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U N A V E Z E N F R I A D O
(UN MISTERIO DE RILEY PAIGE—LIBRO 8)
B L A K E P I E R C E
Blake Pierce
Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce también es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicológico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicológico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros).
Blake Pierce es un ávido lector y fan de toda la vida de los géneros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, así que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com para saber más y mantenerte en contacto.
Derechos de autor © 2017 por Blake Pierce. Todos los derechos reservados. Todos los derechos reservados. Excepto según lo permitido bajo la Ley de Derechos de Autor de Estados Unidos de 1976, ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida, distribuida, transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, o almacenada en una base de datos o sistema de recuperación, sin el permiso previo del autor. Este libro electrónico está disponible solo para tu disfrute personal. Este libro electrónico no puede ser revendido o dado a otras personas. Si te gustaría compartir este libro con otra persona, por favor compra una copia adicional para cada destinatario. Si estás leyendo este libro y no lo compraste, o no fue comprado solo para tu uso, por favor regrésalo y compra tu propia copia. Gracias por respetar el trabajo arduo de este autor. Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son productos de la imaginación del autor o se emplean como ficción. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es totalmente coincidente. Derechos de autor de la imagen de la cubierta son de GongTo, utilizada bajo licencia de Shutterstock.com.
LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE
SERIE DE MISTERIO PSICOLÓGICO DE SUSPENSO DE JESSE HUNT
LA ESPOSA PERFECTA (Libro #1)
LA CALLE PERFECTA (Libro #2)
LA CASA PERFECTA (Libro #3)
SERIE DE MISTERIO PSICOLÓGICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE
Al LADO (Libro #1)
LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2)
CALLEJÓN SIN SALIDA (Libro #3)
SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE
SI ELLA SUPIERA (Libro #1)
SI ELLA VIERA (Libro #2)
SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE
VIGILANDO (Libro #1)
ESPERANDO (Libro #2)
ATRAYENDO (Libro #3)
SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE
UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1)
UNA VEZ TOMADO (Libro #2)
UNA VEZ ANHELADO (Libro #3)
UNA VEZ ATRAÍDO (Libro #4)
UNA VEZ CAZADO (Libro #5)
UNA VEZ CONSUMIDO (Libro #6)
UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7)
UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8)
UNA VEZ ACECHADO (Libro #9)
UNA VEZ PERDIDO (Libro #10)
UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11)
UNA VEZ ATADO (Libro #12)
UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13)
UNA VEZ LATENTE (Libro #14)
SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE
ANTES DE QUE ASESINE (Libro #1)
ANTES DE QUE VEA (Libro #2)
ANTES DE QUE DESEE (Libro #3)
ANTES DE QUE ARREBATE (Libro #4)
ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5)
ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6)
ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7)
ANTES DE QUE CACE (Libro #8)
ANTES DE QUE SE APROVECHE (Libro #9)
ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10)
ANTES DE QUE SE DESCUIDE (Libro #11)
SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK
UNA RAZÓN PARA MATAR (Libro #1)
UNA RAZÓN PARA HUIR (Libro #2)
UNA RAZÓN PARA ESCONDERSE (Libro #3)
UNA RAZÓN PARA TEMER (Libro #4)
UNA RAZÓN PARA RESCATAR (Libro #5)
UNA RAZÓN PARA ATERRARSE (Libro #6)
SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE
UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1)
UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2)
UN RASTRO DE VICIO (Libro #3)
UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4)
UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5)
CONTENIDO
PRÓLOGO
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISÉIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
CAPÍTULO VEINTIUNO
CAPÍTULO VEINTIDÓS
CAPÍTULO VEINTITRÉS
CAPÍTULO VEINTICUATRO
CAPÍTULO VEINTICINCO
CAPÍTULO VEINTESÉIS
CAPÍTULO VEINTESIETE
CAPÍTULO VEINTIOCHO
CAPÍTULO VEINTINUEVE
CAPÍTULO TREINTA
CAPÍTULO TREINTA Y UNO
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
CAPITULO TREINTA Y OCHO
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE
CAPÍTULO CUARENTA
CAPÍTULO CUARENTA Y UNO
PRÓLOGO
El hombre entró en el Bar Patom y se encontró rodeado por una espesa nube de humo de cigarrillo. Todo estaba tenue, una vieja canción de heavy metal sonaba por los altavoces y ya se estaba sintiendo impaciente.
El lugar estaba demasiado caliente, demasiado abarrotado de gente. Se estremeció cuando oyó una risita a su lado. Se dio la vuelta para ver un juego de dardos que estaba siendo jugado por cinco borrachos. Junto a ellos unas personas estaban jugando billar americano. Entre más pronto saliera de allí, mejor.
Miró alrededor de la sala por solo unos segundos antes de que sus ojos se iluminaron ante una mujer joven sentada en el bar.
Tenía un rostro lindo y llevaba el pelo corto. Estaba demasiado bien vestida para ese tipo de lugar.
“Es perfecta”, pensó el hombre.
Se acercó al bar, se sentó en el taburete junto a ella y sonrió.
“¿Cuál es tu nombre?”, preguntó.
Se dio cuenta de que no podía oír su propia voz por encima del ruido general.
Ella lo miró, le devolvió la sonrisa, señaló a sus oídos y negó con la cabeza.
Repitió la pregunta más fuerte, moviendo los labios de una manera exagerada.
Ella se inclinó hacia él. Casi gritando, dijo: “Tilda. ¿Cuál es el tuyo?”.
“Michael”, dijo no tan alto.
Obviamente no era su verdadero nombre, pero eso ni siquiera importaba. Dudaba de que podía escucharlo. No parecía importarle.
Miró su bebida, que estaba casi vacía. Parecía una margarita. Miró el vaso y dijo en una voz muy alta: “¿Quieres otra?”.
Sin dejar de sonreír, la mujer llamada Tilda negó con la cabeza.
Pero ella no estaba tratando de sacárselo de encima. Estaba seguro de ello. ¿Era el momento para un movimiento audaz?
Alcanzó una servilleta de papel y sacó un bolígrafo del bolsillo de su camisa.
Escribió sobre la servilleta de papel...
“¿Quieres ir a otro lugar?”.
La mujer miró el mensaje y su sonrisa se ensanchó. Vaciló por un momento, pero él se dio cuenta de que ella estaba buscando un buen rato. Y parecía estar satisfecha de haberlo encontrado.
Para su deleite, ella asintió.
Antes de irse, cogió una caja de fósforos con el nombre del bar.
La necesitaría más adelante.
La ayudó a ponerse el abrigo y salieron a la calle. El aire fresco de primavera y el silencio repentino era sorprendente después de todo el ruido y el calor de adentro.
“Guau”, dijo mientras caminaba con él. “Casi quedó sorda allí”.
“Supongo que no pasas mucho rato ahí”, dijo.
“No”, dijo ella.
No dio más detalles, pero estaba seguro de que esta era su primera vez en el Bar Patom.
“Yo tampoco”, dijo. “Tremendo bar de mala muerte”.
“No tienes que decirlo dos veces”.
“Tremendo bar de mala muerte”, dijo.
Ambos se echaron a reír.
“Ese es mi auto”, dijo, señalando. “¿Adónde te gustaría ir?”.
Ella vaciló de nuevo.
Luego, con un brillo pícaro en los ojos, dijo: “Sorpréndeme”.
Ahora sabía que su suposición anterior había sido acertada. Realmente había venido aquí en busca de un buen rato.
Bueno, pero él también.
Abrió la puerta del copiloto de su auto, y ella entró. Él se puso al volante y comenzó a conducir.
“¿Adónde vamos?”, preguntó.
Con una sonrisa y un guiño, respondió: “Me dijiste que te sorprendiera”.
Se echó a reír. Su risa sonaba nerviosa, pero contenta.
“Supongo que vives aquí en Greybull”, dijo.
“Aquí nací y aquí me criaron”, dijo. “No creo haberte visto antes. ¿Vives por aquí?”.
“No muy lejos”, dijo.
Se echó a reír de nuevo.
“¿Qué te trae a este pueblito aburrido?”.
“Negocios”.
Ella lo miró con una expresión de curiosidad, pero no le preguntó más nada al respecto. Al parecer no estaba muy interesada en conocerlo bien. Eso se adecuaba muy bien a sus propósitos.
Se detuvo en el estacionamiento de un motel sórdido llamado Motel Maberly. Se estacionó en frente a la habitación 34.
“Ya alquilé esta habitación”, dijo.
Ella no dijo nada.
Luego, después de un breve silencio, preguntó: “¿Estás de acuerdo?”.
Ella asintió con cierto nerviosismo.
Entraron en la habitación juntos. Miró a su alrededor. La habitación hedía a rancio, y las paredes estaban decoradas con pinturas feas.
Se acercó a la cama y apretó su mano contra el colchón, comprobando su firmeza.
¿Estaba disgustada con la habitación?
No estaba seguro.
El gesto lo hizo enojar, y mucho.
No sabía por qué, pero algo dentro de él se quebrantó.
Normalmente no haría nada hasta tenerla desnuda en la cama. Pero no podía aguantarse.
Cuando se dio la vuelta para dirigirse al baño, le cerró el paso.
Sus ojos se abrieron, se veía alarmada.
Antes de que pudiera reaccionar, la empujó sobre la cama.
Comenzó a retorcerse, pero él era mucho más fuerte que ella.
Ella trató de gritar, pero él agarró una almohada y la puso sobre su rostro.
Él sabía que todo terminaría pronto.
CAPÍTULO UNO
De repente, las luces se encendieron en la sala de conferencias, y los ojos de la agente Lucy Vargas comenzaron a arderle.
Los estudiantes sentados a su alrededor empezaron a murmurar en voz baja. Lucy había estado muy centrada en el ejercicio de imaginar un asesinato real desde el punto de vista del asesino, y se le hizo difícil volver a la realidad.
“OK, vamos a hablar de lo que vieron”, dijo la instructora.
La instructora no era otra que la mentora de Lucy, la agente especial Riley Paige.
Lucy en realidad no era una estudiante de la clase, que era para los cadetes de la Academia del FBI. Solo había venido a escuchar, como lo hacía de vez en cuando. Todavía era bastante nueva en la UAC, y le parecía que Riley Paige era una fuente de inspiración e información ilimitada. Tomaba cada oportunidad que podía de aprender de ella, y también de trabajar con ella.
La agente Paige les había dado a los estudiantes los detalles de un caso de asesinato que se había enfriado hace unos veinticinco años. Tres mujeres jóvenes fueron asesinadas en el centro de Virginia. El asesino fue apodado el ‘Asesino de la caja de fósforos’ porque dejó cajas de fósforos junto con los cuerpos de las víctimas. Las cajas de fósforos eran de bares cerca de Richmond. También dejó servilletas impresas con los nombres de los moteles donde las mujeres fueron asesinadas. A pesar de ello, la investigación de esos lugares no había llevado a nada.
La agente Paige les había dicho a los estudiantes que usaran su imaginación para recrear uno de los asesinatos.
“Denle rienda suelta a su imaginación”, les había dicho la agente Paige antes de empezar. “Visualicen muchos detalles. No se preocupen por tratar de averiguarlo todo. Pero traten de acertar el panorama general, el ambiente, el estado de ánimo, el escenario”.
Luego había apagado las luces por diez minutos.
Ahora que las luces estaban encendidas de nuevo, la agente Paige se paseaba frente a la sala de conferencias.
Ella dijo: “En primer lugar, háblenme un poco del Bar Patom. ¿Cómo era?”.
Alguien subió la mano en medio de la sala. La agente Paige le pidió al alumno que hablara.
“El lugar no era elegante, pero estaba tratando de parecer más elegante de lo que era”, dijo. “Mesas cerradas con poca luz a lo largo de las paredes. Algún tipo de acolchado blando en todas partes, gamuza, tal vez”.
Lucy se sintió desconcertada. No se había imaginado al bar así.
La agente Paige sonrió un poco. No le dijo al estudiante si había acertado o no.
“¿Algo más?”, preguntó la agente Paige.
“Había música bajita”, dijo otro estudiante. “Jazz, tal vez”.
Pero Lucy recordó que se había imaginado el estruendo de música rock de los años 70 y 80.
¿Será que se había equivocado?
“¿Y el Motel Maberly?”, preguntó la agente Paige. “¿Cómo era?”.
Una estudiante levantó la mano y la agente Paige la escogió.
“Un poco pintoresco y parecido a otros moteles de su tipo”, dijo la joven. “Y bastante viejo. Data de antes de la mayoría de las franquicias de moteles comerciales”.
Otro estudiante tomó la palabra.
“Pienso igual”.
Otros estudiantes expresaron su acuerdo.
Una vez más, a Lucy le llamó la atención lo diferente que se había imaginado el lugar.
La agente Paige sonrió un poco.
“¿Cuántos de ustedes comparten estas impresiones generales, tanto del bar como del motel?”.
La mayoría de los estudiantes levantaron la mano.
Lucy estaba empezando a sentirse un poco incómoda ahora.
“Traten de acertar el panorama general”, les había dicho la agente Paige.
¿Se había equivocado por completo?
¿Todos los miembros de la clase habían acertado excepto ella?
Luego la agente Paige colocó algunas imágenes en la pantalla en frente de la clase.
Primero colocó un grupo de fotografías del Bar Patom, una foto tomada de noche desde el exterior que mostraba un letrero de neón en la ventana, y otras fotos de su interior.
“Este es el bar”, dijo la agente Paige. “O al menos así fue en la época de los asesinatos. No estoy segura de cómo se ve ahora, o siquiera si aún existe”.
Lucy se sintió aliviada. Se parecía mucho a como ella lo había imaginado, un bar de mala muerte con paredes con paneles baratos y tapicería de cuero artificial. Incluso había un par de mesas de billar y una diana, justo como había supuesto. En las fotos se veía una espesa nube de humo de cigarrillo.
Los estudiantes jadearon de lo sorprendidos que estaban.
“Ahora vamos a echarle un vistazo al Motel Maberly”, dijo la agente Paige.
Más fotos aparecieron. El motel se veía igual de sórdido como Lucy lo había imaginado, no muy viejo, pero en muy mal estado.
La agente Paige rio un poco.
“Algo no cuadra aquí”, dijo.
Todos los estudiantes se echaron a reír nerviosamente.
“¿Por qué visualizaron los lugares de esa forma?”, preguntó la agente Paige.
Ella llamó a una joven que levantó la mano.
“Bueno, nos dijo que el asesino se le acercó a la víctima en un bar”, dijo. “Para mí, eso me suena como un ‘bar para solteros’. De esos que son un poco cursi, pero que al menos intentan verse elegantes. Simplemente no se me vino a la mente un bar de mala muerte de clase trabajadora”.
Otro estudiante dijo: “Lo mismo con el motel. ¿El asesino no la llevaría a un lugar más bonito, aunque solo para engañarla?”.
Lucy comenzó a sonreír.
“Ahora lo entiendo”, pensó.
La agente Paige notó que ella estaba sonriendo y le devolvió la sonrisa.
Ella dijo: “Agente Vargas, ¿dónde nos equivocamos?”.
Lucy dijo: “Todo el mundo olvidó tomar en cuenta la edad de la víctima. Tilda Steen solo tenía veinte años. Las mujeres que van a bares de solteros generalmente son mayores, treintañeras o de mediana edad, a menudo divorciadas. Es por eso que se imaginaron mal el bar”.
La agente Paige asintió con la cabeza.
“Continúa”, le dijo.
Lucy pensó por un momento.
“Dijiste que la chica era de una familia de clase media bastante sólida de un pueblito ordinario. Juzgando por la imagen que nos mostraste anteriormente, ella era atractiva, y estoy casi segura que la invitaban a salir frecuentemente. Entonces, ¿por qué se dejó conquistar en un bar de mala muerte como el Patom? Para mí, estaba aburrida. Fue deliberadamente a un lugar que podría ser un poco peligroso”.
“Y se encontró con más peligro del que jamás se imaginó”, pensó Lucy.
Pero ella no dijo esa última parte en voz alta.
“¿Qué podemos aprender de lo que acaba de pasar?”, le preguntó la agente Paige a la clase.
Un estudiante levantó la mano y dijo: “Cuando estés reconstruyendo un crimen mentalmente, asegúrate de tomar en cuenta toda la información que tienes. No dejes nada por fuera”.
La agente Paige se veía satisfecha.
“Así es”, dijo. “Un detective tiene que tener una imaginación muy viva, tiene que ser capaz de entrar en la mente de un asesino. Pero eso no es fácil. Pasar por alto un solo detalle puede hacerte perder el rastro. Eso puede hacer la diferencia entre resolver el caso y no resolverlo en absoluto”.
La agente Paige hizo una pausa, y luego añadió: “Y este caso jamás fue resuelto. No se sabe si jamás lo será. Después de veinticinco años, se ha enfriado bastante el rastro. Un hombre mató a tres mujeres jóvenes, y es bastante probable que aún esté por ahí, libre”.
La agente Paige dejó que sus palabras surtieran efecto un momento.
“Eso es todo por hoy”, dijo. “Saben lo que tienen que leer para la próxima clase”.
Los estudiantes salieron de la sala de conferencias. Lucy decidió quedarse un rato para charlar con su mentora.
La agente Paige le sonrió y dijo: “Hiciste un buen trabajo”.
“Gracias”, dijo Lucy.
Estaba muy contenta. El más mínimo elogio de Riley Paige significaba mucho para ella.
Luego la agente Paige dijo: “Pero ahora quiero que pruebes algo un poco más avanzado. Cierra tus ojos”.
Lucy lo hizo. En una voz baja y firme, la agente Paige le dio más detalles.
“Después de matar a Tilda Steen, el asesino la enterró en una tumba poco profunda. ¿Puedes describirme cómo sucedió eso?”.
Como lo hizo durante el ejercicio, Lucy trató de meterse en la mente del asesino.
“Dejó el cuerpo tendido en la cama, luego salió por la puerta de la habitación”, dijo Lucy en voz alta. “Inspeccionó sus alrededores cuidadosamente. No vio a nadie, así que llevó su cuerpo a su auto y lo tiró en el asiento trasero. Luego se dirigió a una zona boscosa, a un lugar que conocía bastante bien, pero que no quedaba muy cerca de la escena del crimen”.
“Continúa”, dijo la agente Paige.
Sus ojos todavía cerrados, Lucy pudo sentir la frialdad metódica del asesino.
“Detuvo el auto en un sitio difícil de ver. Luego sacó una pala de su maletero”.
Lucy se sintió confundida por un momento.
Era de noche, así que ¿cómo había logrado el asesino adentrarse en el bosque?
No sería fácil llevar una linterna, una pala y un cadáver.
“¿Fue una noche de luna?”, preguntó Lucy.
“Sí”, dijo la agente Paige.
Lucy se sintió alentada.
“Cogió la pala con una mano y arrojó el cuerpo sobre su hombro con la otra. Caminó hacia el bosque. Siguió su camino hasta encontrar un lugar lejano”.
“¿Un lugar lejano?”, preguntó la Agente Paige, interrumpiendo el ensueño de Lucy.
“Definitivamente”, dijo Lucy.
“Abre tus ojos”.
Lucy lo hizo. La agente Paige estaba guardando todo en su maletín para irse.
Ella dijo: “En realidad, el asesino llevó el cuerpo al bosque que quedaba al otro lado de la carretera. Solo adentró el cuerpo de Tilda unos pocos pies en el matorral. Fácilmente pudo haber visto las luces de los autos de la carretera, y probablemente utilizó la luz de un poste de luz para enterrar a Tilda. Y no la enterró muy bien, más bien la cubrió con más rocas que tierra. Un ciclista notó el hedor unos días más tarde y llamó a la policía. El cuerpo fue fácil de encontrar”.
Lucy estaba boquiabierta.
“¿Por qué no se esforzó más en ocultar el asesinato?”, preguntó. “No entiendo”.
Cerrando su maletín, la agente Paige frunció el ceño con pesar.
“Yo tampoco”, dijo. “Nadie lo entiende”.
La agente Paige cogió su maletín y salió de la sala de conferencias.
Lucy detectó amargura y decepción en su caminar.
Aunque la agente Paige siempre emanaba aires de indiferencia, este caso enfriado definitivamente seguía atormentándola.