Czytaj książkę: «100 Clásicos de la Literatura», strona 110

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Prisión

s. Lugar de castigos y recompensas. El poeta nos asegura que: «No los muros de piedra hacen prisiones», pero una combinación del muro de piedra, el parásito político y el profesor de moral no es el jardín de las delicias.

Privativo

adj. En lenguaje forense dícese de la propiedad individual de tierras, por oposición al condominio. Algunas tribus de indios son ya bastante civilizadas para tener en dominio privativo las tierras que antes poseían como organizaciones tribales y que no podían vender a los blancos por abalorios y whisky de patatas.

Proboscis

s. Órgano rudimentario que usa un elefante en lugar del tenedor y el cuchillo que la Evolución sigue negándole. Con fines humorísticos se le llama popularmente trompa.

Procaz

adj. Dícese del lenguaje que usan otros para criticarnos.

Proceso

s. Investigación formal destinada a probar y consignar por escrito el carácter intachable de jueces, abogados y jurados. Para conseguir esto, es necesario proveer un contraste en la persona de alguien a quien se llama defendido, prisionero o acusado. Si el contraste queda establecido con suficiente claridad, esa persona es sometida a un castigo suficiente para dar a los virtuosos caballeros el reconfortante sentimiento de su inmunidad, agregado al de su mérito. En nuestros días, el acusado es generalmente un ser humano, o un socialista, pero en el Medioevo fueron procesados animales, peces, reptiles e insectos. Una bestia que hubiera causado la muerte de un hombre, o practicado la brujería, era debidamente arrestada y procesada, y si resultaba culpable, ejecutada por el verdugo público. Los insectos que devastaban sembrados, huertas o viñedos, eran citados ante un tribunal civil, para declarar por sí o por medio de un abogado, y pronunciados el testimonio, el argumento y la condena, si seguían «in contumaciam», se llevaba el caso a un alto tribunal eclesiástico, que los excomulgaba y anatematizaba. En una calle de Toledo se arrestó, juzgó y condenó a unos cerdos que perversamente pasaron corriendo entre las piernas del virrey, causándole gran sobresalto. En Nápoles se condenó a un asno a morir en la hoguera, aunque al parecer la sentencia no fue ejecutada. D'Addosio ha extraído de los anales judiciales numerosos procesos contra cerdos, toros, caballos, gallos, perros, cabras, etc., que según se cree contribuyeron grandemente a mejorar la conducta y la moral de esos bichos. En 1451 se inició causa criminal contra las sanguijuelas que infestaban ciertos estanques de Berna, y el obispo de Lausana, aconsejado por la facultad de la Universidad de Heidelberg, ordenó que algunos de esos «gusanos acuáticos» comparecieran ante la magistratura local. Así se hizo, y se intimó a las sanguijuelas, presentes y ausentes, que en plazo de tres días abandonaran los sitios que habían infestado, so pena de «incurrir en la maldición de Dios». Los voluminosos expedientes de esta causa célebre no dicen si las inculpadas arrostraron ese castigo o si se marcharon en el acto de esa inhóspita jurisdicción.

Profecía

s. Arte y práctica de vender nuestra credibilidad con entrega diferida.

Prójimo

s. Aquél a quien no está ordenado amar como a nosotros mismos, pero que hace todo lo posible para que desobedezcamos.

Propiedad

s. Cualquier cosa material, sin valor particular, que pueda ser defendida por A contra la avidez de B. Todo lo que satisface la fiebre de posesión en unos y la defrauda en los demás. Objeto de la breve rapacidad del hombre, y de su larga indiferencia.

Providencial

adj. Dícese de lo que es notoria e inesperadamente beneficioso para quien lo describe.

Prórroga

s. Suspensión de hostilidades contra un asesino sentenciado, para que el Ejecutivo averigüe si el crimen no fue cometido por el fiscal. Cualquier ruptura en la continuidad de una expectativa desagradable.

Proyectil

s. Ultimo árbitro de las disputas internacionales. Antes esas disputas se resolvían mediante el contacto físico de los contendores, con los sencillos argumentos que podía suministrar la rudimentaria lógica de los tiempos: la espada, la lanza, etc. Con el aumento de la prudencia en los asuntos militares, el proyectil se impuso cada vez más, y ahora es estimadísimo por los más valientes. Su defecto capital es que exige atención personal en el punto de propulsión.

Prueba

s. Evidencia que tiene un matiz más de plausibilidad que de inverosimilitud. Testimonio de dos testigos creíbles, opuesto al de uno solo.

Publicar

v. i. En asuntos literarios, situarse en la base de un cono de críticos.

Puerco

s. Animal (Porcus Omnívorus) estrechamente emparentado con la raza humana por el esplendor y vivacidad de su apetito, que, sin embargo, es menos amplio, pues retrocede frente al cerdo.

Puerto

s. Lugar donde los barcos que escapan a la ira de las tormentas quedan expuestos a la furia de los aduaneros.

Q

Quiromancia

s. Método número 947 (según la clasificación de Mibleshaw) de obtener dinero con engaños. Consiste en «leer el carácter» en las líneas de las manos. El carácter puede realmente leerse de este modo, ya que cada mano exhibida al quiromántico lleva escrita en sus líneas la palabra «tonto». El engaño consiste en no decirlo en voz alta.

Quórum

s. En un cuerpo deliberativo, número de miembros suficiente para hacer su voluntad. En el Senado norteamericano, se forma quórum con el presidente de la Comisión de Finanzas y un mensajero de la Casa Blanca; en la Cámara de Representantes, bastan el presidente del cuerpo y el demonio.

R

Rabdomante

s. El que con una varita adivinatoria busca metales preciosos en el bolsillo de un tonto.

Racional

adj. Desprovisto de ilusiones, salvo las que nacen de la observación, la experiencia y la reflexión.

Radicalismo

s. El conservadorismo de mañana inyectado en los negocios de hoy.

Rana

s. Reptil de patas comestibles. El primero que las menciona en la literatura profana, es Homero, al relatar la guerra entre las ranas y los ratones. Los escépticos han dudado de que Homero fuese el autor de esa obra, pero el erudito, ingenioso e industrioso doctor Schliemann resolvió para siempre la cuestión al desenterrar los huesos de las ranas muertas. Una de las formas de persuasión moral que se ejercieron sobre el Faraón, a quien le gustaban en «fricassée», observó, con verdadero estoicismo oriental, que él podía aguantar el flagelo tanto tiempo como las ranas y los judíos; esto obligó a modificar el programa. La rana es una cantante diligente, de buena voz, aunque mal oído. El libreto de su ópera favorita, escrito por Aristófanes, es breve, sencillo y eficaz: brikikixkoax; la música pertenece, al parecer, al eminente compositor Richard Wagner.

Rapacidad

s. Previsión sin industria. Poder ejercido económicamente.

Ratón

s. Animal cuyo camino está sembrado de señoras desmayadas. Así como en Roma los cristianos eran arrojados a los leones, siglos antes, en Otumwee —la más antigua y famosa ciudad del mundo— las mujeres herejes eran arrojadas a los ratones. El historiador JakakZotp, nico otumwés cuyos escritos han llegado a nosotros, dice que esas mártires enfrentaban la muerte con mucha agitación y poca dignidad. Inclusive pretende (llevado por la malicia del fanatismo) disculpar a los ratones, declarando que las infortunadas mujeres perecían, algunas de fatiga, otras rompiéndose el cuello al caer, y algunas por falta de reconstituyentes. Pero si «la historia romana es nueve décimos de mentira», no podemos aspirar a una proporción menor de esa figura retórica en los anales de un pueblo capaz de crueldad tan increíble con bellas mujeres; corazón duro habla por lengua mentirosa.

Razonable

adj. Accesible al contagio de nuestras opiniones. Receptivo a la persuasión, la disuasión, la evasiva.

Razonar,

v.t. Pesar probabilidades en la balanza del deseo.

Realidad

s. El sueño de un filósofo loco. Lo que queda en el filtro cuando se filtra un fantasma. El núcleo de un vacío.

Realmente

adv. Aparentemente, quizá; posiblemente.

Rebelde

s. El que propone un nuevo desgobierno, sin conseguir implantarlo.

Receta

s. Adivinanza, realizada por el médico, de lo que prolongará mejor la situación con menor daño para el paciente.

Recluta

s. Persona que se distingue de un civil por su uniforme, y de un soldado, por su modo de caminar.

Recordar

v.t. Traer nuevamente a la memoria, con algunos agregados, algo que previamente se ignoraba.

Reconciliación

s. Suspensión de hostilidades. Tregua armada para desenterrar a los muertos.

Reconsiderar

v. t. Buscar una excusa para una decisión ya tomada.

Recreo

s. Clase especial de aburrimiento que alivia una fatiga general.

Rectitud

s. Virtud sólida que solía encontrarse entre los Pantidoodles, habitantes del sector meridional de la península de Oque. Misioneros que volvían de allí hicieron varios tibios intentos por introducirla en Europa, más, al parecer, la expusieron con escasa convicción, como se desprende del único sermón conocido del piadoso obispo Rowley, del que damos un pasaje característico: «Ahora bien, la rectitud consiste no sólo en un santo estado de ánimo, ni siquiera en cumplir los ritos religiosos y obedecer la letra de la ley. No basta ser piadoso y justo; es necesario conseguir que los otros alcancen el mismo estado; y el medio justo para ese fin es la compulsión. Porque así como mi injusticia puede hacer daño a otro, del mismo modo la injusticia de éste puede perjudicar a un tercero, cosa que manifiestamente debo impedir, así como evito mi propio mal. En consecuencia, si quiero ser recto, debo impedir, por la fuerza si es necesario, que el prójimo acometa esas injuriosas empresas de las que yo mismo, gracias a una mejor disposición y a la ayuda del Cielo, me abstengo.»

Recuento de votos

s. En política norteamericana, nuevo tiro de dados que se acuerda al jugador contra quien están cargados.

Redención

s. Exención de castigo que consiguen los pecadores asesinando al Dios contra el que pecaron. La doctrina de la Redención es el misterio fundamental de nuestra santa religión, y quien crea en ella no perecerá, sino que gozará de vida eterna para tratar de comprenderla.

Redundante

adj. Superfluo; innecesario; de trop

Dijo el Sultán: «Hay prueba, y abundante, de que este perro infiel es redundante.» Y el Gran Visir, de faz inexpresiva: «Al menos su cabeza es excesiva». Habid Solimán.

«El señor Debs es un ciudadano redundante». Theodore Roosevelt.

(Eugene Debs. líder ferroviario norteamericano, candidato presidencial en 1912, perseguido por Theodore Roosevelt. y encarcelado por Woodrow Wilson).

Referéndum

s. Ley que se somete a voto popular para establecer el consenso de la insensatez pública.

Reflexión

s. Proceso mental que nos da una visión más clara del pasado y nos permite eludir peligros que no volveremos a enfrentar.

Refrán

s. Dicho vulgar, proverbio. He aquí algunos ejemplos:

Cuida los centavos, que los pesos se despilfarran solos.

Mejor tarde que antes de ser invitado.

Predicar con el ejemplo es mejor que seguirlo.

No dejes para mañana lo que pueda hacer otro.

El que ríe menos ríe mejor.

Hablando del lobo, termina por enterarse.

De dos males, trata de ser el menor.

Querer es poder decir «No quiero».

Regazo

s. Uno de los más importantes órganos del cuerpo femenino, admirablemente previsto por la naturaleza para el reposo de la infancia, aunque se usa principalmente en las festividades rurales para sostener platos de pollo frío y cabezas de machos adultos. El macho de nuestra especie tiene un regazo rudimentario, imperfectamente desarrollado y que en modo alguno contribuye a su bienestar sustancial.

Reina

s. Mujer que gobierna el reino cuando hay un rey, y por medio de quien el reino es gobernado cuando no lo hay.

Relicario

s. Receptáculo destinado a recibir objetos sagrados, tales como fragmentos de la verdadera cruz, costillas de santos, las orejas de la burra de Balaam, los pulmones del gallo que incitó a Pedro al arrepentimiento, etcétera. Los relicarios son generalmente de metal y tienen una cerradura para impedir que el contenido se derrame y obre milagros en momentos inoportunos. Cierta vez, una pluma del Angel de la Anunciación escapó mientras se pronunciaba un sermón en la basílica de San Pedro y cosquilleó de tal modo en las narices de la congregación, que todos despertaron y estornudaron tres veces, con gran vehemencia. La «Gesta Sanctorum» refiere que un sacristán de la catedral de Canterbury sorprendió la cabeza de San Dionisio en la biblioteca. Reprendida por el severo custodio, respondió que estaba buscando un cuerpo de doctrina. Este chiste de mal gusto enfureció tanto al diocesano, que el ofensor fue públicamente anatematizado, arrojado a una fosa y reemplazado por otra cabeza de San Dionisio, traída de Roma.

Religión

s. Hija del Temor y la Esperanza, que vive explicando a la Ignorancia la naturaleza de lo Incognoscible.

—¿Cuál es tu religión, hijo? —preguntó el arzobispo de Reims.

—Perdón, monseñor. —replicó Rochebriant— Me siento avergonzada de ella.

—¿Entonces, por qué no te vuelves ateo?

—¡Imposible! El ateísmo me avergonzaría.

—En ese caso, señor, debería usted convertirse al protestantismo.

Realización

s. Muerte del esfuerzo y cuna de la repugnancia.

Reloj

s. Máquina de gran valor moral para el hombre, que mitiga su preocupación por el futuro al recordarle cuánto tiempo le queda.

Rematador

s. Hombre que reafirma con un martillo que acaba de despojar una cartera con la lengua.

Renombre

s. Grado de distinción intermedio entre la notoriedad y la fama, algo más soportable que la primera, y un poco menos intolerable que la segunda. A veces es conferido por una mano inamistosa y desconsiderada.

Renta

s. Patrón de medida natural y racional de la respetabilidad.

Otros criterios comúnmente aceptados son artificiales, arbitrarios y falaces. Porque como ha dicho con justicia Sir Sycophas Chrysolater, «la propiedad (moneda, tierras, casas o mercancías, o todo lo que nos pertenece por derecho para satisfacer nuestras necesidades) así como los honores, títulos, privilegios y posición, o el conocimiento y favor de personas respetables o capaces, no tienen otro uso y funciones reales que el de obtener dinero. Luego, todas las cosas valen en la medida en que favorecen ese objetivo, y sus poseedores deben asumir un rango acorde con tal definición. En consecuencia, ni el propietario de un castillo improductivo —por grande y antiguo que sea—, ni el que ejerce una dignidad honoraria, ni el favorito, sin fortuna, de un rey, son estimados en un mismo nivel con quien acrecienta diariamente su fortuna; y aquellos cuyo patrimonio es estéril no pueden aspirar en justicia a un honor más grande que el de los pobres e indignos».

Renunciar

v. t. Ceder un honor a cambio de una ventaja. Ceder una ventaja a cambio de otra ventaja mayor.

Reparación

s. Satisfacción que se da por un mal cometido, y que se deduce de la satisfacción experimentada al cometerlo.

Réplica

s. Insulto prudente al contestar. Practicada por señores que tienen una repugnancia innata por la violencia, junto con una fuerte tendencia a ofender. En una guerra de palabras, táctica del indio norteamericano.

Réplica (artística)

s. Reproducción de una obra de arte por el artista original. Se la llama así para distinguirla de la «copia», que está hecha por otro artista. Cuando ambas están ejecutadas con la misma habilidad, la réplica es más valiosa, pues se supone que es más bella de lo que parece.

Reportero

s. Periodista que a fuerza de suposiciones se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa en una tempestad de palabras.

Reposar

v.i. Dejar de fastidiar.

Representante

s. Miembro de la Cámara Baja en este mundo, sin esperanza visible de ascenso en el próximo.

Reprobación

s. En teología, condición de un mortal sin suerte condenado antes de nacer. La doctrina de la reprobación fue predicada por Calvino; el regocijo que ella le causaba se veía un poco empañado por su convicción, triste y sincera, de que si bien algunos están predestinados al infierno, otros lo están a la salvación.

República

s. Nación en que, siendo la cosa que gobierna y la cosa gobernada, una misma, sólo hay autoridad consentida para imponer una obediencia optativa. En una república, el orden se funda en la costumbre, cada vez más débil, de obedecer, heredada de nuestros antepasados que cuando eran realmente gobernados se sometían porque no tenían otro remedio. Hay tantas clases de repúblicas como grados entre el despotismo de donde provienen y la anarquía adonde conducen.

República

s. Entidad administrativa manejada por una incalculable multitud de parásitos políticos, lógicamente activos pero fortuitamente eficaces.

Réquiem

s. Misa de difuntos que (según nos aseguran los poetas menores) entona la brisa sobre las tumbas de sus favoritos. A veces, para variar el entretenimiento, les canta una elegía.

Rescate

s. Compra de lo que no pertenece al vendedor, ni puede pertenecer al comprador. Es la más improductiva de las inversiones.

Residente

s. y adj. El que no puede irse.

Respetabilidad

s. Fruto amoroso de una calva y una cuenta bancaria.

Respirador

s. Aparato ajustado sobre la nariz y la boca de un londinense para filtrar el universo visible en su paso hacia los pulmones.

Resplandeciente

adj. Dícese de un sencillo ciudadano norteamericano cuando se atavía como un duque en su logia masónica, o cuando afirma su importancia en el Esquema de las Cosas como unidad elemental de un desfile. Los Caballeros del Dominio estaban tan resplandecientes en sus casacas de oro y terciopelo que sus patrones difícilmente los hubieran reconocido. («Crónicas de las Clases»).

Responder

v. t. e i. Dar respuesta, o manifestar de otro modo que se tiene conciencia de haber inspirado un interés en lo que Herbert Spencer llama «eternas coexistencias»; fue así como Satán «achatado como un sapo» junto a la oreja de Eva respondió al toque de la lanza del ángel. Responder por daños, es contribuir al sostén del abogado del demandante y, de paso, a la satisfacción del propio demandante.

Responsabilidad

s. Carga desmontable que se traspasa fácilmente a las espaldas de Dios, el Destino, la Fortuna, la Suerte, o el vecino. Los aficionados a la astrología suelen descargarla en una estrella.

Restitución

s. Fundación o sostén de universidades y bibliotecas públicas por medio de legados o donaciones.

Restitutor

s. Benefactor; filántropo.

Resuelto

adj. Dícese de quien sigue obstinadamente una línea de conducta que aprobamos.

Resultado

s. Tipo particular de desengaño. Esa clase de inteligencia que ve en la excepción la prueba de la regla, juzga la sabiduría de un acto por su resultado. Esto es un absurdo inmortal; la sabiduría de un acto debería juzgarse según las luces del autor al cometerlo.

Retaguardia

s. En doctrina militar norteamericana, parte expuesta del ejército que se encuentra más cerca del Congreso.

Revelación

s. Libro famoso en que el divino San Juan ocultó todo lo que sabía. La revelación corre por cuenta de los comentaristas, que no saben nada.

Reverencia

s. Actitud espiritual de un hombre frente a un dios, y de un perro frente a un hombre.

Revolución

s. En política, abrupto cambio en la forma de desgobierno. Específicamente, en historia norteamericana, reemplazo de un Ministerio por una Administración, que permitió que el bienestar y la felicidad del pueblo progresara media pulgada por lo menos. Las revoluciones vienen generalmente acompañadas de una considerable efusión de sangre, pero se estima que valen la pena, sobre todo para aquellos beneficiarios cuya sangre no corrió peligro de ser derramada. La revolución francesa es de indudable valor para el socialista de hoy: cuando tira los hilos que mueven su esqueleto, sus gestos infunden un terror indecible a los sangrientos tiranos sospechados de fomentar la ley y el orden.

Rey

s. Personaje masculino al que suele llamarse en los Estados Unidos «una cabeza coronada», aunque nunca usa corona y por lo general no tiene cabeza digna de ese nombre.

Rezar

v. i. Pedir que las leyes del universo sean anuladas en beneficio de un solo peticionante, confesadamente indigno.

Rico

adj. Dícese del que tiene en caución, con el compromiso de rendir cuentas, los bienes de indolentes, incapaces, pródigos, envidiosos y desafortunados. Este es el criterio que prevalece en el hampa, donde la Fraternidad del Hombre encuentra su desarrollo más lógico y su defensa más candorosa. Para los habitantes del mundo intermedio, la palabra significa bueno y sabio.

Ridículo

s. y adj. Palabra destinada a probar que la persona a quien se aplica carece de la dignidad de carácter de quien la pronuncia. Según Shaftesbury, el ridículo es la prueba de la verdad: afirmación ridícula, pues muchas solemnes falacias han sobrevivido a siglos de ridículo, sin que disminuyera su aceptación popular.

Rima

s. Concordancia de sonidos en la punta de dos versos, generalmente malos y aburridos.

Rimador

s. Poeta considerado con indiferencia o falta de estima.

R.I.P.

Abreviatura distraída de «requiescat in pace», con que se testimonia una indolente buena voluntad hacia los muertos. Según el erudito doctor Drigge, originariamente significaba «reductus in pulveris», o reducido a polvo.

Riqueza

s. Don del Cielo que significa: «Este es mi hijo bien amado, en quien he puesto toda mi complacencia» (John D. Rockefeller). Recompensa del esfuerzo y la virtud (J.P. Morgan). Los ahorros de muchos en las manos de uno (Eugene Debs). El inspirado lexicógrafo lamenta no poder agregar nada de valor a estas excelentes definiciones.

Risa

s. Convulsión interna, que produce una distorsión de los rasgos faciales y se acompaña de ruidos inarticulados. Es infecciosa y, aunque intermitente, incurable. La tendencia a los ataques de risa es una de las características que distinguen al hombre de los animales, que se muestran no sólo inaccesibles a la provocación de su ejemplo, sino inmunes a los microbios que originariamente provocaron la enfermedad. Si la risa puede contagiarse a los animales mediante inoculación a partir de un ser humano, es un problema que no ha sido resuelto experimentalmente. El doctor Meire Witchell sostiene que el carácter infeccioso de la risa se debe a la instantánea fermentación de la saliva pulverizada, y por lo tanto designa a esta dolencia con el nombre de «Convulsio spargens».

Rito

s. Ceremonia religiosa o semirreligiosa establecida por la ley, el precepto o la costumbre, de la que se ha estrujado meticulosamente el aceite esencial de la sinceridad.

Ritualismo

s. Jardín de Dios donde Él puede caminar en rectilínea libertad, con tal de no pisar el pasto.

Ron

s. Bebida ardiente que produce locura en los abstemios.

Rostrum

s. En latín, pico de un ave o proa de un barco. En norteamericano, tribuna desde donde un candidato expone a la turba su sabiduría, virtud y poder.

Ruido

s. Olor nauseabundo en el oído. Música no domesticada. Principal producto y testimonio probatorio de la civilización.

Rumor

s. Arma favorita de los asesinos de reputaciones.

Ruso

s. Persona de cuerpo caucásico y alma mongólica. Emético tártaro.

S

Sabbath

s. Sábado para los judíos, domingo para los cristianos. Fiesta semanal que tiene su origen en el hecho de que Dios hizo el mundo en seis días y fue detenido el séptimo. Entre los judíos, la observancia de la festividad estaba ordenada por un Mandamiento cuya versión cristiana es: «Recuerda, al séptimo día, hacer que tu prójimo lo respete plenamente». Al Creador le pareció apropiado que el Sabbath fuera el último día de la semana, pero los primitivos Padres de la Iglesia opinaban de otro modo.

Sabiduría

s. Tipo de ignorancia que distingue al estudioso.

Saciedad

s. Ese sentimiento, señora, que uno experimentaba por el plato después de tragar su contenido.

Sacerdotalista

s. El que cree que un clérigo es un sacerdote. El rechazo de esta importantísima doctrina es el desafío más audaz que han lanzado los NeoDiccionaristas al rostro de la Iglesia Episcopólica.

Sagrado

adj. Dedicado a un propósito religioso; provisto de un carácter divino; capaz de inspirar pensamientos y emociones solemnes. Por ejemplo: el Dalai Lama del Tíbet; el Moogum de M'bwango; el Templo de los Monos en Ceilán; la Vaca en la India; el Cocodrilo, el Gato y la Cebolla del antiguo Egipto; el Mufti de Moosh; el pelo del perro que mordió a Noé, etc.

Sacramento

s. Solemne ceremonia religiosa a la que se atribuyen diversos grados de eficacia y significación. Roma tiene siete sacramentos, pero las iglesias protestantes, menos prósperas, sólo pueden permitirse dos, y de inferior santidad. Algunas sectas menores no tienen sacramentos en absoluto: ahorro vil que indudablemente las llevará a la perdición.

Salacidad

s. Cualidad literaria de frecuente observación en las novelas populares, especialmente las escritas por mujeres y muchachas, que le dan otro nombre y piensan que están ocupando un campo descuidado de las letras y recolectando una cosecha desdeñada. Si tienen la desgracia de vivir el tiempo suficiente, las atormenta el deseo de quemar sus gavillas.

Salamandra

s. Originariamente, reptil que habitaba el fuego; después, inmortal antropomorfo, igualmente pirófilo. Se cree que las salamandras se han extinguido; la última de que tenemos noticias fue vista en Carcasonne por el padre de Belloc, quien la exorcizó con un balde de agua bendita.

Salsa

s. Unico signo infalible de civilización y progreso. Pueblo sin salsas, tiene mil vicios; pueblo de una sola salsa, tiene novecientos noventa y nueve. A salsa inventada y aceptada, corresponde vicio renunciado y perdonado.

Santo

s. Pecador fallecido, revisado y editado. La Duquesa de Orleáns refiere que aquel viejo e irreverente calumniador, el mariscal de Villeroi, que en su juventud había conocido a San Francisco de Sales, dijo al oír que lo consideraban un santo: «Estoy encantado de enterarme de que Monsieur de Sales era un Santo. Le gustaba decir groserías y solía trampear a los naipes. Por lo demás, era un perfecto caballero, aunque un tonto».

Saquear, v.t.

Tomar la propiedad de otro sin observar las reticencias decentes y acostumbradas del robo. Efectuar un cambio de propiedad con la cándida concomitancia de una banda militar. Apoderarse de los bienes de A y B, mientras C lamenta la oportunidad perdida.

Sarcófago

s. Entre los griegos, ataúd, que, estando hecho de cierta clase de piedra carnívora, tenía la singular propiedad de devorar el cadáver colocado en su interior. El sarcófago conocido por los modernos exequiógrafos es, generalmente, un producto del arte del carpintero.

Sartén

s. Instrumento de tortura usado en esa institución punitiva por excelencia, la cocina femenina. La sartén fue inventada por Calvino, quien la usó para freír a los bebés que morían sin bautizar. Observando un día el horrible tormento de un vagabundo que incautamente sacó de la basura un bebé frito y lo devoró, el gran teólogo quiso despojar a la muerte de sus terrores, introduciendo la sartén en cada hogar de Ginebra. De ahí se extendió a todos los rincones del mundo y ha sido de invalorable utilidad para la propagación de la sombría fe calvinista.

El obispo Potter insinúa que la utilidad de la sartén no se limita a este mundo y que se la emplea igualmente en el infierno.

Satanás

s. Uno de los lamentables errores del Creador. Habiendo recibido la categoría de arcángel, Satanás se volvió muy desagradable y fue finalmente expulsado del Paraíso. A mitad de camino en su caída, se detuvo, reflexionó un instante y volvió.

—Quiero pedir un favor —dijo.

—¿Cuál? —Tengo entendido que el hombre está por ser creado. Necesitará leyes.

—Qué dices miserable! Tú, su enemigo señalado, destinado a odiar su alma desde el alba de la eternidad, ¿tú pretendes hacer sus leyes? —Perdón; lo único que pido, es que las haga él mismo.

Y así se ordenó.

Sátira

s. Especie de composición literaria en que los vicios y locuras de los enemigos del autor son expuestos sin demasiada ternura. En los Estados Unidos, la sátira ha tenido siempre una existencia enfermiza e incierta, porque su esencia es el ingenio del que estamos penosamente desprovistos; el humor que tomamos por sátira es, como todo humor, tolerante y simpático. Además, aunque los norteamericanos han sido dotados por su Creador de abundantes vicios y locuras, suelen ignorar que se trata de cualidades reprochables. De ahí que el autor satírico sea considerado un villano amargado y que los gritos de cualquiera de sus víctimas, pidiendo defensores, obtengan el apoyo nacional.

Sátiro

s. Uno de los pocos personajes de la mitología griega cuya existencia reconoce la mitología hebrea (Levítico, xvii,7). En un comienzo, el sátiro era un miembro de una comunidad disoluta que rendía un tibio vasallaje a Dionisio, y que luego pasó por muchas transformaciones y perfeccionamientos. Suele confundírsele con el fauno, invención romana, más tardía y docente, que se parecía menos a un hombre y más a un chivo.

Secretario de Redacción

s. Persona que reúne las funciones judiciales de Minos, Eaco y Radamanto, pero es aplacable con un óbolo; censor severamente virtuoso, pero tan caritativo en el fondo que tolera las virtudes ajenas y los vicios propios; que lanza a su alrededor los desgarradores relámpagos y los vigorosos truenos de la reprimenda, hasta parecerse a un paquete de petardos atado a la cola de un perro; que seguidamente murmura un dulce canto melodioso, suave como el arrullo de un asno que entona su plegaria a la estrella vespertina. Maestro de misterios y señor de leyes, encumbrado en el trono del pensamiento, el rostro iluminado por los oscuros resplandores de la Transfiguración, con las piernas entrelazadas y los carrillos inflados, el secretario de redacción derrama su voluntad sobre el papel y lo corta en trozos de la extensión requerida. Y a intervalos, tras el velo del templo, se oye la voz del jefe de taller, que reclama ocho centímetros de ingenio y quince centímetros de meditación religiosa, o le ordena cortar el chorro de la sabiduría y batir un poco de «interés humano».

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ISBN:
9782380374124
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