Basho, yo

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Basho, yo
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Diseño de edición: Letrame Editorial.

ISBN: 9788418512100

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BASHO, YO

TRES EN UNO (LA EXALTACIÓN DE LA IKEBANA)

Con este libro, Basho, yo, se culmina la trilogía compuesta por este más los dos anteriores: Sendas Zen del Toro y Ecos, Zen y Yo. También valdría decir que se asoma uno desde la cúspide de la visión para derramarse, hilo a hilo, por esta fragmentación de la Verdad, la Belleza y la Bondad en las múltiples realidades captadas y cantadas por el poeta y simbolizadas en nombre, ríos, pueblos y ciudades, del norte y del sur, del este y del oeste de nuestro mundo como encarnaciones del ser verdadero. Arquetipos y figuraciones de cuanto ha existido, y preludios casi místicos de cuanto es y, sobre todo, de todo aquello que está llamado a ser. Músicos, poetas, filósofos todos en trance y en danza tras la porfía de lo inefable. Todo el libro es un inmenso poemario de la afirmación y la certeza.

La obra se construye en forma de invisible y místico ikebana ascendiendo por los tres estadios que afirma el pensamiento: el terrenal, punto de apoyo y primer sustento de toda realidad intramundana, para que desde ella y con la ayuda de la inteligencia accedamos a todo cuanto hay de humano en esta vida, y sostenidos por esta dimensión ya de privilegio podamos descubrir y vivir en el ámbito supremo del espíritu. La ascensión es verdaderamente prodigiosa y la exaltación queda culminada en este mágico ikebana de las tres alturas donde habita el hombre superior.

Donde habita el espíritu es precisamente donde se hilvanan y construyen la mayor parte de estos poemas transcritos unos al dictado de la intuición y descritos otros con el fulgor de los detalles empíricamente vividos. En esta marea alta de la creación y en este continuo pleamar de las emociones navega el velero de las palabras amadas y escogidas que cautivaron al poeta. Juegan los versos, juegan las estrofas, juegan las medidas del ritmo y de la rima en la alta confianza de sonar bien y gustar más. Se amalgaman filosofías, teosofías, teologías: arde la luz y sobreviene el misterio. Inunda de sentido cada letra, estallan los sonidos, se deshace como nieve la tiniebla. ¿Cómo pedirle a la música sus sones? ¿Cómo brindarle nuestra luz al arcoíris? ¿Cómo cantar al silencio desde clausura? Y el poeta juega con los haikus de amor para vencerse y, en el colmo de alguna recóndita pasión, los reconquista.

Y, al fin, el haiku como firma.

Signo, señal y señuelo del que busca y halla y rubrica lo encontrado.

Juan José Pérez Solana

Arquetipo

La gran ciudad presume de figura

en plaza principal, alzada mito.

Leyenda, el más solemne plebiscito,

lo admira absorta toda criatura.

Elevación, a tono con la altura

del héroe, la ofrenda monolito;

el pedestal refiere en doble escrito,

la contraria opinión que se depura.

Reyes, guerreros, músicos, artistas;

siguen con las ecuestres, preciosistas

esculturas de máxima belleza.

Acaso sea suficiente un busto,

para que se despierte el noble gusto

de juventud que a contemplar empieza.

Descubridor de símbolos, me excitan;

a interpretarlos, sin pudor me invitan;

publicar libros elevé a proeza.

Las Sendas Zen del Toro con los Ecos,

Zen y yo, más confesión Yo, Bashô,

conforman trilogía de un ocaso.

Mis ansias de verdad, sin embelecos:

Zen zazen la exigencia se devana,

Los tres libros… ¡modélico Ikebana!

Haikus:

Mítico Cid

Samurai mesnadero

¡Mio Cid-Bushido!

Un Ikebana

En cada hoja satori

Póstuma ofrenda

Mi música

La música es superior a la Filosofía

Beethoven

La música me gusta, y me reclama,

porque si toco, en director me siento;

libre puedo expresar mi sentimiento;

interpretar temblor de cada rama…

Aprendiendo a leer el pentagrama,

elegí el piano como su instrumento;

la guitarra después, divertimento;

y el saxofón, por último, me llama.

Con la voz acompaño a las corales;

sin instrumento actúo de solista;

o conformo la Banda en festivales.

Me gusta componer pequeñas cosas;

la creación, de improvisadas rosas;

hasta ensayo pirueta sonetista.

Haiku:

Trinos de aurora

tan solo el ruiseñor

Canta a la noche

Con Beethoven

En los estados de ánimo, pasiones,

euforia, depresión, melancolía,

como terapia, alguna sinfonía.

¡Musical fondo a todas situaciones!

Autodidacta cura de aflicciones

evita gabinetes, psiquiatría;

intuye la ilusión en tentaciones;

el psicoanálisis, en la poesía.

Velo de Isis se aclara transparente;

Gnosis poder, Sofía de Serpiente.

Teósofo Beethoven nos revela:

¡Las sinfonías! su éxito le sobra

los cuartetos prefiere como su obra:

creación que domina, y le desvela.

Quizás sea el cuarteto, cavatina,

confesión, confidencia mortecina…

¡Y por nueva, su música me encela!

Haiku:

Tras la novena

sus dieciséis cuartetos

¡postrimería!

Mis preceptores y terapeutas de música

¡Gustav Malher, el gran desconocido!

Conmociona a las gentes su noticia,

a políticos sirve de primicia,

cuando por mí, de sobra conocido.

¡Mundo Clásico, dote de elegido!

Shostakovich se veta, y se propicia

al alma rusa la opresión ¡Delicia,

el laureado eterno perseguido!

Con Bruckner y Scriabin descubro arcanos

de religiosidad, nuevos, lejanos…

saber de Dios, el éxtasis, quietismo.

Mis maestros confieso y los encubro,

cuando final de singladura cubro:

extraña iniciación en ostracismo.

Elijo personajes, mis doctores;

como Tarkovski en cine esculpidores

de música… ¡Belleza sincretismo!

Haiku:

Un arroyuelo

en los campos de Stalker

¡Banda sonora!

Prokofiev y Shostakovich

José Stalin (1878- 5 de marzo 1953)

Sergey Prokofiev (1891- 5 de marzo 1953)

Dmitri Shostakovich (1906 -1975)

Los dos astros que rigen siglo veinte,

con su constelación los cielos llenan:

otra tras obra, luminar estrenan…

¡asombro silenciado en Occidente!

Al poder sometidos, los condenan

con sufrir menosprecio deprimente;

patriota estímulo y trabajo ingente,

con sinfonías las intrigas frenan.

Frente al sistema paralelas vidas,

sus óperas rechazan, atrevidas,

sea Lady de Mtsenks o Ángel de Fuego…

Pedro y el lobo didáctica sonora:

el resto de obras mayoría ignora:

la inquietud sublimada con sosiego.

Escuchar y adquirir opus, ventura

que prueba una sensible donosura,

¡atisbos de ver luz en mundo ciego!

Haiku:

Obra selecta

con lazo de cultura

¡luminar nuevo!

Muerte y transfiguración

Excesivo rigor conmigo mismo,

cada día me exijo «Fe de vida»:

Un poema resulta la partida,

que validan mi estilo solipsismo.

Condenado gustoso al ostracismo,

mi personalidad se consolida;

máscara de tragedia, escepticismo,

la sensibilidad encubre y cuida.

Virtual muerto al ayer, me transfiguro,

sin cambio de memoria, disco duro;

y de amateur poeta me enmascaro.

Nueva fase, anticipo de glorioso

cuerpo, los textos con un haiku gloso;

y en las filosofías hallo amparo.

Desde la infancia, el insistente guiño

de oriente, sus vestigios rastro apiño;

viento de este me acerca lejanías.

Dedos para medir acentos uso;

de espacio blanco interlineal abuso;

la sesión musical, fondo a los días.

 

De Beethoven, Tschaikovsky, los pioneros,

a Mahler, Shostakovich, mis postreros…

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