La Resistencia Infinita seguido de: ¿Quién Mató a Walter Benjamin?
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En las sociedades modernas, apunta Foucault, el capital reclama cuerpos útiles y los gobernantes hacen una cuestión de principios como consecuencia de la disponibilidad en la utilización de estos (su «utilizabilidad»). Asegurar su influencia sobre la población para hacer a los cuerpos útiles y dóciles es una de las tareas mayores que se asigna desde entonces al gobierno de los vivientes. Las resistencias de conducta, las contraconductas, las insurrecciones de la conducta van pues, en esta configuración general, a desplegarse según una línea de fuerza distinta: los cuerpos rechinan en su devenir-productivos, en su devenir-útiles, los sujetos (tanto individuales como colectivos) inventan y experimentan toda especie de formas de rebeldía: resistir, es en primer lugar trabajar activamente en hacerse poco útil o inútil, es contrariar su «utilizabilidad», ocultándose del trabajo productivo, ralentizando las cadencias, desviando el encargo, malinterpretando las órdenes del contramaestre, resistiendo a la innovación tecnológica, etc. Todas estas formas de resistencia son adquiridas, lo sabemos; sus letras de nobleza, en las luchas obreras particularmente, al hilo del desarrollo de la producción capitalista moderna.
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