Las nuevas derechas

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EXPLORANDO LAS BASES. OPINIÓN PÚBLICA Y LOS SENTIDOS DE LA DERECHA EN BRASIL Y COLOMBIA *

Juan Albarracín

Universidad Icesi | jgalbarracin@icesi.edu.co

1 Agradezco al Latin American Public Opinion Project (LAPOP) de la Vanderbilt University por darme acceso a los datos necesarios para realizar este capítulo, así como a los evaluadores anónimos por sus comentarios.

Introducción

La victoria en las elecciones presidenciales de Jair Bolsonaro en Brasil y del “No” en el plebiscito sobre la ratificación del acuerdo de paz en Colombia sorprendió a muchos analistas. En el caso brasileño, se esperaba que el fenómeno Bolsonaro se diluyera con el tiempo y diera paso a un candidato de derecha más tradicional. En Colombia, la expectativa era que un “valence issue” –es decir un tema sobre el que se supone existe un relativo consenso social– llevará a una fácil victoria del sí en el plebiscito. Sin embargo, en ambos casos la derecha más radical logra atraer, activar y movilizar a partes del electorado y ganar las elecciones.

En estos procesos electorales, es posible observar que muchos votantes que apoyaron las opciones de derecha más radicales no representan un bloque unitario, sino que se aproximan por distintas razones a estos políticos. Mientras que unos están motivados por mayor resentimiento o miedo, un sentido de pérdida relativa de la jerarquía social, o inseguridad frente a cambios sociales y culturales de las últimas décadas,1 otros responden más a tradicionales patrones autoritarios. En esta maraña aparentemente incomprensible, es importante reflexionar sobre cómo se relacionan las opiniones sobre temas políticamente relevantes con la forma como las personas se auto-identifican en el continuo izquierda-derecha.

En este capítulo exploro el sentido que tienen en la opinión pública el ser de “derecha” o “izquierda” utilizando datos de encuestas representativas nacionales realizadas por el Latin American Public Opinion Project (LAPOP) en Brasil y Colombia. Aunque es común asumir que las personas tienen ideas formadas, coherentes y entre sí consistentes (ideologías) a través de las cuales interpretan el mundo político, en realidad son muy pocas las personas que alcanzan este nivel de estructuración ideológica. Más que asumir lo que debe significar ser de “izquierda” o de “derecha”, este capítulo indaga cuáles opiniones políticas pueden predecir el auto-posicionamiento de las personas en el continuo izquierda-derecha. En el texto analizo si las posiciones que tienen los encuestados frente a temas económicos (el rol del Estado en la economía), socio-culturales (apoyo al matrimonio igualitario), de seguridad pública (apoyo a penas más severas), políticos (el apoyo a la democracia liberal) y contextuales (apoyo al acuerdo de paz en Colombia y al impeachment de la presidenta en Brasil) tienen una relación con el auto-posicionamiento ideológico.

En mi análisis encuentro que, contrario a lo que comúnmente se piensa pero que ha sido confirmado por estudios de opinión pública en América Latina, la posición ideológica tiene muy poca relación con posiciones sobre estos temas. En el caso de Colombia, el único factor que está significativamente asociado con la identificación ideológica son las posiciones frente a temas socio-culturales, medidas en este caso con el nivel de apoyo al matrimonio igualitario. En Brasil, el apoyo al proceso de impeachment de la presidenta Dilma Rousseff es el único predictor significativo de la posición en el continuo izquierda-derecha: a mayor apoyo al impeachment, mayor afinidad en promedio con la derecha.

Estos resultados indican que la idea de “izquierda” o “derecha” presente en la opinión pública de los dos países no refleja ideas abstractas e interconectadas sobre como entender la política. Lo que significa ser de izquierda varía mucho por contexto y puedo reflejar más un sentido de pertenencia y apego psicológico a un grupo social, en forma análoga a las identidades partidarias, que la adhesión a un conjunto de ideas. En este sentido, es poco probable que los éxitos electorales de la derecha en América Latina actualmente reflejen un cambio en las opiniones políticas de los votantes o su “derechización”.

En la siguiente sección presentaré una definición operacional de ideología –como generalmente se entiende en los estudios de opinión pública– así como un resumen del conocimiento existente sobre la relación entre las posiciones ideológicas y las opiniones políticas. Al presentar los resultados de estos estudios de opinión pública, haré especial énfasis en el estudio de la opinión pública latinoamericana. Posteriormente presentaré tanto los fenómenos de la “ola” de gobiernos de izquierda como la “contra ola” de gobiernos de derecha en América Latina. En esta sección se reflexionará sobre la diversidad de izquierdas y derechas que existen en la región, como también sobre las causas subyacentes de estas olas. Se mostrará como, por ejemplo, la ola de gobiernos de izquierda desde inicios del siglo XXI no surgió por cambios ideológicos en la opinión pública y más como respuesta a las crisis económicas en los países de la región y los percibidos pobres resultados de las políticas de ajuste. Finalmente exploro –utilizando datos de opinión pública– la relación entre posiciones frente a temas sociales y políticos trascendentales y la posición ideológica que declaran los encuestados en Colombia y Brasil.

Ideología y la opinión pública

En los estudios empíricos de la ideología existe una dificultad para acordar una definición común (Federico, 2012), en parte porque el concepto de ideología ha tenido diversos significados a través del tiempo (Knight, 2006). En el estudio de la opinión pública, la ideología se entiende como un conjunto de valores y creencias interrelacionadas. En este sentido, es un esquema mental de amplio alcance que refleja la visión de un grupo sobre la forma ideal de organización política y social (Lewis-Beck et al., 2008; Federico, 2012; Feldman, 1988; Zaller, 1992). Comúnmente, la ideología se conceptualiza en términos espaciales en el continuo izquierda-derecha (Downs, 1957; Knight, 2006).2 Sin embargo, el contenido específico de lo que se asocia con izquierda o derecha pueden variar de un país a otro.

Las ideologías proveen un marco que le permite a las personas conectar ideas sobre áreas temáticas diversas y un conjunto de principios para desarrollar opiniones. En este sentido, se puede considerar que una persona es “ideológica” cuando organiza todo su pensamiento sobre la política alrededor de este marco (Jacoby, 1991). A pesar de la ubicuidad del concepto de ideología en la ciencia política, la idea de un electorado que orienta la totalidad de sus decisiones electorales y políticas (en un sentido más general) por consideraciones abstractas y conjuntos de ideas interconectadas y en si consistentes ha sido desvirtuada por muchos estudios en el campo de la opinión pública. La evidencia sugiere que la mayoría de los individuos no expresa ideas consistentemente de “izquierda” o “derecha” o que opiniones sobre temas políticos estén interconectados (Converse, 1964; Lewis-Beck et al., 2008). Es común encontrar, por ejemplo, una alta asociación entre la necesidad psicológica por seguridad y certidumbre con el conservatismo social, pero no con posiciones favorables al libre mercado (Federico y Malka, 2018).

Sin embargo, en algunos casos se han encontrado relaciones entre la auto-identificación ideológica (en el continuo izquierda-derecha), la decisión del voto y a posiciones sobre algunas políticas públicas (Jacoby, 1991; Zechmeister y Corral, 2012). En los Estados Unidos, por ejemplo, se encuentra que entre electores muy educados y con altos niveles de conocimiento político se puede detectar posicionamientos consistentemente ideológicos frente a políticas públicas (Layman y Carsey, 2002; Zaller, 1992) y estos exhiben una mayor estructura ideológica en el desarrollo de sus opiniones políticas (Jacoby, 1991; Lewis-Beck et al., 2008). En este sentido, no es sorprendente que personas con alto grado de información y interés en la política exhiban fuertes correlaciones entre su auto-posicionamiento ideológico y posiciones frente a temas económicos, políticos y sociales (Zaller, 1992) Las élites políticas, militantes de partidos o movimientos sociales o personas con fuertes afinidades a partidos políticos tienden a pensar en términos más ideológicos. Adicionalmente, son estas élites las que conectan temas aparentemente dispares (por ejemplo, posiciones frente a los impuestos y el aborto), dándole así un sentido a etiquetas ideológicas y extendiendo así las líneas de disputa política o conflict extension (Layman y Carsey, 2002).

El contexto en el cual transcurre la política también importa. Nie et al. (1979) encuentran que la exposición a contenidos políticos, en particular a opciones de política pública contrastantes, posibilitan mayores niveles de estructuración ideológica de las opiniones y el comportamiento político. Se debe observar un mayor “ordenamiento” ideológico en el electorado en ambientes polarizados donde las élites políticas ofrecen señales (“cues”) claras a los ciudadanos sobre su alineamiento político. Son estas élites las que definen qué significa ser de “izquierda” o de “derecha”. Además de la polarización, otras características de la competencia política tienden a afectar el grado en el cual el auto-posicionamiento ideológico es un buen predictor sobre posiciones políticas o la decisión del voto. Zechmeister y Corral (2012), por ejemplo, encuentran que la institucionalización de los sistemas de partidos –es decir el nivel de volatilidad entre las opciones partidarias en contienda– y la fragmentación de estos sistemas –donde existen muchos partidos que efectivamente disputan el poder público mediante elecciones– afectan la utilidad de las etiquetas ideológicas para explicar opiniones y comportamientos políticos, como el voto.

 

Recientemente, ha habido un creciente número de análisis sobre la ideología y el posicionamiento ideológico de las élites latinoamericanas (por ejemplo, Power and Zucco 2009) y en la opinión pública. El estudio de la ideología en la opinión pública latinoamericana ha sido en gran parte posible por la realización frecuente de encuestas de opinión pública apropiadas para el análisis académico, como los proyectos LAPOP (Latin American Public Opinion Project) y Latinobarometro. Los resultados derivados del análisis de estas encuestas muestran que, en muchos casos, se pueden identificar grupos ideológicos en la opinión pública que se distinguen por opiniones sobre el rol del estado en la economía y como garante de una mayor igualdad social. De la misma manera que ocurre en democracias del norte global, la derecha política tiende a estar asociada con el apoyo a un estado menos intervencionista en la economía y a la izquierda con un mayor apoyo a la acción estatal en la economía y para la reducción de la desigualdad (Wiesehomeier y Doyle, 2012; Zechmeister y Corral, 2012). Esta relación se puede observar en una mayoría de los 18 países latinoamericanos. Sin embargo, existen casos significativos –como Brasil, Colombia y Ecuador– donde no hay una relación fuerte entre opiniones sobre el rol del Estado en la economía y el auto-posicionamiento ideológico en la opinión pública (Zechmeister, 2015).

Adicionalmente, estudios sobre la opinión pública latinoamericana han reafirmado la importancia de factores individuales y contextuales para entender los efectos que pueda tener la ideología en el comportamiento y las opiniones políticas. Como es el caso en otras regiones globales, el nivel de educación y sofisticación política impacta la habilidad de utilizar la ideología como una heurística para definir opiniones acerca de temas de relevancia política: las personas con mayor nivel educativo y mayor conocimiento político tienden utilizar rótulos ideológicos para entender y actuar en el mundo político (Zechmeister and Corral 2012).

El contexto político en el cual se desenvuelven también afecta la efectividad de las posiciones ideológicas para formar opiniones. Mientras que la polarización política tiende a fortalecer la relación entre el auto-posicionamiento ideológico y posiciones frente a temas políticamente relevantes y de política pública, la desinstitucionalización y fragmentación de los sistemas de partidos afectan negativamente esta relación (Zechmeister y Corral, 2012). La asociación entre el auto-posicionamiento ideológico y la forma como las personas votan es más fuerte con altos niveles de polarización y cuando la competencia política es altamente programática y mucho menor cuando el clientelismo es el modo predominante de relación entre ciudadanos y políticos (Zechmeister, 2015). En el contexto latinoamericano esto tiene sentido: la intermediación clientelista se basa en el intercambio de un bien privado por apoyo político. Si este es el modo de relación entre ciudadanos y políticos, el auto-posicionamiento ideológico no tiene cabida. Por el contrario, en contextos de polarización, las diferencias de posición más marcadas presentadas por las élites políticas hacen que los rótulos ideológicos sean más claros y útiles para el electorado.

Esto último ocurre aún más cuando las mismas élites hacen mayor uso de elementos retóricos que hacen referencia a las categorías izquierda y derecha en su discurso. Zechmeister (2006), por ejemplo, muestra cómo los significados atribuidos por las élites políticas a las categorías izquierda y derecha tienen un impacto sobre el contenido específico asociado a ellas en México y Argentina. En este sentido, el significado particular dado al continuo izquierda-derecha por la opinión pública variará dependiendo de las particularidades de cada país (ver también Wiesehomeier y Doyle, 2012).

De los gobiernos de izquierda al regreso de la derecha en América Latina

Después de la década perdida de los años ochenta y las sucesivas políticas de ajuste –aperturas comerciales, privatizaciones, desregulación, entre otras– hubo un giro hacia la izquierda a finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Rápidamente, fueron elegidos gobiernos de izquierda en buena parte de los países latinoamericanos. Aunque en cada país hubo factores específicos que llevaron a la elección de presidentes y presidentas de izquierda, generalmente se apunta a las crisis económicas de finales de los noventa e inicios del siglo XX (Levitsky y Roberts, 2011) y el asociado desgaste del “modelo neoliberal” como la causa de este fenómeno. Las promesas de una prosperidad generalizada como resultado de las reformas de los noventa evidentemente no se cumplieron para una parte importante de la población y generaron una gran frustración en ésta (Weyland, 2010).

Frente a la denominada “ola roja” es importante realizar dos apuntes importantes que también nos ayudan a entender el creciente éxito electoral reciente de la derecha. Por un lado, existía una gran diversidad en los gobiernos de izquierda en la región, tanto en el tipo de políticas públicas (económicas, sociales) que buscaban implementar, como en las estrategias políticas para lograrlas. Definir que es “ser de izquierda” es un debate extenso al cual no puede dedicar mucho espacio, pero siguiendo a Roberts y Levitsky (2011: 5) se puede plantear una definición operacional donde nos referimos a actores de izquierda como “actores políticos que buscan, como un objetivo programático central, reducir la desigualdad económica y social”. Esto abre el espacio para entender como gobiernos “moderados” –por ejemplo, Michelle Bachelet en Chile o Lula da Silva en Brasil y sus programas de inclusión social manteniendo los pilares de la política macroeconómica de sus predecesores– son de izquierda, aunque contrasten notoriamente con las políticas económicas y sociales de “radicales” como Hugo Chávez en Venezuela (Weyland, 2010). Muchos de los moderados mantuvieron además un fuerte compromiso con la democracia liberal representativa y buscaron realizar reformas en alianza con otras fuerzas políticas de centro y derecha, como fue el caso en Brasil. En otros casos, gobiernos de izquierda fomentaron procesos de erosión de las instituciones democráticas liberales –Venezuela y Nicaragua, por ejemplo– que llevaron a transiciones hacia regímenes autoritarios (Gamboa 2017).

Por otro lado, aunque pareciera que el surgimiento de gobiernos de izquierda estuviera asociado a cambios de posiciones ideológicas en la opinión pública en países latinoamericanos, el giro a la izquierda no estuvo asociado a esto. Es decir: la entrada de la izquierda al gobierno no estuvo relacionada a un creciente rechazo a las políticas “del ajuste” económico causado por cambios en la opinión pública sobre sus convicciones ideológicas acerca del rol del Estado en la economía. El apoyo mayoritario hacia gobiernos de izquierda resultó del desgaste de gobiernos de centro y derecha con pobres resultados económicos. Los votantes, en este sentido, se comportaron más como actores guiados por una racionalidad instrumental y sancionaron a aquellos gobernantes que “produjeron” políticas que redujeron su bienestar y apoyaron a sus contendores (Ross Arnold y Samuels, 2011). La capacidad que tuvieron los gobiernos de izquierda de sostenerse en el poder posteriormente tampoco estuvo asociada a cambios “ideológicos” en el electorado. De hecho, no hay evidencia –en general– que los gobiernos de izquierda hayan generado un incremento en la relevancia de los rótulos de “izquierda” o “derecha” para predecir la opinión y comportamiento político de las personas (Zechmeister, 2015). La re-elección de gobiernos de izquierda en la región respondió a electorados que recompensaron a gobiernos de izquierda que gobernaron en momentos de crecimiento económico –en buena medida por el boom de los commodities– permitiéndoles implementar variadas políticas sociales (Levistky y Roberts 2011).

Sin embargo, la ausencia de una “estructuración ideológica” de las opiniones y el comportamiento político del electorado no quiere decir que no hubo un impacto en algunos votantes de los gobiernos de izquierda y sus políticas. En algunos casos –por ejemplo, en Venezuela– se puede observar cómo se crearon identidades partidarias o partisanship (Handlin y Collier, 2011). Estas identidades no necesariamente se fundamentan en posiciones ideológicas–aunque puedan serlo. En el fondo, son un apego psicológico a un grupo social (en este caso, un partido) más que una identidad ideológica (Green et al. 2002).

De la misma manera que un partido puede fomentar estas identidades partidarias en el tiempo –por ejemplo, el caso del Partido de los Trabalhadores (PT) en Brasil– es posible también generar identidades sociales en contraposición a una opción partidaria. En este mismo caso, el surgimiento del PT también fue creando una fuerte identidad social (anti-partisanship) contraria al PT que no se cristalizaba necesariamente en una opción partidaria contrapuesta (Samuels y Zucco, 2018) pero si podía manifestarse como una identificación social en contra de “la izquierda”.

Analíticamente, los mismos retos que teníamos al analizar la “ola” de gobiernos de izquierda, los tenemos al analizar los nuevos gobiernos de derecha que han llegado al poder recientemente. Aunque en general se puede pensar en actores “de derecha” como aquellos que defienden los intereses de unas elites en contra de presiones redistributivas, esto se puede manifestar por medio de múltiples estrategias y posiciones (Roberts, 2014). Algunas fuerzas de derecha pueden hacer uso de posiciones conservadores frente a temas morales y culturales para movilizar a las clases populares. Otras pueden enfatizar políticas de seguridad (la denominada “mano dura”) para buscar apoyo entre los votantes. Inclusive, dentro de la derecha no siempre se tienen posiciones comunes frente a políticas económicas. Mientras algunos grupos de derecha favorecen políticas ortodoxas fiscalmente y de apertura comercial, otros sectores (por ejemplo, sectores industriales enfocados en el mercado local) pueden favorecer políticas proteccionistas y de nacionalismo económico (Roberts, 2014). En electorado, tampoco se encuentra un patrón consistente entre opiniones sobre temas económicos, sociales o políticos para personas de derecha (Doyle y Wiesohomeier, 2014).

En el periodo durante el cual los gobiernos de izquierda contaron con un ambiente económico favorable en la mayoría de países en la región, las fuerzas políticas de derecha tuvieron poco éxito electoral y, por consiguiente, tuvieron que buscar otros temas –más allá de conflictos distributivos– para buscar nichos en el electorado. Dependiendo del país, el tema específico que enfatizaban los políticos de derecha podía variar por país (Doyle y Wiesohomeier, 2014). Sin embargo, con el alto nivel de violencia criminal observado en muchos países de la región, el tema de la seguridad pública ha adquirido mayor relevancia en la opinión pública y ha sido adoptado por muchos partidos y políticos de derecha para atraer sectores del electorado con sus propuestas de “mano dura” (Doyle y Wiesohomeier, 2014; Zechmeister, 2015).

Ante las fuertes crisis económicas que vivieron muchos países latinoamericanos recientemente –asociados en gran medida a las caídas de los precios de los commodities y las limitaciones para sostener gastos por parte de los gobiernos de la región– la mayoría de los gobiernos latinoamericanos de izquierda fueron reemplazados por gobiernos de derecha. Es previsible que el ascenso de la derecha, tal como sucedió a inicios de siglo con la izquierda, no esté ocurriendo por cambios ideológicos en el electorado y si como un intento de sancionar a gobiernos (de izquierda) que están presidiendo en situaciones económicas precarias y crisis políticas (por ejemplo, escándalos de corrupción).

En este sentido, es importante en una primera instancia y como objetivo central de este capítulo, explorar si el auto-posicionamiento del público general está asociada a sus opiniones frente importantes temas económicos, políticos y sociales. A continuación, analizaremos –ahora en el contexto de gobiernos de derecha– a dos países: Colombia y Brasil.