Czytaj książkę: «Mirando de frente»

Czcionka:


Mirando de frente

AnaMay Taborga

ISBN: 978-84-19198-10-5

1ª edición, agosto de 2021.

Editorial Autografía

Calle de las Camèlies 109, 08024 Barcelona

www.autografia.es

Reservados todos los derechos.

Está prohibida la reproducción de este libro con fines comerciales sin el permiso de los autores y de la Editorial Autografía.

DROOK


Dedicado a mis sobrinos, a mi niña, y a todos los que viven el presente disfrutando de cada bocado y persiguiendo el siguiente

La naturaleza de la vida es cambiar.

William Ward

Me llamo Drook. Imagino que ya te has preguntado por qué tengo un nombre tan corto, o tan extraño, o simplemente ya has adivinado que soy un perro, o un gato.

Te sacaré de dudas en dos segundos: soy un perro, el cuarto en una camada de cinco. Soy lo que llamáis un American PittBull; ya tengo más de ocho años y aún soy uno de los mejores en mi trabajo.

Tengo señales en la cara y en el cuerpo por las que no siento nada, ni orgullo ni vergüenza, pero mi dueño sí.

Sé a qué sabe la sangre, sé cómo duele un mordisco, pero no sé lo que significa perder. Me hicieron perro de pelea.


Si aún me estás escuchando eres como yo. Quizás no hayas matado a nadie y yo sí; tú eliges luchar y yo también, pero yo no me puedo rendir.


Después de tanto tiempo, hoy más que nunca, recuerdo el calor de mi madre, el olor de su piel, y las pisadas con mis hermanos y hermanas por llegar a mamá. El mayor era Pepper, totalmente negro; luego dos hermanas con una pata blanca, Kia y Asha, y la última en nacer mi hermana Ebany, tan negra como la noche, pequeña, con un aire diferente.

Desde cachorros mi dueño nos enseñó a reclamar lo que queríamos. Nos enseñó a dar un paso atrás para que el siguiente fuera un salto adelante y definitivo. No importaban los resultados. Un paso atrás no sería nunca un defecto.

Aprendiendo esto, a los seis meses Asha se rompió una pata. De los cinco era la mejor tumbándonos a todos, incluso a Pepper que era unos kilos más grande que ella, pero después nunca más quiso saltar. Mi dueño empezó a enseñarle otras cosas: rodar, coger apretar, creo que era una pelota con lo que practicaba; al principio parecía que no le daba importancia, pero pasó cuatro días enteros sin comer ni beber por tener la pelota en la boca.

Asha y yo pasábamos horas jugando y revolcándonos. Un tarde que la tenía panza arriba casi la cojo por el cuello; eso la enfadó mucho. Era muy rápida así que en nada me tenía a mi por el cuello y panza arriba. Cuando me di cuenta, vi una marca en su cuello. Y me explicó que eran los mordiscos que sentía cada vez que perdía una pelota. Que pasó hambre y sed, pero que al final eso acabo.

-El dolor es un reto que hay que saber superar- Decía Asha, mientras se retiraba a lamerse la pata.

A un par de meses de nuestro primer cumpleaños estábamos en el salón de casa, y vi llegar a Pepper y a Asha con una mirada diferente. Me escondí detrás de mamá; Kia hizo lo mismo. Ebany estaba distraída jugando con la cola de mamá. Cuando ésta se levantó nos quedamos los tres delante de mis hermanos sin saber dónde escondernos, algo había cambiado. Ebany preguntó ¿quiénes sois? y Pepper gruñó de manera tan fuerte que los tres dimos un paso atrás y la verdadera pelea empezó entonces.


Desde ese día no nos podíamos ver. Recuerdo a mi dueño riendo y animándonos; mi madre intentó ponerse en medio y mi dueño la tiró contra un rincón.

Cuando todo acabó, Asha dejó caer a Kia que la tenía inmóvil por el cuello. Pepper se acercó al cuerpo de Kia, le dio un par de toques con el morro pero Kia no reaccionaba, entonces mi dueño dejó que mi madre cogiera a Kia y se la llevará a su cama. Al recogerla nos echó una mirada que nunca olvidaré, fue la última vez que pude ver los ojos de mi madre. Y ha pasado mucho tiempo hasta que he entendido lo que nos quería decir.

El resto de mis hermanos y yo nos separamos, y de manera automática cada uno eligió un lugar en la casa, al que ninguno de los otros se podría acercar nunca más. De vez en cuando mi dueño nos ponía un collar y nos encaraba uno a otro. Aprendí a no querer ver a mis hermanos y a ningún otro perro, había algo que al tenerlos delante solo me causaba dolor, después de un tiempo comprendí que ese dolor solo podía pararlo yo.

El día que cumplíamos un año y medio, mi dueño entró a la habitación donde yo dormía. Sentí su corazón tan contento que yo me emocioné, aún no sabia lo que podía ser ¿era yo lo que causaba eso? Wow! Qué especial era! Este chico me convirtió en el rey del momento; yo haría lo mismo por él.

-Nos han aceptado Drook, eres joven pero tu podrás con ellos- dijo mi dueño.

Subimos al coche solos él y yo, y mientras conducía me decía que sería mi noche, que había llegado el momento de demostrar quiénes éramos él y yo.

Fue mi primera pelea profesional. Mi dueño me bajó del coche y me iba animando, me puso un collar, y una venda en los ojos. De pronto, un fuerte dolor en el cuello que me recorría toda la espalda, empecé a gruñir y al abrir los ojos me vi enfrente de otro perro, me lancé primero, recuerdo nuestras mandíbulas abiertas chocando, gente gritando y el dolor que no desaparecía. Pasaron unos cuantos empujones, patadas y mordiscos pero al final conseguí que el dolor parara. De ese día me quedaría mi primera marca en el belfo derecho, y un buen corte en un costado.

Mi dueño entró a la jaula donde yo estaba y me cogió en brazos, me levantó orgulloso.

El amor que sentí en ese instante superaba al dolor de mi cuerpo magullado. Ese chico me quería de verdad, con él no me podía pasar nada.

Poco a poco me convertí en el favorito de mi dueño: me llevaba a todas partes, confiaba tanto en mí que jamás se me ocurrió pensar que había otra manera de vivir, nos convertimos en un equipo, yo me sentía importante.


Solíamos viajar al atardecer él y yo solos, pero un día mi dueño subió a Pepper y a Asha en el coche. Nunca habíamos ido juntos a ningún sitio, como no estábamos acostumbrados al principio nos gruñimos un poco, mi dueño se enfadó, y pegó un grito firme que nos hizo callar a los tres.

Llegamos a una especie de garaje donde también podía oler a otros perros, los tres sabíamos a lo que íbamos, pero yo daría mi mejor salto.

Al final de la noche de regreso a casa, las dos jaulas donde iban Pepper y Asha estaban vacías. Pensé que nunca más los volvería a ver.


Semanas después volvimos a ese lugar y vi a un perro que se parecía a Pepper, pero le faltaba un ojo, estaba encerrado en una jaula tan pequeña que cuando lo sacaron le costó empezar a moverse, por ese motivo mi dueño se puso a gritar a otro hombre, mientras unos cuantos se reunían a nuestro alrededor.

Ya metidos en el ring, yo no estaba seguro de lo que ocurriría pero aquel perro, de un solo ojo, dio un paso atrás y supe que era mi hermano. Siempre había sido más fuerte que yo, así que no podía perder el tiempo, salté primero, sentí el golpe de su espalda contra el suelo, y la tierra que se levantó me dejó un poco ciego. Se puso de pie y mientras sacudía la cabeza me lancé a su hocico. Pepper era muy fuerte, no sé cómo se revolvió y me pegó un mordisco en una pata, pero no se cubrió lo suficiente y se llevó un empujón contra la jaula, se enganchó una pata y ya era mío.

Darmowy fragment się skończył.

399 ₽
14,45 zł
Ograniczenie wiekowe:
0+
Objętość:
43 str. 30 ilustracje
ISBN:
9788419198105
Właściciel praw:
Bookwire
Format pobierania:
Audio
Średnia ocena 4,2 na podstawie 540 ocen
Tekst, format audio dostępny
Średnia ocena 4,7 na podstawie 342 ocen
Tekst, format audio dostępny
Średnia ocena 4,6 na podstawie 5 ocen
Szkic, format audio dostępny
Średnia ocena 4,8 na podstawie 100 ocen
Audio
Średnia ocena 4,7 na podstawie 13 ocen
Tekst, format audio dostępny
Średnia ocena 5 na podstawie 5 ocen
18+
Tekst
Średnia ocena 4,8 na podstawie 211 ocen
Tekst
Średnia ocena 0 na podstawie 0 ocen