Czytaj książkę: «Todo cuanto es verdad»
DIEGO MEDINA POVEDA
TODO CUANTO ES VERDAD
ADONÁIS
673
EDICIONES RIALP
Madrid
Un jurado compuesto por
Enrique García-Máiquez, Eloy Sánchez Rosillo,
Julio Martínez Mesanza, Aurora Luque,
Joaquín Benito de Lucas y Carmelo Guillén Acosta
concedió a este libro
un ACCÉSIT del PREMIO ADONÁIS 2019
© 2020 by DIEGO MEDINA POVEDA
© 2020 de la presente edición, by
EDICIONES RIALP, S.A. - COLOMBIA 63 - 28016 MADRID
ISBN (versión impresa): 978-84-321-5234-4
ISBN (versión digital): 978-84-321-5235-1
Realización ePub: produccioneditorial.com
Todo cuanto es verdad, me pertenece; […]
sepan que las mejores cosas son patrimonio común.
SÉNECA, Epístolas a Lucilio
ÍNDICE
PORTADA
PORTADA INTERIOR
CRÉDITOS
DEDICATORIA
I. MUDANZA
ROPA LIMPIA
CAMBIO DE PISO
VIGOREXIA
STIG
PLAGAS
EL VIAJE
II. GEOGRAFÍA DE ABANDONO
DESHAUCIO
METEMPSICOSIS
CHARCOS
RECICLAJE
PERSPECTIVA DEL SENA
A UNA TRANSEÚNTE
EL AROMA DEL TIEMPO
AMOR LÍQUIDO
DIARIO DE A BORDO
ADONÁIS COLECCIÓN DE POESÍA
AUTOR
I
Mudanza
A Ángela P. Méndez
Los bienes más queridos y mayores
se mudan
FRAY LUIS DE LEÓN
ROPA LIMPIA
Dichosos los que lavan sus ropas
Ap 22, 14
HE optado por callarme, pero el eco
retumba tan rotundo en las paredes,
que creo que es mi pensamiento
la voz de su blancura.
Cosa es de locos
que escuchen las paredes a las cuerdos.
Así me he dicho que no pierdo nada
si en verso grito en alto, pues se sabe:
todo cuanto es verdad nos pertenece,
y ya se han hecho eco mis tabiques
de todas las verdades.
Permitidme que os diga —es un secreto—
que, aparte de mi voz, escucho vuestras voces
y en esta soledad que habita mi cabeza
dialoga en la palabra un vecindario.
He podido saber que el quinto ocho
tiene al lado contrario la cocina,
de ahí he deducido
que en materia de espacio
—a pesar de los caprichos interiores—
todos somos iguales:
precarios de amplitud en nuestras vidas.
Anoche discutían los de enfrente
—también nos pasará dentro de poco—
por ver quién iba a recoger la ropa limpia.
Se me olvidó decir que en nuestro mundo
no hay ni lugar para una lavadora.
(En la polifonía de las conversaciones
escucho muy bajito
el canto repetido de algún pájaro
que está domesticado, y lo imagino
piándole detrás de los barrotes
a la jaula en la que vive su dueño
—el del séptimo cinco—,
mientras el dueño asiste
al trino de su pájaro enjaulado).
Ahora da el portazo la vecina de arriba,
los lunes a las nueve de la noche
sale a hacer la colada semanal y maldice
apresurada un tiempo que no tiene.
(El recuerdo es la mancha de tomate
que ensucia su camisa, y el olvido
—igual que un detergente malo—
siempre le deja mácula en el cuello).
Somos también nosotros peregrinos,
y los martes,
después de trabajar,
hacemos el camino a la lavandería.
Así se llena el tiempo
—cargados con la ropa y la fatiga—
en volver a lavar lo que ensuciamos,
en recorrer las calles de memoria
hasta hallar el refugio: ¡Oh bienaventurado
albergue, abierto a todas horas!
Es cíclico el tambor de nuestra espera
—programa corto y mucho suavizante—,
aquí, sentados, con los ojos hechos círculos
vemos llegar con prisa a otro vecino.
Todos somos iguales:
viajeros de espirales cotidianas.
Después volvemos rápido a la casa,
limpia la ropa, a repetir el eco
de un martes a otro martes.
CAMBIO DE PISO
EN todas las mudanzas se nace y resucita,
cuántos recuerdos van a la basura,
nos llevan de la mano a otros momentos,
pero un impulso misterioso logra
—en un alarde estoico
o simplemente por desidia—
borrar las huellas de unos pasos firmes
que creímos perpetuos, pero nada
permanece…
y es en estos instantes
de hipótesis de espacios, de cintas métricas,
de imaginar cocinas donde antes
solo había un salón
con sus estanterías de escayola,
cuando emergen desnudos por la puerta
los nuevos inquilinos:
da igual si el hombre quiso demasiado
o si una vez el miedo inundó sus retinas,
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