, sin freno o censura. Básicamente trata de dejar fluir ideas aunque parezca que no sean lógicas o reales. No olvidemos que nuestros mejores recursos hábiles están en nuestro subconsciente: la fluidez, la soltura, la frescura, las ganas de innovar, las fortalezas, incluso nuestras mayores locuras, suelen estar inmerso en él. También la ligereza de pensamientos, la creatividad y la imaginación se nutren y desarrollan con más facilidad en este plano. Por ello, para Julia Cámeron es importante mantener abierto este canal.