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LA ESCALERA DE CRISTAL
Por: Alessandra Grosso
Traducido al Español por Carmen Josefa Cortés Gutiérrez
La Escalera de Cristal
Alessandra Grosso
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Título original: Scala e Cristallo
Imágenes: © Pixabay.com
© Alessandra Grosso, 2019
© Por la traducción, Carmen Josefa Cortés Gutiérrez, 2019
Table of Contents
La Escalera de Cristal
INTRODUCCIÓN
LA MISION (PRÓLOGO)
PARTE 1
Podían oler todo y percibir el miedo, como muchas bestias salvajes.
CAPÍTULO 2
LA CONSOLACIÓN Y PROBLEMAS ALTERNATIVOS
PARTE II
LAS ARAÑAS DEL FIN DEL MUNDO
LA VIEJA
LA CIUDAD PERDIDA
LA MUJER SEMAFORO
EL DRAGON
LA LARGA CAMINATA
CONSECUENCIAS DE LA MARCHA
LA TRAICIÓN
LA EXPLICACIÓN
LA MUERTE TE HACE HERMOSA
ELIMINACIÓN DEL PEÓN
LA CAÍDA DEL ALFIL
LA MATANZA DE LOS CABALLOS
JAQUE MATE Y LA DAMA TENEBROSA
EL REY Y LA REINA
EPÍLOGO
DISCURSO A LA HUMANIDAD (POR CHARLIE CHAPLIN)
DISCURSO SOBRE MIS ERRORES
CONCLUSIONES
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
¡Bienvenidos! Esta es una simple colección de pesadillas, no tiene grandes pretensiones, si no dejarte entrar en los entresijos de mi mente. Creo que todos tuvimos pesadillas, con los ojos cerrados. Bueno, yo soy una súper especialista en pesadillas con los ojos cerrados. Las pesadillas con los ojos cerrados son mi maldición personal: las he tenido desde que era niña y nunca comprendí la razón. Mi infancia siempre estuvo vinculada al temor de que algo catastrófico iba a suceder, a mí o a las personas que amaba. A menudo tenía sensaciones, como ese aire frío que causa los escalofríos detrás de tu cuello, esa mano fangosa y helada que toca tu espalda y te hace sobresaltar; horrorizada. Muy a menudo veía todo negro y enseguida me tenía que ir a dormir. Tan pronto como entraba en la habitación tenía miedo de lo que sería cerrar los ojos. Durante la adolescencia las cosas no mejoraron: soñé y me desperté temblando y sudando. Después de una noche como esa tenía que enfrentar la vida como todos, pero estaba llena de dudas sobre el futuro y siempre existía la posibilidad de que las pesadillas empeoraran. Mi vida se convirtió en un infierno, me callaba y siempre me preguntaba dónde había estado, dónde estaba y a dónde quería ir. Con el tiempo aprendí a escribir mis sueños para tratar de entenderlos, mientras que en otra hoja escribía mis deseos para ver si se hacían realidad. Esta última idea me ha ayudado en más de una ocasión para aclarar las cosas, pero ahora volvamos a las pesadillas. Pensé que te contaría mis pesadillas románticas y las ataría una detrás de la otra para darte la colección de todas las emociones escalofriantes que he sentido. Lo siento por el gélido regalo, pero mi mente es un lugar frío y desordenado. Es la mente de una mujer, de una combatiente que ha enfrentado abiertamente al mal y que ha decidido hablar. Mis palabras ocasionalmente pueden herir a las almas más susceptibles, pero no soy ni me siento de ninguna manera mejor que ustedes. Ves el mundo a través de tus filtros y tu sensibilidad; Yo uso el mío en su lugar. Intento usar el tercer ojo para crear una visión de un futuro más fértil y productivo, después de todas las aventuras que he pasado en la vida. Intento ver un futuro lleno de sueños, estudios y viajes... Les recuerdo que los sueños son deseos; Pero ahora volvamos a las pesadillas. Ya que las pesadillas con los ojos cerrados es mi especialidad desde siempre, las razones de este fenómeno son muchas... y quizás la más importante es esta: tengo paciencia pero también soy una persona emotiva y sensible; a lo largo de mi vida he tenido muchas espinas en los pies y mis períodos oscuros. Pero siempre he buscado la luz para ilustrar esta parte de mi vida, y ahora te contaré sobre mi poema favorito: La Escalera de Cristal.
LA ESCALERA DE CRISTAL
Hijito, te diré algo:
La vida para mí no ha sido una larga escalera de cristal.
Ha tenido clavos,
y espinas,
y tablas desconectadas,
y trayectos sin alfombra:
desnuda.
Pero siempre
seguí subiendo
hasta llegar al rellano,
daba una vuelta,
y por momentos entraba en la oscuridad
donde no había luz.
Por eso, hijo, no te regreses.
No te detengas en los escalones
aunque estés agotado por el andar.
No caigas ahora:
porque yo aun continúo, amor,
yo sigo escalando,
la vida para mí no ha sido una escalera de cristal.
LA MISION (PRÓLOGO)
La misión de nuestra heroína es preservar su vida y encontrar su equilibrio y su libertad e independencia después de enfrentar a todos sus monstruos, que son muchos.
Muchos son los obstáculos internos y externos que he tenido que enfrentar, que se han materializado y desmaterializado en mis pesadillas, pero siempre he buscado la luz, como se puede ver en el poema “La Escalera de Cristal”.
La escalera de cristal representa el período de confusión por el que estoy pasando y el deseo de realizarme.
En el libro, primero verás a una heroína muy tímida que huye delante de sus monstruos; luego comienza a pelear, aunque a veces, cuando la situación se torna más peligrosa, escapa. Al final de un complicado proceso interior, se verá el predominio del combate con respecto a la fuga.
En estos pasajes, hablo de una evolución personal del escape al ataque, pero todo esto sucede para preservarme o para proteger lo que creo correcto.
En el libro me ayudarán algunos y otros me obstaculizaran, pero ahora te dejo leer.
Buena lectura…
PARTE 1
Soñadores ...
"Solo los que sueñan pueden mover montañas ..." cita de la película Fitzcarraldo
CAPÍTULO 1
"Siempre apunta a la luna, si te va mal, habrás vagado entre las estrellas". (Les Brown)
EL ESCAPE
"La vida es una larga lección de humildad". (James Matthew Barrie)
Iba corriendo escaleras arriba para conseguir la llave que finalmente me liberaría. Sabía instintivamente que había cincuenta y cinco escalones para subir y otros cincuenta y cinco para bajar. Detrás de mí se cerraba la puerta, los portones y las antiguas rejas; Todo era oscuridad y desesperación.
El miedo y la ansiedad, los sentimientos, la respiración corta y forzada, las paredes que van del amarillo al blanco cremoso se vuelven cada vez más borrosas... Estaba entrando en el infierno pero no podía disminuir la velocidad. En mi carrera, la llave para salir de ese lugar lo era todo: ¡era la salvación!
Cuando llegué al último escalón, me dirigí hacia la habitación donde estaba la llave. Era el símbolo de la liberación, era nuestra liberación de las tinieblas... pero sabía que el monstruo con garras la defendería: no sería fácil.
Frente al monstruo se requería fuerza. Había sido un hombre en la vida anterior, un hombre fuerte, pedófilo y poderoso. Pude saltar a su derecha y atacar con la única silla de madera que había encontrado, una silla contra un monstruo que había sido un mito en la vida... Una vida de excesos, borracho hasta el amanecer, cocaína, mujeres, millones de mujeres, pedofilia, hasta que fue horriblemente quemado vivo.
Siempre había sido sensible en la vida y comprendí, percibí, las debilidades del monstruo y, de improviso, lo ataqué: con un movimiento esquivo, rompí la silla en su cabeza. Al romper la silla quedaron en mi mano dos astillas. Agitada, apuñalé furiosamente al monstruo en el pecho y en el cuello.
Ahora la horrible figura quemada estaba en el suelo. Podía solo intentar prenderle fuego. Lo habría hecho más lento: tenía fobia... el horrendo monstruo le tenía una fobia al fuego que hubiese arrasado la envidia con la que se había alimentado toda su vida, una feroz envidia hacia la belleza y la inocencia, de hecho había sido un psicópata y manipulador. Estaba casi segura de esta fobia, pero antes tendría que defenderme e inutilizarlo.
Durante toda la vida comprendió que la envidia y los celos se veían mal, así que los enmascaró detrás de una armadura hecha de encanto e intelectualismo, pero sus pensamientos eran oscuros y desagradables; de hecho se dice que "Muy mala cosa es el hambre". Para mí la envidia es peor, y en esta historia ha originado guerras, luchas, conflictos y un duelo interminable.
Encontré mi encendedor de los buenos tiempos, lo llamé el "Zippo de mis dieciséis años", cuando fumaba en secreto. Me moví rápidamente y lancé el Zippo, luego vi la llave, la tomé y corrí hacia las escaleras.
Cincuenta y cinco escalones.
Yo era joven, y los subí volando.
Sentí dolor en mi rodilla pero continué. Pensé que cada escalón era la vida, los conté y reconté.
Al llegar a la cima, finalmente me volví detrás de la barandilla que protegía las escaleras y rápidamente entregué la llave a los compañeros que buscaban la luz, pero también a los que querían ir en la dirección opuesta y aventurarse por los abismos.
La llave giró, pero mientras tanto sentí que el monstruo se estaba recuperando y se estaba acercando: quería volver a la escalera.
Queríamos salir de allí y escapar hacia la luz... la luz que siempre había estado buscando, pero mientras tanto, tenía frente a mí los intrincados barrotes de la puerta pintados de blanco que me recordaban a la pureza y una vez más a la luz.
Las barras eran resistentes y gruesas y el monstruo se mantendría alejado de ellas porque la luz me protegía... ¿pero qué otra cosa podría hacer este elemento protector?
¿La luz? ¿Qué cosa es la luz? ¿Dios? ¿Luz como Lucifer? Eh, estas son preguntas, son preguntas... ¿pero y las respuestas?
Seguí buscándola, y después de escapar del monstruo del sótano me aventuré dentro de una oscura iglesia.
El monstruo había blasfemado, furioso, con su voz gutural y aterradora; había maldecido, pero las rejas permanecían cerradas, todos habían huido y la llave ahora estaba disponible para aquellos que querían morir o ir a matarlo definitivamente. Es lo más que pude hacer.
No sabía qué era lo extraño de la vieja iglesia oscura, pero de repente me encontré sola y en tinieblas en esa iglesia polvorienta y de paredes destartaladas y desnudas.
Me aventuré a lo largo de la capilla, que creo que era la nave principal y vi a un extraño arrodillado con una estatua.
Extraña estatua, pensé. ¿Qué será...?
Estaba llena de sangre.
Un escalofrío y luego una voz.
"¡NO existe una sola muerte!"
¿Será realmente la muerte el final de todo o iremos al pasado? ¿O al futuro? ¿O nos convertiremos lentamente en una nube de humo? ¿Un pasado cercano o lejano o una dimensión paralela?
Me pregunté esto mientras me encontraba fuera de la misteriosa iglesia vagando entre los helechos. Majestuosos helechos gigantes con hojas brillantes que olían a selva y me recordaban mi infancia cerca del lago en la antigua casa de campo. Esa casa de campo estaba cerca, pero yo era curiosa y quería ir más allá de la extensión de los helechos, en una actitud de búsqueda y reconocimiento, típica de la pubertad temprana. Mi juventud me indicaba "explora", mi sabiduría "piensa", mi corazón "siente". Seguí mi naturaleza aventurera... e incluso en ese momento lo estaba haciendo, como es típico de mi personalidad.
Encontré una escena del pasado, una feroz lucha entre tiranosaurios, y escapé. Antes de huir, puedo asegurar que he visto los dientes afilados de los dos animales y su actitud desafiante convertida en un ataque real. Con sus cuerpos gigantescos y musculosos se enfrentaron, destruyendo todo lo que encontraban.
Habían talado árboles y destruido mis amados helechos, en una lucha típica del período reproductivo.
Corriendo, caí sobre piedras que rodaban unas sobre otras. El ruido atrajo a las sensibilísimas bestias, que se voltearon e iniciaron la cacería.
Podían oler todo y percibir el miedo, como muchas bestias salvajes.
Me escapé desesperada, mi respiración se hacía cada vez más pesada. Las venas me palpitaban, estaba agotada, pero no podía permitirme parar: tenía que haber una salida. Y a veces la salida es más aterradora que las cosas de las que estamos huyendo. Mi salida era un callejón oscuro que se continuaba con un túnel agrietado y sombrío, insertado en una cavidad.
Tenía que enfrentarme a la claustrofobia.
Así que de un empujón me metí en ella. Afuera, las bestias gigantescas rugían lívidas de rabia, porque ya no podían ver a su presa.
Me arrastré durante mucho tiempo, el aire era rancio, maloliente y horrible de respirar. Yo le tenía miedo a las arañas y a los ratones... Siempre había odiado a las arañas y a los ratones. Especialmente estos últimos me aterrorizaban: de niña fui al gallinero y vi una enorme rata robando huevos de gallina. Pero era pequeña, sin embargo ahora era una mujer y era hora de luchar por la vida.
Luchar para sobrevivir o escapar si el oponente era más grande: este era el mecanismo detrás de la supervivencia humana. Siempre lo había sido, y continué usándolo, para mí misma, para la supervivencia de la especie humana, para toda la humanidad.
La humanidad nunca había sido el centro de mis pensamientos. Antes de todas estas aventuras, yo había sido una nerd; Una chica difícil, cerrada, siempre vestida de negro y bastante deprimida, incluso con pensamientos suicidas. Sin embargo ahora era el momento de luchar y salir del túnel.
Me arrastré, me arañé y traté de seguir adelante.
Cuando me deslicé, ya era de noche, una noche aterradora casi sin luna, con un cielo negro y, a veces, asomada y agresiva a través de las nubes. Las nubes tenían la fuerza de un guepardo por los colores que se aventuraban en los músculos del animal con inquietantes sombras rojas.
Y lo vi todo. Vi a un tiranosaurio vagando frente a mí mientras lo observaba escondida en esta especie de balcón natural.
Bajé de allí solo durante el día y me sentí más fuerte, lista para ver a otros monstruos e investigar para comprender la verdadera naturaleza de las cosas: la mente estaba abierta a cualquier eventualidad, a ver otras criaturas extrañas y a capturar otros sueños singulares.
Los sueños habían sido todo para mí, el desahogo de todos mis deseos; eran la percepción de las cosas incluso antes de que sucedieran, la percepción del NO, a mi solicitud de ayuda a un querido amigo que no me había entendido como ser humano.
Había soñado con esta negación de ayuda, pero con mi naturaleza obstinada y valiente, fui en contra de lo que había percibido, y seguí adelante. Cerré la puerta de golpe porque no escuché mi voz interior natural y sensible. Lo advertí desde la tierna infancia, pero solo recientemente me había dado cuenta de ello, justo ahora que estaba huyendo de los monstruos o luchando contra ellos.
Empecé a caminar por un valle escarpado, hojas de roble rojo por todas partes. Era otoño, las hojas se desprendían de los árboles, el olor a lluvia recién caída, a musgo salvaje.
Cerca de mí, un ambiente tenue, donde finalmente podría encender un fuego para calentarme. Afortunadamente, todavía tenía mi reserva de carne seca en la bolsa; Preparé el fuego y acampé cómodamente. Luego me acosté para pasar la noche.
La noche fue larga y soñé con viajar a través de los mares sobre barcos destruidos.
Al despertar, la escarcha y luego las gotas de rocío. Debió de ser a mediados de septiembre y las hojas habían creado una capa de varios centímetros donde se hundían mis botas.
Eran botas cómodas y femeninas con la elegancia de las viejas botas de vaquero. El pensar en ello atenuó las reflexiones sobre la soledad, el frío y el profundo aguijón de la nostalgia y los pensamientos íntimos y tristes. Fue esta intimidad la que sentí en lo profundo de ese extraño bosque de robles rojos, donde las hojas caían y eran rojas como la sangre.
Sin embargo me sentía seguida, espiada.
Este sentimiento de ser espiada, la percepción de que algo oscuro se estaba acumulando y haciendo planes a mis espaldas, la había tenido conmigo desde los años de mi adolescencia, cuando alguien había escondido mensajes extraños en mi correo, mensajes que parecían de amor, pero no eran muy claros y, por lo tanto, aún más perturbadores.
A pesar de esos presagios oscuros, avanzaba en la maleza y, a menudo, me daba la vuelta para comprobar porqué no me sentía serena; Sentía la niebla, el rocío y no sabía qué era.
Entonces, de repente, la incertidumbre y el miedo se materializaron y fue un miedo real, un terror como el que solo los niños pueden percibir.
Me sentí pequeña y huí de ese hombre con botas negras que me estaba persiguiendo, preguntándome como un loco: "¿Por qué?"
Pero… ¿cómo, "por qué"?
¿Por qué en lugar de eso me estás haciendo esta pregunta? Me dije a mi misma.
Mientras corría para no ceder al pánico, pensé en cómo organizarme para sobrevivir: era el instinto de supervivencia, era una especie de frialdad natural y orgullo.
Él podría haberme matado, pero nunca habría entrado en mi mente.
Mi cerebro se concentraba, mientras mi cuerpo escapaba.
Corrí sobre las raíces con la esperanza de que el hombre feroz que me seguía, se cayera. Nunca lo miré a los ojos, esos ojos que te controlaban sigilosamente, los ojos de cocodrilo que apuntan a la presa bajo el agua.
Por intuición supe que mi perseguidor era diabético. Lo había percibido gracias a una de mis extrañas intuiciones y gracias a algunas voces provenientes de otras dimensiones muy distantes. También sabía que era diabético porque sus pies estaban cubiertos de llagas; Pronto tuvieron que ser cortados.
Mi esperanza provenía de mi ánimo tenaz y esperaba que se cansara, esperaba que la extraña enfermedad que probablemente sufría lo afectara repentinamente en la carrera, que detuviera el metabolismo del azúcar o que simplemente tuviera una crisis y cayera al suelo.
Corrí, mientras que las ramas se volvieron más bajas y más intrincadas. Me agaché esperando que él tuviera más dificultad, siendo más alto que yo; Tiré de las ramas hacia mí, deseando que le dieran en la cara.
Odiaba profundamente lo que me estaba haciendo. Mi odio fue causado, en particular, por el miedo que sentía. En parte fue orgullo, lo admito: ¿quién fue el que me obligó a huir?, ¿a atormentar mis extremidades en las garras torturantes del miedo?
Mientras tanto, seguí corriendo y él, con su cuerpo fuerte, parecía tolerar que la carrera de velocidad se hubiera convertido en una carrera de resistencia.
Mi sudor caía al suelo junto con grandes lágrimas, y sentí que la esperanza me estaba abandonando... pero luego vi algo nuevo: mi abuelo, frente a mí.
Al verme preocupada, mi abuelo me hubiese proyectado a otra situación, a una dimensión mucho más íntima y menos peligrosa, y él me habría tranquilizado, estaba segura de eso.
Mi certeza pronto habría tenido tiempo de materializarse o destruirse.