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Padres con carácter.Orientaciones para papás y mamás que quieran educar asertivamente a sus hijos
© 2019 Ana Hilda Cruz
Primera edición noviembre de 2019
ISBN: 978-958-48-7948-6
Ilustraciones: Javier Patiño
Portada: Ana Carolina Patiño Cruz
Impresión: Xpress Estudio Gráfico y Digital S. A.
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
Hecho en Colombia
Todos los derechos reservados
Diseño epub: Hipertexto – Netizen Digital Solutions
Contenido
Introducción
Capítulo 1Posiciónese en su rol de padre-madre
El llamado de un papá... ser padre
Asuma su rol de papá o padre o papito (como le dicen, o le deben decir en casa)
El llamado de ser mamá: ser madre
Asuma su rol de mamá o madre o mamita (como le dicen, o le deben decir en casa)
Capítulo 2Autoregulación: enséñelos a ser ordenados y a seguir instrucciones
¿Cómo un padre y una madre educan el orden en sus hijos? Tenga en cuenta las siguientes propuestas
Parámetros a tener en cuenta a la hora de educar correctamente la virtud de la obediencia
Sobreprotección y permisivismo
Autoritarismo
Capítulo 3El arte de escuchar, hablar bien, y comunicarse asertivamente
Algunas frases inasertivas que nunca deberían ser mencionadas por padres y cuidadores
Como padre ¿está comunicando asertivamente?
Con respecto a los medios de comunicación y redes sociales
La música
La comunicación es inevitable
Capítulo 4La familia es la escuela del amor y las virtudes
Capítulo 5El amor en la crianza
Capítulo 6El “antes de” y el “durante” la adolescencia
Papá y mamá: antes de la adolescencia
Durante la adolescencia
Apéndice
Notas al pie
Introducción
NO SOLO se le quita la vida a un niño cuando se le aborta, algunos niños1 nacen y paulatinamente se les va quitando el sentido de su vida, con la educación anti respeto, con las costumbres inútiles, con la comunicación violenta, inasertiva e indiferente, con la falta de límites y normas ecuánimes, con la falta de afecto incondicional, con la inconsistencia en el seguimiento y la supervisión en la crianza, con los sustitutos de la verdadera paternidad.
A otros, se les quita la vida con su falta de propósito, es que muchos jóvenes y adolescentes manifiestan a tan corta edad, que están cansados, abrumados, aburridos y adormecidos. Quisieran ser felices, pero sonreír no es suficiente, las drogas no son suficientes, las relaciones sexuales liberales no son suficientes, los deportes extremos no son suficientes, las aventuras nómadas no son suficientes, los inventos electrónicos no son suficientes, los grupos pares señalados no son suficientes e inclusive, a veces el suicidio tampoco es suficiente.
Desesperadamente gritan, a veces en silencio, a veces en bullicio, para que su mundo tenga algo de sentido, para que aquello que la sociedad les demanda sea algo que también les cambie a ellos su realidad. Es que lo único que han deseado y hasta pedido desde que nacieron es AMOR y sentido de vida. Vinieron del amor y esperan amor, del verdadero, del que no se transa, del que no va en picada sino en aumento, del que se tiene todo el tiempo, aunque no se esté presente. Ese amor puro e incondicional que da sentido a la vida.
El amor dado a los hijos es demasiado simple para no practicarlo y demasiado complejo para tratar de encasillarlo. Puede imaginarse un cuadro donde un padre y una madre aman a su hijo porque ellos mismos se aman, donde educan el carácter de sus hijos porque ellos mismos lo tienen educado, donde dan identidad a sus hijos, porque ellos mismos vivencian su posición, donde crean momentos felices para sus hijos, porque ellos mismos son felices, donde tienen un norte definido para sus hijos, porque la vida de ellos mismos ya tiene un sentido y un supra sentido. Este es el sueño de muchos hijos. No sueñan hechos relacionados con su futuro, sino con su presente.
Y un cuadro así, es el ideal con el que muchos padres sueñan para sus hijos. Lamentablemente, en la realidad, hay demasiados accesorios en la educación paterna y materna, hay muchas cosas secundarias que han usurpado los primeros lugares. Lo básico ha sido reemplazado por sustitutos, y lo esencial ha sido olvidado, menospreciado, subvalorado o simplemente ignorado por algunos padres.
Muchos adultos y padres se quejan de la niñez altiva, soberbia y atrevida, que mágicamente ha aparecido en las últimas décadas, otros se quejan de los adolescentes perezosos, fanáticos mediáticos, que vagan por calles o que no salen de sus aplicaciones, otros cuantos, se quejan de la sociedad cada vez más terrible en la que están viviendo.
Este es el tiempo para cambiar esto, la queja no ayuda, la acción mejora, los niños y jóvenes no van a cambiar por meramente asistir a un colegio prestigioso, la escuela no cambia, instruye en conocimientos y modela socialmente —a veces para mal—, sin embargo, ese modelado será positivo o negativo, favorable o desfavorable, influyente o solapado, dependiendo de lo que haya sido educado en casa, al interior de la familia, durante todos los días y noches de la vida de los hijos. No es la sociedad, ni las instituciones educativas las que forman valores, es papá y mamá en la casa, es el hogar, a fin de cuentas, la familia, es la escuela del amor y las virtudes.
Por eso, pregúntese: ¿qué ha hecho usted de sus hijos hasta ahora?, ¿qué ha hecho usted para sus hijos hasta ahora?, ¿es usted gobernador de su casa?, ¿administrador(a) de su hogar?, ¿formador de sus hijos?, ¿buen modelo para ellos?, ¿tiene poder y autoridad en su hogar?, ¿hay unidad con su pareja para formar a sus hijos?, ¿qué quiere que ellos hagan cuando crezcan?, ¿cómo se los imagina en cinco, diez o quince años? Las respuestas a estos interrogantes pueden hacer la diferencia entre el éxito o el fracaso al criar y educar los niños de hoy y del mañana.
Las siguientes páginas están cargadas de practicidad, no son filosóficas, e invitan a un ejercicio diario en su quehacer como padre y madre.
Capítulo 1
Posiciónese en su rol de padre-madre
SER PADRE O MADRE es uno de los privilegios más intensos y significativos que un ser humano experimenta, la ale gría que siente una persona cuando nace su anhelado hijo es indescriptible, para la gran mayoría, su vida cambió radicalmente el día que nació su hijo, algunos inclusive, hicieron un pacto de vivir para ese nuevo ser con la connotación que ello implicaba; responsabilizarse de esa nueva vida supliéndole todo y en todas las áreas. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, ese pacto de responsabilidad fue modificándose por múltiples motivos, es que ser padre o madre, en su rol totalitario, no es para débiles de corazón, no es para cobardes, no es para inseguros, no es para temerosos, no es para egoístas, no es para aquellos que vacilan y se confunden con la cultura, el tiempo, y los azares de moda.
Hoy por hoy, abundan los casos de niños necesitados de un padre que ejerza su paternidad, de una madre que ejerza su maternidad, aún la sociedad dicótoma a la que pertenecemos, exige idealmente padres que se responsabilicen, que eduquen correctamente en principios y valores a sus hijos, que eduquen hijos autorregulados con libertad y disciplina, con amor, que eduquen con una comunicación asertiva. Nunca antes en la historia de la humanidad se había necesitado tanto de la paternidad y la maternidad para determinar el tipo de sociedad en la que se vive.
Resulta por tanto imperativo volver a nuestras raíces, repasar la senda antigua, recobrar y retomar aspectos básicos como la autoridad, la afectividad, la comunicación y la espiritualidad.
El llamado de un papá... ser padre
El rol de padre implica más que un título, y más que una meta para algunos. Todo hombre debe saber que, si es padre, lo es por su hijo, y solo por esto, debe pensar en el gran privilegio que tiene, pues no todos los hombres llegan a comprenderlo. Un padre debe afianzar todos los días su identidad como padre, claro que, si no tiene seguridad de su identidad como hombre y como esposo, va a ser muy difícil que la tenga como padre. La identidad paterna, asegura que un hombre se dé a sus hijos, y viva con ellos y para ellos. Un buen padre sabe que no solo educa hijos, sino que educa personas, seres humanos con inmensas capacidades, dones, talentos y oportunidades. El educar a sus hijos sabiamente, amplia el supra sentido de su propia vida, convirtiéndose en la estructura que soporta los éxitos de la vida de ellos.
No es fácil ser padre, y menos en el tiempo presente, su figura se ha desprestigiado. Lo que antes era ley en casa cuando papá hablaba, hoy se debate, se refuta, se contradice, o simplemente se desobedece. El que antes llevaba la completa provisión económica al hogar, hoy vive más tranquilo de que su esposa también trabaje y pueda aportar en el fondo común, y en casos cada vez más comunes, se queda en casa mientras su esposa sale a laborar para traer enteramente la provisión. El que antes sentaba las bases y principios de la educación en casa —junto con su esposa—, hoy es censurado por su incoherencia, al promulgar algo diferente a lo que dice contra lo que hace. El que antes distribuía su tiempo y le quedaba hasta para compartir con sus amigos antes de llegar a casa a cenar, hoy escasamente da el beso de las buenas noches a sus hijos por teléfono —aunque algunos ni siquiera los hacen—. El que antes se sentaba con sus hijos a hablar sobre anécdotas y cuentos de antaño, hoy se ahorra el tiempo regalando a sus hijos artefactos de juegos virtuales, gadgets, y suscripción a cincuenta canales televisivos, para que otros les cuenten historias más contemporáneas y retorcidas. En fin, el panorama no es claro. Se ha criticado la paternidad de hace treinta, cincuenta o más años, sin embargo, el giro no ha sido menos criticable.
La conclusión más fácil de obtener es que ser padre en estos tiempos es muy difícil, y la gran mayoría han hecho o están haciendo lo que mejor pueden. A continuación, unas propuestas para aquellos valientes, que viven desafiados a fortalecer su identidad y rol paterno.
Asuma su rol de papá o padre o papito (como le dicen, o le deben decir en casa)
1. Determine lo que quiere legar o heredar a sus hijos en las áreas claves: principios familiares y personales, en cuanto a valores morales y espirituales y principios materiales y económicos.
2. Determine lo que NO quiere que sus hijos aprendan y hereden de usted, y aún de su medio, y asegúrese de no modelarlo o enseñarlo.
3. Tenga en cuenta que usted puede llegar a ser la persona que más pueda afectar e influir en sus hijos, asúmalo para serlo y desafíese a ser mejor cada día como persona, como esposo y como hombre.
4. Recuerde que usted tiene el poder para influir positivamente en sus hijos, para modelar su carácter, para consolidar su temperamento y su personalidad. Usted puede hacer que su hijo crezca y madure progresivamente, pero también puede hacer lo contrario, con sus palabras, indiferencia, queja, o su abdicación.
5. Los valores espirituales los educa naturalmente un padre. Usted es la cara de Dios en su casa. Es su responsabilidad mostrarles a Dios a través de su vida, si usted quiere que crezcan con identidad trascendente.
6. Si usted es creyente en Dios, demuéstrelo. La oración, la meditación, la lectura, la congregación, entre otras prácticas y disciplinas, deben ser protagonizadas y abanderadas por usted. No les ceda este privilegio a otros, es suyo.
7. En todos los momentos, aún en el coche, evite hablar por hablar, sea ejemplo de prudencia. Tampoco calle cuando debe hablar, usted es el hombre de la familia y de su casa.
8. Si le consultan, para que usted tome una decisión, hágalo y evite delegar esa responsabilidad a su esposa, si es usted quien debe tomarla.
9. Si le piden un permiso, evite responder “lo que diga su mamá”.
10. Si su esposa está corrigiendo a sus hijos y usted no está de acuerdo evite levantarse y dejarlos solos.
11. Si sus hijos necesitan refuerzo escolar o ayuda para un trabajo que usted sabe, trate de compartir y ayudarles usted antes de contratar un profesor, o llamar al familiar.
12. Si su hijo necesita corrección no espere a que su esposa sea la que establezca el castigo o las consecuencias. Establézcalo usted —previa comunicación conyugal por supuesto—.
13. Si su hijo no le hace caso o no le obedece, nunca le diga que le “va a contar a la mamá”. Cuando esto pasa, la autoridad paterna queda completamente sepultada.
14. Si le promete algo a su hijo cúmplalo. Si ha fallado, pida perdón y la siguiente vez que prometa algo cúmplalo.
15. Nunca les diga mentiras a sus hijos, hable con la verdad. Las verdades a medias, las exageraciones, la omisión de información, entre otras, los hijos las asimilan como mentiras, porque de hecho lo son.
16. Nunca se victimice delante de su esposa o sus hijos. Frases como “digan a ver a donde quieren ir”, “yo sé que lo que digo no cuenta”, “yo lo único que hago es tratar de darles gusto en todo”, “yo trabajo como un animal”, “y que es lo que quieres que haga”, y otras cuantas, no van a ocasionar que le tengan consideración o lástima, sino todo lo contrario.
17. No se aparezca en la casa todos los días con un regalo para su hijo, demuéstrele que el mejor regalo es que usted llegó. Deje los regalos para ocasiones especiales.
18. En situaciones críticas tome el control no lo delegue innecesariamente a su esposa, sea positivo, claro y comunicativo.
19. Acuda a los compromisos familiares en las escuelas y colegios de sus hijos, en lo posible siempre acompañado de su esposa.
20. Si tiene hijas, su esposa les enseñara entre otras cosas cuidado personal por ejemplo, pero usted les debe enseñar el cuidado de su castidad e integridad. Es natural para un padre enseñar a su hija acerca de los hombres. Y es responsabilidad de todo padre, mantener la buena autoestima de sus hijas para protegerlas de posibles e inasertivas decisiones afectivas que pudieran tomar tratando de llenar vacíos y carencias en su crianza.
21. Si tiene hijos, su esposa les enseñará entre otras cosas cuidado personal y hábitos saludables, por ejemplo, pero usted como padre, les debe enseñar a ser verdaderos hombres de valor, seguros de sus dones y talentos, trabajadores, dignos, valorados, respetados. Es natural para un padre educar en su hijo, la identidad sexual definida de hombre, con la seguridad de su género, y con la responsabilidad y privilegio que conlleva el ser masculino.
22. Ante los fracasos cotidianos de sus hijos, antes que su esposa, usted debe ser el primero en consolar a sus hijos, abrazarlos, orientarlos y animarlos y por supuesto, direccionarlos nuevamente.
23. Para que lo respeten en su casa no tiene que infundir miedo, blasfemar, gritar, decir groserías, llegar borracho, maltratar, amenazar, humillar. Basta que sea coherente, que esté presente y que se le note que le gusta ser papá y esposo, y que no quiere renunciar a ello, aun cuando a veces se sienta cansado.
24. Nunca le de quejas a sus hijos de su esposa (o la madre sus hijos). No hable mal de ella en frente de sus hijos o de su familia de origen —no le conviene—. Al contrario, si llega a hablar de ella, asegúrese de que sea algo positivo.
25. Ponga orden en su casa cuando lo debe hacer, corrija, escuche, establezca, comprenda, hable, observe, organice, respete y disfrute el hogar, para eso lo tiene.
26. Si no quiere que sus hijos sean materialistas usted no lo sea. No haga comentarios despectivos o envidiosos. Maneje correctamente el presupuesto, viva la sobriedad en todo el sentido de la palabra.
27. Si no quiere que sus hijos sean rebeldes y desobedientes, respete las normas ciudadanas, y legales de su sociedad, pague a tiempo las cuentas y facturas. Evite endeudarse. No olvide los beneficios de honrar y respetar a su familia de origen.
28. Si no quiere que sus hijos sean perezosos, usted debe ser laborioso y trabajador aun dentro de casa, apoye las labores y arreglos de un hogar.
29. Si no quiere que sus hijos lleguen tarde a la casa, usted llegue temprano. Es muy significativo para un hijo que en las mañanas reciba un beso de saludo de su padre con su respectiva bendición, e igualmente en las noches. Es imperdible para un padre dar un beso de buenas noches a sus hijos antes de ir a dormir.
30. Comparta tiempo de calidad y cantidad con su esposa y con sus hijos. Que se le note que lo hace con gusto y lo disfruta, no es una imposición.
31. Enséñele a sus hijos a comprar y dar regalos a su mamá y hermanos. Edúquelos para que demuestren honra y respeto hacia su propia familia.
32. Defienda a su esposa (o madre sus hijos) delante de ellos. Le conviene que lo vean unido a ella.
33. Si dispone sus ingresos en un fondo común para administrar con su esposa, esto fortalecerá la unión conyugal y su calidad de vida material posiblemente aumentará.
34. Evite que sus hijos o su esposa le falten al respeto. Desde el comienzo con su comportamiento y palabras, usted es el responsable de que le respeten y le amen. Lo que usted dé y a su vez permita, dará frutos después.
35. Usted tiene el poder de proteger a su familia, lo hace cuando es cariñoso con su esposa, cuando consuela y abriga a sus hijos, cuando se pone como punta de lanza o guerrero indomable, ante las vicisitudes de la vida. Ejerza ese poder.
36. Usted es el alma de la familia, asimílelo como una persona, donde usted puede asemejarse como la cabeza, pero no olvide que el cuello que sostiene esa cabeza se asemeja a su esposa, y el cuerpo se asemeja a sus hijos. Debe tener muy claro lo que quiere a largo plazo, para que ame, abrigue, provea, corrija, anime, exhorte, aliente, y dirija junto con su esposa sabiamente a sus hijos.
37. Es su responsabilidad hablar bien de sus hijos, tanto en presencia de ellos, como en su ausencia. Los errores, defectos y fracasos son temporales. Por eso declare en la vida de sus hijos cosas buenas, futuros llenos de esperanza, deseos de bienestar y plenitud, anhelos de prosperidad y alegría. Lo que usted proclame de sus hijos, seguramente se cumplirá.
38. Cultive una vida conyugal sana, es de los mejores ejemplos que los hijos recuerdan de sus padres y que les afecta positivamente en su generación.
39. Recuerde que su esposa es su ayuda idónea, ambos se complementan, pero no olvide que ella es mujer, le gusta ser tratada con detalles y mucho tacto. Aprenda a conocerla, en su temperamento y carácter, ayúdela a crecer, le conviene que sus hijos lo vean como el mejor esposo, no hay nada mejor para el respeto en casa que sembrarlo primero en los demás.
40. Es su responsabilidad y obligación asegurarse que sus hijos se sientan amados, valorados y aceptados por usted. Un hijo nunca olvida cuanto su papá le amaba con palabras y actos. Usted debe ser el primero en decirle a su hijo y a su hija: “te amo”, “eres una bendición”, “eres mi princesa”, “eres todo un príncipe”, “que alegría ser tu papá”, “que bueno tenerte como hijo”, “eres una maravillosa persona”, etcétera.
41. Finalmente, recuerde que usted es el papá o papito de la casa, no les diga así a sus hijos. No les cargue indirectamente con un rol para el cual no están preparados en el presente. Son hijos, no son papitos.
El llamado de ser mamá: ser madre
Si el rol de padre es algo confuso hoy en día, el de madre no se queda atrás, más que confuso es demasiado complicado. En algunos casos, el modelo de ternura ha sido cambiado por el de cursilería, el de detallista por el de vanidosa, el de hogareña por el de administradora, en nuestra sociedad las madres están expuestas a una abrumadora presión social, familiar y personal. Muchas fueron criadas para ser profesionales, trabajadoras, empresarias, independientes, soñadoras, materialistas, sin siquiera proponer o dejar a la maternidad como uno de los roles más plenos en la vida de una mujer.
Hoy se encuentran mujeres muy polifacéticas, activas, dinámicas, han desarrollado la capacidad de hacer múltiples tareas a la vez, son productivas económicamente, son laboriosas, en algunos casos más que los hombres, son ambiciosas, independientes monetariamente, también son prácticas, si no saben hacer algo en casa, simplemente contratan, si no pueden estar con sus hijos, contratan para que estén con ellos, o pagan una extensión de jornada en el colegio. Si su esposo no les satisface algunas toman la decisión de buscar satisfacción extramatrimonial o divorciarse. Algunas tambien dicen no necesitar a sus esposos para criar a sus hijos.
Aun así, esta temporada parece ser aquella donde se ven mujeres muy abrumadas, inseguras, temerosas, nerviosas, estresadas, cansadas, neuróticas, mandonas, dramáticas, controladoras, enfermas, desorientadas y muy solas. Con carencias y vacíos afectivos originados desde su propia infancia, con una necesidad de ser amadas, alabadas, reconocidas y admiradas por conocidos y desconocidos. La mujer de hoy se mueve en una ambivalencia cuestionable, se le demanda que responda por la crianza de sus hijos, por el orden de su hogar, por su propia persona, y a la vez se le exige que aporte económicamente al hogar, que se realice profesionalmente, que estudie, que trabaje, que avance intelectualmente, que aporte a la sociedad, y todo esto, en el mismo tiempo que el de los hombres.
El resultado, un tanto triste para los hijos que no siempre cuentan con su papá y ahora tampoco con su mamá. Y es que, una madre es más que tener hijos naturales o adoptados y más que saber administrar a la empleada y a la niñera. Los hijos necesitan a sus madres presentes en la crianza, no como figuras intermitentes. El abrazo de una niñera no es igual al abrazo de una madre, la comida de una empleada no es igual a la comida de una madre, aunque en ocasiones, tenga menos sazón o sabor. No es lo mismo para un hijo la instrucción que da una niñera o una profesora, a la instrucción que da una madre.
Darmowy fragment się skończył.