Invenciones de la sexuación

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Invenciones de la sexuación
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Invenciones en la sexuación

Invenciones en la sexuación Del Zoom al libro: Seminario de Enlaces 2020

Prólogo de Miquel Bassols

COMPILADORAS: Alejandra Loray, Blanca Sánchez, Graciela Schnitzer

Departamento de estudios psicoanalíticos

sobre la familia – Enlaces (ICdeBA)

Índice de contenido

Portadilla

Legales

Presentación. Inventar, Mónica Torres

Prólogo, Miquel Bassols

Capítulo 1 Invenciones en la sexuación

Las primeras pibas, Mónica Torres

Cuerpo de baile, Blanca Sánchez

La epidemia de las mujeres, Pablo Russo

Conversación

Capítulo 2 Más allá del falo

Más allá del falo (Argumento), María Leonor Solimano

Mas allá de la intimidad (Viñeta), Eliana Amor

El goce en el arte del justo amor (Comentario), Blanca Sánchez

Conversación

Capítulo 3 Hombres y mujeres

¿Centro y ausencia? A veces sí y otras no, Pablo Russo

Hombres y mujeres en Lacan: del siglo XX al siglo XXI, Mónica Torres

Hombres y mujeres, Fabián Fajnwaks

Conversación

Capítulo 4 Soluciones sintomáticas más allá del nombre del padre

Duelar al padre: pinceladas (Argumento), Elsa Maluenda

P-arde (Viñeta), Cristian López

Soluciones: entre pinceladas y fósforos (Comentario), Alejandra Loray

Conversación

Capítulo 5 El estallido del género

El boom del género. De la pluralización a la pulverización, Graciela Schnitzer

Contra el uranismo, o la diferencia apoyada en una letra, Gabriela Rodríguez

El estallido del género, Alejandra Antuña

Conversación

Capítulo 6 Histeria y feminidad

Histeria y feminidad: La Otra, el goce y el síntoma (Argumento), Blanca Sánchez

La duplicidad de la posición femenina (Viñeta), Ludmila Malischevski

Comentario, Fabián Fajnwaks

Conversación

Capítulo 7 “Se puso picante”

Por un nombre de fantasía con carácter de invención, Analía Domínguez Neira

“Se puso picante”, Alejandra Antuña

Conversación

Capítulo 8 El cuerpo y el trauma de ser sexuado

La Penélope de Joyce, Mónica Torres

Cuerpo traumatizado, o no hay cuerpo sin trauma, Blanca Sánchez

¿Podemos prescindir de la presencia del cuerpo?, Pablo Russo

Conversación

Capítulo 9 Actualidad de la sexuación

Introducción, Mónica Torres

Una pequeña invención singular, Graciela Schnitzer.

Actualidad de la sexuación, Jorge Faraoni

Comentario, Gustavo Dessal

Conversación

Capítulo 10 Género en el lenguaje

El “lenguaje inclusivo” como tropiezo de la lengua. Una invención femenina, más allá de los muros (Argumento), Mariana Gómez

Una brecha infranqueable y fecunda (Viñeta), Ivana Bristiel

Lenguaje intrusivo y lenguaje exclusivo (Comentario), Blanca Sánchez

Conversación

Capítulo 11 Invención y arte

Los autorretratos de Claude Cahun, Alejandra Antuña

Saber hacer con los desechos… una invención, Adriana Tyrkiel

La mutante y la médium (Comentario), Pablo Russo

Conversación

Capítulo 12 Al filo del mundo. Fantasma y adolescencia

Realizaciones del fantasma en la adolescencia (Argumento), Virginia Notenson

Al filo del mundo. El amor y la muerte (Viñeta), Santiago Hormanstorfer

Comentario, Aníbal Leserre

Conversación

Capítulo 13 Invenciones no binarias

Un mundo sin género (Argumento), María Leonor Solimano

Derivas de lo no-binario o “viajeros de experimentos nuevos” (Viñeta), Liliana Mauas

Comentario, Oscar Ventura

Conversación

Epílogo Alejandra Loray, Blanca Sánchez, Graciela Schintzer


Departamento de estudios psicoanalíticos sobre la familia - Enlace-ICdeBAInvenciones en la sexuación : del zoom al libro : Seminario de Enlaces 2020 / compilación de Alejandra Loray ; Blanca Sánchez ; Graciela Schnitzer. - 1a ed. - Olivos : Grama Ediciones, 2021.Archivo Digital: descargaISBN 978-987-8372-88-41. Clínica Psicoanalítica. 2. Transexualidad. I. Loray, Alejandra, comp. II. Sánchez, Blanca, comp. III. Schnitzer, Graciela, comp. IV. Título.CDD 150.195

© Grama ediciones, 2020

 

Manuel Ugarte 2548 4° B (1428) CABA

Tel.: 4781-5034 • grama@gramaediciones.com.ar

http://www.gramaediciones.com.ar

© Alejandra Loray, Blanca Sánchez, Graciela Schnitzer, 2021

Imagen de tapa: Julieta Anaut, Hilar destino, Serie Ofrendas, fotografía, 80 x 80 cm, 2009.

Digitalización: Proyecto451

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.

ISBN edición digital (ePub): 978-987-8372-88-4

Inventar

Desde hace mucho tiempo nos proponían y nos proponíamos publicar un libro sobre los temas que nos ocupan.

Algún Seminario de los tantos que hemos dado en el contexto del Departamento de Estudios sobre familia.

Y sin embargo… parecía que no encontrábamos el tiempo, está nuestra Revista Enlaces. Parecía suficiente.

Y de pronto, porque así se presenta, llegó el momento de concluir.

Y fue en medio de la pandemia, a través de su cara positiva, el Zoom, que nos permitió acercarnos, pese a todo.

Muy tempranamente decidimos que, como fuera posible, íbamos a dictar nuestro Seminario anual.

Comenzamos el 6 de abril del 2020, muy rápidamente.

Agradezco profundamente a Santiago Hormanstorfer y a Graciela Schnitzer, por hacerlo posible.

Un día, en el chat de la Comisión de Enseñanza, sobre fines del 2020, uno de nosotros comentó que nos estaban llegando muchos pedidos de que publicáramos las clases de ese año en forma de libro.

Y ahí todo se precipitó. El movimiento del Zoom, el libro se nos hizo necesario.

Blanca Sánchez, Alejandra Loray y Graciela Schnitzer se propusieron como compiladoras.

Es a ellas tres a las que quiero agradecerles que se hayan propuesto semejante trabajo. Y lo hicieron con el entusiasmo que las caracteriza.

Y es un trabajo enorme, ya que han establecido las clases y las conversaciones que este momento único había provocado entre nosotros y con otros queridos colegas de este país, de la EOL y de otros países y Escuelas de la AMP, entrañables conversaciones, inolvidables.

Ustedes las leerán. El tema y el momento eran propicios.

El tema del Seminario había sido elegido desde fines del 2019: Invenciones en la sexuación.

Nos gustó tanto que este año, por primera vez repetimos el título.

El tema de la invención estaba en el aire.

Y así inventamos primero el Zoom, después el libro. Para seguir. Del modo que fuera posible en estos tiempos tan difíciles. Pero seguir.

Para mí y para muchos es una alegría cada encuentro de Enlaces.

Y es para celebrar que salga ahora este libro, causado por un deseo compartido.

En un momento tan duro para la humanidad, que tiene un tono de pesadilla, este libro es un sueño entusiasta.

Es una respuesta a la violenta irrupción de lo real en lo simbólico.

Es la nuestra, la que podemos compartir y tiene a la vez la impronta de cada uno.

De cada autor, de cada intervención, de cada lector. Es a él, al lector, al que le toca ahora inventar su modo de participación.

La lectura es también un modo de participar.

Agradezco también al CICBA, Centro de Investigaciones del Instituto clínico de Buenos Aires, del que formo parte desde su fundación.

Y ahora, a leerlo.

Mónica Torres

Julio 2021

Prólogo MIQUEL BASSOLS

He aquí un precioso trabajo colectivo sobre un tema de la mayor actualidad. El impulso de este trabajo se debe al Departamento Enlaces del Instituto Clínico de Buenos Aires (ICdeBA). El tema —las invenciones en la sexuación— está en el candelero desde que Jacques-Alain Miller centrara la investigación y el debate de las Escuelas y de los Institutos del Campo Freudiano con la declaración de este año como «el año trans». Un trabajo colectivo no quiere decir que haya un sujeto de enunciación colectivo, un nosotros homogéneo que represente una doxa del discurso del psicoanálisis. Por el contrario, el lector encontrará enseguida la singularidad de la enunciación de cada uno de los participantes de esta conversación que se quiere analítica, es decir, que supone la modificación de la palabra de cada uno a partir de lo que lee y de lo que escucha de la palabra del otro. Que no haya sujeto de enunciación colectiva quiere decir, precisamente, que cada discurso se enlaza con el discurso del otro sobre un mismo sujeto, un mismo tema, que sí es colectivo. Y es con estos enlaces de discursos que se produce entonces algo nuevo cada vez que hay una verdadera conversación. Incluso cuando debe producirse, como ha sido en este caso, a través del espacio virtual de Internet.

Se trata aquí del sujeto que, con Jacques Lacan, llamamos sexuación, un tema nada obvio que hay que interrogar en la gran variedad y amplitud de los discursos que hoy se cobijan bajo el epígrafe de los estudios de género o de las ideologías queer. El psicoanálisis entra así en conversación con estos discursos para transmitir aquello que puede escuchar en la experiencia de cada caso, orientándose con la enseñanza de Lacan. Ello supone un intenso trabajo previo de lectura y de esclarecimiento de los textos y seminarios lacanianos que el lector encontrará en este volumen como una referencia constante.

* * *

Para introducirnos a su lectura será tal vez interesante referirnos a los orígenes y al uso del término sexuación, significante que no figura en los diccionarios de la lengua española, pero que forma parte del léxico psicoanalítico y que se ha extendido ya más allá de nuestro campo. Digamos que el término ha hecho fortuna al distinguirse de la significación más genérica que tiene el nombre sexualidad o el calificativo sexual. Tal como el lector irá comprobando a lo largo del libro, sexuación es un término que tiene un uso muy preciso en la enseñanza de Jacques Lacan, un uso que nos parece finalmente neológico y que haremos bien en utilizar en la conversación con otros discursos marcando su especificidad.

La palabra sexuación empezó a usarse en la lengua francesa (sexuation) a finales del siglo XIX como una sustantivación del verbo sexuer, que tenía el significado de adoptar o determinar en los seres vivos un carácter sexual específico, masculino o femenino. La palabra fue importada desde el francés a las otras lenguas, a la inglesa en primer lugar. Con un pie en el campo de la biología —la llamada sexuación física— y otro en el de la sociología y la psicología —la sexuación psíquica—, el uso del término vino también marcado de origen por el binario macho/hembra. Sin embargo, cuanto más avanza el uso de este término durante el siglo XX, más hunde la sexuación sus raíces en el enigma de lo real y más difícil se hace situar la verdadera diferencia en juego. Es algo que resonará de maneras diversas en la enseñanza de Lacan cuando aparta la sexuación de cualquier referencia a la genética, a la sociología o a la psicología. No hay nada finalmente en lo real del organismo vivo, pero tampoco en lo que se aísla como cultura o como sistema cognitivo, que pueda dibujar los confines de la diferencia sexual de una manera clara.

La escritura que la genética reservó al binario macho/hembra —XY para el cariotipo heterocigótico/XX para el cariotipo homocigótico— parece mantener esta incógnita x en la sexuación biológica de la especie humana. Lo interesante, tal como observó Lacan en su momento, es que no se sabe cómo se reparte este par hetero/homo en cada especie. Es decir, no se puede saber de entrada si es el macho o la hembra el que es homocigótico: “La diferencia con el otro sexo es que en el otro sexo hay en algún lado heterocigotismo, es decir que hay dos genes que no forman la pareja, cuando formar pareja quiere decir que son homo, homocigotos, que son semejantes”. (1) En otras especies, como en las aves, las mariposas y algunos peces, los homocigóticos son los machos (ZZ) y las heterocigóticas son las hembras (ZW). Y es por esta razón que se utilizan otras letras, para no confundir las diferencias entre especies y la diferencia sexual en sí misma. Entonces, esta diferencia no es tan clara como sería deseable para una concepción que quisiera superponer lo simbólico del lenguaje sobre lo real sin desajustes ni pérdidas. ¿Dónde está lo homo, dónde lo hetero, en lo real de la sexuación biológica? La observación de Lacan marca lo irreductible de una diferencia radical entre los sexos, pero deja en suspenso el modo en que se reparte esta diferencia, es decir, aquello que marca la sexuación en los seres vivos para hacerlos unos distintos de los otros: “¡Por qué diablos pretender que lo que es microscópico sería más real que lo que es macroscópico!”. (2) No, no será en lo real de la genética o de la célula viva, pero tampoco en los rasgos llamados secundarios de los cuerpos, donde podrá inscribirse una diferencia sexuada de los seres humanos. Dicho de otra manera: hay hombres y mujeres, pero no hay nada que inscriba esta diferencia fuera del discurso que los distingue como tales, un discurso donde solo pueden ser representados por una pareja de significantes en un binarismo irreductible, mal que le pese a la definición, binaria ella misma, de lo no-binario.

En realidad, este problema estaba ya presente en los orígenes y en el uso del término sexuación que hemos señalado. En cualquier operación de sexuación se trataba ya de una atribución simbólica que, en el ser humano, requiere de un consentimiento del sujeto a partir del binario fundamental que supone todo sistema simbólico de identificación: S1-S2. Atribución del Otro del lenguaje y consentimiento del Sujeto del significante son los dos términos necesarios para fundar la operación de la sexuación. Y es solo por el lenguaje que un ser podrá reconocerse entonces como perteneciendo a un sexo o a otro, sean los que sean. Y el uno y el otro no tienen ninguna esencia ontológica, son solo un par de significantes definidos por su diferencia. ¿Cómo esta diferencia introducida por el lenguaje muerde en el goce de cada cuerpo hablante? Esta es la cuestión que la experiencia del psicoanálisis aborda caso por caso, y sin tener una norma establecida previamente: ni hetero-, ni homo-, ni trans-.

Cuando Lacan aborde esta cuestión en la última parte de su enseñanza, no encontrará otra forma de hacerlo que con la lógica y la topología. En primer lugar, con las “fórmulas cuánticas de la sexuación”, (3) donde distinguirá en realidad “cuatro lugares reservados a los modos de la identificación, de la identificación llamada sexuada”. (4) Son cuatro —hay que ver cuáles— que solo pueden leerse como tales a partir del lugar tercero que introduce la función simbólica del falo para distinguir los dos sexos, dos que solo pueden representarse en lo simbólico como respuestas al Uno del goce, al Uno sin Otro posible.

Es siguiendo esta lógica como veremos desplegarse en la conversación de este libro las múltiples invenciones en la sexuación de nuestro tiempo.

* * *

Una pregunta recorre entonces estas páginas para relanzar el debate y la conversación: ¿Dónde empieza —más que cuándo— y dónde termina el binarismo en la enseñanza de Lacan? ¿De qué “dos sexos” se trata en este binarismo? ¿Qué dualidad implica la diferencia radical entre hombres y mujeres cuando se trata de la relación con el goce, a-sexuado en sí mismo, al decir de Lacan?

Hay una preciosa imagen que Lacan tomó en la última parte de su enseñanza —en su Seminario 23 sobre El sinthome, y que el lector encontrara citada en estas páginas— para hablar de la diferencia entre los sexos: “[…] en el sexo no hay nada más que el color, lo que sugiere que puede haber color mujer, color de hombre o hombre color de mujer”. (5) En este colorido sexual siempre binario, que puede ampliarse sin duda con los colores del arco iris sin salir de este binarismo fundamental, ¿qué lugar ocupa aquel otro color de la libido, el color del Uno del goce, el color del Uno sin Otro, el color de la libido que el propio Lacan había definido “[…] en lo más íntimo de su naturaleza” como “color-de-vacío: suspendido en la luz de una hiancia?” (6) Porque es en la posición singular ante este color de vacío donde hay que escuchar hoy, las invenciones en la sexuación del sujeto contemporáneo.

 

Sin duda, el lector atento sabrá encontrar los reflejos y las iridiscencias de este color de la libido en la diversidad de invenciones —en la clínica, pero también en la literatura o en el cine— que le esperan en las siguientes páginas.

Julio de 2021

1- Lacan. J., Le Séminaire, R.S.I. Ornicar? nº 3, Lyse, París 1975, p. 47-49.

2- Ibíd.

3- Llamadas así por Lacan mismo en su seminario del 9 de abril de 1974, dedicado aquel año a Les non-dupes-errent, Los nombres del padre — Los no incautos erran.

4- Lacan, J., Seminario Le non-dupes-errent (197٣-74), inédito.

5- Lacan, J., El Seminario, Libro 23. El sinthome, Paidós, Bs. As., 2006, p. 114.

6- Lacan, J., «Del ‘Trieb’ de Freud y del deseo del analista». Escritos, Siglo XXI, México 1984, p. 830.

CAPÍTULO 1 Invenciones en la sexuación (*)

*- Clase del 6 de abril de 2020

Las primeras pibas (*) MÓNICA TORRES

Buenas tardes, noches a todos! Y bienvenidos a nuestra modalidad por Zoom.

Tomamos la decisión de seguir adelante, como siempre.

Así nuestra primera clase de este año, en el que, como todos los años, me acompañan Blanca Sánchez y Pablo Russo, comenzamos prontamente, apenas unos días después del comienzo de la cuarentena a la que nos obliga esta pandemia, y todavía en el instante de ver, hemos decidido continuar.

Daremos, como habíamos planificado, nuestro Seminario Invenciones en la sexuación, título que tiene una impronta en la intensión pero que también nos permitirá la extensión.

No será, por ahora, en nuestra querida sede de la EOL y del ICdeBA.

Pero entonces dictaremos nuestras clases por Zoom.

Ha primado el deseo de continuar. Agradezco especialmente a Santiago Hormanstorfer y a Graciela Schnitzer, que han resuelto los inconvenientes técnicos con tanta rapidez y eficacia, estando a la altura de este tiempo que nos toca vivir. Por ahora será por Zoom.

Todavía no sabemos cómo seguiremos, pero si sabemos que vamos a continuar.

Saludo así a todos los colegas que nos acompañan, donde quiera que estén…

No vamos a dar el brazo a torcer en nuestro deseo, seguimos la Orientación Lacaniana, que nos guía por este camino.

Sin más, comienzo con nuestro curso de este año. La palabra invención no podría ser más exacta, invenciones en la sexuación, como cada ser hablante desee poder hacer ante el “no hay relación sexual”.

Ahora nos toca el desafío de saber hacer con esta contingencia inesperada.

También es inventar.

Como ustedes saben, cada año al empezar el curso, suelo evocar mis lecturas, mis “experiencias” cinéfilas y todo lo que le dé una apertura a lo que desarrollaremos durante el año.

Este año hablaré de una película que me evocó un clásico de mi infancia. Bueno, podría decir un clásico a secas, si no fuera porque el título Little women (1868) lo hizo para mujeres: para “niñas” o adolescentes; o quizás no sea solo el título. Y aún, están en discusión los expertos sobre si es o no un clásico.

He leído (además de una versión ampliada de Mujercitas) (1), el libro de una profesora de literatura de New Orleans, Anne Boyd Rioux, El legado de Mujercitas. Construcción de un clásico en disputa. (2) Allí la autora desmenuza la controversia alrededor de este clásico ‒que ya lleva 152 años en disputa.

Mujercitas es un libro que divide aguas: para algunos, es un antecedente del feminismo en el siglo XIX, ya que se atrevió a pintar a las niñas y futuras mujercitas de un modo diferente y arriesgado. Sobre todo, al tomar como protagonista a Jo March, con la cual nos identificábamos casi todas las niñas que leíamos y queríamos estudiar y escribir (por muchas generaciones y en infinidad de lenguas y culturas), una heroína que quería otra cosa que ser linda, casarse, tener hijos y dedicarse a “sus labores”, como dicen los españoles. Una chica que tenía sus propias ambiciones: escribir y sustentarse con su trabajo.

Así como Hemingway afirmaba que toda la literatura estadounidense (escrita por hombres, por cierto) derivaba de Tom Sawyer y Huckleberry Finn de Mark Twain, podríamos decir, que Little women es un antecedente de toda la literatura femenina, de todas las escritoras mujeres. Muchas han dicho: “Yo soy Jo March” y es, sin dudas, la que todas queríamos ser.

Escritoras famosas han reconocido la influencia de Mujercitas en su literatura. J. K. Rowling, la autora de Harry Potter, pensó que había encontrado a alguien que se parecía a ella y que tenía ¡su mismo apodo!

En Argentina, hay un libro de Adriana Lanzi, que no pude conseguir, y que se llama La influencia de Mujercitas en la Argentina.

Carson McCullers, una escritora de culto para todos los que amamos la literatura, la tenía entre sus favoritas.

Simone de Beauvoir dijo que se identificaba con Jo (la leyó cuando tenía 10 años): “Sentía una identificación muy fuerte con Jo, la intelectual […] me decía que yo era como ella y que también algún día, iba a encontrar mi lugar”.

Recientemente, en la tetralogía de Elena Ferrante, sobre dos mujeres en Nápoles, las protagonistas se obsesionan con el libro y sus protagonistas (La amiga estupenda).

Y Anne Boyd llega a compararla con las cuatro protagonistas de Sex and the city.

Katherine Mansfield reconoce su temprana inspiración en el personaje de Jo.

Sin embargo, pese a todo esto, los críticos literarios y los educadores que programan las lecturas en los colegios, no logran ponerse de acuerdo al respecto. ¿Es un retrato realista de una familia de Nueva Inglaterra durante los años de la Guerra Civil? o ¿es la historia de la rebeldía y la resistencia de una joven a las restricciones de su época? En una palabra: ¿es innovadora y feminista o tradicionalista y conservadora? En 150 años no han podido ponerse de acuerdo.

Hay siete películas que llevaron la historia al cine. He visto cuatro. La de 1933, dirigida por George Cukor, una joya del cine que hizo sobresalir a una joven, Katherine Hepburn, que se había identificado desde chica con Jo y se cortaba el pelo como un muchacho. George Cukor llevó el personaje al extremo de su masculinidad, ella no quería ser una chica.

La versión de LeRoy de 1949 es la primera en technicolor. Elizabeth Taylor tenía el papel de Amy, la bella. También la he visto; es inferior al libro y a la película de Cukor.

Se han hecho innumerables versiones para teatro, televisión y también, varias óperas, una de las cuales parece ser la que más fiel es al libro, incluso más que las películas.

En 1907, Chester Tom manifestaba que Mujercitas se adelantó al realismo unos treinta años, tal como Jane Austen lo había hecho cien años antes (1775-1817). También ha sido comparado con Madame Bovary (1856).

La última versión de Greta Gerwig, (3) que me llevó a releer Mujercitas y a toda esta investigación, es una versión excelente y, a mi gusto, la única que verdaderamente no traiciona el espíritu de Louisa May Alcott, su autora, puesto que introduce en el relato datos que conoce por la biografía de la autora. Por ejemplo, que el editor le dice que las heroínas de sus novelas solo podían tener dos destinos posibles, casarse o morir…

En esta última versión, la directora encuentra una solución al problema al que Louisa May Alcott tuvo que sucumbir. Proponiendo a la vez, dos finales.

La autora no casa a Jo con su amigo Laurie, tal como todas las lectoras esperaban ‒una especie de encantador alter ego masculino, en la línea de lo que hoy llamamos “una nueva virilidad”. Pero finalmente, le encuentra un profesor, no tan apuesto, ni tan joven, y la hace renunciar a la escritura para armar una escuela y enseñar.

Pero Gerwig no se resigna y nos da un final alternativo para Jo. Nos muestra a la vez, los dos finales; uno como escritora exitosa y el otro, como lo dice el libro, casada y profesora. El primero fue el de la propia Louisa.

La verdad es que la vida de Alcott fue mucho más dura que lo que muestra la novela.

El padre, ausente en las dos partes de la novela –se publicó en dos partes la primera edición‒ no es un héroe de guerra en la vida real. Es un padre irresponsable y fanático hasta extremos de hacer pasar hambre y frío a su mujer y a sus cuatro hijas, quienes sobrevivieron. Por sus principios, no las dejaba comer casi nada y tampoco abrigarse (con nada que derivara de animales). Se vestían con lino en pleno invierno.

Así, las hijas mayores tuvieron que trabajar como institutrices desde muy jóvenes y no pudieron terminar sus estudios. Y la madre y la propia Alcott, tuvieron que trabajar limpiando casas, en los días de mayor pobreza. Así, para ella, por mucho que amara la literatura, triunfar era una cuestión de vida o muerte (Beth-Lizzie muere, y no precisamente de escarlatina, parece). Por lo tanto, tuvo que consentir a su editor. Tenía que mantener a la familia. En esos tiempos, las mujercitas tenían que casarse o morir. En la película, se cuentan las dos partes de Mujercitas al mismo tiempo, es una lectura après coup; y es Louisa ‒y no su hermana Amy‒ la que salva a la familia de la pobreza.

En la novela, Amy se casa con Laurie, el joven con dinero que fuera pretendiente de Jo.

En la realidad, Louisa tuvo éxito y fue muy famosa en su tiempo, con lo que pudo mantener a su madre y a sus dos hermanas y hasta los hijos de ambas. Ella misma nunca se casó ni parece haber consentido a ninguno de sus tardíos pretendientes.

Muchas generaciones leímos Mujercitas. Estaba en la colección Robin Hood, que leí casi por entero, incluyendo los libros que eran para “varones”; mi novela más amada era La niña de los cuentos y estaba escrita por un hombre.

L. M. Alcott escribió y publicó varios libros más: Hombrecitos, Los muchachos de Jo, Ocho primos, Una niña anticuada.

Son pocos los hombres que la leyeron, aunque nosotras leíamos a Tom Sawyer, todas las novelas de Mark Twain y también, la serie de Bomba, Sandokán y otros.

Fue una sorpresa que un psicoanalista (hombre) escribiera sobre la película y otro me contara que había leído el libro y, finalmente, viera la película, no sin la influencia de mis comentarios en Facebook.

Es increíble que 152 años después, y en plena revolución de las “pibas” y con el me too como bandera, la directora mujer de la última versión estuviera tan condenada por la academia de Hollywood como lo estuvo L. M. Alcott hace un siglo y medio por su editor. La película estuvo nominada a los Oscars, pero no su directora. Y de las muchas nominaciones que recibió el increíble trabajo de investigación de Greta Gerwig, solo ganó en el rubro vestuarios. ¡Una vez más, directamente, mandaron a esas primeras pibas de hace 150 años, a coser!

Si tengo que tomar partido, diría que Little women o Mujercitas es un antecedente decidido del feminismo.

Aunque muchas queríamos tener la inteligencia de Jo y la belleza de Amy…

*- Publicado en Lecturas on-line Enlaces N°26, 2020, en línea: https://www.revistaenlaces.com.ar/wp-content/uploads/E26-10-monica-torres-las-primeras-pibas.pdf.

1- Alcott, L. M., Mujercitas, Plaza & Janes, Barcelona, 2019.

2- Boyd Rioux, A., El legado de Mujercitas. Construcción de un clásico en disputa. Ampersand, Bs. As., 2018.

3- Mujercitas (2019), Grega Gerwig, Estados Unidos.