Czytaj książkę: «Visitar a los enfermos»

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Elogios para Visitar a los Enfermos

¿Qué hacen los pastores cuando visitan a los enfermos? Brian Croft ha escrito una maravillosa obra para ayudarnos. Su libro está fundamentado teológicamente, centrado en el evangelio y lleno de sabiduría práctica. Lo recomiendo con gran entusiasmo.

Thomas R. Schreiner, Profesor James Buchanan Harrison de Interpretación del Nuevo Testamento en el The Southern Baptist Theological Seminary y pastor maestro en Clifton Baptist Church

Las visitas son un tema oportuno para los pastores y los cristianos de hoy en día. Y Brian Croft hizo un trabajo maravilloso. Nos provee de consejos sensibles, centrados en el evangelio, y que honran a Dios, para pastores y cristianos en general. Si eres como yo (alguien que no se siente muy capacitado para decir las palabras correctas ni para hacer las cosas correctas delante de alguien que está en cama) este libro será un deleite para ti.

Thabiti Anyabwile, Pastor Principal de First Baptist Church, Grand Cayman, y autor de The Faithful Preacher [El Predicador Fiel]

“¿Qué debo decir? ¿cuánto tiempo debo quedarme? ¿por qué tengo que ir? ¿cómo debo orar? ¿y si la persona está muriendo? ¿y si la persona no es cristiana?” Esas son solo algunas de las muchas inquietudes que las personas tienen con respecto a la tarea de visitar a los enfermos. Brian Croft nos da una ayuda práctica para eliminar esos sentimientos de insuficiencia, y nos motiva a cumplir la comisión de Cristo: “Estuve enfermo, y me visitasteis.” Aquí tenemos un manual bíblico muy práctico para cuidadores cristianos, este libro perspicaz puede leerse en pocos minutos, pero su consejo práctico te permitirá visitar con confianza a los enfermos en los años venideros.

Bob Russell, Ex Pastor Principal de Southeast Christian Church, Louisville, Kentucky

Raramente se encuentran recursos pastorales de naturaleza práctica que tengan un rico fundamento bíblico y teológico. Este excelente libro de Brian Croft nos presenta algo más que una mera “guía” para visitas pastorales. Nos ofrece el evangelio de la gracia y el poder necesarios para el tipo de ayuda práctica que trae honor a Dios y lleva a la gente a Cristo. Está lleno de sabiduría y arraigado en la teología, lo cual lo convierte en un recurso que proporciona la mezcla perfecta que es necesaria para la iglesia de hoy en día.

Bruce A. Ware, profesor de teología cristiana en The Southern Baptist Theological Seminary y autor de God’s Lesser Glory [La menor gloria de Dios]

Muchos pastores y líderes de iglesia pasan tiempo visitando a los enfermos. Algunos sienten que sus visitas son tiempos fructíferos de su ministerio; pero otros se sienten muy incómodos. Sin embargo, muy pocas personas tienen las habilidades intuitivas y la experiencia pastoral para hacer esta tarea de manera exitosa sin ningún tipo de entrenamiento previo. Te invito a que leas Visita a los Enfermos de manera personal, que lo estudies con otros pastores, o que lo utilices como un recurso para entrenar a las personas de tu iglesia que visitan constantemente a los enfermos. Este libro puede ayudarte a transformar una responsabilidad rutinaria en un tiempo de ministerio eficaz.

Donald Whitney, profesor asociado de espiritualidad bíblica en The Southern Baptist Theological Seminary y autor de Spiritual Disciplines of the Christian Life [Disciplinas espirituales de la vida cristiana]

Muchos pastores jóvenes (y también los que no son tan jóvenes) nunca han recibido una instrucción práctica como la que Brian Croft ofrece en Visita a los Enfermos. Ahora éste será un texto recomendado en mi clase de ministerios pastorales, y lo recomiendo de corazón a todos.

Dr. Ray Van Neste, profesor asociado de estudios cristianos y director del R. C. Ryan Center for Biblical Studies, Union University

Los sufrimientos causados por la enfermedad tienen el poder de preparar el corazón para la semilla de la Palabra como otras pocas cosas pueden. Brian Croft ha hecho un excelente trabajo mostrando cómo el pastor puede hacer que la Palabra de Dios sea central en su ministerio para con los enfermos y moribundos.

Dr. Andrew Davis, Pastor Principal de First Baptist Church en Durham, North Carolina, y autor de An Approach to Extended Memorization of Scripture [Un método para la memorización extensiva de las Escrituras]

Brian Croft nos ha proporcionado una guía práctica y teológica para el cuidado de nuestras congregaciones. Es un libro altamente recomendado para aquellos interesados en conocer los principios teológicos para visitar a los enfermos.

Dr. George D. Barnett, consultor de recursos ministeriales de la Convención Bautista de Georgia



Publicaciones Faro de Gracia P.O. Box 1043 Graham, NC 27253 www.farodegracia.org

ISBN 978-1-629462-91-2

Originally published in English in the U.S.A. under the title:Visit the sick: ministering God´s grace in times of illness.

Copyright © 2014 by Brian Croft and Phil Newton. Previously published in 2011 by Day One Publications under the same title. Spanish edition © 2021 by Publicaciones Faro de Gracia with permission of Zondervan, 3900 Sparks Dr. SE, Grand Rapids, Michigan 49546. All rights reserved. Represented by Tyndale House Publishers, Inc.

©2021 Publicaciones Faro de Gracia. Traducción al español realizada por Victor Velasco; edición de texto, diseño de la portada y las páginas por Benjamin Hernandez. Todos los Derechos Reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro— excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.

©Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina–Valera ©1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que sea notado como otra versión. Utilizado con permiso.

Para mi padre,

quien me enseño el valor de esta

obra a través de muchas visitas y

llamadas a sus pacientes—

gracias por permitirme

amablemente acompañarte —

&

Con gran afecto para la memoria

de Ferrill Gardner, quien era

conocido por sus amistades más

cercanas como “el maestro de los

cuartos de hospital”

Contenido

Prólogo

INTRODUCCIÓN

Capítulo 1- EL CUIDADO DE DIOS POR LOS ENFERMOS: TEOLOGÍA BÍBLICA

Capítulo 2 – CUIDADO ESPIRITUAL PARA LOS ENFERMOS: PRECISIÓN TEOLÓGICA

Capítulo 3 – EL SABIO CUIDADO DE LOS ENFERMOS: IMPLICACIONES PASTORALES

Capítulo 4 – CUIDADO ESPECIALIZADO PARA LOS ENFERMOS: NECESIDADES PRÁCTICAS

Capítulo 5 – CUIDADO CORPORATIVO DE LOS ENFERMOS: EQUIPANDO A LOS SANTOS

CONCLUSIÓN

Epílogo

Agradecimientos

Apéndice 1: LISTA DE VERIFICACIÓN – Visitar a los enfermos: categorías teológicas, pastorales y prácticas

Apéndice 2: Conversaciones espirituales

Apéndice 3: Preguntas frecuentes

Apéndice 4: “La enfermedad” por J. C. Ryle (versión reducida)

Bibliografía

RECUERDO LA PRIMERA VEZ que hice una visita de hospital. Tenía veintiún o veintidós años. Acababa de empezar a trabajar en una iglesia, y el pastor principal me pidió que visitara a algunos miembros mayores en el hospital. Y permítanme aclararlo. Eran miembros realmente mayores. Me refiero a que eran literalmente personas del siglo anterior. Yo no los conocía. Y obviamente ellos tampoco me conocían. ¿Qué cosa podía ofrecerles? ¿de qué manera podía contribuir con mi visita? En ese momento me invadió un profundo e incómodo sentimiento de inutilidad.

Dios fue muy amable conmigo en ese primer día de visita. Y en las semanas y meses siguientes, hice muchas más visitas a ese hospital y a otros en la costa norte de Boston. ¡Oh, cómo desearía que en ese entonces hubiera existido este pequeño libro! ¡De cuántas frustraciones me habría librado! ¡De cuántos momentos incómodos me habría salvado! ¡Cuán útil hubiera sido para aquellos a los que yo intentaba animar en sus enfermedades!

Brian Croft está bien calificado para ayudar a los pastores en esa área. Él es un pastor fiel que está acostumbrado a visitar a los enfermos en los hospitales. Conozco a Brian desde hace varios años. Su padre, Bill Croft, es un médico y un maravilloso hombre cristiano. Eso quiere decir que Brian creció entre personas que mostraban preocupación por el bienestar de los enfermos. Su hermano, Scott Croft, ha servido conmigo como parte del personal de la Iglesia Bautista Capitol Hill en Washington, DC, y durante años fue el presidente de nuestros ancianos. Scott ha sido un estímulo, un instructor y un estudiante de Brian. La hermana de Brian, Beth Spraul, es miembro de nuestra congregación, y ha servido en capellanías de hospitales. Así que, desde diferentes ángulos, Brian es un hombre muy adecuado para aconsejarnos en estos asuntos.

En este pequeño volumen, Brian nos ayuda a pensar directa y fielmente acerca de la verdad de Dios y el pueblo de Dios. Su consejo es sólido y simple. Algunas partes del libro pueden tocar temas que tú ya has sabido cómo resolver. ¿Pero acaso no es mucho mejor escuchar la misma cosa dos veces que no escucharla nunca? Dejemos que sea la voz de Brian la que nos refuerza esos conocimientos. Pero no te sorprendas si lees algunas cosas en las que no habías pensado antes. Lee este libro, y deja que Brian te ayude a ayudar a otros.

Mark Dever, Pastor Principal de la Iglesia Bautista Capitol Hill de Washington, DC

SOMOS VÍCTIMAS DE nuestra propia cultura. El siglo XXI ha traído consigo una serie de demandas, presiones, y momentos que nos hacen sentir como si nuestras vidas estuvieran constantemente girando fuera de control. Todos hemos sentido esa clase de tensión en nuestros tiempos con Dios, en el trabajo, en la familia, en la iglesia, en la escuela, en las reuniones sociales, en las reparaciones de la casa, en los encargos personales y aún en nuestros sueños cuando estamos dormidos, y todas esas cosas necesitan de nuestra atención diaria. Desafortunadamente, a menudo llegamos al final de un día, y terminamos exhaustos, preguntándonos a dónde se fue todo nuestro tiempo. Nuestras vidas diarias se parecen a un hámster que vive corriendo en su rueda, siempre ocupado, pero sin llegar a ninguna parte. Y esa tensión de la vida es la que nos lleva a descuidar ciertas responsabilidades esenciales de la vida cristiana. Una de esas tareas esenciales es la de visitar y cuidar a los enfermos de nuestra propia iglesia.

Mi objetivo con este libro es instruir y motivarnos para recuperar esta práctica que honra a Dios, y hacerlo alcanzando un estándar que, francamente, es extraño para nosotros hoy en día. Eso significa que necesitamos ser enseñados por personas que vivieron en un tiempo diferente y en una cultura diferente. Necesitamos aprender de aquellos que ejemplificaron una asombrosa dedicación en lo que respecta a este llamado. Debemos aprender a partir de sus experiencias y sus convicciones. Necesitamos ser instruidos por los héroes de la historia de la iglesia.

Probablemente, el mejor ejemplo histórico de alguien que visitaba a los afligidos es el ejemplo del pastor puritano del siglo XVII, Richard Baxter. Baxter tenía una impresionante estrategia para visitar de manera constante y fiel, no sólo a los enfermos, sino a todos los de su congregación, en la ciudad inglesa de Kidderminster. Gracias a su rutina altamente disciplinada, Baxter desarrolló una cierta sensibilidad hacia aquellos de su congregación que estaban enfermos y confinados a su casa. Él escribe en su libro The Reformed Pastor [El Pastor Reformado]: “Debemos ser diligentes en visitar a los enfermos, y ayudarlos a estar preparados, ya sea para tener una vida fructífera, o para tener una muerte feliz.”1

Muchos otros, en los tiempos de Baxter, y aún después de esa época, dieron testimonio de ser diligentes en esta tarea; sin embargo, a medida que América comenzó a introducirse en los cambios del siglo XX, la iglesia local y sus prioridades comenzaron a cambiar. Debido a que los Estados Unidos se convirtieron en una nación industrializada, eso produjo ciertos cambios en la iglesia, y tristemente, el cuidado pastoral de los enfermos se convirtió en una tarea secundaria para muchas iglesias. Hoy en día tenemos muy pocos pastores que sean conocidos por ejemplificar con sus vidas este cuidado por los enfermos. Si queremos encontrar ayuda para recuperar esta práctica olvidada, necesitamos retroceder más allá del siglo XX, y debemos observar a los modelos históricos que nos pueden ayudar en lo concerniente al cuidado de los enfermos que glorifica a Dios en nuestros días.

Evidentemente, si decidimos adoptar es enfoque nos vamos a enfrentar a bastantes dificultades. Ya que nuestra cultura ha cambiado, y nuestras vidas son completamente diferentes a las vidas de los Puritanos a los que Baxter pastoreaba. Pero en lugar de simplemente imitar su ejemplo, nosotros vamos a ver algunos de los principios fundamentales de su práctica personal, y trataremos de plasmar una imagen de la manera en la que esos principios pueden aplicarse en nuestros días. Los pastores como Baxter y Spurgeon no tuvieron la necesidad de interactuar con personas del tipo hipersensible y con una mentalidad tan centrada en la privacidad, tal como lo vemos en nuestra desenfrenada cultura del siglo XXI. Por esa razón es necesario hacer algunos ajustes con respecto a las visitas a los hospitales, asilos, centros de rehabilitación, y hogares en general.

Antes de considerar los detalles prácticos de visitar a los enfermos, necesitas estar convencido de que esta tarea es importante para los pastores, y también para los miembros de la iglesia local. Comenzaremos por tomar un momento para considerar por qué el cuidado de los enfermos debe ser una prioridad en nuestras vidas.

En primer lugar, es bíblico. Santiago exhorta a aquellos que están enfermos a que llamen a los ancianos de la iglesia para que oren por ellos (Santiago 5:14). Incluso los que no eran ancianos fueron animados a orar de manera similar (Santiago 5:16). Y Jesús mismo enseñó y ejemplificó esta práctica de cuidar a los enfermos. Él indicó que esa era la principal manera de mostrarle amor tanto a Él como a nuestro prójimo (Mateo 25:36, 40). Jesús predicó con el ejemplo (Marcos 1:31). Los apóstoles también siguieron este patrón de cuidar a los enfermos (Hechos 3:7; 28:8). Las viudas, especialmente, debían ser atendidas (1 Timoteo 5:3-10). Cuidar de los enfermos es un aspecto del cuidado de las almas, algo por lo que los líderes darán cuenta (Hebreos 13:17). Aunque aquí solo estoy enlistando de manera rápida algunos pasajes, es evidente que Jesús y los apóstoles cuidaban de los enfermos y los afligidos, y ellos exhortaban a otros para que hicieran lo mismo.

Visitar a los enfermos también es una excelente oportunidad para ministrar y amara a nuestros hermanos cristianos. Charles Spurgeon dijo sabiamente: “Me atrevería a decir que la mayor bendición que Dios nos puede dar aquí en la tierra es la salud, con la excepción de la enfermedad. La enfermedad, en muchas ocasiones, ha sido de más utilidad que la salud para los santos de Dios.”2 La atención espiritual que acompaña a la enfermedad a menudo se desvanece cuando tenemos buena salud. A medida que nos cuidamos los unos a los otros, debemos aprender a aprovechar los momentos que Dios, en su bondad, provee para nuestro crecimiento espiritual y nuestra edificación, incluso los momentos de sufrimiento en medio de la enfermedad. También debemos reconocer que el ministerio de cuidar y visitar a los enfermos no se limita a los pastores y líderes de la iglesia, sino que es el llamado de todos: solteros y casados, hombres y mujeres. Incluso es posible practicar este ministerio en familia. De manera similar a la forma en la que la iglesia primitiva estaba ocupada en proveer las necesidades de la iglesia (Hechos 2; 4), nosotros debemos ver esto como el llamado y la responsabilidad de todos los miembros de una iglesia local para servirnos unos a otros. Visitar a aquellos que están enfermos y afligidos puede tener un poderoso impacto en las vidas de los que practican este ministerio. El pastor escocés del siglo XIX David Dickson escribe: “En el lecho de enfermedad el Señor madura a Su pueblo para la gloria, y para el anciano es a menudo un escenario para la instrucción y el avivamiento”.3 Dios no sólo santificará a los enfermos a través de la enfermedad, sino que también enseñará y animará a los sanos que ofrecen cuidado, oración y aliento. Mi esperanza y oración para ti es que madures en tu amor por Dios y por los demás miembros del cuerpo de Cristo, a medida que respondes al llamado de Dios para cuidar a los enfermos.

“Estuve enfermo, y me visitasteis.”

Mateo 25:36

COMO CRISTIANOS, vemos nuestras vidas a través de los lentes de la Biblia, porque es el fundamento de lo que somos y es todo lo que sabemos acerca de Dios. Los malentendidos acerca de Dios y sus propósitos pueden estar directamente relacionados con el desconocimiento de la historia completa de la Biblia. Si queremos interpretar correctamente la Biblia para nuestras vidas individuales, debemos leerla y entenderla dentro de todo el contexto de la historia de la redención.

El objetivo de este capítulo es ayudarte a entender los propósitos de Dios tal como se desenvuelven a lo largo de la trama de la Biblia, particularmente en relación con la enfermedad, el dolor, y el sufrimiento. La realidad de que vivimos en un mundo deteriorado por la enfermedad y el dolor es evidente a lo largo de las Escrituras. Sin embargo, necesitamos contar con algo más que una simple colección de versículos de la Biblia que hablan acerca del tema. Necesitamos comprender la manera en la que Dios está llevando a cabo sus propósitos a través de la enfermedad, el dolor, y el sufrimiento, todo por el bien de Su pueblo y para Su propia gloria. La progresión de las Escrituras desde Génesis hasta Apocalipsis contiene el desarrollo de una historia que revela dos temas clave: Dios es soberano en la enfermedad y la sanidad, y Dios llama a Su pueblo a cuidar de los necesitados y los afligidos.

La Creación

La Biblia comienza su narrativa histórica con un mundo que es ajeno a nosotros hoy en día. Leemos que Dios creó los cielos, la tierra, y todas las criaturas vivientes (Génesis 1-2). Él también creó al hombre y a la mujer a Su imagen (Génesis 1:27) y “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Dios puso al hombre y la mujer en el huerto del Edén, en donde se les dio la tarea de gobernar Su creación y se les dijo que fueran fructíferos y aumentaran en número. El huerto era hermoso, del Edén salía un río para regar el huerto y el árbol de vida que era bueno para comer (Génesis 2:9-10). Ese era un mundo perfectamente hecho: el hombre fue creado a la imagen de Dios, podía disfrutar de una comunión sin obstáculos con Dios, y gobernaba sobre la creación al mismo tiempo que se sometía completamente al gobierno de Dios sobre él.

En este mundo había ausencia de enfermedad, dolor, sufrimiento, y aflicción. No había cáncer que asediara los primeros cuerpos humanos. No había dolor que los afligiera. No había heridas que necesitaran ser sanadas, ni enfermedades que requirieran de una cura. Y lo más significativo es que no había muerte. Todo era bueno, perfecto, y correcto, tal como Dios lo quiso para Su creación.

La Caída

Este mundo de Génesis 1-2, no es el mismo mundo en el que vivimos hoy. Hay una diferencia significativa. Hoy en día experimentamos enfermedad, dolor, y muerte. Es evidente que hay algo realmente malo en el mundo en el que vivimos y en aquellos que fueron hechos a imagen y semejanza de Dios. Los cambios que encontramos en el mundo de hoy se remontan a Génesis 3, en donde vemos que Adán y Eva pecaron al desobedecer la Palabra de Dios, pues comieron del árbol de la ciencia del bien y del mal y sufrieron las consecuencias (Génesis 3:6). Dios le había dicho a Adán y Eva que no comieran de este árbol o de lo contrario morirían (Génesis 2:17). Satanás tentó a Eva, y ella comió del árbol y le dio del fruto a su esposo (Génesis 3:6). En lugar de obedecer el mandamiento de Dios, se revelaron en contra de Él. Ellos querían gobernar en vez de ser gobernados por los mandamientos y los límites de Dios. Y como resultado del pecado y la rebelión del hombre, la maldición de la muerte, que Dios les había advertido, vino sobre ellos y sobre toda Su creación. En ese día, el pecado y sus consecuencias entraron al mundo. Adán y Eva fueron removidos del huerto y se les impidió el acceso al árbol de la vida, cuyo fruto les habría concedido la vida eterna (Génesis 3:22). Ahora habría dolor en el parto (Génesis 3:16), y la tarea del hombre de trabajar y gobernar la creación se convertiría en algo duro y doloroso. Ahora existiría una gran separación entre ellos y su Creador, y ya no tendrían la comunión sin obstáculos que alguna vez tuvieron con Dios. Y lo más sobresaliente es que la muerte había entrado junto con su pecado, y como resultado, el hombre sufriría no sólo la muerte física, sino también los efectos de la muerte: envejecimiento, dolor, y sufrimiento.

Aquí podemos aprender que la enfermedad y el dolor son parte de la maldición, es decir, son el resultado de la desobediencia y el pecado de la humanidad. Hoy puedes encontrar muchas explicaciones científicas de qué es la enfermedad y por qué existe en nuestro mundo. Pero la Biblia nos ofrece una respuesta simple y directa. La enfermedad, el dolor, el sufrimiento, la aflicción, y la muerte, son la evidencia innegable de que nos hemos rebelado en contra de Dios y hemos caído de nuestro estado original. Estas cosas nos revelan nuestra apremiante necesidad de redención. A partir de la narrativa bíblica podemos aprender muy pronto que, sólo el soberano y eterno Dios puede intervenir para salvar a la creación de esta maldición. La esperanza del evangelio, que incluye la promesa de la resurrección física, comienza a desarrollarse con el anuncio de una gloriosa obra de redención, la cual culminaría con la muerte y resurrección del propio Hijo de Dios, Jesucristo.

La Vida de Israel

Afortunadamente, en este punto la historia está muy lejos de llegar a su fin. Dios planea redimir a la humanidad a través de una nación elegida que será su pueblo entre todas las demás naciones de la tierra. Esta nación le fue prometida a Abraham (Génesis 12) a través de un hijo, Isaac, quien iba a nacer en la vejez de Abraham (Génesis 21). A partir de este hijo, surgiría la nación de Israel ( Jacob, el hijo de Isaac). A través del nieto de Isaac, José, la nación de Israel fue trasladada a Egipto, en donde se multiplicó grandemente (Éxodo 1:7), y con el pasar del tiempo se convirtieron en esclavos de los egipcios. Y una vez más, vemos el propósito soberano de Dios en acción. Cientos de años antes de su esclavitud, Dios prometió (Génesis 15:13-14) que liberaría a Su pueblo de la opresión y juzgaría a la nación que lo tendría cautivo. A través de los eventos de liberación, Dios usa la enfermedad y el dolor para salvar a Su pueblo y revelar Su gloria.

Moisés va a Faraón y le pide que libere al pueblo de Dios de la esclavitud. El faraón se niega, y eso acarrea a una serie de juicios sobre los egipcios. Muchos de esos juicios produjeron enfermedades que afectaron al ganado y provocaron dolorosas úlceras en los hombres (Éxodo 9). El último juicio que cae sobre Faraón es la muerte de su primogénito (Éxodo 12). Dios provocó enfermedades como juicio sobre los egipcios y las utilizó como un medio para proteger a Su pueblo, Israel. Este uso de la enfermedad como juicio sobre el pecado nos ayuda a entender por qué Dios le dice a Su pueblo: “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador” (Éxodo 15:26). Dios muestra Su fidelidad y amor para con los israelitas al protegerlos de la enfermedad y sanarlos de sus dolencias.

Sin embargo, de manera trágica, la trama de la Escritura nos muestra que Israel no obedeció el pacto que Dios hizo con ellos (Éxodo 19). Bajo el pacto en el Sinaí, Dios prometió bendiciones por la obediencia y maldiciones por la desobediencia. Un número significativo de las maldiciones que vinieron de la desobediencia a la ley de Dios se relacionaron con la enfermedad y el dolor. La impureza ceremonial de la ley también era identificada con lepra, infecciones, y otras enfermedades (Levítico 13-14). Moisés enlista las consecuencias de la desobediencia a la ley en Deuteronomio 28: dolencias, tisis, fiebre, inflamación y ardor, úlceras, tumores, añublo, locura, ceguera, hambre, sed, y otras clases de enfermedades severas y plagas. Todas estas maldiciones caerían sobre el pueblo de Dios por su desobediencia a todos Sus mandamientos y estatutos (Deuteronomio 28:15). Estos ejemplos quedaron registrados para revelar el uso que Dios hace de la enfermedad y el dolor como juicio, así como para señalar Su poder para sanar cuando el pueblo volvía a Él en arrepentimiento y clamaba por la sanidad y la liberación.

Vemos a Dios mostrando misericordia, por ejemplo, al curar a María de la lepra después de haber sido afligida por la enfermedad a causa de su desobediencia (Números 12:9-15). Vemos que la curación de María se produjo debido a la carga y la preocupación de Aarón, quien le suplicó a Moisés que le pidiera a Dios misericordia a favor de ella. Dios muestra compasión y cuidado, honrando la sincera petición de Aarón y mostrando Su corazón compasivo hacia María al sanarla en su aflicción.

El uso que Dios hace de la enfermedad y el dolor tanto en el juicio como en la sanidad continúa cuando Israel entra en la Tierra Prometida y se establecen reyes humanos para gobernar sobre ellos. El hijo del rey David se enfermó y murió a causa del pecado de adulterio de David (2 Samuel 12:14-18). El rey Asa se enfermó de los pies, y aunque su enfermedad era muy grave, él de manera equivocada buscó la ayuda de los médicos en lugar de buscar a Jehová, y murió a causa de eso. (2 Crónicas 16:12-13). A pesar de estas señales de juicio, también vemos la poderosa mano de sanidad de Dios. Dios sanó al rey Ezequías, quien estaba gravemente enfermo, aún después de que se le había dicho que moriría (2 Reyes 20:1-11). Dios le dio sanidad a un pequeño niño a través de Elías, como consecuencia de la súplica que su madre le había hecho al Señor (1 Reyes 17:17-24). Aunque Dios trajo la enfermedad al pueblo como un juicio por su desobediencia, Dios también mostró su bondad a muchos al sanarlos.

El panorama que se desarrolla claramente a través de la historia de las Escrituras es que, aunque la enfermedad y el dolor son señales de juicio y evidencia de la maldición, Dios también trae alivio y esperanza a partir de la maldición. Durante el tiempo del exilio de Israel, los profetas traen esperanza de redención a través del uso figurativo de la enfermedad/sanidad. El profeta Jeremías habla del corazón que es engañoso y “sin remedio” (Jeremías 17:9 LBLA), y, sin embargo, el Señor sigue siendo nuestra esperanza (Jeremías 17:13), y aquel que nos sana y nos salva (Jeremías 17:14). El profeta Isaías inspira esperanza en el Redentor, el Mesías, quien sería herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, y por cuyas heridas seríamos curados (Isaías 53:5). Estas referencias a la curación de enfermedades por parte de los profetas describen en última instancia la obra salvadora de Dios y Su perdón de los pecados. El salmista escribe de su esperanza en Dios, aquel que perdona todas nuestras iniquidades y sana todas nuestras dolencias (Salmo 103:3). Los profetas apuntan a la redención por medio de una curación espiritual de parte de un Dios soberano que cura y salva de la enfermedad espiritual a través del Mesías venidero.

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110 str. 18 ilustracje
ISBN:
9781629462912
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