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Condiciones para la emergencia del campo de la psicología educativa en la panorámica colombiana

La revisión de las condiciones históricas que han hecho posible el proceso de institución del campo de la psicología educativa implica que se observen las condiciones de recepción del saber psicológico en las prácticas educativas y en la pedagogía, con el fin de establecer las relaciones entre la práctica y el conocimiento, tanto psicológico como educativo (Coll, Palacios, y Marchesi, 2005). La recepción de la psicología en la educación colombiana es un fenómeno que va de la mano de factores modernizadores de orden social, político y económico, que reconfiguran y se hacen parte del discurso educativo.

En esta revisión se requiere, también, observar cómo, en el transcurso del proceso de recepción de la psicología en la educación, se presentan articulaciones entre las necesidades de la educación en cuanto a lo que puede ofrecer la psicología desde lo conceptual con teorías del desarrollo, del aprendizaje, de la inteligencia entre otros y con los profesionales como apoyo para el logro de los objetivos de la educación. Esto propicia un ambiente favorable para la emergencia e instalación de la psicología educativa como ciencia y como profesión en la sociedad colombiana. Con estos dos vórtices, ciencia y profesión, se apunta a los dos planos de la institucionalización de un campo académico propuestos por Fuentes (1994): la institucionalización social y la académica.

La pregunta inicial por cuáles son las relaciones sociales establecidas que permiten la emergencia del campo de la psicología educativa en Colombia remite a la necesidad de revisar el fenómeno respecto a la psicología, depurando lo que corresponda solo a esta disciplina en relación con la educación. Sin embargo, a este proceso se ligan factores que son comunes a otras ciencias sociales y humanas, otros campos, en unos tiempos y lugares también comunes, que corresponden al fuerte proceso de modernización del país a principios del siglo XX.

A este asunto hacen referencia Herrera y Low (1991) en el texto “Las ciencias humanas y el ambiente académico de Colombia entre 1930 y 1950”:

El impulso que presenta el desarrollo académico de Colombia en la primera mitad del siglo XX, sólo puede entenderse por la existencia de condiciones sociales, económicas, políticas e ideológicas favorables. Dentro de esas condiciones podemos señalar: cambios en la dirección del Estado que cuestionan la influencia de la Iglesia en el aparato educativo del país. La aparición de criterios de racionalidad que veían la importancia de la ciencia como verdad útil y universal, aplicable al desarrollo industrial y económico. El surgimiento de nuevos valores como la libertad de pensamiento vinculada a la tolerancia ideológica y la libertad de expresión y publicaciones. La necesidad de formar cierto tipo de intelectuales vinculados al desarrollo industrial. Y por último la intervención del Estado en la orientación de la educación, como formador de intelectuales y demandante de conocimiento riguroso para utilizarlo como herramienta del desarrollo económico y técnico (p. 66).

En esta vía de análisis, eventos como la presencia del curso de “sicopedagogía”21 en los programas oficiales de formación de maestros en las escuelas normales y la producción de libros de texto para el desarrollo de estos cursos son hechos que dan cuenta de la recepción, adaptación y preparación para la apropiación de la psicología en la educación en Colombia.

El encuentro, en Colombia, de los dos campos, el de la psicología y el de la educación, se puede observar en la revisión de un texto de referencia con que eran formados los maestros en el país. Al respecto, este fenómeno se puede ilustrar en la formación de normalistas, con unos fragmentos de la “Nota sobre Programa Oficial de Sicopedagogía para el sexto año de Normal Superior”. Esta nota fue escrita el 1.º de febrero de 1960 por el hermano Ignacio Claudio y publicada en la tercera edición del texto Sicopedagogía (1964), de la colección G.M. Bruño:

Hace un buen número de años, los profesores y los alumnos de Sicopedagogía, asignatura programada para el curso superior de las Escuelas Normales Superiores, vienen lamentando la carencia de un acertado texto, propio para guiarlos a través del laberinto que presentan la niñez y la juventud del momento actual.

[...] El autor presenta en forma concisa a los famosos maestros de la Sicometría a través de sus utilísimos ensayos acompañados naturalmente de su “majestad el niño”, ser indispensable en estos estudios (Claudio Ignacio Hno., 1960, citado en Ceciliano, 1964, p. 5).

Este y muchos otros casos permiten observar que los psicólogos y las aplicaciones de teorías, técnicas e instrumentos psicológicos inciden en la reconfiguración de la educación, de las prácticas docentes y de la pedagogía en clave moderna. Esta clave opera con la apertura de las aplicaciones de la ciencia en las diferentes esferas de la vida humana y, por supuesto, en cada una de las prácticas sociales.

El proceso de incorporación del saber psicológico en la educación opera como reconocimiento de él y de su función social. Pero esa entrada a la educación no funciona como una simple y llana recepción, y no escapa al efecto que produce el encuentro entre dos campos: la extracción de elementos del límite entre los dos y la emergencia de un lugar de ruptura.

Antes de la incorporación de los profesionales de la psicología en la educación se da un proceso de incorporación del saber psicológico en la educación por parte de los profesionales de la educación. El proceso de recepción del saber psicológico tiene un aval institucional del campo de la educación con la enseñanza de él a los maestros. Esto se refleja en el entrenamiento de técnicas y en el uso de instrumentos psicológicos que fueron adaptados a la labor docente como la Sicopedagogía (Ceciliano, 1964).

Por otro lado, la idea moderna de la educación como posibilitadora del progreso, propuesta desde las reformas educativas de Francisco de Paula Santander en Colombia a comienzos del siglo XIX, potencia el espacio de legitimación a nuevos aportes teóricos que modificaron las viejas prácticas y que abrieron el espacio para la emergencia de nuevos saberes, como el saber psicológico.22

En las prácticas educativas en los tiempos modernos, esa intención modernizadora de las prácticas con las nuevas formas, las modernizadas, se hace explícita en el texto del Decreto 1.º del 18 de marzo de 1826 “Sobre el plan de estudios”:23

Artículo 4°. Para el día 19 de abril de 1827 se hallarán establecidas escuelas de enseñanza mutua en todas las parroquias de las capitales de provincia; para el 20 de julio del mismo año en todas las de las cabeceras de cantón; para el 25 de diciembre del mismo en todas las demás parroquias de la República. La elección de maestros se hará por consiguiente con la debida anticipación; y establecidas en cada parroquia las escuelas de enseñanza mutua, a ninguno será permitido tener ninguna abierta donde se enseñe conforme al antiguo vicioso método (Santander, 1826).

Desde el siglo XVIII se inició un proceso en favor de los saberes científicos. Nuevas profesiones se establecieron en el siglo XIX. La fundación de colegios y universidades, y la formación de maestros, hicieron parte, aunque con los límites que imponía el sistema capitalista colombiano de esa época, de las agendas de los gobiernos que deseaban comprometerse con el desarrollo económico y social del país. La idea de las ciencias y las profesiones comienza su discurrir en una república que estaba decidida a hacer el tránsito a la modernidad.

De igual manera, con el pensamiento liberal de mediados del siglo XX, en Colombia se establecieron conexiones más expeditas con la modernización, en ocasiones compartidas por los presidentes conservadores durante el Frente Nacional (1958-1974). En general, la alfabetización, la profesionalización y los saberes científicos entraron a hacer parte de las propuestas reformadoras y de las políticas de Estado que, a través del aparato educativo público y la regulación de la educación privada, favorecieron los procesos de modernización.

Por su parte, el saber psicológico en Colombia también inició su discurrir, en la segunda mitad del siglo XX, en esas dos vías, como ciencia y como profesión (Ardila, 1973). Esto se debe a su utilidad ante las nuevas preocupaciones por el control de la moral y lo que empezaba a denominarse “el bienestar mental” de los jóvenes colombianos. En este sentido, son importantes las palabras de los investigadores Marta Herrera y Carlos Low (1991):

La institucionalización y profesionalización de disciplinas como la Medicina, la Ingeniería y la Botánica, tuvieron avances importantes desde el siglo XIX y cobraron en las primeras décadas del siglo XX mayor rigor conceptual y metodológico. En lo que atañe a las ciencias sociales y humanas, los antecedentes en el siglo XX son embrionarios y es en la primera mitad del siglo cuando empiezan a esbozar el status [sic] de profesionalización e institucionalización del que habían carecido hasta el momento. Tradicionalmente fueron los abogados quienes monopolizaron las demandas que se daban alrededor de oficios relacionados con las disciplinas humanas y sociales. Sólo el siglo XX conocerá la especialización de intelectuales en campos del saber como la Antropología, la Geografía, la Economía, la Sociología, la Historia, la Psicología y la Filosofía (p. 67).

Dilucidar las conexiones de la psicología como ciencia con los procesos de modernización, en este caso específico de las prácticas educativas, de la pedagogía y de las concepciones del hombre, favorece la comprensión del proceso de institucionalización social de la psicología. Por otro lado, dar una mirada a la psicología como profesión posibilita la comprensión de su articulación con las características de una sociedad particular, con sus procesos políticos y económicos.

Esos procesos son los que generan las condiciones para su legitimación y significación, a partir del reconocimiento de su valor y su función como disciplina, de la regulación de su ejercicio y el establecimiento de compromisos, la divulgación de sus postulados y contribuciones, los desarrollos técnicos y su enseñanza. Esto, entre otros aspectos, hace referencia a su proceso de institución.

El proceso de institución del campo de la psicología educativa, como el de cualquier otro, no se da de manera aislada de la historia y de la formación social en su totalidad (Dubois, 2014). Por lo tanto, los efectos de estos elementos, como socializadores y como aparatos ideológicos, deben tenerse en cuenta en la medida en que, de alguna manera, también tienen un efecto conductor en el proceso de institucionalización social en una latitud específica.

Así, los efectos sociales del campo de la psicología y los de la educación y la pedagogía en el mundo, ejercen su efecto en la organización autónoma del campo emergente; es un asunto de interacciones entre saberes y agentes.

La instalación del saber psicológico en Colombia desde la Colonia hasta la creación de los primeros programas de Psicología a mediados del siglo XX

La primera mitad del siglo XX representa un momento histórico definitivo para las ciencias sociales, porque en ella logran su institucionalización y profesionalización (Herrera y Low, 1991). Para la psicología en Colombia, es la marca de su inicio:

Aunque la psicología como ciencia se inició en Colombia a mediados del siglo XIX, como disciplina profesional, la psicología solo comienza su historia en el año de 1947 con la fundación del Instituto de Psicología Aplicada de la Universidad Nacional de Colombia, en la sede de Bogotá (Giraldo y Rodríguez, 2000, p. 276).24

Es importante aclarar que se puede hablar del saber psicológico antes y despúes de la instalación de la psicología como ciencia. Bajo esta consideración, el saber psicológico en Colombia no sufre un proceso del todo diferente al ocurrido en otras latitudes, en particular en Latinoamérica. La diferencia crucial, al menos con Europa y Estados Unidos, se plantea en el momento de la entrada al país de las teorías psicológicas y de los profesionales de la psicología, luego de la emancipación, por dicha disciplina, de la filosofía.

Como estrategia, para ordenar la presencia del saber psicológico en Colombia, se va a usar como referente la institución universitaria. Lo anterior permite establecer unas etapas lógicas del saber psicológico, de su presencia, de su reconocimiento como ciencia y profesión, y de su enseñanza en el marco de los procesos de modernización. Se ordenan así los eventos en dos grandes periodos: el periodo preuniversitario, y el universitario y profesional (García, 2009).

En el periodo preuniversitario, el saber psicológico en Colombia se manifiesta “Como una conceptualización acerca del ser humano y de su comportamiento, y en tal caso comenzaría con las ideas psicológicas que tenían los habitantes primigenios del territorio de la actual Colombia” (Ardila, 1998, p. 231).

En este periodo se pueden considerar las presencias de la psicología antes de la Colonia, durante esta y en el periodo de la independencia, hasta la enseñanza de la psicología en las universidades. En estos términos, sobre el periodo de la independencia y la enseñanza de la psicología en las universidades a otros profesionales (filósofos, médicos y educadores), señala Ardila (1973) que en Colombia “hubo psicología antes de 1948, pero sin sistematización, llevada a cabo por personas sin entrenamiento psicológico, especialmente psiquiatras, filósofos y educadores” (p. 11).

Antes de la Colonia, se plantea que había pensamiento psicológico en los aborígenes. Respecto a las características de ese pensamiento, se dice que

Desafortunadamente, casi todos los comentaristas e historiadores de la época, al interpretar el pensamiento de nuestros aborígenes, atribuyeron conceptos espiritualistas que corresponden más a la mentalidad occidental europea que a la mentalidad de los indígenas. Sin duda, su pensamiento tenía mucho de mágico, lo que no es lo mismo que espiritualista. El espiritualismo supone la existencia de entidades trascendentales, aespaciales, fuente y fundamento de la realidad material (Peña, 1993, p. 9).

Esta referencia permite ubicar el pensamiento psicológico de los aborígenes en la perspectiva del pensamiento mágico. Además, llama la atención sobre la lectura hecha por los historiadores y cronistas de la época desde las formas de pensamiento occidental bajo la categoría de lo espiritual, invalidando lo mágico. En realidad, lo único que se puede afirmar es que el pensamiento psicológico de los aborígenes corresponde a otras lógicas distintas de las establecidas por la mentalidad occidental.

Ahora, acerca del saber psicológico en la Nueva Granada durante la Colonia, es importante plantear que los efectos de la colonización van más allá de lo económico, lo político y lo religioso. Por lo tanto, también se da una colonización del pensamiento, efecto del intento de replicar, en la Colonia, la vida de España (Ardila, 1973). Además, procesos como la evangelización de indígenas y negros van a favorecer la penetración de un pensamiento espiritualista y dualista, de tal manera que el pensamiento psicológico durante la Colonia estuvo influido por la teología y la filosofía –obviamente, de orientación católica–.

Un factor social que acentuó este aspecto fue el tipo de inmigrantes españoles que vinieron a América. En su mayoría eran soldados ignorantes, aventureros, comerciantes, pero también sacerdotes que venían a conquistar ‘almas para el cielo’. De este conglomerado, los sacerdotes eran los elementos más cultos y en ellos recayó la responsabilidad de educar tanto a los indígenas como a los mismos españoles y a sus hijos criollos. Lógicamente, ello implicó que el pensamiento psicológico predominante reflejara la ortodoxia del pensamiento católico de esa época (Peña, 1993, p. 10).

A propósito de la instauración de la psicología en Colombia, se encuentra un punto de corte en la Colonia, en la Nueva Granada, que corresponde con los aires previos de la independencia en 1810 y con los ecos del pensamiento ilustrado europeo. Este último introduce la idea de ciencia y ubica el saber psicológico en la república

Como un área de investigación científica y en ese caso comienza por los primeros trabajos investigativos llevados a cabo por médicos, educadores, filósofos, etc., entre otros Francisco José de Caldas en el siglo XIX y Luís López de Mesa en el siglo XX (Ardila, 1998, p. 231).

En la consideración de saber psicológico como área de investigación científica, “El primer trabajo de psicología escrito por un colombiano [neogranadino] fue Del influjo del clima sobre los seres vivos organizados, publicado por Francisco José de Caldas en 1808” (Ardila, 1973, p. 14). En el texto,25 Caldas estudia el comportamiento de los indígenas y los mulatos, y compara los comportamientos de los de la cordillera con los del pacífico (Ardila, 1973; Peña, 1993). “Sus ideas están inspiradas en las ideas de los científicos de su época: abundan las citas de Humboldt, Lavoisier, Rush, Cuvier, Montesquieu, Mewton [sic], Saint Pierre, etcétera” (Peña, 1993, p. 14). Ya se evidencia cierta independencia del pensamiento colonial español y se observa la entrada ideológica de un pensamiento más revolucionario, de corte francés26 (Peña, 1993).

Ilustrados y pensadores modernos marcan la dirección de la independencia. Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Antonio Nariño, Francisco José de Caldas, entre otros, enfilan el país a un Estado moderno, y para un Estado moderno, pensadores modernos, ideas modernas y ciencias modernas.

La idea de la universidad moderna, en la que se enseñaran “ciencias útiles” y que permitieran formar “buenos ciudadanos”, correspondía con la propuesta general para la educación pública y privada enmarcada en el Decreto del 18 de marzo de 1826. Aunque el decreto no terminó creando universidades, de entrada, produjo efectos: “las universidades se organizaron en cinco facultades: Filosofía, Jurisprudencia, Medicina, Teología y Ciencias Naturales. Así pues, nuevos estudios y textos se introducían en el ámbito universitario” (Soto, 2005, p. 12).

Si bien no se ha instalado la psicología como ciencia independiente en el mundo, otros ecos de modernidad resuenan en el país y luego del “grito” de independencia en 1810, se produce, en Colombia, la fundación de varias universidades. En 1826 se fundó, en Bogotá, la Facultad de Medicina, en la que José Félix Merizalde (1787-1868), que colaboró con Bolívar y Nariño en la guerra de independencia, sirvió una cátedra de medicina legal que incluyó algo de psiquiatría y psicología (Ardila, 1973).

Este evento marca el inicio del periodo universitario de la psicología en Colombia,27 dentro de la concepción moderna de la formación universitaria. Esta rompía con la tradición escolástica y abogaba por las ciencias útiles, el método experimental, las matemáticas, la física, e incluía las teorías de Isaac Newton y Nicolás Copérnico (Soto, 2005).

Luego de su emancipación de la filosofía, esta joven disciplina encuentra en Colombia un lugar entre los médicos, que la abordan como saber y como práctica, y que la enseñaron en el seno de las facultades de Medicina. En el caso colombiano, esto trajo una fuerte implicación en relación con el origen de la psiquiatría.28 Al respecto, Ardila (1973) plantea que

Como no existían psicólogos en las primeras décadas del siglo XX, los médicos desempeñaron las funciones de psicólogos, con mayor o menor éxito. Practicaron la docencia de la psicología general, psicología experimental, psicología evolutiva, etc. Introdujeron el uso de test psicológicos para el diag nóstico clínico y la selección de personal. Fueron directores o decanos de centros de psicología en diversas universidades (p. 27).

De tal suerte que, en el marco de las coordenadas de inicios del siglo XX en el territorio colombiano, los agentes entendidos para la difusión y el uso de la psicología fueron los médicos. Este señalamiento permite el análisis de los factores que inciden en el proceso de institucionalización de la psicología y que ponen en evidencia algunas características del proceso en relación con la hegemonía y con la imposición de algunos discursos que no son estrictamente psicológicos, pero que operan como contenedores y dominantes de este.

En este punto es importante señalar, dentro del saber psicológico en Colombia, a Luis López de Mesa (1884-1967) por varias razones: la primera, se graduó de Medicina en la Universidad Nacional de Colombia en 1912 y se hizo pionero en psiquiatría y psicología por su especialización:

López de Mesa se especializó en la Universidad de Harvard (Estados Unidos) en psicopatología, neurología y fisiología del sistema nervioso. Allí se familiarizó con autores como Kraepelin, Bleuler, Binet, Terman y otros. En 1917 regresó a Colombia e inició sus investigaciones en psicología experimental y psiquiatría (Peña, 1993, p. 28).

La segunda razón para mencionar al liberal López de Mesa es que, en 1934, fue ministro de Educación durante el gobierno liberal de Alfonso López Pumarejo (1886-1959).29

Y la tercera razón es que López de Mesa fue rector de la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá. Bajo su cargo se inauguró, en 1948, el Instituto de Psicología Aplicada, en un acto que él mismo presidió (Ardila, 1973).

De esta manera, López de Mesa se puede caracterizar como un agente influyente en el campo de la educación, a partir de los cargos que ocupó, desde un discurso moderno por la formación que recibió, fundado en las ciencias sociales emergentes en su época.

La psicología colombiana aparece, en sus comienzos, ligada a la psiquiatría y a la educación. Sin embargo, no hay nada en la naturaleza de la psicología, ni en su praxis, que la lleve a convertirse en ayuda de la psiquiatría o de la educación (Ardila, 1973, p. 12).

La circulación del saber psicológico en los claustros universitarios en Colombia es un hecho concreto, aun desde antes de que esta se instalara como ciencia en 1879.

Ahora, luego de la instalación de la psicología como ciencia, la práctica derivada del saber psicológico tiene, según Ardila, un evento que se constituye en hito en el pais: “Como un campo de actividad profesional. En este caso podría considerarse a la Sección de Psicotecnia (1939) o al Instituto de Psicología Aplicada (1947) como el origen de la psicología colombiana” (Ardila, 1998, p. 231).30

A pesar de las diferencias manifiestas en el continente latinoamericano, la enseñanza de la psicología en las universidades se puede ubicar entre los años cincuenta y sesenta del siglo XX (González, 2009).

En las primeras décadas del siglo XX en Colombia, el saber psicológico, específicamente la psicología como ciencia, está siendo usado, aun si no se forman estos profesionales en el país. Es hacia mediados del mismo siglo que la psicología empieza “Como entrenamiento de estudiantes de psicología. Para ello podríamos definir que la fecha de iniciación es 1949 cuando ingresan los primeros estudiantes, o 1952 cuando reciben su título de Licenciados en Psicología” (Ardila, 1998, p. 231).

Así inicia, en el país, la formación de psicólogos en universidades que acogen esta ciencia. Al principio, es la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, y luego, en la misma ciudad, la Universidad Javeriana. Posteriormente, en la década de los setenta, son creados otros “programas de formación de psicólogos en varias universidades de Bogotá, Barranquilla, Cali, Medellín y Manizales” (Peña, 2007, p. 675).

En la cuarta y la quinta década de la psicología colombiana, los años 80s y 90s del Siglo XX, [sic] marcan un continuado crecimiento de los programas de formación de psicólogos en el país y la aparición de los primeros programas de postgrado a nivel de especialización y maestría (Peña, 2007, p. 676).

No se puede dejar de lado que la enseñanza en las universidades colombianas y latinoamericanas en general, no solo en psicología, sino también en las ciencias sociales, tiene una fuerte influencia del pensamiento occidental euroamericano (Molina, 2009), y que la psicología en Colombia y en América Latina es dependiente de un discurso dominante, hegemónico, que de cierta manera va a coartar la enseñanza y las prácticas de los estudiantes (González, 2009). De esta manera, la institucionalización de la enseñanza de la psicología en América Latina y, por supuesto, en el país, corresponde a la enseñanza en unas líneas de pensamiento que provienen de Europa y de Estados Unidos.

La formación de profesionales de la psicología en Latinoamérica, en la década de los ochenta y la de los noventa, se masifica en universidades públicas y privadas. Esta ciencia parece ser útil para las necesidades que emergen en estos países de marcadas diferencias sociales y de programas dirigidos a las comunidades. La instalación de sistemas democráticos en el continente favorece la inserción laboral de profesionales psicólogos, cuyo saber es útil a los discursos dominantes de normalización, prevención e inserción social, que requieren los recursos técnicos para la contención social de lo disfuncional (Rossi et al., 2009). El fenómeno en Colombia no es diferente:

Esta última década se caracteriza por varios aspectos que muestran la radiografía de nuestra profesión y nuestra disciplina en Colombia: (a) más de 130 centros de formación de psicólogos ubicados no sólo en las capitales departamentales, sino en ciudades pequeñas; (b) más de 30.000 psicólogos profesionales; (c) cerca de 30.000 estudiantes de psicología; (d) dos programas de doctorado en funcionamiento y varios a punto de ser aprobados, además de múltiples programas de maestría y especialización; [...] (Peña, 2007, p. 676).

El fenómeno del incremento de programas de Psicología en el país también da cuenta del amplio reconocimiento social que logra la profesión y de la legitimidad que se le confiere al instalarse como un campo de saber que se consolida en las universidades. Además, permite pensar que los profesionales que hacen de ese saber una práctica han encontrado los espacios sociales en los que las acciones que desarrollan contribuyen con procesos propios de la institución social.

En el seno de instituciones legítimas que permiten el encuentro entre diferentes campos, se presenta la emergencia de los referidos a la psicología. Así, las tensiones resultantes de las acciones de los psicólogos en las instituciones educativas y en la educación, además de los aportes teóricos de la psicología a la educación, contribuyen en el proceso de emergencia de la psicología educativa en Colombia.

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